Ramadán, la práctica de la adoración a Dios
Equipo de redacción de la revista Kauzar; Por: Zohre Rabbani; Traducción: Fátima Paz
En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
Dios Altísimo dice en el Sagrado Corán:
یاأَيُّهَا ٱلَّذِينَ ءَامَنُوا ٱسْتَجِيبُوا لِلَّهِ وَلِلرَّسُولِ إِذَا دَعَاكُمْ لِمَا يُحْيِيكُمْ
“¡Oh, aquellos que creyeron! Respondan a Dios y al Profeta cuando los invitan a aquello que les da vida” (8:24).
Así como también indica que el camino para llegar a aquello que nos da vida es la realización de buenas obras:
مَنْ عَمِلَ صَـٰلِحًا مِّن ذَكَرٍ أَوْ أُنثَىٰ وَهُوَ مُؤْمِنٌ فَلَنُحْيِيَنَّهُۥ حَيَوٰةً طَيِّبَةً وَلَنَجْزِيَنَّهُمْ أَجْرَهُم بِأَحْسَنِ مَا كَانُوا يَعْمَلُونَ
“Quien haga el bien, sea hombre o mujer, siendo creyente, le daremos una vida buena”(16:97).
Y en muchas otras aleyas, Dios enumera varias acciones de este tipo y nos enseña también los requisitos necesarios para alcanzar esa buena vida, como lo es la taqua (el temor a Dios, el reservarse y evitar el pecado por Dios) como objetivo a medio plazo:
یاأَيُّهَا ٱلَّذِينَ ءَامَنُوا كُتِبَ عَلَيْكُمُ ٱلصِّيَامُ كَمَا كُتِبَ عَلَى ٱلَّذِينَ مِن قَبْلِكُمْ لَعَلَّكُمْ تَتَّقُونَ
“¡Oh, aquellos que creyeron! Se les ha decretado el ayuno, tal como fue decretado a quienes os precedieron, quizás así teman a Dios” (2:183).
En otras aleyas, el Corán se dedica a explicar los efectos que tiene el temor a Dios y lo describe como un criterio para la aceptación de las buenas acciones.
إِنَّمَا يَتَقَبَّلُ ٱللَّهُ مِنَ ٱلْمُتَّقِينَ
“Ciertamente, Dios acepta (las acciones) de los timoratos” (5:27).
En otras palabras, así como podemos deducir de las aleyas y narraciones de Ahlul-Bait (la paz sea con ellos), el ser humano ha sido creado con el fin de adorar y reflejar los nombres de Dios Altísimo. La adoración y servidumbre significa asemejarse a Dios y manifestar Su belleza.
El camino para llegar a tal posición es la taqua. Es decir, la obediencia a Dios en todos los asuntos, dar un color divino a todos los aspectos de nuestra vida. La taqua es un estado del alma que guía al ser humano hacia el bien y las virtudes morales y lo aleja del mal y la decadencia moral.
La obediencia a las ordenes y dictámenes divinos crea este estado en el corazón y el alma del ser humano y lo eleva hasta que logra amar aquello que Dios ama y repudiar aquello que dios repudia.
El ayuno, entre otras acciones, es una de las órdenes divinas más importantes y el mes de Ramadán es un obsequio divino y un trozo del mismo paraíso en nuestro mundo tan oscuro.
Ramadán es una oportunidad de oro que Dios nos ha otorgado para alcanzar aquél grado de adoración y aquella vida pura.
En este bendito mes, por la voluntad de Dios, programamos nuestras vidas de una forma muy especial. Aunque sea por un mes, experimentamos lo que es volverse un ser amado por Dios, aunque sea por un mes, practicamos controlar los momentos en los que comer y en los que no, con un adhán (llamado a la oración) dejamos de comer y, con otro, desayunamos. Aunque sea por un mes, contralamos los momentos en los que dormir y en los que permanecer despiertos, qué súplicas leer, cómo comportarnos con los necesitados, cómo controlar la lengua, los oídos, los ojos y otros órganos y someterlos a las órdenes de Dios.
Es posible que, debido a la distracción en la que muchas veces nos sumerge este mundo, nos hayamos alejado del sendero divino, este mes de ejercicio sirve para volver a encarrilarnos en las vías de ese sendero. Este mes de ejercicio otorga a nuestras vidas orden, reúne a los miembros de la familia que se habían desparramado, aumenta el amor y convierte los rencores en amistad y fraternidad y hace que la gente participe, toda junta, en reuniones espirituales. Nosotros, poco a poco y de forma natural nos adaptamos a este programa diseñado por Dios.
Lo más importante es que este esfuerzo y esta conducta durante todo un mes nos hace asemejarnos a las pruebas de Dios, a los seres humanos perfectos y amados por Dios, nos acerca a ellos y aumenta nuestro amor por ellos. Esto se debe a que ellos son seres perfectos que siguen (y seguían) este modo de vida divino durante todo el año.
El ayuno tiene, además de los efectos que ya nombramos, muchos otras bendiciones, como lo son:
La sabiduría: el ayuno purifica nuestros corazones y nos prepara para alcanzar los valores humanos y espirituales y, por otro lado, la sabiduría.
En la ascensión del Profeta Muhammad (la paz y bendición sean con él y su familia) a los cielos, Dios le informó que el fruto del hambre es la sabiduría. Se ha narrado de Ahlul Bait (la paz sea con ellos): “No hagan morir a sus corazones excediéndose al comer y beber”.
