La Mujer y la Mística
Diferencia entre la mujer y el hombre desde el punto de vista de la mística y su elevada jerarquía
Recopilado por: Zohre Rabbani
Colaboración: UMMA (Argentina)
Basado en libros del Ayatollah Yawadi Amoli
En este capítulo analizaremos el tema de que si existe o no diferencia entre la mujer y el hombre desde el punto de vista de la mística y su elevada jerarquía. Naturalmente, este tema, esencialmente, no está separado del tema de la mujer en el Corán puesto que el Corán corrobora muchos de los efectos de la mística. Este tema necesita de un prólogo:
Dios creó al hombre con el propósito de perfeccionarse y asemejarse a su Creador. Él mismo dice: “Fui un tesoro oculto y creé a las criaturas para que me conozcan”, ya que llegar a conocer a Dios es el más elevado nivel que una criatura pueda alcanzar. La raíz de la creación vuelve al hecho de que Dios es un ser sin parangón, Poderoso y Fuente de todas las perfecciones y estaba dentro de Su Poder crear a un ser que tenga la aptitud y capacidad de llegar a la máxima perfección.
Por otro lado, dentro de los adjetivos divinos existe el atributo de wahhabiat. Wahhabiat significa el más elevado estado de generosidad. Este atributo exigía crear al ser humano de tal modo que fuese el único ser que tuviera la capacidad de poder cristalizar los nombres y atributos divinos y tratar de asemejarse a Dios. Un ser que a través de su libre albedrío y voluntad pueda llegar a un grado que ni los más elevados ángeles pueden alcanzar. El ángel Gabriel es uno de los más exaltados ángeles de Dios. En el viaje de ascensión a los cielos en el que el arcángel acompañaba al Profeta, ambos llegaron hasta un sitio en el que el ángel no pudo seguir acompañándolo, entonces dijo:
“Lau danautu anmulatan lahtarqtu”
"Si avanzo en la medida de la yema de un dedo, me quemaría".
De este modo, observamos que Dios le dio al hombre la capacidad de transitar hacia Él y dado que Él es un Ser Infinito, la perfección del ser humano también es infinita.
Este desarrollo y viaje espiritual del hombre hacia Dios existe, incluso, en el paraíso. En este rumbo el hombre no llega a un punto en el que pueda decir que ya terminó, que terminó su elevación por completo, sino que continuamente está viajando. La clave está en que el paraíso, con todas sus mercedes y gracias, nunca será monótono y pesado para el hombre paradisíaco ya que a cada instante alcanza una perfección más elevada.
El objetivo de todos los viajeros en este camino es liqâ’ul·lah (el encuentro con Dios) y todos los seres humanos llegan a este estado, buenos y malos, creyentes e incrédulos, pero la diferencia está en que cada uno se aferró a una serie de nombres divinos y se convirtió en Su manifestación. Un grupo se avino con los nombres de belleza y Favor divino y otros con los nombres de Excelsitud y Cólera.
Dice la aleya 6 de
"Ia aiiuhal insan innaka kadihon ila rabbika kadhan famulaqih"
"¡Hombre! Te esfuerzas con denuedo en encontrar a tu Señor y le encontrarás". (Corán, 84:6)
Cada uno, el día del Juicio Final, obtendrá su registro de acciones y su vida futura tomará forma en base a ese registro. Entonces, al comienzo del viaje no existe ninguna diferencia entre el monoteísta y el ateo, pero el viaje del incrédulo siempre está limitado al mundo material y en ninguna etapa de su esfuerzo tiene en cuenta su objetivo esencial. Es como el gusano de seda que teje alrededor de sí mismo.
Obtenemos como resultado de lo dicho anteriormente que en este viaje hacia la destrucción que atraviesa el incrédulo no existe diferencia entre el hombre y la mujer, pues el monoteísmo y la incredulidad son atributos del espíritu; y el espíritu, a su vez, como dijimos, no tiene ni feminidad ni masculinidad. Asimismo un monoteísta veraz siempre continúa su viaje junto a la verdad. En todas las etapas de su viaje está acompañado por Dios, no se deja engañar por lo material, sino que continuamente considera a la creación y a las criaturas como signos de Dios. Como dice el poeta Baba Taher:
"Miro el desierto y te veo a Ti
Miro el mar y te veo a Ti
Cualquier lugar que miro, montaña, valles,
Veo la señal de Tu hermosa apariencia."
