Israel: Los Asesinos Desean Ser Invisibles
Por Pablo Jofré Leal
Periodista y Analista Internacional
El régimen sionista, en su desesperación por ocultar los crímenes cometidos contra el pueblo palestino, ha decidido castigar a todo aquel que grabe, filme, fotografíe e incluso escriba sobre los asesinatos, que día a día comete la soldadesca y los colonos sionistas en los territorios ocupados.
Crímenes ordenados por el gobierno de Benjamín Netanyahu, que se ha quitado toda máscara y que día a día, a través de sus Ministros terroristas como el de Asuntos Militares, Avigdor Lieberman, el Ministro de Educación Naftali Bennet, la Ministra de Justicia Ayelet Shaked y el Ministro de Seguridad Pública Gilad Erdan, entre otros, llaman a asesinar a hombres y mujeres palestinos, detener a menores de edad, demoler viviendas, combatir la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones – BDS - judaizar las ciudades palestinas y afianzar el dominio colonialista y el régimen de apartheid que se ha instalado en Palestina.
La “mayor democracia de Oriente Medio” falacia con que suele denominar la entidad sionista a su régimen de terror y muerte en el Levante Mediterráneo, esta punta de lanza del imperialismo incrustada en el corazón del mundo árabe; es consciente que la guerra de relaciones públicas, a la que han destinado cientos de millones de dólares la está perdiendo. De poco han servido las escuelas de hasbara diseminadas por decenas de países del mundo, de la mano de entidades judías dependientes directamente de la Oficina del Primer Ministro, de nada sirven las operaciones de lavado de imagen que pretenden mostrar a una sociedad “democrática y de corte occidental” pues la porfiada realidad demuestra, que el criminal podrá vestirse de ropajes de demócrata, pero la sangre que chorrea de su vestimenta lo denuncia y condena.
El colono y diputado sionista nacido en Uzbekistán Robert Ilatov del Partido terrorista Yisrael Beitenu, presentó, con apoyo del también colono de origen moldavo y actual Ministro de Asuntos Militares, Avigdor Lieberman, un proyecto de ley destinado a lograr la impunidad total de los crímenes, cometidos por soldados y colonos en los territorios ocupados. La propuesta es encarcelar a todo aquel que visibilice, con cualquier medio tecnológico, las brutalidades y crímenes ejecutados por la entidad invasora en Palestina. Periodistas, turistas, visitantes miembros de organizaciones no gubernamentales, palestinos, israelíes cualquiera que ose develar a los criminales y sus acciones puede recibir entre cinco a diez años de cárcel.
Esta medida, más que tratar de ocultar la política genocida contra el pueblo palestino, que lleva a cabo el régimen israelí, a la población judía colona que ocupa el territorio palestino, está destinada a invisibilizar los crímenes de lesa humanidad al resto del planeta. Esto, porque mayoritariamente la población israelí está de acuerdo con el sistema de apartheid en el cual viven y del cual se benefician. Esa población otorga su pleno apoyo a un régimen, que de otro modo tendría cientos de miles de personas oponiéndose al asesinato, al crimen, al expolio, la usurpación y el genocidio. Esa población israelí prefiere mirar, mayoritariamente, para el lado, no ver, ni escuchar y menos opinar.
Una Sociedad israelí Cómplice
Los relatos históricos señalan, que al mismo tiempo que las tropas aliadas que luchaban contra el nacionalsocialismo iban liberando los territorios ocupados por el régimen hitleriano. Mientras se daban los pasos para concluir con la Segunda Guerra Mundial, esas fuerzas liberadoras iban descubriendo también, campos de concentración donde cientos de miles de personas fueron confinadas y asesinadas: gitanos, judíos, prisioneros de guerra, opositores políticos, entre otros. La población alemana, que vivía a pocos cientos de metros de esos campos de encierro y crimen sostenía, que nada sabía de aquello que era una política de Estado y despedía humo, olor a enfermedad y muerte a la vuelta de sus hogares. Se declaraban sorprendidos y algunos hasta lloraban frente a esa constatación práctica de crímenes de los cuales fueron, indudablemente, cómplices.
Hoy, en el Levante Mediterráneo, la población israelí que ocupa las aldeas y pueblos de la Palestina histórica, que se ha asentado en los territorios de la Ribera occidental, que se sitúa a pocos metros de la bloqueada Franja de Gaza, es una población que no podría alegar desconocimiento de lo que hace el gobierno que mayoritariamente ha elegido contra el pueblo palestino. No podrían argumentar que nada saben de los diarios crímenes cometidos por soldados y colonos armados hasta los dientes contra millones de seres humanos, sometidos al régimen más brutal que conozca la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial. Un nacional sionismo equiparable a los Khmer Rouge y al régimen de apartheid sudafricano.
