Los derechos de la Mujer en el Islam
La mujer en el terreno intelectual y racional
Recopilado por: Zohre Rabbani basado en los escritos de Allame Yawad Amoli, el mártir Motahhari, Ayatullah Misbah Iazdi y otros sabios
Colaboración: UMMA (Argentina)
El intelecto desde el punto de vista del Corán
Respecto a este tema debemos responder la siguiente pregunta: ¿Acaso, desde el punto de vista del Islam, existe alguna diferencia entre el hombre y la mujer o no? Alegamos que desde el punto de vista intelectual no existe diferencia.
Los argumentos se basan en el intelecto humano, entonces, como introducción, debemos hablar del significado del intelecto desde el punto de vista del Islam. Dijo el Profeta (la paz sea con él y su descendencia): “El intelecto es aquello por medio del cual es adorado el Misericordioso y obtenido el Paraíso.”
En la lengua árabe el vocablo ‘aql significa “cerrar”. ¿Por qué el intelecto fue denominado con este vocablo? Dice el Profeta (la paz sea con él y su descendencia): “El intelecto es aquello a través del cual el hombre limita sus fuerzas, instintos y deseos.” El vocablo ‘iqal también deriva de la misma raíz. ‘Iqal es un instrumento con el cual atan las rodillas de los camellos rebeldes. Cerrar o atar los instintos significa moderarlos y no cancelarlos. Según esto, todo el que posea más fuerza para controlar sus instintos es más intelectual o racional.
A veces, algunos creen que toda persona astuta y pícara es más racional, mientras que no es así. Quien pone su fuerza intelectual bajo la dirección de los instintos se aleja del intelecto en su sentido real. De entre las criaturas de Dios es sólo el ser humano el que está dotado de intelecto y libre albedrío y el que puede aprovechar de éste para llegar a grados más elevados. Este punto es importante pues, si bien desde el punto de vista intelectual, los individuos son diferentes, esta diferencia depende del desarrollo de las capacidades que Dios ha dispuesto en el interior del alma del ser humano, al igual que tesoros y minas que deben ser extraídas. Extraerlas y usarlas depende de diferentes causas y factores. Algunas, se relacionan con el mismo ser humano, otras, con los factores externos. Lo importante es que el intelecto no es un ser de la clase de seres cuantitativos. El intelecto no es una necesidad que el hombre deba percibir para que tenga un incentivo para extraerlo. Por ejemplo, cuando las personas entran en ciertas circunstancias que necesitan del pensamiento y la meditación, se muestra la necesidad que tienen éstas de hacer uso de su intelecto, al igual que los bebés hambrientos que cuando sienten hambre lloran, buscan a la madre, succionan y se satisfacen debido a que por medio de la succión, la leche sale de los senos de la madre y a veces se ve que si los niños no pueden succionar, los pechos de la madre poco a poco se secan y nunca sale la leche por sí sola. Por lo tanto, es este sentimiento de necesidad lo que estimula las capacidades y prepara al hombre para aprovechar las bendiciones del intelecto y no la masculinidad o feminidad que representa algo secundario. Del mismo modo, el resto de las perfecciones humanas dentro del hombre no tienen nada que ver con el género.
El criterio de valorización del intelecto es único, ya sea que lo posea el hombre o la mujer. El intelecto es valioso cuando libremente se activa en el camino de su propia satisfacción -que es la misma satisfacción de Dios- y cumple su función. Pero el intelecto que es prisionero de la concupiscencia y es el servidor del alma incitadora al mal y que es utilizado para engañar y se vale de las astucias y las trampas satánicas, es como una antorcha en manos de un traidor. Y, lamentablemente, el mundo de hoy día, ha puesto su intelecto bajo la dirección de su concupiscencia. Por lo tanto, ésta se ha vuelto más peligrosa para los seres humanos que los animales salvajes que no tienen intelecto y por ello el hombre se alejó de Dios totalmente.
