Con respecto al origen de las doctrinas idólatras existen diversas opiniones entre los sociólogos y antropólogos occidentales pero sus argumentos no resultan claros ni confiables.
Quizás el primer factor que subyace en la inclinación a la idolatría o asociación de otras divinidades (politeísmo) al Dios Único, lo constituyan los distintos fenómenos naturales celestes y terrestres. Es posible que haya sido su diversidad lo que condujo a algunos a creer que distintos tipos de fenómenos estarían bajo el arbitrio y el gobierno de distintos dioses particulares...
La cosmovisión materialista se sustenta en varios principios. Primero: Existencia equivale a materia y materialidad. Aquello que puede considerarse existente posee las tres dimensiones de los cuerpos: largo, ancho y profundi¬dad; y posee las características de la materialidad, como por ejemplo cantidad y subdivisión. Sobre la base de este principio se niega la existencia de Dios como ser inmaterial y trascendente.
En la primera lección hemos señalado que puede dividirse la visión del mundo en dos clases generales: la cosmovisión divina del mundo, y la materia¬lista. La mayor diferencia entre estas dos perspectivas de la creación es la que se refiere a un Creador Sapientísimo y Omnipotente. La cosmovisión divina del mundo lo considera su principio y fundamento, mientras que la materialista niega su existencia.
Los Atributos de la Acción son cualidades que se abstraen del vínculo de la Esencia divina con Sus criaturas.
Creador y criatura conforman las dos partes de una proposición. El concep¬to de creatividad se desprende de la dependencia de las criaturas respecto a Dios Altísimo y si esta relación no se tuviese en cuenta, no se podría obtener este concepto.
La mera idea del Ser necesario no es suficiente para el conocimiento de Dios, porque es posible que alguien suponga, por ejemplo, que la materia o la energía pueden ser también el ser necesario.
Debemos en consecuencia determinar los atributos negativos de Dios a fin de que quede claro que el Ser necesario (o Absoluto) está libre de los atributos o cualidades propios de los seres creados (o contingentes), que no pueden aplicársele.
Hemos aprendido ya que Dios Altísimo es la Causa Dadora de existencia, que posee todas las perfecciones presentes en la existencia, y que cualquier forma de perfección que se halle en otro ente le pertenece, sin que al otorgada merme algo de sus perfecciones. Para una mejor comprensión del tema pode¬mos valemos de un ejemplo: El maestro enseña a su alumno sin que merme nada de su ciencia. Por supuesto, otorgamiento de la existencia y las perfeccio¬nes existenciales por parte de Dios Altísimo es algo mucho más elevado que lo que expresa nuestro ejemplo.
La existencia de un ser, según los postulados de la razón, debe ser necesaria o contingente (posible: puede ser o no ser), y ningún ente, por necesidad lógica, está fuera de estas dos posibilidades.
No se puede decir que todos los entes poseen una existencia contingente, porque el ser contingente necesita de una causa, y si todas las causas fueran contingentes entonces necesitarían a su vez de otra causa, y de este modo ningún ser podría llegar a existir. Dicho de otro modo, la cadena de causas infinitas es imposible. Por lo tanto la cadena de las causas concluirá, forzosa¬mente, en un ser que no será a su vez efecto de otro ser, es decir que su existencia será necesaria.
Cada sistema educativo se basa en una idea y una visión de sus fundadores y en un cierto número de consideraciones que estos hallan tomado en cuenta: la verdadera naturaleza del ser humano y sus dimensiones ontológicas, los objetivos que ellos consideren necesarios para llevar a cabo tal sistema educativo y la idea acerca de cómo los seres humanos se desarrollan y progresan hacia un objetivo determinado. A decir verdad, dichas concepciones y comprensiones son las que dan forma a los pilares que sostendrán el desarrollo de tal estructura educativa, cualquiera que sea el régimen del pensamiento, aun cuando estos no hayan sido mencionados explícitamente o tomados en consideración de manera consciente.
En contraste a las oscilaciones y las crisis que acontecieron en la filosofía occidental (sobre todo en el tema de la epistemología que todavía después de veinticinco siglos de vida no ha llegado a una firme situación, sino que se puede decir que sus bases son aún más frágiles), la filosofía islámica siempre ha disfrutado de una posición fuerte y estable, ya que nunca ha sufrido sacudidas ni crisis en los terrenos del pensamiento.
La creencia en la existencia de Dios Creador del mundo, como hemos visto, constituye la base de la religión y es la diferencia fundamental entre la cosmovisión religiosa y la materialista. Por eso, la primera cuestión con que se enfrenta el buscador de la verdad y a la que debe encontrar una respuesta correcta, es si existe Dios o no. Para encontrar dicha respuesta debe, como hemos explicado en la lección anterior, utilizar la razón hasta alcanzar un resultado definitivo, sea éste positivo o negativo.
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