Preguntas de Teología Islámica

El tratamiento de las enfermedades y la súplica

Por: Ayatolá Mahdi Hadavi Tehrani

Pregunta: ¿Si alguien se cae, deberá buscar un tratamiento a) con un doctor, o b) ingiriendo algo de polvo de la tierra de los alrededores de la tumba del Imam al-Husein (a.s.), o c) utilizar la súplica?

Respuesta concisa

Cada una de las acciones mencionadas puede curar potencialmente la enfermedad independientemente o combinándolas. Sin embargo, la mejor forma es acompañarla con nuestras acciones —entre las cuales están la medicina y los tratamientos supranaturales— con la súplica (la cual exige establecer una relación con Dios y pedirle directamente a Él). La razón para esto es que la eficacia del tratamiento médico o de un a medicina en particular, o la intercesión del Imam al-Husein (a.s.) y el polvo de los alrededores de su tumba, se une intrínsecamente a la voluntad de Al-lah (s.w.t)

También es importante tener en mente que la intercesión del Profeta y su familia (a.s.), así como las suplicas, no son soluciones limitadas a circunstancias en donde se pierde la esperanza propia en los medios naturales. A su vez, utilizar la intercesión y las suplicas no implica que uno deba rechazar estos medios, pues el plan divino para este mundo es que las cosas sucedan por sus causas naturales. Por lo tanto, uno puede utilizar los tres tipos de tratamientos mencionados, es decir, junto a la súplica y buscando la intercesión del Imam al-Husain (a.s.), uno debe dirigirse a un doctor en medicina y buscar un tratamiento médico para que Dios acepte la intercesión del Imam (a.s.), y permita que el tratamiento médico tenga efecto.

En pocas palabras, bajo ninguna circunstancia puede uno perder esperanzas en el favor de Al-lah (s.w.t) y en la intercesión de la familia del Profeta. De igual manera, por ningún motivo uno debe dejar de aprovechar los medios que se tienen a disposición.

Respuesta Detallada

El tratamiento médico, la intercesión de los cercanos a Dios (santos, particularmente el polvo de los alrededores de la tumba del Imam al-Husein (a.s.)) y suplicarle a Al-lah son todos los medios con los que cuenta un enfermo para su curación, en tanto no haya llegado el momento decretado de su muerte.

Así cómo es posible que cada uno de estos tres tratamientos actúe de manera independiente por la Voluntad de Al-lah (s.w.t), sin necesitar de los otros dos, es también posible que las tres curas se combinen para sanar al enfermo. En particular, la súplica puede causar que sea aceptada la intercesión del Imam (a.s.) para que el polvo de los alrededores de la tumba tenga efecto curativo. Esto a su vez podría hacer que el tratamiento médico tenga efectos óptimos para que la persona progreses rápidamente hacia su bienestar.

Sin embargo, debemos resaltar que la eficacia del tratamiento médico e inclusive la intercesión del Imam (a.s.) y el polvo de su tumba, intrínsecamente está unido a la voluntad de Al-lah (s.w.t). Por lo tanto, como precondición a estos otros tratamientos, la súplica a Al-lah (s.w.t) porta un lugar especial; ésta establece una conexión directa con Él y reafirma nuestra creencia en que no hay nadie aparta de su Ser que pueda actuar independientemente (esto es lo que se conoce como la Unicidad en la Acción de Al-lah o al-tauhid fil af’al). Es por esto que se nos ha aconsejado insistentemente comenzar cualquier acción —incluyendo la búsqueda de la intercesión de los santos— suplicándole a Al-lah (s.w.t). Es un consejo muy apropiado teniendo en cuenta las dificultades implícitas en la búsqueda de un doctor con experticia que logre diagnosticar acertadamente la enfermedad, prescriba las medicinas correctas, seguido de una recuperación extenuante —todo lo que hace de la ayuda de Al-lah (s.w.t) una necesidad vital.

