El héroe en el Shahnameh[1]; La ética del héroe
“Los héroes son propiedad humana, comensales de toda mesa y de toda casa familiar.”
José Martí
El héroe épico de la posmodernidad
En nuestra contemporaneidad posmoderna (como diría el filósofo E. Dussel “el último expector de la modernidad occidental”) uno de los géneros literarios dirigidos fundamentalmente hacia un sector juvenil, influyente igualmente en la población adulta, que goza de una gran demanda de lectura es la fantasía heroica, o llamada también fantasía épica. La misma viene acompañada de otros elementos de la cultura de masas como son las historietas (comic y manga), los video juegos y los juegos de roles con estos temas, las letras de muchas canciones de heavy metal y audiovisuales que van desde un video clip y los animes, hasta las versiones cinematográficas de muchas de las novelas de este género. Indudablemente este es un tema que mueve muchos estudios desde las ciencias sociales (sociología, psicología, antropología, semiótica y crítica literaria), como también mueve millones de dólares en el mundo de las editoriales, productoras e industrias del entretenimiento y que es uno de los protagonistas de esa sinfonía de la globalización o mundialización cultural, que los medios dispersan por todo el planeta en ese entramado juego del fenómeno de masas. Muchos de los autores de este género lucrativo y tan pocas veces artístico, como en toda literatura llevan, una carga ideológica que sustenta disímiles de discursos, que en muchos casos enarbolan tendencias a un pensamiento débil y ambiguo con carencia de voluntad y espiritualidad. Un gran peso de este discurso reposa en el elemento axiológico, pues en este tipo de género el eje temático se encuentra en la disputa entre el bien y el mal, siendo héroe el personaje donde se encarna los valores positivos que se dirigen a un fundamento ético.
Los antecedentes de este género literario se encuentran obviamente en la literatura épica de la antigüedad y el medioevo oriental y occidental. La epopeya muestra en la figura del héroe la encarnación de una serie de valores positivos que lo convertían en paradigma, en sujeto cantado y alabado en la noche de los tiempos y al cual iba dirigido todo mimetismo. Gilgamesh, Rama, Aquiles, Rostam, Da Nauta o Tristán gozan de ese mérito que tanto el rapsoda, el griot o el juglar narraron para de modo pedagógico crear en los oyentes y lectores la construcción de un ética ayudara a crear los cimientos de una colectividad tanto justa y honesta, como valiente y espiritual.
Shahnameh, el gran libro épico de la literatura persa, pone en la figura del héroe el modelo o paradigma del hombre íntegro en un texto que representa más que nada un viaje interior, a lo espiritual por excelencia y al pleno sentido de la ética, en especial el ajlaq o ética islámica.
El Shahnameh, La gran épica persa
El Shahnameh [2](Shah = Rey, Nameh = Carta, Libro, crónica) es la Historia (testimonio) de los reyes y héroes de Irán, que va desde el comienzo de los tiempos hasta la conquista árabe. La obra, que refleja la civilización sasaní podría tener su parangón en occidente con la Ilíada y la Odisea, o con el Ramayana en la India[3]. La genialidad de su autor, así como su versatilidad en varios campos del saber se aprecian en su obra, ya que todas las ciencias se ven en el Shahnameh. Pero su aporte más trascendental fue lograr la identificación de un país a su lengua, historia, cultura y tradiciones sin desdeñar los ricos valores islámicos.
Ferdusi trabajó durante unos veinticinco o treinta y cinco años en el Shahnameh[4] que sería no solo la obra cumbre del llamado Renacimiento Persa del siglo X, sino también la más trascendente en la vasta literatura iraní. La obra se realizó en una circunstancia histórica particular en la historia de Irán. En la historia de la civilización persa y su unión con la civilización islámica se aprecia un enriquecimiento su potencial cultural, aunque con la entrada del Islam a Irán la lengua árabe se adoptó en todo el territorio como lengua de administración y para todos los aspectos de la nueva religión, por ser la lengua del Corán y la utilizada para la oración, la teología, la jurisprudencia y demás ciencias islámicas. El persa, como medio de expresión literaria fue suprimido, persistió sólo en el campo y en la intimidad del hogar. Consecuentemente, toda la literatura que se produjo por los iraníes en este periodo se escribió en árabe. A partir de mediados del siglo IX se realizó un renacimiento de la lengua persa desde Jurasán que ganó fuerza proporcional al grado de emancipación política y autoafirmación iraní. Luego obtendría, al fin, el éxito seguro con la obra de Ferdusi, él mismo diría: “He pasado trabajo 30 años para revivir a Irán”. Se escribió con un estilo poético de un verso con 10 palabras para lograr un equilibrio, donde se utilizaron cincuenta mil versos y en ellos sólo 984 expresiones árabes.
