Cuestiones sobre las Ramas del Islam

El Hadîz, el Iÿtihâd y el Fiqh

Por Aiatul·lah Shaij Ya'far Subhani

Las fuentes de la Legislación Islámica y el Hadîz

La Shî‘ah Imamita, en lo relacio­nado a la doctrina y los principios del Islam, actúa según los hadices narrados del Mensajero de Dios (BP) a tra­vés de narradores fiables en los que es posible basarse, ya sea que estas narraciones y hadi­ces se encuentren en libros shiítas o sunnitas.

Por ello, puede suceder que la Shî‘ah en sus libros de jurisprudencia también se base en narraciones transmitidas a través de narradores sunnitas. Este tipo de hadîz, que es clasificado en cuatro clases, es denominado “muazzaq” (fiable).

En base a esto, las acusacio­nes que algunos tendenciosos hacen contra la Shî‘ah Imamita a este respecto[1], no tienen base y son absolutamente erróneas.

El Fiqh Imamita se basa -fundamentalmente- en el Sagrado Co­rán, la Tradición, el intelecto y el con­senso de los sabios.

La Tradición consiste en los di­chos, acciones y reconocimientos tácitos de los Inmacula­dos, a la cabeza de los cuales se encuentra el Mensajero de Dios (BP).

Así, si una per­sona confiable narra un hadîz del Mensajero de Dios (BP), y tal hadîz contiene palabras, acciones o reconocimientos tácitos del Profeta (BP), será considerado, aceptado y puesto en práctica por la Shî‘ah Imamita.

Lo que encontramos en las obras y escritos de la Shî‘ah conforma un testimonio veraz que corrobora esto. Debemos decir: no hay diferencia alguna a este respecto entre los libros shiítas del hadîz y los libros sunnitas del hadîz, sino que el tema pasa por determinar la confiabilidad y grado de consideración de cada narrador en particular.

La condición de prueba de valor (huÿÿah) de los hadices narrados por los Imames de Ahlul Bait (P)

Los hadices y narraciones transmi­tidos por los inma­culados Imames de Ahl-ul Bait (P) mediante ca­denas de transmisión correctas, conforman una huÿÿah legítima, y se debe actuar en base a su conte­nido y dictaminar en con­formi­dad a los mismos.

Los Imames de Ahl-ul Bait (P) no son muÿtahidîn o “muftis” -en el sentido convencional y fre­cuente de ambos términos-, sino que todo lo que se transmitió de ellos son realidades que ellos obtuvieron a través de las si­guientes vías:

A- Transmitir del Mensajero de Dios (BP):

Los Imames Inmaculados to­maron sus hadices de su abuelo el Mensajero de Dios (BP) (de ante­cesor a sucesor y de padre a hijo) y luego los narraron a la gente.

Este tipo de hadices y na­rra­ciones que fueron transmitidos por cada Imam del Imam anterior hasta llegar la cadena de transmi­sión al Mensajero de Dios (BP), son muchos en la Shî‘ah Imamita.

Si todos estos hadices que fue­ron narrados por Ahl-ul Bait (P) y cuya cadena de transmisión llega al Mensajero de Dios (BP) fueran reunidos en un solo lugar, ello conformaría una gran enciclope­dia que representaría un inmenso tesoro para los expertos en hadîz y los juristas musulma­nes, puesto que hadices y narra­ciones con tan sólidas y fuertes cadenas de transmisión no tienen parangón en el mundo del hadîz. Señalare­mos un solo ejemplo de esos hadi­ces, que es el llamado hadîz “sil­silat adh-dhahab” (La Cadena de Oro), del cual se dice que los Sa­manidas, la dinastía amante de la literatura y fomen­tadora de la cultura, solían preser­var una copia en sus arcas, en procura de bendi­ciones y por su amor al conoci­miento.

