La mujer musulmana es un ángel de luz (2, 3)

Escrito por: Gabriela González

CAPÍTULO DOS

SALVAN EL DESCONTROL GENERAL.

Una tarde serena, sólo se escucha el trinar de los pájaros que se posan en los árboles, todo luce y se presenta mejor cuando brilla el sol, cuando el clima es templado, nos vamos despidiendo de los días de pleno verano, cuando el calor abrumador agobia a la gente, por sus altas temperaturas...

En Occidente la mujer ha luchado por ganar espacios en el orden de la política, de la ciencia, en el arte, en lo laboral, ha ido avanzando notablemente y conquistando un lugar importante en diferentes campos de acción en este siglo XX.

En general no mantuvo un equilibrio y ha involucionado en su rol como madre, esposa, ama de casa, como hija. Esto ha llevado a la confusión, a la incertidumbre, a un tremendo desequilibrio moral y espiritual en los jóvenes adolescentes de hoy. Se sienten desamparados, un factor común que hay entre ellos es el desamor, crecen vacíos, lejos de un camino recto a tomar, sin fe, sin saber qué son valores morales, desorientados en todos los órdenes, sin luz.

Pienso que si la luna se alejara de la Tierra, las mareas se harían tan violentas como para desarraigar montañas.

La mujer al alejarse de su rol fundamental de ser madre, lleva al desarraigo; y la confusión reina en toda la humanidad.

Para retomar el camino de luz, es necesaria la ayuda de nuestra lógica, de la reflexión intelectual de un razonamiento inductivo y deductivo y además como proponen los sufíes: "Solamente un corazón blanco como la nieve, puro y brillante".

Tenemos la obligación, debemos volvernos a DIOS, a nuestra propia esencia, sumergiéndonos cada vez dentro de nosotras mismas, cortando ligazones con el mundo exterior, purificar nuestra alma y nuestros egos.

Dice el Sagrado Corán "¡Hombre! Si te esfuerzas con denuedo en encontrar a tu señor, le encontrarás" (Corán, 84:6). Esto significa, que si llegamos a encontrar a Dios en nosotros, todo se puede alcanzar en la vida. Dios es todo Misericordioso, Clemente, todo lo ve, todo lo sabe.

La mujer islámica, a diferencia de la occidental, está más cerca de ALLAH cada día, cada momento, siempre. No se ha alejado del camino de la luz, del amor, de los hijos, de la familia.

Por supuesto que puedo decir gracias a Dios, que tengo amigas muy cercanas desde hace una vida, que viven aquí en Occidente, en el Sur del continente latinoamericano, en Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil, cualquiera de ellas son símbolo de madres con mayúscula, además de 'ser exitosas en sus empresas. Una de ellas, una importante hacendada, madre de cinco hijos, divorciada, católica, sin duda muy trabajadora, se ocupa de continuar el trabajo que iniciaron su abuelo y su padre ya fallecidos, haciendo productiva su hacienda, tanto como lo hicieron y lo hacen, en su gran mayoría, los hombres. Pero, jamás ha descuidado su rol de ama de casa, de madre, de hermana.

También tengo el ejemplo de una mujer que ha conquistado los más altos niveles en la política, casada, con tres hijos. Ella tiene la capacidad y la necesidad interior de dedicarse ante todo a sus hijos y a su esposo, a su hogar y en otro nivel trabaja arduamente, con gran responsabilidad en temas que hacen al equilibrio de la sociedad.

Alguien que todos conocen en Uruguay, es Agó Paéz Vilaró, una talentosísima artista plástica, que siempre ha sido una gran madre, excelente esposa, hija, amiga entrañable y nunca le falta tiempo para desarrollarse en su arte de crecer como ser humano, de conquistar su lugar en el espacio del arte y distinguirse en la plástica a nivel internacional.

Tengo una amiga, que vive en la gran urbe porteña, de origen católico, con hijos que asisten a la universidad. Es una mujer sacrificada, tiene dos trabajos, jamás descuida su rol de madre, su hogar es un oasis de paz, está antes que cualquier otra prioridad. Ella vive de sus sueldos, sin aportes de nadie y es una persona alegre. Sus hijos son excelentes alumnos, están bien encaminados en la vida. Tienen un rumbo cierto.

