El ser humano del Islam

Autores: Muhammad Husain Beheshtí y Muhammad Yauád Bahonar

EL Corán enfatiza que la persona debería perseguir solamente ese objetivo del que tiene un conocimiento claro y definido. “No vayas tras aquello de lo que no tienes conocimiento. Pues cier­tamente del oído, la vista y el corazón, de todo ello se pedirá (cuen­ta). (17:36)

Tal conocimiento se obtiene a través de pruebas claras y convin­centes: “…¡No tenéis ninguna autoridad para (decir) esto (que Dios tuvo un hijo)! ¿Decís de Dios lo que no sabéis? (10:68)

“...Esos son sus anhelos (o deseos). Di: ‘Aportad una prueba si es que sois veraces’…” (2: 111)

        Las suposiciones y conjeturas no conducen a tal conocimiento. “La mayoría de ellos (los hombres) no siguen sino una opinión (o con­jetura). Sin duda la opinión no vale de nada ante la Verdad. Y Dios está ciertamente bien enterado de lo que hacen. (10:36)

Desde el punto de vista del Corán las conjeturas no tienen ningún valor. En distintos versículos ha sido descripta como una acción ciega y sin sentido. (Ver: 6:148 y 3:154)

El Corán menciona una serie de factores que tienden a dar apari­ción a la conjetura para poner en lugar del conocimiento correcto y preciso.

1. —Búsqueda de deseos básicos.

Los deseos básicos, la codicia, la avidez y el egoísmo obstruyen el juicio correcto en la búsqueda de la verdad. “… ¿Y hay alguien más extraviado que quien sigue sus pasiones, sin ninguna guía que provenga de Dios? … (28:50)

2. —Costumbres de los ancestros.

“Dicen: ‘Encontramos a nuestros padres en una religión (o en la práctica de un culto) y, siguiendo sus huellas, estamos bien dirigidos.’ y asimismo no enviamos advertidor antes de ti (Muhammad) a una ciudad sin que dijeran los ricos de ella: ‘Encontramos a nuestros padres en una religión e imitamos su ejemplo’.” (43:22-23)

3. —Ciega sumisión al grande y poderoso.

“Dirán: ‘¡Señor nuestro! Hemos seguido a nuestros señores y a nuestros grandes (magnates) y nos extraviaron del camino’.” (33:67)

Así el complejo de inferioridad hechiza al hombre y abruma su pensamiento dejando de pensar por sí mismo, siguiendo ciegamente los pensamientos, maneras y hábitos del poderoso e incluso de los países avanzados. Un hombre así ve con los ojos de otros, oye con los oídos de otros y piensa con los cerebros de otros.

El Corán ha mencionado algunos órganos básicos a través de los que se obtienen un conocimiento confiable. Ellos son:

—Los oídos para oír.

—Los ojos para ver.

—El corazón [1] para comprender.

“Y Dios os extrajo de los vientres de vuestras madres no sabiendo nada (privados de todo conocimiento) y luego os dio el oído, la vista y el corazón (el intelecto).” (16:78)

Hay otro versículo que dice: “Luego le ha dado forma armoniosa (al hombre) e infundido en él de Su Espíritu. Os ha dado el oído, la vista y el corazón (intelecto). ¡Qué poco es lo que agradecéis! (32:9)

Una de las principales fuentes de nuestro conocimiento es la audi­ción, a través de la cual llegamos a conocer las experiencias, investigaciones e ideas de otros. Oímos muchos sucesos ocurridos a otros y otras fuentes fiables.

Otra fuente principal del conocimiento es la visión y la observa­ción.

La tercer fuente es la percepción interior y la comprensión. El co­nocimiento que se obtiene a través de ver, escuchar y la observación interior aún es superficial y tiene poco valor hasta que es más estudiado, evaluado y analizado. Esta materia prima debe ser procesada en la región del corazón para que pueda ser confiable, valiosa y digna de ser aceptada y seguida.

De acuerdo al Corán, la madurez del individuo depende del correc­to uso de estas facultades. Si no se las usa apropiadamente, el hombre se sumerge al nivel de los animales.

“Tienen corazones con los que no comprenden, ojos con los que no observan y oídos con los que no escuchan. ¡Son como el ganado o más extraviados aún! Esos son los desatentos.” (7:179)

PAPEL BASICO Y AMPLIO DEL CORAZON

El Corán ha descrito variadamente el papel del corazón. El pen­sar, ponderar y comprender son algunas de sus funciones. El pensa­miento o juicio significa acomodar los datos conocidos para su análisis, composición, comparación y evaluación. Como resultado de este pro­ceso se obtienen las normas y principios generales que luego son aplica­dos a casos particulares.

