El Islam y la Esclavitud; El Islam ataca la esclavitud

Al·lâmah Saîied Said Ajtar Riz

El Islam ataca la esclavitud

Por lo general el Islam siempre ha sido presentado por los cristianos como una religión que no solamente toleró la esclavitud sino que la impulsó. Ésta es una grave acusación levantada en contra del Islam y en este ensayo me propongo demostrar su falsedad y de qué forma solo ha sido consecuencia del prejuicio y malicia en contra del Islam.

Brevemente hemos mencionado la actitud del Cristianismo hacia la esclavitud y al respecto se discutirá más adelante. Aquí, para comenzar, echemos un vistazo al Islam y sus códigos.

En lo que a la esclavitud concierne, los árabes en la época pre-islámica eran tan culpables como sus vecinos. Los esclavos eran una mercancía comercial y la esclavitud era una institución establecida. Era una fuente de sustento para miles y una fuente de trabajo para otros. Para la elite, el número de esclavos en la casa era símbolo de estatus.

Ésta era la situación antes del Islam. La esclavitud ofendía el espíritu del Islam tanto como la idolatría. Pero en tanto que la idolatría tenía sus raíces en la espiritualidad y de aquí que pudiese ser combatida con la razón, la esclavitud tenía sus raíces en el comercio, en la estructura social, en la agricultura; y la razón era solo un arma endeble en contra de un enemigo tan insidioso y tan profundamente arraigado. ¿Cómo entonces sería erradicada la esclavitud?

El lector mal informado bien puede pensar que el Profeta del Islam pudo haber utilizado la fuerza. Pero la poca efectividad de la fuerza para tal propósito es bien reconocida por todos los imparciales estudiantes de sociología. La fuerza puede someter pero inevitablemente conlleva hostilidad y por lo general la hostilidad es tan fuerte que muchas causas justas han sido perdidas cuando se ha empleado la fuerza para sus fines. La triste situación de los Afrodescendientes en Norteamérica es solo una ilustración de qué tan inefectivo puede ser el uso de la fuerza cuando el objetivo es alcanzar una reforma social. La emancipación de los esclavos no cambió la actitud del amo blanco hacia el ex-esclavo; ¡y qué legado amargo de antipatía racial ha dejado! Toynbee escribió: “Los negros en los Estados Unidos, que fueron emancipados jurídicamente en 1862, sienten, con buena razón, ahora después de más de un siglo, que aun se les han negado muchos derechos humanos de parte de la mayoría blanca”.[1]

La guerra del Islam en contra de la esclavitud se enfocó en cambiar la actitud y la mentalidad de toda la sociedad, de tal forma que después de la emancipación, los esclavos se convirtieran en sus miembros en todo el sentido de la palabra, sin necesidad de demostraciones, huelgas, desobediencia civil y enfrentamientos raciales. Y el Islam logró este objetivo que parecía imposible sin ninguna guerra. Decir que el Islam no libró ninguna guerra sería algo falso. Una guerra, pero una guerra en la cual ni la espada fue utilizada, ni sangre fue derramada.

El Islam se propuso atacar las raíces de su enemigo y creó aliados haciendo surgir esos instintos nobles en sus seguidores.

En primer lugar, el Islam colocó restricciones en la adquisición de los esclavos. Antes del Islam, la esclavitud era practicada con desenfado, los deudores eran esclavizados, los prisioneros de guerra eran sentenciados a muerte o esclavizados. En las naciones más débiles, la gente era cazada como animales, asesinada o capturada y reducida a la esclavitud. El Islam, en términos claros prohibió a sus seguidores esclavizar a la gente con cualquier pretexto. La única excepción era un enemigo idólatra capturado en una guerra que se daba en defensa propia o con el permiso del Profeta o sus sucesores bien guiados. Esta excepción, en las palabras de Amir Ali: “Para servir como garantía de la preservación de las vidas de los musulmanes que eran capturados”.[2] 

Como lo ha descrito el gran sabio ‘Al·lâmah Tabâtabâ’î ampliamente, antes del Islam los poderosos, por todo el mundo solían esclavizar a los débiles sin ninguna restricción. Entre las “causas” importantes de la esclavitud se encontraban los tres siguientes factores:

  1. La guerra: El conquistador podía hacer lo que quisiera con el enemigo derrotado. Podía condenar a muerte a los soldados capturados o mantenerlos bajo su dominio.
  2. Dominio: Un jefe o gobernante podía esclavizar, dependiendo de su dulce deseo a cualquiera que estuviese bajo su dominio.
  3. Protección: Un padre o abuelo tenía la autoridad absoluta sobre su descendencia, podía vender o regalar libremente; podía prestar a su hijo o nietos a cualquier persona, o intercambiarlos por cualquier otra persona.