En la actualidad, el hombre hace uso del intelecto, el conocimiento y la tecnología -que deben ser instrumentos para la felicidad de los hombres-, para exterminar a los seres humanos y exaltar las vilezas materiales así como también para oprimir y explotar a otros. (Últimamente EE.UU. ha provisto a Israel de armas tan sofisticadas que puede cegar a las personas desde una distancia de kilómetros, a través de rayos láser). Tal intelecto, desde el punto de vista de la religión divina, no es valioso, sino que ocasiona la destrucción del mismo hombre. Cuando dentro del Islam hablamos del intelecto no hablamos de este intelecto tergiversado y separado de su naturaleza divina, un intelecto desnaturalizado, sino que el intelecto real y valioso posee la particularidad de obedecer a Dios. En los dichos y en las narraciones, vemos: “Cuando Dios creó al intelecto le dijo: “Ve” y fue”. Este hadiz demuestra que el ser humano más intelectual es quien más obedece a Dios.
Desde el punto de vista de la filosofía islámica, el Profeta del Islam es denominado “el primer intelecto” y su vida ha demostrado su gran intelecto, en tanto que, simultáneamente, su característica destacada era ser “siervo de Dios”. Dios, Altísimo, lo elogia en el Corán con el título de “Su siervo” y nosotros cada día en la oración lo hacemos cuando atestiguamos en el taslim (testimonio de fe) de la oración: “ashhadu anna Muhammadan ‘abduhu ua rasuluh” (atestiguo que Muhammad es su siervo y mensajero). El criterio para conocer el grado del intelecto en los seres humanos es su obediencia a Dios y esto no tiene nada que ver con la masculinidad o feminidad. Por lo tanto, el Corán dice: fa man ‘amila salihan min dhakaren au unza ua hua mu’min... “Quien actúe benevolentemente sea hombre o mujer y sea creyente, le otorgaremos una vida taiiabah (purificada).” (Corán, 16:97)
Muchas aleyas coránicas incentivan a la meditación y a usar el intelecto: ¿Acaso no meditan? ¿Acaso no piensan? ¿Acaso no reflexionan? Incluso Dios presenta al Corán como un libro que sólo los dotados de intelecto pueden aprovechar de él perfectamente, o sea, quienes han podido descubrir su intelecto a través del esfuerzo: “Innama iatadhakkaru ulul albab” “En verdad sólo se dejan amonestar la gente dotada de entendimiento” (Corán, 39:9).
Por lo tanto, tenemos algunos hadices que afirman que algunas aleyas coránicas, como las primeras aleyas de la Sura Hadid, sólo son comprendidas a través de la gente que vivirá en los últimos tiempos. Es decir, algunas aleyas tienen unas definiciones tan profundas y delicadas que superan la capacidad del entendimiento de la gente de la época del Profeta. Ellos sólo entendían lo externo y aparente de estas aleyas, pero gradualmente, a medida que las fuerzas internas del hombre se fueron desarrollando y se elevó el nivel de pensamiento de la gente, las aleyas coránicas se pueden entender mejor.
El planteo de la contradicción entre la ciencia y la religión o el intelecto y la religión carece de realidad. Si el conocimiento y el intelecto que existen fuesen verdaderos, jamás pueden tener ninguna contradicción con la religión divina, con la condición de que esa religión sea pura, intacta y exenta de tergiversación. Pero una religión que haya sido creada por la mano del hombre es obvio que contradice al intelecto.
El espíritu y su función de dirigir al cuerpo
Hemos dicho hasta aquí que el hombre y la mujer, desde el punto de vista del Islam, no tienen capacidades intelectuales diferentes, sino que el grado del intelecto humano depende de su esfuerzo por desarrollar sus capacidades internas.