Ferdusi aprovechó tanto las historias populares del pueblo iraní, como los valores éticos espirituales del islam para introducir, con forma atractiva y dulce de la poesía, los valores de amor a la patria, la búsqueda de lo divino y las ciencias y la recta conducción ética, valiéndose fundamentalmente de una estela de héroes y heroínas persas (héroes Rostam, Arash, Zal, Rustin, Sam y heroínas como Gorda Farid, Roodabeh)
El Shahnameh logra armonizar los elementos éticos de la antigua Persia Sasánida de credo mazdeísta[5] con los valores tomados del aslaq o ética islámica. No es por azar que Ferdusi comienza el Shahnameh con un fragmento del “Nayul Al Balaga”, recopilación de cartas, discursos y frases del Imam Ali (P) el sobrino del Profeta Muhammad (P.B.), paradigma del héroe, no solo por su valentía sino también por su sabiduría y amplios valores. Para Ferdusi el héroe (muy identificado con el concepto de héroe solar de los mitólogos[6]) tiene un vínculo estrecho con la divinidad, todos sus héroes comienzan cada una de sus acciones invocando el nombre de Dios y llevan un camino íntimo hacia la Verdad.
En el Shahnameh se constatan los siguientes valores del héroe:
• Historia de héroes antiguos
• Lucha por los valores de la humanidad
• Sacrificio por la justicia
• Lucha contra el ego
• Defensa de la patria
• Vínculo con Dios
• Ayuda a otro, alteridad
Otros aspectos axiológicos del Shahnameh son:
1. Santidad de madre y mujeres, no hay malos actos entre héroes y mujeres (La Maternidad: la madre es la que enseña al héroe).
2. No debe haber traición en las relaciones de familia.
3. Respeto de los niños.
4. Respeto en general.
5. Respetar al amigo y al enemigo.
6. Ética de la guerra (hacer esclavos a los enemigos, no quemar casas, no violar, no robar...)
7. Derechos humanos.
8. Los indefensos son respetados.
9. El respeto a la ancianidad (Zal = anciano famoso del Shahnameh).
10. El derecho de asilo político.
11. La mujer es parte de la heroicidad, Ferdusi no discrimina géneros (la mujer en la guerra: mujeres heroínas como Gorda Farid, Roodabeh (madre de Rustin), Maniyeh bella mujer y de virtud.) La mujer es igual al hombre, pero la mujer tiene una posición alta.[7]
Estos valores del héroe en el Shahnameh son visibles en los canones de caballería oriental que se reflejaron en la caballería medieval en Occidente. Estos canones éticos tuvieron su base en el shiismo iranio, convergencia de la ética mazdea con la islámica. Al respecto dice Henry Corbin:
“Esta palabra (fotowwat, javânmardî) implica a la vez las ideas de juvenilitas y caballería. La palabra persa javânmardî y su equivalente árabe fotowwat designan una forma de vida que se ha manifestada en vastas regiones de la civilización islámica, pero que, en cualquier lugar que se la encuentre, lleva siempre de forma clara la impronta shiíta irania. La fotowwat, de la que puede afirmarse que es la categoría ética por excelencia, otorga un sentido espiritual a toda asociación humana, al hecho mismo del compagnonnage; fue la idea de fotowwat la que inspiró la organización de las corporaciones de oficios u otras análogas que se multiplicaron en el mundo islámico¨[8]
Con respecto esta vez al fondo mazdeísta que posee esta orden, elemento visible en el libro de Ferdusí tratándose de una epopeya historia de la antigua Persia, nos dice el iranólogo francés:
“…hay que recordar que todo el mundo está de acuerdo en buscar los orígenes de la javânmardî no sólo en el mundo espiritual iranio shiíta, sino incluso, más allá de él, en el Irán preislámico, es decir, en el mundo zoroastriano.”[9]
Si el elemento primordial en la ética del héroe del Shah Nameh se encuentra en su vínculo con lo divino, la epopeya evidentemente debe comenzar con el relato hierohistórico de la creación, a ratos con equivalencia a las poéticas teogonías orientales, pero con plena concordancia con el credo islámico:
“Antes todo, es necesario que conozcas bien el origen de los elementos. Dios creó el mundo de la nada para revelar su poder. Creó la materia de cuatro elementos, los hizo aparecer sin pena y sin trabajo. El primero es el elemento del fuego brillante, que se alza en lo alto, en medio está el aire, después el agua y debajo la tierra oscura.
