Enseñanza de la Doctrina Islámica

La cosmovisión materialista y su crítica

Por Aiatollah M. T. Misbah

La cosmovisión materialista y su crítica

Los principios de la cosmovisión materialista

La cosmovisión materialista se sustenta en varios principios. Primero: Existencia equivale a materia y materialidad. Aquello que puede considerarse existente posee las tres dimensiones de los cuerpos: largo, ancho y profundi­dad; y posee las características de la materialidad, como por ejemplo cantidad y subdivisión. Sobre la base de este principio se niega la existencia de Dios como ser inmaterial y trascendente.

Segundo: La materia es eterna, sin principio, increada y sin necesidad de causa alguna. Según nuestro terminología filosófica, la materia sería el "ser necesario".

Tercero: La totalidad del universo carece de objetivo. No puede aceptarse una causa final para el mundo porque no tiene una causa agente dotada de voluntad, e inteligencia para poder relacionar el objetivo con ella.

Cuarto: Los fenómenos del mundo (no el principio de la materia o su esencia), se suceden por efecto de la interacción de las partículas materiales y su efecto unas sobre otras. Por eso puede considerarse a los fenómenos anteriores como una forma de la condición y causa coadyuvante para los fenómenos posteriores.

A lo sumo, aceptan una forma de la causa agente natural entre los objetos o fenómenos materiales, por ejemplo consideran al árbol el agente natural para el surgimiento de los frutos. Pero ningún fenómeno necesita de un agente divino que le dé el ser.

Puede agregarse a estos un quinto principio correspondiente a la gnoseología, que desde cierto punto de vista antecede a los anteriores, y según el cual solamente el conocimiento que surge de la experiencia es aceptable, y debido a que la experiencia sensible sólo confirma la existencia de la materia y lo material, no se acepta la existencia de ninguna otra cosa. En la lección anterior hemos aclarado que este principio' gnoseológico (o referido al conocimiento y lo cognoscible) es incorrecto, de modo que nos abstendremos de criticado aquí.

Análisis del primer principio

Este principio, que se considera el más fundamental de la cosmovisión materialista, no es más que una extravagante e ilógica pretensión. No contiene ninguna razón para negar la existencia de lo metafísico, especialmente sobre la base de la gnoseología materialista en que se apoya. Está claro que ninguna experiencia sensible puede afirmar o negar aquello que trasciende su propia área de alcance, es decir, el conocimiento de los sentidos. A lo sumo, lo que la "lógica de lo sensible" puede afirmar acerca de lo metafísico es que es incapaz de demostrar su existencia; y más aún, desde el punto de vista lógico debe aceptar la posibilidad de su existencia.

Anteriormente hemos señalado que el hombre puede percibir y comprender muchos asuntos inmateriales, los cuales no presentan ninguna de las caracterís­ticas de la materia. Por ejemplo, la captación de nuestra propia alma por medio del conocimiento directo o intuición.

En los libros de filosofía, islámicos o no, se registran muchos de los argumentos racionales en favor de la existencia de lo inmaterial. Uno de los mejores testimonios sobre ella lo constituyen los sueños veraces o auténticos, las acciones de los ascetas y faquires con sus mortificaciones del cuerpo y los milagros y carismas espirituales de los Profetas y hombres santos (auliá). En todos los casos, los argumentos que se han esgrimido en favor de la existencia de Dios Altísimo como ser inmaterial son suficientes para demostrar la false­dad de este principio[1].

Análisis del segundo principio

Este principio, según el cual la materia es eterna, sin principio ni fin, condujo a los materialistas a concluir que la materia es increada. En primer lugar no es posible demostrar la eternidad sin principio de la materia sobre la base de argumentos científicos y experimentales, porque el alcance de la experiencia es limitado y ninguna experiencia puede confirmar la infinitud del mundo desde el punto de vista del tiempo y el espacio. En segundo lugar, la teoría de la eternidad de la materia no implica que no exista un Creador, así como suponer un movimiento mecánico eterno implica suponer, a su vez, una fuerza movilizadora igualmente eterna, y no la necesidad de ésta. Por otra parte, la materia increada significa que ésta es el "ser necesario", lo cual es incorrecto, tal como lo hemos demostrado en la lección 8.

