Enseñanza de la Doctrina Islámica

La gente y los profetas

Por Aiatollah M. T. Misbah

Introducción

Cuando el sagrado Corán recuerda a los profetas anteriores y explica algunos de los aspectos de sus vidas ejemplares y llenas de bendiciones, limpia las impurezas de las alteraciones intencionales o sin intención de las iluminadas páginas de sus historias, concediendo mucha importancia al análisis de las reacciones de sus comunidades frente a ellos. Por una parte narra las reacciones de la gente y explica las razones y factores que incidieron en sus diferencias con los profetas (aquellos que las tuvieron). Por otra parte, explica las posiciones de la gente frente a los profetas de Dios y las razones y factores de sus diferencias. Además muestra las formas y métodos de la guía, la educación profética y sus luchas contra los agentes de la incredulidad, la idolatría y los desvíos. También hace referencia a las leyes divinas en la administración de las sociedades, especialmente desde el punto de vista de la relación recíproca entre la gente y los profetas, lo cual contiene puntos muy ilustrativos y pedagógicos.

Estos temas, si bien no poseen una relación directa con las creencias y la teología, gozan de una extraordinaria relevancia, tanto por su característica esclarecedora acerca de los asuntos de la profecía, como por apartar muchas ambigüedades y por su importancia para educar y edificar a los hombres, extrayendo consejos y lecciones de los destacados acontecimientos históricos. Por ello, en esta lección aludiremos a aquellos de mayor importancia.

La reacción de la gente ante los profetas

Cuando surgieron los profetas e invitaron a la gente a adorar a Dios Único[1], a obedecer Sus órdenes, abandonar el culto a los ídolos, a los falsos objetos de adoración, a evitar a los demonios, a los tiranos, a abandonar la opresión y la corrupción, los pecados y las acciones viles, generalmente se enfrentaron con la negación y oposición de la gente[2]. Especialmente los jefes y ricos de sus sociedades que estaban embriagados en la lujuria y los placeres mundanales[3], orgullosos con sus bienes, su status o sus conocimientos y ciencias[4]. Se enfrentaban con los profetas de la forma más dura y arrastraban consigo a muchos sectores de la sociedad evitándoles seguir el camino de la verdad. De a poco, un pequeño grupo que por lo general eran de los oprimidos y pobres de la sociedad, creían en los profetas[5]. Era raro que se pudiese formar una sociedad sobre la base de una creencia correcta, basada en la justicia, en la ecuanimidad y obediencia a Dios y a los profetas, como la que se formó en tiempos del profeta Salomón, la paz sea con él, por ejemplo. A pesar de que algunas de las enseñanzas de los profetas gradualmente fueron influyendo y conformándola cultura de las sociedades y se expandía a otras sociedades que las tomaban para sí, a veces se las consideraba como invenciones de los líderes de las sociedades incrédulas. Tal como vemos que muchas de las normas de los sistemas legales en el mundo fueron extraídas de las enseñanzas y jurisprudencias celestiales. Fueron y son tomadas sin citar sus fuentes, a título de pensamientos e ideas propias.

Las causas y motivaciones para enfrentarse a los profetas

La oposición a los profetas, la paz sea con ellos, además de la motivación general de una vida libre de limitaciones y responsabilidades y seguir las pasiones del alma[6], ha tenido otras causas y motivaciones como por ejemplo, el egoísmo, la arrogancia y un falso sentido de superioridad (autoengrandecimiento) que se manifestaba (y manifiesta. N.T.), más entre los llamados nobles, dotados y ricos[7]. Otros fanatismos y ataduras a tradiciones de los ancestros, eran valores equivocados que existían entre las distintas sociedades[8]. De la misma manera el cuidado de las fuentes económicas y las posiciones sociales, era una motivación muy poderosa para los ricos, los gobernantes y la gente culta e instruida[9]. Por otra parte, la ignorancia y la inconsciencia de las masas era un gran factor para ser engañados por los dirigentes de la incredulidad y hacerlas seguir a las grandes personalidades y a la mayoría. De esta manera de acuerdo con sus imaginaciones y prejuicios contentaban a sus corazones y se apartaban de la fe en la doctrina profética que no tenía sino pocos seguidores y encima entre aquellos que en su mayoría no tenían una buena posición en sus sociedades y eran rechazados por parte de las personas influyentes, de alto rango y por la mayoría. Además no hay que descuidar el hecho de la presión que ejercían la casta gobernante y prepotente[10].

