La culpa y las formas de curarla

Por: Husain Ansâriyân

“¡Hombres! Habéis recibido una exhortación procedente de vuestro Señor, remedio para los males de vuestros corazones, dirección y misericordia para los creyentes”. [Corán: 10:57]

La clave de la paz

Cuando el hombre reconoce el hecho importante que ha gastado todos sus años anteriores en adversidad y lejos de conocer a Dios Todopoderoso y Sus bendiciones (tanto aparentes como ocultas) las cuales Dios ha creado y puesto al servicio del hombre total y libremente; cuando él reconoce que estas grandes bendiciones le traen felicidad y lo llevan al bien en esta vida y en la otra; cuando él reconoce que estas bendiciones son la llave que abre las puertas de la Gran Misericordia de Dios; cuando él reconoce que ha gastado la mayoría de las bendiciones de Dios en algo diferente al camino recto y consecuentemente ha sido afligido con diferentes pecados menores y mayores, y ha sufrido una pérdida manifiesta, ha probado la crueldad del servicio a las malas tendencias y lujurias, y ha sido privilegiado por Satanás tanto por dentro como por fuera; cuando entienda esto bien, debe reparar su pasado degradado y sus pecados previos los cuales cometió dada su ignorancia, su negligencia y desobediencia, y también tiene que reparar sus malas acciones, su alma corrupta y su mala moral. Debe arrepentirse y retornar a Dios para que de esta manera el sol de la moral, el cual está lleno de pureza y felicidad, se levante en su alma.

¡Sí! Para recibir la inmensa misericordia de Dios, el hombre debe obtener la fuerza de Su cuidado especial y ganar bendiciones Divinas; debe seguir el camino del arrepentimiento y seguir a Dios. Debe ir por su camino con su corazón, con la luz de su mente, con la intención pura y sincera, con determinación y con un continuo Ÿihâd. Debe caminar en este camino con amor y conocimiento para purificar su corazón y alma de los vicios, hechos abominables, transgresiones, deshonestidad y las malas maneras. Así estará listo para ser parte de la caravana de los creyentes puros, de los benevolentes, de los amantes, de los adoradores, de los seguidores del camino de la verdad y los vecinos del recinto Divino. En lugar de vagar en el círculo de la insubordinación y la oscuridad de la furia divina, él vivirá en una estación apropiada para disfrutar la misericordia y el cuidado Divino.

Este despertar y esta atención al pasado de sí mismo, llegando al arrepentimiento y tratando de purificar el alma de pecados aparentes y ocultos se considera como la clave hacia la paz con Dios Todopoderoso y el retorno al campo de su Misericordia. Dado que el arrepentimiento y el regreso a Dios se hallan entre las más grandes adoraciones y los estados que mejor muestran la relación firme entre el hombre y su Creador (como ha sido destacado en muchos versículos coránicos y tradiciones de Ahlul Bayt (P)), entonces, una persona arrepentida tiene que prestar mucha atención a estos menesteres para que pueda hacer esta gran adoración y haga uso de sus muchos beneficios y bendiciones.

La culpa es una enfermedad

Todo ser humano viene  a este mundo puro y sano de mente y alma.

La tacañería, la envidia, la hipocresía, la trasgresión y la maldad no son aspectos naturales del hombre; son sentimientos fortuitos que vienen a los hombres dados una serie de factores educativos y sociales o a causa de los efectos de las amistades, etc.

El Profeta (BP) dijo: “todo ser humano nace con naturaleza (humana), pero sus padres hacen de él un judío o un cristiano (es decir, cambian sus creencias naturales) ˝1.

Un profesor, un amigo o una sociedad malformada influyen para que una personalidad se mal forme.

Dados estos efectos, uno puede verse envuelto en errores intelectuales, vicios y malas acciones. Este grupo de errores y pecados corresponde a una serie de enfermedades, pero tiene una cura. El Sagrado Corán confirma esta definición, y declara que hay una manera de recuperarse de estos males y estados de tensión que son el resultado de lagunas latentes en el inconsciente. El Sagrado Corán prescribe una cura efectivísima cuando dice:

“¡Hombres! Habéis recibido una exhortación procedente de vuestro Señor, remedio para los males de vuestros corazones, dirección y misericordia para los creyentes”. [Corán: 10:57]

De acuerdo al Sagrado Corán, esta enfermedad puede ser una causa de la misericordia y el perdón Divinos. Dios dice:

“Serán exceptuados quienes, después de eso, se arrepientan y se enmienden. Dios es indulgente, misericordioso”. [Corán: 3:8]

