El Profeta Mahoma (Muhammad) (PB);

Su nacimiento, su infancia y adolescencia

Por: Aiatollah Yafar Sobhani

Las oscuras nubes de la ignorancia se habían abatido sobre Arabia. La iniquidad y maldad generalizadas, las guerras sangrientas, el incremento del saqueo y la matanza de las hijas mujeres, habían extinguido casi por completo las cualidades morales de ese pueblo. La sociedad árabe estaba pasando por el período más oscuro y triste de su historia.

Pero justamente en ese momento surgió una estrella de esperanza que iluminó ese oscuro ambiente, y fue el nacimiento de quien sería el Sello de la Profecía: Muhammad (B.P.). Este acontecimiento marca un hito notable, un punto de inflexión en la decadencia de un pueblo sumido por entonces en la ignorancia. Al cabo de pocos años esa estrella se convertiría en un sol que iluminaría todo el mundo instaurando las bases de una civilización y cultura justas para todo el orbe.

LA INFANCIA DE LOS GRANDES

Todos los capítulos de la vida de los grandes hombres merecen un estudio cuidadoso, pues la personalidad de estos seres elegidos por la Voluntad divina se muestra milagrosa, incluso en el período temprano de la infancia. La Torah y el Sagrado Corán relatan el nacimiento de Moisés (P.): “Ya te habíamos agraciado (Moisés) una vez, cuando inspiramos a tu madre lo que le fue inspirado: Ponle (a tu hijo) en una arquilla y échale en el Nilo., para que este la lleve a la orilla, donde lo recogerá un enemigo mío, que es (también) suyo; porque ya les infundiré amor hacia ti, y para que sea criado bajo mi tutela. Cuando tu hermana iba diciendo: ¿Queréis que os indique a quien se encargará de el? Entonces te restituimos a tu madre para que se consolase y no se apenara. “(20:37 a 40)

Como cuenta la historia, cientos de recién nacidos varones fueron asesinados en el intento de acabar con Moisés (P.). Pero la voluntad de Dios era que él viviese, y no sólo no lograron dañarlo sino que el Poder divino hizo que quien se empecinaba más en asesinarlo (el faraón de Egipto) le brindara protección en su propia casa sin sospechar nada.

     El período de embarazo de la madre de Jesús (P.), su nacimiento y su crianza, son todavía más asombrosos. “y menciona a María (¡Oh Mensajero!) en el Libro, cuando se retiró de su familia hacia un lugar oriental (de su casa). Y colocó una cortina para ocultarse de ellas, y le enviamos nuestro Espíritu que se le aparecía, personificando a un hombre perfecto. Dijole: ‘¡Por cierto que me amparo de ti en el Graciabilísimo, si eres temeroso (de Dios)! Le respondió: ‘Tan sólo soy el mensajero de tu Señor, encargado de agraciarte con un hijo inmaculado. Dijole: ¿Cómo podría tener un hijo cuando ningún hambre me ha tocado, y jamás fui adúltera?’ Le dijo: ‘¡Así será! Dijo tu Señor: ‘¡Eso me es fácil!, y haremos de él un milagro para los hombres y será una prueba de nuestra misericordia’. Y fue una orden irrevocable.” (19:16 a 21)

Los seguidores del Corán, la Torah y el Evangelio, cuando sostienen como verdadero lo relatado por la primera Escritura acerca de estos Profetas, no pueden dudar de la veracidad de la historia del Profeta Muhammad (B. P.), sobre los hechos extraordinarios de su nacimiento e infancia.

Un nacimiento milagroso.

En el mismo momento en que nació el Profeta del Islam (B.P.) el balcón del Palacio de Josrou se resquebrajó y 14 de sus columnas se derrumbaron; el fuego sagrado del templo en Persia se apagó; los 360 ídolos existentes en el templo de la Ka‘aba en la Meca se cayeron; el rey de Persia y una gran cantidad de sus sabios consejeros tuvieron al mismo tiempo una horrible pesadilla. Una luz del ser del Profeta (B.P.) ascendió a los cielos e iluminó cuantiosos kilómetros. Muhammad (B.P.) nació con la circuncisión hecha y sin cordón umbilical. Dijo al cabo de nacer: “Dios es el Más Grande, las alabanzas sean con El, glorificado sea, mañana y tarde”.

