Jadiya, la mujer perfecta y la madre de los creyentes

Por: Por A. A. Razawi

LA MADRE DE LOS CREYENTES

Antes del Islam, Jadiya era la princesa de la Meca. Cuando el sol del Islam vislumbró en el horizonte, Dios estaba complacido en convertirla en la princesa del Islam. Dios también estaba complacido de hacerla la dama de los creyentes. Como él lo dice en su libro:

El Profeta posee mayores derechos sobre los creyentes que ellos mismos y sus esposas son como sus madres. (Corán 33:6)

Nota del traductor

Esta sura (33), establece la dignidad y la posición de las esposas del Santo Profeta, quien tenía una misión y responsabilidad como la madre de los creyentes. Ellas no fueron como las mujeres comunes: ellas debían instruir a las mujeres en los asuntos espirituales, visitar y ayudar a aquellos que estaban enfermos y angustiadas, y hacer otro tipo de oficios para ayudar en la misión del Profeta (A. Yusuf 'Ali).

El título de la madre de los creyentes, parece haber sido específicamente diseñado para Jadiya. Sin Jadiya este título sería vació. Ella y solo ella dio el amor, el cual una madre puede darle a los creyentes. Una madre puede estar con hambre, pero si sus hijos tienen hambre, ella los ''Alimenta primero. En realidad, si es necesario una madre ''Alimentará a su hijo, le dará de su propia comida y ella se quedará con hambre. Esto paso con innumerables ocasiones en la historia, especialmente durante la guerra y la carestía. En verdad que sus hijos estén alimentados y contentos, esto es suficiente para hacer a una madre feliz, y es suficiente para hacerla olvidar su propia hambre y sed. El amor de una madre es incondicional y sobreprotector.

La mayoría de los musulmanes de la Meca eran pobres. No poseían recursos, ni entradas, tampoco tenían medios de subsistencia para vivir en una ciudad, en la cual la vida económica era controlada por el cartel de los idolatras. Los miembros de este cartel habían decretado que nadie debía pagar a un musulmán por algún trabajo hecho por ellos, nadie debía comprarles algo. Ellos tenían conocimiento que las privaciones materiales podían afectar al cuerpo así como al espíritu. Ellos se imaginaron que cuando la resistencia de los musulmanes fuera rota, a través de las restricciones económicas ellos repudiarían el Islam, y abandonarían al Santo Profeta Muĥammad. Ellos aspiraban con esta política privar a los musulmanes de ''Alimento. Pero Jadiya los ''Alimentaba días tras día, de esta manera ninguno de entre ellos padeció del hambre, y también les proveía refugio. Para ella el tamaño de este compromiso, el de la caridad no era nada nuevo, ella gastaba dinero prodigiosamente en los pobres, los musulmanes desamparados de la Meca y así frustraba las aspiraciones del cartel.

El apoyo que Jadiya dio a la comunidad musulmana en la Meca, fue indispensable para la prevalencia del Islam. Su apoyo a esta comunidad garantizó la supervivencia cuando está tenía un bloqueo. En este sentido, ella hizo la historia del Islam.

Todas las esposas del Santo Profeta el mensajero de Dios, son las madres de los creyentes; pero entre ellas y Jadiya hay una diferencia básica. Todas las mujeres se casaron en Medina y recibieron una mensualidad económica del Baitul-mal (tesoro público), algunas de ellas exigían un privilegio especial. Ellas decían que el salario recibido era insuficiente para sus necesidades y no podrían comprar suficiente comida para alimentarse.

Por el otro lado Jadiya, nunca le pidió algo a su esposo, en vez de pedirle que trajera algo, ella hacía de su propio presupuesto el tesoro público para los musulmanes. En la Meca no había Baitul-mal, por el contrario, fue la ilimitada generosidad y la riqueza de Jadiya que salvo a la comunidad de los creyentes de morir de hambre. Los seguidores de su esposo, le solicitaban tanta ayuda que ella no retuvo ni siquiera el último centavo que poseía.

Que Dios bendiga a Jadiya por excelencia la madre de los creyentes.

