¿Qué sucedió en la noche de Ashura y de cómo prendieron fuego a las tiendas del campamento?

Un vistazo a la historia del Islam en el primer siglo

Por el Sheij Huseyn Ansarián

 

Otro de los dramáticos episodios de la tragedia que la familia profética tuvo que soportar fue el fuego que sus enemigos provocaron en las tiendas de su campamento.

Ésta grave prueba fue recogida en su Maqtal por Abu Mihnaf, por el Sheyj Al-Mufíd en su Kitáb Al-Irshad, en Bihár al-Anwár, en Ma’álí as-Sibtayn y en Muzír al-Ahzán de Ibn Numán.[1]

En algunos de los textos denominados Maqtal (Matanza) podemos leer lo siguiente:

 “Cuando los miembros de Ahl ul-Bayt (a.s.), al ver el estado del caballo, comprendieron que el Imam (a.s.) había alcanzado el martirio, comenzaron a llorar y a lamentarse en voz alta.

Umar ibn Sa’ad grito:

«وَيْلَکُم أکُبّوا عَلَيهِم فی الخيام وَضرِّموها ناراً وَأحرِقوها مَن فيها»؛

“¡Ay de vosotros! ¡Id a las tiendas donde lloran esas gentes y quemadlas con todos los que hay en su interior!”

Después, Shimr ordenó:

“Apropiaos de todo lo que haya en las tiendas!

Saquearon todo lo que encontraron en las tiendas y después las prendieron fuego.”[2]

Un grupo, con Shimr a la cabeza, invadió la tienda del Imán As-Sayyád (a.s.). El noble Imam, gravemente enfermo, yacía tendido sobre una alfombra. Vi como tiraban de la alfombra sobre la que yacía el Imam Zayn ul- Abidín (a.s.) y le dije a Shimr:

“¿Qué estáis haciendo? ¡No toquéis esa alfombra!”

Entonces llego Umar ibn Sa’ad y gritó:

“¡Dejad a ese joven en paz!”[3]

Los miembros de la familia del Profeta (a.s.) escaparon como pudieron de las llamas huyendo cada uno de ellos en una dirección, pero los enemigos les persiguieron y a latigazos y palos les agruparon sin importarles su duelo y lamentos. Les arrancaron sus pulseras, pendientes y ajorcas como botín de guerra, sin importarles desgarrar para ello las orejas de las mujeres.[4]

Seyed Ibn Táwuus, relata así ese terrible momento:

«فَلَمَّا نَظَرَتْ النِسْوَةُ إلیَ الْقَتْلیَ صَحِنَّ وضَرِبْنَ وُجُوهَهُنَّ»؛

“Ahl ul-Bayt (a.s.), con todo el peso de la tragedia que había caído sobre ellos, huyeron hacia el campo de batalla donde habían caído muertos Huseyn y sus compañeros y, cuando las mujeres de la casa profética vieron los cadáveres de los mártires, comenzaron a gritar y a golpearse el rostro.”[5]

Un transmisor de aquellos acontecimientos dijo:

“Juro por Dios que no podré olvidar a la noble Zaynab, llorando de aquella manera por Ibn Abdellah (a.s.) y diciendo con una voz que quemaba el alma y con el corazón roto de pena:

«وا محمداُ، صَلّی عَلَيکَ مَلِيکُ السَّماء هَذٰا حُسَينٌ مُرَمَّلٌ بِالدِّماءِ مُقَطَّعُ الأعضاءِ وَبَناتُک سَبَايَا وَذُرِّيبَتُکَ قَتْلَی تَسْفِی عَلَيْهِمُ الصبا»؛

“¡Oh Muhammad! ¡Que los ángeles celestiales pidan bendiciones por ti! ¡Ese que está ahí caído en mitad del desierto, cubierto de sangre y con todos sus miembros llenos de heridas, es tu Huseyn! ¡Han hecho prisioneras a tus hijas! ¡Han matado a tus descendientes y el viento del desierto gime sobre sus cuerpos!

«بِأَبِي مَنْ أَضْحَی عَسْکَرَهُ في يَومِ الإثنَينِ نَهْباً»؛

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel cuyos seguidores y ayudantes asaltaron un día lunes las tiendas de su campamento y han convertido en botín de guerra lo que en ellas había!

Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel viajero alejado de su tierra sin esperanzas de poder regresar!

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por ese que no tiene sano un solo trozo de su cuerpo y para el que ha pasado el tiempo de ser curado!

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel por quien daría mi vida!

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel que estuvo abrumado por las tribulaciones hasta el momento de su muerte¡

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel que alcanzó el martirio con los labios sedientos y cuya noble barba se tiñó con la sangre de su cabeza hasta gotear!

!Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel cuyo abuelo es el Mensajero de Dios!

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por aquel que es el nieto del Profeta de la Guía!

¡Sacrifico a mi padre y mi madre por Muhammad al-Mustafá (s.), por Ali Al-Murtadá (a.s), por Jadiyat ul-Kubrá (a.s.) y por Fátimah Az-Zahrá (a.s.), la señora de todas las damas!

El mismo transmisor dijo:

«فَاجْتَمَعَ عِدَّةُ مِنَ الأَعْرابِ حَتّی جَرُّوها عَنه»

“Juro por Dios que amigos y enemigos lloraron al ver el estado en el que Zaynab (a.s.) se encontraba. Después, la noble Sukayna (a.s.) se arrojó sobre el cuerpo caído de su padre, se abrazó a su garganta cortada y no la soltó hasta que un grupo de aquellos beduinos consiguió separarla brutalmente de él.”[6]

***

Extraído del libro Un vistazo a la épica del Señor de los Mártires; Imam Huseyn (P)

Editorial Elhame Shargh, 2014

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com; Fundación Cultural Oriente


[1] Abu Mihnaf, Waqi’at ut-Taf,p. 256-257; Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 112; Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 58-60; Mázandarání, Ma’álí as-Sibtayn, t. II, p. 88; Ibn Numan Hillí, Muzír al-Ahzán, p. 77-78.

[2] Sanyání, Wasílat ud-Dárayn, p. 343.

[3] Abu Mihnaf, Waqi’at ut-Taf, p. 257; Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 112-113; Tabarsí, I’lám al-Warí, t. I, p. 469-470; Seyed Mohsen Amín, Lawáich al-Ashyán, p. 148.

[4] Sheyj Sadúq, Amálí, p. 139; Maylesí, 31, t. II; Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 60, cap. 37; Abdellah Bahrání, ‘Awálim al-‘Ulúm, p. 302; Zanyání, Wasílat ad-Dárayn, p. 343.

[5] Seyed ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-Tufúf, p. 180.

[6] Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-Tufúf, p. 180-181; Bahrání, ‘Awálim al-‘Ulúm, p. 303; Seyed Mohsen Amín, Lawáich al-Ashyán, p. 151.

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