La fecha de su nacimiento…

El Profeta Muhammad (B. P.) nació en el año 570 de la era cristiana, el año del elefante. Lo más probable es que haya nacido un viernes 17 de Rabi‘ Al-Auual, luego del alba. (*)

Al séptimo día de su nacimiento su abuelo, Abdul Muttalib, ofreció una gran fiesta a la que concurrió todo Quraish. Lo hizo con el propósito de presentar a su nieto en sociedad y darle públicamente por nombre Muhammad. Al hacerlo surgió una cuestión entre los presentes: ¿Por qué había elegido ese nombre tan poco común? Abdul Muttalib respondió: “Porque quiero que sea alabado tanto en los cielos como en la tierra” (Muhammad significa alabado). Y sin duda la inspiración divina intervino en la elección de ese nombre pues sólo unas pocas personas se llamaban así en esa época y no cabría por ello posibilidad de error en la identificación futura del nuevo profeta, cuyo nombre, características físicas y espirituales habían sido anunciados en los libros sagrados que precedieron al Corán.

Su periodo de lactancia.

El recién nacido quraishita sólo fue amamantado por su madre durante tres días, y luego dos mujeres tuvieron el honor de ser sus amas de leche. Una de ellas, la primera, se llamaba Suvaibah, y lo amamantó hasta los 4 meses de edad. Esta mujer era una sirviente de Abu Lahab. Su otra ama de leche fue Halimah hija de Abu Dhu’iab.

La mayoría de los árabes tenían por costumbre entregar a sus pequeños a ciertas mujeres que vivían, generalmente, en las afueras de la ciudad, a fin de que los recién nacidos se criaran en ambientes más sanos y puros.

Cuando Muhammad (B.P.) tenía cuatro meses se presentaron varias mujeres para criarlo, cada una de las cuales intentó amamantarlo pero el bebé no quiso succionar más que de Halimah, la cual se convirtió desde entonces en su madre de leche.

SU INFANCIA

El testimonio de la historia confirma que la vida del Profeta del Islam (B.P.) contiene milagros desde su nacimiento hasta su designación como Mensajero de Dios.

Existen dos posiciones contradictorias acerca de los milagros:

1) La corriente materialista, perteneciente a los intelectuales y científicos ateos, cuya cosmología, antropología y filosofía de la historia es encasillada entre cuatro gruesas paredes de material y que busca, en resumen, encontrar motivos “naturales” a los hechos milagrosos que se sucedieron a lo largo de la historia para acabar de ese modo con la idea de que son productos de la Voluntad divina. A menudo intentan negar y rechazar los milagros, aunque se encuentren profusamente registrados en fuentes seguras, atribuyéndolos al excesivo celo y amor de los pueblos para con sus tradiciones religiosas.

Además, a raíz del debilitamiento de la fe y por la soberbia que les da el considerarse representantes de la “ciencia”, muchos orientalistas que se presentan como monoteístas se vuelcan sutilmente a las ideas materialistas. Dicen por ejemplo: “La profecía: es sólo la preeminencia de ciertos hombres, y los profetas son genios prodigios que iluminan el camino de la humanidad con sus brillantes ideas y reformas”.

2) La posición tradicional de las puras religiones monoteístas reveladas, que es la que cree que todos los efectos que se perciben en este plano (la creación, la historia humana en sus puntos culminantes, etc.) están bajo la dirección de un mundo superior. En otras palabras que el universo material no es independiente y autosuficiente, y que el origen de .las doctrinas humanas verdaderas, de las leyes naturales, etc., no es sino la Voluntad divina, la que con Su Poder provoca su existencia y subsistencia. No obstante, y a pesar de que esta posición admite todas estas leyes, no las considera absolutamente estables e invariables, sino que según su creencia pueden ser modificadas por Aquel que les dio origen y las sostiene, y que los milagros de los Profetas (P.), que se apartan de las leyes naturales, son también productos de esa Voluntad omnipotente del Creador y Señor.

