Nobleza y magnanimidad de espíritu
Un discurso del Prof. Ayatola Murtada Mutahhari
“¡Oh alma pacificada! ¡Retorna a tu Señor, complaciente y complacida! Y entra entre Mis siervos, y penetra en Mi Paraíso” (89:28-30).
En el sagrado aniversario del Imam Husain, con él sea la paz, el pasado lunes, comencé un discurso diciendo que cualquiera que posea un espíritu elevado deberá sufrir malestares físicos, mientras que sólo aquellos que han perdido el espíritu viven en el confort, duermen profundamente y disfrutan de platos deliciosos y otros beneficios.
Esta noche deseo discutir la grandeza y la nobleza de espíritu, y mostrar las diferencias entre ambas. La grandeza de espíritu es importante, pero la nobleza es una cualidad más elevada. En otras palabras, toda grandeza no es nobleza, pero toda nobleza es también grandeza.
La determinación en una persona es obviamente un signo de la grandeza de espíritu, y hay diferentes niveles de determinación. Una persona puede estar satisfecha de obtener un diploma, mientras que otra no conoce límite a su búsqueda de conocimiento y su objetivo es hacer el mayor uso de su vida y obtener tanto conocimiento como pueda.
Ustedes deben oído la famoso historia de Abu Rayhán Al-Biruni, un hombre cuya real valía, según los estudiosos, no es completamente conocida. Era tan extraordinario como matemático, sociólogo e historiador, que algunos lo consideran superior aún a Abu Ali Ibn Sina (Avicena).
Estos dos grandes hombres eran contemporáneos. Abu Rayhán estaba enamorado del conocimiento, de la investigación y los descubrimientos. El sultán Mahmud lo convocó para ir a su corte y el aceptó la invitación. Acompañó al rey en su conquista de la India y encontró en ese país un gran tesoro de conocimiento. Pero él no conocía el sánscrito, por lo que comenzó a aprenderlo. A pesar de su elevada edad, lo aprendió en profundidad, y después de muchos años de estudio escribió un libro famoso, Taríj Al-Hind (Historia de la India), que constituye una valiosísima fuente de referencia para todos los especialistas mundiales en los temas de la India.
Estaba en su lecho de muerte cuando un especialista en la ley islámica (faqíh) que era vecino suyo, enterado de su seria enfermedad, fue a visitarlo. Abu Rayhán estaba todavía conciente y viendo al especialista en ley islámica, le planteó una cuestión de jurisprudencia concerniente a la herencia y a algunas otras cuestiones. El estudioso quedó sorprendido de que un hombre moribundo prestara interés a tales asuntos. Abu Rayhán le dijo: “Deseo preguntarte, ¿qué es mejor, morir sin conocimiento o con él?”. Respondió el hombre: “Desde luego que es mejor conocer y morir”. Y Abu Rayhán replicó: “Por eso es que te he planteado esa pregunta”. A poco de llegar de vuelta a su casa, el faqíh escuchó los gritos de lamento que le informaron que Abu Rayhán había muerto. Esta anécdota muestra su determinación, incluso hasta momentos antes de su muerte.
Una persona puede por ejemplo ser grande para adquirir riquezas, mientras que otra no exhibe tal empeño, y se contenta con obtener lo necesario para una simple manutención, por cualquier medio que sea, incluso siguiendo a otros o humillándose, o sometiéndose a lo más indigno. ¿Son iguales estos dos tipos de esfuerzo? No lo son en absoluto.
Algunas veces habrán visto gente que carece de resolución para enriquecerse, simplemente porque son débiles, y otros se ocupan de escarnecerlos y mofarse de ellos. Es gente que cita los versículos coránicos referidos al ascetismo y el desapego del mundo basándose en un razonamiento falaz. Pero están equivocados. La persona que persigue y procura amasar riqueza, con toda su miseria, con toda su devoción al mundo, es todavía mejor que aquellos que, teniendo una débil determinación o ninguna, se comportan como mendigos y así aparentan más carácter.
Comparadas con un hombre verdaderamente desapegado del mundo, como ‘Alí (P), estas personas son realmente dignas de desprecio. ‘Alí (P) pudo reunir riquezas, pero no las utilizó para sí y para sus necesidades, sino para ayudar a los pobres y necesitados. El está en posición de reprochar a aquellos que almacenan y esconden sus bienes, y para quienes el procurar riquezas es un fin y no un medio.