Cuando llegó el Islam, anuló y negó los dos últimos factores completamente. A ningún gobernante o progenitor le era permitido tratar a sus subordinados o descendencia como esclavos. A todos los individuos se les concedió derechos bien definidos; el gobernante y el gobernado, el progenitor y la descendencia tenían que vivir dentro de los límites prescritos por la religión; nadie podía transgredir esos límites y drásticamente restringió la esclavitud a la primera causa, es decir, la guerra, permitiendo la esclavitud solamente en una guerra que se librara en contra de un enemigo incrédulo. Las personas no podían ser esclavizadas de ninguna otra forma. Al mismo tiempo, el Islam elevó el estatus de la esclavitud a un estatus digno de libertad y abrió muchas puertas para su emancipación.[3]

Antes de que se iniciara la esclavitud a gran escala a manos de los occidentales cuando comenzó la colonización era únicamente en las guerras que los hombres eran hechos cautivos. Pero el Islam no permitió guerras de agresión, todas las batallas que se dieron en vida del Profeta (s.a.w.) fueron en defensa propia. No solamente esto, sino que también se introdujo una alternativa: (S. Corán; 47:4).

   En las batallas que se les impusieron a los musulmanes, el Profeta (s.a.w.) había ordenado un trato muy humano hacia los prisioneros que caían en sus manos. Podían comprar su libertad pagando pequeñas sumas de dinero y algunos de ellos eran liberados sin ningún pago. Todo dependía de la discreción del Profeta o de sus sucesores legítimos, teniendo en cuenta la seguridad de los musulmanes y el grado de peligro ante el enemigo. Los cautivos de la primera batalla islámica, Badr, fueron liberados pagando un rescate (en forma monetaria o trabajo como por ejemplo enseñándole a leer y escribir a diez musulmanes), mientras que los de la tribu de Tay fueron liberados sin pagar ningún rescate.[4]

Inclusive en tal forma de esclavitud se adhería una condición que decía que una madre no podía ser separada de su hijo, ni hermano de su hermano, ni esposo de su esposa ni un miembro de un clan podía ser alejado de su clan. El Profeta y el primer Imam de los musulmanes, ‘Alî ibn Abî Tâlib, prescribieron graves castigos a aquellos que esclavizaban a un hombre libre cortando la mano del culpable.

Amir Ali escribe en su libro Muhammadan Law:

En las leyes coránicas la posesión de un esclavo estaba condicionada a una guerra legítima que se desatara en defensa propia en contra de los enemigos idólatras y era permitido para servir como garantía de la preservación de las vidas de los cautivos propios. Muhammad encontró esa costumbre en los árabes paganos, y lo que hizo fue minimizar el mal, estableciendo a la vez reglas tan estrictas que, si no fuera por la  malicia de sus defensores, la esclavitud como una institución social habría dejado de existir a medida que se acababan las guerras en las cuales la nación musulmana se vio envuelta al comienzo.

La mutilación del cuerpo humano también fue prohibida por Muhammad, en tanto esta institución que florecía en Persia y en los Imperios Bizantinos fue denunciada en términos muy severos. La compra de esclavos era desconocida durante los reinados de los primeros cuatro califas, los Julafâ ar-Râshidûn, los califas “bien guiados” como son llamados por nuestros hermanos sunnitas. Al menos no existe registro auténtico de que algún esclavo haya sido adquirido por compra durante el ejercicio de sus funciones. Pero con la llegada al poder de los Omeyas se dio un cambio al espíritu del Islam. Mu‘âwîiah fue el primer gobernante musulmán que introdujo al mundo islámico la práctica de adquirir esclavos por medio de la compra. También fue el primero en adoptar la costumbre bizantina de proteger a sus mujeres con eunucos. Durante el reinado de los Abasíes, el Imam Ya‘far As-Sâdiq (a.s.) predicó en contra de la esclavitud y sus puntos de vistas fueron adoptados por los Muta‘zilitas.[5]

Así vemos que el gran esfuerzo del Islam por evitar que sus adeptos adquirieran nuevos esclavos fue estropeado por los Omeyas. Y debo decir, que en épocas posteriores, se ignoraron los preceptos del Profeta y los mandatos del Corán, participando los árabes también junto con los Cristianos Europeos en el abominable tráfico de esclavos del África Oriental. El tráfico de esclavos desde el África occidental estuvo totalmente en manos de los Cristianos Europeos.