Sucesos asombrosos de la infancia del Profeta (B.P.).

Se narra que Halimah relató: “Luego de asumir la responsabilidad de criar y educar al hijo de Amina quise amamantarlo delante de ella. Di al bebé mi pecho izquierdo pero él se inclinaba hacia el derecho. Yo no quería dárselo pues nunca había tenido leche en él, pero ante la insistencia del niño cedí a hacerlo. Apenas comenzó a succionar los secos conductos se llenaron de leche. Este hecho impresionó a todas las que se encontraban presentes.”

Dijo también Halimah: “Desde el día en que llevé el niño a mi hogar la bendición de Dios nos abarcó; nuestros bienes y ganado se incrementaron”.

Cinco años en el desierto.

El Profeta (B.P.) vivió cinco años con la tribu de Bani Sa‘d. Halimah lo había llevado a visitar a su madre en dos oportunidades. La tercera vez que lo llevó fue para dejarlo allí para siempre.

El primer viaje que realizó Halimah junto al pequeño hacia la Meca fue cuando éste culminó su período de lactancia. Halimah no quería volver a su casa sin el niño y por tanto le pidió a su madre que se lo dejara llevar otra vez. Amina aceptó la propuesta, pero el principal motivo de su decisión fue la noticia de que una peste estaba por azotar a los mequinenses. El motivo del segundo viaje de Halimah fue cuando un grupo de monjes etíopes descubrieron en el pequeño todas las señales que, según sus libros sagrados, poseería el futuro Mesías. Quisieron apoderarse de él y Halimah se vio obligada así a viajar a la Meca.

Y de cuando Jesús, hijo de Mana, dijo: ‘¡Hijos de Israel!, ciertamente soy el Mensajero de Dios enviado a vosotros, corroborante de cuanto de la Biblia me precedió y anunciador de un Mensajero que vendrá después de mí, cuyo nombre será Ahmad (Muhammad)’. Mas cuando les presentó las evidencias dijeron: ‘¡Esto es pura hechicería!’.” (61:6).

EL RETORNO A LA FAMILIA

La infancia es el período en que los padres entreven en el futuro de sus hijos. Por su comportamiento, su imaginación, sus pensamientos e inteligencia, sus actos, sus expresiones, todo ello puede reflejar acabadamente su porvenir y desarrollo. Este es el momento también en que se pueden orientar sus aptitudes preparándolos para su más perfecto desarrollo. Un análisis de los datos que poseemos de la infancia del Mensajero de Dios nos anticipa, sin duda, su destino brillante y su ideal y pensamiento elevadísimos.

La cariñosa madre de leche de Muhammad (B.P.) lo tuvo consigo durante cinco años, período durante el cual lo educó, crió y enseñó el árabe puro y elocuente de los nómades del desierto. Luego lo devolvió a su familia, su madre y su abuelo, de quienes constituía el único recuerdo del desaparecido Abdullah.

El viaje a Iazrib (Medina).

Desde el día en que perdió a su querido y joven esposo Amina añoraba la oportunidad de viajar a Iazrib para visitar su tumba y a algunos familiares que allí vivían. Por tal razón cuando tuvo de vuelta a Muhammad consigo decidió emprender este viaje y lo hizo acompañada por una mujer llamada Umm Aiman. Permanecieron en Iazrib durante un mes. Ese viaje sería doloroso para el niño; allí conocería la casa en que había muerto su padre. Pero no terminó allí su dolor pues durante el viaje de regreso a la Meca y de forma inesperada murió su madre. De allí en más quedaría bajo la tutela de su abuelo paterno. Todos estos acontecimientos aumentaron el cariño que la familia sentía por el niño, único recuerdo y flor del jardín de dos jóvenes vidas consumidas prematuramente. Abdul Muttalib lo amaba profundamente, lo prefería a todos sus hijos y en cualquier reunión en que se encontrase lo ubicaba a su lado. Refiere el Sagrado Corán en cuanto a su orfandad:

