¿Qué he hecho hoy en el sendero de Dios?

La importancia de rendirse cuentas a sí mismo

Por Kamel Gomez

El Islam, guía de Dios para la humanidad, nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos y examinar nuestros pensamientos, sentimientos, intenciones y acciones.

Entre los musulmanes hay una práctica muy recomendada que a veces descuidamos y no la hacemos,  además, algunos de nuestros hermanos la desconocen. Sin embargo, sus beneficios son muy importantes. Nos referimos a la práctica de la “Muhasaba”. ¿Cómo definirla? Es sencillamente tomarnos unos minutos al final del día para meditar sobre nuestras actividades. Nos enseña nuestra Tradición: “hasibu anfusakom qabla an tuhasibu”; es decir: “ríndanse cuentas a sí mismos antes de que se las rindan”.  Por ejemplo, en mi caso particular y como buen argentino, en las noches preparo mi pava de mate  y me hago estas preguntas:

. ¿Qué he hecho hoy en el sendero de Dios?

.  ¿He estudiado los principios de mi Tradición?

. ¿He practicado correctamente mis deberes y obligaciones?

. ¿Cómo me relacioné hoy con mis seres queridos, mi familia, mis amigos, mis hermanos musulmanes y mis hermanos no musulmanes?

. ¿He sido un fiel reflejo de las enseñanzas del Noble Corán?

. ¿He colocado al Profeta Muhammad  como modelo en mis acciones?

 

Nos enseña el Imam Alí, en el Nahyul Balaga o Cimas de Elocuencia, lo siguiente:

”Ante vosotros está el ejemplo del Sagrado Profeta para que lo sigáis; es suficiente para que seáis guiados el hecho de que ha censurado este mundo y de que ha explicado completamente sus males, corrupciones y vicios. Sus placeres y vicios no eran para él, sino para los enemigos de Dios y el hombre. No disfrutó los placeres de la vida ni se engalanó con su pompa y gloria.

Si queréis estudiar las vidas de los grandes hombres, ahí tenéis la vida de Moisés ante vosotros. Siempre rezó ante Dios: ‘Señor, tenía realmente necesidad de los que me has amablemente otorgado. ¡Por favor Señor!, no me dejes’. De hecho, estaba rezando por una hogaza de pan ya que habitualmente comía vegetales y vivía de hierbas comestibles. Vivió por tanto tiempo de vegetales verdes (sin cocinar ni sazonar) que su piel (en determinados lugares) tomó un color verdoso.

Si os gusta, ahí tenéis ante vosotros el ejemplo de David, el dulce cantor del Paraíso, a quien le fueron revelados los Salmos.  Acostumbraba a hacer cestos de las hojas de la palmera datilera, a venderlos y vivir de lo que conseguía de este modo (aunque era un rey y tenía a sus órdenes un gran ejército).

Podéis imitar el noble ejemplo de Jesús. Usaba una piedra como almohada y se ponía ásperos vestidos. El hambre fue la única salsa que usó siempre. Sólo la luna iluminaba sus noches y sólo el sol le dio algún calor durante los inviernos. Sus postres (frutas) eran aquellos vegetales que también comían los animales. No tuvo esposa que lo atrajera hacia los caminos mundanales ni hijos cuyo amor pudiera interponerse entre él y el deber; no tuvo riqueza, cuyo logro y protección pudieran haberle apartado los pensamientos  del próximo mundo. No fue avaro, por consiguiente nunca se humilló. Sus vehículos eran sus piernas y sus servidores sus manos. Si os gusta, podéis seguir su ejemplo.

Pero el mejor ejemplo para vosotros es seguir a nuestro Sagrado Profeta. Seguidle fiel y sinceramente…

… Nuestro Sagrado Profeta hizo uso de las cosas mundanas sólo para las necesidades más básicas de la vida y nunca pensó en obtener ningún confort o comodidad en la vida ni siquiera temporalmente. Comía poco y generalmente estaba hambriento. Cuán a menudo los placeres del mundo le fueron presentados y él rehusó aceptarlos. Su voluntad era la voluntad de Dios. Detestaba aquellas cosas que Dios detestaba, despreciaba aquellas que son despreciadas por Dios y aquellos hechos que Dios desdeña…