Sin lugar a dudas hay mujeres que son símbolo de madrazas en nuestro Occidente y salvan el descontrol general. Pero, estoy convencida de que también pertenecen a una especie en extinción.

Usted se preguntará qué hice como mujer. Sin duda he tenido un destino determinado por desencuentros afectivos, que me llevaron a la búsqueda de la claridad, de la luz, a estar en este camino en el que estoy.

Me enamoré profundamente una sola vez en la vida, estoy haciendo una confesión muy íntima y lamentablemente no pudo ser, simplemente creo que Dios así lo determinó, fue el destino. El fallecimiento del ser amado puso fin a toda esperanza, a mis ilusiones de formar un hogar, de traer hijos al mundo para educar, amar, alimentar, proteger, de formar una familia normal en los principios en los que fui educada y preparada en la vida.

Me quedó la voluntad de continuar luchando más que nunca, con fe, con alegría por la vida, respetando profundamente el gran milagro de haber nacido y aceptando sin resistencias y con resignación todo lo que Dios puso en mi camino y que determinó debía experimentar desde el amor, la Fe a la Misericordia y la Bondad Divina.

En la vida todo no se nos da como nosotros creemos que necesitamos.

Porque hay una Inteligencia Superior que sabe qué merecemos y qué necesitamos realmente en cada período, en cada ciclo vital, ese es Dios y Él nunca se equivoca. Nosotros muchas veces nos equivocamos.

De cualquier modo, nuestro destino se cumple siempre cuando tomamos en cuenta que podemos hacer uso del libre albedrío, no hacemos otra cosa que elegir. Claro que siempre elegimos entre varias opciones; si no elegimos lo que debemos, solamente retrasamos el proceso evolutivo de nuestro destino, demoramos más tiempo, pero llegamos siempre al lugar que estaba marcado o determinado desde hace siglos. "La perfección no existe en este mundo". (Dice un historiador uruguayo, Diego de Posadas). Es cierto que en nuestro Planeta Tierra, venimos y sólo nos queda obligarnos a ser perfectibles y en esta tarea uno no debe cansarse, no nos tenemos que dejar vencer por los obstáculos en nuestro camino, al contrario; debemos hacer que al saltados sintamos alegría y comprender que cada uno de ellos son tiempos de ventaja que fortalecen nuestro temple para un nuevo despertar, de crecimiento y elevación humana...

El Islam propone a los seres humanos que se eduquen para que se perfeccionen y el gran anhelo es que a través de las enseñanzas del sagrado Corán nos ayudemos a encontrar un camino de Perfección en la Tierra. La idea es acercar el Cielo a la Tierra. Es una religión de certidumbre, inteligencia y amor. Nuestra mentalidad en Occidente influenciada por las corrientes cristianas es de sufrimiento y amor.

Estas grandes diferencias son básicas en desaciertos y confusiones que hoy sufrimos ante todo en nuestro continente latinoamericano.

Actualmente a través de las ciencias y disciplinas que estudian profundamente las diferentes caracterologías humanas, se ha establecido que se puede ser absolutamente sano físicamente, fuerte en todos los sentidos y no obstante ser al mismo tiempo mentalmente enfermo.

Se ha confirmado que la vanidad es una enfermedad, una real perturbación mental y espiritual. ¿Puede un ser humano vanidoso convertirse en humilde tomando un medicamento?

Dice el Sagrado Corán "Hacemos descender (revelamos) por medio del Corán, lo que es curación y misericordia para los creyentes" (17:82)

Claramente el Sagrado Corán constituye salvación para los creyentes, para todos los humanos con fe, que creen en la palabra revelada por el arcángel San Gabriel al Profeta Muhammad "La Paz del Señor y sus Bendiciones sean con él".

Para llegar a la perfección, o al menos estar en el camino, antes debemos saber quiénes somos, hacer una introspección, intentar un conocimiento profundo de nuestros defectos, reconocer nuestras carencias y nuestro grado de salud mental y espiritual.

