Irán celebró 37 años de la victoria de su revolución islámica

Pese a agresiones de Washington y Tel Aviv, Irán está vivito y coleando

EMILIO MARÍN

Fuente: www.laarena.com

El 11 de febrero se cumplieron 37 años de la revolución islámica que hizo de Irán una república en vez de la monarquía de 2.500 años. Desde 1979 en adelante Teherán fue objeto de agresiones y sanciones, pero está de pie y en buena situación.

El país de los persas no es sólo de éstos, fars, sino de muchos pueblos que lo habitan: árabes, turcos, kurdos y lores. Y aunque desde el punto de vista religioso son mayoría los musulmanes chiítas, allí también conviven en paz la otra rama del Islam, sunnitas, más los cristianos, judíos y zoroastros. Esa armonía, no exenta de inconvenientes que suceden en todas las familias de un mismo apellido, no se ve en otros países. Por ejemplo Israel, donde los palestinos son parias y objeto de violencia y humillación, incluso los árabes con ciudadanía israelí. Entre quienes profesan la religión judía hay diferencias muy marcadas e incluso violencia, por la proliferación de grupos neonazis y colonos ultra-conservadores que crecieron al cobijo de Benjamin Netanyahu.

Irán no es un paraíso, claro. Pero muchísimo menos lo era con la monarquía impuesta por el Reino Unido en 1925, cuando colocó al primer Reza Shah, un cosaco anticomunista destacado en la lucha de polacos contra los soviets de Rusia. Y tampoco era un amor el Irán de 1959, luego que en agosto de ese año los norteamericanos e ingleses derrocaran el gobierno del primer ministro Mossadegh, quien había nacionalizado el petróleo. Así volvió la entrega a la British Petroleum y también para compañías norteamericanas. Y regresó la represión brutal y refinada, igual que las torturas de la policía secreta, Savak, cuya sede central en Teherán fue convertida en un museo por la revolución. El cronista tuvo la posibilidad de conocerlo en 2011. Y vio en la entrada a cada ex pabellón de la muerte, un cuadro con la foto del Sha Reza Pahlevi, su esposa e hijo, colocada para dejar claro que ese sitio estaba bajo la bendición de la familia monárquica.

Todo ese régimen “occidental y cristiano” y de sumisión a las grandes potencias, terminó en aquel febrero de 1979 con la revolución dirigida por el ayatolá Ruhollah Jomeini.

Son notables algunos parecidos con el peronismo. El régimen del Sha había detenido a Jomeini unos años antes, para impedir el auge de las protestas. Debió soltarlo, cuando ya se había convertido en un ícono de multitudes. Lo fletó al exilio, en Turquía y Francia más tarde, desde donde regresó para dar el empujón final al régimen. Lo apoyaban amplios sectores populares y se puso de su lado la Fuerza Aérea, tres días antes del colapso y huida del Sha.

En 1979 esa fue una revolución de masas que tiró abajo una vieja tiranía. Lo hizo en forma contemporánea con la revolución nicaragüense de los sandinistas, que ajustaron cuentas con la familia Somoza. Por esas vueltas y revueltas de la historia, luego los dos países se vieron envueltos en una historia de la CIA en tiempos de Ronald Reagan, con el militar Oliver North: el escándalo “Irán-contras”. Los fondos de venta de armas por vías indirectas a Irán fueron desviados secretamente para financiar a los “contras” que desde Honduras le hacían la guerra a los sandinistas.

Tercera posición

Cierto parecido del proceso islámico con el peronismo podría ampliarse a política internacional, por aquello de “Ni yanquis ni marxistas, peronistas”, o “tercera posición”. Los persas dirían: “ni capitalistas ni comunistas, islamistas”, pero no sólo referido a lo religioso que los inspira sino a su línea internacional que quieren bien independiente.

Esa postura quiso ser castigada y aún hoy lo es, por Estados Unidos a lo largo de las administraciones que se alternaron en Avenida Pennsylvania al 1600. Y no sólo con sanciones sino incluso con guerras, como cuando en 1980 apoyó al iraquí Saddam Hussein en su guerra con Irán. En 1983 se envió a Donald Rumsfeld a Bagdad a expresarle ese aval; el mismo que en 2003 sería secretario de Defensa de George W. Bush, para invadir a Irak.

Un listado de las políticas exteriores de Teherán desde 1979 a la fecha arroja que su tercera posición tiene mucho de antiimperialismo y antisionismo, muy superior al peronismo histórico, incluso al de los últimos doce años.

Irán ha ayudado material y políticamente a los palestinos, especialmente a los que viven en Gaza, víctimas preferidas de tres invasiones de Israel. Ha colaborado, incluso con hombres y armas, con el gobierno de Siria, que desde 2011 está bajo el fuego de terroristas apoyados por EE UU. También dio muchas manos al Líbano, Yemen y a Irak, cuando el Pentágono menguó su influencia y contingente militar.