Ponderar significa entrar en los aspectos ocultos de los fenómenos aparentes con el objeto de encontrar el camino de la verdad. Lo que nosotros podemos descubrir por medio de nuestros sentidos es sola­mente una reflexión superficial de lo que es la actual apariencia de las cosas. Nuestros sentidos no pueden descubrir directamente la verdad interior ni pueden descifrar el fin último de cada suceso.

Por medio de nuestros sentidos podemos conocer solamente lo que es perceptible y observable, pero no tienen un dominio suficiente para acceder a la verdad interior. Solamente se puede lograrlo a través de la ponderación, el juicio profundo y el análisis mental.

Por lo tanto el conocimiento científico no debe basarse en la cre­dulidad, la suposición y la conjetura, el juicio superficial y la visión reducida. Debe estar acompañado del correcto análisis mental y el jui­cio profundo para que el resultado pueda ser claro, convincente, fiable y digno de ser seguido.

EXAMEN

En distintos lugares el Corán nos incita al examen, lo cual signi­fica mirar las cosas cuidadosa e inquisitivamente, observarlas atenta­mente junto a un profundo juicio. Veamos atentamente los siguientes versículos:

“Di: ‘Mirad lo que hay en los cielos y en la tierra’…” (10:101).

“Di: ‘Recorred la tierra y observad como Dios ha iniciado la creación...’.” (29:20)

"... Ved como terminaron los corruptores... ” (7:86)

“¿Es que no observan los camellos, como fueron creados, y los cielos, como fueron elevados, y las montañas como fueron erigidas, y la tierra como fue extendida?” (88:17-20)

Vemos que en todos estos casos el examen debería ser cuidado­so, preciso y efectivo para que pueda proveer respuestas a las pregun­tas que pueden surgir y resolver las dificultades que se pueden enfren­tar. Debería acompañarse de una profunda conceptualización y un estudio cuidadoso.

Esta consideración, reflexión y contemplación es aplicable a todas las realidades del mundo y no se confina a ninguna esfera en particular. El Corán aconseja el examen en los distintos campos. Por ejemplo, dice:

“(Los que poseen entendimiento) son los que recuerdan a Dios parados, sentados o sobre sus costados y reflexionan profundamente en la crea­ción de los cielos y de la tierra (diciendo): ‘¡Señor nuestro! ¡No has creado esto en vano! ¡Glorificado seas! Y líbranos del castigo del Fue­go (Infierno)’.” (3:191)

Hay cientos de versículos similares en el Corán que llaman al hom­bre al estudio y la investigación provechosa de este vasto mundo. Res­pecto a la historia dice: “...Relátales la historia, quizás así reflexionen. (7:176)

Hay otros versículos que consideran los altos y bajos en la historia de los pueblos antiguos y las causas de su progreso y caída, lo que debe ser una lección:

“Les mostraremos nuestros signos en los horizontes (en toda la naturaleza) y en sí mismos (sus propias almas) hasta que se les evidencia que El (Dios) es la Verdad.” (41:53)

Respecto al conocimiento impartido a través de la revelación, dice el Corán:

“¿Es que no reflexionan sobre el Corán? ¿O es que sus corazones están cerrados con candados?” (47:24).

CONOCIMIENTO Y CIENCIA

La palabra “conocimiento” en su uso moderno ha sido limitada al conocimiento experimental. En realidad hay dos palabras. Una es “conocimiento”, que abarca todos los tipos de enseñanzas e infor­mación, y la otra es “ciencia”, la cual significa exclusivamente el conocimiento basado en el experimento y la inducción. Con la limita­ción del conocimiento al conocimiento científico, ha surgido una fa­lacia. Se dice que:

a) Cualquier información no basada en el conocimiento tiene poco valor y por lo tanto no es convincente.

b) Conocimiento significa conocimiento experimental y por lo tanto todo conocimiento no obtenido a través del experimento no tiene valor y no merece ser seguido.