En segundo lugar, el Islam comenzó una campaña activa para emancipar a los esclavos. La emancipación de los esclavos fue declarada como expiación de un número de pecados. Este tema está relacionado con las leyes canónicas del Islam, pero enumeraremos unas cuantas de ellas para mostrar cómo por pequeños pecados de comisión, el castigo impuesto era la manumisión de esclavos. Por ejemplo, si un hombre no ayunaba durante el mes de Ramadán sin una razón justificada, o si abandonaba el I‘tikâf o voto mientras lo cumplía, etc., este hombre tenía que liberar un esclavo por cada día que dejó de ayunar, además de tener que ayunar posteriormente. Igualmente tenía que ser liberado un esclavo por el rompimiento de cada promesa; por rasgarse las ropas como muestra de dolor ante la muerte de un familiar; si una mujer se golpeaba, se cortaba o jalaba sus cabellos como muestra de dolor por la muerte de alguien; o por un homicidio accidental y en algunos casos, hasta por los crímenes intencionales.[6] A partir de estos ejemplos algunos de ellos triviales pero profundamente arraigados en la cultura árabe, uno puede ver cómo las leyes religiosas fueron promulgadas en pro de la emancipación de los esclavos y la total erradicación de la maldición de la esclavitud de la sociedad.

Se puede alegar que al prescribir la manumisión de esclavos como penitencia por los pecados, el Islam concebía la continuación de la esclavitud como una institución permanente. Esto no es así. Para cada situación en la que la emancipación de un esclavo era prescrita como una penitencia, también se prescribía una alternativa, lo cual indica claramente que el objetivo del Islam era crear con el tiempo una sociedad libre de esta institución tan perniciosa.[7]

El Islam también declaró que cualquier mujer esclava que diera a luz a un hijo de su amo no podía ser vendida, y que al morir el padre, automáticamente ella se convertía en una mujer libre.[8]

Aun más; a diferencia de las costumbres antiguas, el Islam ordenaba que el hijo nacido de una mujer esclava con su amo tuviera el estatus del padre.[9] A los esclavos les era concedido un derecho a costear el pago de su propia liberación con una suma acordada o al cumplimiento del servicio por un periodo acordado. El término legal para esto es mukâtabah.

Al·lâh dice en el Corán:

﴿ وَلْيَسْتَعْفِفِ الَّذِينَ لاَ يَجِدُونَ نِكَاحاً حَتَّى يُغْنِيَهُمُ اللَّهُ مِن فَضْلِهِ وَالَّذِينَ يَبْتَغُونَ الْكِتَابَ مِمَّا مَلَكَتْ أَيْمَانُكُمْ فَكَاتِبُوهُمْ إِنْ عَلِمْتُمْ فِيهِمْ خَيْراً وءَاتُوهُم مِّن مَّالِ اللَّهِ الَّذِي ءَاتَاكُمْ وَلاَ تُكْرِهُوا فَتَيَاتِكُمْ عَلَى الْبِغَآءِ إِنْ أَرَدْنَ تَحَصُّناً لِتَبْتَغُوا عَرَضَ الْحَيَاةِ الدُّنْيَا وَمَن يُكْرِههُّنَّ فَإِنَّ اللَّهَ مِن بَعْدِ إِكْرَاهِهِنَّ غَفُورٌ رَّحِيمٌ ﴾

«Que los que puedan no casarse observen la continencia hasta que Dios les enriquezca con Su favor. En cuanto a vuestros esclavos que requieran la mukâtabah (para emanciparse) otorgádselas, si es que observáis rectitud en ellos, y dadles de la hacienda que Dios os ha concedido. Si vuestras esclavas prefieren vivir castamente, no les obliguéis a prostituirse para procuraos los bienes de la vida mundanal. Si alguien les obliga, luego de haber sido obligadas Dios se mostrará Indulgente, Misericordioso.» (S. Corán: 24: 33)

La palabra Kitâb en el versículo se refiere al contrato escrito entre el esclavo y su amo conocido como mukâtabah -realización de contrato. El factor significativo en la mukâtabah es que cuando un esclavo deseaba entrar en dicho contrato escrito, el amo no podía rehusarse.[10] En el versículo citado anteriormente, Dios ha hecho obligatorio para los musulmanes ayudar a los esclavos a obtener su liberación. Cuando un esclavo quería liberarse, el amo no solamente tenía que aceptar, sino que debía ayudar al esclavo a lograrlo con su propia fortuna,[11] la única condición era apreciar el hecho de que el esclavo obtendría una vida respetable después de lograr su liberación. De esa forma hace casi 1400 años el Islam pudo darle, de una forma muy eficaz, un golpe mortal a la esclavitud.