Los métodos para enfrentar a los profetas

Los opositores a los profetas para impedir el desarrollo de la misión de éstos recurrieron a distintos métodos:

1- La humillación y la burla.

Primero, un grupo de esforzó por destruir la personalidad de los profetas mediante el menoscabo, la burla, los insultos y las humillaciones para que el resto de la gente no se sienta atraído hacia ellos.

2- La mentira y las calificaciones vanas.

Luego, recurrieron a la mentira, a inventos y a adjudicarles bajezas como estupidez (por juntarse con gente pobre, esclavos y de baja condición social en vez de gozar de los privilegios con que pretendían inútilmente sobornarlos para que concluyan misiones), o locura[11]. Cuando hacían milagros los calumniaban con el mote de magos, hechiceros o ilusionistas[12]. A los mensajes divinos los denominaban leyendas, fábulas o mitos[13] .

3- Disputas y argumentos falaces.

Los enviados de Dios dialogaban y discutían con sabiduría y argumentos racionales o polemizaban de la mejor manera o exhortaban a la gente con recomendaciones morales y les advertían con respecto a las consecuencias de la incredulidad, la idolatría o la rebeldía. Exponían los beneficios del monoteísmo y la promesa de la felicidad en este mundo y en el otro a los creyentes y virtuosos. Mientras que los jefes de la incredulidad prohibían a la gente que escuchasen a los profetas y luego les respondían con una lógica débil y estúpida esforzándose por engañar a las masas con palabras engalanadas[14] para impedir que sigan a los profetas, la paz sea con ellos. Solían apoyarse en las tradiciones de sus antepasados[15], le echaban en cara sus riquezas, sus adelantos materiales y la pobreza y retraso de los seguidores de los profetas que la adjudicaban a lo errado de sus creencias y conductas[16]. Ponían excusas como por qué Dios no había elegido a los ángeles como Sus mensajeros o por qué no envió un ángel con ellos o por qué no elegía a uno de los ricos como mensajero[17]. A veces la obstinación de los incrédulos llegaba al extremo de decir que creerían y se someterían si les era revelado a ellos el mensaje o pudiesen ver a Dios y escuchar Sus palabras sin intermediarios[18] .

4- La amenaza y el soborno

Otro de los métodos que en el Sagrado Corán se menciona de muchas otras naciones es que los profetas de Dios y sus seguidores fueron amenazados con todo tipo de torturas, expulsiones de sus ciudades, destierros, apedreamientos y asesinatos[19].Por otra parte también recurrían al soborno y con tentadoras sumas de dinero y bienes alejaban a la gente de los profetas[20].

5- Violencia y asesinatos

Al final, cuando veían la resistencia, la rectitud y firmeza de parte de los profetas[21], la seriedad y valentía de sus seguidores sinceros y habiendo perdido toda esperanza de que su propaganda pudiese surtir algún efecto recurrían a la ejecución de sus amenazas mediante la violencia al punto de que martirizaron a muchos de los profetas de Dios[22], privando a la sociedad humana de la más grande bendición y dones divinos, los más apropiados y virtuosos líderes sociales.

Algunas tradiciones divinas en la administración de las sociedades

Si bien el objetivo principal del envío de profetas es que los hombres alcancen los conocimientos necesarios para su felicidad en este mundo y en el otro, compensar las limitaciones y errores del intelecto, de la experiencia humana y, en otras palabras, consumar la prueba (Huyyah) categóricamente para los seres humanos (de modo que no tengan excusa ante Dios. Y de parte de Dios estén dadas todas las condiciones para la salvación humana[23].) Pero Dios Altísimo, por Su abundante misericordia y por medio de Su sabia planificación, preparaba especialmente la psicología de la gente para la aceptación de Su invitación como una ayuda para su movimiento progresivo debido a que la mayor causa de la incredulidad, del abandono de Dios y de Sus profetas, es una sensación de autosuficiencia[24]. El olvido de todas las necesidades en todos los sentidos de las criaturas hacía que Dios Sapientísimo preparase las condiciones para que la gente tome conciencia de sus condición contingente y abandone su olvido, arrogancia y su egoísmo. Para ello, Dios creaba dificultades y problemas a fin de que tomaran conciencia de su impotencia y se vuelvan a Él[25]. Pero este agente no tuvo un efecto universal y permanente. Mucha gente, especialmente quienes disponían de mayor cantidad de medios materiales y durante años habían oprimido a los demás y procurado medios para una vida licenciosa y cuyos corazones, de acuerdo al Sagrado Corán, se habían vuelto como las piedras, no tomaban conciencia[26] y permanecían en el sueño del olvido y la distracción, continuando su falso camino. Tampoco las exhortaciones, recomendaciones, amonestaciones y advertencias proféticas le servían de nada. Cuando Dios apartaba las calamidades y problemas y enviaba nuevamente Sus mercedes sobre la gente, ellos decían: estos cambios y alteraciones entre momentos de dificultad o desgracias y momentos de bendiciones y felicidad son inherentes a la vida y también sucedía a nuestros antepasados[27].Tras ello, recomenzaban con la opresión, la acumulación de fortunas y la expansión de sus fuerzas, sin darse cuenta que este mismo incremento de medios era para ellos, una trampa divina para su desgracia en este mundo y en el otro.