Análisis del tercer principio

Este principio del materialismo sostiene que el universo carece de finalidad, no persigue objetivo alguno. Su conclusión natural es la negación de un Creador, por lo tanto, probando la existencia de Dios Altísimo y Prudentísimo (Quien no obra porque sí, sin una finalidad), este principio también queda anulado.

Además surge esta pregunta, ¿cómo es posible que un hombre inteligente perciba la finalidad y objetivos de las diferentes industrias humanas pero al presenciar el admirable sistema del universo, la armonía de sus fenómenos y todos los incontables beneficios que encierra, niegue que tenga una finalidad?

Análisis del cuarto principio

El cuarto principio, como vimos, reduce la causalidad a las relaciones materiales entre los fenómenos , lo cual encierra numerosas dificultades lógicas, siendo las más importantes las siguientes: Primero, según este principio no debe surgir nunca una nueva criatura en el mundo, mientras que continuamente somos testigos de la aparición de nuevos seres y fenómenos , especialmente en el reino animal y humano, siendo los más importantes la vida, la inteligencia, los afectos y sentimientos, el pensamiento, la invención, la voluntad, etc. Los materialistas sostienen que estos fenómenos no son más que distintas particula­ridades de la materia. Sin embargo, en primer lugar, es sabido que las caracte­rísticas inseparables de la materia son la extensión y la divisibilidad, y estas cualidades no existen en los fenómenos mencionados.

En segundo lugar, pese a que los materialistas consideran a la vida, la inteligencia y a los demás fenómenos mencionados como particularidades de la materia, vemos que no existen en la materia inanimada. En otras palabras, hubo un tiempo en que la materia carecía de estas particularidades que han surgido posteriormente, y por ende, la aparición de estas criaturas o fenómenos concebidas como particularidades de la materia, necesitan de un Creador que otorgue estas propiedades a la materia, es decir, lo que nosotros denominamos "la Causa que da la existencia" o creadora.

Otra de las importantes dificultades en esta hipótesis es que sobre la base de este principio todos los fenómenos del mundo deben ser predeterminados fatalmente porque en las acciones y reacciones de la materia no hay lugar para la libre voluntad y la elección. Negar la libre voluntad, además de oponerse a algo evidente para la conciencia que capta claramente el libre albedrío, lleva consigo implícita la negación de cualquier forma de responsabilidad y de cualquier valor moral o espiritual. Es obvio que negar la responsabilidad en la vida humana le acarrea a ésta trágicas consecuencias.

Finalmente, considerando que la materia no puede ser el "ser necesario", como hemos demostrado anteriormente, debe admitirse una causa para su existencia y ésta no será una causa natural o coadyuvante porque esta forma de causalidad o interdependencia puede pensarse entre los seres materiales, pero la totalidad de la materia no puede guardar esta relación con su causa. La causa creadora de la materia tendrá que ser, por ende, una causa metafísica.

El materialismo dialéctico y su crítica

Materialismo mecánico y dialéctico

El materialismo posee diversas escuelas que explican, cada una de ella de un modo especial, la aparición del universo y los fenómenos. Al comienzo de la Edad Moderna los materialistas, empleando los enunciados de la física de Newton, justificaban el surgimiento de los fenómenos del mundo sobre la base del movimiento mecánico. De acuerdo con este modelo sostenían que cada movimiento es el efecto de la fuerza movilizadora especial que se introduce desde el exterior en el cuerpo movilizado. En otras palabras, veían al mundo como una gran máquina cuya fuerza movilizadora o motora se traslada de una parte a otra y de esta forma la totalidad de la máquina se moviliza.

Esta teoría, que se denominó materialismo mecanicista, tuvo puntos débiles que fueron objeto de crítica por parte de sus oponentes. Entre ellos, por ejemplo, se arguyó que si cada movimiento es efecto de la fuerza exterior deberá tenerse en cuenta también, para el movimiento de la materia primera del mundo una fuerza motora exterior, lo que implica aceptar un ser metafísico inmaterial que, al menos, origine el primer movimiento en el universo material.

Otra de las críticas es que lo que puede justificarse con la teoría de la fuerza mecánica son solamente los movimientos de rotación sobre sí mismo y sobre otro objeto, pero los movimientos y fenómenos del cosmos no se limitan a estos cambios mecánicos, por lo que no queda más remedio que buscar otra causa para explicar su aparición.