La cuestión que se plantea aquí es que algunos dicen que el tamaño del cerebro de la mujer y su peso es menor que el tamaño y peso del cerebro del hombre, entonces la mujer no tiene la misma fuerza intelectual que el hombre ya que el cerebro es el instrumento del pensamiento y cuando el instrumento es débil sus efectos también lo serán. Esto, a primera vista, parece un análisis correcto, pero meditando en los temas explicados se evidencia que el hombre, aunque posee espíritu y cuerpo, no es que su espíritu es prisionero del cuerpo, sino que es el cuerpo el prisionero del espíritu. El cuerpo no hace al espíritu sino que el espíritu hace al cuerpo. Si un espíritu es poderoso puede producir instrumentos poderosos y si es débil no tiene capacidad de hacer instrumentos fuertes. Por lo tanto, el tamaño y peso del cerebro no es ninguna prueba de la menor o mayor cantidad de su fuerza, sino que la fuerza y poder es del espíritu que utiliza estos instrumentos.
Explicación del tema:
Nosotros no tenemos ningún cuerpo estable ni célula estable dentro del cuerpo, aunque es posible que la Medicina u otras ciencias naturales no puedan asumir esta cuestión. No obstante, las ciencias racionales como la Filosofía, perfectamente, dilucidan que cada ser material está en movimiento y cambio y cada unos cuantos años se cambian todas las células del cuerpo y sólo es el espíritu abstracto el que es estable y el cuerpo en movimiento y cambio queda vigente bajo la protección de un ser abstracto y estable. Alguien que haya llegado a la edad de ochenta años, por lo menos, ocho veces ha cambiado todas las células de su cuerpo de pies a cabeza. El reemplazo de estas partículas y elementos es función del espíritu. Si el espíritu es poderoso puede hacer poderosas a las partículas del cuerpo de la misma manera que si el espíritu es débil, las hace débiles. Basándonos en que el cuerpo no es un asunto estable y siempre está en estado de cambio, ya no se puede preguntar cuánto tiempo puede permanecer este cuerpo ya que el cuerpo está en alteración permanente. El cuerpo, como observamos en los escritos filosóficos, literarios y gnósticos de los grandes escritores, el cuerpo es como una fuente que está situada en medio de un río. Si un arroyo pasa por la casa de alguien y el dueño de casa construye una fuente en medio de su casa de modo que el agua del río entre por un lado y salga por otro, continuamente esta fuente estará llena de agua. Pero alguien ingenuo puede pensar que esta agua es la misma que había días atrás, mientras que no es así. Como dice Mawlawi:
“Varias veces ha cambiado
El agua de este arroyo
Pero todavía la imagen de la luna y las estrellas
Continúan estables”.
Cualquiera que se siente a la orilla de un río durante una hora y observe la imagen de la luna en éste, puede imaginar que esta agua, al igual que un espejo muestra una imagen estable, mientras que esta imagen está cambiando instante a instante, pero ya que se altera en forma gradual y muy delicada, el observador lo cree estable.
No existe ningún miembro en el cuerpo que permanezca estable y tranquilo aunque sea unos instantes.
En resumen, el cuerpo es cambiante y es dirigido y orientado por el espíritu estable y abstracto, por ello, el menor o mayor tamaño del cerebro no afecta a su capacidad. A quien posea un espíritu enfermo no le sirvirá un cuerpo sano, e incluso un espíritu sano puede sanar a un cuerpo enfermo. Por ello, el espíritu de un ser humano perfecto como el santo espíritu del Imam de la Época puede –con la anuencia de Dios- mantener su cuerpo sano miles de años. Es por ello que los dotados de intelecto, no preguntan acerca de cómo es que un hombre puede vivir miles de años. Ahora mismo, pasan más de mil doscientos años de la vida del Imam Oculto y no importa cuánto más pueda pasar, pues el espíritu hace al cuerpo y no existe una célula estable como para que los científicos digan “esta célula o este elemento no puede resistir más que este determinado periodo de tiempo”.