En esta marcha tampoco existe ninguna diferencia entre el hombre y la mujer, puesto que el viaje real en las etapas del monoteísmo pertenece a la naturaleza humana de la persona, la cual está exenta de masculinidad y feminidad.
El vicario de Dios:
Otro de los temas místicos es el del califato o vicerregencia de Dios. Cuando Dios quiso crear al hombre dijo a los ángeles:
"Inni ya’ilun fil ardi jalifah:"
"Por cierto que dispondré en
Este califato también está relacionado con la naturaleza humana y no a la propia persona o a una casta en especial, es decir que no fue sólo el Profeta Adán (la paz sea con él), el vicario de Dios, sino que su grado de humanidad es la que le otorgó tal jerarquía. Por lo tanto, los profetas y los próximos a Dios, especialmente la familia inmaculada del Profeta (la paz sea con él y su descendencia) son quienes se sitúan en la perfecta jerarquía de ser vicarios y califas de Dios, y todo ser humano perfecto que pueda ser una manifestación de los atributos de Dios, será califa de Dios sobre
En esta jerarquía tampoco tiene nada que ver el género, pues es el propio espíritu y su grado de humanidad los que se convierten en califa de Dios y no el cuerpo humano. Nosotros vemos grandes ejemplos de mujeres a lo largo de la historia que han llegado a exaltados niveles de misticismo y que obtuvieron el rango de vicarios de Dios.
La pregunta que surge es que si el ser humano es el califa de Dios y esta posición está exenta de masculinidad y feminidad ¿por qué entre los hombres se encuentran muchas personas que alcanzaron esta posición, pero entre las mujeres, según lo expresan las narraciones, solo cuatro personas llegaron a dicha posición (María, Jadiyah, Fátima y Asia). En respuesta a ello debemos decir que en primer lugar existen numerosas mujeres cuyas virtudes no fueron registradas en la historia, y en segundo lugar presentar a esas cuatro personas no significa limitarlas a dicho número ya que las narraciones nos presentan los mejores modelos. Por otra parte, si la sociedad mundial se desarrollara más y actuara con mayor justicia, trataría de poner bajo disposición de todos los seres humanos los recursos del progreso y bienestar y si la sociedad está atrasada, no hay que culpar a la religión por ese fanatismo mental, puesto que la religión ha abierto el camino para ambos grupos y no ha condicionado ninguna perfección a la masculinidad o feminidad.
Para finalizar, es menester hacer referencia al hecho de que el Sagrado Corán, de la misma manera que cuando hace referencia a la aparición del hombre, comienza hablando del califato -y éste no depende del género- al final de su aparición y al final del mundo, cuando expone las cuestiones de la resurrección, las estancias en el Día del Juicio Final, el tema del barzaj (purgatorio), la congregación, las preguntas y respuestas en la primera noche de la tumba, el registro y la balanza de las acciones, el cruzar el puente de Sirat, la fuente de Kauzar y otros nunca hace diferencias entre el hombre y la mujer.
El rol de la súplica en el camino hacia la perfección:
Otro tema en el terreno de la mujer en la mística consiste en que las perfecciones humanas se consiguen a la sombra de la adoración y obediencia a Dios y la obediencia y devoción son comunes para el hombre y la mujer, entonces el camino de la perfección es común a ambos. Como ejemplo, las súplicas y letanías son unos de los mejores medios para la perfección humana, puesto que la perfección de un ser humano está en acercarse a Dios -Quien es puro conocimiento, existencia y poder - y en asemejarse al Ser Perfecto; y el camino de acercarse a Él pasa a través de las adoraciones y súplicas: la oración, el ayuno, la peregrinación, las letanías y servir a las criaturas de Dios.