De todas maneras, si los seguidores de los profetas alcanzaban desde el punto de vista del poder y el número un límite en el que pudiesen conformar una sociedad independiente, defenderse a sí mismos y luchar contra los enemigos de Dios, se les ordenaba luchar (el yihad)[28]. De esta manera, por medio de ellos, descendía el castigo divino sobre los incrédulos y opresores[29]. De otro modo, si tales condiciones no estaban dadas, los creyentes se apartaban de los incrédulos por orden de los profetas y luego de que ya no quedaban esperanzas de bien ni de arrepentimiento en esta sociedad, descendía el castigo divino por otro medio (que el de la lucha y las recompensas que ello conlleva para quienes la emprenden contra los opresores y enemigos de Dios) sobre esta sociedad[30]. Esta es la ley inalterable de Dios en el gobierno de las sociedades humanas[31].

Fuente: Enseñanza de La Doctrina Islámica, Editorial Elhame Shargh

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[1] Sagrado Corán: capítulo 16:36; cap. 21: 25; 41:14; 46:21.

[2] Idem: cap. 14:9; 23:44.

[3] Idem: cap. 34:34.

[4] Idem: cap. 35:83; 28:78; 39:49.

[5] Idem: cap. 10: 27-31 y 40.

[6] Idem: cap. 5:70.

[7] Idem: cap. 40:56 y 7:76.

[8] Idem: cap. 2:170; 5: 104; 7:28; 10:7 8; 21:53; 26:74; 31:21; 43:22 y 23.

[9] Sagrado Corán: cap.: 11: 84-86.

[10] Idem: cap. 14:21; 35:47; 11:27;26:111.

[11] Sagrado Corán: capítulo: 7: vers. 66; cap. 2: vers. 13; cap. 23: vers. 25.

[12] Sagrado Corán: capítulo 51: vers. 39, 52,53 y cap. 21: vers. 2.

[13] Sagrado Corán: capítulo: 6: vers. 25; cap. 8: vers. 31; cap. 23: vers. 83; cap. 35: vers. 5; cap. 27: vers. 67; cap. 7: vers. 17: cap. 68: vers. 15; cap. 83: vers. 13.

[14] Idem: capítulo: 71: vers. 7 cap. 43: vers. 26; cap. 6: vers. 112 y 121; cap. 35: vers. 5, 35; cap. 7: vers. 71 ,70; cap. 18: 56.

[15] Idem: capítulo 2: vers. 170; cap. 5: vers. 104; cap. 7: vers. 28; cap. 21, vers. 53; cap. 10: vers. 87; cap. 31: vers. 21.

[16] Idem: capítulo 10: vers. 88; cap. 34: 35; cap. 68, vers. 14; cap. 19: vers. 77; cap. 73: vers 12; cap 74, vers. 11; cap. 7: vers. 11.

[17] Idem: cap. 6: 7-9; cap. 17: 90-95; cap. 25: 4-8.

[18] Idem: cap. 2: 118; cap. 6: 124; cap. 4: 153.

[19] Sagrado Corán: cap. 14: 13; cap. 11: 91; cap. 19; 46; cap. 36: 18; cap. 35: 26.

[20] Idem: cap. 8: 36.

[21] Idem: cap. 14:12.

[22] Idem: cap. 2: 61,87, 91; cap. 3: 21, 112,181; cap. 5: 70; cap. 4:155.

[23] Idem: cap. 4:65; 20: 134.

[24] Idem: cap. 96: 6.

[25] Idem: cap. 6:42; 7:94.

[26] Idem: 6:43; 23:76.

[27] Idem: cap. 7:5,183.

[28] Idem: 3:146.

[29] Idem: cap. 3:146.

[30] Idem: 29:41y muchos otros versículos coránicos.

[31] Idem: cap. 35:43; 40: 85:17:77.

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