Islam y las características de un sistema social justo (II)

Por:

Ayatola Dr. Muhammad Husain Beheshtí

Ayatola Dr. Muhammad Yauád Bahonar

ELEMENTOS ESENCIALES PARA EL ESTABLECIMIENTO DE UN SISTEMA SOCIAL JUSTO

Por naturaleza cualquiera quiere que su vida sea lo más exitosa y fructífera posible. Cualquiera está interesado en llevar una vida así y hace todo lo que puede por lograrlo. En esta lucha general existe la posibilidad que dos o más personas intenten apropiarse de alguna ventaja en particular. Esas personas pueden llegar a un enfrentamien­to a menos que algunas reglas regulen sus conductas y definan sus límites.

Para evitar posibles choques y las peleas resultantes, el único remedio es establecer normas definidas y prescribir claros límites para que todos estén obligados a observarlos. Quien determina estos límites es lo que se llama ley.

La ley.

La ley es un cuerpo de normas y regulaciones definidas que tie­nen la fuerza y autoridad reconocida socialmente, y que determina derechos, obligaciones, límites y responsabilidades de todos los que viven en un territorio particular. Todos, ya sean altos o bajos, tienen que atenerse a estas normas y regulaciones y aceptar las consecuen­cias si las violan.

Fuentes de la ley.

¿Quién fija esos derechos, obligaciones y límites? En este sen­tido, no todas las leyes del mundo son iguales. Cada una de ellas ha sido manifestada por una fuente particular. Desde el punto de vista       de sus fuentes, las leyes pueden ser divididas en cuatro categorías:

1. —Leyes individuales despóticas.

2. —Leyes clasistas despóticas.

3. —Leyes nacionales.

4. —Leyes universales ideológicas.

1. —Leyes individuales despóticas: Este tipo de leyes generalmen­te se originan en la voluntad y deseo de un individuo poderoso, que de acuerdo a sus propios puntos de vista y antojos, formula normas y regulaciones y las pone en vigor. Resulta natural que tales leyes nor­malmente apuntan a cubrir las aspiraciones de esos individuos podero­sos y ayudantes cercanos y no a salvaguardar los intereses de las ma­sas. En algunas circunstancias excepcionales, si ese hombre poderoso o algunos de sus ayudantes está capacitado con un espíritu de servi­cio, o si ello puede redundar en su propio interés, pueden entonces considerar también los intereses de las masas. Es posible también que en algunos casos sus intereses particulares puedan compatibilizarse con los del común de la gente.

2. —Leyes de clase despóticas: Algunas leyes no se originan por voluntad de un individuo o grupo, sino de una clase, controlando la sociedad como sucede con los terratenientes, los capitalistas o los tra­bajadores.

Este tipo de leyes normalmente tienden a cubrir las aspiraciones de la clase en el poder, excepto en los casos donde sus intereses confor­man a otras clases.

3.—Leyes nacionales: La ley que se origina en la voluntad de una nación o al menos de la mayoría y no en un individuo o una clase, se llama ley nacional. Al respecto se pueden considerar los siguientes puntos:

(a) La ley nacional en una sociedad avanzada generalmente busca cubrir la mayor cantidad de los intereses de su sociedad o de la mayoría de ella. Es impersonal o no, en la medida que tenga presente los intereses generales de la humanidad.

La experiencia muestra que las sociedades y naciones que gozan de los llamados gobiernos nacionales se han vuelto prácticamente los pivotes del mundo y han hecho todo lo posible para cubrir su propio confort y bienestar. Es muy raro que en el momento de bosquejar una ley o implementarla tomen en consideración los deseos de la sociedad humana en general.

(b) La ley nacional al tener su origen en los deseos de la mayoría, re­presenta naturalmente sus puntos de vista. Aquí surge la siguien­te cuestión: ¿representa siempre la opinión de la mayoría los reales intereses de la nación?

La experiencia muestra que si la ley se basa simplemente en la opinión de la mayoría, en muchos casos provoca daños irrepa­rables a la propia mayoría, y a menudo arrastra a la nación a la de­cadencia social y moral.

Ejemplos vivos de esa decadencia se pueden encontrar en muchas de las sociedades existentes que gozan de los así llamados gobier­nos nacionales, especialmente entre aquellos que son industrial­mente avanzados. En estas sociedades los gobiernos normalmente buscan seguir las opiniones de esos segmentos sociales por medio de cuyos votos llegaron al poder, independientemente de lo da­ñinas o vulgares que puedan ser sus opiniones.