En el caso de la súplica, por ejemplo, no hay ninguna diferencia entre el hombre y la mujer. Las más importantes y elevadas súplicas y letanías pertenecen a hombres y mujeres por igual. No dijeron por ejemplo: “Vosotros, hombres, rogad a Dios a través de la súplica de Kumeil y confidencias de Sha’baniiah (una de las más elevadas súplicas en el misticismo islámico) y vosotras mujeres no podéis leerlas”, sino que por el contrario depende del esfuerzo personal de cada uno. Si una mujer tuviese mayor éxito al realizar las confidencias de Sha ‘baniiah o Kumeil, su éxito en el camino hacia la perfección también será mayor que el del hombre. La parte de las mujeres en la cuestión de las súplicas y atención hacia la religión y la aceptación del consejo, si no es mayor que la del hombre, tampoco es menor, ya que un ser sentimental posee un corazón más delicado y en el camino de aproximación a
En el Islam la súplica y las confidencias, especialmente acompañadas con lágrimas, se consideran como el arma del creyente en su lucha con el enemigo interno que es la concupiscencia, y esta lucha contra el ego en el Islam es denominada “la lucha mayor”. Dios Glorificado Sea, en el camino de la auto-purificación ha creado a las mujeres más provistas (armadas) que los hombres, ya que los llantos y las lágrimas no es un arte fácil de adquirir. En la súplica de Abu Hamzah Zumali, que es una de las más extensas del mes de Ramadán, el cuarto Imam, el Imam Zainul ‘Abidin, dice a Dios: “¡Dios mío! Ayúdame a llorar por mí mismo, ayúdame a entender mejor y pueda lamentarme mejor. Ayuda a que mis lágrimas broten de nuevo cuando se agoten”.
También vemos en la súplica de Kumeil: “Dios mío, ten misericordia de quien su única arma son las lágrimas”.
Dios, Altísimo, ha pertrechado más a las mujeres con esta arma, pero las enseñanzas de la religión son para que el ser humano utilice dicha arma en su lugar apropiado. Quien llora por el mundo, y quien utiliza esta arma divina con el fin de engañar a otro, no la ha utilizadote buena forma. El lugar apropiado de esta humildad del corazón, llantos y lágrimas, deben ser en momentos de súplicas y confidencias con Dios, en el momento de auxiliar a un oprimido, y en el camino de la auto-perfección o santificación del alma.
Privilegios de la mujer dentro de la mística:
En la cuestión de la mística y los caminos para alcanzarla, cuando analizamos los textos religiosos vemos que la religión ha abierto una página especial para la mujer. En nuestros libros de hadices, como "Man la iahduruhul faqih", de Ibn Babauai Qomi, conocido como Sheij Sadûq, existe un capítulo bajo el título de “Lo preferible para la mujer en la oración”, que se refiere a cómo es preferible que se pare y se incline en el rukû’, cómo realizar el tashshahhud o testimonio y como ponerse de pie, de manera que sea más coherente con su pudor. Al final del capítulo transmite una narración del Imam As-Sâdiq (la paz sea con él): “La mujer, si es que desea realizar el tasbih[1], que lo haga con sus dedos, puesto que los mismos deberán rendir cuentas el día de
El hecho de que sea preferible que cuente los tasbih o glorificaciones a Dios con sus dedos conforma un Favor por parte de Dios hacia la mujer, a fin de que sus dedos también adoren a Dios, puesto que Él resucitará al cuerpo en el día de la Resurrección con todas sus particularidades y características:
"Balâ qâdirîna ‘alâ an nusawwî banana"
"Claro que sí, somos capaces de recomponer sus dedos." (Corán, 75:4).
Es cierto que si recuerda a Dios utilizando un masbahah, obtendrá también recompensa, pero en ese caso no todos sus dedos juegan un papel, pero cuando los mismos dedos son el medio para contar las glorificaciones estos mismos dedos son los que adoran.
En base a ello se puede argumentar que el hecho de que Dios haya preceptuado las normas de adoración para la mujer seis años antes que a los hombres, se debe al especial Favor que tiene hacia la mujer. Las niñas comienzan sus deberes religiosos a los nueve años lunares y los hombres a los quince años lunares. Imaginad un palacio al que no podéis ingresar sin que os den permiso. Si es que en dicho majestuoso palacio permiten ingresar a la mujer seis años antes que al hombre, es obvio que esta mujer ha sido objeto del Favor del amo del palacio mucho más que el hombre.
‘Al·lâmah Yavâdi Amulî en su libro “
El jardinero de cada ser humano es Dios, que dice: «Dios os ha hecho crecer de la tierra como plantas» (Corán, 71:17). El jardinero sabe mejor cuál flor necesita mayor cuidado y debe cuidarla más que otras”.
La mujer comprende su grandeza cuando sabe que Dios acepta su presencia seis años antes que los hombres.
Ejemplos de las mujeres gnósticas en la historia del Islam:
Son numerosas las mujeres en la historia que tenían talento gnóstico que se desarrolló a través del Islam, mujeres que han proferido elevados dichos o compuesto hermosas poesías.