¿Por ventura no te halló huérfano y te amparó?” (93:6)

Las razones de la orfandad no se presentan muy claras, pero podemos deducir que Dios quiso que el líder de la humanidad saboreara y percibiera los sinsabores de la vida antes de designarlo Su Mensajero, para que así se armara de paciencia y tolerancia, para que estuviera preparado para enfrentar todo tipo de problemas, dificultades y privaciones; y para que toda la humanidad se diera cuenta de que él no era un prodigio humano, que sus padres no tuvieron que ver en su futuro y comprendieran así que todo proviene de la Voluntad divina.

La muerte de Abdul Muttalib.

Cuando aún no se había apagado el dolor por la muerte de su madre otro infortunio azotó al pequeño Muhammad. Antes de cumplir los 8 años de edad perdió a su querido abuelo. Su muerte lo lastimó mucho y jamás pudo olvidarlo. Antes de morir Abdul Muttalib había recomendado a su hijo Abu Talib la protección y tutela de su pequeño nieto en caso de sucederle algo. Este hijo de Abdul Muttalib era muy conocido a raíz de su generosidad y benevolencia

UN VIAJE A SHAM (SIRIA)

Los mercaderes de Quraish viajaban una vez al año a Sham (Damasco, Siria). Abu Talib había decidido participar del viaje del año en curso pero no pensaba llevar con él a Muhammad (B.P.). Por ese entonces el futuro Profeta contaba 12 años y tal travesía resultaría uno de sus más dulces viajes. Antes de la partida de la caravana Muhammad se echó, a llorar y le pidió a su tío que lo llevara con él, y éste accedió a su pedido.

La caravana partió y a mitad de su viaje tuvo lugar un hecho asombroso. Un monje, de nombre Buhaira, que adoraba a Dios en su convento, con profundos conocimientos sobre los libros sagrados del cristianismo y muy respetado por sus pares en religión, hizo detener la caravana. Había reparado desde lejos que mientras un sol ardiente azotaba a todos los mercaderes una nube protegía a un pequeño muchacho que se encontraba en el grupo. El niño llamó tanto su atención que permaneció observándolo unos minutos. Luego rompió el silencio y preguntó:

“¿De quién es este niño?”. Abu Talib respondió que era su sobrino. Buhaira predijo entonces que el niño tendría un futuro brillante y que sería el Profeta prometido por los libros sagrados. Además agregó: “Este niño posee las características de que hablan nuestros libros sagrados, y los nombres de sus padres y familiares coinciden con los registrados en ellos. Tengo conocimiento del lugar en que predicará y sé de qué modo expandirá su doctrina por todo el mundo. Es preciso que lo oculten de los judíos, pues si llegasen a encontrarlo serían capaces de matarlo”.

LAS MENTIRAS DE LOS ORIENTALISTAS

Expondremos aquí algunas de las equivocaciones, mentiras y calumnias tan comunes entre algunos orientalistas que pretenden con ello engañar a las personas desinformadas, a fin de que el lector tome conciencia de la verdad.

La entrevista del Mensajero de Dios, cuando era un niño, con el monje cristiano Buhaira, es un asunto claro y sencillo. No obstante muchos siglos después fue tomado como prueba para sugerir que Muhammad aprendió de él sus profundas enseñanzas y que las difundió 28 años más tarde, despertando de esta forma a la moribunda cultura árabe, tal como el agua fertiliza y revive a la tierra reseca. Sostienen que “...la elevada categoría de su alma, la pureza de su corazón, su prodigiosa memoria y la capacidad de reflexión que naturalmente había recibido, facultaron a Muhammad a asimilar la mayoría de las profundas enseñanzas del monje, como por ejemplo las vidas de los anteriores Profetas y la destrucción de antiguos pueblos como los de Ad y Zamud”.