… Nuestro Sagrado Profeta acostumbraba a tomar sus comidas mientras estaba sentado en la tierra, y acostumbraba a sentarse como una persona ordinaria (como un pobre no como un rey o un noble); reparaba sus propios zapatos, lavaba sus propios vestidos, y cabalgaba sin montura sobre un burro; e incluso (si había carestía de monturas) llevaba a otro cabalgando detrás de él…

…Odiaba sinceramente el esplendor y pompa de este mundo y había apartado los deseos de sus placeres de su mente.  Despreciaba  y odiaba las ostentaciones de la vida lujosa para que no pudieran tentarle  ni pudiera pensar en este mundo como una morada permanente o un lugar en el que regocijarse en lujuria y opulencia. No tenía en absoluto inclinación por una vida de confort y comodidad; esto no tenía encanto para él ni lugar en su corazón. Incluso la simple conversación acerca de ello era abominable para él; odiaba verlo alrededor y oír acerca de sus halagos en su sociedad, como una persona que odiaba ver a su peor enemigo y despreciaba oírlo en su sociedad…”

     Estas hermosas palabras, sin duda, nos señalan la piedad de los profetas y la importancia de tomarlos como modelos en nuestras vidas cotidianas.

Por supuesto, el musulmán no puede descuidar su compromiso con la sociedad en la que vive, y con el mundo. Por eso nuestro amado Profeta Muhammad nos enseña:

 “Quien observe un acto execrable que lo rechace con su mano si es que puede hacerlo; si no puede así que lo rechace con su lengua; y si tampoco puede de esta manera que lo rechace con su corazón”

Esta tradición nos destaca la importancia del compromiso de los musulmanes con sus sociedades.  Todos nosotros  somos conscientes de  esta delicada etapa que le toca transitar a la humanidad. El Noble Corán lo define así:

¡Por la era! Que es cierto que el hombre está en pérdida (camina hacia su perdición). Pero no así los que creen, llevan a cabo las acciones de bien, se encomiendan la verdad y se encomiendan la paciencia. (Cap. 103)

En general, mucho de nosotros hemos estudiado, lo que llamamos “signos menores”. Nuestros sabios coinciden en que todos, en mayor o en menor medida, están presentes. Sin embargo, nuestra actitud hacia éstos puede ser  pasiva o activa. Queremos decir, a veces repetimos los signos menores criticando la sociedad actual y nos pasamos horas charlando lo que vemos en nuestro día a día. A esto llamamos actitud pasiva y la interpretamos de dos maneras: una individual y otra social. La individual se relaciona también a nuestra Muhasaba, es decir: ¿Cuántas veces nos preguntamos hasta qué punto participamos en los signos menores y somos incluso adictos a estos? La interpretación social  tiene que ver con que muchas veces, criticando a otros por lo que hacen, nos olvidamos de que tenemos la obligación de ayudarlos, de indicarles el camino, de señalarles la importancia de la espiritualidad.

Analicemos un ejemplo concreto. Nos enseña el Profeta Muhammad:

 “Llegará un tiempo para mi comunidad en el que se apegarán a cinco cosas y olvidarán otras cinco: se apegarán al mundo y olvidarán el más allá; se apegarán a la riqueza y olvidarán el cómputo (del día del Juicio); se apegarán a las mujeres y olvidarán a las huríes (del Paraíso); se apegarán a las mansiones y olvidarán los sepulcros; y se apegarán a sí mismos y olvidarán al Señor; esos se desentienden de mí, y yo me desentiendo de ellos.”

Aquí nuestro amado Profeta, misericordia para los mundos y ejemplo dotado de un carácter magnánimo, nos advierte de cinco grandes amores, que nos hacen olvidar otras cinco cosas importantes en la conciencia del creyente. Es interesante que, en los valores que están en boga, lo que se vende por todos lados sean estas cinco características. Esta narración no deja de ser también una excelente descripción del mundo moderno. Pensemos en los “ídolos” de hoy, y veremos cómo poseen estas cinco cosas.

Reflexionemos ahora activamente. ¿Hasta dónde nuestros corazones reflejan estos amores, o incluso, quizás hasta los cinco apegos  en nuestro interior?