Se puede afirmar que en la primera sentencia la palabra conoci­miento ha sido usada en su sentido amplio y general y, consecuente­mente, esta afirmación tiene un significado sobre el cual no puede ha­ber ninguna duda. Es cierto que toda información no basada en el co­nocimiento tiene poco valor. Pero en la segunda sentencia la palabra “conocimiento” ha sido usada y cualificada en un sentido limitado. La resultante es que hay gente que dice que solamente el conocimiento experimental es fiable y tiene valor. ¡Han llegado tan lejos que creen que pueden iluminar el alma humana por medio de una operación quirúrgica y llegar a chocar con Dios durante un viaje espacial!

OTRA FALACIA

Hemos observado como la palabra conocimiento ha sido limitada a un sentido estrecho. Este error ha dado lugar a otra falacia.

Se dice que siendo fiable solamente el conocimiento experimental, una verdad se puede probar sólo a través del experimento y la obser­vación y, por lo tanto, ninguna cosa que no pueda ser sometida a la ob­servación y al cálculo matemático tiene realidad. De esto se ha deducido que una realidad es solamente lo que puede ser establecido por medio del experimento. Y como las cosas no materiales no pueden ser compro­badas en el laboratorio, obviamente no tienen realidad, y no son más que una idea o noción concebida por la mente. Sobre esta base se ha inferido además que el realismo es una filosofía que considera solamen­te la materia como una realidad, mientras que el idealismo es ese enfo­que del mundo que cree también en las cosas no materiales. Como la lógica de la naturaleza requiere que demos preferencia al realismo sobre el idealismo, ¡el enfoque materialista del mundo es preferible al enfo­que divino! ¡...Qué vuelo de claro pensamiento imaginativo! Si anali­zamos los argumentos mencionados cuidadosamente, podemos observar fácilmente lo no-científicos que son. En realidad, no se trata más que de una falacia. Si debiéramos tomar al idealismo y al realismo en el sentido de pensamiento imaginativo y pensamiento realista respectiva­mente, no hay duda que el último tiene prioridad sobre el primero.

Pero deberíamos ver antes cuál es el alcance de la realidad y quien puede ser llamado realista.

La realidad objetiva es aquella que existe realmente. Puede ser material o no-material. No es esencial (para su realidad) que una cosa que existe deba ser necesariamente material. Igualmente, tampoco es esencial que todas las cosas que se basan en el conocimiento deban ser observables en un laboratorio.

Por lo tanto, el realismo divino es la creencia en realidades, sean materiales o no, pero no la creencia en nociones simplemente concep­tuales o en ideas imaginarias. Quienes creen en el enfoque divino para el mundo, afirman que han alcanzado la verdad absoluta por medio del discernimiento y el conocimiento. Lo han encontrado, y no simple­mente concebido. Esta es una verdad incuestionable que desgraciada­mente ha sido tergiversada e interpretada erróneamente.

El Islam tiene su propia perspectiva general del mundo que debe ser entendida correctamente porque, sin conocerla, no es posible comprender las enseñanzas islámicas en muchos otros campos de la doctrina y de la práctica.

Desde el punto de vista islámico el mundo es una colección de realidades múltiples pero interconectadas que han venido y continúan viniendo a la existencia a través de la voluntad de Dios, el Uno y Único, el Omnipotente y Omnisciente. El mundo está en movimiento y cam­biando constantemente. Es un movimiento basado en la bondad y la gracia, en la dirección de la perfección gradual, es decir, todas las co­sas logran el grado de la perfección que le es apropiado. Aparte de Su Infinita Misericordia, Dios ha deseado que en su marcha evolutiva todas las cosas marchen según un plan previo y basadas en una serie de leyes establecidas por El. El Corán ha denominado estas leyes como la “Práctica Divina”.

Desde el punto de vista del Islam el ser humano es un fenómeno destacado y un ser creativo que determina por sí mismo su futuro. Para este propósito ha sido dotado con dos dones:

a) la facultad de adquirir un conocimiento vasto y siempre cre­ciente de él mismo y el universo;

b) la volición (voluntad).

La perspectiva islámica del mundo se puede resumir así:

—Realismo.

—Juicio correcto.

—Monoteísmo.

—Construcción del futuro con esfuerzo conciente.

—Obtención del conocimiento a través de la reflexión y el experi­mento.

—Recepción de conocimiento a través de la Revelación.

—Adquisición del mayor conocimiento por medio del sistema estable de acción y reacción, incluyendo reacciones inmediatas, a largo plazo e incluso permanentes.

De esta manera, la perspectiva islámica consiste de conocimiento, libertad y responsabilidad. Es una perspectiva de esperanza, optimismo y está dotada de un propósito.

