Retornando a Dios o el verdadero arrepentimiento

Por: Husain Ansâriyân

 “Yo soy, ciertamente, indulgente con quien se arrepiente, cree, obra bien y, luego, se deja dirigir bien” [Corán: 20:82]

Los pecados y la capacidad de arrepentirse

Las madres no dan a luz niños pecadores, ni estos vienen al mundo contaminados de pecado.

Cuando un bebé viene a este mundo, su mente esta vacía de toda sabiduría, intelecto e información. Es completamente ignorante de lo que le rodea. Cuando viene a este mundo, el bebe no tiene entendimiento de nada, excepto de llorar y mamar. Al mismo tiempo, cuando el bebe llora y mama del seno de su madre, también es ignorante de lo que esta haciendo. Gradualmente los instintos, los sentimientos y los deseos se mueven en el círculo de su ser psicológico y al mismo tiempo estas actividades corporales entran en el campo de su vida. Solo entonces el bebé empieza a aprender de su alrededor y de la conducta de otros lo que es necesario para sobrevivir en esta vida.

En cuanto al cuerpo del bebe, este es susceptible a toda clase de enfermedades y calamidades a través de su vida. Lo mismo ocurre con su intelecto, su alma, su espíritu y su corazón. En cuento a la moral, este es susceptible de cometer pecados y de caer en vicios. Entonces, los pecados son accidentales en el hombre, así como las enfermedades atacan su cuerpo. El pecado es algo accidental y no espontáneo.

Las enfermedades del cuerpo pueden ser curadas siguiendo las instrucciones de un doctor, pero el alma, el espíritu y el intelecto enfermos, solo pueden ser curados siguiendo las instrucciones del Todopoderoso y obedeciendo Sus órdenes.

Si un pecador es concierte de su estado y sabe cuáles son sus acciones malas, y sabe que debe y que no debe hacer, debe alistarse para el arrepentimiento, para retornar Dios y para seguir las instrucciones del Doctor Espiritual y salirse del círculo del pecado y entrar en el círculo de la Misericordia de Dios. Solo así se libra del pecado y se purifica, es decir, regresa al estado en que estaba al nacer.

Una persona en pecado no puede fingir que no puede arrepentirse, porque él, quien es capaz de cometer pecados, es indudablemente capaz de arrepentirse de ellos.

Es cierto. Si somos capaces de comer, beber, ir y venir, trabajar, practicar deportes, viajar y asociarnos con otros y si el doctor nos controla nuestros apetitos para evitar enfermedades, entonces debemos estar en la capacidad de evitar el pecado y de caer en el abismo de la corrupción y la desobediencia.

Si pecamos y damos excusas para no arrepentirnos Dios no acepta eso. Si pecamos y no nos arrepentimos ahora, Dios no nos invitara a arrepentirnos después.

El pecador debe aceptar que debe ser capaz de evitar el pecado en cualquier situación o condición. Los versículos coránicos muestran que Dios es Bueno con Su creación; que acepta el arrepentimiento del pecador e inclusive hasta perdona incluso si el pecado es tan vasto como las arenas del desierto. En efecto, Dios cambia el pecado por buenas acciones.

Los pecadores debemos percibir que si no nos ponemos en la tarea de frenar el pecado y de dejar de ser desobedientes, y si no purificamos nuestro interior de todos los vestigios que deja el pecado, entonces Dios tendrá un castigo severo para los pecados y crímenes.

Dios habla respecto a Si mismo en el Sagrado Corán de la siguiente manera:

 “Que perdona el pecado, acepta el arrepentimiento, es severo en castigar y lleno de poder. No hay más dios que Él; ¡Él es el fin de todo!” [Corán: 40:3]

El Imam ‘Ali (P) describió a Dios Todopoderoso en la suplica del Iftitâh diciendo: “He atestiguado que Tú eres el Más Misericordioso de los misericordiosos al momento de perdonar y de tener misericordia, y que eres el más severo Castigador al tiempo del castigo y del ajuste de cuentas”1

Dios declara a los pecadores:

Di: “¡Siervos que habéis prevaricado en detrimento propio! ،No desesperéis de la misericordia de Dios! Dios perdona todos los pecados. Él es el Indulgente, el Misericordioso”. [Corán: 39:53]

Por lo tanto, si comprendemos los versículos del Corán que nos dan las buenas nuevas respecto a nuestra habilidad de evitar el pecado, y que Dios acepta nuestro arrepentimiento, que Él es Perdonador y Misericordioso, no tenemos ninguna excusa para retrasar nuestro arrepentimiento e insistir en cometer pecados. En resumidas cuentas, arrepentirse del pecado en una obligación inmediata, moral y racional de todo pecador.