Con la cercanía de esos colonos sionistas, a los sitios donde su gobierno comete diarias atrocidades: asesina palestinos, demuele casas, destruye cultivos, construye asentamientos, carreteras exclusivas para uso de israelíes, se establecen cientos de check points, para impedir el libre tránsito del pueblo palestino y miles de soldados pisotean con sus botas una tierra usurpada, ocupando una tierra ajena. ¿Podría, en ese escenario, un israelí argumentar que nada sabe? ¿Podría un israelí, frente a los innumerables avances tecnológicos, que nos traen en forma instantánea todo lo que las tropas ocupantes realizan en territorio palestino, argumentar que desconocen lo que pasa allí, a pocos metros de las casas construidas sobre los huesos y la sangre de decenas de miles de palestinos? La población israelí tiene allí a ojos vista todo lo que su gobierno, sus militares y sus colonos realizan, todas las atrocidades y crímenes de lesa humanidad con que han construido una entidad ficticia. ¡No ¡no pueden argumentar ignorancia y si lo hacen son cómplices activos de crímenes contra millones de seres humanos.
Las escasísimas excepciones de israelíes que se atreven a cuestionar la política de exterminio contra el pueblo palestino levantan su voz y usan su pluma contra este proyecto de ley del Uzbeco Sionista Ilatov. Advierten, como es el caso del periodista Gideon Levy que “La Knesset podría actuar no sólo contra la prensa, sino también contra los grupos de derechos humanos y los palestinos, los últimos testigos de la acusación contra la ocupación. Vamos a violar esta ley con orgullo. Tenemos la obligación de violar esta ley, como cualquier ley con una bandera negra ondeando sobre ella. No dejaremos de documentar. No dejaremos de fotografiar. No dejaremos de escribir, con todas nuestras fuerzas”
Con valentía Gideon Levy se suma a las acciones de otros israelíes agrupados, por ejemplo, en B´Tselem, organización defensora de los derechos humanos del pueblo palestino, que documentan día a día junto a miles de voluntarios palestinos lo que la soldadesca y los colonos cometen contra el pueblo palestino y lo seguirán realizando. Una decisión justa y necesaria, contra esta ley que justifica su existencia a la luz de evitar que “testigos de la fiscalía y testigos presenciales tengan la intención de romper el espíritu de los soldados y residentes israelíes". Para Levy, B´Tselem, así como para todos aquellos que creemos que el sionismo debe desaparecer ese debe ser precisamente el objetivo: romper el espíritu malsano de soldados y colonos. Obligar a que una sociedad ciega sorda y muda salga de ese letargo cómplice. Una población partícipe de una política criminal que piensa “que el asesinato de 120 personas desarmadas es legal, y no quiere saber, escuchar o ver lo que se hace todos los días en nuestros nombres, en el patio trasero de nuestro país”.
Felicitaciones a seres humanos con esa decencia, pero un apoyo mayor a millones de palestinos, de hombres y mujeres que día a día resisten el nacional sionismo, que desea exterminar toda presencia palestina en su tierra histórica. Una población decidida a seguir documentando los crímenes de lesa humanidad que se comete contra ellos evitando, de ese modo, el deseo sionista que los criminales sean invisibles. Una pretensión que hunde su acción en una sociedad israelí favorecedora de una política de apartheid y que impide llevar a buen puerto el curso de acción que gran parte de la humanidad desea seguir respecto al sionismo: su total eliminación.
Pero, lo grave, lo peligroso de esta contumacia criminal y del apoyo social mayoritario a mantener una política criminal me hace recordar un trabajo donde sostuve que “Israel y su sociedad, en lugar de cambiar el giro criminal de su política insiste en que es víctima de atropellos de las organizaciones internacionales y que las condenas contra su país “tendrán consecuencias”. Esto es lo que clínicamente se conoce como “no tener noción de enfermedad”. Patología que suele aquejar a paciente con trastornos mentales y que desde el estudio social ha sido analizado profundamente.
En el caso específico del sionismo, su política criminal contra el pueblo palestino, aupado por sus sueños de conformar un gran Israel se enmarca en lo que podríamos denominar un modelo evasivo donde este “paciente” violento y agresor centra su vida como sociedad en el rol que le ofrece su delirio, habitualmente dotado de un contenido de megalomanía o misticismo. Para los individuos seguidores de esta ideología, la visión de sí mismos, de su sociedad y de la realidad es la única posible.
La inflexibilidad para reconocer otro tipo de realidad los hace despreciar al otro, considerándolos como seres inferiores, animales a los cuales no se les puede respetar y por tanto sujetos a su eliminación física. Este modelo evasivo es parte componente de la megalomanía de la sociedad israelí. Y, en ese marco, el dar a conocer, el develar los crímenes, el mostrar al mundo su perversidad, más que hacerlos reaccionar los impele a negar que aquello que ejecutan debe cesar. Esto obliga, por tanto, a ejecutar y llevar a cabo todas las formas de lucha donde el documentar, filmar, grabar, fotografiar es parte de ese trabajo mayor destinado a eliminar al sionismo haciendo visible lo que el criminal desea ocultar.
Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.
www.islamoriente.com ; Fundación Cultural Oriente