Los aportes del Islam a la humanidad (XXIV)
El Islam; una cultura integral
Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub
El investigador familiarizado con el mundo del Islam no tiene reparos en percibirlo como una religión compatible con los estados del ser humano, más allá del patrón que puede ejercer culturas como la francesa que dicta la moda adecuada para la humanidad civilizada. Occidente solo cuando pueda concebir este tema podrá liberarse de sus antiguos prejuicios, igualmente el Oriente, cuando se cure de esa enfermedad llamada occidentalización. La herencia que el occidente ha obtenido del Islam y de los musulmanes es la que demuestra que el Islam no ha obstaculizado jamás el avance de la cultura humana, sino que lo ha motivado y lo ha favorecido en buena medida. En un análisis todo lo que el Islam ha brindado al mundo, sin exagerar ni tener prejuicios ya que no es correcto, podemos preguntar: ¿quién puede negar que el Islam —en lo que es y lo que ha sido— es una etapa de la perfección humana, que a su vez no es menor en importancia que ninguna de las otras etapas de la humanidad?
Si el mundo del Islam no se reconoce a sí mismo en su valor, es por estar alejado de su espiritualidad. Los aportes del Islam durante sus siglos gloriosos son el aporte de una cultura humana e integral, una cultura general que según Von Grunebaum —como se ha dicho acerca de la cultura francesa—: “es una cultura a la medida de la talla del ser humano.” [1]
El punto de que el Islam a lo largo de los siglos fue creador de una cultura precursora, es un tema que lo valida la historia de la cultura humana. Incluso Hartmann, quien opina que tener fe en la Unicidad divina se opone al desarrollo y progreso de la humanidad, cree en que la Unicidad se ha presentado en su mejor forma de expresión en el Islam. Auguste Comte, quien no muestra tanto interés en los asuntos relacionados con el Islam, cuando habla de las triples etapas sociológicas, considera al Islam como el periodo más avanzado de la etapa teológica, y como una introducción a la fase que llama “metafísica”. Hoy en día, las triples etapas de Auguste Comte son obsoletas, pero el hecho de que se plantee que el Islam, por lo menos dentro de un periodo importante ha jugado un rol fundamental en la historia es algo que no se pone en duda según su juicio.
La cuestión de la influencia del Islam en la civilización occidental, es el estudio a un territorio cuyas fronteras y límites se ha investigado frecuentemente, y según Hamilton Gibb, muchas veces basada en las pasiones. A pesar de todo, no se pone en duda el hecho de que los escritos en las lenguas de los musulmanes fueron una herramienta significativa para la transmisión de las ciencias vivas al mundo a lo largo de los siglos. Igualmente, la mayor labor dentro del periodo de la escolástica europea consistió en la transmisión, traducción, y a veces el rechazo de estos escritos para ponerlos en favor del cristianismo y no en favor de la verdad. Por lo tanto, según dice Carl Becker, lo que denominamos la Edad Media desde muchos aspectos no es otra cosa que la orientalización del occidente.[2] Esta influencia se inició desde el año 800. Al respecto el historiador y el filósofo alemán Oswald Spengler dijo: “la civilización árabe pasó como un sol, desde las ciudades mundiales del oriente a la altura de los territorios del occidente”.