Narró el Sheij As-Sadûq, de Abû Sa‘îd Muhammad Ibn Al-Fadl An-Nîsâbûrî, de Abû ‘Alî Al-Hasan Ibn ‘Alî Al-Jazraÿî Al-Ansârî As-Sa‘dî, de Abus Salt Al-Harawî, que dijo: Me encontraba junto a ‘Alî Ibn Mûsâ Ar-Ridâ (P), cuando partió de Nishâbûr siendo que se encontraba mon­tando una mula gris, y he ahí que Muham­mad Ibn Râfi‘, Ahmad Ibn Harb, Iahiâ Ibn Iahiâ e Is·hâq Ibn Râhwiah, así como un gran nú­mero de entre la gente del conocimiento, se prendieron a las riendas de su mula por los cabes­tros y dijeron: “¡Por tus puros antepasados! Refiérenos un hadîz que hayas escuchado de tu pa­dre”. Entonces él sacó su cabeza del palanquín y dijo:

«حَدَّثَني أبي العبدُ الصالح موسى بنُ جعفرٍ قال: حَدَّثني أبي الصادقُ جعفرُ بنُ محمدٍ قالَ: حَدَّثني أبي أبو جَعفر محمدُ بنُ عليٍ باقر عِلمِ الاَنبياء قالَ: حَدَّثَني أبي عليُّ بن الحسين زينُ العابِدين قالَ: حَدَّثني أبي سيدُ شبابِ أهلِ الجَنَّةِ الحسينُ قالَ: حَدَّثني أبي عليُّ بنُ أبي طالب قالَ: سَمعْتُ النَّبيَّ (ص) يقول: قالَ الله جَلَّ جَلالُه: لا إلَهَ إِلاّ اللهُ حِصْنِي فَمَنْ دَخَلَ حِصْنِي أمنَ مِن عَذابي».

“Me relató mi padre, Al-‘Abdus Sâlih (“el siervo justo”), Mûsâ Ibn Ÿa‘far, diciendo: Me relató mi padre As-Sâdiq (“el veraz”) Ÿa‘far Ibn Muhammad, diciendo: Me relató mi padre Abû Ÿa‘far Muhammad Ibn ‘Alî, Bâqir ‘Ilm Al-Anbîiâ’ (“el desmenuzador de la ciencia de los profetas”), diciendo: Me relató mi padre ‘Alî Ibn Al-Husain Zain Al-‘Âbidîn, (“el ornamento de los adoradores”) di­ciendo: Me relató mi padre, Seîied-u Shabâbi Ahlil Ÿannah (“el se­ñor de los jóvenes del Paraíso”), Al-Husain, diciendo: Me relató mi padre ‘Alî Ibn Abî Tâlib, di­ciendo: Escuché al Profeta (BP) decir: Dijo Dios, Majestuoso e Imponente: “No hay divinidad más que Dios” es Mi fortaleza, y quien ingrese en Mi fortaleza se encontrará a salvo de Mi castigo”.

Y cuando marchó la cara­vana nos voceó:

« بِشُروطِها، وأنا مِن شُروطِها »

“Con sus condi­ciones, y yo soy de entre sus condiciones”.[2]

B- Transmitir del libro de ‘Alî (P):

‘Alî acompañó al Mensajero de Dios (BP) durante todo el periodo de su profecía, y por ello pudo registrar y escribir una inmensa parte de los hadices del Mensa­jero de Dios (BP) en un libro -en rea­lidad ese libro fue por dictado del Mensajero de Dios (BP) y escrito por mano de ‘Alî (P).

En los hadices de Ahl-ul Bait (P) se mencionaron las caracte­rísticas de ese libro, el cual, luego del martirio de Imam ‘Alî (P), pasó a manos de la gente de su casa.

Dijo el Imam As-Sâdiq (P) res­pecto a ese libro:

« طولُه سَبْعون ذراعاً، إملاء رسولِ الله (ص) قاله من فِلقِ فِيه، وخطّ علي بن أبي طالب (ع) بيده، فيه والله جميع ما تحتاج إليه الناس إلى يوم القيامة »

“Su largo es de setenta brazos, fue dictado por propia boca del Mensajero de Dios (BP), y escrito por las propias manos de ‘Alî Ibn Tâlib (P). ¡Por Dios! Que en el mismo se encuentra todo lo que la gente necesita hasta el Día de la Resu­rrección”.[3]

Es de mencionar que este libro permaneció con Ahl-ul Bait (P) heredándolo cada Imam del ante­rior. Los Imames Al-Bâqir y As-Sâdiq -con ambos sea la paz- na­rraron muchos hadices refirién­dolos al mismo. Incluso lo pusie­ron en conocimiento de algunos de sus shias o seguidores.