Jadiya como Madre

El Dr. Sir Muĥammad Iqbal (D. 1938) era un poeta filósofo, indo-pakistaní. Él también fue un catalizador del renacimiento de los musulmanes en el siglo XX. Él dijo que como un creador el rango de una madre, solo está cerca de Dios mismo, ella trajo una nueva vida al mundo; es decir, ella creó; y ese acto, el acto de la creación, trajo una nueva vida al mundo o el acto del llamado al sacrificio. Al traer la nueva vida al mundo, la madre pone en riesgo su propia vida, por esto, ella tiene el gran honor y respecto. Aquello que la hace a ella sacrificar su vida, es el amor por su hijo.El amor por su hijo es el más sagrado de los amores. En santidad el amor de una madre por su hijo en solo superado en rango, por el amor de Dios mismo.

Jadiya fue, orgullosamente la madre de tres hijos, dos hombres y una niña como lo dijimos antes. Los dos hijos, al-Qāsim y Abdullah, murieron cuando aún eran unos niños, y su única sobreviviente fue la niña Fátima Az-Zaĥrā.

Si Jadiya fue la madre ideal, Fátima Az-Zaĥrā era la hija ideal.

Fátima Zaĥrā la hija ideal del Santo Profeta Muĥammad y la gran dama Jadiya, también se convirtió en la madre ideal. Ella fue la madre de dos niños, al-Hasan y al-Husein; y de dos niñas, Zainab y Ummu Kulzum.

Jadiya y Fátima Zaĥrā, la madre y la hija, fueron dos de las cuatro perfectas mujeres del universo. Ambas hicieron de la maternidad algo sagrado. Y trajeron gloria y honor a la maternidad.

Como se dijo al principio de este libro, las mujeres no tenían estatus en la era preislámica. En la sociedad árabe machista, ellas eran brutalmente explotadas y eran tratadas como ganado. El mensajero de Dios, puso fin a la explotación que los hombres les daban a las mujeres y les dio un estatus, el cual no poseían en ningún país, en ninguna época. Acerca de las madres él dijo:

“El paraíso está a los pies de las madres”.

Esto significa que nadie puede tener la esperanza de entrar al paraíso si ha disgustado a su madre. La admisión de uno al paraíso depende de la habilidad para ganarse la salvación y nadie que haya disgustado a su madre, podrá ganar la salvación.

Así, el Profeta del Islam hizo que el ganar la complacencia de una madre – mujer, como condición para ganarse la salvación y entrar al paraíso.

LA MUJER PERFECTA

Han existido muchas mujeres en la historia del mundo, quienes se convirtieron en grandes y famosas por sus grandes actos. La humanidad puede estar orgullosa de ellas.

Pero en toda la historia del mundo solo hay cuatro mujeres que han alcanzado la verdadera grandeza y perfección, concedida por el Islam. Ellas se elevaron a esta posición mediante la fuerza de su gran servicio para Dios. El Profeta del Islam, el receptáculo de la revelación celestial y su intérprete las identificó, Ellas son: la primera Asia la esposa del Faraón, la segunda Mariam (María) la madre del Profeta 'Isa (Jesús), la tercera Jadiya la hija de Khuwaylid, y la cuarta Fátima Zaĥrā la hija del Santo Profeta Muĥammad.

El Santo Profeta Muĥammad, solamente encontró cuatro mujeres perfectas en toda la raza humana, entre estas cuatro, las dos últimas pertenecían a la misma casa, ellas son Jadiya la madre y Fátima su hija.

Jadiya era la imagen del alma perfecta. Solo las otras mujeres que podrían calificarse como perfectas serían las otras esposas del Profeta. Pero el mismo dio un veredicto a este respeto y este permanece irrevocable. Él solo mencionó a Jadiya como la mujer perfecta entre sus esposas, y de esta manera por un decreto excluyó a sus otras esposas del grupo de las mujeres perfectas.

La gran dama Jadiya combinó en su personalidad todos los atributos necesarios para llegar a la perfección, si ella hubiese carecido de alguno de estos, su esposo no la habría clasificado como perfecta. Y no hay evidencia de que ella tuviera alguno de estas fragilidades, las cuales, se dice, que son las características de la maternidad como una regla.

