El gobierno argentino, presidido por el Multimillonario derechista Mauricio Macri, ha intensificado su accionar islamófobo, a partir del papel asignado a su administración, tras la visita a ciertos países latinoamericanos, el pasado mes de julio, del Primer Ministro sionista Benjamín Netanyahu.
Este 2 de noviembre del año 2017 se conmemoran cien años desde aquel fatídico acuerdo entre el sionismo y el imperio británico, para dar rienda suelta a los objetivos de colonización de Palestina.Una colonización que sería llevada a cabo por parte de colonos judíos europeos, alentados por la dirigencia sionista y bajo el mito religioso del retorno a una tierra prometida por una divinidad, que lo mismo exhibía títulos de dominio que exclusividad y preferencias respecto a pueblos elegidos.
El año 2014 cuando el mundo occidental conmemoraba alborozado los 25 años de la caída del Muro de Berlín sostuve en un artículo que sea en América del Norte, África, Asia Central, Medio Oriente, Europa o el Lejano Oriente los muros, las vallas, las cercas y alambras son creaciones destinadas a separar, a dividir, a segregar, a hacer más injustas las relaciones entre nuestras sociedades.El mundo del Tercer Milenio muestra la marcha de un sistema, parafraseando la frase de un fallecido Papa como “intrínsecamente perverso”, donde la riqueza social, conseguida a golpe de reivindicaciones, luchas, prisión, represión y muerte de millones de hombres y mujeres a lo largo de la historia, ha quedado concentrada en unas pocas manos.
42 Años de Traición al Pueblo SaharauiPor Pablo Jofré LealPeriodista y Analista InternacionalArtículo Exclusivo para Islamoriente El mes de noviembre marca para los pueblos árabes un mes infausto. Un mes marcado de fechas trágicas, que nos obliga a mirar la historia, aprender de ella y recordar – volver a pasar por el corazón – como una obligación política y moral.
Hace ya más de una semana que se oficializó el reconocimiento por parte de los EE.UU. de la ciudad de Al-Quds como capital del ente sionista de Israel. En estos días hemos visto cómo en algunos lugares del mundo se han realizado manifestaciones más o menos numerosas en apoyo de Palestina, y también algunas declaraciones por parte de distintos representantes gubernamentales tanto de países de la zona, como de fuera de ella; bien fueran para cumplir pero sin causar demasiada estridencia, bien fueran para llamar a los países árabes y musulmanes a unirse verdaderamente para enfrentar ente nuevo envite del sionismo realizado a través de su manijero estadounidense.
No existe, en la actualidad, un ataque más constante e ilegal que el ejecutado por Estados Unidos y sus aliados incondicionales contra la República Islámica de Irán. Han sido 39 años de agresiones de los gobiernos estadounidenses – desde el año 1979 a la fecha -  que no perdonan al pueblo iraní haberse liberado de su nociva influencia.
La casta gobernante en Israel, tanto la civil como la militar, han sido sacudidos por el temor de ver concretado el aislamiento de la entidad sionista, a partir de la decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de impulsar la Resolución N° 2334 aprobada el pasado 23 de diciembre del 2016.
Setenta naciones, junto a las cinco potencias mundiales miembros del Consejo de seguridad de la ONU, se reunieron el pasado 15 de enero en parís, con el fin de relanzar un proceso de paz estancado entre palestinos e israelíes. El resultado fue el previsible: nada nuevo bajo el sol.A dicha cita no fueron invitados los miembros de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) como tampoco de la entidad sionista. El gobierno francés pretendía que tanto Netanyahu como Abbas se reunieran en París como broche de esta Conferencia, idea imposible de llevar a cabo por la rotunda negativa del Primer Ministro israelí. El objetivo de la Conferencia  era sentar una política de consenso destinada a avanzar en el término de un conflicto que se arrastra  ya por 59 años y que se ha expresado, en lo concreto, en la pérdida territorial de gran parte de la Palestina histórica, la ocupación de los territorios de la Ribera Occidental a partir del año 1967, el cerco a la Franja de Gaza, la política de asentamiento con colonos judíos en el Wests Bank en una cifra que supera ya los 650 mil colonos y el establecimiento de bantustanes  sujetos a la administración civil y militar sionista, que hacen imposible pensar hoy en un Estado Palestino.
La República Islámica de Irán vive un contencioso que ha marcado toda una generación, que ha visto transitar casi cuatro décadas desde el triunfo revolucionario, con una guerra de agresión que obligó a la denominada santa defensa contra Irak. Años de bloqueos y sanciones por el férreo convencimiento de asumir su soberanía y dignidad a toda prueba. Una época que en julio del año 2015 generaría un punto de inflexión, con la firma de los denominados Acuerdos Nucleares o Plan Integral de Acción Conjunta – JCPOA por sus siglas en inglés – que reconoce en Irán su derecho a desarrollar su programa nuclear pacífico y con ello poner fin a sanciones económicas, políticas, científicas y diplomáticas, que mostraron no sólo su carácter injusto, sino que estériles para doblegar la resistencia iraní.
En la parte I de este trabajo sostenía que la otrora “isla de estabilidad” con que el ex mandatario estadounidense Jimmy Carter definía al Irán sujeto al dominio estadounidense se vio sacudida por una Revolución.Una revolución que comenzó a cambiar, no sólo estructuralmente la nación persa, sino también la correlación de fuerzas en la zona de Oriente Medio y Asia Central. En sus 38 años, desde el triunfo de las fuerzas revolucionarias, la República Islámica de Irán ha tenido que ampliar su estado de alerta en todos los planos, fortalecer su capacidad disuasiva, elevar la moral combativa de sus tropas, desarrollar su industria, investigar, crear, innovar a pesar de las restricciones y bloqueos que día a día tiene que sortear. Un combate que no ceja en virtud de la determinación de sus enemigos occidentales y regionales decididos a destruir a Irán “sumirla en la edad de la piedra” como es habitual escuchar en los apocalípticos discursos y en la cantinela repetitiva de los gobiernos sionistas sean estos Laboristas o del Likud.

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