La recopilación de las virtudes
(Un tratado de ética islámica)
LAS ENFERMEDADES DEL ALMA Y SU TRATAMIENTO
Allamah Muhammad Mahdi An-Naraqi
ENFERMEDADES COMBINADAS DE LAS FACULTADES DEL INTELECTO, IRA Y PASIÓN[1]
Hasad consiste en el deseo de que las ventajas o bendiciones que alguien posee se aparten de él. Si uno simplemente aspira a tener las mismas ventajas que otra persona, ello sería “gibtah” (es decir: envidia sin maldad), y si uno tiene el deseo de que alguien siga disfrutando de una ventaja o beneficio, el cual merece, esto sería nasíhah (buen consejo o deseo de bien al prójimo). Lo que constituye un vicio entre todos estos estados es hasad, que provoca que el individuo merezca el castigo, tanto en este mundo como en el otro. La persona envidiosa no conoce la paz, está siempre ardiendo en el fuego de los celos. Más aun, su envidia destruye los valores de todas sus buenas obras, tal como se menciona en la tradición profética:
“La envidia consume las virtudes como el fuego consume la leña”.
Sin embargo, tanto gibtah como nasíhah son virtudes, y deben ser fomentadas para limpiar al alma del vicio de hasad. Este vicio fatal puede proceder tanto del poder de la ira como el de la pasión, o de ambos, dependiendo esto de las causas que lo motivan. Para curarla entonces deberá concentrarse la atención sobre estas dos facultades y lo que ya se ha dicho sobre las varias enfermedades que las afectan ‘y que se aplican también a la envidia.
Lo que mejor ayuda al individuo a curarse es contemplar las negativas consecuencias psicológicas y los nocivos efectos espirituales de la envidia, que afectan a la persona envidiosa, y no a quien es objeto de la envidia. El envidioso debe tratar de cultivar en sí la virtud de nasíhah (desear el bien o bienestar de los demás) lo cual se opone a la envidia.
Al principio deberá imponerse la actitud que requiere nasíhah, no importando su íntima inclinación en contrario, y hasta que se supere la envidia y se establezca su virtud opuesta. (Lo efectivo, desde luego, es efectuar la nasíhah hacia la persona que se envidia).
2.— Hostigar e insultar a las personas
Este tipo de comportamiento tiene generalmente su origen en la envidia y la enemistad, aunque también puede originarse en la avidez (hirs), la codicia (tama’), la soberbia (takabbur), etc. Luego, su fuente, pueden ser también ambos poderes de ira y pasión. En cualquier caso, perseguir a insultar a otros musulmanes es una falta mayor, repetidamente condenada en las ayats coránicas y las tradiciones:
“Quienes zahieren inmerecidamente a los creyentes y las creyentes serán culpables de calumnia y manifiesto pecado”. (33:58)
Y en una tradición del Profeta (B.P. y Desc.) leemos:
“Quien hiere a un creyente me hiere a mí; y quien me hiere a mí hiere a Allah; y quien hiere a Allah es al que maldice la Torah, los Salmos, el Evangelio y el Furqán (Corán)”.
Por otra parte, detener a alguien que hostiga e insulta a otros es un acto valioso, elogiado en varias tradiciones, un ejemplo de las cuales es el siguiente hadiz:
“Quien remueve del camino de los musulmanes algo que los hiera, Allah le computa una buena obra cuya recompensa es el Paraíso”.
3.— Amedrentar y molestar a los musulmanes
Este tipo de comportamiento es una ramificación del recién mencionado, siendo su causa tanto la ira como el mal carácter y la avaricia o codicia. La virtud que se le opone es hacer felices a los demás, y librarlos de las causas de su tristeza y ansiedad. Hay numerosos hadices que destacan esta virtud, tal como el siguiente del Profeta (B.P. y Desc.):
“La acción más amada por Allah Poderoso Majestuoso es hacer felices a los creyentes”.
4.— Indiferencia hacia los asuntos de los musulmanes
Ser indiferente a los asuntos de los musulmanes es un vicio moral causado por el letargo, la debilidad de espíritu o la avaricia. Este vicio es condenado en diversas tradiciones, un ejemplo de las cuales es el siguiente famoso hadiz del Profeta (B.P. y Desc.):
“Quien amanece y no se preocupa de los asuntos de los musulmanes no forma parte de ellos, y quien escucha a un hombre pregonar: ‘¡Oh musulmanes!’, y no le contesta, no es musulmán”.