Una de estas características y debilidad de las mujeres, se dice que es los celos. Jadiya no fue tocada por los celos de ninguna clase. Ella fue una mujer quien encontró el desempeño, el placer y la satisfacción en dar,  fue un patrón munificente de los pobres. Para ella lo mejor era alimentar al hambriento y confortar al entristecido. Los actos de ''Alimentar y confortar a los hambrientos y los tristes, no tuvo un llamado de conciencia de su parte.

Para ella se volvió algo habitual, así como Jadiya estaba libre de los celos, también estaba libre del cinismo. Una de las cosas que ella nunca hizo fue herir a alguien o hacer una broma de una mujer, ni menosprecio y desprecio a alguien, nunca se enojaba y carecía totalmente de prejuicios. En la vida nunca profirió una mala palabra en contra de alguien. Tan fiel a las dimensiones de un corazón comprensivo, ella siempre estaba atenta a los sentimientos de las más humildes y más pobres de las mujeres, y se angustiaba por la angustia de otras personas.

Hubo una época, en la cual Jadiya era llamada la princesa de los mercaderes y la princesa de la Meca. Luego, llego el tiempo en que su gran fortuna cambio de mano, de su mano paso a la mano del Islam, ella era rica y se empobreció en el sentido material. Ella cambió su estilo de vida, de lujos, por el estilo de la austeridad. Pero nada cambio en su temperamento, ella permaneció alegre, magnánima e idealista. Ella invirtió más tiempo que nunca en la devoción a Dios y en el servicio de su mensajero; por supuesto, ella no se olvidó del bienestar de la comunidad de los creyentes.

El siguiente versículo del sagrado Corán puede referirse a ella.

Luego dimos en herencia la Escritura a quienes escogimos de Nuestros siervos, pues entre ellos hay quienes oprimen sus almas, otros que siguen un camino moderado y otros que van por delante en la realización de buenas obras con el permiso de Dios. Ese es el gran favor. (Corán 35:32)

Jadiya la idealista, la principal en el buen actuar, tenía un aire de una santidad convincente; a través, de sus buenas acciones ella fue el receptáculo de la más alta gracia celestial.

Jadiya fue la mujer ideal, la esposa perfecta para el Profeta Muĥammad, la madre ideal para sus hijos y la madre ideal para los creyentes.

La fe en la misericordia de Dios, fue la fuente de la cual Jadiya tomó su reacción. Ella fue dotada con lo que el sagrado Corán, ha llamado Qalb Salim (un corazón sano), en el versículo 89 del capítulo 26. Qalb Salim, o un corazón sano ha sido definido por A. Yusuf 'Ali, el traductor y comentador del sagrado Corán de la siguiente forma:

Un corazón que es puro y no ha afectado por las enfermedades que afligen a otros. El corazón en el idioma árabe, no es tomado solo como el encargado de los sentimientos y la afección, sino también como la inteligencia y el resultado de las acciones, es implícito en todo el carácter.

La simetría del carácter de Jadiya fue un exponente del Qalb Salim.

Jadiya nació con un Qalb Salim o un corazón sano, con el cual solo nacen los escogidos de Dios. Fue un corazón rebosante, con una profunda convicción, dedicación al Islam y amor y gratitud para Dios.

LA GENEROSIDAD

Jadiya, la princesa de Arabia y el Santo Profeta Muĥammad se casaron en el año 500 D.C. Quince años después el Santo Profeta fue elegido por Dios para ser su mensajero. Como mensajero de Dios su deber era promulgar el Islam en el mundo. Desde aquel momento, todo cambio para Jadiya. Ella dio toda su fortuna por el Islam. Su donación no pudo ser más oportuna, para el Islam. Jadiya le dijo a su esposo que toda su riqueza le pertenecía a él también y que él podría gastarla como se le placiera.

La generosidad de Jadiya, tenía una encendida espontaneidad.