Le han denominado al progreso extraordinario de la civilización islámica —igual que el progreso de la cultura griega—, una especie de milagro; el milagro islámico. No es en vano que el estudioso italiano, Gino Loria, cuando habla sobre la matemática de los musulmanes en un capítulo de su libro acerca de la historia de la matemática, haciendo una comparación con el llamado milagro griego, haya dicho la frase “el milagro árabe” —Il miracolo arabo—, a saber “el milagro islámico”.[3] Si este milagro al igual que el de los griegos es evidente, lo es porque aconteció tan rápido y sorprendentemente que la lógica natural no la pudo interpretar fácilmente. Así mismo, el hecho que algunos musulmanes han relacionado la llegada del Islam y la formación de su cultura al Decreto y la Voluntad divina, demuestra que esta base de la elevación en la civilización, era tan elevado para las posibilidades y exigencias de esa época, que no se puede interpretar sino con el Decreto y la Voluntad divina. La influencia de la cultura islámica en el desarrollo de la matemática, la medicina y la química tiene abundantes evidencias. Incluso en el siglo XIII, se seguía con mucho interés y entusiasmo las traducciones de los libros islámicos y sus comentarios en los colegios de estudios superiores del Oxford. Michael Scott, tradujo al latín algunas obras de Avicena, Ibn Rushd —Averroes de los latinos—, e Ibn al-Batruyí. Robert Grosseteste se ocupó con la traducción de las obras de los sabios musulmanes, y Roger Bacon, el mago de la ciencia y la filosofía de Europa, se relacionó profundamente con la filosofía y sabiduría islámica. Guillermo de Ockham fue influenciado por los dichos de Al-Ghazali (Algazel) y Ash’arí en lo que ha escrito sobre la confirmación de tener fe en el desvelamiento espiritual —kashf wa shuhud— o en la crítica a la cuestión de la causalidad. Guillermo de Auvernia estudiaba las obras de Ibn Gabirol —latinizado Avicebrón—, y también respondía a Ibn Sina —Avicena— y Ibn Rushd. Roger Bacon afirmaba que hay que aprender la filosofía desde las obras árabes, y un sabio de su época, Juan de Salisbury, mencionaba con frecuencia lo que había tomado de la sabiduría islámica. La Universidad de París tuvo un largo período de estudios en las obras de la filosofía islámica, los cuales fueron dirigidos por Guillaume d’Auxerre y Philip de Greve. Durante los siglos XII y XIII, la filosofía islámica poseía tanta influencia en la cultura occidental que resultó ser un reflejo involuntario en la misma. Esto consistió en lo que se manifiesta en el siglo XV que es llamado Renacimiento, dígase: “La tendencia hacia el helenismo con el fin de escapar de la cultura islámica.” Fue el mismo reflejo lo que oscureció las mentalidades de pensadores posteriores en relación al Islam. Es en la continuación de estas posiciones que, por ejemplo, Leibniz en su célebre obra Teodicea plantea el tema de predestinación y critica al Islam como una religión fatalista, llegando a llamarla “Fatalismo Mahometano” (Fatum Mohammetanum). De igual manera, Francis Bacon y Voltaire tomaron en serio extraordinariamente a las supersticiones irreales que tuvieron los europeos en general acerca del Islam, ya queen realidad estas reflejan la mentalidad en relación a la influencia de la cultura del Islam. A pesar de todo, a veces la voz de la justicia —aunque sea débil— corre de boca en boca de algunos seguidores de la verdad. Fue el caso de Goethe, que escribió un drama llamado Muhammad como una respuesta a la obra teatral de Voltaire —que a su vez lo había llamado del mismo modo—, expresando más interés y gracia hacia el Islam, así mismo Tomás Carlyle, relatando las opiniones hostiles de los europeos acerca del Islam y de aquella personalidad que él mismo llama “el campeón de los profetas”, confiesa que tales opiniones nos avergüenzan.
En realidad la razón de estas críticas e invenciones acerca del Islam en la Edad Media, fue el hecho de intentar borrar la carga del peso de la grandeza de sus educadores. Por lo tanto, si se suma el legado tomado de los musulmanes por los europeos en la Edad Media y después en el desarrollo de la matemática, la medicina y la química, seguramente será una medida significativa, sin contar la gran influencia que tuvo en la filosofía y en el Irfán.
No se puede negar la influencia de Ibn Sina, Ibn Rushd, Ibn Bayyah —latinizado Avempace— y Al-Ghazali en la formación de la llamada Filosofía Occidental, o la Filosofía Moderna. La “Estatua” de É. B. de Condillac, nos recuerda una parte de la célebre obra “Hai Ibn Iaqzhan” de Ibn Tufail —latinizado Abentofail—. Las famosas palabras de Ibn Sina en el libro Ash-Shifa y también en Al-Isharat,[4] donde recrea la historia de un hombre que es creado completamente en un instante, pero está pendiente de una esfera en el vacío. Según la palabra de Ibn Sina, éste existente no duda en la confirmación y la comprensión de su existencia, la cual no necesita jamás de suposición y comprensión de las partes y miembros. Este dicho con la explicación de Ibn Sina en sus libros al respecto, recuerda a Descarte cuando dice: “Si es errónea cualquier comprensión mía, no es errónea la misma comprensión que tengo de mi existencia”. De esta forma, la frase “pienso, luego existo”, que es la base de del conocimiento de Descarte, y que también es expresado de otra manera en las palabras de San Agustín y Tomás Campanela, tiene sus antecedentes con Ibn Sina.[5] En realidad, si Descarte y Condillac no fueron influenciados directamente por Ibn Sina y Ibn Bayyah, esta materia del acercamiento entre la base filosófica de ellos con las palabras de Ibn Sina, demuestra la importancia y la profundidad de las ideas de los sabios del Islam. Además, la traducción de los libros de Ibn Sina y Ibn Rushd al latín y al hebreo, no podía estar sin la influencia en la mentalidad de los grandes estudiosos de Europa e incluso después de la era escolástica. Como por ejemplo, la publicación de la traducción de Hai Ibn Iaqzhan de Ibn Tufail al latín llamado “Philosophus Autodidactus —El Filósofo Autodidacta—” en el año 1671 por Eduardo Pocchochio, y que también fue traducido al inglés y al neerlandés en Europa, favoreció a la formación de unos libros semejantes como La Atlántida de Francis Bacon y hasta cierto punto a Robinson Crusoe, la obra de Daniel Defoe.