Por el contrario, ir al encuentro de las necesidades de los musulmanes y resolver sus problemas, es considerado una de las más nobles formas de devoción. Se trasmitió que el Profeta (B.P. y Desc.) dijo:
“Quien camina una hora durante la noche o el día en respuesta a la necesidad de su hermano (en la fe), pueda cumplir o no su objetivo, es mejor para él que dos meses de I’tikáf (retiro espiritual en la mezquita)”.
5.— Negligencia en el cumplimiento del deber de ‘ordenar el bien y vedar el mal’
La omisión en cumplir el deber de ‘ordenar el bien y vedar el mal’ es una falta imperdonable que se origina ya sea en la debilidad moral como en la falta de atención a los propios deberes del Din, teniendo como consecuencia el esparcimiento de la inmoralidad, la corrupción, la injusticia y otras formas de indecencia a través de la sociedad toda.
Ordenar a los demás que cumplan con sus deberes para con Allah, y el prohibirles cometer actos ilegítimos, es un deber obligatorio para cada musulmán, y tiene estados y condiciones que son explicadas en detalle en las obras sobre fiqh (jurisprudencia islámica).
Dado que lo que nos importa aquí son los deberes del individuo respecto de su relación con los demás, la breve mención de este deber es suficiente.
Este vicio tiene diversas causas tales como la hostilidad, la vengatividad, los celos (envidia) o la avaricia, perteneciendo en consecuencia o bien al poder de la ira, o bien al de la pasión. Es un rasgo de carácter condenado en muchas tradiciones proféticas.
Lo opuesto a este vicio es la virtud de la sociabilidad, la hospitalidad, y el carácter amigable, todo lo cual conduce a la expansión del afecto y las relaciones de hermandad en la comunidad. Esta virtud es muy recomendada en el Islam.
7.— Romper los vínculos con la familia
Este vicio constituye una rama de la insociabilidad, pero es más repugnante y dañoso. Su opuesto es mantener íntimos y cordiales vínculos familiares. Muchos dichos del Profeta (B.P. y Desc.) pueden encontrarse en los libros de hadices recomendando esta conducta.
8.— Ser desobediente con los padres
Esta es la peor de las formas que puede adoptar el vicio anterior (la ruptura de los vínculos familiares) y, según severas tradiciones, provoca un terrible castigo tanto en este mundo como en el otro. Como opuesto a esto el comportamiento amable y afectuoso con los padres es considerado como una de las más elevadas virtudes humanas. Se narra que se le preguntó al Imam As-Sádiq (P.):
“¿Qué acción tiene mayor mérito ante Allah?” Y se narra que respondió: “El salát al principio del tiempo que tiene asignado, la amabilidad con los padres y el Ÿihád por la Causa de Allah”.
Esta mención de la amabilidad con los padres al lado de la oración y el ÿihád, que son dos de los más importantes pilares del Islam, demuestra claramente su importancia.
Es necesario enfatizar también aquí la importancia de los deberes para con los vecinos y sus derechos, dado que también pertenecen a la categoría de las relaciones interpersonales que discutimos brevemente en este ítem. Muchas tradiciones condenan específicamente la hostilidad y el comportamiento indeseable con los vecinos.
9.— Encontrar faltas en el prójimo y exponer sus defectos y pecados
Este vicio se origina ya en la envidia, como en la hostilidad, y conduce a sembrar la corrupción, la animosidad y la destrucción de las buenas relaciones entre la gente. Lo opuesto a este vicio es la virtud de ocultar los defectos y faltas de los demás; es éste un rasgo muy meritorio. Mencionamos aquí sólo un versículo del Sagrado Corán y un hadiz al respecto, aunque son numerosos los que tratan el tema:
“Por cierto que quienes se complacen en que la obscenidad se difunda entre los creyentes, sufrirán un severo castigo en este mundo y en el otro...” (24:19).
Y el Profeta (B.P. y Desc.) ha dicho:
“Quien oculta las faltas de un musulmán, Allah le cubre sus faltas en este mundo y en el otro”.