En los últimos años Irán se convirtió en un actor decisivo para la solución de dramas en la región. Las grandes potencias que la habían sancionado y demonizado tuvieron que dar marcha atrás. Debieron sentarse a negociar con el gobierno de Hassan Rohani y hacer concesiones para que éste y el ayatolá Alí Jamenei dieran el visto bueno al canciller Yavad Zarif y se abrocharan los acuerdos en Viena.

Como se sabe, en la capital austríaca hubo conversaciones desde 2013 entre el representante persa y los cancilleres de cinco países del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania. A mediados de enero pasado culminaron exitosamente. Quedó demostrado que Irán no tenía ningún plan de fabricación de armas nucleares y las potencias que la habían sancionado, impidiendo la comercialización del crudo y castigando a varias empresas, deberán cesar en esas injustas medidas.

A cualquiera otra nación, doce años de sanciones y estrangulamiento de su principal recurso económico la habrían postrado en extrema debilidad. A Irán no.

Apoyo civil y militar

Detrás de la firma de los documentos de Viena, la administración Obama no sólo aspira a que Teherán sirva de ayuda para resolver el problema del “Estado Islámico” en Siria e Irak, un problema que el imperio creó con tal de derrocar a Bashar al Assad. También hay otro objetivo escondido: ablandar ante la población iraní la imagen del “Tío Sam” y penetrar y dividir al país, con el cuento de la modernidad occidental, el consumismo, las inversiones, la tecnología, el pluralismo político, etc. Ese verso es, con adecuaciones caribeñas y hacia un público más laico y afín al socialismo, el que la Casa Blanca intenta contrabandear en Cuba, para tratar de derrocar a la revolución cubana.

Los primeros resultados son decepcionantes para EE UU. Tanto en los festejos del 36 aniversario de la revolución islámica, el año pasado, como en los de este año, se vieron multitudes celebrando. No sólo estaban contentos con el acuerdo de Viena, que aleja nubarrones de bloqueo económico-comercial, sino que consideran estar viviendo mejor.

Hispan TV había informado en abril de 2015: “la tasa de inflación durante el pasado año del calendario persa (21 de marzo de 2014 al 21 de marzo de 2015) registró un promedio del 14,5 %”. En 2013 había sido del 30 por ciento. Hubo mejoría a pesar de las sanciones del “Satán” estadounidense sobre el petróleo, que significa 85 por ciento de los ingresos del país. A veces estar un poco aislados de esos imperios redunda en beneficios. Se puede leer en Wikipedia: “es una de las pocas grandes economías del mundo que por su relativo aislamiento de los flujos internacionales de capital, no resultó gravemente afectada de la crisis financiera de 2008”.

Por Producto Bruto Interno, este país de 80 millones de habitantes está en la posición n° 17 del ranking mundial. Si ahora aflojan las sanciones y mejora su economía, puede ascender varios peldaños.

Y eso es factible porque gobernantes y empresarios de varias latitudes han ido a Irán, igual que el presidente Rohani ha viajado a lugares donde antes no iba porque no había ánimo de recibirlo como huésped. Estuvo a fines de enero en el Vaticano y Francia, donde se entrevistó con Francois Hollande.

La distensión internacional y anuncios comerciales venían de antes. En abril de 2015 Rohani había recibido al turco Recep Tayyip Erdogan. Pese a las diferencias sobre Siria, firmaron 8 documentos de cooperación en educación, cultura, transporte, energía, comercio, inversión y seguridad fronteriza.

Dinamarca quiere invertir en Irán y éste lo hace en refinerías en España, China e India. El canciller de Japón, Fumio Kishida, visitó la capital persa en octubre del año pasado. El nuevo premier de Canadá, Trudeau, quiere normalizar las relaciones.

En medio de estas repentinas amistades, los iraníes privilegian las más confiable de Rusia y China. A la primera le comprarán más cazas rusos Su-30 indicó el ministro de Defensa, Husein Dehqan. Y a fines de enero pasado estuvo en Teherán el presidente Xi Jinping, firmando un acuerdo de amistad estratégica por 25 años, muy encomiado por Jamenei y Rohani.

Atacar militarmente a Irán, como sugiere Israel, sería una locura y un suicidio. En el 37 aniversario fue mostrado un misil balístico de largo alcance “Emad”, de fabricación nacional. Unos días antes la Armada del contralmirante Habibolá Sayari, comenzó una maniobra naval, “Velayat”, en el estrecho de Ormuz, el mar de Omán y el norte del Índico. Participaron barcos, naves logísticas, lanchas rápidas de ataque, submarino de ataque y comandos de la Armada, con Sayari en el buque insignia, destructor Yamarán. Todo suena en armonía: Yamarán, Corán, musulmán, Teherán, Irán. ¿Vencerán?

www.islamoriente.com

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