Además de lo difícil de buscar una cura milagrosa en el polvo del Imam Husein ibn ‘Alí (a.s.), es que la eficacia de esta cura requiere de los siguientes prerrequisitos, cuya ejecución son difíciles en esta época:

  1. El polvo deber ser del interior del santuario[1] del Imam Husein (a.s.) y debe ser rojizo.
  2. Una vez retirado del Santuario, debe envolverse en tela para que no sea tocada por aquellos yines enemigos de los Shi’ahs, neutralizando sus efectos milagrosos.
  3. Solamente debe usarse una mínima cantidad del polvo
  4. Debe utilizarse con una intención sincera, sin nada de duda en su poder curativo.
  5. Debe acompañarse de suplicas a Al-lah (s.w.t) para que acepte la intercesión del Imam Husein (a.s.)[2]

Para que las oraciones sean respondidas y para que sea aceptada la intercesión de los santos de Al-lah (s.w.t) debe cumplirse con las siguientes condiciones:

  1. El suplicante debe ser sincero y entregado en la oración, así como acompañar su suplica con salutaciones y oraciones al Profeta Muhammad (PB) y a su familia (a.s.) junto con un arrepentimiento sincero por los pecados cometidos.
  2. Debe realizar todos los actos obligatorios y pagar todos los impuestos islámicos (ĵums y zakāt).
  3. No debe guardar beligerancia alguna hacia la Sunnah del Profeta y su familia (a.s.)
  4. Debe actuar conforme a las enseñanzas del Corán.
  5. Debe agradecerla a Al-lah (s.w.t) bajo cualquier circunstancia.
  6. Debe cumplir con su deber de encomendar el bien y prohibir el mal.
  7. Debe acompañar sus oraciones de los medios naturales y supernaturales apropiados que tenga a su disposición (las oraciones no deben hacerse con pereza y falsas esperanzas).
  8. Debe responder por sus obligaciones para con los demás.
  9. Debe cumplir sus promesas y votos de confianza.

Por lo general sucede que aún sin cumplir con las condiciones mencionadas, sea respondida una oración o aceptada la intercesión del Imam. La filosofía detrás de esto puede ser que:

  1. Dios quiera ablandar el corazón de una persona, mostrándole su gracia divina.
  2. Quizás es para completar el llamado divino (itmām al-huyyah) en una persona. En momentos de dificultad, como en una enfermedad, cuando todos los medios naturales parecen desvanecerse, aumenta el Favor de Dios y a su vez el de la familia del Profeta (a.s.), y de ese modo se cierran las puertas de la duda inclusive hasta de los más grandes sofistas. Si esta persona, después de experimentar la gracia divina, regresa a su descarrío pasado, no tendrá excusa alguna el Día de Juicio Final.
  3. Es posible que la aceptación de parte de Al-lah de la súplica de esta persona sea la recompensa por alguna buena acción en el pasado o un acto de devoción con respecto a uno de los santos de Al-lah (s.w.t), para tomar el lugar de la recompensa de la persona en la otra vida.

En conclusión, es importante tener en mente que uno no debe mirar a la oración y la intercesión como el último recurso, cuando se desvanecen las esperanzas en las causas naturales, particularmente el tratamiento médico. Este tipo de mal comportamiento es tratado severamente en el Corán y los hadices.[3] Si uno hace un uso oportunista de la súplica, pueda que las oraciones sean respondidas y puede recuperarse la salud total; sin embargo, en la otra vida, sería castigado, puesto que a pesar de experimentar la gracia divina, se alejó de Al-lah después de ser curado.

Por otra parte, uno no debe perder la esperanza. Como lo dijo el Imam Ya’far al-Sādiq (a.s.): “Al-lah se rehúsa a hacer que las cosas sucedan, excepto por medio de sus causas”.[4]

Al-lah es la Causa de las causas, sin embargo, Él puede destruir todas las causas como fue el caso del cuchillo que no cortó el cuello de Ismael hijo de Abraham, o el fuego que no quemó a Abraham (a.s.). En otras ocasiones, sin causa material alguna, Al-lah (s.w.t) actúa independientemente por medio de causas invisibles, como el caso de la historia del camello de Sālih (a.s.) y el bastón de Moisés (a.s.). En pocas palabras, en tanto utilizamos todas las causas naturales a nuestro alcance, es aconsejable mantener una relación activa con Al-lah (s.w.t) por medio de las suplicas, y con los amigos de Al-lah (s.w.t).

Fuente: Fe y Razón; Preguntas de Teología Islámica

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[1] O el ‘Ha’ir’, un radio aprox. De 357 metros alrededor de la tumba del Sagrado Imam.

[2] Bihar al-Anwar, vol. 98, pág. 132.

[3] (31:32)

[4] Al-Kāfi, vol. 1, pág. 183

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