Si un pecador no se apresura a arrepentirse, y si se rehúsa a reparar los errores que ha cometido y a purificarse de la suciedad que deja el pecado y la desobediencia, consecuentemente, en la otra vida, cuando este frente a Dios no será excusado pues tuvo razón, conciencia y / o conocimiento. El Día de la Resurrección llegará, y los pecadores estarán de pie sumidos en el arrepentimiento, diciendo:

…o diga, al ver el castigo: “¡Si pudiera regresar, sería de quienes hacen el bien!” [Corán: 39:58]

Y Dios les responderá:

 “Pero, si ya te vinieron Mis signos y los desmentiste, mostrándote altivo y siendo de los infieles...” [Corán: 39:59]

Ese Día no se les aceptará a los pecadores ningún tipo de excusas. Sólo la fe y las buenas acciones les salvarán de la tortura. Dios enfatiza en el fin inevitable de estas personas cuando dice:

“Si los impíos poseyeran todo cuanto hay en la tierra y aun otro tanto, lo ofrecerían como rescate el día de la Resurrección para librarse del mal castigo. Dios les manifestará aquello con que no contaban”. [Corán: 39:47]

El Imam ‘Alí (P) hace hincapié en el Du‘a Kumail en cuanto a que no habrá excusa que se le acepte a un pecador que no se arrepiente y regresa a Dios y que Dios ha hecho efectiva Su autoridad sobre la gente: “tienes la autoridad sobre mí en cuanto a todo eso y no tengo excusa ante tu juicio en mi contra…”1

Una narración maravillosa sobre la autoridad de Dios sobre toda la gente

‘Abdul A‘lâ, el esclavo liberado de ‘Âl1 Sam narró que escuchó al Imam Sâdiq (P) diciendo: “en el Día de la Resurrección una mujer hermosa, quien se ha desviado por su belleza será traída a juicio. Ella dirá: “Ay Dios mío, Tú me hiciste tan hermosa que yo hice esto y lo otro…” Luego la Virgen María (P) será traída al frente. Se le dirá a la mujer: “¿eres más hermosa que ella? A ella la hemos hecho muy hermosa pero nunca se ha desviado”.

Un hombre atractivo, quien se ha desviado por su belleza, será traído a juicio. Este dirá: “Ay mi Señor, me hiciste hermoso y obtuve esto y lo otro de muchas mujeres” Luego el Profeta Îusuf (José) (P) será llamado al frente. Se le dirá al hombre: ¿Eres más hermoso que él? Lo hemos creado muy atractivo pero jamás se ha desviado”.

Luego un hombre miserable, quien ha sido desviado por su falta de fe dada su calamidad será traído a juicio. Este dirá: “Ay mi Señor, me has afligido con tantas calamidades que me he desviado”. Luego el Profeta Aiiub (Job) (P) será traído al frente. Se le dirá al hombre: ¿eran tus calamidades más severas que las de este hombre? Él ha sido probado pero nunca ha perdido su fe”.2

Hemos heredado el arrepentimiento de nuestro padre Adán (P) y nuestra madre Eva (P)

Cuando Dios creó a Adán como su califa en la tierra y cuando el cuerpo de Adán se enderezó y le fue insuflado el Espíritu Divino1, fue apropiado para que se le enseñaran los nombres y luego Dios ordenó a los Ángeles que se postraran ante él para glorificarlo. Luego Dios permitió que Adán y su esposa vivieran en el Paraíso. Dios permitió que disfrutaran de las maravillas del Paraíso excepto de cierto árbol. Dios les prohibió que se acercaran a ese árbol, de otra forma, serían injustos contra ellos mismos:

Dijimos:

“¡Adán! ¡Habita con tu esposa en el Jardín y comed de él cuanto y donde queréis. Pero no os acerquéis a este árbol! Si no, seréis de los impíos”. [Corán: 2:35]

Pero Satanás, quien se rehusó a postrarse ante Adán fue expulsado del Paraíso, les susurró a Adán y a Eva que cayeran en pecado dado el rencor que sentía hacia ellos hasta que logró que desobedecieran al comer del árbol prohibido. Luego sus partes privadas aparecieron y finalmente perdieron todo el honorable rango que tenían cerca de Dios dado a que obedecieron a Satanás. Como resultado fueron expulsados del Paraíso y retirados de la misericordia de Dios.

