Debate libre en el Islam

El Imam Bâqir (la paz sea con él) y Qutâdah

Tema: Cuarenta preguntas olvidadas

 

Abu Hamzah Az-Zumâlî relató:

"Estaba sentado en la mezquita del Profeta (la paz y bendición sean con él y su descendencia) y vi que un hombre venía hacia mí. Se acercó y le saludé. El hombre me dijo:

- ¡Oh siervo de Dios! ¿Quién eres?

- Un habitante de Kufa. ¿Qué deseas?- le respondí.

- ¿Conoces a Abu Ya'far Muhammad ibn Alí? - me preguntó.

- Sí ¿Por qué me lo preguntas?

- Por nada... sólo tengo cuarenta preguntas que hacerle. Aceptaré las respuestas correctas pero no las incorrectas.

- ¿Acaso tienes capacidad para determinar cuáles son las respuestas correctas y cuáles no? - le pregunté.

- Sí - me respondió.

- Entonces ¿Para qué necesitas preguntarle a Abu Ya´far?

- Los habitantes de Kufa sois muy habladores... Te pido únicamente que me avises cuando veas al Imam. - me respondió.

En ese momento, entró en la mezquita el Imam rodeado de un grupo de gente de Jorasán (Persia) y de otros lugares. El Imam (la paz sean con él) se sentó y la gente se sentó a su alrededor y le hacían preguntas relacionadas a la peregrinación. El hombre que estaba hablando conmigo, se sumó al grupo, sentándose cerca del Imam. Yo también me acerqué, para escuchar mejor lo que hablaban. Una vez que el Imam hubo respondido las preguntas de los presentes y éstos se fueron dispersando, miró al hombre en cuestión y le preguntó quién era.

El hombre respondió que su nombre era Qutâdah, hijo de Duâmah[1], habitante de Basora.

- ¿Eres tú el erudito de Basora? - le preguntó el Imam.

- Sí.

- ¡Ay de ti! ¡Oh sabio desviado! ¡Oh sabio irresponsable! Dios ha creado algunas personas como prueba para las demás. Son como pilares de la Tierra. La unidad de la sociedad se mantiene gracias a la guía de tales personas. Ellos son puros y dignos de alabanza ante los ojos de Dios que los ha elegido, antes de la creación, cuando todavía eran existencias luminosas, metafísicas, situadas a la derecha de Su Trono.

Con ello, el Imam quería hacer consciente a Qutâdah de la gran responsabilidad que contraía, vendiendo su conocimiento a los poderosos, en una época de oscurantismo, a cambio de algo sin valor, como son la fama y la posición social. En lugar de presentar a la gente el verdadero guía elegido por Dios, con su apariencia piadosa, inducía a la gente a tomar partido por los opresores y apoyar al criminal gobierno de los Omeyas.

Una vez que el Imam hubo terminado de hablar, Qutâdah guardó silencio un largo rato antes de hablar.

- ¡Por Dios! Me he sentado junto a grandes sabios, como Ibn Abbas, pero jamás me sentí tan avergonzado y tenso como me siento ante usted.

- ¿Sabes dónde te encuentras y frente a lo que te encuentras? Ahora te hallas frente a una de las casas que Dios ha ordenado respetar, casas donde se recuerda al Señor, mañana y tarde.[2]

- ¡Por Dios! ¡Ha dicho usted la verdad! ¡Que Dios me quite la vida en lugar de usted! ¡Cierto es que esas casas no son casas ordinarias de piedra y barro! ¿Existe algún impedimento legal, según usted, para comer queso?

- Dijo usted que tenía cuarenta preguntas complicadas que hacerme - dijo el Imam sonriendo - y ahora ¿me pregunta usted algo tan sencillo?

- No sé qué preguntarle... Olvidé todas mis preguntas - respondió Qutâdah.

- No, no hay ningún impedimento legal para comer queso - afirmó el Imam (la paz sean con él).[3]

Fuente: DEBATE LIBRE EN EL ISLAM; Editorial Elhame Shargh

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[1] Uno de los famosos jurisconsultos de la época de los Omeyas, con quienes tenía una estrecha relación. Se ha transmitido de Ibn Ubaida “no hubo un solo día en el que no haya visto un carruaje del gobierno Omeya frente a la puerta de Quttadah.”

[2] Se refiere a la aleya del Sagrado Corán, que dice: “En casas que Dios ha permitido que sean erigidas y en las que es recordado Su nombre. En ellas Él es glorificado mañana y tarde. 24:36

[3] “Bihar Al-Anuar” tomo 46, pág. 357, transmitido de “Al-Kafi” tomo 6, pág. 256

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