Análogamente uno puede procurar un alto rango o posición social. Alejandro Magno fue uno de esos hombres que deseó gobernar el mundo. Y es superior al hombre que vive servilmente y que no tiene determinación o sentimientos nobles. Nader Shah fue otro ejemplo de elevada posición. Estos hombres tuvieron grandes espíritus, pero no puede decirse que hayan tenido nobles espíritus. Alejandro es un ejemplo de una gran ambición, y su grandeza se ha desarrollado en una sola dirección: la ambición, la fama, la influencia y ser el hombre más poderoso del mundo. Su espíritu es noble sólo en ese sentido. ¿Pero experimentó él alguna facilidad o deleite? ¿Pudo Nader Shah haber tenido una vida fácil con su tiranía, con su construcción de minaretes con los cráneos de los que mataba, un hombre que le sacaba los ojos de las órbitas a sus enemigos, y que tenía locas ambiciones? No tenía tiempo a veces para sacarse sus botas durante diez días. Se cuenta una historia acerca suyo: Una noche de invierno llegó por sí mismo a una posada. El cuidador fue despertado por un fuerte golpe y cuando abrió la puerta vio a un hombre desgreñado que montaba un gran caballo. Nadir le preguntó al posadero que comida tenía, y éste le respondió que solamente tenía huevos. Le ordenó entonces que friera los huevos y se los llevará junto con algo de pan, agua y algo de alfalfa y avena para su caballo. El posadero lo hizo y Nadir permaneció allí una hora o dos, y después de cambiar de caballo arrojó algunas monedas de oro en la bolsa del posadero y dijo: “Muy pronto llegará aquí una columna de soldados. Diles que Nadir ha ido en esa dirección y que deben seguirme de inmediato”. Al oír el nombre de Nadir (el posadero no sabía de quien se trataba), el dueño de la posada quedó tan asustado que dejó caer las monedas. Nadir le ordenó que fuera al tejado y le gritara a los soldados a su llegada que no se detuvieran ni un momento, sino que lo siguieran rápidamente. Los hombres rezongaron cuando escucharon el mensaje que les transmitía el posadero, pero ninguno de ellos se atrevió a permanecer ni un minuto allí para refrescarse en la posada.
Uno puede convertirse en un Nadir, pero jamás podrá disfrutar de una cama confortable, de comida agradable y de cientos de otros lujos. Y finalmente morirá. Cualquiera que tenga una gran determinación, en cualquier área que sea, no tendrá descanso o facilidad. No obstante ninguno de estos personajes poseyó almas realmente nobles. Supongamos el caso de un hombre de gran conocimiento, pero sin ninguna otra cualidad valiosa, aunque sí tiene elevados conceptos sobre el conocimiento humano. Y supongamos que hay otro que es muy diestro en acumular riquezas. Y otro más que está lleno de rencor, envidia y ambición. Todos ellos son personas extremadamente egoístas, pero ninguno de ellos es noble y magnánimo.
Lo que quiero destacar es que, desde un punto de vista psicológico y filosófico, existe otro tipo de grandeza que no depende del egoísmo y que es lo que propiamente se denomina humanidad.
No he visto todavía como explican los materialistas este aspecto del ser humano. ¿Qué hace que el ser humano o al menos algunos individuos tengan un sentimiento de nobleza, de honor en sus espíritus, algo que está por encima y más allá del egoísmo? Tales individuos ansían la nobleza y la grandeza pero no a expensas de otros. El mismo espíritu es lo que no permite mentir. La nobleza es lo opuesto a la humillación, y el hombre evita siempre la humillación.
De Mussolini, el famoso dictador italiano, se dice que cierta vez le dijo a un amigo que prefería vivir como un león durante un año antes que como una oveja durante cien años. Y le insistió a su amigo de que no debía repetir sus palabras a nadie, dado que, que él prefiriera ser un león, significaba que otra gente seguía como ovejas, y si la gente se enteraba de lo que Mussolini pensaba de ellos, también querrían ser leones, y el dictador ya no tendría sus privilegios. No hay nobleza en tal actitud.
Y bien, ¿qué es una persona noble? Es una persona que desea que todos los seres humanos sean como leones antes que como ovejas. El Profeta (BPD) dijo: “Fui hecho surgir para perfeccionar (llevar a su completitud) la nobleza del carácter”; no dijo: “Fui hecho surgir para perfeccionar las buenas costumbres”. Este último no expresa el significado exacto[1]. Todo fundador de una escuela de pensamiento sostiene como es lógico que lo que él enseña es lo correcto. Incluso Nietzsche, quien sostuvo la primacía del poder y no tiene compasión por los débiles, considera que su propia doctrina es la verdadera. Para él lo suyo es nobleza y no dominio de los otros.