La debilidad e incapacidad del materialismo mecanicista para responder a estas críticas fue lo que motivó a los materialistas a buscar otras respuestas para explicar los cambios en el mundo y elaborar, finalmente, la idea de una forma de automovimiento para la materia. Entre estos nuevos materialistas encontramos a los fundadores del materialismo dialéctico, Marx y Engels, quienes empleando los conceptos filosóficos de Hegel establecieron como causa del movimiento a la contradicción interna que yace en los fenómenos materiales. Los autores de esta doctrina, además de aceptar la eternidad Y el carácter increado de la materia, el movimiento universal y el efecto mutuo de los fenómenos entre sí, plantearon otros tres principios para explicar su teoría. El principio de la contradicción interna, el principio de la transmutación o cambio de las transformaciones cuantitativas a transformaciones cualitativas, y en tercer lugar, el principio de síntesis o negación de la negación. Expondremos brevemente cada uno de estos principios y a continuación su crítica[2].

El principio de la contradicción y su crítica

El materialismo dialéctico sostiene que todo fenómeno se compone de dos opuestos: tesis y antítesis. La contradicción entre ambos es la causa del movimiento y el cambio de los fenómenos. El dominio de la antítesis sobre su tesis genera otro fenómeno nuevo que se denomina síntesis. Un huevo, por ejemplo, posee en su interior un embrión que se desarrolla gradualmente digiriendo materia alimenticia. Como síntesis de esos dos elementos se genera el pollito.

La electricidad positiva y negativa es un ejemplo de la contradicción en los fenómenos físicos así como la suma y resta son contradictorias en la matemática­ elemental. También las derivadas e integrales en matemáticas superiores se citan como ejemplos de esta ley. Esta norma universal rige también para los fenómenos sociales e históricos. En las sociedades capitalistas la clase proletaria, que representa la antítesis de la clase rica y capitalista, se desarrolla gradualmente hasta superada y dar lugar a la síntesis bajo la forma de una sociedad socialista y comunista.

Los teorizadores marxistas agregan que este principio de contradicción anula el principio metafísico de la imposibilidad de la contradicción.

Crítica

 En primer lugar, debe tenerse en cuenta que nadie niega el hecho de que dos seres materiales se sitúen uno junto al otro de manera que uno de ellos debilite y a veces aniquile al otro, como por ejemplo el agua al fuego. Pero este principio de contradicción no es universal, y no puede aceptarse como una ley porque cientos, miles de ejemplos la contradicen. Además, la existencia de la contradicción en varios de los fenómenos naturales no tiene ninguna relación con la contradicción que sostiene la lógica clásica y la filosofía, que se refieren a la imposibilidad de que dos elementos contradictorios puedan reunirse en un mismo asunto, lo cual no es el caso de los ejemplos citados.

Por otra parte, si cada fenómeno se compone de dos elementos contradictorios, también deberán tenerse en cuenta a su vez, para cada tesis y antítesis una composición de elementos contradictorios puesto que cada uno de ellos son fenómenos. En consecuencia caga fenómeno limitado estará compuesto de un número infinito de elementos contradictorios.

Con respecto a la contradicción interna que el marxismo presenta como el agente motor que les permite superar las deficiencias teóricas del materialismo mecanicista, la menor dificultad que presenta es que no existe ninguna prueba científica que respalde esta teoría. Además, no puede negarse de ningún modo la existencia de movimientos mecánicos que tienen lugar por medio de fuerzas exteriores, al menos que sostengan que el movimiento de la pelota de fútbol obedece, también, a la acción de una fuerza interna y no por efecto del pie del futbolista.

El principio de la mutación y su crítica

Considerando que no todos los cambios en el mundo son graduales y ocurren en un mismo nivel, muchas veces se produce un fenómeno nuevo que no es como el fenómeno anterior y no puede considerarse como su continuidad. Por ello los marxistas establecieron otro principio denominado principio de mutación o mutación de las transformaciones cuantitativas en transformaciones cualitativas. Sostuvieron que de acuerdo con este principio las transformaciones cuantitativas cuando alcanzan un punto especial provocan una transformación cualitativa, un cambio de naturaleza. Por ejemplo, el aumento de temperatura en el agua hace que al alcanzar un punto especial se transforme en vapor; de igual modo, cada metal posee un punto de fusión propio, y cuando el calor alcanza ese nivel se transforma en líquido. En la sociedad ocurre lo mismo, de modo que cuando las diferencias sociales se intensifican y alcanzan un punto determinado, se produce la revolución.

