Decenas de miles de profetas fueron enviados a lo largo de la historia y en todos los rincones del planeta y ejercieron su destacado rol en la guía y educación de los seres humanos dejando efectos extraordinarios en la humanidad. Cada uno guió a un grupo de hombres de acuerdo a creencias correctas y elevados valores y tuvieron efecto indirecto en los demás. Algunos de estos profetas tuvieron éxito en construir una sociedad monoteísta y justa, desempeñando el liderazgo de las mismas.
Entre ellos, los profetas, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, la paz sea con ellos, trajeron libros que contienen leyes, normas individuales y sociales, obligaciones morales y legales acordes con las condiciones de su época. Pero estos libros con el paso del tiempo, o desaparecieron o sufrieron tergiversaciones en su letra o significado, y como resultado devinieron en unas leyes celestiales deformadas. Así como la Torah (Pentateuco) de Moisés, la paz sea con él, sufrió muchas alteraciones, también el Evangelio de Jesús, las sufrió, al punto de no quedar rastro del propio Evangelio original emanado del propio Jesús, sino que los Evangelios (llamados canónicos), son en realidad escritos de quienes fueron considerados sus seguidores que fueron reunidos (tras su ida de este mundo) y reunidos en unos libros denominados santos.
Cuando el sagrado Corán recuerda a los profetas anteriores y explica algunos de los aspectos de sus vidas ejemplares y llenas de bendiciones, limpia las impurezas de las alteraciones intencionales o sin intención de las iluminadas páginas de sus historias, concediendo mucha importancia al análisis de las reacciones de sus comunidades frente a ellos. Por una parte narra las reacciones de la gente y explica las razones y factores que incidieron en sus diferencias con los profetas (aquellos que las tuvieron). Por otra parte, explica las posiciones de la gente frente a los profetas de Dios y las razones y factores de sus diferencias.
La fe en todos los profetas, el no establecer diferencias entre ellos en cuanto a confirmar sus profecías, la aceptación de todos los mensajes y los conocimientos que descendieron sobre ellos y la no distinción entre ellos (en cuanto a aceptar a algunos y rechazar a otros), es necesario para cada hombre . El desmentir a uno es como desmentir a todos ellos y negar un juicio de Dios es como negar todas las leyes de Dios .Por supuesto la obligación práctica de cada comunidad (Ummah) en cada tiempo es seguir las órdenes y disposiciones de cada profeta de su tiempo y de esa comunidad.
El tercer tema fundamental en el asunto de la veracidad de quien se declare profeta es responder a la pregunta de cómo se puede probar o fundamentar a los demás la veracidad de los profetas legítimos y cómo desmentir a los falsos profetas.
Sin dudas una persona corrupta y pecaminosa cuya indecencia es comprendida por el intelecto no gozará de confianza y no será avalado. Teniendo en cuenta la condición de la infalibilidad en los profetas podrá afirmarse la falsedad de su pretensión (de ser infalibles) si no lo fueran, especialmente si invitasen a asuntos que se oponen a la razón y a la naturaleza innata o si en sus palabras existiesen contradicciones.
La creencia en la infalibilidad de los profetas, la paz sea con ellos, con respecto a los pecados intencionales y por error o involuntarios, es una de las creencias categóricas y conocida de los shi’as que fuera enseñada por parte de los Imames Purificados, la paz sea con ellos, a sus seguidores. Argumentaron con sus oponentes a favor de este tema con distintas expresiones y una de sus más famosas argumentaciones es la del Imam Ridâ (P), la paz sea con él, registrada en los libros de las tradiciones (hadices) y de historia.
La negación del error involuntario y el olvido en ellos (el Profeta y los Imames), en los asuntos comunes, no en los asuntos prohibidos ni obligatorios, es algo sobre lo que existen diferencias. El aspecto aparente de las tradiciones atribuidas a Ahlul Bait (La Familia del Profeta, la paz sea con ellos) en este sentido, no están exentas de diferencias y una investigación acerca de ellas requiere de un espacio más amplio y de todas maneras no se la puede considerar una de las creencias necesarias.
Una vez que se ha demostrado la necesidad de la revelación como otro camino para acceder a los conocimientos necesarios y poder compensar las limitaciones de los sentidos y el intelecto humano, se plantea otro asunto y es el siguiente:
Debido a que la mayoría de los seres humanos comunes no se benefician directamente de esta vía de conocimiento y no poseen la capacidad y la aptitud para recibir la revelación directamente, no les queda más remedio que recibir el mensaje divino a través de personas especiales (los profetas) que se los comuniquen, ¿qué garantías existen para asegurar la rectitud de dichos profetas? , ¿y cómo poder asegurarse de que la persona del profeta recibió correctamente la revelación y la transmitió correctamente a la gente? Y si existió un intermediario entre Dios y el profeta, (como el Arcángel Gabriel), ¿acaso él recibió correctamente el mensaje y lo transmitió fielmente?
Vimos en el primer tomo sobre el Monoteísmo que los asuntos más fundamentales que una persona racional debe resolver para tener una vida humana y sabia son los siguientes:
1- ¿De dónde proviene la existencia del universo y del ser humano?
2- ¿Cuál es el fin de la vida y el objetivo último del hombre?
3- Teniendo en cuenta las necesidades de cada hombre para conocer el camino de vida correcto y transitarlo para alcanzar la felicidad deseada, ¿qué medios se han garantizado para conocer este camino? ¿Quién los posee?...
Debido a su importancia, este tema se constituyó en eje de muchas otras controversias e incluso, en uno de los principios doctrinarios independientes de ambas escuelas shiíta y mutazilita.
Debe señalarse que los Asharitas no niegan la Justicia Divina, ni atribuyen a Dios injusticia. El Sagrado Corán afirma de modo explícito la Justicia de Dios y rechaza de Su Santificada Esencia todo tipo de opresión. La controver¬sia teológica no se centra en la aceptación o no de este Atributo sino en la capacidad del intelecto humano para conocer, con independencia de la Revela¬ción o la Tradición profética, el carácter justo o injusto de una acción, o si puede delimitar una serie de preceptos y normas éticas que abarquen también a las acciones divinas y juzgar de acuerdo a ellas la necesidad de la realización u omisión de un determinado acto por parte de Dios.
La palabra árabe qadar (decreto) significa "medir", y taqdír significa "sopesar", "calcular", La palabra qadá (determinación) significa "determi¬nar", "realizar", "juzgar". A veces estas dos palabras se emplean como sinónimos con el significado de "destino".
El Decreto Divino (qadar) significa que Dios Altísimo ha establecido para cada fenómeno una medida y límite cuantitativo y cualitativo, así como un lugar y tiempo especial que se realiza bajo efectos y factores en forma gradual.
El significado de Determinación Divina (qadá) es que después de la prepa¬ración de los aspectos preliminares, los medios y condiciones de un fenómeno, éste alcanzará su último y definitivo estadio.
El monoteísmo en el efecto independiente es uno de los conocimientos de mayor valor por el rol que desempeña en la educación y formación de los hombres. Es por eso que ha sido objeto de un gran énfasis en el Sagrado Corán, en donde se lo enuncia de formas diferentes a fin de asegurar su correcta comprensión, relacionando, por ejemplo, todos los fenómenos con la Anuencia (o Permiso), la Voluntad, el Querer, la Determina¬ción y el Decretos divinos.
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