Cuando la mujer occidental acepta con resignación y como un hecho natural que su esposo (que al igual que ella, hizo una promesa de fidelidad y lealtad frente a un juez constitucional o frente a un representante religioso el día de su boda) tenga una amante, que no se cumpla la palabra dada, hace que sus hijos vean como un hecho normal que no se cumplan las promesas, lleva a su esposo a un camino equivocado, luego a sus hijos y por consecuencia a toda la comunidad. Los más jóvenes van por un camino de descontento, doloroso, impotentes, genera resentimientos, humillación. Todo por no tomar una resolución saludable de divorcio. Ya que la situación en la que vive es insostenible. Elige un camino equivocado y luego experimenta los más bajos sentimientos…

Esto no le sucede a la mujer musulmana y por consecuencia tampoco al hombre musulmán. A sus hijos les evita sufrir por equivocaciones de los adultos en plena etapa de desarrollo y crecimiento.

Cuando una mujer musulmana no quiere, por diferentes motivos, continuar al lado de su esposo, solamente tiene que tomar la decisión de divorciarse y así ambos quedan libres y pueden comenzar una nueva etapa, sin problemas. Claro que a diferencia de la mujer occidental, la musulmana está muy protegida por la ley islámica, pues su esposo no puede reclamarle nada materialmente.

Dice el Sagrado Corán, en un fragmento: "¡Profeta! Cuando divorciéis a las mujeres, hacedlo de manera que estén en disposición de empezar su período de espera y respetad a Allah, vuestro señor.

No hagáis salir de sus cosas, ni (que) tampoco salgan ellas, a menos que hayan cometido una indecencia evidente. Estos son los límites de Allah, quien traspase los límites de Allah será injusto consigo mismo."

Dialogando, en uno de tantos encuentros en el restaurante árabe en Punta del Este "Alí Baba", con mi amigo el cocinero quien desde hace diez años vive en Occidente. Me decía "hay algo que ningún buen musulmán puede aceptar en la vida, es la amante, es una idea sórdida para nosotros, el adulterio es mala palabra, yo no soy un ortodoxo religioso, soy un hombre divorciado, libre. Sólo sé de relaciones con gran lealtad, de amor, de gran afinidad, de entrega. Jamás podría serle infiel a una mujer y sería terrible enterarme que ella pueda serlo. Me sentiría mal con el mundo, con Dios". Esta manera de sentir, de pensar tiene que ver con las enseñanzas en el hogar materno, y con los ejemplos que tienen de los adultos. Definitivamente los padres son quienes nos indican un camino por el que debemos transitar.

Los musulmanes tienen conciencia del valor de la palabra. Es una vibración que enviamos al universo; puede ser constructiva o destruir todo, es poderosa. La personalidad de la mujer en nuestro mundo depende de sus atributos éticos y morales, de su conducta. Cuando existen carencias de nobles atributos caemos a un nivel inferior. Cuando cae la mujer, ella que es el centro de la vida en el mundo, toda la especie humana va en un declive y llega a un punto de incertidumbre y confusión caótico.

La mujer musulmana comprendió la verdad revelada en el Corán y la aplica, está incorporada en ella misma. Se apoya en una base firme, está absolutamente convencida de sus valores morales, del pudor en el trato con los hombres, tiene autoridad, respeto por sí misma y en consecuencia respeta a todos los demás, tiene confianza en sí y en su hombre pues ella misma lo ha conducido por un recto sendero.

Como en todo grupo humano puede haber excepciones., individuos vulnerables a las tentaciones, pero no es lo habitual.

Sin lugar a dudas, los valores morales que acompañan a la mujer islámica podemos tenerlos muy en cuenta, en estos tiempos que vivimos. Nosotras, las occidentales debemos intentar comprenderlas.

Quienes nos hemos alejado de nuestra noble función en la vida somos las mujeres occidentales.