Existe hoy una gran parte de sus hadices en los compendios de hadîz shiítas, especialmente en Wasâ’il Ash-Shî‘ah.

C- Las inspiraciones divinas:

Existe otra fuente para los co­nocimientos de Ahl-ul Bait (P) que podemos denominar “inspi­ración”.

La inspiración no es parti­cular de los profetas. A lo largo de la historia hubo entre las perso­nali­dades sagradas quienes goza­ban de tal inspiración, y a pesar de que no eran profetas, les eran impartidos algunos secretos desde el mundo de lo oculto. El Sagrado Corán se refiere a ello cuando habla del acompañante del pro­feta Moisés (P) (esto es, Al-Jidr, con él sea la paz), quien le enseñó a Moisés algunas cosas. Expresa:

﴿ آتَيْناهُ رَحْمَةً مِنْ عِنْدنا وَعَلّمناهُ من لَدُنّا عِلْماً ﴾

«Le otorgamos una miseri­cordia venida de Nuestra parte y le enseñamos un co­nocimiento infundido por Nosotros».[4]

Así también, expresa lo si­guiente en relación a una persona del entorno del Profeta Salomón (P) (esto es, Âsif Ibn Barjîâ), diciendo:

﴿ قالَ الّذِي عندَهُ عِلْمٌ مِن الكِتاب ﴾

«Dijo aquel que tenía un conocimiento del Libro».[5]

Estas personas no aprendie­ron sus conocimientos, ni los adqui­rieron a través de la ense­ñanza, sino que, como lo expresa el Sa­grado Corán, era un conoci­miento infundido por Dios (la­dunnî): «Le enseñamos un cono­cimiento infundido por Noso­tros (min ladunnâ)».

En base a esto, el hecho de que una persona no sea profeta no es impedimento para que no sea agraciado con la inspiración di­vina, tal como fueron agracia­dos con la misma algunas perso­nas de entre aquellas poseedoras de altos grados espirituales.

En los hadices narrados por las dos grandes tendencias del Islam, a este tipo de personas a veces se les llama muhaddaz, esto es “a quien le hablan los ángeles” sin que sean profetas.

Al-Bujârî en su Sahîh narró del Profeta (BP) que dijo:

« لَقَدْ كانَ فِيمَنْ كانَ قَبْلَكُمْ مِن بَني إِسْرائِيل يُكلَّمون مِن غَيرِ أنْ يَكُونُوا أنْبِياء »

“Antes que vosotros había en­tre los Hijos de Israel personas a quienes se les hablaba sin que fueran profetas”.[6]

A partir de aquí, los Ima­mes de Ahl-ul Bait (P) -por su condi­ción de referenciales de la comu­nidad en lo relacionado a explicar los conceptos divinos y las nor­mas de la religión- respondían a las pre­guntas cuyas res­puestas no se en­contraban en los hadices del Pro­feta (BP) ni en el libro de ‘Alî (P) a través de la “inspiración” y la enseñanza a partir del mundo de lo oculto y el conocimiento infuso (ladunnî).[7]

La compilación del Hadîz

Los hadices del Profeta (BP) gozan de una considera­ción especial, tal cual el Sagrado Corán. Así, El Libro y la Tradi­ción fueron y continuarán siendo las fuentes doctrinales y jurídicas de los musulmanes.

Tras el fallecimiento del En­viado de Dios (BP), un grupo de musulmanes, bajo la presión del poder que se hizo del go­bierno después del Profeta, se abstuvo de escribir y compilar el hadîz, pero los seguidores de Ahl-ul Bait (BP) no sucumbieron –por suerte- ni por un momento res­pecto a la compilación del hadîz, sino que compilaron y registraron el hadîz después de la partida del Noble Profeta (BP).

Ya hemos dicho -en el princi­pio anterior- que una gran parte de los hadices de Ahl-ul Bait (P) son tomados del mismo Noble Mensajero (BP).