El Desespero Es Falta De Fe

Se hace bastante claro al estudiar los versículos coránicos y las tradiciones de Ahlul Bayt (P) que los pecados aparentes y ocultos son una enfermedad psicológica y que esta enfermedad es curable por medio del perdón y la misericordia de Dios. Los pecadores debemos tratar de rescatarnos de este peligroso y profundo hoyo; debemos tratar de curarnos de esta enfermedad. Entonces, debe existir una esperanza y una expectativa de perdón y misericordia por parte de Dios. El pecador debe confiar en Dios y depender de esta esperanza positiva para alcanzar el arrepentimiento verdadero y el retorno real. Entonces hagamos las paces con el Misericordioso. Finalmente, los pecadores debemos reparar el daño que resulto de previos pecados y remover el obstáculo que se ponen en el camino del arrepentimiento. El hombre esta en la capacidad de hacerlo; regresar a Dios y reparar los pecados previos que son obligaciones legales, mientras que la pereza, la falta de determinación y mantener dentro de si la frase satánica: todo lo que paso, pasado es, y todo lo que ha de venir que venga, es prohibido y equivalente a la falta de fe.

Dios dice: “¡Hijos míos! Id e indagad acerca de José y de su hermano y no desesperéis de la misericordia de Dios, porque sólo el pueblo infiel desespera de la misericordia de Dios”. [Corán: 12:87]

Por supuesto, los pecadores que quieren el perdón y la misericordia de Dios deben tener esperanza y expectativa. La esperanza se cultiva por medio del serio arrepentimiento, de acabar con la desobediencia, de enmendar errores anteriores, pagarle a los que se les debe, pagar obligaciones que no se cumplieron y reformar la conducta, los actos y la moral. Solo así la esperanza y la expectativa se tornan posibles. Por ejemplo, el anhelo correcto de un campesino es arar sus tierras en el otoño para remover obstáculos y quimeras, y luego siembra sus semillas en la primavera, riega su cultivo en el verano  y anhela que sus semillas crezcan, hasta que de nuevo en el otoño pueda recoger sus frutos.

Si la esperanza y la expectativa no son cultivadas activamente, solo serán una esperanza vacía y una expectativa infructuosa, como un campesino que espera obtener cosecha sin trabajar su tierra arándola, echándole semillas y regándola. Tal anhelo ilusorio e inútil se menciona en una tradición muy importante: alguien le dijo a Abu ’Abdullah As-Sâdiq (P): “alguna gente comete pecados y dice: “espero la misericordia de Dios”. Abu ‘Abdullah (P) repuso: “este tipo de gente vive de ilusiones. Sólo dicen mentiras. No anhelan. Aquel que desea algo, trata de obtenerlo, y el que le teme a algo, huye”.1

De acuerdo a esta tradición, esperar la misericordia de Dios debe acompañarse de la abstinencia del pecado, de evitar los vicios y hacer buenas obras para que pueda uno hacerse digno de alcanzar el perdón y la misericordia de Dios. Para librarse del tormento del infierno, primero debemos expulsar las causas que nos hacen merecedores del tormento y que yacen muy dentro de nosotros.

El Que Cura

Debe quedar claro que el pecado no se encuentra en el hombre de forma natural sino que es una enfermedad accidental que llega al alma y al corazón del hombre a causa de varios factores y otros males que atacan el cuerpo. Una persona enferma debe ir al médico para obtener los medicamentos requeridos, asimismo una persona enferma moralmente debe acudir a un especialista en tales enfermedades. Debe seguir igualmente las instrucciones de dicho especialista para sacar de su corazón y su alma la enfermedad, no importa que tan crónica y grave sea. Los doctores para este tipo de enfermedad son Dios el Todopoderoso, los Profetas (con ellos sea la paz), los Imames (P) y los ‘Ulamâ.

Las prescripción Divina para curar toda clase de males del alma se llama Sagrado Corán. Las prescripciones de los Profetas (P), los Imames (P) y los ‘Ulamâ, máximas y predicas también sirven para curar enfermedades de este tipo.

El Sello de los Profetas (BP) dijo: “ay gente, ustedes son como el enfermo y el Dios de los Mundos es como el Médico. El beneficio del enfermo se halla en lo que el doctor hace y prepara y no en lo que el enfermo le sugiera”.

Existen muchas tradiciones narradas desde los Profetas (P) los Imames (P) y los ‘Ulamâ en las cuales se les refiere como doctores.

El enfermo de pecados y culpa, para curar sus enfermedades, debe seguir las indicaciones de estos doctores, seguir sus instrucciones y someterse a sus consejos. No debe desesperarse en la recuperación ya que esta es la única vía que lleva al arrepentimiento, lo cual a su vez lleva a un alto grado de perfección humana.