Para aclarar más estos puntos, proponemos tratarlos con alguna extensión.

REALISMO

Como hemos señalado, de acuerdo a los puntos de vista del Islam, el universo es una colección de realidades múltiples pero interconecta­das que están en constante cambio y movimiento. Han pasado a existir por voluntad de Dios. El Islam requiere que el individuo tenga este hecho presente mientras se familiariza con el mundo y consigo mismo. Debe reconocer todas las cosas como realmente son, con todas sus di­mensiones y relaciones.

En el estadio del reconocimiento y confirmación no hay excep­ción al principio del realismo. Pero, ¿debería el ser humano ser realista en el estadio de la acción? En el estadio de la acción el realismo tiene dos aspectos, los que deben ser distinguidos.

Algunas veces se dice que el ser humano debería ser siempre rea­lista y práctico. Por “práctico” se entiende que debería someterse a las realidades presentes y nunca debería intentar resistirlas.

El Islam no aprueba este tipo de realismo y lo considera incoheren­te con la jerarquía del hombre, con su misión y la fuerza creativa con la que ha sido dotado. El hombre según el Islam no tiene derecho a someterse tan fácilmente a su entorno físico y social bajo el pretexto de que una persona sensible no debería chocar con las realidades.

Otro aspecto del realismo es que el individuo no debería tomar en cuenta las limitaciones de sus facultades intelectual y práctica en tanto haga esfuerzos por mejorarse él y su entorno. Debería buscar las mejores maneras para movilizar sus potencialidades y remover o allanar las dificultades que aparezcan. Procediendo así, debería ser siempre realista sin sobreestimar sus potencialidades. Este tipo de realismo, en el estadio de la acción, es aprobado por el Islam, y en realidad es una parte del realismo en el estadio del reconocimiento y confirmación. El Islam ha indicado al ser humano que debe cambiar solamente una parte de las realidades del mundo, pero no todas ellas. La facultad de cambiar las realidades varía con las diferentes personas, y con los distintos períodos de la vida de los individuos y de la sociedad.

EL JUICIO CORRECTO

El Islam pone mucho énfasis en que el ser humano debe prestar una atención total en su vida al rol básico del juicio correcto y el co­nocimiento, y que debe comprender que su salvación depende de ellos. A este respecto dice el Corán:

“La buena nueva (o albricias) es para quienes hayan evitado los “taguts” (la seducción satánica de los ídolos de todo tipo) y se hayan vuelto arrepentidos a Dios. ¡Da la buena nueva a Mis siervos, que es­cuchan la Palabra (el Corán) y siguen lo mejor de ella! ¡Esos son los que Dios ha guiado! ¡Esos son los dotados de intelecto!” (39:17-18)

En muchos otros versículos el Corán se ha dirigido repetidamente a “los seres humanos dotados de intelecto”, “a las personas que pien­san”, “a las personas que comprenden” y “a las personas que recuer­dan”, y quiere que el sabio, el sensible y el reflexivo piensen correcta­mente y no caigan en las trampas colocadas en el camino del intelecto.

El Islam exige al individuo que ponga en acción su facultad crea­tiva e intelectual siempre creciente, para producir los cambios nece­sarios en su entorno natural y social y crear nuevas cosas provechosas de modo que pueda estar mejor equipado para asegurar una mejor y más decente vida tanto para él como para otros seres humanos no debiendo someterse inmediatamente a las realidades existentes. Por lo tanto, según el Islam, a la persona se le demanda que tienda hacia su objetivo antes que a las realidades existentes.

EL SER HUMANO DEL ISLAM

La Parte más interesante de la perspectiva islámica del mundo se relaciona con el ser humano y la visión coránica de este ente extra­ordinario. Desde el punto de vista coránico el ser humano no es un ente natural, es decir que, a diferencia de otras cosas naturales, no tiene que seguir una dirección y rumbo fijo e inalterable.

EL SER HUMANO: AUTOHACEDOR Y SELECCIONADOR

El Corán considera que la persona humana es un ser que tiene responsabilidad de autorrealizarse por su propio esfuerzo. En este sentido tiene un papel divino. Parcialmente es un ser material y par­cialmente un ser divino. En palabras del Corán, el hombre ha sido hecho de arcilla (es decir, tiene un aspecto material) pero se le ha influido de espíritu divino. En él se han entremezclado las distintas capacidades para ser bueno malo: Ha sido dotado con la facultad de ejercer su voluntad y elegir su camino.