Satanás le susurró el pecado a Adán y Eva a causa de sus complejos para llevarlos al árbol prohibido a que cometieran pecado. Les dijo: “Ay, Adán y Eva, Dios les ha prevenido respecto a ese árbol sólo porque si ustedes comen de él, serán dos ángeles y vivirán en el Paraíso por siempre”.

Y para asegurar su propuesta malvada y para sembrar la cizaña en sus corazones, les juró que no quería más que su bienestar y que ellos se aventajaran:

“¡Hijos de Adán! Que el Demonio no os tiente, como cuando sacó a vuestros padres del Jardín, despojándoles de su vestidura para mostrarles su desnudez. Él y su hueste os ven desde donde vosotros no les veis. A los que no creen les hemos dado los demonios como amigos”. [Corán: 7:2]

Su malvado susurro les hizo efecto y las llamas del amor por la vida se encendieron dentro de ellos. Ese deseo creó una cortina entre ellos y la prohibición de Dios; así que cayeron en la trampa de Satanás. Se dejaron llevar por la desobediencia y estiraron sus manos hacia el árbol prohibido ya que Satanás les había seducido. Habiendo comido de la fruta del árbol prohibido, se percataron de sus partes privadas y el velo de la gravedad, de la dignidad y de la luz se removió en ellos. Así que empezaron a cubrir sus partes privadas con hojas de los árboles. Finalmente Dios los llamó:

“Les hizo, pues, caer dolosamente. Y cuando hubieron gustado ambos del árbol, se les reveló su desnudez y comenzaron a cubrirse con hojas del Jardín. Su Señor les llamó: “¿No os había prohibido ese árbol y dicho que el Demonio era para vosotros un enemigo declarado?” [Corán: 7:22]

Por lo consiguiente, Adán y Eva fueron expulsados del paraíso donde la posición de alto rango, sabiduría y la postración de los ángeles frente a ellos no les servía de nada. Descendieron de tan alta posición para comenzar sus vidas en la tierra. No obstante, el hecho de estar fuera de la misericordia del Todopoderoso, de la presencia de los ángeles, lejos del Paraíso, de no prestar atención a la orden divina, les causó gran pena, dolor y culpa; así salieron de la horrible prisión del egoísmo y de la terrible supresión del deseo porque fueron precisamente el egoísmo y el deseo las razones detrás de su expulsión de la misericordia de Dios y de su caída al valle de la desviación. Así pudieron transitar por el camino de la misericordia, bondad y protección de Dios; ese horizonte que estaba lleno de bondad y honor en la vida terrenal y de libertad e infinito triunfo en la otra vida.

Cuando Adán y Eva salieron del Paraíso de esa forma, gritaron: “Ay, Señor, hemos sido injustos con nosotros mismos”, y cayeron en la cuenta que estaban en la prisión de la desobediencia y el egoísmo y que se habían resbalado en la oscuridad de la ambición y el orgullo.

Este despertar fue el primer paso a la libertad y la causa de su rescate de las trampas de Satanás para retornar a la misericordia de Dios después de ser humildes y someterse. Si el mismo Satanás hubiese sido humilde y se hubiese sometido a la voluntad de Dios, no tendría ese destino eterno de miseria e infelicidad y no hubiese caído en la maldición de Dios y en Su furia para siempre.

Tenemos pues que Adán y Eva, gracias a la razón, la visión y el despertar, y al mismo tiempo, dado su arrepentimiento, no fueron groseros con Dios sólo diciéndole “perdónanos”, sino que Le dijeron:

“¡Señor! Hemos sido injustos con nosotros mismos. Si no nos perdonas y Te apiadas de nosotros, seremos, ciertamente, de los que pierden”.[Corán: 7:23]

Después de haber compredido la realidad, de ser humildes, sumisos; después de estar arrepentidos, de llorar y de salir de la prisión del egoísmo y pasar a ver el horizonte de la misericordia de Dios, las puertas de la misericordia y la Protección divina se abrieron para salvarlos de la miseria y el destino terrible que les esperaba:

“Adán recibió palabras de su Señor y Éste se volvió a él. Él es el Indulgente, el Misericordioso”. [Corán: 2:37]

La Luz de Dios entró en el corazón de Adán a través de algunas palabras que recibió y del perfecto arrepentimiento por medio de la conexión de estos tres factores: la luz de Dios, las Palabras y el Alma de Adán. El arrepentimiento que puede reparar lo que uno ha perdido durante el tiempo es la luz que va a iluminar el camino hacia un futuro arrepentimiento.