El Santo Profeta Muĥammad invirtió la riqueza de Jadiya en el Islam, no pudo haber existido una mejor inversión en la historia de la humanidad. Esta inversión fue la garantía para que la marcha del Islam no pudiese ser detenida o retrasada a causa de la falta de recursos materiales y apoyo. Esta fue una inversión que hoy por hoy, está pagando grandes dividendos, y pagará dividendos para todas las generaciones de musulmanes hasta el fin de los tiempos.

La riqueza material no fue solo la inversión que Jadiya hizo para el Islam. También invirtió su tiempo, talento, energía, espíritu y corazón para el Islam. Una inversión de otra manera conocida como compromiso. Ella conocía los sueños y las esperanzas de su esposo y los compartió con él.

El intento de Jadiya por apoyar al Islam fue tan transparente, que Dios Todopoderoso estaba complacido y llamó a su riqueza como propia, en el siguiente versículo del sagrado Corán:

¿Y te encontré pobre y te enriqueció?(Corán 93:8)

Notas del Traductor

“El Santo Profeta no heredó riqueza y era pobre. El verdadero, puro y sincero amor de Jadiya, no solo lo levantó, sino que lo hizo independiente de las necesidades del mundo, permitiéndole dar todo su tiempo al servicio de Dios”. (A. Yusuf 'Ali).

Dios el Todopoderoso, hizo a su siervo Muĥammad rico, con la riqueza de Jadiya.

Jadiya y las dos Migraciones a Abisinia

Dos grupos de musulmanes dejaron la Meca en el año 615 y 616, para escapar de la persecución de Quraish, buscaron refugio en Abisinia. El número total de hombres y mujeres en ambos grupos era cerca de 100.

Con una poca sección como las de Uzmán y Zubayr, el resto de los refugiados en estos dos grupos eran demasiado pobres para costear el elevado viaje a Abisinia. ¿Quién equipó sus caravanas y costeó el viaje de manera que lo pudiesen realizar? Los historiadores no han respondido a estas preguntas, pero lo más probable es que Jadiya haya equipado las caravanas y financiado la emigración de los musulmanes desde Meca hasta Abisinia. En la Meca solo ella poseía los recursos para costear la emigración de los musulmanes a tal escala.

JADIYA Y EL PROFETA MUĤAMMAD

Durante los primeros quince años de su matrimonio, los deberes de Jadiya fueron netamente aquellos de una esposa y madre.

En el año 610 D.C., Dios el Todopoderoso escogió a Muĥammad para ser su Mensajero, y desde entonces hubo un crecimiento en los deberes para Jadiya. Ahora además de ser su esposo el Santo Profeta Muĥammad, también se había convertido en su guía y el líder en ambos mundos – este mundo y el otro. Ella estaba muy consciente de sus deberes como esposa y madre; ahora también estaba consciente de sus deberes como Muslimah (musulmana) y una Mu´minah (verdadera creyente). Ella estaba feliz de que Dios, hubiese escogido a su esposo entre toda la creación para ser el portador del mensaje del Islam al mundo, y ella puso su propio corazón, mente y alma en este trabajo para que fuera exitoso.

Los padres de Jadiya, como los padres del Santo Profeta Muĥammad, murieron cuando ella era pequeña, de esta manera ella estuvo privada al igual que el Santo Profeta del amor y la ternura paternal. Ella y su esposo fueron ambos huérfanos a temprana edad, pero ambos fueron destinados para dar su amor y su ternura a los huérfanos del mundo. Aquello que ellos perdieron, en el amor y la ternura de los padres, lo ganaron en el infinito amor y misericordia de DIOS el Todopoderoso.

Cuando Jadiya entró a la casa del Santo Profeta como su esposa no mostró ningún interés en las galas, en cosméticos y en regalos costosos y exóticos, etc. Después de su matrimonio ella solamente tuvo, un interés primordial y fue la seguridad, el confort y la felicidad de su esposo. Ella los aseguró poniendo toda su energía y tenacidad. Ella solo estaba bien, si él lo estaba, era feliz si él lo era, la felicidad del Santo Profeta era su felicidad.

