La celebración del nacimiento del Enviado de Dios, un deber ético y religioso
Autor: Seyed Anuar Ben-Abderrahman Atarhush
Los musulmanes, la comunidad de Muhammad (SWS) han sentido desde siempre un vínculo emotivo intenso y una atracción inevitable hacia la figura y personalidad del Profeta del Islam, Muhammad Ibn Abdillah, las bendiciones de Allah sean sobre él y su Purificada Familia. Y dichos sentimientos han generado multitud de manifestaciones de reconocimiento en forma de qasidas, loas, hermosas caligrafías con su bendito nombre que adornan las mezquitas y los hogares de los musulmanes, muestras de amor en definitiva y además… celebrando colectivamente el aniversario de su nacimiento (mawlid).
El amor, nace del reconocimiento y es sin duda el sentimiento humano primigenio, el primero en gestarse interiormente y proyectarse hacia los demás, la sonrisa que el neonato muestra al recibir las atenciones de su madre es una prueba incuestionable de ello y a medida que crece, el ser humano va desarrollando de manera natural ese sentimiento de amor, hacia sus padres, sus parientes y su entorno, como respuesta automática a las bondades y el trato amable que recibe. Afirmamos entonces que el principal elemento del surgimiento del amor en nuestros corazones es el reconocimiento y la gratitud.
El amor es parte inherente de la naturaleza humana (fitra) el hombre ama a sus progenitores, a sus hermanos y a sus semejantes, ama a Dios por ser la fuente de su creación y ama a los Profetas por ser los guías y referentes que con sus esfuerzos liberaron a los hombres de las tinieblas de la ignorancia y los llevaron hacia la luz de la fe y la certeza. «Un Profeta que os recita las aleyas claras de Dios para sacar a quienes creen y hacen buenas obras de las tinieblas hacia la luz» [1]
El Profeta del Islam (SWS) es el maestro de su comunidad, el ejemplo supremo de la plenitud humana, y la guía y referente ético para todo musulmán que aspire a alcanzar el camino que conduce hacia Dios «Tenéis en el Enviado de Dios un bello ejemplo para quien tiene como referente a Dios y al último día y recuerdan mucho a Dios».[2] . ¿Cómo podríamos entonces aquellos que reconocemos con nuestro testimonio de fe pertenecer a la ummah de Muhammad (SWS) negar u ocultar el amor y reconocimiento que sentimos por él?
Lamentablemente desde los primeros tiempos del Islam hubo corrientes maniqueas que por ignorancia, cerrazón, pero sobre todo deficiencia emocional y dureza de corazón pretendieron que el amor al Profeta podría devenir en una suerte de idolatría que apartaría a la Comunidad del verdadero monoteísmo, ejemplos lamentables de este posicionamiento errático fueron los jawariys…, cuyas ideas han tenido continuidad en corrientes contemporáneas como el salafismo y el wahabismo. Quienes defienden estos postulados demuestran su confusión y limitación, piensan que los únicos mandatos divinos que conciernen al ser humano son los actos devocionales (ibadat) que son los que relacionan al creyente con Dios Altísimo y omiten o no tienen en consideración el resto de la Ley divina, estas corrientes interpretativas caracterizadas por la superficialidad y la literalidad desconocen que la Ley divina, perfecta, eterna e integral, regula todos las situaciones, necesidades y relaciones del hombre con Dios, consigo mismo, con su hermano creyente, con la sociedad y con el resto de la creación, no parecen entender que la observancia de los actos devocionales, la oración, el ayuno, etc, si bien importantes en tanto que regulan el vínculo entre el hombre y su Creador, quedan desvirtuados si el creyente no se aplica con igual énfasis en procurar alcanzar la perfección ética o moral, observando el cumplimiento de los mandatos éticos o morales, pues estos mandatos son el pilar esencial para constituir una comunidad arraigada en los valores verdaderamente humanos, la base sobre la que se sustenta ideológicamente el Islam, como queda reflejado en las palabras del Enviado de Dios (SWS) respecto a la moral, la ética y el carácter: “Ciertamente que fui enviado para perfeccionar la nobleza del carácter (o la ética)”[3] Estos mandatos, se citan expresamente o bien se deducen a partir de una conducta censurada, a modo de ejemplo, podemos encontrar el mandato expreso de honrar a nuestros padres o bien evitar la mentira y la hipocresía de lo que deduciríamos que debemos ser veraces y sinceros.