Se narra desde el Imam al Bâqir (P) que las palabras que Adán hubo recibido de Dios fueron: “Ay Dios, no hay más dios que Tú. Alabado seas. Mi Dios, he sido injusto conmigo; perdóname pues Tú eres el Mejor Perdonador. Ay Dios, no hay dios sino Tú, glorificado y alabado seas. Mi Dios, he sido injusto conmigo, ten misericordia conmigo puesto que eres el Más Misericordioso. Ay Dios, no hay más dios sino Tú. Alabado y glorificado seas. Mi Dios, he sido injusto conmigo; acepta mi arrepentimiento pues Tú eres el Clemente, el Misericordioso”.1

Se narra también que Adán había visto nombres honorables escritos en el Trono y que cuando este preguntó acerca de tales nombres se le dijo que eran los más honorables y cercanos a Dios. Los nombres eran Muhammad, ‘Alí, Fátima, Hasan y Husain. Adán le suplicó a Dios que le aceptara su arrepentimiento y que subiera su posición por medio de esos nombres.[1]

Cuando las lluvias de la Inspiración Divina cayeron en forma de palabras para regar las semillas de amor en el corazón de Adán, la confesión de su pecado y el haber sido injusto consigo mismo crecieron. Adán no tenía más que llorar y pedir a su Dios y luego el árbol de la elección creció en los terrenos de su alma…las flores del arrepentimiento y del regresar a Dios salieron a la vista:

“Luego, su Señor le escogió, le perdonó y le puso en la buena dirección”. [Corán: 20:122]

Los pecados

El Imam Sâdiq (P), en un artículo maravilloso titulado carta de arrepentimiento, habla sobre los pecados de los cuales hay que arrepentirse con prontitud como una obligación moral y legal. Los pecados de los cuales uno no se arrepienta no serán borrados del libro del alma y del corazón y representarán un problema para la vida y nos sujetarán al Tormento en el Día de la Resurrección.

El Imam Sâdiq (P) dijo: “Dios, perdóname todo pecado que te haya confesado y en el que haya vuelto a caer. Te ruego que me perdones por haber desperdiciado Tus mandatos (mis obligaciones) y derechos como la Oración, Zakât, Ayuno, Ÿihad, Haÿÿ mayor, Haÿÿ menor, la realización del Uudu y del Gusl, adorarte en la noche, glorificarte frecuentemente, expiación por no cumplir promesas, regresar a la desobediencia y por cada obligación para con la cual haya sido negligente. Te pido que perdones todos los pecados mayores y menores, desobediencias, malos actos y lujurias intencionales o por error, abiertamente o en secreto. Me arrepiento por eso y por derramar sangre, por desobedecer a mis padres, por cortar relaciones con parientes, por huir del Ÿihad, por acusar mujeres honorables, por gastar los dineros de los huérfanos de mala forma, por cometer perjura, por ocultar testigos, por comprar Tu promesa a un bajo precio, por la usura, por tener propiedades mal habidas, por la magia, por la adivinación, por el pesimismo, por el politeísmo, por la hipocresía, por robar, por consumir bebidas embriagantes, por vender con baja medida y bajo peso, por la disensión, por romper acuerdos, por conspirar, por engañar, por faltar a la protección, por jurar en vano, por murmurar, por hacer bromas, por hacer chisme, por difamar, perjudicar a los vecinos, insultar a otros con sobrenombres, entrar a las casas sin permiso, por el orgullo, por la testarudez, la arrogancia, por la injusticia al juzgar, por la opresión, por el fanatismo, por apoyar a los injustos, ayudar a otros en el pecado y en la trasgresión, por tener una familia pequeña y pocas riquezas; por sospechar, por seguir los instintos, por recomendar lo malo y no lo bueno, por corrupción, por negar la verdad, por adular, por hacer trampa, por ser tacaño, por hablar de lo que no sé, por comer carne harâm, por beber sangre, por comer cerdo y cualquier otra carne en el nombre de otro que no seas Tú, por envidia, por trasgresión, por incitar a la corrupción, por anhelar lo que le has dado a otros, por el orgullo, por recriminar, por querer hacer el mal, por maltratar a los huérfanos, por humillar a los que me piden algo, por romper promesas, por dañar los bienes, el cuerpo y el honor de Tu gente; por lo que mis ojos han visto, por lo que mis oídos han escuchado, por lo que ha pronunciado mi lengua, por lo que mis manos han tocado, por los sitios donde he caminado, por lo que mi piel ha sentido, por lo que me he dicho y ha sido desobediencia hacia Ti y por cada falso juramento”.1