Primero, el fuego comenzó a propagar sus rayos. Su calor produjo entonces sequía. A continuación, el reposo engendró al aire frío que, a su vez, dio origen a la humedad. Estando ya asignado el lugar de los cuatros elementos, éstos formaron este mundo transitorio. Se interpretaron unos y otros y aparecieron seres de todas las especies.
Se formó la bóveda celeste de rotación rápida y mostró incesablemente sus maravillas. Los sietes planetas tomaron la dirección de los doce meses. Cada uno se colocó en el lugar que le habían designado. Se revelaron la fortuna y el destino y llevaron, como es lo justo, felicidad a aquellos que los comprendieron. Los cielos se arroparon el uno entre el otro y comenzaron sus movimientos cuando todo fue armonía. Con sus mares y sus montañas, con sus llanuras y sus valles, la tierra era una lámpara brillante. Las montañas se elevaron, las aguas descendieron, las cabezas de las plantas se alzaron en alto. La tierra no tuvo en la repartición elevada. Ella formaba un punto central oscuro y negro. Las estrellas mostraron sus maravillas en los cielos y vertieron sobre la tierra sus luces. El fuego se elevó hacia el firmamento, el agua descendió, el sol comenzó a dar vueltas alrededor de la tierra. La vegetación apareció, así como árboles de todas las especies que elevaron alegremente sus coronas. Se extendieron, es el único poder que tienen; no pueden moverse por todos los lados como los animales.
También, cuando los animales, que pudieron moverse, aparecieron, escarbaron con sus patas toda la vegetación. Tienen el instinto del hambre, del sueño y del descanso. Están capacitados para amar la vida. No tienen el don de hablar con su lengua. No desean estar provisto de razón. Se nutren de arbustos y hojas. Desconocen la bondad o la maldad de sus acciones y Dios, su Creador, no les exige obediencia. Como Él es omnipotente, todopoderoso y justo, ninguna buena acción puede permanecer oculta.
Esto es así: nadie, ni entre los seres visibles ni entre los seres visibles ni entre los ocultos, sabe cuál será el fin de la existencia del mundo. ”[10]
Este será el eje de la ética del héroe del Shah Nameh que lo lleva a la postura de un hanif o creyente en un solo Dios.