(c) La aseveración de todas o de la mayoría de las sociedades que se jactan de tener un gobierno y ley nacionales es más o menos hueca o falsa, y engañosa o desencaminada. Un análisis profundo mostra­rá que lo que se pone de manifiesto o expresa es el despotismo de una clase o individuo bajo la máscara de gobierno y ley na­cionales.

4. —Ley ideológica y universal: Se origina en una ideología muy interesada por cuidar los intereses de todas las personas del mundo y no los de una nación, clase, grupo o individuo en particular. Da la mayor importancia a los principios claros y definidos cuyo valor ha sido probado y reconocido como cierto por los pueblos donde se los ha puesto en vigor. No es obsecuente a la voluntad de ninguna mayoría.

LA LEY Y SUS FUENTES EN EL ISLAM

La ley islámica es ideológica y universal. Sus principios funda­mentales son claros y definidos y han sido enseñados a través de la razón y la Revelación.

El Islam tiene en cuenta solamente esas normas y leyes vinculadas a lo que ha sido formulado:

—Directamente por Dios (El Corán), o

—Por el Profeta de Dios (la sunna o costumbre profética), o

—Por un sucesor del Profeta (los hadices de los Imames), o

—Por quienes han llegado a ser gobernantes de acuerdo a las nor­mas islámicas

“¡Creyentes! Obedeced a Dios, obedeced al Mensajero y a aquellos que poseen autoridad de entre vosotros. Y si reñís por algo, referidlo a Dios y al Mensajero, si es que creéis en Dios y en el último día. Es lo mejor y la solución más apropiada.” (4:59)

Una ley que proviene de Dios, de Su Profeta o de un Imam infa­lible, puede ser aceptada y considerada confiable fácilmente por quienes creen que se origina en esas fuentes, dado que los creyentes saben muy bien que el dador de la ley tiene un conocimiento acabado de todos los aspectos que la misma encierra, no tiene ningún interés egoísta personal y presta atención al interés de todos. De todos modos, las normas y regulaciones formuladas por las autoridades a cargo de las cuestiones sociales son puestas en vigor solamente si:

—No repugnan a las leyes y normas mencionadas en el Corán y la Sunna (costumbre profética).

—Ha sido una consideración completa, hasta donde es posible, a todos los aspectos que involucra.

—Han sido formuladas con total imparcialidad, sin exhibir ninguna tendencia hacia los intereses de ningún individuo, grupo o clase en particular.

Solamente normas y regulaciones así pueden tener la sanción del Corán y la Sunna del Profeta y de los Imames y puede gozar del apoyo sincero del pueblo.

Curso correcto hacia este elevado fin

El Creador ha planeado un curso muy elevado para la vida huma­na. La historia humana que sigue la voluntad de Dios, se encamina hacia ese fin. A esto es lo que otros llaman “compulsión de la historia”.

Como ya señalamos anteriormente, el persistente esfuerzo humano tiene una gran relevancia en la consecución de ese fin brillante y pro­misorio. En términos generales, el curso normal de la historia consiste de los sucesos del esfuerzo humano conciente en la dirección de la rec­titud, justicia, piedad y pureza de alma y corazón, acompañados por la defensa de los derechos humanos y la observancia de las normas de comportamiento humano.

Dondequiera se encuentre una desviación de ello, es deber nuestro enfrentarla y encaminar la acción humana a su curso normal.

Como resultado de su esfuerzo el ser humano recibe, por un lado, algo en correspondencia inmediatamente. Sus deficiencias son reduci­das en algo y la manifestación de la justicia y de la rectitud aumenta en su vida social e individual, en tanto que por otro lado, se acerca más a su fin ideal.

Los requisitos previos son los siguientes:

—Correcto conocimiento del Islam y del curso correcto de acuerdo a las necesidades de la época.

—Fe, autorrealización y disposición para el esfuerzo colectivo.

—Hacer del esfuerzo individual una parte de la persistente lucha co­lectiva bajo un líder apropiado.

Conocimiento correcto del Islam, teniendo presente las necesidades de la época.