10.— Revelar los secretos de los demás
Revelar los secretos de los demás conduce a la discordia social y a veces a la animosidad, por lo que es un vicio moral condenado en las tradiciones proféticas. Este vicio puede tomar varias formas, una de ellas es referir a alguien las observaciones condenatorias que otro individuo nos hizo sobre él, creando así la discordia entre ambos. Otra forma es referirle a quien tiene poder y autoridad algo que otro individuo pudo hacer o decir contra él, incitándolo así al perjuicio del primero. En general, la actitud de generar conflictos entre la gente, fomentando la hostilidad, tiene muchas formas, una de las cuales es precisamente el revelar los secretos de las personas. Lo opuesto a este vicio es trabajar para fomentar los buenos sentimientos, la armonía y el amor entre la gente, cualidad valiosísima. Opuesto a revelar los secretos, está el guardarlos y velarlos.
En cualquier caso, todas las formas del “ifsád baina-n-nás” (fomentar la corrupción de las relaciones entre la gente), son consideradas pecados y condenadas en el Corán y la tradición.
11.— Shamátah (Alegría por el mal ajeno)
Este vicio consiste en atribuir las desgracias que caen sobre otra persona a sus actos ofensivos, alegrándose maliciosamente por su mala suerte y reprochándoles por la misma. Este vicio se genera usualmente en la envidia, los celos y el poder de pasión.
Shamátah es severamente condenada en un elevado número de tradiciones, y se dice que, primero, shamátah provoca que quien la ejerce sufra las mismas desgracias de las que se alegra aflijan a otros; segundo, su shamátah hiere a su hermano en la fe, y provoca entonces el castigo de Allah; tercero, el hecho de que a alguien le sobrevenga una desgracia, no significa que él ha cometido un pecado, pues bien puede ser una prueba divina, que puede sobrevenir incluso a los más cercanos (o íntimos) a Allah.
12.— Sarcasmo (con injuria) y polémica (Ta’n ua muÿádalah)
Ta’n significa decir algo sarcástico con finalidad negativa, y muÿádalah se refiere a involucrarse en disputas fútiles sin desear realmente descubrir la verdad. Estos dos rasgos de carácter son considerados vicios morales y conducen a la incomprensión, la animosidad y los malos sentimientos entre los amigos. En oposición a estos dos vicios está la virtud de la conversación recta que aspira al descubrimiento de la verdad a través de una discusión amigable, sincera y cortés.
13.— Mofarse de los demás y ridiculizarlos
Este vicio tiene los mismos efectos dañosos que el comportamiento sarcástico y la actitud polémica.
El bromear debe ser evitado como regla general porque puede causar malos sentimientos entre algunas personas, e incluso hostilidad. Sin embargo recordemos que, lo que es reprensible, es chancearse en su forma extrema. Por el contrario, el tipo de humor que place al alma e ilumina la mente sin recurrir a la mentira y al insulto, y sin atacar a otros, es desde luego permisible.
Gíbah consiste en decir algo acerca de un individuo con mala intención (murmurando con malicia). La maledicencia es uno de los mayores pecados acerca del cual se ha escrito mucho y al cual condenan por igual el Corán y las tradiciones del Profeta (B.P. y Desc.)
Peor que la maledicencia es la difamación (en árabe “buhtán”), o sea la falsa acusación.
Lo opuesto a este vicio es elogiar a los demás, y lo que se opone a la difamación es la mención honesta de las actuales buenas cualidades de un individuo.
Este es un vicio vergonzoso y un gran pecado que conduce a corrupción personal y social. Su condena en el Sagrado Corán es obvia por lo numerosa, lo que nos exime de mencionarla aquí.
Su opuesto es la veracidad (sidq), una de las más valiosas virtudes en el ser humano, siendo sidq una palabra a la que se recurre un gran número de veces en el Sagrado Corán.
Ri’á significa realizar una buena acción sólo por ostentación, y no por la complacencia de Allah. Se considera una grave falta y es causa del deterioro y muerte espiritual. Dice el Sagrado Corán:
“Guay de los orantes. Los que realizan su oración distraídos, los que (realizan la adoración) para ser vistos y rehúsan la caridad” (107: 4-7).
En otro versículo leemos:
“Obran para ser vistos (simulando) por los hombres y no recuerdan a Allah sino muy poco” (4:142).