Luego, ¿qué hacemos con aquellos hermanos a los que hemos perjudicado al tener estos apegos y opresiones? ¿Y qué hacemos por ayudar al resto de los hombres sea con el consejo (nasiha) o, aquellos que poseen piedad (taqua) y conocimiento (ma’rifa), con la guía (irshad)?

Otra vez la tradición nos ilumina:

“La opresión es de tres formas: una opresión que Dios, Imponente y Majestuoso, perdona; una opresión que no perdona, y una opresión cuyo perdón está supeditado al perdón de otro. En cuanto a la opresión que no perdona es atribuir asociados a Dios, Imponente y Majestuoso; la opresión que Dios perdona es aquella que el hombre comete contra sí mismo y que acontece entre Dios y la persona; y en cuanto a la opresión cuyo perdón está supeditado al perdón de de otro, es aquella que acontece entre los siervos.”

Indaguemos los cinco apegos de la tradición del Profeta en forma más detallada.

…” se apegarán a la riqueza y olvidarán el cómputo (del día del Juicio)”…

Nos advierte el Noble Corán, entre otras aleyas:

Y es tenaz en su amor por los bienes (Cap. 100:8)

Dice: he disipado grandes riquezas (Cap. 90:6)

 Y en el capítulo 104, leemos:

(1)¡Perdición para todo aquel que murmura y difama!

(2) Ese que acumula riqueza y la cuenta.

(3) Cree que su riqueza lo va a hacer inmortal.

Si, siguiendo Tafsir Al Mizan, leemos las aleyas de atrás para adelante, entendemos que el hombre, como piensa que la riqueza lo hará inmortal, es que la acumula y la cuenta. Y es para proteger esa riqueza, que murmura y difama.

Y el Imam Ali Rida nos señala las causas de la riqueza:

 “La riqueza no se reúne sino por cinco cosas: una avaricia intensa, una larga esperanza, una codicia dominante, cortar el vínculo con los parientes, y preferir la vida mundanal a la del más allá.”

Sin duda, el tema del hisab, del cómputo, es fundamental en el Islam y en la vida del creyente. Ya citábamos antes las tres opresiones.

Dijo el Profeta (BPD):

"¿Sabéis quien es indigente entre vosotros?" Contestaron:
"El indigente entre nosotros es aquel que no posee dinares ni dirhames. (Es decir, quien no posee dinero en efectivo)" El les dijo (BPD):"No. El indigente es aquel que el Día del Juicio se presentará con el ayuno, la oración, la peregrinación, la caridad obligatoria y muchas de las acciones buenas, en tanto que peleado con uno, ha insultado a otro, traicionó a otro y murmuró contra otro. Entonces se tomará de sus obras buenas para ellos (en compensación por lo que les hizo), hasta que no le quede nada a su favor. Luego se tomarán de las acciones malas de ellos y se pondrán sobre él. Después será arrojado al Fuego."

  En la recopilación de narraciones que hace Ibn Arabi, encontramos esta hermosa tradición de nuestro Profeta Muhammad:

 “Dos hombres de mi comunidad hablaban sentados frente al Señor Todopoderoso y uno de ellos decía: ’Oh Señor, hazme justicia por el perjuicio que me ha causado mi hermano’

Dios (exaltado sea) dijo (al acusado): ‘Ofrece a tu hermano algo para resarcirle’

‘Oh Señor, respondió, no me queda ninguna buena acción para cederle’

‘Entonces que acarree mis pecados’, replicó el demandante.

Los ojos del Enviado de Dios se llenaron de lágrimas, y dijo: ‘Será un día terrible aquél en que los hombres tengan necesidad de que una parte de sus pecados le sean acarreados’

Después prosiguió: Dios dirá al demandante que levante la cabeza y mire los jardines del Paraíso. Él levantará los ojos y exclamará: ‘Oh señor, veo ciudades de plata y palacios de oro engastados de coronas de perlas. ¿A qué profeta, a qué mártir pertenecen?’

‘A aquel que Me lo pueda pagar’, dijo Dios.

‘¿Y quién puede pagártelo?’

‘Tú, tú puedes’

‘¿Y cómo, Señor?

‘Perdonando a tu hermano’

‘Ya lo he perdonado’

Dios proseguirá: ’Toma la mano de tu hermano y hazle entrar en el Paraíso’.