Por cada gran hombre piadoso el Corán nombra una gran mujer piadosa junto a él: las esposas de Adan e Ibrahim (Abraham) y las madres de Musa (Moises) e Isa (Jesús). El Corán declara sobre María, que había logrado tan elevado nivel espiritual que los ángeles acostumbraban visitarla en su lugar de rezo y conversaban con ella. El sustento le fue suministrado de una fuente invisible. Había obtenido tan alta posición del favor divino que sorprendió completamente al Profeta de la época y excedió su propio rango, Zacarías (el Profeta) se quedó sin habla cuando la visitó.

Sin lugar a dudas estos conceptos llevan a que la mujer islámica tenga definitivamente una mentalidad, pensamientos que se reflejan en actitudes y en un accionar en la vida, en un camino evolutivo y elevado moral y espiritualmente. Podemos cuestionarnos, hacer una reflexión, un reconocimiento íntimo de nuestras equivocaciones; detenernos en el camino, abrir nuestro corazón, serenarnos, dar un paso hacia adelante sin continuar devastándonos, mal gastando nuestra energía, nuestro tiempo y sin retrasar más el camino hacia la evolución de toda nuestra especie hacia la luz.

Dice el Corán: (Sura 20 TA, HA, 121-122). "Quien siga Mi guía no se extraviará ni será desgraciado". "Pero quien se aparte de Mi recuerdo... es cierto que tendrá una vida mísera y el Día del Levantamiento le haremos comparecer ciego".

CAPÍTULO TRES.

AMOR MATERNO.

Santa Teresa de Jesús dice: "¿Qué es el infierno? Un lugar donde no existe el amor".

Siento que nuestra querida existencia se convierte en un infierno sin el amor materno. Ser madre significa una tremenda responsabilidad espiritual, moral, material. Una mujer joven con buena salud, puede fácilmente quedar embarazada, éste hecho es un hecho natural y no lleva un gran esfuerzo conquistarlo biológicamente. Difícil es que las mujeres jóvenes con buena salud física, también gocen de una elevada espiritualidad, de moral intachable y de responsabilidad material frente a la comunidad a la que pertenecen.

Para alcanzar esta calidad de ser humano primero y de mujer en segundo lugar, es necesario que la sociedad tenga conciencia de que traer un hijo al mundo debe ser una consecuencia inmediata de la unión de la mujer con el hombre por amor. El amor es entrega, desprendimiento de uno en comunión con el otro, es alabar a Dios en el mismo acto de hacer el amor, es un sentimiento que sublimiza la unión con el hombre, es la misma divinidad presente y definitivamente la unión de nuestras almas.

El amor es dejar de pensar, es un goce infinito, inconmensurable, es renunciar a nuestros egos, es llegar a la armonía con el otro, intentar el bienestar de dos y así con esa profunda emoción y alegría traer otro ser humano.

En la comunidad musulmana, la mujer siente así, tienen principios inquebrantables desde hace catorce siglos. La mujer musulmana es excelente esposa y su función de madre es fundamental. Esto no le quita lugar a desarrollarse en otros campos de la vida social, política, intelectual, laboral de su comunidad.

En la sociedad occidental, desde hace décadas, se han debilitado los valores que son la columna vertebral, que desde mi punto de vista ayudan a llevar una convivencia social entre los seres humanos alejados de vicios, del egoísmo, de la ira, de toda violencia...

El pudor del trato con los hombres, nos habla de una mujer protegida por la sociedad, habla de evolución. Por ejemplo: el saludo islámico, los hombres no deben mirar a los ojos a la mujer al saludarla, ni tampoco darles la mano. Simplemente intercambian unas palabras de cortesía. Esto es respeto profundo. No es un absurdo. Me parece horrible que nos besemos, nos abracemos con todos los hombres que muchas veces nos desnudan con sus miradas y ello no nos conduce a buen fin.

Antes solamente se saludaba aquí en Latinoamérica dándose la mano. Era correcto, pero desde hace varios años, en los más altos niveles sociales se estila besarse y darse la mano. Esto no me parece elegante, ni sincero.