El ayuno da, al alma del ser humano, una oportunidad para reflexionar y obtener sabiduría. El exceso de comida y bebida hace que el alma del ser humano, de origen divino y lleno de capacidad, se distraiga preocupándose por el cuerpo y la digestión de la comida y le impide ocuparse de adquirir sabiduría y conocimiento. La falta de disciplina a la hora de comer y beber hace que uno se ocupe, más de lo debido, en “retirar los residuos” y no le permite el esfuerzo con un objetivo mayor. El ayuno da al alma del ser humano la oportunidad de elevarse.
La comprensión de los necesitados: es otra de las bendiciones a las que conlleva el ayuno. Es decir, permitir que el ayunante comprenda el dolor y las dificultades por las que pasan las clases más desposeídas de la sociedad.
El Imam Husein (la paz sea con él) dice: “Dios ha ordenado el ayuno para crear igualdad entre el pobre y el rico y para que el rico pruebe el sabor del hambre y, así, tenga compasión y misericordia por el pobre”.
Este es un aspecto valiosísimo del Islam, el cómo se ocupa de lo material y lo espiritual al mismo tiempo y cómo los actos de adoración tienen valiosos resultados sociales, además de los espirituales, físicos, etc.
Muchos de los actos de adoración recomendables en el Islam, así como sus festividades y celebraciones están directamente relacionados con la ayuda a los necesitados y el incentivo para ayudar. Esto demuestra la alta posición de la que los valores humanos gozan en esta religión y el amor que Dios tiene por Sus siervos.
El fortalecimiento de la voluntad: claro está que el ayuno fortalece la voluntad y resistencia del ser humano frente a las dificultades de la vida.
El desvanecimiento de la arrogancia: este efecto es del tipo espiritual y moral. Según los hadices, el ayuno hace que la arrogancia y vanidad desaparezcan, creando un estado de compasión y humildad en el ser humano, haciéndolo llegar a la tranquilidad y serenidad.
La desintoxicación y purificación del cuerpo: sin dudas, el ayuno es muy beneficioso para nuestro cuerpo, puesto que lo purifica y elimina las toxinas que se pueden hallar en él, mejorando la salud. Tal como recomienda el hadiz: “ayunen y tendréis buena salud”.
Recomendaciones de los grandes para el mes de Ramadán:
El momento del iftar (el desayuno) es un momento para aprovechar las bendiciones de Dios y uno de los momentos en los cuales la súplica es respondida. En cuanto a esto, los grandes sabios han dado consejos y recomendaciones que nos ayudan a sembrar, en nuestras almas y la de nuestros hijos, el amor al Islam y a Ahlul-Bait (la paz sea con ellos) y a guardar recuerdos y anécdotas espirituales relacionados con el ayuno.
1. Cuando, en el momento de romper el ayuno, vemos el agua frente a nosotros, agradezcamos a Dios sus bendiciones y recordemos los sedientos labios del Imam Husein (la paz sea con él) y sus compañeros, que han dejado derramar su sangre para que nosotros podamos obtener la guía del verdadero Islam. Ellos entregaron sus almas al Creador de ellas, con labios sedientos estando entre dos ríos.
2. Reflexionemos y recordemos que si tenemos la oportunidad de romper el ayuno comiendo de las bendiciones de Dios, variadas y deliciosas, es gracias a la existencia de un ser humano perfecto, es decir: nuestro Imam de la época. Tal como leemos en la súplica ‘adila: “Ese ser gracias al cual las criaturas obtienen su sustento. El cielo y la Tierra permanecen en pie gracias a su amor y es gracias a él que la Tierra y el cielo permanecen conectados”. Entonces, recordemos al dueño original de estas bendiciones y quejémonos ante Dios, Altísimo, por su ausencia y pidamos a Él su pronto alivio.
3. Si es posible, rompamos el ayuno con agua de la fuente de Zamzam mezclada con un poco de tierra de Abi ‘Abdillah, el Imam Husein (la paz sea con él)
4. En el momento del iftar, pidamos perdón a Dios por nuestras faltas y pecados.
5. Recitemos la sura “El decreto” en el momento del iftar, ya que esta sura es la sura de la uilaia (autoridad de Ahlul-Bait sobre los musulmanes) y nos prepara para las noches del Decreto, denominadas por el Imam Sadiq (la paz sea con él) como: “el corazón de Ramadán”.
Además de las recomendaciones dadas, lo siguiente también es importante para poder aprovechar aún más este bendito mes:
Tratemos de leer, en los días y noches de este bendito mes, las súplicas recomendadas. Hagámoslo con concentración y reflexionemos en ellas, ya que gran parte del conocimiento islámico se encuentra escondido en las súplicas narradas por nuestros Imames. Tal como dijo el Imam Jomeini (r.a): “las súplicas son una fábrica de autoconstrucción”.
En las súplicas del mes de Ramadán encontramos gran conocimiento y valores tales como: los nombres divinos, los pilares y las ramas de la religión, incentivo a una conducta moral y ayuda a los necesitados.
En estas súplicas, especialmente la súplica “Iftitah”, encontramos hermosas letanías con el Todopoderoso, letanías rebosantes de conocimiento elevado acerca del Imam Mahdi, en ellas se han mencionado todas las creencias de un musulmán, las condiciones y dificultades a enfrentar en la época de la ocultación del Imam y, también, se ha descrito la época de su aparición.
Rogamos a Dios que todos los musulmanes del mundo puedan disfrutar en este bendito mes de salud, prosperidad y espiritualidad.
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