Crítica

En primer lugar, en ningún caso la cualidad se transforma en cantidad. A lo sumo sucede que el surgimiento de un fenómeno especial está condicionado por una cantidad determinada, por ejemplo el grado del calor del agua no se transforma en vapor, sino que la transformación del agua en vapor está condicionada por una cantidad definida de calor.         

En segundo lugar, no es indispensable que esta cantidad necesaria se produzca como efecto de un incremento de la cantidad anterior, puede producirse por una merma de ésta, como la transformación del vapor nuevamente en agua, que está condicionada por una merma del calor.

En tercer lugar, las transformaciones cualitativas no tienen lugar siempre en forma repentina, sino que en muchos casos se producen en forma gradual como la fusión de la cera y el cristal.

Por lo tanto, lo que se puede aceptar es la necesidad de la existencia de una determinada cantidad para provocar la aparición de varios fenómenos natura­les, y no la transformación de lo cuantitativo a lo cualitativo, o la necesidad de un aumento gradual de la cantidad. Y tampoco la universalidad de esta condición para todas las transformaciones cualitativas y de la naturaleza.

Entonces, no existe una ley general de mutación o cambio de transformaciones cuantitativas en cualitativas.

El principio de “la negación de la negación” y su crítica

El significado de este principio, que a veces se denomina "ley de la superación de los contrarios" o "ley de búsqueda de la naturaleza", es que en la corriente de las transformaciones globales dialécticas, siempre la tesis se niega por medio de la antítesis, y ésta, a su vez, es negada por la síntesis como la planta niega a la semilla y ella misma, a su vez, es negada por las nuevas semillas que produce. O como el embrión que niega al huevo y es negado por medio del pollito. Cada nuevo fenómeno es más perfecto que el anterior. En otras palabras, la corriente dialéctica siempre se eleva hacia la perfección.

La importancia de este principio reside en que enuncia tanto la dirección de la corriente de las transformaciones como su carácter progresivo (evolutivo) y perfeccionante.

No hay duda que en cualquier transformación la situación y estado anterior se aniquila y surge una nueva situación. Si interpretamos el principio de la negación de la negación en este sentido no obtendremos más que la explicación de la implicación del cambio. Pero si consideramos la interpretación que dieron a este principio, en el sentido de que explica la dirección del movimiento y el perfeccionamiento de los cambios, debe decirse que la tesis de la perfección de todos los movimientos y transformaciones en el mundo no coincide con la realidad. No es cierto que cada fenómeno nuevo sea más perfecto que el anterior. ¿Acaso el uranio que por la emisión de radioactividad se transforma en plomo se perfecciona? ¿Acaso el agua que se transforma en vapor se perfecciona?, ¿o es al contrario, se perfecciona el vapor que se transforma en agua? ¿Acaso la planta y el árbol que se secan sin dejar semilla ni fruta se perfecciona­n? Evidentemente no puede aceptarse a la perfección como una ley natural para todos los fenómenos del mundo.

Por último, señalamos que si se hubiese confirmado el carácter universal de este principio, sólo podría explicarse la cualidad del surgimiento de los fenómenos como el resto de las leyes que enuncian las ciencias naturales, Además la existencia de leyes universales y estables en el mundo no significa que los fenómenos son autosuficientes con respecto a un Creador y a una causa dadora de existencia.

Tal como lo hemos explicado en las lecciones anteriores lo material es contingente y por lo tanto forzosamente necesita de la existencia del Ser Necesario.

Fuente: Enseñanza de La Doctrina Islámica, Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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[1] Ver lecciones 7 y 8.

[2] Para más información, referirse al libro “Guardianes de las trincheras ideológicas” y a los artículos sobre "Movimiento, dialéctica y visión del mundo materialista" (del mismo autor, en su idioma original el persa).

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