Los sabios de la escuela de Ahl-ul Bait (P) a lo largo de la historia procedieron a compilar grandes compendios del hadîz y compila­ciones que incluían na­rraciones e informaciones, lo cual fue men­cionado en los libros de Riÿâl (ciencia que se ocupa de la con­fiabilidad de los integrantes de las cadenas de transmisión del hadîz), especialmente en los si­glos cuarto y quinto de la hégira, valiéndose a este respecto de los libros que fueron elaborados y compilados durante la época de los Imames, a manos de sus numerosos compa­ñeros y alumnos.

Los libros generales de hadîz compilados que hoy se conside­ran el eje de referencia de la doc­trina y las normas del Shiísmo son:

1. Al-Kâfî, escrito por Muhammad Ibn Ia‘qûb Al-Ku­lainî (falle­cido en 329 HL), que está con­formado por ocho tomos.

2. Man lâ iahduruh al-faqîh, escrito por Muhamamd Ibn ‘Alî Ibn Al-Husain Ibn Bâbûaih, co­nocido como As-Sadûq (306-381 HL), que se compone de cuatro tomos.

3. At-Tahdhîb, escrito por Muhammad Ibn ‘Al-Hasan, conocido como Sheij At-Tûsî (385-460 HL), el cual se compone de diez tomos.

4. Al-Istibsâr, escrito por el mismo autor anterior, en cuatro tomos.

Éste conforma el segundo con­junto de los compendios del hadîz que elaboró y ordenó la Shî‘ah a lo largo de la historia mediante sus raudos esfuerzos hasta los siglos cuarto y quinto de la hégira. Como ya hemos men­cionado, fueron ela­borados com­pendios de hadices durante la época de los Imames (P) en los siglos segundo y tercero, que se denominan “las primeras compi­laciones”, eso sumado a los “usûl al-arba‘mî’ah” (los cuatro­cientos do­cumentos elaborados directa­mente por los compañeros de los Imames Inmaculados) cuyo con­tenido fue trasladado al se­gundo conjunto de los compendios del hadîz.

Desde que la Ciencia del Hadîz fue siempre objeto de atención por parte de la Shî‘ah, de­bido a ello, en los siglos XI y XII fueron elaboradas otras compila­ciones del hadîz que no mencionamos para no extendernos. Las más famosas de estas compilacio­nes son Bihâr Al-Anwâr (Los Mares de Luces) del ‘Al·lâmah Muham­mad Bâqir Al-Maÿlisî, y Wasâ’il Ash-Shî‘ah (Los Medios de la Shî‘ah) de Muhammad Ibn Al-Hasan Al-Hurr Al-‘Âmilî.

Como es evidente, la Shî‘ah no actúa en base a cualquier hadîz, ni considera las narracio­nes de ca­dena de transmisión única (Ajbâr Al-Ahâd) en lo refe­rente a las cuestiones de creencia, ni aquellas que se contradicen con el Sagrado Corán o la Tradi­ción categórica­mente establecida, y ello no constituye una huÿÿah o prueba de valor para la misma, y la sola existencia de la narra­ción en los libros del hadîz no indica su aceptación por parte del autor, sino que este grupo clasi­fica los hadices en sahîh (correcto o muy confiable), hasan (bueno), mu­wazzaq (fiable) y da‘îf (débil), cada uno de los cuales sigue unas normas en particular y posee un nivel particular de consideración. La explicación de ello se detalla en la Ciencia de Dirâiah (estudio del hadîz en lo que respecta tanto a su cadena de transmisión como a su sentido expresivo).

El Iÿtihâd (capacidad de deducir las normas a través de las fuentes)

Habíamos señalado ante­riormente las fuentes de la jurisprudencia shiíta imamita (que consisten en cuatro: El Libro Sagrado, la Tra­dición, el intelecto, y el con­senso). La acción de extraer las normas de la sharî‘ah o ley islá­mica a partir de estos indicios mediante condicio­nes especiales mencionadas en la ciencia del Usûl o Principios de Jurispruden­cia, se denomina iÿtihâd.

Desde que la sharî‘ah o ley is­lámica es una ley celestial y no habrá terminantemente ninguna otra ley divina después de la misma, necesariamente debe sa­tisfacer todas las necesidades humanas en los diferentes aspec­tos de su vida individual y social.