El enviado de Dios añadió:

‘Temed a Dios y Haced las paces entre vosotros, ya que ciertamente Dios establecerá la Paz entre los creyentes el Día de la Resurrección.’

…” se apegarán a las mujeres y olvidarán a las huríes (del Paraíso); se apegarán a las mansiones y olvidarán los sepulcros”…

Shakespeare dice: “¡Oh poderoso amor!, que transformas a las bestias en hombres… y a los hombres  en bestias”.

En nuestra sociedad, la sexualidad ha sido reducida a un mero objeto de consumo, en donde la ética y la moral no tienen lugar y lo único importante es tener sexo la mayor cantidad  de veces con la mayor cantidad de personas y si, es posible, publicarlo o realizarlo en presencia de otras personas… en fin, el estado decadente de la civilización moderna es conocido por todos.

Por  eso el Islam señala que el casamiento es la mitad de nuestra religión. La sexualidad, que el Islam invita a disfrutar plenamente, debe darse en el marco del matrimonio. Es increíble como hoy las relaciones casuales y sin ningún tipo de responsabilidad están en auge. Un libertinaje sexual que crece por doquier, y que encima, va acompañado del crecimiento de la prostitución y de la esclavitud sexual. En nuestro país, está lleno de lugares en donde mujeres secuestradas especialmente de Paraguay son obligadas a prostituirse. Y todavía no mencionamos el grave problema de las violaciones, abusos sexuales y pedofilia, tan común hoy en nuestras noticias…

Sin duda, el tema de los palacios y las grandes construcciones arquitectónicas están muy relacionados con la enseñanza profética de aquellos beduinos que harán rascacielos. Ni hablar de las tradiciones que hablan de las hermosas mezquitas, pero vacías de adoración.

Dice el Noble Corán:

“La rivalidad sin sentido por obtener mayores bienes materiales os mantendrá distraídos. Hasta que os llegue el momento de visitar las tumbas” (Cap102:1-2).

Y del Imam Ali:

“Cuántos desgraciados hay quienes les ha llegado la hora de la muerte y aún se afanan en procurar lo mundano”.

En un cuento nos llega esta enseñanza: 

El Profeta (PBd) estaba sentado como de costumbre entre la asamblea. Sus compañeros, formando un círculo alrededor de él, le rodeaban como el engaste de un anillo. Mientras tanto entró un musulmán que era un hombre pobre y con ropa harapienta. Conforme a la tradición islámica, según la cual, entrando en una asamblea, debe uno, sea cual sea su rango, sentarse allá donde haya un espacio vacío, sin pretender un sitio especial bajo el pretexto de que su rango lo exige así, este hombre miró a su alrededor con atención y viendo un lugar vacío, fue a sentarse allí. Así fue a instalarse al lado de un hombre rico, que recogió sus prendas y se puso aparte. El Profeta (PBd), que vio su comportamiento, se volvió hacia Él y le dijo:

- ¿Tienes miedo de que algo de su pobreza se pegue a ti?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Tienes miedo de que algo de tu riqueza le contamine?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Tienes miedo de que tus ropas se ensucien y se ajen?

- ¡No, oh Enviado de Dios!

- ¿Entonces por qué lo has evitado y te has apartado?

- Reconozco que he cometido un error y en expiación de mi pecado, estoy ahora dispuesto a dar la mitad de mis bienes a este hermano musulmán.

- Pero yo no estoy dispuesto a aceptar -contestó el hombre de los harapos- Porque tengo miedo de que un día me llene de orgullo y me comporte ante un hermano musulmán de la misma manera que esta persona lo ha hecho conmigo.

Hay también una interesante enseñanza que nos deja Saadi. Cuenta que vio en el Paraíso a un Rey, y en el Infierno a un sufí. Le preguntó al sufí el por qué de su situación, y el sufí respondió que era a causa de recorrer palacios y visitar reyes. Entonces, le preguntó también al rey por qué estaba en el paraíso, a lo cual respondió: esto se debe a estar siempre reunido con hombres sufíes…

…“se apegarán a sí mismos y olvidarán al Señor”…    

Dice el Noble Corán:

Y no seáis como aquellos que olvidaron a Dios y Él los  hizo olvidarse de sí mismos. Esos  son los descarriados. (Cap.59:19)

Nos enseña el Imam Ali:

Quien se considera sí mismo grande, es insignificante ante Dios”.