Pues bien, entre estos mandatos éticos se encuentra el agradecimiento, hasta el punto que junto a la paciencia ha sido considerado como la mitad de la fe, no cree quien no es paciente ni agradecido y la necesidad de agradecer es un tema recurrente en el sagrado Corán «Y recordadme y os recordaré y agradecedme y no descreáis»[4] «y pocos de mis siervos son agradecidos»[5] «Si agradecéis os daré más»[6] . Debemos por tanto ser agradecidos y en consecuencia dar gracias a Dios altísimo por la inmensa gracia que nos concedió al enviarnos a Muhammad, la paz y las bendiciones de Allah sean sobre él y su purificada familia, pues esta acción del creador es una muestra de misericordia para toda su creación, tal y como se expresa en el Sagrado Corán: «Y no te enviamos sino como misericordia para los mundos».[7]
Quienes desde la superficialidad y el vacío emocional se oponen a celebrar el nacimiento del Profeta (SWS) postulan argumentaciones patéticas del tipo “El mawlid no era celebrado por el Profeta y por tanto no es parte de su sunna” y en su obcecación y confusión niegan el libro de Allah, puesto que celebrar y agradecer las bendiciones es un mandato divino.
Decíamos al inicio, que es natural, que del agradecimiento y del reconocimiento surja el amor y dado que Allah es nuestro Creador y el origen de todas las bendiciones y el Profeta (SWS) con su esfuerzo y ejemplo fue quien liberó a su comunidad de las tinieblas de la ignorancia y señaló el camino hacia el éxito en esta vida y en la otra, es lógico que nuestro amor por ambos esté por encima de cualquier otro amor: «Di, si vuestros padres y vuestros hijos y vuestros hermanos, vuestras esposas o parientes o los bienes que habéis adquirido y los negocios que teméis perder o las viviendas de las que os complacéis os son más queridas que Dios y que el Enviado o que el esfuerzo por su causa, esperad a que Dios manifieste su voluntad y Allah no guía a la comunidad perversa»[8]. Las palabras del Enviado de Dios (SWS) ahondan en esta misma cuestión y vinculan la fe con el amor hacia su persona “No creerá ninguno de vosotros hasta que yo le sea más querido que su hijo y que la humanidad entera”. “Quien ame a Dios y a su Enviado verazmente y sin falsedad y se encuentre entre los creyentes, pues yo les amaré, y si los asuntos de la ignorancia son para ellos cómo encontrase en el fuego habrán gustado el alimento de la Fe (o habrán alcanzado la cumbre de Fe).
Son decenas las aleyas coránicas y los hadices que confirman la obligación del creyente de anteponer el amor a Dios y a su Enviado por encima de todo lo demás y si sentimos amor de verdad, sin impostura, debemos alegrarnos en las fechas señaladas como el nacimiento de nuestros seres queridos y apenarnos en el día de su fallecimiento tal y cómo nos muestra la tradición de los Profetas anteriores (las lágrimas de Yaqub al recibir la noticia de que Yusuf había sido devorado por los lobos) o la del Profeta del Islam (SWS) que celebró el nacimiento de sus benditos nietos o que lloraba cuando recordaba a sus seres queridos y compañeros caídos por la causa de Allah.
Quienes se oponen a manifestar los sentimientos de amor hacía el Profeta (SWS) su familia o sus compañeros, en una pretensión de ortodoxia equivocada, alegan sin embargo que si aman a Muhammad (SWS) extrañas muestras de amor son declarar ilícito el recuerdo del natalicio del Enviado de Dios (SWS) o que visitar su tumba constituye un acto de “idolatría”, ¡que Allah nos libre de semejante ceguera!