Hay una tradición profética sobre el vicio de ri’á:
“Lo que más temo para vosotros es que profeséis la ‘pequeña idolatría’ (ash-shirk al-asgar)”. Preguntaron: “¿Y qué es la ‘pequeña idolatría’?” Y respondió (B.P. y Desc.): “La simulación. Cuando Allah Poderoso Majestuoso examine las acciones de sus siervos el día de la Parada, dirá a los simuladores: ‘Id a aquellos a quienes os mostrasteis durante vuestra vida en el mundo y ved si encontráis en ellos vuestra recompensa’”.
Hay diferentes clases de ri’á, como ri’á en devoción, que es reprochable cualquiera sea la forma que tome. Ri’á en otras cuestiones puede a veces ser reprensible y otras no. Por ejemplo, si uno es abiertamente generoso con la intención de impulsar a los demás a serlo también, su acción no sólo no será reprochable sino que además es recomendable. El significado de la simulación en cada caso depende de las intenciones del individuo que la práctica.
El opuesto a ri’á es “ijlás” (integridad y sinceridad) que significa realizar cada acto por la causa de Allah sin esperar recompensa alguna de aquel a quien se le da. La estación del ijlás es una de las más elevadas a que puede acceder el creyente, pero debe obtenerse a través de la ejercitación persistente y perseverante.
Hipocresía es aparentar lo que no se es, o creer en lo que uno no hace, tanto en el Din como en las relaciones sociales, y constituye uno de los vicios más destructivos. A través de todo el Sagrado Corán los hipócritas son condenados en los términos más severos, hay además numerosas tradiciones condenando este vicio.
Lo opuesto a la hipocresía es ser uno mismo tanto interior como exteriormente o, lo que es preferible, ser mejor interiormente de lo que uno parece ser. Esta última cualidad es una característica de los mu’minún (los verdaderos creyentes) y de los próximos a Allah (auliiá’ Allah).
19.— Engreimiento (Gurúr: vanidad ilusoria)
Engreimiento es el orgullo basado en los deseos egoístas y las fantasías, y puede referirse tanto a cuestiones de este mundo como a las del otro. Uno puede volverse orgulloso de sus actos de devoción, o de sus hijos, riqueza, posición, poder o algo por el estilo; todo lo cual puede conducir al engreimiento, y consecuentemente a la caída moral y espiritual. Por esto es que el Sagrado Corán advierte al hombre contra todas las formas de engreimiento, que no es sino una forma de la ilusión y el auto-engaño:
“Que no os ilusione (envanezca) la vida mundanal, y que Al-Garúr (el demonio ilusionista) no os seduzca (engañándoos para apartaros) de Allah” (31:33).
Gente de todo género de vida puede ser víctima de este vicio. Pueden ser creyentes o infieles, eruditos, piadosos, místicos, etc., y cada uno de ellos puede estar orgulloso de algo en particular. Vemos así que el orgullo puede tomar numerosas formas. Puede causarlo el poder del intelecto, o el de la ira o pasión, o los tres en conjunto.
El opuesto al gurúr, que se menciona como una forma del autoengaño, es el conocimiento, la sabiduría, la conciencia y el zuhd (desapego), porque cuando mayor es la conciencia de la realidad que tiene un hombre, menos dispuesto está a caer en el orgullo. La siguiente tradición del Imam As-Sadiq (P.) sugiere el verdadero remedio del vicio del engreimiento:
“Sabe que no escaparás a las tinieblas del gurúr y el deseo sin un sincero arrepentimiento a Allah y la humillación ante El, y sin el conocimiento del defecto de tus estados, o sea de aquellas cosas que no acuerdan con la razón y la ciencia y que no te han sido impuestas por el Din, la Shari’ah y la tradición de los Imames de la Guía. Si estuvieras satisfecho con las condiciones en que te encuentras, ten por cierto que no hay nadie más insensible a tu conducta que tú mismo, ni mayor dilapidador de tus años de vida, y que seguramente heredarás la pesadumbre en el Día de la Parada”.
20.— Tener excesivas expectativas y deseos (del dunia)
Este vicio se origina en el poder del intelecto y pasión y se asienta en la ignorancia y el amor al mundo. Perjudica al hombre manteniéndolo ocupado con asuntos mundanos y retardando su desarrollo espiritual.
Para curarse de esta dolencia del alma uno debe pensar constantemente en la muerte y en el otro mundo, con el convencimiento de que el mundo y la existencia mundana son transitorias y que cualquier cosa que uno pueda obtener se verá forzado a dejarla cuando le alcance la muerte. Debe mantener vivo en su mente el hecho de que las únicas cosas útiles con que puede cruzar el abismo de la muerte son sus buenas obras.