‘Alí, la paz sea con él, le dijo a su hijo, el Imam Husain (P): “Eleva tu espíritu de toda acción vil y piensa que tu espíritu es demasiado valioso para ser ensuciado por la bajeza”. El le aconseja aquí a su hijo que se considere demasiado noble como para rebajarse a sí mismo con mentiras ante los demás. ‘Alí, con él sea la paz, dijo que una persona honorable jamás comete adulterio, y esto es independiente de que este acto esté prohibido por la ley divina y merezca en ella un castigo en ambos mundos. De las epístolas que contiene el Nahyu-l-Balaga se desprende que en el primer encuentro de ‘Alí con Mu‘auiah en la batalla de Siffín, el Imam no tenía deseo de pelear y trataba de resolver el asunto por medio de cartas y emisarios. Pero cuando Mu‘auiah cerró el acceso a las aguas del Eufrates para impedir que el ejército de ‘Alí llegara al río, buscando derrotarlo por falta de agua, el Imam le escribió una carta pidiéndole que desistiera de tal actitud dado que la batalla aún no había comenzado, y todavía podía arribarse a un acuerdo.
Mu‘auiah rechazó abandonar su ventaja, y cuando ‘Alí vio que su insistencia no obtenía respuesta, reunió a sus hombres y les arengó con un discurso diciendo: “Esta gente está buscando la guerra como si fuera comida. Si es así, ¿sabéis lo que debéis hacer? Vosotros estáis sedientos y queda un solo camino, y es calmar vuestras espadas con su sangre a fin de satisfaceros (vuestra sed). Si encontráis la muerte victoriosos, estaréis vivos, pero si permanecéis vivos en la derrota, estáis muertos”.
Así es como ‘Alí (P) inspiraba el respeto y nobleza en quienes lo seguían. El creía que todos los defectos eran causados por la vileza del carácter. Decía, por ejemplo, que “la difamación es el recurso del débil e incapaz”. En cambio una persona valiente, noble y magnánima, expresa sus objeciones a los otros de frente, o si no guarda silencio. Alguien que se conduce sórdidamente con su prójimo se vuelve despreciable, y quien se lamenta ante los demás por sus propias desgracias se rebaja a sí mismo.
Cierta vez vino alguien a ver al Imam As-Sadiq (P), lamentándose de su pobreza. El Imam le pidió a un asistente que fuera y le entregara unos pocos dinares. El hombre le dijo como justificación al Imam: “No era mi intención pedir nada”. Y replicó el Imam: “Yo no he dicho que lo hicieras, pero mi consejo para tí es que te abstengas de narrar tus dificultades delante de otros, porque perderás tu valor, y el Islam no desea que un creyente se humille delante de los demás”.
‘Alí, con él sea la paz, dijo: “Aquel que describe su desamparo o impotencia a los demás está destruyendo su autoestima y honor, que son las cosas más apreciadas para un verdadero creyente. Y aquel que permite que sus pasiones lo dominen se está humillando a sí mismo”. ‘Alí (P) cree que todas las virtudes se deben a la nobleza de espíritu. Ser veraz, modesto, perseverante, y evitar todos los vicios, son el resultado de esa nobleza. Beber bebidas alcohólicas, para dar un ejemplo, causa embriaguez, y aunque temporariamente le enajena a uno la razón convirtiéndolo en un animal estúpido.
El dijo también: “No sustento mi vida en el exceso”. Las enseñanzas de nuestros gnósticos y sufíes contienen muy elevados conceptos. Pero uno de los problemas de estas enseñanzas es que los gnósticos y sufíes fueron muy influenciados por las doctrinas del cristianismo, el budismo y el maniqueísmo. Perdieron así la correcta equidad y equilibrio en lo que llaman “olvidarse del ego” y “matar al ego”. Si le hubieran prestado más atención al Islam, habrían comprendido que el Islam está a favor de aniquilar un aspecto del ego y revivir otro. El Islam aconseja olvidar el costado animal del ego, y fortalecer la nobleza de espíritu. Y me he cruzado con la misma idea en las obras del poeta y filósofo Iqbal Lahouri.