Râbi’ah Shâmiah: La interlocutora de las voces celestiales (del mundo oculto):
Ella es la esposa de Ahmad ibn Abîl Hawâri. Son innegables las virtudes y nobleza de esta dama. Su esposo decía: Cuando se tendía el mantel para comer Rabi‘ah me decía:
“Kul, fa innaha mâ nadiyat il·la bi-t tasbîh”
"Come, ciertamente que esto no ha sido preparado sino con el tasbih."
Se debe ver cuál fue su intención al proferir dicha frase. El Aiatollah Yavadi Amuli hace un análisis cuyo resumen es el siguiente: “¿Acaso quiere decir que al momento de cocinar la comida estaba alabando a Dios -como las palabras que se han narrado respecto a muchos sabios, cuyas madres decían: "No los amamantamos sino con el recuerdo de Dios”-, es decir, Rabí ‘ah, al momento de cocinar estaba alabando a Dios, o su intención fue que la comida llegó a través de su tasbih o glorificación a Dios?
¿Acaso puede suceder que se presente la comida a través del tasbih? Cuando estudiamos las aleyas coránicas en cuanto al paraíso vemos que en
"Da‘uahum fiha subhanakallahumma…"
"Su invocación allí será: "Glorificado seas, oh Dios mío, y su saludo allí será: "Paz" y terminarán coestainvocación: "Alabado sea Dios, Señor de los Universos". (Corán, 10:10)
Esta aleya quiere decir que ellos piden algo a través del tasbih y luego agradecen a Dios. ¿Qué relación existe entre pedir algo y el tasbih y al final el agradecimiento?
El exegeta de Corán Aiatollah Yavadi Amuli dice que debido a que la gente del paraíso son seres mumken[2] (seres posibles) y por ende, seres necesitados, necesitan de comida y otras cosas. Pero en el paraíso no necesitan pedir a alguien sino que apenas dicen Subhanaka Allahumma (Glorificado seas, Dios Nuestro), es decir, “Tú no necesitas de nada", se les presenta todo lo deseado. Ésta es la relación existente entre la necesidad de esas personas y el tasbih, y la frase de los paradisíacos termina con Al-hamdulillahi rabil ‘alamin (alabado sea el Señor de los Universos), es decir que apenas alaban a Dios reciben lo deseado y sin demora alguna agradecen a Dios.
Rabi’ah Shami’ah, cuando le dice a su esposo: "Come esta comida, ciertamente no ha sido preparada sino con el tasbih", tal vez no quiera decir: “Yo alababa a Dios cuando la preparaba” sino que signifique “Yo alabé a Dios y llegó esta comida”, tal como sucedía para su excelencia Mariam o su excelencia Fátima Az- Zahra (la paz sea con ambas), entonces la mujer puede alcanzar tal elevada jerarquía.
Esta mujer también tiene poesías muy profundas. Su esposo cuenta que tenía diferentes estados del mismo modo que los filósofos e intelectuales tienen diferentes pensamientos porque aparece en sus mentes diferentes preliminares lógicas.
Los místicos también tienen diferentes estados porque en sus corazones se manifiestan diferentes adjetivos e inspiraciones (uaredat). A veces se manifiesta el adjetivo (uaredat) del amor, otras veces el adjetivo del temor, y otras veces la esperanza, y ante cada adjetivo expresan palabras adecuadas a ellas. A veces estaba inmersa en el amor divino y decía:
"Tabibon laisa ia’diluhu habibon ua ma li siwah fi qalbih nasibon."
"Amigo que no tiene igual y que el corazón no tiene lugar más que para él."
"Habibon gaba an basari wa shajsi wa lakin ‘an fuadi ma iaguibu."
"Amado que está oculto de mi vista y mi persona pero que en ningún momento está ausente de mi corazón."
Y estas poesías exactamente son conocimientos derivados del Corán y del Islam. Dice el Corán:
"La tudrikuhul absar…"
"Las vistas no lo perciben…"
(Corán, 6:103)
En la súplica de Kumeil dice el Imam Ali (la paz sea con él):
"Uay’al lisani bi dhikrika lahiya wa qalbi bihubbika mutaiima."
"…Y haz que mi lengua continuamente te recuerde y mi corazón esté empapado de Tu amor".