Es necesario en esta parte de nuestra investigación referirnos a algunas de las instrucciones y prescripciones de estos doctores de la moral para clarificar las causas de los males del alma y para a su vez diagnosticar  los defectos para en su efecto poder beneficiarnos, curarnos y retornar a la honestidad.

Dios dice:

Di: “¡Si amáis a Dios, seguidme! Dios os amará y os perdonará vuestros pecados. Dios es indulgente, misericordioso”. [Corán: 3:31]

“¡Creyentes! ¡Temed a Dios y no digáis despropósitos,

Para que haga prosperar vuestras obras y os perdone vuestros pecados! Quien obedezca a Dios y a Su Enviado tendrá un éxito grandioso”. [Corán: 33:70-71]

“¡Creyentes! ¿Queréis que os indique un negocio que os librará de un castigo doloroso?:

¡Creed en Dios y en Su Enviado y combatid por Dios con vuestra hacienda y vuestras personas! Es mejor para vosotros. Si supierais...

Así, os perdonará vuestros pecados y os introducirá en jardines por cuyos bajos fluyen arroyos y en viviendas agradables en los jardines del edén. ¡Ese es el éxito grandioso!” [Corán: 61:10-12]

“Si hacéis un préstamo generoso a Dios Él os devolverá el doble y os perdonará. Dios es muy agradecido, Benigno”. [Corán: 64:17]

“Con quienes, habiendo obrado mal, luego se arrepientan y crean, tu Señor será indulgente, Misericordioso”. [Corán: 7:153]

“Pero si se arrepienten, hacen la azalá y dan el azaque, entonces ¡dejadles en paz! Dios es Indulgente, Misericordioso”. [Corán: 9:5]

“Otros en cambio, reconocen sus pecados. Han mezclado obras buenas con otras malas. Tal vez Dios se vuelva a ellos. Dios es Indulgente, Misericordioso”. [Corán: 9:102]

Entendemos a partir de estos versículos coránicos que si los pecadores quieren obtener el perdón y la misericordia de Dios; que el arrepentimiento sea aceptado por Dios; que las malas acciones sean cambiadas por hechos límpidos y salvarse del tormento del Día de la Resurrección, deben saberse los siguientes aspectos mencionados en la prescripción curativa: el Sagrado Corán,

  • Imitar las conductas y maneras de los Profetas (P)
  • Ser piadoso y evitar el pecado.
  • Decir la verdad y no hablar excepto cuando sea conveniente.
  • Obedecer a Dios.
  • Obedecer al Mensajero de Dios (BP)
  • Creer en Dios
  • Creer en el Mensajero de Dios(BP)
  • Luchar por la causa de Dios (Ÿihad) ofreciendo bienes materiales.
  • Luchar por la causa de Dios (Ÿihad) por medio del sacrificio.
  • Ayudar al pobre y al necesitado.
  • Abandonar falsas creencias.
  • Ofrecer oración.
  • Pagar el Zakât
  • Confesar los pecados frente a Dios.

Cierta vez un hombre se acercó al Profeta (BP) y le pregunto: “¿ay mensajero de Dios, cual es la vía de la gente del paraíso? El Profeta (BP) le respondió: confianza. Si uno confía, se vuelve piadoso. Cuando se vuelve piadoso, cree en Dios, y cuando cree entra en el Paraíso”. El hombre volvió a inquirir: “ay mensajero de Dios, ¿cuál es el proceder de la gente del infierno?” El Profeta repuso: “decir mentiras. Si uno dice mentiras se vuelve ruin. Cuando sucede esto, pierde la creencia en Dios. Cuando no cree, entra en el infierno”.1

Una de las esposas del Profeta dijo: “cierta vez le pregunte al Profeta: ¿cómo se reconoce a un piadoso?, a lo cual respondió: con la dignidad, la compasión y la confianza”.2

El Profeta David (P) dijo: “ay gente, reúnansen por cuanto debo decirles algo”. En cuanto estuvo la gente reunida les dijo: “ay gente de Israel, no dejen que nada excepto la comida Halâl (permitida) entre por sus bocas y que nada mas salga de las mismas excepto las buenas palabras”.[1]

Ÿâbir Ibn ‘Abdullah al Ansâri narró que escucho al Profeta (BP) decirle a Ka‘b Ibn ‘Uÿrah: “Aquel cuya  fortuna haya sido hecha con base en el Suht, no entrara en el Paraíso; este es mas merecedor del infierno”.[2]

El Imam Ali (P) también dijo: “la vida terrenal es un pasaje, y la gente que sobre este camina es de dos tipos: el que se vende y se degrada; y el que se compra y se hace libre”.[3]