El Islam sostiene que uno de los peores castigos divinos es que el hombre se olvide completamente de sí mismo. Dice el Sagrado Corán: “No seáis como aquellos que olvidaron a Dios, y El les hizo olvidarse de sí mismos” (59:19). ¿Conocen ustedes a alguien como ‘Alí, que convocó a la gente a renunciar al mundo? ‘Alí hizo esto sin duda, pero al mismo tiempo recalcó el autorrespeto, la autoestima y la magnanimidad. Le dijo a su hijo Al-Hasan, con él sea la paz: “No seas esclavo de otro ser, pues Dios te ha creado libre”. ¿Cómo es que ‘Alí (P), siendo el hombre más humilde del mundo, convoca a la gente a tomar en cuenta el ego? Es que el ego al que él se refiere y respeta es la parte noble del ser humano.
Tenemos muchos dichos de este tipo pertenecientes a ‘Alí (P), pero muy pocos de sus dos hijos, de resultas de las despóticas condiciones que imperaban en su época[2]. Pero en las colecciones que recopilan las palabras y dichos del Imam Husain (P), la cuestión de la estrechez de espíritu aparece a menudo, particularmente en sus prédicas de los últimos momentos antes de su martirio, condenando a aquellos que vendieron sus almas a los tiranos. Dijo: “Si no tenéis din (es decir: religión y fe) y no creéis en el Día de la Resurrección, sed al menos hombres libres en vuestro mundo”. En su discurso en La Meca (antes de salir con su familia a instigación del pueblo de Kufa para combatir al tirano Yazid), dijo que su espíritu no le permitía vivir y ver condiciones tan corruptas, siendo él parte de ellas. Y en otra oportunidad dijo: “En verdad no veo en la muerte sino felicidad, y en la vida con estos tiranos sólo veo miseria”. Con esto quiso decir que era un honor para él no estar entre tal gente que no hacía sino llevar desdicha y tristeza a su alma.
A aquellos que le aconsejaron abandonar su lucha contra los tiranos, les citó los versos de uno de los discípulos del Profeta (BPD), compuestos en contestación a su primo que deseaba impedirle que combatiera:
“No. Iré hacia allá. La muerte no es desgracia
sino honor para un hombre libre,
que busca el camino recto y la guerra sagrada.
La muerte por el bien y contra el mal es un honor.
Vosotros que me negáis (salir a combatir)
¿Esta sumisión no os basta para vivir en la bajeza?
¿No veis que ellos no actúan según lo correcto,
y nadie les veda su corrupción?”
El día en que ocurriría su martirio, el Imam Husain, la paz sea con él, le dio esta respuesta al mensajero de Ibn Ziad que le había solicitado la sumisión: “Jamás extenderé mi mano con humillación, ni confesaré como un esclavo que he estado en el error”. Hasta el último momento, cuando todos sus compañeros y parientes habían muerto, y él mismo se enfrentaba a una muerte segura y estando incluso los niños y mujeres de su familia en peligro de ser tomados cautivos, él continuaba declarando su noble objetivo de libertad y justicia.
Concluímos así en que todos los grandes hombres no son nobles, pero que todos los nobles son grandes. Y respecto del Imam Husain (P) deseamos decir que él fue grande en sus buenos actos, en su indiferencia hacia la riqueza, en sus esfuerzos para prohibir el mal y ordenar el bien, en su falta de ambición y espíritu de venganza, en su insistencia en la oración para la comunión con Dios, y en su reivindicación del alma noble en el combate por Dios y la verdad.
Ruego a Dios que nos otorgue tal espíritu de nobleza y que nos dé conciencia de nuestro destino.
Fuente: DISCURSOS ESPIRITUALES, Conferencias sobre la dimensión espiritual del Islam; Editorial Elhame Shargh
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[1] Este famoso hadíz en lengua árabe se lee “Inni bu'iztu limakárimu-l-ajláq”. La palabra “makáram” significa tanto la generosidad, como la nobleza, y en general toda disposición sublime del alma. “Ajláq” es el carácter, la disposición, la ética. El hadíz puede entenderse en el sentido de la perfección del carácter y las costumbres éticas, pero el sentido profundo (en el cual coinciden por lo demás todos los sabios del Islam), es el de ennoblecer el carácter. (Nota del Traductor al español)
[2] Luego del martirio de Alí (P), los omeyas Mu‘auiah y Yazid su hijo, tuvieron bajo estricta vigilancia a los Imames Al-Hasan y Al-Husain. Ambos murieron martirizados, Al-Hasan envenenado y Al-Husain en Karbala. (Nota del Traductor al español)