Otras veces pasaba por un estado como si estuviera en compañía de Dios y recitaba para Dios:
"Wa la qad ya’altuka fil fu’adi muhaddazi wa abhatu yismi man arada yulusi."
"Mi corazón está en confidencias contigo mientras que mi cuerpo está junto a quienes desean estar junto a mí."
"Fal yismu Minni lil yalisi mu’anisun ua habibu qalbi fil fu’adi anisi."
"Mi cuerpo está con mi compañero y mi corazón acompaña a mi Amado."
A veces la dominaba el estado de temor y decía:
"Wa zâdî qalîlon mâ arâhu muballigî. A-lizzâdi abkî am lituli masâfatî"
"Mi provisión es poca (es decir, mis obras buenas, mi esfuerzo) y no es suficiente para llegar a mi destino. No sé si lloro por lo efímero de mi provisión o por lo prolongado de mi viaje (hacia Ti)."
"Atuhriquni bin nari ia gaiatal muna fa’aina raya’I fika aina majafati."
"¿Acaso me quemarás con el fuego, oh, mi más elevada ilusión? Entonces, ¿de qué me sirvió mi esperanza en Ti, de qué me sirvió temerte?"
Existen dichos de nuestros Imames que corroboran esos estados. Dice el Imam Ali (la paz sea con él):
"âh min qillatiz zad ua tulit tariq ua bu’dis safar"
"Ay, por mi poca provisión, lo prolongado del camino y la lejanía del viaje."
Rabi’ah Basrîiah ‘Adwiah
Esta dama es otra de las tantas mujeres místicas musulmanas. Nos han llegado también instructivas palabras de Rabi’ah ‘Adwiah. La historia narra que ella lloraba mucho. Apenas se hablaba del fuego o el infierno se desvanecía y luego decía: “Istigfaruna iahtayu ila istigfaren” que significa: “Nuestro pedido de perdón a Dios necesita de otro pedido de perdón.” Quería decir que por más que nos esforcemos no podemos llegar a conocer a Dios como lo merece. Sus palabras recuerdan a la elevada sabiduría y conocimiento que el señor de los mártires expresa en la súplica de ‘Arafah:
من کانت محاسنه مساوی فکیف لا تکون مساویه مساوی
“Dios mío aquél cuyas bondades son imperfectas, ¿cómo serán entonces sus maldades?”
Lo que señala lo siguiente, cuando uno considera perfectas y completamente puras sus buenas acciones es señal de que imagina haber escalado altas montañas y llegado a elevadas cimas. Quien realiza la oración y cree que ha llevado a cabo una gran acción y no tiene en cuenta que ese éxito se debe a los favores divinos, disminuye el valor de su obra. Quien derrama una lágrima y pide perdón a Dios y cree que ha hecho una gran obra, eso demuestra que su pedido de perdón, que es una buena acción en sí, está entremezclado con vanidad y egoísmo. Entonces, estos buenos actos no son tan buenos, ¿pues que se puede esperar de sus malas acciones? Cuando esta mística dice: “Nuestro pedido de perdón necesita de otro pedido de perdón” quiere decir que nuestro pedido de perdón no es completamente sincero y veraz ya que los actos son valorados solo por la intención. Ella jamás aceptaba ayuda alguna de la gente y solía decir: “no tengo ninguna necesidad de este mundo.” Cuando escuchó que el místico Sufian Suri se quejaba ante Dios: “Ua huzna! Qué tristeza!” Esta mujer dijo: “Wa qillati huzna”, o sea, debemos decir: “Me quejo ante Dios por mi poca tristeza.” Quiso decir, que mientras Sufian se quejaba por la existencia en sí de la tristeza, ella se quejaba por su escasez de la tristeza. El estado de tristeza es señal de que uno no se encuentra desatento a Dios y su largo viaje hacia Él. Es señal de la reflexión en los asuntos espirituales y del más allá.
También se transmitieron otras frases educativas de esta gran mujer, entre ellas: “Ocultad vuestras buenas obras al igual que ocultáis vuestras malas obras ya que expresar las buenas obras es un defecto para el ser humano y es señal de vanidad y un obstáculo en el camino de auto-desarrollo espiritual (naturalmente, si su principal intención es divulgar y promover las buenas obras, entonces es un buen motivo, ya que esta intención no se considera vanidad).
A Rabi’ah ‘Adwiah se le han atribuido también algunas de las poesías de Rabi’ah Shami’ah. El Sheij Shahabud Din Sohrawardi atribuye a ella estas poesías:
Wa la qad ya’altuka fil fu’adi muhaddazi wa abhatu yismi man arada yulusi.