Es con la figura del héroe persa Rostam donde se visualiza el paradigma del sujeto heroico y devoto, poseedor de una tradición ética mazdea y practicante, de por la anticipación que el autor da, de una la ética islámica. En Rostam vemos al héroe en esta dualidad de valentía y devoción:
“Habiendo finalizado sus devociones, Rostam le colocó a Rajsh su caparazón, montó a caballo, retomó su camino y entró en el país de los magos. Rápidamente hizo una larga marcha y al momento en que la luz del sol desaparecía, vio unos árboles, hierba y agua viva; en fin, un lugar digno para un héroe. Vio una fuente semejante al ojo de un faisán y, una copa, rojo vino como la sangre de la paloma, un cabrito asado, pan colocado encima del, salero y mermeladas dispuestos alrededor. Él bajo del caballo, le quitó la silla a Rajsh y se aproximó, asombrado, del cabrito y el, pan. Era la comida de los hechiceros que había desaparecido a la llamada de Rostam y al anuncio de su voz. Él se sentó a lado de la fuente sobre una pila de juncos y lleno de vino una copa de rubíes. Encontró al lado del vino una lira de armonioso sonido y todo el desierto parecía una sala de banquetes. Rostam, apoyando la lira contra su pecho le saco melodiosos sonidos y cantó lo siguiente: ¨Rostam es la plaga de los malvados, aunque los días de alegría son raros para él, cada campo de batalla es para él campo de torneo. El desierto y la montaña son sus jardines. Todos sus combates son contra los Divs y los dragones valientes; él jamás se podrá liberar de los Divs y de los desiertos. El vino y la copa, la rosa perfumada y el jardín no forman parte de lo que le ha otorgado la suerte. Siempre estoy ocupado en combatir a los cocodrilos y defenderme de los tigres. ”[11]
A Rostam se le denomina en muchas ocasiones como el Heracles Persa, lo cierto que ambos héroes emulan en cuanto al valor y el arrojo que evidentemente tipifica a todo héroe épico. Rostam, como Heracles, batalla no solo a guerreros humanos de otras tierras sino que combate a criaturas sobrenaturales como dragones (semejante la hidra de Lerna de Heracles) leones (el león de Nemea) demonios o Div y hechiceras:
“El dragón vino y con asombro vio a Rostam, que buscaba la posesión del mundo; dormido delante de él, un caballo. Se preguntó qué podría ser esa aparición, y quién tendría la audacia de descansar en ese lugar; ya que ninguna criatura se atrevía a pasar por el camino, ni Div, ni elefante, ni león lleno de coraje (…) Rostam se despertó de su dulce sueño y se encolerizó contra el fogoso caballo; pero Dios todopoderoso quiso que esta vez la tierra no pudiera esconder al dragón. Rostam lo diviso a través de la oscuridad y, sacando su espada, reacciono como una nube de primavera y lleno la tierra del fuego del combate. Él le dijo al dragón: ¨Dime tu nombre, ya que, ahora en lo adelante, no recorrerás más estas tierras a tu agradado. Mi mano no debe arrancar tu alma de tu negro cuerpo sin que sepa tu nombre. El malévolo dragón respondió: ¨Nadie puede salvarse de mis garras; desde hace siglos y siglos, este desierto es mi morada; el cielo sublime que lo cumbre es el lugar donde yo respiro. Ningún águila se atreve a volar por encima, y las estrellas ni siquiera en sueños lo miran ¨El dragón añadió: ¿Qué cuál es mi nombre preguntas? Hará el favor que tu madre te llore. ¨Rostam le respondió: ¨yo soy Rostam, mi padre es Destan, hijo de Sam, mi antepasado es Nariman. Yo sólo constituyo un ejército que busca el combate y pisotea la tierra sentado sobre Rajsh, el valiente. Me veras vencedor en el combate, y hare rodar tu cabeza por el suelo. ¨El dragón se abalanzó sobre él para combatirlo pero finalmente, cuando Rajsh vio la fuerza del del cuerpo del dragón, que asaltaba de manera semejante al distribuidor de las coronas, se bajó sus orejas ¡Oh maravilla! se puso a desgarrar con sus dientes los lomos del dragón y a despedazar su piel como si fuera un león. y el valiente Pahlevan se asombró. Rostam golpeo al dragón con la espada y separo su cabeza del cuerpo y la sangre salió de su cuerpo como un torrente. La tierra desapareció a la vista de su cuerpo, de donde salía una fuente de sangre. Cuando Rostam vio al dragón como fuente de sangre se dirigió a Dios en estos términos: “¡Oh! dispensador de la justicia, me acortaste el saber, la fuerza y la gloria. Ante mí ¿qué son un león, un Div, un elefante, un desierto sin agua o las aguas azules del mar? Que mis enemigos sean pocos o gran número, cuando me encolerizo, ante mí son como hombres. ”[12]
También los compañeros de armas de los héroes del Shahnameh suelen ser criaturas no humanas que se unen en el destino los guerreros de esta gesta:
“Cuando se decidió por la venganza y el combate, llamó al noble Hushang. Le anunció todo lo que iba a acontecer y le reveló todo lo que era secreto. ¨Voy a reunir a mi ejército, lanzaré un grito de guerra, y a ti te corresponde marchar el primero ya que yo soy un moribundo y tú un joven héroe ¨“Reunió a los Paris y entre los animales feroces, a los tigres, los leones, los lobos y los leopardos era un ejército de fieras salvajes, de pájaros y de Paris, bajo el manto de un jefe lleno de fiereza y bravura. Kiumars seguía al ejército de su nieto, y su nieto marchaba delante de él en medio de los combatientes”.