En esta tradición, el Imam as-Sâdiq (P) ha mencionado diferentes pecados de los cuales debemos arrepentirnos para retornar sinceramente a Dios.

Existen muchos resultados de los pecados en esta vida y en la otra como se mencionan en los versículos coránicos y en las tradiciones de Ahlul Bayt (P); si un pecador no se arrepiente de sus pecados, definitivamente se verá envuelto en esos malos efectos.

Dios ha dicho:

“¡Pues sí! Quienes hayan obrado mal y estén cercados por su pecado, ésos morarán en el Fuego eternamente. [Corán: 2:81];

Di: “¿Os daré a conocer quiénes son los que más pierden por sus obras,

Aquéllos cuyo celo se pierde en la vida de acá mientras creen obrar bien?”

Son ellos los que no creen en los signos de su Señor, ni en que Le encontrarán. Vanas habrán sido sus obras y el día de la Resurrecciónَn no les reconoceremos peso”. [Corán: 18:103-105]

La balanza les será puesta a las personas cuyas acciones pueden ser medidas, pero a los desobedientes que persistan y a los no creyentes no se les pesarán sus actos ya que estos se convertirán en polvo.

“Sus corazones están enfermos y Dios les ha agravado su enfermedad. Tendrán un castigo doloroso por haber mentido”. [Corán: 2:10]

“Ves a los enfermos de corazón precipitarse a ellos, diciendo: “Tenemos miedo de un revés de fortuna”. Pero puede que Dios traiga el éxito u otra cosa de Él y, entonces, se dolerán de lo que habían pensado en secreto”. [Corán: 5.52]

Lo anterior indica que los hipócritas buscan a los enemigos de Dios que se encuentran entre los judíos y los cristianos.

“…mientras que a los enfermos de corazón les aumenta la mancha que ya tenían y mueren siendo infieles”. [Corán: 9:125]

“Quienes consuman injustamente la hacienda de los huérfanos, sólo fuego ingerirán en sus entrañas y arderán en fuego de la gehena”. [Corán: 4.10]

Algunos sabios piensan que, de acuerdo a este sagrado versículo y a otros tantos, que esos criminales, en el Día de la Resurrección, serán castigados por sus pecados. Esto significa que sus pecados, en el Día de la Resurrección se tornarán en tormentos dolorosos y en cadenas y fuego que les torturarán severamente.

“Quienes ocultan algo de la Escritura que Dios ha revelado y lo malvenden, sólo fuego ingerirán en sus entrañas y Dios no les dirigirá la palabra el día de la Resurrección ni les declarará puros. Tendrán un castigo doloroso. Esos son los que han trocado la Dirección por el extravío. El perdón por el castigo. ¿Cómo pueden permanecer imperturbables ante el Fuego?” [Corán: 2:174-175];

“Las obras de quienes no creen en su Señor son como cenizas azotadas por el viento en un día de tormenta. No pueden esperar nada por lo que han merecido. Ese es el profundo extravío”. [Corán: 14:18]

Se entiende de los versículos anteriores que los malos resultados de los pecados son mucho más que lo que se ha mencionado con anterioridad. Estos se pueden describir así:

Entrar al infierno en el Día de la Resurrección, permanecer en el Tormento para siempre, perder la vida terrenal y la otra, pérdida de los esfuerzos y acciones, vanidad respecto a las acciones en el Día del Juicio, que no se pesen las acciones de uno, el incremento de la desobediencia por no arrepentirse, correr hacia el lado de los enemigos de Dios, cortar la conexión con Dios, no ser purificado en el Día de la Resurrección, cambiar la guía por la desviación y el perdón por el tormento.