Rebeldía aquí significa desobediencia a los mandatos de Allah. Es un vicio que pertenece al poder de la ira y al de pasión, siendo su opuesto la obediencia y la piedad (taqua).
Perteneciente a los poderes de ira y pasión, este vicio consiste en la impudicia y la ausencia de vergüenza cuando se llevan a cabo actos prohibidos. Su opuesto es el pudor y la modestia (en árabe: haiá), que es parte de la fe. Dijo el Imam As-Sadiq (P.):
“El pudor es parte de la fe y la fe está en el Paraíso”.
23.— Insistencia en la rebeldía (el pecado)
Se trata de un deplorable estado del alma que tiene su opuesto en el arrepentimiento (at-taubah). Repetir las faltas las hace parecer ordinarias, insignificantes, asuntos de todos los días. Por consiguiente, antes que esto nos ocurra, debemos examinar el vicioso resultado de pecar con insistencia, reflexionando sobre sus perjuicios en este mundo y en el otro. Tal contemplación deberá conducir al arrepentimiento de los pecados, hasta llegar a un estado genuino de vergüenza y pena por haberlos cometido. Por otro lado, taubah o arrepentimiento es retornar del estado de pecado. Un aún mayor estado o grado del arrepentimiento es “inábah”, que significa alejarse y abandonar incluso las cosas permisibles (u optativas: mubáh). En esta elevada estación del arrepentimiento sólo se busca agradar a Allah en palabra y acto, y recordarlo continuamente. Compañeros necesarios (como virtudes) de taubah son muhásabah (recuento, consideración —de los actos—) y muráqabah (vigilancia, observación vigilante y atenta), que significa que una persona sinceramente arrepentida lleva cuenta constante de sus actos, y vigila atentamente la cualidad moral de sus acciones. Hay una tradición que dice:
“Pedíos cuentas a vosotros mismos antes de que se os pidan”.
Gaflah significa indiferencia y falta de atención, su opuesto es la atención y resolución. Si de lo que somos negligentes es de nuestra felicidad última y bienestar, entonces es un vicio. Sin embargo, negligencia e indiferencia a la bajeza y la maldad es una virtud. Esto es, cuidado y atención brindados a las cosas ruines y malas es un vicio, mientras que el cuidado y atención para con lo que tiene que ver con nuestra felicidad es una virtud. Tanto la negligencia, como la resolución o cuidado, se derivan del poder de la ira o de la pasión. Por ejemplo, si uno intenta casarse, la motivación de tal resolución está en el poder de la pasión, y es una virtud. Si uno resuelve defenderse contra alguien, algún enemigo, tal resolución se funda en el poder de la ira, y es también una virtud.
Esto fue una descripción general de la negligencia y el cuidado o resolución. Sin embargo, como término usado en el Corán y las tradiciones, negligencia usualmente significa indiferencia a los verdaderos objetivos de la existencia humana y a los agentes del bienestar y felicidad del hombre en este mundo y en el próximo; y su opuesto, resolución (cuidado, atención) es también interpretado como claridad de voluntad y propósito en el mismo sentido. De esta manera, la negligencia es siempre mala y la resolución buena. El Sagrado Corán hace la siguiente observación acerca de los negligentes:
“Hemos preparado la Gehena para muchos de los genios y de los hombres, quienes tienen corazones con los que no comprenden, ojos con los que no ven, oídos con los que no escuchan. Son como bestias o más extraviados aún, son los negligentes (gafilún: desatentos, distraídos)” (7:179).
25.— La aversión (karáhah) y el amor (hubb)
Aversión se refiere al estado de aborrecimiento de todas las cosas que requieren esfuerzo y trabajo. Su forma extrema se denomina maqt (aborrecimiento). El opuesto de karáhah es hubb o amor (inclinación, deseo). Hubb consiste en la inclinación del alma por lo agradable y lo beneficioso. La forma extrema de hubb es ‘ishq (pasión).
La aversión puede ser mala o buena. Por ejemplo, si uno siente aversión por el ÿihád en la causa de Allah o la autodefensa ello es altamente indeseable y reprensible. Si, por el contrario, se tiene aversión a las acciones indignas, constituirá una virtud encomiable. Las mismas reglas se aplican a hubb.