Se narra que cierta vez una persona se acerco al Imam Husain (P) y le dijo: “soy un pecador y no puedo evitarlo. ¿Me recomendaría usted algo?” El Imam Husain (P) le dijo: “haz cinco cosas y podrás cometer todos los pecados que quieras. Primero: no te comas la creación de Dios, y comete todos los pecados que quieras. Segundo: libérate de la protección de Dios, y comete todos los pecados que quieras. Tercero: vete para un lugar donde Dios no pueda verte y comete todos los pecados que quieras. Cuarto: cuando el Ángel de la Muerte venga para llevarse tu alma, dile que no lo haga, y comete todos los pecados que quieras. Quinto: cuando el Ángel Mâlik vaya a ponerte en el fuego, simplemente no entres, y comete todos los pecados que quieras”.[4]

Ali Ibn Al Husain (Imam As-Saÿÿâd (P)), dijo: “la sabiduría y la perfección en la religión de un musulmán se obtienen evitando hablar de lo que no le concierne, evitar la disputa, ser paciente y mostrar buenas maneras”.[5]

El Imam Bâqir (P) dijo: “Si uno tiene confianza, sus acciones serán puras; si uno tiene buena fe, su tiempo de vida se incrementa; y si uno es diligencioso con sus familiares, vivirá más”.[6]

Abu ‘Abdullah (Imam Sâdiq (P)) dijo: “El mas piadoso es aquel que deja de hacer algo cuando sospecha que no es bueno. El mejor adorador es el que cumple con sus obligaciones (ej. el rezo). El mas asceta es el que evita hacer cosas prohibidas. El más diligente es el que se abstiene del pecado”.[7]

El Imam Sâdiq (P) también dijo: “Dios tiene Misericordia sobre aquel que le muestra verdadera vergüenza. Así este mantiene su cabeza, protege su mente y lo que tenga en ella (mantiene la mente y los pensamientos por la buena vía), recuerda la muerte y los castigos y percibe que el Paraíso está rodeado de calamidades y el infierno de langostas”.[8]

En los libros de hadices (tradiciones), muchas tradiciones de los Profetas (P) y los Imames (P) han sido incluidas en lo concerniente a los aspectos que nos llevan a la felicidad y nos mantienen aparte de la miseria y el castigo. Lo que hemos mencionado con anterioridad es una gota en el océano de erudición divina y sabiduría humana. Tienen máximas y consejos  de hombres de entendimiento y erudición; es una prescripción curativa para nosotros y una manera de conservar la seguridad espiritual y salud psicológica. Es un modo de rescatarse de la polución del pecado. Es prudente explicar algunos ejemplos de dichas máximas y sabiduría espiritual aquí:

Uno de los eruditos dijo: “hay cuatro cosas que buscamos en cuatro cosas, pero no lo logramos, y las encontramos en otras cuatro cosas. Buscamos la riqueza en el dinero, pero hallamos en esta satisfacción. Buscamos el honor en los ancestros, pero encontramos en ellos la piedad. Buscamos la comodidad en la abundancia de dinero, pero la encontramos al tener menos plata. Buscamos las bendiciones en la ropa, la comida y en obtener lo que queríamos, pero las encontramos en un cuerpo sano”.1

Luqmân, al aconsejar a su hijo, le señaló: “has de saber hijo mío que mañana te preguntaran acerca de cuatro cosas cuando estés frente al Misericordioso: acerca de tu juventud  y como la gastaste; acerca de tu edad y como viviste tus años; acerca de tu dinero y de donde lo has obtenido, así como en que lo invertiste. Así pues, prepara las respuestas a esas preguntas”.

Un hombre sabio dijo: los ‘Ulamâ han acordado cuatro palabras y yo las he escogido desde los cuatro libros sagrados. La Torá dice: aquel que está satisfecho, está complacido. Los Salmos dicen: aquel que permanece callado, está a salvo. La Biblia dice: aquel que renuncia a lo que no le concierne y se mantiene apartado de todo aquello que no le represente ningún bien, será salvo. Y el Corán dice: aquel que se refugie en Dios, será guiado por el buen camino.

Sulaimân Ali le dijo a Hamid At-Tawil: “¿vas a declarar algo para mí? Hamid dijo: “si, cuando desobedezcas a Allah en tu soledad, piensa que Él te está viendo, así traspasas un gran estado y entonces cuando pienses que Él no te ve, no eres un creyente”.[9]

Se cuenta en una tradición que Gabriel le dijo al Profeta (BP): “ay Muhammad, si nuestra adoración fuese en la tierra, haríamos tres cosas: dar agua a los musulmanes, ayudar a los que tienen familias numerosas y cubrir los pecados de la gente”.[10]

Un hombre sabio dijo: “ay Dios mío, la adoración más alta de mi corazón es esperar Tu misericordia; el discurso más dulce de mi lengua es alabarte; el momento más amado es el momento en que me encuentre contigo”.