El Imam Zain-ul ‘Âbidin (P)1 habló respecto a los malos resultados del pecado: “los pecados que quitan las bendiciones son: oprimir a la gente, dejar de hacer favores y de hacer el bien, ser desagradecido con las bendiciones y dejar de darle gracias a Dios. Los pecados que causan lamento son: matar inocentes, romper las relaciones con los parientes hasta el punto que estos no sientan la necesidad de cercanía o de parentesco, no hacer la oración en el tiempo adecuado, no prestar atención a la gente oprimida, no dar el Zakât. Los pecados que traen calamidad son: desobediencia al oprimir a la gente, al ser grosero y a burlarse. Los pecados que apartan las bendiciones son: simular pobreza, dormir hasta después de la oración del faÿr, desdeñar de las bendiciones y quejarse de Dios el Todopoderoso. Los pecados que desgracian los honores son: consumir embriagantes, jugar (apostar), hacer bromas y hablar por hablar, mencionar (o criticar, o burlarse de) los defectos de la gente y andar en compañía de pecadores y malos. Los pecados que traen calamidad son: abstenerse de ayudar a la gente necesitada, abstenerse de apoyar a los oprimidos, no aconsejar lo bueno y desaconsejar lo malo. Los pecados que hacen que los enemigos permanezcan son: cometer injusticia abiertamente (es decir, con intención, con premeditación), difundir la maldad, violar la ley o las normas, desobedecer a la gente buena y adherirse a la gente mala. Los pecados que aceleran la declinación son: cortar la comunicación con los familiares, hacer falsas promesas, mentir, cometer adulterio, ser un obstáculo para los musulmanes y pretender ser un imam. Los pecados que repelen la esperanza son: desesperarse de la misericordia de Dios, confiar en otro que no sea Dios y no creer en la promesa de Dios. Los pecados que oscurecen son: la magia, la adivinación, la creencia en los astros (astrología), ser fatalista y ser desobediente con los padres. Los pecados que corren la cortina (de lo no visto) son: prestar sin intención de pagar, exceder en el gasto de cosas sin permiso, ser tacaño con la familia, hijos y familiares, los malos modales, la impaciencia, la pereza y minimizar a la gente religiosa. Los pecados que repelen la súplica son: la malevolencia, la mala intención, la hipocresía con los hermanos, no creer que Dios responde a las súplicas, retrasarse en las oraciones obligatorias, abstenerse de acercarse a Dios por medio de las buenas acciones y de la caridad, usar palabras obscenas y soeces. Los pecados que no permiten que llueva (agua del cielo) son: la injusticia de los mandatarios al juzgar, la perjura, rechazar testigos veraces, retener el Zakât, retener dineros y la ayuda a los necesitados, dureza de corazón frente a los necesitados y los pobres, ser injusto con las viudas y los huérfanos, humillar a los que piden y darles la espalda. 1

El Imam ‘Alí (P) con respecto a los pecados dijo: “Incluso si Dios no hubiera prometido el castigo por desobedecerle, la gente debería obedecerle por el mero agradecimiento a sus bendiciones”.2

De esta manera, debemos evadir toda clase de pecados como una manera de ser agradecidos con Dios, por sus bendiciones y regalos, los cuales nunca pueden ser contados. En adición a ello, debemos arrepentirnos y sentirnos apenados por los pecados que hemos cometido con anterioridad. Debemos pedir perdón a Dios por pecados previos para ganarnos Su misericordia, Su perdón, Su protección y generosidad.

La forma del verdadero arrepentimiento

Es importante prestar atención a las consecuencias importantes del arrepentimiento, que son: ganar el perdón, la misericordia y la complacencia Divina y estar apto para entrar en el Paraíso, para alejarse del tormento del infierno, para estar aparte de la desviación y la miseria; para seguir el camino correcto y el camino de la guía, para estar puro de la suciedad de los pecados y la culpa…debemos decir que el arrepentimiento es un tema amplio e importante, un gran programa y un hecho Divino claro.

El arrepentimiento no se da solamente cuando uno dice astagfirullâh (que Dios me perdone), con una pequeña vergüenza dentro de si o derramando algunas lágrimas en secreto o públicamente, pues hay mucha gente que se arrepiente así, sin embargo vuelven a cometer el mismo pecado.

Volver a cometer los mismos pecados es una clara muestra que el arrepentimiento no ha sido llevado a cabo y que la luz del retorno a Dios no ha penetrado al alma. El arrepentimiento verdadero y el retorno a Dios son tan importantes que una gran parte de los versículos coránicos hablan de este tema.