Por otro lado, desde que el de­venir de los sucesos y aconteci­mientos no se circunscribe a lo que hubo en épocas del Mensa­jero de Dios (BP), entonces, las trans­formaciones subsiguientes en la vida plantean nuevas nece­sidades y estados, cada uno de los cuales, evidentemente, necesita un juicio legal determinado.

Considerando estos dos te­mas, el hecho de que la puerta del Iÿ­tihâd permanezca abierta frente a los fuqahâ’ o jurisconsultos a lo largo de la historia conformará una cuestión indispensable, puesto que, ¿cómo sería posible que el Islam, el cual representa la ley divina completa y la religión íntegra, haga silencio en relación a los nuevos sucesos que se mani­fiestan, y que abandone a la humanidad confundida en medio de las variables de la historia y la vida frente al cauce de los nuevos sucesos?

Todos sabemos que los sa­bios de la ciencia del Usûl Al-Fiqh o Principios de Jurispruden­cia, di­vidieron el iÿtihâd en dos partes: “el iÿtihâd absoluto” y el “iÿtihâd propio de una escuela en particular”.

Si una persona realiza iÿ­tihâd dentro del método jurídico de Abû Hanîfah, y se esfuerza en alcanzar su misma opinión en una determinada cuestión, su accionar se denomina “iÿtihâd dentro de la escuela jurídica”.

Pero si el muÿtahid no se cir­cunscribe a un método o escuela jurídica en particular, y se es­fuerza en comprender el juicio divino a través de las fuentes ju­rídicas (ya sea que finalmente sea acorde a una escuela o método jurídico en particular, o bien los contradiga), ello es llamado iÿ­tihâd absoluto.

Lamentablemente, la puerta del iÿtihâd absoluto fue cerrada para los sabios sunnitas[8], delimi­tándose su iÿtihâd al marco de una de las cuatro escuelas, lo cual es, sin dudas, una manera de limi­tar la acción del mismo, y res­tringir su ámbito.

Los fuqahâ’ o juristas shiítas hacen su iÿtihâd en base al Libro Sagrado, la Tradición, el inte­lecto, y el consenso, y se esfuerzan en no circunscribirse en modo al­guno al tratar de comprender las realidades y concep­tos religiosos, sino al hecho de seguir las prue­bas de las fuentes jurídicas.

A partir de aquí, vemos que su iÿtihâd vital y dinámico produce un fiqh íntegro, que armo­niza con las necesidades humanas, dife­rentes, diversas y en continua transformación, y deja tras sí un tesoro académico enorme.

Lo que favoreció al desa­rrollo de este fiqh profundo y dinámico es la prohibición de imitar a una persona fallecida, y la orden es la de imitar al muÿ­tahid vivo, quien conoce la socie­dad, su tiempo y las necesidades y renovaciones que acontecen en ambos.

El fiqh shî‘ah coincide en la mayoría de las cuestiones con las opiniones de los juristas de las otras escuelas, y un estudio del libro Al-Jilâf del Sheij At-Tûsî brinda un evidente testimonio de ello. Es así que pocas veces sucede que exista un juicio en una determinada cuestión secundaria en el fiqh shî‘ah que no coincida con la opinión de alguno de los fun­dadores de las cuatro escuelas del sunnismo, o la de algunos fuqahâ que les precedieron. A pesar de ello, existen algunas cuestiones en las que el fiqh shiíta posee una opinión en particular, a algunas de las cuales haremos referencia en los siguientes artículos. Las mencionaremos junto a sus ar­gumentos, puesto que puede lle­gar a suponerse que no hay nada que avale estas normas en parti­cular o bien que son contrarias al Libro Sagrado y la Tradición, siendo que el asunto es comple­tamente al revés.

Algunas normas jurídicas en las que existe diferencia

La religión islámica está com­puesta por doctrina y jurisprudencia (esto es, una visión sobre lo existencial, y otra sobre lo que debe o no debe ser), lo cual es denominado “Principios de la Religión” y “Ramas de la Reli­gión”.

En los temas anteriores nos familiarizamos con los Principios de la Doctrina Islámica según la concepción Shî‘ah de una manera argumental. Así también se escla­reció la postura y opinión shiíta respecto a la consideración que poseen los hadices del Profeta (BP) y Ahl-ul Bait (P).