Ella fue dotada con aquel raro don y toque, el cual hizo de la casa de su esposo un paraíso en esta tierra. El rol que Jadiya jugo después de la proclamación de su esposo en la misión como mensajero de Dios, fue vital e importante en la historia del Islam. Los paganos lo atormentaron con sus imprecaciones y lo hirieron con sus manos. Lleno de dificultades que poseía su labor, con unos vecinos ruidosos y groseros que hacían este trabajo aún más difícil, pero tan pronto como el entraba a su casa, Jadiya lo recibía con una sonrisa, que aliviaba todas sus penas. Ella le hablaba palabras de entusiasmo y esperanza y confort, y todas sus ansias y temores se desvanecían.

La sonrisa de Jadiya y sus palabras eran como un bálsamo para sus heridas, las cuales los idolatras le infligían al Santo Profeta todos los días. Y cada día, Jadiya revivía su espíritu y reinstauraba su moral. Su alegría servía de descanso para él, derribando la presión a la que él se enfrentaba y así él podía enfrentar a sus enemigos con una nueva confianza. La única felicidad que el siempre encontró en estos años de horror y terror, era cuando él, estaba al lado de Jadiya. La tristeza y las tribulaciones se vinieron en masas, una de tras de otras, intimidándolo y sobrecogiéndolo, pero ella siempre estaba allí, para reconstruir y superar su coraje y resolución. Ella era para él una protección psicológica en contra del trauma, y en la escalada constante violencia de Quraish.

Jadiya tenía el mismo sentido de la misión profética, que poseía el Profeta Muĥammad y ella estaba tan entusiasmada como él, por ver el triunfo del Islam sobre el paganismo. Ella se adhirió al compromiso y poder, esto lo hacía para liberar a su esposo de la necesidad de ganarse la vida. De esta manera, ella le permitió a él, enfocar toda su atención, sus energías físicas y su tiempo al avance del Islam. Esta es la contribución más significativa que ella hizo al trabajo, de su esposo como mensajero de Dios, ella fue el apoyo que el necesito. En las palabras de A. Yusuf 'Ali, “a través de todos sus años de preparación, los años antes de la proclamación del Islam, fueron el tiempo de preparación para la profecía“.

Yusuf 'Ali dijo:

El permaneció días y noches (el Santo Profeta Muĥammad) allí (la cueva de Hira) junto a su Señor.

Fueron difíciles los problemas que el resolvió en su menta y más duros que el granito rojo de la rocas que lo rodeaban, - no sus propios problemas sino los problemas de su gente, y el destino de la humanidad. De la misericordia de Dios y del viejo conflicto del bien y del mal, el pecado y la abundante gracia.

Es probable, que el Profeta designó, normalizó y optimizó el Islam en la cueva de Hira, los lineamientos del Islam fueron claros e indudablemente visibles, en la vida de Muĥammad, mucho antes de que el fuese proclamado, formalmente como mensajero de Dios. No sabemos exactamente por cuánto tiempo duraron los (años de preparación), pero cuando él tenía cuarenta años de edad, la estructura del Islam ya estaba lista en su mente.

El tiempo fue un factor básico en la sistematización del Islam, y Jadiya estaba al tanto de la importancia que esto tenía para su esposo en su trabajo. Por esto, ella hizo un ambiente óptimo en el cual él pudiera tener el mayor tiempo posible y para hacerlo productivo.

Jadiya fue abundantemente dotada con la empatía, ella se anticipaba a los deseos de su esposo, e iba siempre adelante en aquello que él quería que se hiciera. Veinticinco años de vida marital, produjeron una mutua correspondencia entre ella y su esposo.

En el décimo año de la proclamación, Jadiya murió. La muerte de un ser querido, muestra la vulnerabilidad del amor mortal; pero, el amor del Santo Profeta Muĥammad y la gran dama Jadiya no era mortal, este era inmortal. Cuando Jadiya murió, el amor de Muĥammad por ella no murió. En verdad, su amor por Jadiya, no solo sobrevivió, sino que fue creciendo con el pasar del tiempo. Ni siquiera, en la casa de sus nueve esposas, impidieron el crecimiento de ese amor, y su amor por ella, siempre estuvo luchando para buscar una expresión. Si Jadiya había mostrado bondad hacia alguien alguna vez, e incluso si ella lo hubiese hecho una sola vez, el Santo Profeta se acordaba de esto; y el mostraba la misma bondad a esa persona, después de la muerte de Jadiya, él lo hacía cada vez que podía.