Dice el Corán:

“Hemos creado al hombre de una gota (de esperma) de componentes mezclados, para ponerle a prueba. Le hemos hecho oyente, vidente, sea agradecido o desagradecido (impío) ciertamente le hemos guiado por el camino.” (76:2-3)

El hombre tiene más capacidad intelectual que cualquier otro ser viviente. Desde el punto de vista de la obtención del conocimiento está por lejos a la cabeza de los ángeles. En el comienzo de su génesis el hombre aprendió cosas que le eran desconocidas antes.

Dice el Corán:

“Enseñó (Dios) a Adán los nombres de todos los seres y presentó éstos a los ángeles, diciendo: ‘informadme de los nombres de éstos, si es verdad lo que decís’[2]. Dijeron (los ángeles): ‘¡Glorificado seas! No sabemos más que lo que Tu nos has enseñado. Tú eres, ciertamen­te, el Omnisciente, Sabio’. Dijo (Dios): ‘¡Adán! ¡infórmales de sus nombres!’ Cuando les informó de sus nombres, dijo: ‘¿No os había di­cho que conozco lo oculto de los cielos y de la tierra y que se lo que mostráis y lo que ocultáis?’ ” (2:31-32)  .

El ser humano tiene la gran ventaja de disponer de un vasto campo cuyo dominio puede asegurarse por medio de la obtención de conoci­miento. Tiene la capacidad práctica de ejecutar sus deseos. Es también capaz de elegir su camino y dirección. De esta manera el Creador del mundo lo ha hecho superior a la mayoría de Sus otras criaturas.

“Hemos honrado a los hijos de Adán (es decir: los hombres). Los hemos llevado por tierra y por mar, les hemos provisto de cosas buenas y los hemos preferido marcadamente a muchas otras criaturas.” (17: 70)

GRAN CONFIANZA

La sura “Los coaligados” (33) en su versículo 72 describe esas fa­cultades con las que ha sido dotado el hombre a modo de un depósito grande y valioso, digno solamente de él. El es el único que podía tenerlo.

Por otra parte, a pesar de toda su grandeza, los cielos, la tierra y las montañas declinaron tomar esa responsabilidad. Dice el Corán:

“Propusimos el depósito a los cielos, a la tierra y a las montañas, pero se negaron a hacerse cargo de él, tuvieron miedo. El hombre, en cambio, se hizo cargo...” (33:72).

PERSONALIDAD HUMANA

La personalidad del hombre depende de que conserve esta gran confianza o depósito divino, es decir, la capacidad de elegir su forma de conducta. Su bienestar depende de la utilización de esta facultad de la mejor manera. La sociedad humana es humana solamente mien­tras en ella todos son libres de pensar por sí mismos y elegir la manera de vida que les parezca mejor. Si un hombre piensa como quiere otro que piense, y hace lo que otro quiere que haga, ya no es una persona.

Es solamente una cosa que carece de voluntad humana y de personali­dad independiente. Si sus acciones van a ser planeadas por otros, él no puede ser un proyectista ni quien elige o decide.

La degradación más grande y más penosa que ha sufrido el hombre de este siglo como resultado de la moderna vida mecanizada, es que ha sido privado de su humanidad y se ha convertido en un simple diente de un engranaje de ingenios mecánicos sofisticados. En muchos casos, el valor económico de su trabajo es mucho menor que el de la máquina que está a su lado. Fue la filosofía materialista la que, más que nadie, preparó el camino para una situación tan humillante. Final­mente esa confianza o depósito dado al ser humano, ha movido o incitado al hombre de este siglo a intentar desprenderse del yugo de la esclavitud a las maquinas puesto, a su cuello. En el actual estado de semi-dormido y semi-despierto, esta en la atalaya de un sistema social e intelectual que puede ayudarle a recobrar su dignidad humana.

EMANCIPACION HUMANA

Desde el punto de vista islámico, solamente despojándose del egoís­mo y adorando a Dios, el hombre puede apartarse del actual aprieto en que vive. Un hombre que piensa solamente en sus deseos materiales, cuyos esfuerzos se concentran en tener mejor comida, mejor ropa y mejores facilidades de disfrute sexual, o que día y noche persigue la obtención de pompa y dinero, no puede ser nunca un hombre libre. Fácilmente puede ser atraído y luego dominado por quienes ponen los medios de goce o placer a su disposición. Pero si un hombre quiere a Dios y busca Su Complacencia (e. d.: Su Amor) antes que nada, podrá controlar sus pasiones y satisfacer sus deseos con moderación, sin volverse un esclavo de ellos. Tal persona puede renunciar a sus deseos, si fuese necesario, para obtener la Complacencia de Dios, que es lo más valioso para él. Dios le recompensará por sus sacrificios de una manera mejor y más pura en el mundo eterno (del más allá)[3].