Ahora debemos breve­mente hacer referencia al método y conducta jurídica de la Shî‘ah, como así también a algunas cues­tiones jurí­dicas en las cuales la Shî‘ah posee una opinión y posi­ción particular.

La condición de prueba de valor del dicho o narraciones de los “Compañeros del Profeta (BP)”

La Tradición del Profeta (BP) fue narrada y trans­mitida a las gene­raciones posteriores a través de un grupo de sus Compañeros, y los dichos, acciones y aprobacio­nes tácitas que de él se trasmiten conforman una huÿÿah o prueba de valor que debe ser seguida y debe ac­tuarse en base a lo que conlleva.

Si un “Compañero” narra la sunnah o Tradición Profética y tal narración alcanza todas las condi­ciones pertinentes a una huÿÿah o prueba de valor, enton­ces todos la asumen y aceptan y se debe ac­tuar en base a la misma.

Así, cuando alguno de los Compañeros explica alguno de los vocablos usados en el Sagrado Corán o alguna de sus expresio­nes, o bien narra algo respecto a los sucesos y circunstancias relacionados a la época del Mensaje, u otra cosa, su narración es aceptada si se reúnen en ella las con­dicio­nes mencionadas.

Pero si lo que el Compa­ñero menciona es su propia opi­nión y deducción respecto a al­guna aleya del Sagrado Corán o un hadîz del Profeta (BP), o bien se transmite de esa persona algún dicho u opi­nión sin que esté claro si eso que se ha transmitido forma parte de la tradición del Profeta de Dios (BP) o si conforma la opinión personal de ese Compa­ñero y su iÿtihâd personal, en­tonces ello no constituirá una huÿÿah, puesto que la opinión del muÿtahid no es huÿÿah para otros muÿtahidîn.

Por eso, en el dicho del Com­pañero se debe diferenciar en la práctica entre lo que con­forma su propia opinión e iÿtihâd y lo que transmite de la tradición profé­tica. La Shî‘ah Imamita solo actúa en base al dicho del Com­pañero si es que éste expresa la tradición profética.

At-Taqlîd (la imitación a un sabio)

Todo musulmán debe al­canzar certeza en los asuntos que debe creer, y no es permitido que siga a otros en esas cuestiones sin haber al­canzado él mismo tal convic­ción.

Desde que los fundamentos principales y las generalidades de los asuntos doctrinales se en­cuentran limitados y definidos teniendo cada uno de ellos clara demostración racional, por ello, conforma un asunto asequible para las personas el hecho de alcanzar la certeza en lo relacio­nado a los fundamentos y las cuestiones básicas de la religión, mientras que el espectro de las ramas y normas jurídicas no es muy amplio al respecto, sino que el discernimiento de las mismas requiere de muchos conoci­mien­tos preliminares que la ma­yoría de las personas no dominan. Por eso, esas personas –tal como lo indica la naturaleza humana y en conformidad al comporta­miento de las personas sensatas de referirse a los especialistas- en lo rela­cionado a las normas de la sharî‘ah o ley divina, deben refe­rirse a los sabios y los muÿthidîn, para de esa manera cumplir sus deberes religiosos y sus obligaciones jurídicas.

Básicamente, el ser humano realiza sus acciones según el conocimiento y el discernimiento, de manera que si le es asequible alcanzar por sí mismo esos cono­cimientos los adopta y actúa en base a los mismos, pero cuando eso no le es posible requiere la ayuda de otro.

Aquí necesariamente de­bemos saber que el taqlîd a un muÿtahid que reúne las condi­ciones y el hecho de referirse a él para cono­cer el deber religioso, es una forma de referirse a los expertos en una materia y no tiene nada que ver con la ciega imita­ción producto del fanatismo na­cional, racial o algo similar.

Al-Wudû’ (la ablución)

Los musulmanes son unáni­mes en que el Islam posee una doctrina y una ley di­vina. En cuanto a la primera, ya nos hemos familiarizado con la misma en las secciones anteriores.