También el Islam ordenaba que los esclavos que buscaban la libertad fueran ayudados con dinero del Tesoro Público (bait al-mâl).[12] Así, como último recurso, el Profeta y sus seguidores bien guiados ofrecían rescates por la libertad de los esclavos con dinero del Estado. El Corán reconoce la emancipación de los esclavos como uno de los gastos permisibles del dinero de la caridad. (Corán, 9: 60, 2: 177)

Vale la pena recordar que un esclavo automáticamente se convertía en un hombre libre si su amo lo torturaba, y si por ejemplo mutilaba una parte de su cuerpo, una oreja, sus ojos, etc.[13] También si los esclavos que vivían en un Estado Islámico, aceptaban el Islam ante sus amos, automáticamente se convertían en hombres libres. Si el esclavo perdía su vista o era objeto de una discapacidad se convertía en un hombre libre.[14] Según el Imam Ÿa‘far As-Sâdiq (a.s.), si un esclavo era musulmán y había trabajado durante siete años, debía ser liberado. Obligarlo a trabajar durante más de siete años no era permitido.[15] Debido a esta tradición es que los sabios religiosos tienen la opinión que liberar a un esclavo después de siete años era un acto de virtud muy recomendado.

Además de estos métodos de emancipación obligatorios, voluntariamente se declaraba la emancipación de los esclavos como la forma más pura de caridad. El Imam ‘Alî (a.s.) emancipó a miles de esclavos, comprándolos con su propio dinero.[16] Ese mismo número de esclavos fueron liberados por el Imam Mûsâ Al-Kâdzim. El cuarto Imam, ‘Alî ibn Al-Husein (a.s.), solía liberar a todos los esclavos de su casa en la víspera del ‘Îd (festividad de los musulmanes). Es importante anotar que en todos los casos anteriores a los esclavos liberados se les daban los medios suficientes para ganarse la vida respetablemente.

El Islam fue la primera y única religión que prescribió la liberación de los esclavos como una virtud y una condición de la fe sincera en Dios. Ninguna religión aparte del Islam ha predicado y dispuesto mejor forma mediante la cual poder mostrar nuestro amor por nuestros hermanos seres humanos que se encontraban cautivos. En el capítulo 90 del Corán, se ha prescrito la liberación de un esclavo como una virtud esencial de la fe:

﴿ لَقَدْ خَلَقْنَا الإِنسَانَ فِي كَبَدٍ * أَيَحْسَبُ أَن لَن يَقْدِرَ عَلَيْهِ أَحَدٌ * يَقُولُ أَهْلَكْتُ مَالاً لُبَداً * أَيَحْسَبُ أَن لَمْ يَرَهُ أَحَدٌ * أَلَمْ نَجْعَل لَهُ عَيْنَيْنِ * وَلِسَاناً وَشَفَتَيْنِ * وَهَدَيْنَاهُ النَّجْدَيْنِ * فَلاَ اقْتَحَمَ الْعَقَبَةَ * وَمَآ أَدْرَاكَ مَا الْعَقَبَةُ * فَكُّ رَقَبَةٍ * أَوْ إِطْعَامٌ فِي يَوْمٍ ذِي مَسْغَبَةٍ * يَتِيماً ذَا مَقْرَبَ * أَوْ مِسْكِيناً ذَا مَتْرَبَةٍ ﴾

«Ciertamente que hemos creado a los hombres para que moren en la dificultad. ¿Cree que nadie tiene poder sobre él? Él dirá: “He gastado mucha riqueza”. ¿Cree que nadie le ve? ¿No le hemos dado dos ojos, una lengua y dos labios, y le hemos señalado los dos caminos? Pues nunca se ha puesto a subir la Cuesta, y ¿cómo sabrás qué es la Cuesta?... Es manumitir a un esclavo, alimentar en tiempo de hambre a un pariente próximo huérfano, a un pobre en miseria.» (S. Corán: 90: 4-16)

Debemos recalcar que el Islam siempre exhortó a la liberación de los esclavos. El Islam controló la esclavitud de una forma práctica y llena de gracia de tal forma que el poseer un esclavo se convertía en una gran responsabilidad para el amo, y a la vez encomendaba mucho cuidado y bondad hacia estos, hasta tal punto que muchos cuando eran liberados no querían partir del lado de sus amos.