Lo que es importante hacer notar es que hubb (amor, inclinación) debe esencialmente dirigirse sólo a Allah y a todo lo que está asociado con lo divino. Esta es la forma más elevada de hubb. No debe olvidarse que el Amado Real es Allah, y que solamente cuando pierde a su Verdadero Amado, es que el hombre adopta otros objetos para su amor, tales como la esposa, hijos, riqueza, status u otra cosa del mundo. Si el hombre se reencuentra con su verdadero Amado (Allah), se liberará del extravío sin sentido y sin fin.
Para encontrar al Verdadero Amado primero debemos conocer todas las distintas formas de hubb. Básicamente el hubb puede dirigirse hacia nueve diferentes objetivos:
1— El hubb del ser humano por sí mismo, que es una de las inclinaciones más poderosas.
2— El hubb del ser humano por las cosas exteriores a sí, con el propósito de derivar de ellas placer físico, tales como las diversas clases de comidas, vestidos y otras cosas que sirven para satisfacer las necesidades y deseos físicos.
3— El hubb del hombre por otro ser humano, en razón de la amabilidad y el servicio que éste le ha otorgado.
4— La inclinación del hombre por algo en razón de su bondad inherente, tal como la belleza y la rectitud.
5— La inclinación del hombre por otro individuo sin que pueda encontrar una razón para ello, no porque el individuo tenga belleza, riqueza, poder o algo por el estilo, sino simplemente por la existencia de algún vínculo espiritual invisible entre ellos.
6— La inclinación del hombre por un individuo que ha venido de un lugar lejano, o a quien ha encontrado durante un largo viaje.
7— El hubb del hombre por sus colegas y camaradas profesionales, tales como el vínculo entre un sabio y otro, o el de un comerciante por otro, etc.
8— El hubb del efecto por su causa y viceversa.
9— El hubb de efectos comunes a una misma causa entre sí, tales como entre los miembros de una misma familia.
Si meditamos sobre este asunto llegaremos a la conclusión de que sólo Allah tiene Existencia Absoluta y todas las otras cosas dependen de Él. Cualquier otra cosa que el hombre pueda amar, carece de existencia independiente por sí misma. En otras palabras, dado que Allah es la Realidad Ultima, Él es de hecho el objeto último del verdadero amor, mientras que todas las otras formas de amor dirigidas a las cosas son figurativas e imaginarias. Por eso es que se debe sublimar el amor y descubrir su objeto real, y esto no es posible sin que aparezcan en el hombre las siguientes condiciones:
1.— Debe tener un ferviente deseo del encuentro con Allah (liqa’ Allah), en otras palabras, no debe temer a la muerte. Sus acciones deben ser tales que reflejen su convicción de que se encontrará con Allah después de su muerte.
2.— Debe dar prioridad al deseo de Allah por sobre la propia voluntad y deseos, pues éste es uno de los requerimientos del amor.
3.— No debe olvidar a Allah ni por un momento, tal como el amante no olvida a su amada ni por un segundo.
4.— No debe estar feliz cuando gana algo o triste cuando lo pierde pues si toda su atención está centrada en Allah todas las otras cosas carecen de importancia para él.
5.— Debe ser amable y amar a las criaturas de Allah, pues quien lo ama a Él, debe amar también a Sus criaturas.
6.— Debe temer a Allah al mismo tiempo que lo ama, pues estos dos estados no son contradictorios.
7.— Debe mantener su amor a Allah en secreto.
Bajo estas condiciones, Allah amará también a Su siervo y cumplirá Su promesa:
“Di (¡Oh Muhammad!): Si amáis a Allah, seguidme, Allah os amará y perdonará vuestros pecados” (3:31).
26.— Sajat (descontento) y ridá (contentamiento)
Sajat es estar apesadumbrado por las adversidades y desgracias que puedan caer sobre uno, al punto de quejarse por ellas. El opuesto a este vicio es la virtud de ridá (contentamiento), que significa estar satisfecho con cualquier cosa que Allah desee para uno. Sajat es una clase de karáhah, así como ridá es una forma de hubb.
