Cada religión encarna una parte específica en el mapamundi de la espiritualidad. Muy probablemente, el Islam sea una de las pocas tradiciones espirituales –quizás la única- que, a diferencia del resto, no se define por el nombre de su fundador -como ahora el    cristianismo o el budismo, por ejemplo-, ni tampoco por el grupo étnico del que surgió -como es el caso del judaísmo- o por el nombre del país de origen -como el hinduismo-, sino por la actitud y la vivencia interior. En efecto, la denominación de Islam, que deriva del verbo árabe àslama, quiere decir aceptación profunda de Dios, o lo que es lo mismo, entrega libre y confiada a Su poder y magnanimidad. Al mismo tiempo, el vasto campo semántico del término Islam incluye otras acepciones como «Paz» y hasta «Salud».