Cuando observamos la creación de Dios, nos confrontamos a nosotros mismos con la vasta e inmensa energía cuyos límites no imaginamos. Una mirada a la creación y a los millones de secretos que emanan de la naturaleza, así como a lo más recóndito del ser humano que provee una indicación clara de la escala del gran poder de quien los creó, su rico y complejo orden no admite tener otra explicación.
Las madres no dan a luz niños pecadores, ni estos vienen al mundo contaminados de pecado. Cuando un bebé viene a este mundo, su mente esta vacía de toda sabiduría, intelecto e información. Es completamente ignorante de lo que le rodea. Cuando viene a este mundo, el bebe no tiene entendimiento de nada, excepto de llorar y mamar. Al mismo tiempo, cuando el bebe llora y mama del seno de su madre, también es ignorante de lo que esta haciendo. Gradualmente los instintos, los sentimientos y los deseos se mueven en el círculo de su ser psicológico y al mismo tiempo estas actividades corporales entran en el campo de su vida. Solo entonces el bebé empieza a aprender de su alrededor y de la conducta de otros lo que es necesario para sobrevivir en esta vida.
La maravillosa moral y el más maravilloso final; El arrepentimiento de un sepulturero; El arrepentimiento de Fudail Al-’Aiâz; Tres musulmanes arrepentidos; El arrepentimiento de Al-Hurr Ibn Îazid Ar-Riyâhi; El arrepentimiento de dos hermanos en las últimas horas de ‘Âshurâ.Aunque este hombre no era consciente de la religión ni estaba interesado en ella y siempre se reunía con la gente viciosa y licenciosa. Un día mientras se hallaba sentado en un café en una hermosa área a las afueras de la ciudad bebiendo té con sus amigos, una mujer con hermoso cuerpo, cara linda y con la bella energía que caracteriza a las mujeres del campo, llamó su atención.
“Cuando los descendientes de la familia del Profeta (s.) llegaron a Karbalá, coincidieron con la llegada de Yáber y de un grupo de gente que venían con la intención de visitar la tumba de Aba Abdellah (a.s.). Se lamentaban con grandes exclamaciones de dolor. Todos los hombres iban vestidos con trajes negros.Les llevaron hasta el lugar de los hechos. Ellos se golpeaban la cabeza y el pecho, se abofeteaban los rostros, mientras, alrededor de las tumbas, los familiares del Profeta les decían: “¡Aquí es donde perdimos a quienes eran nuestra alma, nuestra vida, nuestro espíritu y nuestro arrayán, nuestras aceitunas e higos!” ¡Aquí es donde perdimos a la luna llena resplandeciente que con su luz guiaba a quienes estaban extraviados!...
“Cuando los miembros de Ahl ul-Bayt (a.s.) llegaron a Kúfa, Ibn Ziyád organizó una fiesta en Dar al-Imárah para celebrar su victoria. Ordenó que se permitiera entra libremente a todo el que lo quisiera y que le trajeran la cabeza cortada del Señor de los Mártires (a.s.) y la colocasen junto a él. Entonces, dispuso que hicieran entrar a su presencia a las mujeres y los niños de Ahl ul-Bayt (a.s.).
El Imam estaba seguro de que al día siguiente todos, familiares, seguidores y los miembros de su casa, morirían a manos de sus enemigos. Su seguidores y familiares se reunieron esa noche en una de las tiendas y, conforme a la mayoría de los transmisores de aquella matanza, el Imam se dirigió a ellos con estas palabras:? “Sabed que no tengo dudas del servicio que me habéis prestado. Sabed que os devuelvo vuestra libertad. Así pues, marchaos todos. Os desligo del juramento de lealtad que me disteis.”“La noche os cubrirá, así que utilizadla. Tomad vuestros caballos y huid. Que Dios os recompense a todos por lo que habéis hecho por mí. Volved a vuestras ciudades y a vuestras casas.”Pero nadie se marchó ni se movió de su sitio y todos ellos permanecieron en la tienda.El noble Imam Huseyn (a.s.) dijo: “Yo os he liberado del juramento de lealtad que me prestasteis ¿Por qué no os vais?”
Existen muchos versículos en el Sagrado Corán que mencionan, después de invitar al monoteísmo, el tema de ser bueno con los padres y con las personas que nos rodean. Esta es una obligación moral y legal. Seguir esta orden es someterse a Dios; por el contrario, desobedecerla, es merecerse el castigo en el Día de la Resurrección. “¡Servid a Dios y no Le asociéis nada! ¡Sed buenos con vuestros padres, parientes, huérfanos, pobres, vecinos -parientes y no parientes-, el compañero de viaje, el viajero.” [Corán: 4:36]
Lo que indica la belleza y la fealdad es en cuanto a lo interno, práctico y moral. El que escribe con el lápiz de la voluntad y la opción sobre la página de la conciencia y la mente por medio de la Divina sabiduría, las cuales son consideradas como aspectos morales, y que usa sus aplicaciones prácticas, las cuales son los veredictos Divinos; el que escribe sobre la página de lo interno y de lo externo y la adorna con el dibujo del brillo de la fe manteniéndolo libre de pecados y vicios, ese tendrá una vida hermosa y una imagen digna de la dignidad humana.
El Corán declara que Dios dio un hijo a María (P) sin que ella tuviera un marido; Él dividió el Río Nilo para Moisés (P) y ahogó ahí a Faraón; Él hizo a los Profetas (P) victoriosos mientras estaban con las manos vacías, en contra de los súper-poderes de sus respectivos tiempos y frotó la nariz de los ídolos (t’aghut) en el terreno. Él te creó de la arcilla inerte; tu vida y muerte así como el honor (‘izzah) y la humillación (dhillah) están en Sus manos. ¿Existe alguien que pueda percibir su propia debilidad, impotencia, ignorancia y limitación, así como los peligros y percances predecibles e impredecibles, pero no podría sentir la necesidad del Poder de la Salvación para él y someterse?En varios versículos, el Corán recuerda al hombre su debilidad, diciendo: en el tiempo del nacimiento, no estabas enterado de nada; estuviste completamente en un estado de debilidad tal que después de adquirir fortaleza, otra vez volverás al estado de debilidad.
Ibn Qúlawaih transmitió que Imam As-Sayyad (a.s.) dijo:“Ese día en Karbalá se abrieron para nosotros las puertas de la pena, la angustia y la desgracia. Pude ver a mi padre muerto embadurnado de tierra y sangre. Los hermanos de mi padre, los hijos de mis tíos y los hijos de mi propio padre yacían martirizados y asesinados ante mis ojos y las mujeres y mis hermanas apresadas como si fueran turcos o bizantinos. Esta desgracia y estos hechos provocaron en mi pecho una angustia tal que la opresión que sentía estuvo a punto de hacerme morir.
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