Hay muchas tradiciones condenando sajat y exhortando al hombre a ser paciente frente a las adversidades, puesto que son pruebas a que nos somete Allah. Básicamente, debemos tomar conciencia de que la vida en este mundo está hecha para el sufrimiento, la dificultad, la enfermedad y la muerte, y que sin excepción los hombres deben padecer estas cosas. Uno tiene entonces que prepararse a sí mismo para estas dificultades. Tal preparación se llama ridá, y su más alto grado es el completo contentamiento con la voluntad de Allah. Así es como describe el Sagrado Corán a tal gente:
“Allah está complacido con ellos y ellos están complacidos con El. Este es el gran triunfo” (5:119).
Y así es como se describe a quienes carecen de esta cualidad:
“...Se complacen en la vida mundanal y se sienten seguros en ella...” (10:7).
Debe hacerse notar que, en los libros de ética, taslím (sometimiento, resignación) y ridá (contentamiento) se usan a menudo como sinónimos. Esto se debe a la cercanía de sus significados pues, quien está contento con cualquier cosa que Allah desee para él, está también completamente entregado y sometido a la voluntad divina en todos los asuntos de su vida.
Huzn es la pena y remordimiento por la pérdida o el fracaso en obtener algo deseado. Como el sajt (descontento), se deriva de karáhah (aversión).
28.— Ausencia de confianza en Allah
Este vicio consiste en depositar la confianza en intermediarios, no en Allah, para solucionar los propios problemas. Su causa es la fe insuficiente y se origina en los poderes de intelecto y pasión. Es una forma de shirk (idolatría).
El opuesto a este vicio es “tauakkul” (la plena confianza) en Allah en todos los aspectos de la vida de uno, con fe en que Allah es la única fuerza efectiva en el universo. Este es el significado del famoso dicho:
“No hay poder ni fuerza sino (el derivado de) Allah”.
Y el Sagrado Corán explícitamente establece:
“...y quienquiera ponga su confianza en Allah, Él le será suficiente” (65:3).
Y el Profeta ha dicho:
“Quien corta toda esperanza excepto en Allah, Él le dará lo suficiente en medios de vida”.
Debe hacerse notar que la noción de tauakkul no contradice la idea de que el hombre debe realizar un esfuerzo para beneficiarse de las bondades de Allah. He aquí porque el Islam considera obligatorio para el individuo esforzarse para mantener a su familia, defenderse a sí mismo y pelear por sus derechos. Lo que es importante es considerar todos estos recursos intermedios como sujetos a la autoridad y el poder de Allah, sin papel alguno independiente por sí mismos.
29.— Ingratitud (kufrán) y gratitud (shukr)
Este vicio consiste en ser desagradecido ante los favores divinos, siendo su opuesto “shukr” (o sea: agradecimiento). La virtud del shukr consiste en los siguientes elementos:
1.— Reconocimiento de las bendiciones (y gracias) y su origen que es la caridad divina.
2.— Alegrarse de los dones recibidos, no por su valor mundano o por haberlos conseguido, sino por su valor para conducirnos a la intimidad con Allah.
3.— Actuar sobre esta alegría y placer buscando satisfacer el objetivo del Dador, en palabra y acción.
4.— Alabar al Proveedor de los dones.
5.— Usar los bienes recibidos de la forma que a Él le place
Por dones (bendiciones, bienes, gracias y regalos) entendemos todas aquellas cosas que traen placer, beneficio y felicidad, tanto en este mundo como en el otro.
Dice el Sagrado Corán:
“Si agradecéis, ciertamente os incrementará (los dones) y si descreéis (infielmente), ciertamente mi castigo es terrible” (14:7).
Y como una elaboración de la segunda parte de este versículo dice:
“Allah da el ejemplo de una ciudad segura, satisfecha y pacificada en razón de la provisión que le llega en abundancia de todos lados, y entonces desagradece las bendiciones de Allah y les hace gustar Allah el peso del hambre y el temor por lo que hicieron” (16:112).
30.— Ÿaza’ (exteriorizar la aflicción) y sabr (paciencia)
Ÿaza’ es lo que conduce a gritar, golpearse la cara, romper los vestidos y elevar el clamor cuando se enfrentan desgracias y calamidades. Es uno de los vicios del poder de la ira. Su opuesto es sabr (o sea: paciencia), una de las más nobles virtudes. En cualquier circunstancia ÿaza’ es un vicio que conduce al hombre a la perdición pues es esencialmente una queja contra Allah y un rechazo de Sus decretos.