Aquí el paralelismo con la otra gran epopeya del oriente como lo es “El Ramayana”[13] es resaltante, véase el siguiente fragmento como también el héroe une sus armas con otras creaturas:
“La batalla fue terrible. Los soldados que guardaban al tirano Bali, desconcertados por el inesperado ataque, de momento no acertaron a defenderse. Los habitantes de la ciudad, llamados a las armas, no se atrevían tampoco a luchar con todo su coraje contra aquel extraño ejército de monos, el prodigio más inesperado que recordasen haber visto. Infúndanles particular temor Hanumana, el mono blanco, y los dos héroes desconocidos Rama y laksmana. ”[14]
En el “Shahnameh” Ferdowsi describe a la figura del héroe monarca con los parámetros del panegírico oriental, visible igualmente en las descripciones de Rama en la famosa epopeya sánscrita que lleva su nombre. Compárese los dos fragmentos de ambas epopeyas en la descripción del héroe:
“Permite, ¡oh rey!, que gobierne el joven príncipe Rama como heredero de tu reino y como regente, pues no hay otro que pueda ocupar tu lugar. Su corazón es nido de valor y virtudes y en todo el mundo no hay nadie que sea tan leal consigo mismo, tan fiel cumplidor del deber ni tan amante de la virtud. La verdad guía sus pensamientos y su alma está llena de la virtud de los dioses. ¡Jamás ha regresado derrotado de las batallas! ¡Siempre ha tenido para la tristeza ajena las lágrimas prontas, los oídos atentos! Rama ha ganado todos los corazones; campesinos y ciudadanos hablan de la nobleza de alma de tu primogénito. (…) elevamos nuestras plegarias diariamente para que Rama, el bondadoso, el justo, el generoso, el humildes, el parecido en todo a los dioses, ascienda al trono de su padre”[15]
Por su parte en el “Shahnameh”:
“Un hombre que ha leído en un libro antiguo que contiene las historias de los héroes, dice que Kiumars fue el que instituyó el trono y la corona y que fue el primer rey. Cuando el sol entró bajo el signo de Capricornio, el mundo se llenó de esplendor, de orden y de luz; el sol brilló bajo el signo de Capricornio, de madera que el mundo se rejuveneció enteramente: entonces, Kiumars se convirtió en el dueño del mundo. Al principio, él estableció su casa en las montañas; su trono y poderío se alzaron en las montañas, y él se vistió, él y sus compañeros, con pieles de tigres. De él proviene cualquier civilización, puesto que el arte de vestirse y alimentarse era nuevo. Él reinó treinta años sobre la tierra. Él era hermoso como un sol en su trono; el brillaba desde lo alto de su trono real, como lo hace una luna de dos semanas por encima de un esbelto ciprés. Los animales feroces y las bestias salvajes que lo vieron, acudieron hacia él desde todos los lugares del mundo, y se mantenían inclinados delante de su trono; fue ahí que se revelaron su majestad y su alta fortuna. Ellos acudieron ante él para rendirle homenaje; fue de él que recibieron las leyes”[16].