En Medina, una vez, una anciana vino a ver al Santo Profeta Muĥammad. Él la saludó cordialmente, mostrando mucho interés por su bienestar, satisfaciendo su pedido. Cuando ella se fue, 'Aisha, quien era una de sus esposas, le preguntó quién era la anciana, él dijo: “Cuando Jadiya y yo estábamos en la Meca, esta mujer de vez en cuando venía a verla”.

Durante su vida, Jadiya había mostrado generosidad y bondad a innumerables personas. Después de su muerte, el Santo Profeta Muĥammad no se olvidó de aquellas personas. Los recipientes de la generosidad y la bondad de Jadiya, se convirtió tras su muerte en el recipiente de la generosidad y la bondad de su esposo. En conexión a esto, se reporta un dicho de Aisha:

“Siempre que una cabra o una oveja, era sacrificada “en la casa” el mensajero de Dios, ordenaba que parte de su carne fuese enviado a las damas que alguna vez habían sido amigas de Jadiya. Una vez le pregunté ¿por qué él hacía esto? Y él dijo: Yo amo a todos aquellos que Jadiya amaba”.[1]

Dios, el todo poderoso honró a su amada sierva, Jadiya y la salvo de la angustia de compartir el amor de su esposo con otras mujeres. A través, de un cuarto de siglo de vida matrimonial, ella y nadie más que ella, fue la compañera y la amiga de su esposo, el Santo Profeta Muĥammad. Ellos vivieron el uno para el otro, compartieron las amarguras y las dulzuras juntas.

Dios, les otorgó grandes atributos de carácter y personalidad su sierva, Jadiya. Fue ricamente bendecida con estos atributos, ella los reafirmó con sus buenas acciones por el Islam, ella lució estos atributos, a través del amor a Dios, la obediencia a su esposo y el servicio al Islam. A través, del amor y el silencio, ella alcanzó una posición, la cual permanece inalcanzable para cualquier otra esposa del Santo Profeta.

Después de la muerte de Jadiya, muchas otras mujeres entraron a la casa de Santo Profeta como esposas, algunas hicieron poco para darle felicidad, confort y paz. En verdad, ellas fueron lo contrario. Ellas le quitaron la felicidad, el confort y la paz, y trajeron angustia a su vida.

Solo Jadiya hizo con su química de carácter, la casa del mensajero de Dios, una isla de paz, júbilo y felicidad, en un mar de conflictos.

Esto fue decretado en el cielo que el Santo Profeta Muĥammad, debería casarse con la mejor de toda Arabia, no hubo otra mujer más que Jadiya. Dios tenía un propósito distinto para ser llenado por ella. Su matrimonio, por esto fue realizado en el cielo. Abbas Mahmud al-Aqqad de Egipto, dice en su libro; Aisha:

Esto fue un decreto especial de Dios, el hecho de que la esposa de su Mensajero debía ser una mujer, tan simpática y pura como Jadiya.

Jadiya era la materialización de la piedad y la pureza, y era un guardián de los supremos ideales, y los más elevados valores en la vida. Lo más probable, es que si el Santo Profeta no hubiese aparecido, Jadiya podría haberse quedado sola. El mensajero de Dios, una vez dijo acerca de su hija Fátima: no había, nadie digno para casarse con Fátima, excepto 'Ali ibn Abi Ţalib; y sería justo decir que, si no hubiese existido el Profeta, nadie hubiese sido digno de casarse con Jadiya.

A este respecto, A. Yusuf 'Ali, el traductor y comentador del sagrado Corán escribe lo siguiente:

El único matrimonio del Santo Profeta cuando joven fue su primer matrimonio con Jadiya, la mejor mujer y la mejor de sus esposas. Se casó con ella quince años antes de recibir su llamado para el apostolado, este matrimonio duró 25 años, y su devoción fue la más noble, justa, tanto en los estándares espirituales, como sociales. Durante este periodo no tuvo otra esposa, lo cual era inusual para un hombre de su posición entre su pueblo. Cuando Jadiya murió contaba con 50 años de edad y por dos motivos nunca había tomado otra esposa, él probablemente nunca se casó otra vez, así como él era el más mesurado en su vida física.