En tercer lugar, el Islam restauró la dignidad de los esclavos y elevó su estatus social. No hacía distinción entre un esclavo o un hombre libre, y todos eran tratados con igualdad. Fue este hecho el que siempre atrajo a los esclavos al Islam. Es doloroso ver que aquellos que nunca dejaron de vociferar su crítica injusta en contra del Islam, no percibieran este principio de igualdad, cuando incluso en esta era civilizada hay países donde existen leyes para discriminar a la mayoría de la población y mantenerla en completo sometimiento.

El Islam no reconoce distinción de raza entre blancos, negros, civiles o soldados, gobernantes o ciudadanos; son todos iguales, no solo en teoría sino en práctica. El primer mu’âdhdhin del Islam, un adepto devoto del Profeta y un discípulo querido, fue un esclavo negro. El Corán expresa el grado de superioridad en el versículo 13 del capítulo 49; se refiere a la humanidad, a toda la raza humana, y predica la hermandad natural del hombre sin distinción de tribu, clan, raza o color. Dice:

﴿ يَآ أَيُّهَا النَّاسُ إِنَّا خَلَقْنَاكُم مِن ذَكَرٍ وَاُنثَى وَجَعَلْنَاكُمْ شُعُوباً وَقَبَآئِلَ لِتَعَارَفُوا إِنَّ أَكْرَمَكُمْ عِندَ اللَّهِ أَتْقَاكُمْ إِنَّ اللَّهَ عَلِيمٌ خَبِيرٌ ﴾

«¡Hombres! Os hemos creado de un varón y una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más le teme. Dios es Omnisciente, está bien informado.» (S. Corán: 49; 13)

Este versículo muestra el punto de vista del Islam con respecto a la vida humana sobre la tierra. Dispone solo un criterio de superioridad y honor, que es la piedad, lo que significa obediencia completa a la voluntad de Dios y elimina todas las distinciones artificiales creadas por el hombre, como las diferencias de raza y color que se encuentran actualmente en el mundo. Para explicar las cualidades de piedad, veamos lo que dice Dios:

﴿ لَيْسَ الْبِرَّ أَنْ تُوَلُّوا وُجُوهَكُمْ قِبَلَ الْمَشْرِقِ وَالْمَغْرِبِ وَلكِنَّ الْبِرَّ مَنْ ءَامَنَ بِاللّهِ وَالْيَومِ الاَخِرِ وَالْمَلآئِكَةِ وَالْكِتَابِ وَالنَّبِيِّينَ وَاتَى الْمَالَ عَلَى حُبِّهِ ذَوي الْقُرْبَى وَالْيَتَامَى وَالْمَسَاكِينَ وَابْنَ الْسَّبِيلِ وَالسَّآئِلِينَ وَفِي الرِّقابِ وَأَقَامَ الصَّلاَةَ وَاتَى الزَّكَاةَ وَالْمُوفُونَ بِعَهْدِهِمْ إِذَا عَاهَدُوا وَالصَّابِرِينَ فِي الْبَأْسَآءِ وَالضَّرَّآءِ وَحِينَ الْبَأْسِ اُوْلَئِكَ الَّذِين َصَدَقُوْا وَاُوْلَئِكَ هُمُ الْمُتَّقُونَ ﴾

«La piedad no estriba en que volváis vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el Occidente, sino en creer en Dios y en el último Día, en los ángeles, en la Escritura y en los Profetas, en dar de la hacienda, a pesar de quererla, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos, en hacer la oración y dar la caridad, en cumplir con los compromisos contraídos, en ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y en tiempo de peligro. Esos son los hombres sinceros, esos los temerosos de Dios.» (S. Corán: 2; 177)

Este versículo muestra claramente por sí mismo que no hay una virtud específica al volverse hacia una dirección particular en la oración. (La unidad de la Qiblah indica la unidad de la fe, lo que lleva a una unidad espiritual y culmina en una armonía física). La creencia y práctica encomendada en el versículo son las virtudes reales, y aparte de ser encomendadas por Dios, son claras ante la razón humana. Se debe tener en cuenta que «dar de la hacienda, a pesar de quererla, a los parientes, huérfanos, necesitados, viajeros, mendigos y esclavos», es una de ellas.