Tanto el poeta indio Valmiki como Ferdusi cantan la naturaleza del héroe en su valor y su ética[17]. El sentido de justicia y la espiritualidad son los ejes por donde se conduce la heroicidad. En el evento crucial de la guerra, la justicia y espiritualidad dan paso a la gallardía y el valor. Ferdusi adorna a sus héroes con los símbolos poéticos que refieren a la valentía:
“ Keigobab se sentó en el trono de los Keianidas y colocó sobre su cabeza la corona adornada de joyas. Todos los grandes, como Zal y Garen, el guerrero, Keschvad, Jerrad y Berzin,el héroe, se congregaron y vertieron joyas sobre esa nueva corona. Después ellos dijeron :¡Oh rey !, haz los preparativos para el combate contra los turcos. ¨Gobad escuchó lo que los grandes decían de Afrasiab y pasó revista a su ejército y, al día siguiente, sus valientes se pusieron en marcha. Un gran ruido se alzó de las tiendas del rey. Rostam revistió su armadura de guerra e hizo levantar el polvo como un elefante furioso. Los iraníes se formaron en filas y se ciñeron para derramar sangre. En uno delos francos estaba Mehrab, el señor de Kabul, del otro Kustehem, el valiente; al centro estaba Garen, el guerrero, justo con el valiente Keshvad, el destructor de ejércitos Rostam, el Pahlevan, adelantaba al ejército y los grandes y valientes lo seguían. Después de ellos venían Zal y Keigobad. De un lado estaba el fuego, del otro, el huracán. El estandarte de Kaveh era llevado delante de ellos y el mundo recibió un reflejo amarillo, rojo y violeta. La faz de la tierra, cubierta de esa multitud, se encontraba agitada como un navío cuando las alas se alzan en el Mar de la China. Escudos cubrían a escudos en las llanuras y, sobre las montañas, la espadas relumbraban como llamaradas.”[18]
Incluso los héroes de Ferdusi en sus pensamientos rechazan la guerra como única solución, pero si no hay más opción sus principios éticos y su compromiso hacia su pueblo y su divinidad lo empujan al deber del combate:
“Kavus es un hombre obstinado que todavía no ha experimentado ni el calor ni el frío del mundo. Es necesario que los años, soles y lunas pasen por encima de aquél que deba reinar sobre la tierra. Él piensa que todos, grandes y pequeños, tiemblan ante su espada, y no habrá que sorprenderse si no quiere darme crédito y si se resiste a escucharme. Pero, aunque prefiera el descanso de mi corazón a este penoso deber, si arrancara de mi alma toda preocupación que ataña al rey, ni Dios el Creador, ni el rey, ni los alientes de Irán me aprobarían. Iré y le daré los mejores consejos que puedan darse; y si se deja persuadir por mí, encontrará el beneficio. Sin embargo, si insiste, el camino está abierto y Rostam acompañará a su ejército.” Él pasó esa larga noche meditando, y cuando el sol hubo mostrado su corona en lo alto del cielo, se preparó y se puso en camino hacia la corte del rey, acompañado por los grandes. Tus y Gudarz, Guiv, Bahrrame y Gorguin, los valientes héroes, supieron la noticia de que Zal se aproximaba al país de Irán, y que se veía su estandarte imperial. Los jefes del ejército se adelantaron al príncipe que llevaba la tiara de los Pahlevan. Zal, el hijo de Sam llegó e, inmediatamente, todos pusieron pie en tierra. Los grandes lo saludaron y avanzaron con él hacia la ciudad. Tus le dijo: “¡Oh! Valiente guerrero, has entonces soportado el cansancio de este largo viaje a causa de los grandes de Irán. Has querido librarnos de esta preocupación. También toda nuestra buena voluntad está contigo y nos alegramos de la gloria de tu tierra.”
El filósofo persa Sorahvardí recomendaba leer el Shahnameh como si hubiese sido escrito para ti, ese método de lectura hermenéutica profunda de este gran texto extraerá un conjunto de elementos que, dentro del marco de la ética (aslaq), tipifica un modo axiológico válido en cualquier cultura y alma. El Shahnameh es un aliento de poesía auténtica y profunda, que habla también al hombre moderno, indicándole los derroteros de una ética de la justicia.