Dice el Corán:

“A los hombres les fue engalanado el amor por el deseo: (de) las mujeres, los hijos varones, el oro y la plata por quintales colmados, los caballos de raza, los ganados, los campos de cultivo... Todo esto es breve deleite de la vida mundanal. Pero Dios tiene junto a Sí un bello lugar de retorno. ‘Di (Profeta)’: ‘¿Podría informaros de algo mejor que eso?’: Quienes temen a Dios encontrarán junto a su Señor Jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, y en los que morarán eternamente, esposas purificadas y la Complacencia de Dios. Dios vela por Sus sier­vos, (los) que dicen: ‘¡Señor! ¡Nosotros creemos! ¡Perdónanos, pues, nuestros pecados y presérvanos del castigo del Fuego!’: (los que son) pacientes, sinceros, que son devotos practican la caridad e imploran el perdón al rayar el alba.” (3: 14-17)

Un hombre religioso está interesado naturalmente en todas las cosas buenas, tanto en este mundo como en el otro. Pero para él la Complacencia de Dios (Su Amor) está por encima de todo. Dice el Corán:

“Dios ha prometido a los creyentes y a las creyentes Jardines por cuyos bajos fluyen arroyos, en los que estarán eternamente, y viviendas agradables en los jardines del Edén. Pero la Complacencia de Dios será mejor aún. ¡Este es el éxito grandioso! ” (9: 72)

En realidad el hombre devoto y que practica el renunciamiento quiere a Dios más que nada:

“Hay hombres que, fuera de Dios, toman a otros que equiparan con El y les aman como se ama a Dios. Pero los creyentes aman a Dios con un amor más fuerte... ” (2:165)

El mayor signo del amor a Dios en un hombre es que, por obtener su Complacencia, él esté siempre dispuesto a sacrificar hasta su vida, su mujer, sus hijos, sus sentimientos, su casa, su riqueza y posesiones, dado que ninguna de ellos puede ocupar el lugar de Dios en su corazón.

UNION CON LA ETERNIDAD

Una persona así no se encuentra nunca triste o desolada, perpleja o indignada. Se siente ligada por un vínculo eterno a la eternidad, a la majestad y a la perfección. Siente que es un ser que nunca puede ser aniquilado y que incluso su muerte es el comienzo de una nueva etapa de la vida.

Extraído de libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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[1] Tanto en el Sagrado Corán como en la filosofía y la mística islámica el co­razón representa o simboliza el órgano central del hombre, aquello que lo caracteri­za como tal por encima del reino animal; el intelecto. No existe en absoluto en la concepción islámica la idea del corazón como asiento del sentimiento que se tiene en occidente, y es importante que el lector lo tenga en cuenta en lo que sigue, lo cual por otra parte se le aclarará por las citas coránicas utilizadas. (Nota del Editor)

[2] En los versículos inmediatos a los aquí citados, cuando Dios manifiesta que va a crear un representante suyo en la tierra (Adán, el primer hombre), los ángeles lo interpelan afirmando que un tal ser habrá de derramar sangre y corromper. Dios les contesta que el sabe lo que ellos ignoran. Según el sabio, filósofo y eminente comentador del Corán Muharnmad Husain Tabataba'i lo que Dios presenta a los ángeles para que den sus nombres es al Profeta Muharnmad (B.P. y Desc.) y su Inmaculada Descendencia, mostrando con ello que en la descendencia de este ser (Adán) que había creado de arcilla aparecerían hombres de una perfección extraordinaria, y eso justifica sobradamente su creación. En esto el Allamah Taba­taba'i se sustenta en tradiciones seguras sobre este pasaje del Corán. (Cfr. Tafsir Al-Mizán, tomo 1, comentario a los versículos citados). (Nota del Editor)

[3]  Y en este mundo, pues el Islam no rechaza que el hombre procure lo bueno de este mundo con que Dios lo proveyó. En varios lugares el Corán dice que quien procura. sólo este mundo, recibe lo que procura; pero que quien procura Su Complacencia y el otro mundo, recibe de este mundo y del otro. (Nota del Editor)

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