En una tradición del Imam Muhammad Al-Bâquir (a.s.) se menciona que cuando una persona golpeaba a su esclavo o esclava, sin una justificación legal, la única forma de expiar este acto era dándole la libertad. En otra tradición, Zurârah le preguntó al mismo Imam acerca de la actitud de un amo hacia sus esclavos. El Imam respondió que “un acto realizado involuntariamente por los esclavos no merecía castigo”. Es de interés saber que un esclavo tenía el derecho de demandar a su amo. Una tercera tradición del mismo Imam dice que un hombre que poseyera las siguientes cuatro características sería perdonado y ocuparía un lugar especial en el Paraíso: 1. Aquel que cuide de un huérfano y le dé amor de padre o madre. 2. Aquel que sea bondadoso con los débiles. 3. Aquel que ayude económicamente a sus padres y sea cariñoso con ellos; y por último, 4. Aquel que no se enoje con sus sirvientes o esclavos, los ayude en los trabajos y se abstenga de encomendarles tareas que estén más allá de sus capacidades.

   “El Islam ordenó que un amo debe tratar a su esclavo como si fuera un miembro de su familia; debe cubrir todas las necesidades que tiene en su vida. El Profeta solía comer junto con los esclavos y no vestía mejor que ellos ni los discriminaba de ninguna manera.

El Islam obligaba a los amos a no colocar en dificultades a sus esclavos; los esclavos no podían ser torturados, abusados o tratados injustamente. Se podían casar (con el permiso de su amo) con los hombres y mujeres libres. Podían aparecer como testigos, y participar junto con los hombres libres en todas las actividades. Muchos de ellos eran designados como gobernadores, comandantes o administradores.

Ante los ojos del Islam, un esclavo piadoso era mejor que un hombre libre que no fuera piadoso”.[17]

Se menciona en las narraciones fidedignas del Profeta que se debía alimentar al esclavo con lo mismo que el amo se alimentaba, y vestirlo con lo que el amo vestía. En su famoso sermón en ‘Arafât, el 9 del Dhul-Hiÿÿah, en el año 9 después de la Hégira, durante su última Peregrinación, el Profeta (s.a.w.) dijo: “...y sus esclavos, aliméntenlos con lo mismo que ustedes se alimentan y vístanlos con lo mismo que ustedes visten. Y si comenten un error el cual no puedan perdonarles, entonces libérenlos porque ellos son siervos de Dios y no pueden ser atormentados…”.[18]

Decir que el Islam trató a los esclavos sobre el fundamento de la igualdad, sería minimizar al Islam. Porque, de hecho, por un número de ofensas, el castigo para un esclavo era la mitad del castigo que se le imputaba a otros.[19]

Esto es contrario a la práctica establecida por todas las naciones para castigar a los esclavos en donde castigaban más severamente a los esclavos que a los hombres libres. El Profesor Davis escribe: “La ley criminal siempre era más dura para los esclavos que para los hombres libres”.[20]

El Profeta del Islam (s.a.w.) siempre exhortó a sus seguidores a tratar a sus esclavos como si fueran miembros de la familia. Él y los miembros de su familia siempre trataron a sus sirvientes de esa manera. Una sirvienta al servicio de Fátima (a.s.), la hija del Profeta, testifica que Fátima había establecido una norma al compartir todos los trabajos de la casa con ella, e insistió en que la sirviente debería tener días alternos de descanso en los cuales Fátima (a.s.) atendería el trabajo. De esa forma, se creaba una división equitativa del trabajo entre ella y su sirvienta.

Se ha dicho que una vez ‘Alî y suesclavo Qambar fueron a una tienda donde ‘Alî seleccionó dos trajes, uno barato y rústico, y otro caro. ‘Alî le dio el vestido costoso a Qambar. Qambar se sorprendió y dijo: “¡Oh amo!, éste es el más caro y tú eres el líder de los musulmanes. Deberías tomar éste”. ‘Alî contestó: “¡No Qambar!, tú eres un hombre joven y los hombres jóvenes deben vestir ropas mejores”. ¿Puede este trato generar algún sentimiento de inferioridad en los esclavos? Era prohibido para los amos llamar a sus esclavos con apelativos degradantes; el Islam los exhortaba a llamarlos con palabras cariñosas como “mi muchacho” o “mi joven sirviente”. Tampoco una madre podía ser separada de su hijo, ni un hermano de su hermano, ni un padre de su hijo, ni un esposo de su esposa, ni un familiar de otro familiar.