Mi corazón está en confidencias contigo, mientras que mi cuerpo está junto a quienes desean estar junto a mí.
Con esto ella quiere decir, mientras aparentemente estoy en relación con la gente, mi corazón, continuamente, se encuentra con Dios, que es el amor de mi corazón.
Esto demuestra que los verdaderos místicos no se separan de la gente. Se entremezclan con ella y resuelven sus problemas. Al mismo tiempo no se distraen del recuerdo de Dios, ni por un instante. Y esto no se contradice entre sí, de hecho, el Sagrado Corán lo corrobora en la sura La luz:
“Hombres a quienes ni los negocios ni las ventas distraen del recuerdo de Dios…”
(Corán, 24:37)
El Islam no sugiere recluirse en los templos y permanecer allí adorando a Dios. Incluso el Profeta del Islam (la paz y bendición sean con él y su familia) cuando vio que algunos hombres pasaban muchas horas en la mezquita sin atender bien a sus familias, dijo: “El que un hombre se siente junto a su esposa es más meritorio que recluirse en ésta, mi mezquita.” El Islam no acepta a un musulmán unidimensional, sino que quiere a una persona que se complemente tanto en el aspecto individual como en el social. Asimismo tenemos en los dichos que Jesús (la paz sea con él) vio a un hombre que siempre estaba adorando a Dios: le interrogó: “¿Quién se encarga de los gastos de tu familia?” Dijo: “Mi hermano.” Jesús dijo: “Tu hermano es más devoto que tu.” Observamos que éste ha sido lo aconsejado por todos los profetas.
Muchas de estas mujeres permanecían despiertas toda la noche. Algunos de los místicos contemporáneos que elogiaban a Rabi’ah decían: “En el mundo de los sueños sus bendiciones nos llegan en bandejas de luz.” A pesar de que Rabi’ah dormía muy poco, aún así se quejaba de sí misma diciendo: “Ia nafsi, kam tanamin ua ila kam tanamin iushak an tanami naumatan la taqumina minha illa li sarjati iaumin nushur”, es decir: “¡Oh alma mía! ¿Cuánto duermes y hasta cuándo vas a dormir? Se acerca el momento de que te sumerjas en un sueño del que no te levantarás excepto con el grito del día de la resurrección.” (Pues en ese día levantarán a todos con un tañido de trompeta. Estas palabras tienen raíces en las aleyas coránicas.)
Uno de los obstáculos en el camino del desarrollo espiritual es el dormir mucho y Rabi’ah se refirió al respecto.
Asimismo dijo: “Dios mío, no te adoro por temor a Tu fuego ni por ambición a Tu paraíso, sino por amor a Ti y con el propósito de contemplar Tu Faz.”
Este tema se ajusta completamente con lo expresado por el Imam ‘Alî y el resto de nuestros Imames (la paz sea con ellos).
Estas palabras hacen referencia a los grados de adoración, para poder entender este tema con mayor profundidad cabe destacar lo siguiente:
La adoración
La adoración a Dios Único y abandonar la adoración a cualquier otro ser es una de las básicas enseñanzas de los profetas divinos. El mensaje de ningún profeta estuvo exento de la adoración. Dentro del Islam, también, la adoración encabeza todas las enseñanzas. Pero lo particular en el Islam, es que la oración tiene una estrecha relación con esta vida, con la cotidianidad y no es algo pura y exclusivamente para el otro mundo. La adoración, desde el punto de vista islámico, acompaña a la filosofía de la vida y se halla en el corazón de ésta.
Además de las oraciones que se realizan en forma colectiva y con la participación unánime de la gente, el Islam también ha dispuesto las oraciones individuales de una manera que contengan en sí una parte de las responsabilidades de la vida. Por ejemplo, la oración que es la más perfecta manifestación de la adoración a Dios se ha dispuesto de tal manera que cuando una persona se dispone a rezar, aunque se encuentre sólo en su habitación, se está, en realidad comprometiendo a realizar una serie de deberes éticos y sociales, como el aseo, respetar los derechos de los demás (por ejemplo le es prohibido vestir ropas que no le pertenecen sin permiso del dueño), el conocimiento del tiempo y la orientación para la oración, la pacificación (anuncio de paz en el final de la oración por medio de la salutación final) y armonía con los siervos benevolentes de Dios, etc.