En cuanto a la sharî‘ah o ley religiosa, podemos decir que sus principales divisiones son cuatro:

1. Los actos devocionales (al-‘ibâdât).

2. Las transacciones (al-mu‘âmilât).

3. Las formulaciones unila­te­rales (al-iqâ‘ât).

4. Las sentencias (al-ahkâm).

Los principales actos devo­cio­nales son los siguientes:

1. El rezo (as-salât) y las ora­ciones meritorias (an-nawâfil).

2. El ayuno (as-saûm) obli­ga­to­rio y el preferible.

3. El gravamen religioso so­bre nueve géneros en particular[9] (az-zakât).

4. El gravamen religioso del quinto sobre las ganancias en ge­neral (al-jums).

5. La peregrinación (al-haÿÿ).

6. La lucha sagrada (al-ÿihâd).

7. Ordenar lo bueno (al-amr bil ma‘rûf).

8. Prohibir lo malo (an-nahîi ‘anil munkar)

Éstos son los principales actos de adoración y asuntos para acer­carse a Dios según los Ima­mitas en conformidad a la sharî‘ah o ley islámica, que nos contentamos solo con mencio­narlos. En cuanto a las transac­ciones, las formula­ciones unilate­rales y las senten­cias, delegamos la explicación de las mismas a los libros de juris­prudencia.

Así es, existen normas en las que tal vez la Shî‘ah no está de acuerdo con los demás y a conti­nuación señalaremos las principales, las cuales conforman al mismo tiempo cuestiones jurídi­cas.

Frotar los pies en lugar de lavarlos durante la ablución:

Todos sabemos que el wudû o ablución conforma uno de los preliminares de la oración. Lee­mos en la sura Al-Mâ’idah (La Mesa Servida) las palabras del Altísimo que expresan:

﴿ يَا أيُّهَا الَّذينَ آمَنُوا إِذَا قُمْتُمْ إلى الصَّلاةِ فَاغْسِلُوا وُجُوهَكُمْ وأَيْدِيَكُم إلى المرَافِقِ وَامْسَحُوا بِرءُوسِكُمْ وَأَرْجُلَكُمْ إِلى الكَعْبَيْنِ ﴾

«¡Oh Creyentes! Cuando os dispongáis a rezar lavad vuestros rostros y manos [aidî-a kum] hasta [ilâ] los codos, y frotad vuestras ca­bezas y vuestros pies hasta los tobillos».[10]

La expresión [أَيْدِي = aidî] utili­zada en la aleya es el plural de [يد = iad] la cual posee diferen­tes usos en el idioma árabe: a ve­ces se uti­liza para indicar desde los de­dos hasta la muñeca, a veces para se­ñalar desde los dedos hasta los codos, y otras veces para señalar desde la punta de los dedos hasta el hombro. Esto en primer lugar.

Segundo: Desde que la me­dida que es obligatorio lavar durante el wudû es entre la punta de los de­dos y los codos, el Sagrado Co­rán ha utilizado la ex­presión “hasta los codos”, para dejar en claro la medida obligato­ria de lavar.

En base a esto, la preposi­ción [إلى = ilâ] (“hasta” o “hacia”) en las palabras del Altísimo que expre­san «hasta [ilâ] los codos», señala la extensión de “lo lavado” en lo que llama “las manos”, y no el modo en que debe realizarse el lavado (esto es, si la manera de hacerlo es desde abajo hacia arriba o al revés), sino que la forma del lavado es conforme al entendimiento consuetudinario y el hábito de las personas que es lavarse “de arriba hacia abajo”, lo cual incluso está en conformidad con el proceder natural y consuetudinario.

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[1] Esto es, que los shiítas no confiarían en los narradores sunnitas.

[2] At-Tawhîd, de As-Sadûq, cap. 1, hadices 21, 22 y 23.

[3] Bihâr Al-Anwâr, t.26, pp.18-66.

[4] Al-Kahf; 18: 65.

[5] An-Naml; 27: 40.

[6] Sahîh Al-Bujârî, t.2, p.149.

[7] Para más información acerca del “muhaddaz” y la definición del mismo, referirse al libro Irshâd As-Sârî fî Sharhi Sahîh Al-Bujârî, t.6, p.99; y otros.

[8] Al-Maqrîzî en Al-Jutat, t.2, p.344.

[9] Camellos, vacas y corderos, oro y plata, trigo, cebada, dátiles y pasas de uva (N.T.).

[10] Al-Mâ’idah; 5: 6.

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