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[1] El Shahnameh fue escrito por Abul Qasim Mansur Ibn Hasan Al Ferdowsî (940- 1020) el padre de la literatura persa. Ferdusi nació cerca de Tus, hoy Mashhad, en Irán. Fue un caballero de provincia y un musulmán shiita practicante. Al igual que Avicena y Omar Jayyam, Ferdusi era un Hakim o sabio interdisciplinario. Fue contemporáneo de la dinastía turca de los Ghaznevidas que mantuvo el poder aproximadamente de 962- 1040. Durante ese reinado se adoptó el zabanê farsî (idioma persa) como lengua administrativa y se da a aparecer como heredera de los Samaníes, opuestos a los turcos qarakhanidas del Asia Central. El cenit de su poderío se dio con el caprichoso Shâh (sultán, rey) Mahmud Al Ghaznaví. Ferdowsî luego de trabajar por más de 30 o 35 años en la composición del “Shâhnâmeh” se dirigió a la corte del Shâh Mahmud con la confianza de que poseía una gran riqueza y reputación para interactuar entre los diversos poetas que retenía el monarca.
[2] Es español son conocidas dos traducciones del Shahnameh, la primera traducida por Clara Janés Nadal y Ahmad Mohammad Taherí de Editorial Alianza en España y la otra publicada de forma bilingue (español -persa) y traducida( directamente del persa) por la Dra. Beatriz Salas con la supervisión del Dr.Mohammad Javad Adabi. Su edición corrió por parte de la Organización de Obras y Personalidades Culturales de Irán y la Organización Chape Par, con maravillosas ilustraciones de pasajes del Shah Nameh de Damut Baisonghori, Shah Tahmashi y Shah Ismaeli y prefacios de los doctores en literatura persa Mohammad Javad Adabi y Mohammad Hosseiní.
[3] La obra presenta analogías en la estructura épica con distintas obras de este género literario de la antigüedad y el medioevo., desde el arcano poema de Pentaur de la literatura egipcia (en el que se narran las cruentas batallas de Ramsés II contra los Hititas) pasando por la obra cumbre del Sánscrito “El Ramayana” (la epopeya del héroe Rama), hasta el Kalevala (libro epopéyico de Finlandia).
Las crónicas de la dinastía van acompañadas de comentarios sobre la inevitabilidad del cambio político- religioso, vivas descripciones de batallas (al modo homérico) y reflexiones melancólicas expresadas con una calidad rara para aquellos días. Ferdowsî fue un extraordinario narrador y sus personajes son héroes y gigantes que logran recordar los episodios mesopotámicos del Gilgamesh, pero su lenguaje es libre de hipérboles. Existe parangón entre los libros históricos hebreos como Shoftim (Jueces: también traducible como “Cabezas, líderes o regidores”) y el Libro de los Reyes donde se narran combates y se cuentan largas genealogías monárquicas de Judea y la antigua Israel.
[4] El Shâhnameh cuenta en sus 60 000 dísticos escritos en mutuqârib (métrica persa) la historia (mitad leyenda, mitad relato histórico pletórico en simbología mazdea) de los monarcas de Persia, desde el principio de los eones hasta el último rey sasánida. Se revivió con el Shâhnameh las leyes y preceptos morales (vidévdad) del antiguo Irán, fundándose en obras de prosa escrita en la antigua lengua pelvi y con ello logró dar espíritu al sentimiento de nación de un pueblo con 300 años de yugo extranjero. Se propuso utilizar Ferdowsî la menor cantidad de palabras posible en árabe, en los 60 000 versos utilizó 984 expresiones en lengua árabe. De este modo el Shâh Nameh propició el primer rompimiento de la unidad lingüística del imperio islámico, convirtiéndose en una obra que sobrepasó a todas las demás por su tema y rico estilo, dando génesis a lo que se ha catalogado como el Renacimiento Persa, donde el Farsi pasó a ser una lengua tanto literaria como diplomática.
[5] Se comenta que el Shâh Mahmud no apreció el iranismo algo mazdeizante de Ferdowsî y que fue realmente el visir Fadl Ibn Ahmad, quien protegió al poeta a la vez que comenzó la iranización como vehículo de lenguaje administrativo. Otra fuente habla que Ferdowsî fue víctima de las intrigas de cortesanos y literatos celosos que tomaron como punto de ataque la simpatía de Ferdowsî por el Shiismo. Sin embargo, lo cierto fue que Mahmud Al Ghaznaví se negó a recompensar al poeta como era debido y este, en venganza lo satirizó a través de crueles y satíricos versos que ponían de manifiesto su ascendencia esclava; por lo que Ferdowsî tuvo que vivir el resto de su vida huyendo de la cólera del Shâh. Se le adjudica al poeta de Mashhad una serie de poemas líricos y de una versificación del Iusuf Wa Zuleiyah, basado en la historia del Profeta Iusuf (P).