Por otra parte, desde el punto de vista del Islam, cualquier obra beneficiosa, si es que esta acompañada con una intención divina se considera también adoración, por lo tanto estudiar, trabajar, realizar actividades sociales, si es que se realiza en el camino de Dios y tiene como objetivo servir a los siervos de Dios, es adoración.
Al mismo tiempo, dentro del Islam existe una serie de enseñanzas que se han establecido para realizar los ritos de la adoración como la oración y el ayuno.
En el Islam observamos que la adoración tiene grados, y la misma oración realizada por dos personas nunca tiene el mismo valor.
Los grados de la adoración:
Los individuos no tienen un concepto unánime respecto a la oración. Depende del grado de su conocimiento de Dios y del mundo metafísico. Desde el punto de vista de algunas personas la adoración es un tipo de comercio, al igual que un obrero trabaja y recibe una remuneración, ellos adoran a cambio del paraíso. Esto es un concepto adoptado por el común de la gente y como dice Avicena, es falta de conocimiento de Dios y ello es aceptado de la gente simple y superficial.
Desde el punto de vista de otras personas, el concepto de la oración es místico y va mucho más allá. Según este concepto, no se plantea el tema del esfuerzo y remuneración. La adoración es un escalón hacia el progreso, la aproximación (a Dios) es la ascensión del hombre, la elevación del alma, el vuelo del espíritu, es el desarrollo de las capacidades espirituales y el ejercicio de las fuerzas angelicales dentro del hombre. Es el triunfo del espíritu sobre el cuerpo, es la más exaltada muestra de gratitud del hombre frente al Creador Absoluto, es la manifestación de amor y cautiverio (shiftegui) hacia la perfección absoluta, y finalmente es el viaje hacia Dios.
Según esta definición, la adoración tiene un cuerpo y un espíritu, un manifiesto y un interior. Lo realizado a través de la lengua y otros miembros es el cuerpo (marco) y lo externo de la adoración. El espíritu y sentido interno de la adoración es otra cosa. El espíritu de la adoración depende del concepto que el adorador tiene de la adoración, la motivación que lo empujo a llevar a cabo la misma y el provecho y placer que consigue por medio de ella.
El concepto de la adoración transmitido por Nahyul Balaghah ( palabras del Imam Ali, la paz sea con él ):
Hadrat Ali, en la máxima número 229[3], dice: “Ciertamente que un grupo adora a Dios esperanzado en conseguir algo a cambio. Ésta es la adoración del comerciante, otro grupo Lo adora por temor, y ésa es la adoración de los esclavos y un último grupo Lo adoran por agradecimiento, y ésa es la adoración de los libres.”
Los dos primeros tipos de adoración son de bajo valor. El Imam quiso decir que suponiendo que Dios no haya establecido ninguna recompensa para la devoción, ni ningún castigo para la desobediencia de los siervos, la gratitud y agradecimiento del hombre hubiese exigido adorar a Dios de todas formas.
Preguntaron al Profeta (la paz y bendición sean con él y su familia): “Tú conoces tu lugar en el paraíso, ¿por qué entonces realizas tantas oraciones preferibles y lloras tanto ante Dios?” El Profeta dijo: “Ciertamente es así, ¿pero acaso no debo ser un siervo agradecido?”
El Imam Ali (la paz sea con él) dice en la maxima 240: “Dios mío yo no te adoro por temor a Tu fuego, o por avidez de tu Paraíso, sino que te encontré Digno de adoración, entonces te adoré.”
Él mismo dice en la súuplica de Kumail: “Dios mío, supón que puedo soportar el fuego del Infierno, pero ¿cómo podría soportar tu lejanía?”
Este tipo de adoración está basada en el amor, un amor muy profundo y celestial y en realidad el objetivo principal de ésta es que el siervo llegue a un grado de amor a Dios que la adoración se convierta para él en un deleite incomparable y no lo cambie por nada.
Es este amor a Dios, precisamente, lo que acerca al hombre a los atributos divinos y así se perfecciona.
Rabi’ah, hija de Ismail:
Se deduce de su biografía que su posición era muy elevada porque en momentos de sus visiones tenía la capacidad de ver el mundo invisible e incluso el paraíso y sus habitantes.