“¡Oh! Cómo amo, respeto y venero a aquellas personas que son mejor conocidas y respetadas en el Paraíso que en la Tierra”.

Hay una interesante explicación que nos entrega Ibn Ayiba:

“Debes saber que el Real-exaltado sea-, en Su Sabiduría, ha establecido a Satanás, al ego (nafs) y a la gente como guardias que impiden al acceso a Su Presencia. Nadie accede a ella sin superarlos y abrirse paso a la fuerza porque están estacionados ante Su Puerta y Él les ha encomendado guardarla diciéndoles: ‘No dejéis que nadie entre, excepto quien os venza’. Así cuando viene alguien que quiere entrar se le oponen las criaturas haciéndole ver los defectos de la vía para que le disguste; si las vence se presenta Satanás indicándole que le llevará  mucho tiempo alcanzar la apertura (espiritual), haciéndole temer la pobreza, y diciéndole cuando alcanza la apertura de Dios: ‘¿Será o no será?’. Y si lo vence se presenta el ego que le dice: ‘¿Cómo vas a abandonar tu vida, tu rango, y tu dignidad  por algo que no sabes si existe o no?’. Y cuando lo vence dice el Altísimo: ‘Bienvenido seas ’…”

Sobre lo que dice la gente, el Imam Ali viene en nuestra ayuda y nos enseña:

…”Pertenezco a un grupo que no se preocupa de ninguna crítica por la causa de Dios. Las caras de aquéllos que pertenecen a este grupo indican claramente su sinceridad, honestidad y veracidad. Su plática es del modelo de la plática de personas pías y virtuosas. Pasan sus noches  en oración a Dios, y sus días actuando como guía de los que buscan la verdad. Siguen fielmente el Corán, reviven la religión revelada por Dios y las tradiciones del Sagrado Profeta. No son vanos ni orgullosos, ni ambiciosos ni deshonestos, ni envidiosos ni maliciosos, ni crean disensión ni falacia. Sus mentes están llenas de amor al Paraíso y sus cuerpos se afanan por alcanzarlo”.

Sobre la gente con la que debemos relacionarnos, nos llega del Mensajero de Dios:

Le dijeron los apóstoles a Jesús: “Oh espíritu de Dios, ¿A quién debemos frecuentar?”. Respondió: “A aquél que os haga recordar  a Dios cuando le veáis, cuyas palabras incrementen vuestro conocimiento, y cuyas acciones os hagan anhelar el más allá”.

Sin duda la importancia de los hermanos es trascendental.  El Profeta también nos enseña que “el creyente es espejo del creyente” y el Imam Yafar Sadiq nos indica: “El más querido de mis hermanos para mí es aquel que me regala mis defectos (me los hace notar y en buena manera)”

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Nota: este artículo nace de las reflexiones que compartimos en las noches de Lailatul Qadr del mes de Ramadan pasado, junto con la jutba pronunciada en Aid El Fitr, en la ciudad de Mar del Plata.

Bibliografía empleada:

-El Noble Corán. Utilizamos dos traducciones: la de Navio y la de González Bornez. Esta última está disponible en internet en el sitio www.libros.ir y www.islamoriente.com .

-Cimas de Elocuencia. Los discursos, cartas y dichos de Hadrat Ali. También disponible en internet en www.biab.org.

-Un Ramo de Flores. Del jardín de las tradiciones del Profeta y Ahlul Bait. Para descargarlo de internet: www.islamelsalvador.com y www.islamoriente.com .    

-El tabernáculo de las luces. Ibn Al Arabi.  Ed. Sufi. Colección Generalife. 1998, Madrid.

- Revista “Al- hikma”, números 3 y 5. Ambos números dedicados a los Hikam de Ibn Ata Allah  con los comentarios de Ibn Ayiba. Traducción: Hasan Bize

- Revista “Irfan”, número 2, Director: Mahmud Husein.

-“Aliul kalan”, Palabras Sublimes. Máximas de Amirul muminin Ali Ibn Abi Taleb. Recopilación y traducción: Yasin Kamel Selmán.

-Además de las páginas web antes citadas, también:

www.islammdp.blogspot.com   

www.islamoriente.com

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