[6] Ver los conceptos de héroe solar de la escuela de Tartu de Moscú en ¨ Árbol del Mundo. Diccionario de imágenes, símbolos y términos mitológicos¨ (con entradas escritas por Eleazar Meletinski, Vladímir Toporov, Viacheslav Ivanov, Iuri Lotman y otros, traducido, prologado y anotado Rinaldo Acosta, publicado en la Colección Criterio y Casa de las Américas en la Habana.
[7] “Martí y el Shahnameh. Aproximación del legado iranio al pensamiento martiano”. Abdulwali Amílcar, Islam Oriente
[8] “El hombre y su ángel” Henry Corbin, Ediciones Destino, 1995, España.
[9] Idem.
[10]“ Shahnameh (El libro de los Reyes). Hakim A. Ferdowsi. Organización Chape Par, Teherán, 2013.
[11] “ Shahnameh (El libro de los Reyes). Hakim A. Ferdowsi. Organización Chape Par, Teherán, 2013
[12] Idem
[13] Ramayana, «la historia del príncipe Rama» o «la marcha de Rama», se pierde en la noche de los tiempos, cuando el mito se confundía con la realidad. Los Tres Mundos –el de los dioses, el de los hombres y el de los demonios– se entremezclan en el universo poético de esta epopeya. Las montañas, los mares y los árboles son seres vivos; los animales hablan, ayudan a los seres humanos a alcanzar sus fines o les crean dificultades. Este grandioso universo mítico confluye en los hombres que, investidos de poderes más propios de los dioses, se transforman en instrumentos de progreso moral o, por el contrario, entorpecen la ascensión de la humanidad. También este mundo de los hombres es el que se escoge el Señor supremo cuando decide encarnarse para sostener la eterna ley moral y mostrar su benevolencia para con las criaturas. El Ramayana, nacido –según nos enseña la tradición– en el norte de la India, tuvo como punto de partida, muy probablemente, un acontecimiento histórico. En efecto, las hazañas de un príncipe generoso y valiente fueron más tarde cantadas y repetidas (recreadas) por varias generaciones de bardos ambulantes; se produjo entonces una profusión de baladas y de leyendas que a la postre inspiraron a un poeta genial, Valmiki. De acuerdo con ciertos exegetas, el Ramayana de Valmiki fue escrito hace unos tres mil años, precediendo en varios siglos al Mahabharata, su epopeya hermana.El Ramayana describe la sociedad guerrera de la India en su tiempo, ligada a un código de honor análogo a las reglas de la caballería medieval europea. Las descripciones geográficas son detalladas y permiten, incluso hoy, localizar con precisión, en el territorio indio, los acontecimientos relatados. El Ramayana, que contiene pocas digresiones, no posee las dimensiones enciclopédicas del Mahabharata. La obra comprende, no obstante, alrededor de veinticuatro mil estrofas de cuatro versos, lo que corresponde a cinco o seis volúmenes ordinarios.
[14]“ El Ramayana ” Valmiki. Editorial Gente Nueva. La Habana
[15]Idem.
[16] Shahnameh (El libro de los Reyes). Hakim A. Ferdowsi. Organización Chape Par, Teherán, 2013
[17] El Ramayana es, al igual al Shahnameh, un gran poema al amor y la ética que, en un lenguaje noble, canta el amor filial y la ternura conyugal, el sentimiento fraterno y al valor de la amistad. La sociedad ideal del Ramayana, para la cual la práctica de las virtudes morales constituye el valor supremo, continúa viva y comprensible para los hombres de todas las generaciones y de todos los continentes. En la India, y durante siglos, los poetas han extraído su inspiración del Ramayana. También a partir de él los pensadores han desarrollado sus discursos morales y filosóficos.
[18] Shahnameh (El libro de los Reyes). Hakim A. Ferdowsi. Organización Chape Par, Teherán, 2013