La influencia de la cultura islámica en la matemática, la química, la medicina y la filosofía de Europa es casi natural, pero lo que parece lejos de expectativa es su influencia en la literatura europea, la cual no es poca. Los críticos consideran a la literatura trovadoresca romántica de los finales de la Edad Media como un asunto particular europeo, pero en realidad, si se reflexiona profundamente se comprende más la presencia de una esencia oriental en ella. Una parte de los cuentos relacionados con el Rey Arturo tiene origen oriental. El cuento Aucassin y Nicolette, que es uno de los cuentos antiguos más agradables de Europa, tiene origen islámico. El nombre real del personaje del cuento es Al-Qasim y su amada —quien se parece al principio a una esclava servidora desconocida— en verdad, es una princesa musulmana de Túnez. No solo la forma y el estilo de lo que los árabes llamaban zéjel se reflejó en la poesía de los trovadores de Europa, sino que estos cantantes desconocidos, como lo destaca un estudioso europeo, usaban también los vocablos árabes. Por ejemplo, el sentido del amor en los trovadores tuvo relación con lo que los árabes llamaron al-hubb al-uzhri, que en verdad tiene un tinte platónico.[6] Las obras y los pensamientos de dos célebres estudiosos de Europa en el siglo XIV, Dante y Ramon Llull, tienen una relación cercana con Muhyid-Din Ibn Arabi. Sin lugar a dudas, Ramon Llull estuvo familiarizado con la sabiduría islámica, de una forma que fue influenciado por ésta en algunas de sus obras. El investigador español Miguel Asín Palacios, y algunos otros eruditos han demostrado que Dante fue influenciado en una medida significativa por Ibn Arabi, especialmente por sus libros Al-Isra’ y Futuhat Makkiya. Esta proclamación, aunque no es aceptada por los admiradores de Dante y los eruditos como Étienne Gilson,[7] bajo la luz de otros estudios la opinión de Palacios es concreta, y las investigaciones de E. Cerulli,[8] quien publicó el texto del libro Al-Isra’ usada en esa época, elimina las dudas al respecto.
Además, entre los grandes poetas de Italia no fue solo Dante quien fue influenciado por la cultura islámica, Petrarca también estuvo familiarizado con la ciencia y filosofía islámica, según lo escrito en una carta enviada a un amigo, igualmente lo reconoce Ernest Renan cuando dice[9] en su libro Averroes y el Averroísmo: “aunque no le gusta la poesía árabe pero la conoce.”
La presencia de estos ejemplos y pruebas en la literatura de Europa, incluso en la literatura del periodo de la conciencia, muestra la profunda influencia de la cultura del Islam. De esta forma, la civilización del mundo de nuestra era está influenciada en una significativa medida por el Islam y su cultura en la literatura, la filosofía, el Irfán y en la ciencia, ¿Acaso no ha llegado el momento de reconocerlo en su totalidad?
Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad; Editorial Elhame Shargh
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[1] Von Grunebaum, Oriens, 1962
[2] Becker C., Islamstudien I, 305
[3] Gino Loria, Storia Della Matematiche, Vol. I, Torino 1929
[4] Kitab ash-Shifa, Fasl. I, Maq. I, “Fann at-Tabiíyat”, Teherán, 28, y también Fasl. VII, maq. V, asi como en el libro Al-Isharat, Fasl VII, Maq. V, Namat XIII.
[5] G. Furlani, Avicenna E IL Cogito Islamica
[6] Ángel Gonzales Palencia, El Islam y Occidente, Madrid, 1931, 64
[7] Gilson, E., Dante et Philosophie, 1948
[8] E. Cerulli, Libro Della Scala’, Vaticano, 1949
[9] Renan, E., Averroes, ed. VIII, pág. 329-339