El Imam ‘Alî (P), en la guerra que sucedió entre los musulmanes y los judíos de Jaibar cuando nadie tenía la fuerza de poder abrir la fortaleza de Jaibar, (la historia cuenta que se necesitaban decenas de personas para moverla), el Imam con un solo movimiento la arrancó y luego, refiriéndose a ello dijo: “No arranqué la puerta de Jaibar arrojándola atrás mío a una distancia de 40 zhirâ’ con una fuerza corporal ni un movimiento en base a alimentos, sino que fui ayudado por una fuerza celestial y angelical y a través de un espíritu iluminado por la Luz de su Señor” (Bihar Al-Anwar, t. 21, p. 26).
El espíritu del ser humano se fortalece a través de las órdenes específicas del Islam en cuanto a la autorrealización: adoración a Dios y obediencia a Él. Naturalmente éste es el camino correcto para el fortalecimiento del espíritu pero existen otras vías que el Islam no corrobora ni atrae la satisfacción y recompensa de Dios, como son los actos que realizan los faquires de la India, que naturalmente su resultado es el fortalecimiento del espíritu y a raíz de ello el fortalecimiento de las fuerzas corporales.
Actualmente, existen personas entre los sabios musulmanes que gozan de una fuerza espiritual tan elevada que pueden separar su espíritu de su cuerpo por varias horas y luego regresarlos a su lugar.[1]
El intelecto teórico y el intelecto práctico
Hablando del concepto del intelecto desde el punto de vista del Islam y el modo de su desarrollo, existe otro tema interesante y minucioso. Planteamos aquí este tema y agregamos que en este terreno no existe diferencia entre los seres humanos.
El intelecto humano tiene una dimensión llamada “intelecto teórico” a través del cual piensa y tiene otra dimensión llamada “intelecto práctico” a través del cual acepta y admite. En otras palabras, la humanidad del hombre tiene dos alas o dos dimensiones: si el hombre quisiera estar en el camino de la perfección, tiene que perfeccionarse tanto en la dimensión teórica como práctica.
Entre estas dos dimensiones existe un hiyab (velo) muy delicado y sutil. Por ejemplo: un hombre visitó al Imam As-Sadiq (P) y le pidió una prueba del monoteísmo. El Imam utilizó el argumento del “orden”. En manos de unos niños había un huevo. El Imam pidió a uno de ellos que se acercara. Le mostró el huevo al hombre inquiridor y dijo: “Esto es un recipiente en el cual existen dos mares, un mar de oro fundido y otro de plata fundida. Pero se ha confeccionado tan perfecta y ordenadamente que ninguno de ambos se mezcla a pesar de ser líquidos. Entre ambos existe un velo muy fino que aunque aparentemente éste es más fino que los propios líquidos, Dios lo ha dispuesto de una forma que pueda guardar estos dos mares cerrados en forma separada y ordenada.”
Asimismo, entre el intelecto teórico y práctico existe un velo muy fino que no permite que la teoría se convierta en práctica inmediatamente. Sólo quienes han corrido los velos materiales y los velos de luz han llegado a poder unificar estas dos dimensiones de su intelecto. Leemos en Munayat Sha ‘baniiah (Las confidencias del mes de Sha’ban): Dios mío, ayúdame para que los ojos de mi corazón rompan los velos de luz y se unan con la Fuente de Majestuosidad”.
Los profetas divinos, los Imames Infalibles y los próximos a Dios fueron personas que han podido romper estos velos. Entre ellos existe tanto hombres como mujeres, como María, Asiah, Jadiyah, Fátima, Zainab –la paz de Dios sea sobre todas ellas.
Ellos han podido poner en el mismo nivel su conocimiento y su práctica.
Existen cuatro grupos de seres humanos:
- A veces el ser humano es sabio pero sin práctica.
- A veces es muy practicante pero de poco conocimiento.
- A veces es un sabio practicante.
- A veces un ignorante sin práctica.