Uno de los hombres de entendimiento dijo:”Satanás, que la maldición sea sobre él, se ha convertido en un ser miserable dado cinco cosas: no confesar su culpa; no sentirse apenado por ello; no culparse a si mismo; no tener la intención de arrepentirse y desesperarse al esperar la misericordia de Dios”.[11]

Îahiâ Ibn Ma‘âdh dijo: “A quien su sacio incremente, su carne se expande. A quien se le expande la carne, su lujuria se incrementa. A quien se le incrementa la lujuria, se le aumenta el pecado. A quien se le incrementa el pecado, su corazón se pone duro, y aquel cuyo corazón se pone duro se ahoga en las maldades y en los placeres de este mundo”.[12]

Se dice que todos los santos tienen tres cualidades: se mantienen en silencio, por cuanto la seguridad se halla en el; sienten el hambre, ya que es la clave de la bondad; hacen adoración exhaustivamente, haciendo oración en la noche y ayunando en el día.

Indudablemente a los pecadores que siguen las órdenes de Dios para curar las enfermedades que causa el pecado y que siguen las instrucciones de los Profetas (P), los infalibles Imames (P) y los sabios ‘Ulamâ, se les perdonaran los pecados y sus almas se recobraran de los malos efectos de las enfermedades de la moral y de las enfermedades psicológicas.

Los pecadores deben prestar atención a que el advenimiento de los Profetas (P), la protección de los Imames (P) y la sabiduría de los ‘Ulamâ, se da para curar las enfermedades intelectuales, morales, espirituales y de comportamiento en la gente. Así pues, no se justifica que nos sentemos en la casa y nos desesperemos por encontrar la cura, mientras se nos va la luz de la esperanza y la expectativa  y mantenemos nuestros pecados latentes, volviéndonos miserables. Deben seguirse las enseñanzas de Dios y las instrucciones de los Profetas (P) y los Imames (P) especialmente en lo que tiene que ver con la gran misericordia de Dios, Su llamado a los pecadores a arrepentirse y Su promesa de perdonarlos. Entonces no hay otra vía para el pecador sino arrepentirse y volverse a Dios el Misericordioso.

El Arrepentimiento es un Deber Inmediato

Nos hemos referido con anterioridad a este tema diciendo que el pecado es una enfermedad psicológica que tiene cura. Los doctores que curan tal enfermedad son Dios, los Profetas (P), los Imames (P) y los sabios ‘Ulamâ. Entonces, el enfermo debe acudir a estos doctores y seguir sus instrucciones para de esta manera poder recuperarse y sanarse psicológicamente. Así puede también unirse a la caravana espiritual de los siervos de Dios.

Aquellos enfermos de la enfermedad del pecado deben ver que, así como para las enfermedades del cuerpo, deben acudir a un médico tan pronto como los síntomas aparezcan y así deshacerse de este mal antes que se torne crónico e incurable. El deber es apresurarse a curar el mal del pecado siguiendo las instrucciones del Doctor (Dios), arrepintiéndose y volviéndose a Dios para deshacerse de los malos efectos del pecado y de la oscuridad de la desobediencia. Hay que salirse del círculo de Satanás y de los deseos pecaminosos; remover de los corazones las cortinas de desobediencia y las telarañas del pecado y permitir que la luz de la aceptación del arrepentimiento  entre, y que la luz de la misericordia y el perdón iluminen el corazón. Solo así el ser humano podrá estar espiritual y psicológicamente en armonía y podrá encontrar seguridad.

El pecador, desde el preciso momento en que se sale de la oscuridad de lo carnal y del deseo y nota su estado miserable frente a toda la misericordia y generosidad divina, debe ocupar el resto de su existencia en la obediencia, la adoración, el servicio a la gente y la bondad; debe purificar su corazón de la suciedad de la desobediencia y de la oscuridad del pecado. Debe deshacerse de todos aquellos pecados aparentes y ocultos; cortar las relaciones con  Satanás y con el deseo y debe tornarse a Dios para enmendar los errores. Debe seguir el camino correcto, humillarse ante el Todopoderoso y continuar adorándole y ayudando a Su gente.