Ahora refirámonos al Corán:

﴿ وَاعْبُدُوا اللَّهَ وَلاَ تُشْرِكُوا بِهِ شَيْئاً وَبِالْوَالِدَيْنِ إِحْسَاناً وَبِذِي الْقُرْبَى وَالْيَتَامَى وَالْمَسَاكِينِ وَالْجَارِ ذِي الْقُرْبَى وَالْجَارِ الْجُنُبِ وَالصَّاحِبِ بِالْجَنْبِ وَابْنِ السَّبِيلِ وَمَا مَلَكَتْ أَيْمَانُكُمْ إِنَّ اللَّهَ لاَ يُحِبُّ مَن كَانَ مُخْتَالاً فَخُوراً ﴾

«Servid a Dios y no le asociéis nada. Sed buenos con vuestros padres, parientes, huérfanos, pobres, vecinos parientes y vecinos lejanos, el compañero que te flanquea, el viajero (que se ha quedado sin recursos) y vuestros esclavos. Dios no ama al presumido jactancioso.» (S. Corán: 4: 36)

El Santo Profeta le regaló un esclavo a Abû Dharr Al-Ghiffârî y le dijo que cuidara de él de la mejor manera, que lo alimentara con lo mismo que él se alimentaba y lo vistiera con lo mismo que él vestía. Abû Dharr tenía un manto e inmediatamente lo partió en dos, y le dio una pieza a su esclavo. El Profeta dijo: “¡Excelente!”. Abû Dharr llevó su esclavo a casa y lo liberó. El Profeta se complació mucho con Abû Dharr y dijo: “Dios te recompensará por esto.”

Es bien sabido cómo el Imam Zain Al-‘Âbidîn (a.s.) trató a su sirvienta. Una vez mientras ésta le servía sus alimentos, accidentalmente derramó una sopa caliente sobre el Imam. Era consciente del dolor del Imam y temía que el Imam se hubiese enojado, por lo tanto recitó el versículo coránico que dice: «Aquéllos que reprimen la ira.»

El Imam contestó: “He reprimido mi ira.”

Luego la sirvienta dijo: «Y aquéllos que perdonan a la gente.»

El Imam dijo: “Te he perdonado.”

Por último ella dijo: «Y Dios ama a los que hacen el bien.»

El Imam contestó: “Te doy la libertad en procura de la complacencia de Dios.”

La sirvienta había citado esas palabras del versículo 133 del Capítulo 2 del Corán. A continuación mencionamos el versículo completo:

﴿ الَّذِينَ يُنْفِقُونَ فِي السَّرَّآءِ وَالضَّرَّآءِ وَالْكَاظِمِينَ الْغَيْظَ وَالْعَافِينَ عَنِ النَّاسِ وَاللَّهُ يُحِبُّ الْمُـحْسِنِينَ ﴾

«Aquéllos que dan limosna tanto en la prosperidad como en la adversidad, reprimen la ira, perdonan a la gente; y Dios ama a los que hacen el bien.» (S. Corán: 2: 133)

Una vez alguien mencionó que los esclavos del Imam Zain Al-‘Âbidîn (a.s.) no le temían en lo absoluto. Al escuchar esto, el Imam se prosternó ante Dios en agradecimiento y dijo: “Le doy gracias a Dios porque Sus criaturas no me temen.”

De lo que hemos dicho anteriormente debe quedar claro que los esclavos del Profeta (s.a.w.) y de los Imames de su Casa (a.s.) eran tratados con cariño y respeto así como aquellos que seguían los mandatos del Corán y los ejemplos dados por el Profeta y los Imames.

Con respecto a la actitud del amo musulmán con sus esclavos, Will Durant dice: “...los trataba con una gran humanidad, tal vez mejor que el trato que se le daba a un obrero del siglo XIX en Europa”.[21]

Al final del siglo XVIII, Mouradgea d´Ohsson (una fuente importante de información para los escritores occidentales sobre el imperio Otomano), dijo:

“Posiblemente no exista nación donde los prisioneros, esclavos, y los trabajadores en las galeras hayan sido tratados con más generosidad que entre los mahometanos”.[22]

P.L. Riviere escribió:

“Un amo tenía la obligación de compartir con su esclavo las bondades recibidas de Dios. Debe reconocerse que la doctrina islámica reconoció tal respeto por la personalidad humana y mostró un sentido de igualdad que se busca en vano en la antigua civilización”.[23]