Estas suposiciones no son sino pura fantasía, porque en nada coinciden con la vida del Profeta y la más simple lógica es capaz de desmentirlas. He aquí algunos indicios de ello:

1. -Muhammad era iletrado y cuando realizó ese viaje no tenía más de 12 años de edad. ¿Es razonable suponer que un niño analfabeto de 12 años pueda aprender las enseñanzas de la Biblia y recién a los cuarenta años convertirlas en una nueva religión?

2.-El viaje que realizó era de tipo comercial, por ende era corto y no pudo haber aprendido la Biblia y el Evangelio en sólo 4 meses, dado que Quraish realizaba dos viajes al año, en el invierno hacia el Yemen y en verano a Sham. Si las mentes más lúcidas no pueden aprender estos dos grandes libros en tan poco tiempo, ¿cómo pudo hacerlo un niño iletrado? Otra de las contrariedades es que Muhammad no permaneció los cuatro meses junto a Buhaira, pues estaba de paso y su entrevista con él no duró más que unas horas.

3.-Las evidencias históricas indican que Abu Talib y la caravana se dirigían a Sham, siendo Busra (el lugar donde moraba el monje) sólo un sitio donde se detuvieron para descansar de la travesía. Resulta claro que es imposible que el futuro Mensajero de Dios pudiera aprender allí el Antiguo y Nuevo Testamentos en tan brevísimo lapso.

4.-Si el sobrino de Abu Talib en verdad hubiese aprendido del monje seguramente este hecho se habría divulgado entre los quraishitas que lo acompañaban, y éstos lo habrían transmitido a su regreso a la Meca. Suponiendo que esto hubiese ocurrido el Profeta no hubiese afirmado que era iletrado, siendo que había estudiado con Buhaira. Por otro lado esto lo dijo al tomar conciencia de que recién en aquel momento Dios lo había favorecido. Además debe destacarse que nadie le refutó que a los 12 años haya estudiado con ese monje, lo cual es notable porque los inicuos de la Meca le atribuyeron todo tipo de calumnias y se esforzaron por encontrarle defectos, al punto que cuando vieron que el Profeta se sentaba junto a un esclavo cristiano aprovecharon la oportunidad diciendo: “Muhammad aprende sus enseñanzas de un esclavo”. El Sagrado Corán responde a esta calumnia cuando dice:

“Bien sabemos que dicen: ‘Sin duda, que un hombre se lo enseña’. La lengua de aquél a quien aluden es foránea, mientras que la de este Corán es la lengua arábiga castiza” (16: 103).

Es francamente increíble que sus enemigos no hubieran aprovechado esta oportunidad si hubieran tenido algún indicio, y ello demuestra a las claras que este engendro es otra calumnia de los orientalistas.

5. -Las historias y los relatos del Corán acerca de la vida de los Profetas son muchas veces diferentes a las historias y los relatos que aparecen en la Biblia y el Evangelio. Incluso hay diferencias notables, sin ninguna concordancia desde el punto de vista científico. Una comparación cuidadosa entre el Corán y los dos libros mencionados muestra que no proviene de ninguno de ellos. En caso de haberse basado Muhammad en ellos debería encontrarse en el Corán signos evidentes de supersticiones y leyendas que se habrían mezclado en él.

6.-Si el monje poseía tanta información metafísica y religiosa como para enseñársela al Profeta (B.P.), ¿por qué entonces él mismo no obtuvo fama divulgándola, y por qué no transmitió sus conocimientos y sabiduría más que a Muhammad a pesar de que a su monasterio concurría mucha gente?

7.-Los versículos del Corán señalan que él no poseía ninguna información acerca de la vida de los anteriores enviados, cuando dice: “Pero tú no estabas junto al flanco occidental del monte Sinaí cuando decretamos a Moisés la misión, y tampoco te contaste entre los testigos” (28:44).