El deber del pecador, de acuerdo a la jurisprudencia y la Shari‘a, es un deber inmediato. Esto indica que debemos arrepentirnos en el mismo momento en que sentimos que hemos cometido un pecado y por lo tanto hemos desobedecido al Creador, que nos hemos revelado a Su Custodia como Creador Generosísimo, que hemos ido en contra de Su Bondadoso Reino. Cuando una persona note que esto ha sucedido, debe, inmediatamente y sin ningún atraso, tornarse a Dios y sacar las raíces del pecado de su alma y su vida. Debe arrepentirse del pecado y remover todos los efectos de este para que así pueda purificar su corazón y obtener la misericordia y el perdón de Dios. Si nos atrasamos en el arrepentimiento, anhelando que podemos arrepentirnos en el futuro, esto es en si considerado como un pecado y una forma de desobediencia. Esto conlleva a que la persona se sienta libre del castigo de Dios y a su vez asegura que seguirá cometiendo pecados.

‘Abdul ‘Adzim al Hasani narra desde el Imam al Ÿawâd (P), desde el Imam Rizâ (P), que el Imam Ya’far As-Sâdiq (P) le explico a ‘Amr Ibn ‘Ubaid  los mayores pecados de acuerdo al Corán y dijo por ultimo…y sentirse libre del castigo de Dios…1

A la luz de lo anterior, el pecador no tiene el derecho de posponer su arrepentimiento y no se le es permitido procrastinar para tornarse a Dios. El que peca no debe posponer la cura para su enfermedad (del pecado) hasta una edad avanzada o hasta que este enfermo. ¿Quién garantiza que el momento en el que uno promete reformarse va a venir? ¿Quién garantiza que una persona joven que comete pecado va a vivir hasta una edad avanzada y así poder arrepentirse de los pecados que cometió durante su juventud? ¿Quién sabe si la muerte no llega para acallar la vida del pecador en el preciso momento en que este se encuentra cometiendo sus pecados y sumergido en lujurias? ¿Cuántos pecadores han procrastinado respecto a su arrepentimiento y lo han pospuesto para más adelante, pero ese más adelante nunca llegó?

Cuantos jóvenes, contaminados por el pecado dijeron “ahora estamos en  la plenitud de la vida y tenemos que disfrutar  de sus placeres y lujurias; cuando lleguemos a viejos nos arrepentiremos”, pero la muerte les sorprendió sin darles tiempo a llegar a viejos.

¿Cuántos pecadores quieren regresar a Dios, pero siguen cometiendo pecados y siendo desobedientes, hasta que sus almas han sido atadas por las cadenas de Satanás y del deseo? Este tipo de personas se sumergen tanto en su pecado y desobediencia que su habilidad de arrepentirse es bloqueada y nunca pueden tornarse a su Generoso Creador. Además, recurrir en los mismos pecados, ser desobediente y apartarse de Dios hace que uno niegue la misión Divina, las pruebas verdaderas, el Día de la Resurrección, el castigo del más allá y los signos de Dios. Entonces, se cierran las puertas del perdón, de la misericordia, del arrepentimiento y del retorno a Dios.

“Y el fin de los que obraron mal fue el peor, porque desmintieron los signos de Dios y se burlaron de ellos”. [Corán: 30:10]

El pecado demuele la fe y la creencia, corrompe la moral y la personalidad, degrada la dignidad y lleva, al final, a negar los signos de Dios. El pecado se burla de los Profetas (P), de los Imames (P) y del Sagrado Corán; ningún consejo ni predica le servirá a los pecadores o tendrá  efecto en sus corazones.

Y apresuraos a obtener el perdón de vuestro Señor y un Jardín tan vasto como los cielos y la tierra, que ha sido preparado para los temerosos de Dios”. [Corán: 3:133]

Para purificar el corazón de los efectos de los pecados aparentes y ocultos y con el fin de ganarse el perdón y la misericordia de Dios, es obligación nuestra apresurarse al arrepentimiento y tornarse hacia Dios. Retrasar el arrepentimiento aunque sea por un momento es algo despreciable y feo. En efecto, como lo mencionan ciertos versículos coránicos, retrasar el arrepentimiento por cualquier razón es injusticia y agresión contra nosotros mismos; y esta injusticia y esta agresión son añadidas a nuestra lista de pecados.