Y no solamente en las civilizaciones antiguas; incluso en la civilización cristiana moderna la arraigada creencia de la supremacía racial aún se manifiesta a diario. A.J. Toynbee dice en su libro Civilization on Trial:

“La extinción del tema racial como se dio entre los musulmanes es uno de los alcances sobresalientes del Islam y en el mundo contemporáneo existe, efectivamente, una gran necesidad de la propagación de esta virtud islámica…”. Luego comenta que “en este peligroso asunto de la raza, difícilmente se puede negar que (el dominio de los pueblos de habla inglesa) ha sido una desgracia”.[24]

Se narra que Napoleón Bonaparte con respecto a la condición de los esclavos en los países musulmanes, dijo:

“El esclavo hereda la propiedad de su amo y se casa con la hija del amo. La mayoría de los Pashas eran esclavos. Muchos de los grandes visires, todos los Mamelucos, Ali Ben Mourad Beig, fueron esclavos. Iniciaron sus vidas realizando los trabajos más bajos en las casas de sus amos y luego elevaron su estatus. En occidente, al contrario, el esclavo siempre estuvo por debajo de la posición de sirviente doméstico; ocupó la posición más baja. Los romanos emancipaban a sus esclavos, pero el emancipado nunca era considerado como igual al nacido libre. Las ideas de Oriente y Occidente son tan diferentes que tomó mucho tiempo lograr que los egipcios entendieran que todo el ejército no estaba conformado por esclavos que pertenecían al Sultán al-Kabir”.[25]

Fuente: La Esclavitud Desde las Perspectivas Islámica y Occidental; Editorial Elhame Shargh

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www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente


[1] Toynbee, A.J., Mankind and Mother Earth, (New York).

[2] Amir Ali, Muhammadan Law.

[3] Al-Tabâtabâ’î, Saîid Muhammad Husain, Al-Mizân fi Tafsîr al-Qur’ân, vol.16, 2º ed. (Beirut 1390-1971), pp.338-358.

[4] Al-Waqidi, Muhammad bin ‘Umar, Kitabul Maghâzî, ed. M. Jones, vol. I (London: Oxford University Press, 1966), p.129; Ibn Sa‘d, Al-Tabaqâtul Kabîr, vol. II:1 (Leiden: E. J. Brill, 1912), pp.11, 14.

[5] Amir Ali, Muhammadan Law, vol. 2, pp.31-2.

[6] Al-Ju’î, Saîid ‘Abdul Qâsim, Minhâÿ as-Sâlihîn, 3º ed., vol. II (Nayaf, 1974), pp. 328-331; ver también el Sagrado Corán, 4: 92, 5: 89, 58: 3.

[7] Ibíd.

[8] Al-Âmilî, Hurr, Wasâ’il ash-Shî‘ah, vol. 16 (Teherán, 1983), p.128.

[9] Ibíd.

[10] Al-Âmilî, vol.16, p.101.

[11] Ibíd., p.111.

[12] Ibíd., pp.121-122.

[13] Al-Hil·lî, Muhaqqiq, Shaÿar al-Islâm, (Kitab al-‘Itq); también ver: The Encyclopedia of Islam; vol. I (Leiden: E. J. Brill, 1960).

[14] Ibíd., pp.31-3.

[15] Ibíd., pp.43-4.

[16] Ibíd., p.3.

[17] At-Tabâtabâ’î, Op. cit., vol. 16, pp. 338-358.

[18] Ibn Sa‘d, Op. cit., vol. II: 1, p. 133; Al-‘Âmilî, Op. cit., vol. 16, p. 21.

[19] Al-‘Amilî, vol. 18, pp. 401f, 527-8, 586-7; vol. 19, pp. 73, 154f.

[20] Davis, D.B., The Problem of Slavery in Western Culture (N.Y., 1969), p. 60.

[21] Hurgronje C., Mohammedanism, (N.Y., 1916), p. 128 como lo cita W. Durant, The Story of Civilization, vol. IV (N.Y., 1950), p. 209.

[22] Como ha sido citado en The Encyclopedia of Islam, vol. I, p.35.

[23] Riviere P.L., Revue Bleaue (Junio de 1939).

[24] Toynbee, A.J., Civilization on Trial (Nueva York, 1948), p. 205.

[25] Cherfils, Bonaparte et l'Islam (Paris, 1914).

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