¿Qué debería hacerse para obtener ese conocimiento? La respues­ta a esta pregunta es evidente. Habría que referirse directamente al Co­rán y al santo Profeta (B. P. D.), quien es también el líder político e Intelectual de la comunidad musulmanas (ummah). De todos modos, si una persona no puede tener acceso directo a estas fuentes, ¿qué debería hacer? También la respuesta a esta pregunta es evidente. Debería aproximarse a quien conoce suficientemente el Corán y la Sunna (tradición y costumbre) del Profeta y ocupa una posición de líder político e intelectual de los musulmanes.

Este curso de acción también era seguido en vida del Profeta. En tanto el número de musulmanes era pequeño y todos vivían en su com­pañía, tenían directo acceso a su líder. También podían obtener sufi­ciente conocimiento directamente del Corán. Pero al expandirse el Islam, mucha gente lo abrazó en áreas alejadas. Algunos no podían tener siquiera una oportunidad para ver personalmente al líder del Islam. Aquellos, cuya lengua materna no era el árabe o cuyo dialecto era totalmente diferente al del Corán, en gran medida eran también incapaces de comprenderlo. En esta etapa del movimiento se hizo ne­cesario designar a algunos musulmanes para que familiarizaran a los nuevos adherentes a la fe con el contenido intelectual del Islam y del Corán.

Era necesario hacerlo así, porque de otro modo se temía que el movimiento pudiera distorsionarse por la infiltración de ideas opuestas a su contenido. En este período fue que el Corán dio la siguiente indi­cación:

“No es conveniente que todos los creyentes salgan (a la guerra). ¿Por qué no salen un grupo de cada colectividad para que así (los que permanecen sin ir al combate) puedan obtener un mayor conocimiento de la religión y amonestar a sus gentes cuando retornen con ellos?” (9 :122)

Después del fallecimiento del Profeta nadie podía tener acceso al primer líder del Islam. Desde el punto de vista shi‘ita la responsabili­dad incumbía ahora a los líderes designados por el Profeta, es decir, ‘Alí (P) y los Imames que le sucediesen. Desde el punto de vista de nuestros otros hermanos musulmanes, la responsabilidad dependía de quienes tenían suficiente conocimiento del Corán y la Sunna del Pro­feta (B. P. D.).

En nuestra época, es decir, durante el período de ocultación del Imam designado (Al-Mahdi, el doceavo Imam), tampoco los shi‘itas tienen acceso directo al líder designado por Dios y Su Profeta. Por lo tanto, para obtener el conocimiento correcto del Islam deberían acer­carse a quienes comprenden adecuadamente el Corán y son concientes de la Sunna del Profeta y los Imames y pueden expresar sus opiniones derivadas de estas fuentes considerando las cuestiones actuales.

Iytihád

“Iytihád” significa esforzarse uno mismo para deducir normas de ley islámica de sus fuentes, de acuerdo con reglas especiales de inves­tigación. La capacidad de hacer iytihád o deducir leyes no es el mono­polio de ninguna clase en particular, ni es materia para ningún anuncio ni señalamiento. El camino está abierto a todos para adquirir la califi­cación necesaria y especializarse en este campo. Quienquiera que lo baga, automáticamente estará facultado para ejercer el iytihád y ten­drá derecho a actuar de acuerdo a sus propias decisiones y pronuncia­mientos, e incluso a hacer conocer los resultados de sus estudios para conocimiento e información de otros.

Formulación de leyes por el sistema gobernante.

Veamos bajo que condiciones una opinión jurídica o veredicto puede ser considerada auténtica e imponible.

En el caso de una cuestión social o gubernamental, el indivi­duo o consejo responsable de deducir y formular una ley debe ser elegido oficialmente a ese propósito para que su decisión pueda te­ner el respaldo del ejecutivo y pueda ser puesta en vigor de manera legal a nivel de toda la sociedad.

Formulación de la ley sobre cuestiones individuales.

Si el veredicto está destinado a la acción personal de los indivi­duos, entonces la elección de las autoridades religiosas que se expre­sarán al respecto es de libre elección. En otras palabras, al pueblo le es permitido aceptar y actuar de acuerdo con la opinión de cualquier­ autoridad religiosa que les parezca adecuada para ese propósito.

¿Por qué debemos adoptar la doctrina del “taqlíd”?