“¡Creyentes! ،No os burléis unos de otros! Podría ser que los burlados fueran mejores que los que se burlan. Ni las mujeres unas de otras. Podría ser que las burladas fueran mejores que las que se burlan. ¡No os critiquéis ni os llaméis con motes ofensivos! ¡Mala cosa es ser llamado 'perverso' después de haber recibido la fe! Los que no se arrepienten, ésos son los impíos”. [Corán: 49:11]

El pecador debe saber que Dios, Sus Profetas y Sus Santos detestan el pecado, tanto que incluso el Profeta Jesús (P) solía decirle a sus discípulos: “sean amorosos con Dios odiando a los pecadores, permanezcan cerca de Él apartándose de ellos y pidan Su consentimiento sin pedírselo a ellos”.1

El pecador debe tener en cuenta que al cometer un pecado, su dignidad y su personalidad se degrada ante Dios y su honor y sus valores son rebajados al nivel de animales y bestias. En efecto, puede que el nivel del pecador sea más bajo que el de una bestia, y esta persona será resucitada en el Día de la Resurrección en una forma no humana.

El Imam Ali (P) le pregunta cierta vez a al Barâ’ Ibn ‘âzib: “¿cómo ves esta religión?” a lo que este respondió: “éramos como los judíos antes de conocerte. La adoración era fácil, liviana, pero cuando te seguimos y la verdadera fe entro en nuestros corazones, encontramos que la adoración es pesada para nuestros corazones”. El Imam (P) dijo: “…y entonces la gente será resucitada en el Día del Juicio en forma de asnos…”

El arrepentimiento es una obligación ética

Los ‘Ulamâ y los eruditos han escrito diversos libros respecto a la ética. Han dividido a la moral en dos partes: virtudes y vicios. Han clasificado el orgullo, la arrogancia, el egoísmo y los que se les asemejan como vicios y han catalogado  a la humildad como una virtud. Ellos han discutido el tema en detalle. El pecado es el resultado de la altivez del hombre frente a Dios, mientras el arrepentimiento es el dulce fruto de la humildad. La altivez embriago a Satanás cuando Dios le ordenó que se postrara ante Adán (P). Entonces Satanás fue maldecido y enviado al exilio desde el sitio de la divina misericordia. Era la soberbia ante la orden Divina.

Pero el arrepentimiento de Adán y su esposa (con ellos sea la paz), el cual había sido aceptado por Dios, era el fruto de la humildad y la sumisión al Todopoderoso; por lo tanto los ‘Ulamâ han dicho que la soberbia era la razón que se hallaba detrás de la expulsión del hombre del paraíso y mantenerlo afuera de la misericordia de Dios. Entonces es obligatorio evitar la soberbia y el orgullo porque la sumisión y la humildad son los caminos que nos llevan a la cercanía de Dios y nos animan a obedecerle y a adorarle. También nos guían a pedir perdón a Dios por los pecados y desobediencias y arrepentirnos para finalmente tornarnos hacia Dios. Tenemos que humillarnos y someternos a Dios, con los ojos llenos de lágrimas y el corazón temeroso. Debemos tener la determinación sincera de dejar a un lado los pecados y reparar lo que hemos malhecho con anterioridad.

Se menciona en el siguiente hadiz  Qudsi1 que Dios hablando con el Profeta Moisés (P) le dijo: “ay hijo de Imran, muéstrame en tus ojos las lágrimas, en tu corazón reverencia, en tu cuerpo la sumisión y llámame en la oscuridad de la noche y me encontraras cerca de ti respondiéndote”.2

El Sagrado Corán al hablar de Satanás dice:

Dijo: “؟Qué es lo que te ha impedido prosternarte cuando Yo te lo he ordenado?» Dijo: «Es que soy mejor que él. A mí me creaste de fuego, mientras que a él le creaste de arcilla”.

Dijo: “¡Desciende, pues, de aquí! ¡No vas a echártelas de soberbio en este lugar...! ¡Sal, pues, eres de los despreciables!” [Corán: 7:12-13]

El Sagrado Corán muestra que la miseria, la crueldad y prescindir de la misericordia de Dios, tal como le paso a Satanás, son los frutos venenosos de la soberbia ante las ordenes de Dios; la soberbia que produjo que fuera expulsado del lado de Dios y cayera en el valle de la crueldad y el castigo. Entonces, debemos evitar la soberbia y el orgullo ya que este estado satánico no nos permite seguir las ordenes del Todopoderoso.