Afortunadamente y a pesar de los intentos y esfuerzos de estos pretendidos “ortodoxos o monoteístas puros” , los musulmanes de todo el mundo celebran el nacimiento del Profeta del Islam (SWS) y lo hacen porque le aman y aunque se aprecie heterogeneidad en dichas celebraciones por cuestiones culturares y geográficas básicamente, en todas ellas se adora a Dios, se le agradece la inmensa gracia que nos concedió enviándonos a Muhammad (SWS) y se recuerdan las virtudes de este, sus esfuerzos, sus méritos y su preeminencia en nuestros corazones. Agradecimiento y amor en definitiva, pilares de la moralidad islámica, de la Ley divina y de la tradición del Profeta del Islam (SWS) cuya referencia jurídica puede deducirse a partir de las fuentes (Corán y Sunna) sin ninguna dificultad.
أَشْهَدُ يارَسُولَ الله مَعَ كُلِّ شاهِدٍ وَأَتَحَمَّلُها عَنْ كُلِّ جاحِدٍ أَنَّكَ قَدْ بَلَّغْتَ رِسالاتِ رَبِّكَ وَنَصَحْتَ لاِ مَّتِكَ وَجاهَدْتَ فِي سَبِيلِ رَبِّكَ وَصَدَعْتَ بِأَمْرِهِ وَاحْتَمَلْتَ الاَذى فِي جَنْبِهِ وَدَعَوْتَ إِلى سَبِيلِهِ بِالحِكْمَةِ وَالمَوْعِظَةِ الحَسَنَةِ وَأَدَّيْتَ الحَقَّ الَّذِي كانَ عَلَيْكَ، وَأَنَّكَ قَدْ رَؤُفْتَ بِالمُؤْمِنِيينَ وَغَلُظْتَ عَلى الكافِرِينَ وَعَبَدْتَ الله مُخْلِصاً حَتّى أَتاكَ اليَّقِينُ، فَبَلَغَ الله بِكَ أَشْرَفَ مَحَلِّ المُكْرَمِينَ وَأَعْلى مَنازِلَ المُقَرَّبِينَ وَأَرْفَعَ دَرَجاتِ المُرْسَلِينَ حَيْثُ لايَلْحَقُكَ لاحِقٌ وَلايَفُوقُكَ فائِقٌ وَلايَسْبِقُكَ سابِقٌ وَلايَطْمَعُ فِي ادْراكِكَ طامِعٌ
“Atestiguo Oh Enviado de Dios junto a cada testigo, sin posibilidad de abjurar (de dicho testimonio) que ciertamente tú completaste la misión de tu Señor ,que aconsejaste bien a tu comunidad, que te esforzaste en el camino de tu Señor, que sufriste por su causa y soportaste el dolor, que invitaste hacia el camino de tu Señor con criterio y una bella predicación y que diste cumplimiento a lo que estabas obligado, que ciertamente tú fuiste bondadoso con los creyentes y severo con los incrédulos, que adoraste a Allah fielmente hasta que se te concedió la certeza y que Allah te hizo alcanzar el más noble lugar de entre los distinguidos y la más alta posición entre sus cercanos y el más elevado grado de entre los Enviados en el que no podrás ser alcanzado , sobrepasado ni precedido y que no habrá quien alcance tus logros”.[9]
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[1] Corán, Sura al Talaq 65:11
[2] Corán Sura al Ahzab 33:21
[3] الاخلاق “Ajlaq, plural de “Julq”, designa el carácter, pero también la ética o moral.
[4] Corán, Sura al Baqara 2:152
[5] Corán Sura Saba 34:13
[6] Corán Sura Ibrahim 14:7
[7] Corán Sura al Anbia 21:107
[8] Corán, Sura al Tawba 9:24
[9] Extracto de la salutación al Enviado de Dios en su Ziara (visita).