Dice también en la sura Hud, tras relatar la historia de Noé: “He aquí uno de los relatos del más allá que te revelamos, que no lo sabias tú ni tu pueblo antes de ahora. Persevera pues, porque la bienaventuranza será para los temerosos (de Dios)” (11:49).

Y en un versículo de la Sura La familia de Imran, se lee: “He aquí algunos relatos misteriosos que te revelamos, ¡Oh Mensajero!, aunque tu no estuviste presente con ellos cuando, con sus calamos se sortearon para decidir quién se encargaría de María, ni tampoco estabas presente cuando disputaban”. (3:44)

Todos estos versículos demuestran a las claras que Muhammad no poseía, antes de la revelación divina, información alguna acerca de la vida de los Profetas que le precedieron.

Una breve comparación con el Antiguo Testamento.

Este libro “divino” relata tan desordenadamente la historia de los Profetas que jamás podría atribuírselo al Creador. Ahora bien, si el Profeta aprendió lo que figura en el Corán del monje cristiano, ¿por qué entonces el Antiguo Testamento y el Corán no se asemejan en lo más mínimo?

a) Dice el Antiguo Testamento, en el pasaje del Génesis, cap. XXXII, versículos 25/30: “Dios luchó con Jacob desde la noche hasta la llegada del alba”.

b) Dios le mintió a Adán cuando le dijo que si comía del árbol moriría. La verdad era que si lo hacían, obtendrían, al igual que Dios, el conocimiento del bien y del mal. Comieron (Adán y Eva) y diferenciaron el bien y el mal. (Génesis, Cap. 2 y 3).

Estas y otras muchas inconsistencias que contradicen la Unidad divina y el carácter incomparable del Señor y Creador, y difieren totalmente de la idea de Dios que puede encontrarse en el Corán. A todas luces es ridículo suponer que el texto del Corán pudo haberse inspirado, siquiera mínimamente, en la Toráh, pues deberían haberse infiltrado en él algunas de sus muchas supersticiones y errores.

Una breve comparación con el evangelio.

Veamos algunos ejemplos muy sucintos tomados de los evangelios para deducir si es posible que el Corán se haya inspirado en ellos.

a) En Juan 2:1 a 11, se narra que Jesús había concurrido a una boda junto a su madre y sus discípulos. En determinado momento el vino se termina y Jesús, milagrosamente, convirtió en vino siete jarras que contenían agua.

b) En Mateo 26:27 Jesús dice: “Beban, porque esta es mi sangre”. No es preciso aclarar a los lectores la posición del Sagrado Corán y del Islam sobre las bebidas alcohólicas, la que por otra parte sostenemos que fue la posición de todos los enviados divinos (es decir: la absoluta prohibición de los embriagantes), lo que se desprende por ejemplo del versículo coránico: “¡Creyentes!, por cierto que el embriagante, el juego, los ídolos y la superstición de la suerte de las flechas son maniobras abominables de Satanás. ¡Absteneos, pues, de ellas para que prosperéis!” (5:90).

¿Cómo puede sostenerse, entonces, que Muhammad haya aprendido el Corán de aquel monje cristiano, viendo la contradicción anterior? A esta divergencia entre el Corán y el Nuevo Testamento podemos agregar muchas otras, como por ejemplo que Jesús no era amable con su madre (Mateo, Cáp. 12, Marcos Cáp. 13 y Lucas, Cáp. 8), aunque sin embargo el Sagrado Corán dice: “y me hará piadoso con mi madre y Jamás permitirá que yo sea soberbio ni rebelde” (19:32).

En resumen, cualquier persona justa y libre de prejuicios concluirá en que ni la Torah (los libros del Antiguo Testamento) ni los Evangelios pudieron constituir fuentes de las cuales se extrajera el Corán revelado a Muhammad.