Dios ha dicho respecto a Adán (P) y su esposa (P):

Dijeron: “¡Señor! Hemos sido injustos con nosotros mismos. Si no nos perdonas y Te apiadas de nosotros, seremos, ciertamente, de los que pierden”. [Corán: 7:23]

De esta forma, el Sagrado Corán ha mencionado la confesión de desobediencia de Adán y Eva (P) y su petición de perdón y misericordia por parte de Dios como lo más bueno y deseable. Quiere decir esto que el Sagrado Corán ha mencionado esta confesión como un tipo de arrepentimiento y retorno a Dios por parte de Adán y Eva (P). La Sura al Baqara en su versículo 37  también menciona la aceptación de este arrepentimiento. Es necesario exaltar que confesar los pecados y regresar a Dios son resultados preciosos de humildad espiritual, reverencia del corazón y sumisión psicológica. De acuerdo a los ‘Ulamâ, el orgullo y la soberbia crean una cortina entre Dios y nosotros; mientras la humildad y la sumisión nos abren un amplio camino y una puerta hacia Dios. Insistir en ser orgulloso y soberbio es un gran pecado, mientras evitarlos es una obligación. Es necesario que seamos humildes ante Dios y ante su creación. Debemos hacer uso de esta humildad para purificar nuestras almas y nuestros corazones de la maldad del pecado y de la oscuridad de la desobediencia y para agraciar nuestras almas con la adoración y la obediencia. Arrepentirse del pecado es, en efecto, un signo de ser humilde ante Dios el Todopoderoso  y de estar libre del orgullo y de la arrogancia. El arrepentimiento es una de las obligaciones morales fundamentales.

Leemos en las tradiciones que hablan acerca del orgullo que Hakim dijo: “cierta vez le inquirí a Abu ‘Abdullah (Imam As-Sâdiq (P)) acerca del signo más bajo del ateísmo y me dijo: “el orgullo”.[13]

Por su lado, Husain Ibn Abi ‘Alâ dijo: “he escuchado al Imam Sâdiq (P) decir: “La arrogancia está en todo tipo de gente malvada. El orgullo es el vestido (aspecto) de Dios y quien quiera ponérselo, Dios hará de el un ser malvado y bajo”.[14]

El Imam al Bâqir (P) dijo: “La Gloria es la vestimenta de Dios y el orgullo es su manto, así que quien quiera obtener algo de ello, Dios lo arrojara al infierno”.[15]

El Imam Sâdiq dijo acerca de la humildad: “en el cielo hay dos ángeles responsables de la gente; quien se torne humilde ante Dios, ellos lo exaltan, pero a quien se torne orgulloso, ellos lo rebajan”.[16]

El Sello de los Profetas (BP) ha dicho: “quien sea humilde delante de Dios, Dios lo exalta; quien sea orgulloso, Dios lo rebaja; quien sea moderado en su vivir, Dios le brinda más bendiciones; quien despilfarra, Dios lo priva de las bendiciones, y quien recuerde la muerte mucho, Dios lo ama”.[17]

En una tradición Qudsi, Dios le dijo al Profeta David (P): “Ay Dâwud (David), la gente más cercana a Dios son los humildes y los más lejanos son los orgullosos”.[18]

Extraído del libro El arrepentimiento, la cuna de la Misericordia; Editorial Elhame Shargh

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1 citado de las tradiciones proféticas mencionadas en Bihâr  ul-Anwâr. Vol. 3 p. 278-281.

1 Al-Kâfi. Vol. 2 p. 68

1 Maÿmu‘a  Warrâm (Colección de Warrâm). Vol. 1, p. 43.

2 Ibíd.

[1] Ibíd.

[2] Ibíd. p. 60. Nota: suht quiere decir propiedades prohIbidas o malhabidas.

[3] Ibid. p. 75

[4] Bihâr ul-Anwâr. Al Maÿlisi, Vol. 78, p. 126.

[5] Ibíd. P 137

[6] Ibíd. p. 175

[7] Ibíd. p 192

[8] Ibíd. p 305

1 Mawâ‘iz ‘Adadiyya por Ayatola Mishkini, p. 238.

[9] Colección de Warrâm, Vol. 1 p. 236.

[10] Ibíd. Vol. 1 p 39.

[11] Colección de Warrâm, Vol. 1. p.278

[12] Ibíd. p. 280

1 Al-Kâfi, Vol. 2 p. 285.

1 Bihârul Anwâr, Vol. 14, p. 330.

1 Hadiz Qudsi, sagrado o tradición divina, es un tipo de tradición que revela palabras dichas por Allah , distinguidas de tradiciones proféticas  que revelan las palabras del Santo Profeta. Contiene las palabras de Allah ; difiere del Corán que fue revelado por medio del ángel Gabriel y que es inimitable y se recita en las oraciones y no debe ser tocado ni recitado sin estar purificado ritualmente(por la ablución).

2 Bihâr ul-Anwâr, Vol. 13 p. 361

[13] Usul Al-Kâfi, Vol. 5. p. 214.

[14] Usul Al-Kâfi, Vol. 5. p. 214.

[15] Ibíd., p. 216.

[16] Ibíd., Vol. 4, p. 366.

[17] Usul Al-Kâfi, Vol. 4. p. 366

[18] Ibíd., p. 372

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