Las dos consideraciones que dieron paso a sus posteriores matrimonios fueron: 1.Compasión y clemencia, como cuando él deseaba proveer a las viudas, que no podían ser provistas de ninguna otra manera con la sociedad, algunas de ellas como Sawda, que tuvo problemas en su primer matrimonio, requiriendo protección, 2.Ayudando en sus deberes de liderazgo con mujeres que debían ser instruidas y mantenerse juntas en la gran familia islámica, donde hombres y mujeres tenían los mismos derechos.

El apóstol de Dios, le daba la bienvenida siempre que tenía la oportunidad de expresar su admiración y afecto por Jadiya, y en reconocerla como un signo para el servicio del Islam, él lo hacía, en primer lugar para cumplir con la orden de Dios, la cual está consagrada en el siguiente versículo de su libro:

1. Recordad las bendiciones de Dios para vosotros. (Corán 2:231)

2. Y proclama la merced de tu señor. (Corán 93:11)

Muĥammad el siervo y mensajero de Dios, recibió muchos favores de parte de Dios -a través de Jadiya– y él los repetía, y los proclamaba.

En segundo lugar el Santo Profeta, le gustaba reafirmar lo grande de las acciones de Jadiya, en el servicio de Dios y del Islam, a parte de su amor por ella. Esta era una forma de él expresarle su amor. También era una forma de recapturar el tiempo, que él y Jadiya pasaron juntos. Uno claramente puede ver que en sus reminiscencias, él siempre revivía su pasado, y uno siempre podría ver en ellos rangos de nostalgia. Debía haber momentos en su vida, así como en la vida de cualquier persona, los cuales le producían nostalgia.

Los autores de dos famosos libros, Al-Isabahfi Tamyiz as-Sahabah y al-Istiab, han reportado que Aisha dijo:

“Cada que el mensajero de Dios, salía de la casa para algún lado, siempre se acordaba de Jadiya, la elogiaba y la bendecía.”

Con el pasar de los años de la vida matrimonial, el amor del Santo Profeta Muĥammad y la gran dama Jadiya, ganó una profunda fuerza. Con su amor, ella apartaba todas sus ansiedades, temores y penas; como lo dijimos antes. Usando una metáfora oriental, Jadiya arrancó todas las espinas de la vida del Santo Profeta Muĥammad y en su lugar plantó rosas de amor y tulipanes de afecto. Aquellas flores nunca se marchitaron; su color, fragancia, frescura fueron eternos. Si alguna vez existió un matrimonio eterno, este fue el del Santo Profeta Muĥammad y la gran dama Jadiya; siempre permaneció radiante, desde el primer día hasta el último. Jadiya permaneció por siempre viva en el corazón del Profeta. Su nombre estuvo en sus labios y su amor siempre llenó su corazón. Solo el hacerle cumplidos y hablar de ellos, lo hacían feliz.

Cada palabra y cada acto de Jadiya, mostraba por qué ella lo había escogido como su esposo, ella exhibía una asombrosa intuición y perspicacia del más alto nivel, pero estos dos son regalos los cuales otras mujeres también poseen, y Jadiya no fue la única mujer agraciada con esto. La única explicación del porqué ella se casó con el Santo Profeta fue que su decisión fue guiada por el Todopoderoso. Cuando se encontró con Muĥammad, el futuro Profeta, vio en él, lo máximo en grandeza y  puso su destino en sus benditas manos, aquellas manos elevaron su destino y lo hicieron sublime.

Fuente:  Jadiya (P); La gran esposa del Profeta Mahoma (PB); Editorial Elhame Shargh- 2012

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[1]Ibn Haÿar al-Asqalani, Al-Isabah fi Tamyiz as-Sahabah, vol. 4, p.283.

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