“Taqlíd” significa aceptar la opinión y el veredicto jurídico (en cuestiones de la ley islámica y de las disposiciones, por ejemplo de devoción) de un “muytahíd” (jurista capaz de llegar a un juicio con independencia en materia de ley islámica) y actuar de acuerdo a ello.

Sabemos que en principio el Islam defiende la libertad de pensa­miento y se opone al sometimiento a cualquier opinión no autorizada, costumbre, convención u orden de cualquier autoridad social.

La base de esta opinión tiene dos aspectos:

a) ¿Podemos estar siempre seguros de que una opinión, costum­bre o convención es cabal y sensata y no es una especie de fraude o mito?

b) Existe la posibilidad de que una opinión o instrucción pueda estar dirigida al auto engrandecimiento o a proteger intereses de clase o personales, en cuyo caso aceptarlos será equivalente al sometimiento, explotación y opresión. Sabemos que el Islam está tanto contra el reconocimiento de los mitos como contra el resignarse a la injusticia.

Sin embargo, está permitido aceptar el punto de vista de alguien probado que:

1. — La persona que toma la iniciativa en la materia se ha especializa­do en ella y tiene suficiente conocimiento y competencia para ex­presar una opinión.

2. — Su pureza y veracidad está por encima de toda duda.

También debe haber razones válidas para creer que la opinión en cuestión es cabal y apropiada en las circunstancias prevalecientes y no se basa en el egoísmo o en reflexiones superficiales.

Si estas dos condiciones son cumplimentadas, es lógico que acep­temos tal opinión. Si una persona es incapaz de formar su propia opi­nión, no tiene más opción que seguir la de otro, que sea confiable y especializado en el tema que se trate.

Cualificación de una autoridad religiosa competente.

(Es decir, cuyas opiniones puedan ser aceptadas sin conocer los funda­mentos y autoridades sobre las que se basa).

De las tradiciones respecto al “taqlíd” se pueden deducir fácil­mente los dos principios arriba mencionados. De acuerdo a un bien conocido relato, el Imam Hasan Al-Askari[1] (P) presentó claramente este punto, al explicar el versículo que denuncia a los hombres de le­yes judíos por seguir ciegamente a los rabinos. El versículo dice:

“Hay entre ellos gentiles que no conocen la Escritura sino fan­tasías y no hacen sino conjeturar.” (2: 78)

El Imam dijo: “Si los hombres de leyes de nuestra comunidad también encuentran que sus juristas (fuqahá) están desviados, son abiertamente auto indulgentes en las malas acciones, compiten entre sí para asegurarse una posición y dinero, intentan eliminar a sus opo­nentes y apoyan su propia incompetencia buscando adherentes, y a pesar de todo eso, siguen a tales juristas, no serán mejores que los judíos ignorantes que siguieron a sus rabinos corruptos. Pero el caso de esos juristas que no se extravían, no se venden, se esmeran en lo que hace a la protección de su religión, controlan sus pasiones animales y obedecen las órdenes de Dios, es distinto. Deben ser seguidos por el común de la gente. Por supuesto, el número de tales juristas es peque­ño. Todos los juristas no pueden ser así.”

Primero de todo, este relato habla de los fuqahá (singular: faqíh). Este término implica especialización en la comprensión de las cuestio­nes religiosas y compromiso en las investigaciones eruditas. Por lo tanto una autoridad religiosa competente debe ser un “faqíh” y “muy­tahid” de primer orden.

En segundo lugar, las cualidades de conciencia, piedad, religiosi­dad, obediencia a Dios y supresión de las pasiones animales mencio­nadas en el relato, son la infraestructura de todas las virtudes humanas y morales, lo que significa mantenerse alejado del pecado y el desvío.

(ver la continuación en archivo pdf)

Fuente: libro INTRODUCCION A LA COSMOVISION DEL ISLAM

Editorial Elhame Shargh

Fundación Cultural  Oriente

Todos derechos reservados.

Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com

Fundación Cultural Oriente

[1] Es el onceavo, llamado Al-'Áskari (“el miliciano”), quien vivió entre los años 232 y 254 de la Hégira (846 a 874D.C.), ocupando la función del Imamato durante sólo 6 años. Es el padre del último y actual Imam, Al-Mahdi. el restaurador de la justicia sobre la tierra. Fue envenenado el Imam Hasan cuando tenía sólo 21 años y su tumba se encuentra en Samarra, actual Irak. (Nota del Editor).

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