En la mayoría de los seres humanos existe entre su aspecto teórico y práctico un velo delicado, es por ello que entienden muchas cosas pero no las practican (como el uso de estupefacientes, cigarrillos, vino, etc., aunque están informados de su perjuicio pero aún no se han convencido con su corazón como para abandonarlos) y aceptan muchas cosas mientras que su intelecto teórico no lo corrobora como algunas costumbres y tradiciones que no concuerdan con el intelecto –sabe que un muerto no puede hacer nada pero no está dispuesto a dormir junto a él- ya que esta sentencia del intelecto teórico no ha llegado a su corazón para convertirse en intelecto práctico y así aceptar.
En el común de la gente existe continuamente una distancia entre sus pensamientos y tendencias. De ahí, la diferencia entre lo que entienden y lo que practican.
Aquí agregamos que la unión entre estas dos dimensiones del intelecto es uno de los criterios de la perfección del intelecto y en este terreno desde el punto de vista de la religión divina, no existe diferencia entre hombre y mujer. Las aleyas coránicas cuando invitan a los seres humanos al pensamiento, meditación y reflexión no diferencian entre ellos y si hombre y mujer hubiesen sido diferentes en este aspecto las aleyas coránicas habrían sido diferentes. Cualquier ser humano que se esfuerce más para unir estas dos dimensiones de su intelecto tendrá mayor éxito, fuese hombre o mujer. Obedecer a Dios y adorarlo es el remedio principal para llegar a esta armonía y unión.
El Corán pone ejemplos de personas que no pudieron unir estos dos aspectos del intelecto, por ello cayeron en el desvío. Un caso está mencionado en la historia de Moisés y Faraón, cuando dice el Corán: «Y los negaron injusta y altivamente a pesar de estar convencidos de ellos». (Corán, 27:14)
A pesar de que sus corazones tenían certeza de ellos lo negaron por arrogancia y opresión. Tras observar los innumerables milagros de Moisés (P), a la gente del Faraón se le evidenció la verdad y desde el punto de vista de sus pensamientos e ideas no tuvieron problemas, pero desde el punto de vista de la aceptación de corazón, se encontraban en pugna y no estuvieron dispuestos a aceptar, y aún cuando tenían certeza de que la verdad estaba de parte de Moisés (P), su corazón no se humilló. Había conocimiento pero no acción. Por eso Faraón le dijo a Moisés (P): Moisés ciertamente que creo que estás hechizado. Aleya 102: Respondió Moisés: Tú sabes bien que solo el Señor de los cielos y de la tierra ha hecho bajar éstos como pruebas evidentes. Yo creo Faraón, sí, que estás perdido.” (Corán, 17:101)
En realidad, Moisés le quiso decir: Tú no tienes ningún problema científico o intelectual. Tú sabes que lo mío no es hechicería, es milagro, pero no quieres aceptarlo”. Por supuesto, en esa misma época de Moisés, el honor de ser pionero en el camino de aceptación de la religión de Dios perteneció a Asiah. Ella pudo rápidamente unir entre sus dos aspectos intelectuales.
Otro ejemplo es el caso de Ibrahim Al-Jalil, cuando él se dirigió al templo de los ídolos, quebró todos los ídolos menos al más grande de ellos, y para empujarlos a la meditación colgó el hacha en manos de este ídolo, se dirigieron los idólatras hacia el templo e Ibrahim les dijo: “Esto fue obra del ídolo grande”. Dijeron: “Tú sabes que un ídolo no puede hacer tal cosa”. Ibrahim les respondió: “Vosotros bien sabéis que estos ídolos no merecen ser adorados pero no queréis aceptarlos.” Ellos agacharon sus cabezas ya que en el campo de la argumentación no tenían nada para responder, pero a pesar de ello sus corazones no creyeron en Ibrahim y gritaron:” Quemadlo y socorred a vuestros dioses. Las aleyas
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[1] Como el Aiatullah Hasan Zadeh Amuli. Varias de sus experiencias están relatadas en su libro: “El ser humano en el ‘Irfan”.