Sabr (paciencia), por el contrario, consiste en preservar la calma bajo todas las circunstancias y cumplir con el deber en todas las condiciones. Sabr tiene distintas funciones en diferentes situaciones; por ejemplo sabr, en el campo de batalla, consiste en perseverancia para cumplir con el deber, en otras palabras, es una forma de coraje. Sabr en el estado de la ira es autocontrol, y es sinónimo de hilm (templanza). Sabr frente a los deseos y pasiones es ‘iffah (continencia, castidad). Sabr respecto a la vida lujuriosa y opulenta es zuhd (abstinencia). Resumiendo sabr es una virtud relacionada con las cuatro facultades del alma.
Sabr ha sido muy elogiado en las tradiciones islámicas y el Sagrado Corán exalta esta virtud, sus méritos y recompensas en setenta diferentes lugares de su texto. Por ejemplo dice:
“...Y albricia a los pacientes, los que cuando les alcanza la aflicción dicen: pertenecemos a Allah y a El retornaremos. Ellos reciben las bendiciones y la misericordia de su Señor y son los bien guiados” (2:155, 157).
Y el Profeta (B.P. y Desc.) ha dicho:
“Sabr tiene respecto de la fe la dignidad de la cabeza respecto del cuerpo, no puede sobrevivir un cuerpo sin cabeza ni tiene fe quien no tiene paciencia”.
Hay cinco clases de sabr según la Shari’ah islámica: uáÿib (obligatoria), harám (prohibida), mustahabb (deseable, recomendable), makrúh (detestable) y mubáh (permitida). Un ejemplo de sabr obligatoria es la abstinencia de los placeres y deseos prohibidos. Ejemplo de sabr prohibida es paciencia ante la injusticia, tal como la opresión y la crueldad. Sabr deseable es constancia en realizar actos recomendables (por ejemplo las ‘ibadát [devociones] superogatorias), mientras que el sabr detestable se refiere a tolerar situaciones que son reprensibles. Finalmente, sabr permitido es lo que se ejerce ante los asuntos o situaciones lícitas.
Se sigue de lo anterior que sabr no es siempre una cualidad valiosa, dependiendo, su valor o su carencia, de su objeto. En general, el criterio para juzgar los distintos tipos de sabr es el mismo con que juzgamos las otras acciones y cualidades, es decir: todas las acciones que faciliten el desarrollo espiritual del hombre son valiosas y loables, mientras que todas las demás son malas y dañosas.
31.— Fisq (disolución y prevaricación)
Fisq es un término que designa la desobediencia a las disposiciones obligatorias de la Shari’ah islámica o el cometer actos prohibidos por ella. Su opuesto es ita’ah (obediencia) a las órdenes de Allah, exaltado sea.
La mayor parte de las órdenes divinas consisten en formas específicas de adoración, que son consideradas ya uáÿib (obligatorias) o bien mustahabb (recomendables) en el Islam. Ellos son: tahárah (purificación), salát (oración), du’á (imploración), dhikr (recuerdo de Allah), qira’ah (recitación del Corán), saum (ayuno), haÿÿ (peregrinación), ziárat an-nabí (visita a la tumba del Profeta B.P.), ÿihád (combate por la causa de Allah), adá al-ma’rúf (pagar las obligaciones económicas establecidas por la Shari’ah: zakat, jums, sadaqah).
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En este punto An-Naraqi (Allah tenga misericordia de él) entra en su discusión final que es el tratamiento de las órdenes de Allah recién mencionadas, su razón y su rol benéfico en el desarrollo y crecimiento espiritual del hombre, tema que se refiere al fiqh pudiendo encontrarse en los libros respectivos. Ual-hamdu lilláhi rabbi-l-’álamín.
Fuente: LA RECOPILACIÓN DE LAS VIRTUDES (Un tratado de ética islámica); Publicado por: Editorial Elhame Shargh
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[1] La última sección del tercer capítulo trata de los vicios que combinan a dos o tres de las facultades del alma mencionados y los métodos de su tratamiento. Hay treinta y una de tales dolencias, derivándose esta discusión a multitud de otros vicios y virtudes que constituyen el tema principal de los libros de ética y que, en este caso, cubre la mitad de la obra que presentamos. Para conservarnos dentro de los límites de este resumen nos limitaremos a enumerar brevemente sólo los puntos salientes de esta sección del libro. (Nota del traductor al inglés que resumió la obra original en árabe).