Recuerdo cuando una querida amiga paraguaya estaba anímicamente muy mal, por recibir la noticia de que su única hija se casaba embarazada del novio. Sé que hoy esto es un hecho normal en las clases acomodadas de nuestro continente, que las chicas de tres y cinco meses de embarazo, se casan vestidas de novia frente al altar, y es un hecho aceptado por la Iglesia y la sociedad.

No entiendo cómo se puede llegar a tomar como algo normal, el invertir sin responsabilidad el orden establecido por siglos de los acontecimientos trascendentes de la vida, simplemente porque las jóvenes lo han impuesto desde su inconsciencia, falta de responsabilidad, de sabiduría. Hay normas morales que debieran no negociarse jamás, por el bien de la comunidad.

La forma también hace al contenido. Necesitamos un orden en los acontecimientos de nuestra vida, no puedo ir a la universidad si antes no curso el secundario ¿verdad?

Este orden que fue invertido hace al futuro de la familia. Pienso que quienes tienen la misión de guiar moralmente y espiritualmente a la gente, que para ello se han consagrado a la Iglesia, no debieran aceptar estos cambios, que no conducen a una vida saludable.

En la vida de la mujer islámica, hay claridad, transparencia, un orden establecido desde hace siglos, obligaciones y derechos y no se reniega ni por un minuto de ello.

La mujer musulmana no hace un intento para llevar a su sociedad al caos. Los actos de una generación anterior, están ligados con los actos de una generación posterior. Este concepto está claro, pero aquí nosotros no parece que lo comprendamos.

Los sucesos contemporáneos que observamos evidencian más que nunca la pérdida de valores morales, en los protagonistas más importantes de nuestras sociedades occidentales, tanto de Europa, U.S.A., como América Latina.

El llamado de atención tiene que ser para todos en general, pero más obligados están quienes son el ejemplo o deberían serlo por las posiciones de relieve público que han conquistado.

Pienso que el pilar que más firme y estático tiene que permanecer en la sociedad universal, es la familia. La familia la forman un hombre y una mujer cuando se enamoran, y luego deciden asumir el compromiso del matrimonio, para de un modo legal y transparente traer hijos al mundo.

Quienes cruzan la calle cuando hay luz roja, no son transgresores inteligentes, sufren de estupidez y corren riesgo sus vidas.

Todos los problemas que hoy sufre la humanidad son consecuencia inmediata del desorden, la confusión, cuando no se sabe qué está bien, qué corresponde y que está mal y no corresponde.

La mujer musulmana tiene gran claridad en la orientación de sus hijas, de sus hijos. Ella sabe qué es lo que primero tiene que suceder y qué ocurre más tarde como efecto de una causa anterior. Ellas no han transado y se resisten a la anarquía moral, a la involución.

El hombre tiene diferentes períodos en su existencia, hay un tiempo en que el hombre fue nómada, luego cazador, más tarde aprendió a sembrar y cosechar fue sedentario, luego llegó el período de industrialización. Sin duda en éste sentido hubo evolución. En cuanto al tema moral, necesitamos llegar a una vida civilizada con valores morales y espirituales, hoy no podemos volver al tiempo de los primitivos habitantes de las cavernas, cuando muchas mujeres no sabían a quién pertenecían sus hijos, pues ellas establecían relaciones con diferentes hombres y a su vez los hombres tenían varias mujeres, era un amontonamiento humano, un gran caos, un desorden que a medida que fueron transcurriendo los siglos se fue ordenando, se establecieron normas morales para que llegara a reinar la armonía social, pues crecía la sociedad.

En un mundo que tecnológicamente crece a pasos agigantados, debemos nivelarnos moralmente, espiritualmente, elevarnos y lograr un reencuentro.

Hay que encontrar la clave del desamor, descifrada, resolver a dónde queremos llegar, preguntamos ¿por qué? ¿Para qué? Tomarnos el tiempo que sea necesario para investigar dentro nuestro, con fe y confianza que Dios nos ilumina y está en nosotros.

Las mujeres musulmanas pueden ser una referencia importante, ellas se mantienen en la luz desde hace catorce siglos.

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com ; Fundación Cultural Oriente

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