LA ADOLESCENCIA DEL PROFETA

Los conductores de una sociedad deben estar dotados de cualidades morales notables. Deben ser pacientes e indulgentes, fuertes y valientes, y es preciso que estén dotados de un alma grande. ¿Cómo podrían erigirse en verdaderos conductores de una comunidad hombres débiles y temerosos, que se dobleguen ante el menor obstáculo y dificultad? ¿De qué manera podrían enfrentar al enemigo y salvaguardar la integridad de su pueblo?

La valentía de Muhammad (B.P.).

En el rostro del noble quraishita se podía ya apreciar el poderío, la valentía y la firmeza. Cuando tenía 15 años participó en la guerra de Fuyyar, que se libró entre las tribus de Quraish y Hawazan. Su tarea en esos combates fue la de desviar las flechas que se dirigiesen a su tío. Su participación en aquella batalla a la temprana edad de 15 años nos muestra su valentía sin igual, y comprendemos el motivo de las palabras del Príncipe de los creyentes (Alí Ibn Abi Talib), famoso él mismo por su valentía, quien decía: “Cuando la batalla llegaba al punto más crucial y culminante todos, sin excepción, nos refugiábamos en el Profeta (B.P.). En esos arduos instantes era él quien se encontraba más próximo al enemigo”.

EL PACTO DE NOBLEZA (O JUSTICIA)

En los anales de la historia de la Meca existía un pacto que regía a la tribu de Yarjamiah conocido como Hal ful fudúl y que según el cual todos los desvalidos u oprimidos tenían derecho a ser defendidos y amparados. Los firmantes y convalidadores de dicho pacto se identificaban con el apelativo de Fadl, de allí nombres como Fadl Ibn Fudala, Fadl Ibn Hariz, Fadl Ibn Vadara, etc. Veinte años antes de la noche de la restauración del monoteísmo (es decir: del comienzo de la misión profética de Muhammad, cuando este contaba sólo 20 años), se produjo un hecho que sería decisivo para la reimplantación del pacto que el devenir del tiempo había hecho caer en desuso. Todo comenzó un día cuando un hombre llegó a la Meca para vender sus mercancías, que compró As Ibn Uail, uno de los más ricos y principales de la tribu de Quraish, sin pagarle la suma completa de los mismas. Aprovechaba el quraishita el carácter de extranjero (en la Meca) y por ende la debilidad y desprotección del comerciante, y su propia posición de poder por pertenecer a la tribu que tenía el control económico y político de la ciudad. El mercader recurrió a los notables de la tribu y les pidió ayuda para recuperar sus bienes, pero nadie colaboró con él. Al no tener respuesta favorable fue hasta la cima de una montaña llamada Abu Qubais, cercana a la ciudad, y desde allí gritó exigiendo sus derechos. Todos se sorprendieron de la desazón de este hombre oprimido y tratado con injusticia. Entonces Zubair, hijo de Abdul Muttalib y tío de Muhammad, y algunos principales de Quraish, decidieron tomar cartas en el asunto y se reunieron en la casa de un hombre llamado Abdullah Ibn Yaz‘an. El joven Muhammad estaba entre ellos. Se juramentaron allí los presentes, en base al antiguo pacto, a ayudar al comerciante ultrajado, fueron todos a la casa del usurpador y recuperaron las mercancías del viajero y se las devolvieron a éste. Muhammad formó parte de esta asociación destinada a combatir la injusticia y proteger a los débiles y oprimidos, a lo que lo inclinaba su alma pura que odiaba la opresión y el engaño, y se enternecía ante los humildes.

Fuente: libro La Historia de Mahoma (PB); Vida del Profeta Muhammad (PB) e historia de los orígenes del Islam

Editorial Elhame Shargh

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* Nuestros hermanos de la escuela sunnita creen que el evento se produjo un 12 de Rabi‘ AI-Auual El Ayatullah Montazeri propuso que se festejara una semana entera y la llamó “Semana de la unión”.

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