Cabe destacar que nosotros creemos que ahora mismo en el paraíso hay siervos disfrutando de sus bendiciones y otro grupo en el infierno está siendo castigado. Por supuesto, es posible que este paraíso no sea el mismo del Día del Juicio Final al que se dirigirán después de la rendición de cuentas, sino que es un paraíso que sigue vigente hasta el Día del Juicio Final. Nosotros creemos que cuando los ángeles divinos reciben el espíritu de los hombres en el momento de la muerte, este espíritu en la primera noche del entierro vuelve al cuerpo y responde a unas preguntas formuladas por los ángeles de acuerdo a su creencia y su práctica en forma general y de acuerdo a eso se decide su destino en el mundo del purgatorio (barzaj) será un paraiso intermediario (barzaji) o infierno con la misma característica.
Rabi’ah decia: Ra’aitu ahlal yannah iadhhabuna ua iayi’una…“Veo a los habitantes del Paraíso que van y vienen, y a veces veo a las huríes que se cubren de mí.”
Esto demuestra que a veces las mujeres llegan a unos grados de aproximación a Dios que las Huríes se cubren de ellas. Los sabios interpretan sus palabras: “que los ángeles quedan impresionados por la luz de tales seres elevados.”
Esto se puede concebir teniendo en cuenta que el grado espiritual de los seres humanos exaltados es superior al de los ángeles divinos. En los dichos leemos que los ángeles son creados con el agua de la ablución de los seres humanos, es decir, los ángeles son creados con los actos benevolentes de los creyentes. La oración de los creyentes, sus ayunos y otras obras son fuente de creación para los ángeles y de acuerdo a ley que afirma que el hacedor de un acto benevolente es superior a ese acto, entonces el ser humano que realiza esta práctica, por ejemplo el orante, es superior al ángel. Deducimos entonces que las mujeres paradisíacas son mas elevadas en varios grados que las huríes, por ello es que se ven intimidadas por ellas.
Hasta ahora, nos hemos referido a unos ejemplos de las mujeres místicas para saber que las mujeres poseen una elevada jerarquía en el Islam. La historia fue testigo de la existencia de mujeres de la misma jerarquía que Abu Dhar y Uwaisar Qarani, que se contaban entre los mejores compañeros del Profeta (la paz y bendición sean con él), pero debido a que no fueron expuestas permanecieron en el anonimato. Uwaisar Qarani se sentía tan cercano al Profeta que hasta sentía el dolor de cabeza del Profeta desde lejos, y el Profeta lo quería mucho, a pesar de que jamás se vieron personalmente.
La historia de Fudail ibn Aiiad que es muy famosa e interesante -y siempre es mencionada en las exégesis coránicas bajo la aleya 16 de Sura Al-Hadid (57): “Acaso no ha llegado el momento de que los corazones de quienes tienen fe se humillen y teman ante el recuerdo de Dios y lo que ha descendido de la verdad”- este hombre vivió un acontecimiento místico elevadísimo que también fue experimentado por una gran dama que había sido anteriormente artista. Dicen, que su esposo acabó por enviarla al manicomio porque ella escribía poesías donde mencionaba a su amado lo que sorprendía a todos que se preguntaban quién era ese amigo a quien esta dama tanto amaba y por quien tanto lloraba y sollozaba. Su esposo, que cayó en la duda y la sospecha, no supo ver quién era Su amado, por ello la internó en un hospital. Algunos místicos conocidos de aquella época fueron a visitar a esta mujer, entendieron que esta mujer llegó a tal posición que no veía a otro que Dios y que recitaba esos elevados poemas literarios por amor a Dios y se conmovía hasta las lágrimas. Sus estados y sus palabras impresionaron a los místicos y por fin la sacaron del hospital y tuvieron certeza de que: el camino del corazón no se limita a los hombres y que las mujeres, en este camino, son sus compañeras.
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[1] Tasbih: es un recuerdo de Dios, y una de las formas más conocidas y de mayor recompensa es el tasbih que el Profeta enseñó a su hija Fátima y que consiste en decir treinta y cuatro veces Allahu Akbar, treinta y tres veces alhamdulillah y treinta y tres veces subhanallah.
[2] Mumken es un término filosófico que significa ser posible y que hace referencia a las criaturas que son seres posibles y necesitan y dependen de otros ser o seres en contraposición con el Ser Necesario que es Dios y no necesita ni depende de nada ni nadie.
[3] Impresión fundación de “Nahyul Balagha”, Qom, Irán.