El verdadero arrepentimiento desde el punto de vista del Imam ‘Ali (P)

Cierta vez el Imam ‘Alí (P) oyó a alguien decir: “que Dios me perdone”. El Imam (P) le dijo: “Ay hombre, ¿sabes qué es pedir perdón? Pedir perdón es la posición de los ‘Îlliîn1. esto incluye seis significados: la primera es hacer un acto de contrición por lo que se ha hecho; la segunda es comprometerse a no cometer el mismo pecado de nuevo; la tercera consiste en darle a la gente sus derechos hasta encontrarse con Dios sin tener ninguna responsabilidad a cuestas; la cuarta es llevar a cabo cada obligación que no se ha cumplido; la quinta es disolver la carne que ha crecido a costa de propiedades mal habidas por medio del arrepentimiento y la súplica hasta que la carne se pegue de los huesos y se forme nueva carne, y la sexta es hacer que el cuerpo experimente la pena por la desobediencia así como ha experimentado la dulzura de la misma…sólo así es posible decir: astagfirullâh -que Dios me perdone-“

Un arrepentido debe caer en la cuenta del sentido del arrepentimiento y debe determinar definitivamente no volver a cometer pecados y no reincidir. El arrepentido no debe pensar en arrepentirse mientras esté cometiendo los mismos pecados. Posponer el arrepentimiento y anhelar arrepentirse en el futuro es sin duda una de las artimañas de Satanás. Se narra que el Imam Rizâ (P) dijo: “el que pide perdón con su lengua y no lo hace con su corazón, se burla de sí mismo”.

En verdad es ridículo que un ser humano se hunda en la enfermedad anhelando que así encuentre la medicina. Cuánto no pierde el hombre dado su falso anhelo de arrepentimiento y cuántos crímenes comete mientras piensa que la puerta del arrepentimiento está abierta y que puede cometer cuantos pecados quiere y que después se arrepiente.

Si el hombre, en el intento de arrepentirse, determina seriamente y cae en la cuenta de las condiciones de arrepentimiento dentro de si, llegará a purificar su interior y a refinar su alma y su corazón; así, los rezagos del pecado serán removidos de sus órganos, tanto por dentro como por fuera.

El arrepentimiento no debe ser una costumbre, dado que el pecado es oscuridad, mientras que el arrepentimiento es una luz que yendo y viniendo confunde el alma. De esta manera, si nos arrepentimos de un pecado y luego lo cometemos de nuevo, estamos en el círculo del pecado y el arrepentimiento se reduce a un sentimiento temporal.

El alma humana es como el infierno. No se llena nunca. No se sacia con el pecado y la desobediencia. Siempre es ambiciosa de las cosas no permitidas. Y son estas cosas las que mantienen al hombre cometiendo pecados y no le permiten acercarse a Dios. Así pues, la puerta de este horno debe permanecer sellada por el arrepentimiento y esta bestia desaforada debe atarse con las cadenas del verdadero retorno a Dios.

El arrepentimiento es el reverso de la condición presente y representa también el movimiento de la fe y la piedad al igual que el cambio interno del corazón y del alma. Entonces la conexión del hombre con los pecados y sus motivos se debilita y este es atado con un lazo fuerte de verdad y es llevado a la pureza y la luz.

El arrepentimiento es el inicio de una nueva vida, de una vida pura y santa. En esta vida el hombre dedica su corazón a Dios y su alma a las buenas acciones; purifica su interior y su exterior de los efectos del pecado.

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Fuente: El arrepentimiento, la cuna de la Misericordia; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

 

1 Mafâtih al Ÿinân. Por ‘Abbâs Qummi, Suplica del Iftitâh

1 Mafâtih al Ÿinân, Du'a Kumail (Súplica de Kumail).

1 ‘Âl quiere decir “la familia de”

2 Rawdhatul Kâfi, p. 228.

1 Rawdhatul Kâfi, p. 72

1 Maÿma‘ul Bayân. Vol. 1 p. 89.

[1] Ibid.

1 Bihârul Anwâr, Vol. 97, P. 328.

1 El Imam Zain-ul ‘Âbidin es el cuarto Imam de la shi‘a.

1 Ma‘âni al-Ajbâr, p. 270.

2 Nahÿul-Balâga, máxima 290.

1 ‘Îlliîn es la posición alta de los profetas, los santos, los mártires y la gente cerca de Dios en el Paraíso.

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