¿Yihad sexual de las mujeres en Siria, un fenómeno islámico o una desviación?
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A Aicha, de 20 años, residente en Monastir (Túnez), le animaron a que aceptase un “matrimonio” por horas o días y que mientras durase entregase su cuerpo a los yihadistas wahabitas que combaten en Siria “para aliviarles e insuflarles fuerzas para que pudieran derrotar al enemigo”. Se lo propuso una predicadora extranjera, de unos 40 años, que se presentó en la facultad donde estudiaba ofreciendo cursos gratuitos de islam.
Aicha se apuntó a las clases, en casa de la misionera, a las que asistían otras 18 chicas cuya media de edad era 18 años. La maestra intentó primero convencerles de que se vistiesen de manera más recatada colocándose el niqab, una prenda que solo deja los ojos al descubierto. Buscó también disuadirles de que continuasen sus carreras porque solo el Corán merece la pena ser estudiado. Les explicó las virtudes de la yihad, esa guerra que practican los musulmanes radicales. Si mueren, les dijo, “accederán más fácilmente al paraíso”.
A las más receptivas se les instaba a viajar a Siria para practicar allí, según ella, esta forma yihad. Aicha ya formaba parte de un grupo que iba a ponerse en ruta la pasada primavera, pero dudó, y trasladó sus preocupaciones a su madre y esta la convenció de que renunciase. Poco después, con el rostro pixelado, narró a finales de mayo su experiencia ante las cámaras de Tounesna TV.
Su testimonio, incompleto porque no llegó a ir a Siria, es el primero de una chica sobre la existencia de ese “yihad” para mujeres. Después se han añadido otros casos denunciados por padres musulmanes de hijas desaparecidas como una adolescente de 16 años en Vilvorde (Bélgica). El fenómeno había sido primero desvelado por medios de comunicación iraní, como la agencia Fars, pero se les otorgaba escasa credibilidad en occidente y medio oriente. Ahora hasta las mismas autoridades tunecinas informan de cómo combaten esta práctica no legal para el islam.
Hay miles de jóvenes árabes y también criadas en Europa siendo manipuladas por los wahabís que las hacen viajar a Siria para apoyar de esa forma la lucha contra el gobierno de Bachar el Asad. La mayoría de este reclutamiento está a manos de grupos afines a Al Qaeda. En Afganistán e Irak los radicales no realizaban esta práctica. En Siria y en la sierra de Chaambi, en el oeste de Túnez, ya no es así.
“Clérigos wahabitas con autoridad religiosa suficiente para emitir fatuas han autorizado el matrimonio por horas o días legalizando estas relaciones sexuales que antes eran pecaminosas”, explica Fernando Reinares, investigador principal sobre terrorismo del Real Instituto Elcano
Al jeque salafista Yasir al Ajlawni, afincado ahora en Jordania tras vivir largos años en Damasco, se le atribuye la principal fatua que introduce en el wahabismo esta práctica, que algunos se apresuran en comparar con el mutaa del chiismo, esa práctica wahabí no responde con la lógica y a los elementos de la jurisprudencia del chiismo, sino a una ilógica y a un cinismo con un fondo de terrible manipulación e inhumanidad profunda.
Estos reinterpretación macabra y falsa del matrimonio temporal “suscitan debates contradictorios sobre la responsabilidad jurídica de la mujer y las reglas aplicables al matrimonio” y sus derechos.
¿Quiénes son las mujeres que marchan a Siria? “A veces son reclutadas por propagandistas que las eligen en función de su pasado y de sus aspiraciones”, prosigue. “Si la mujer posee, digamos, un pasado sexual juegan con su sentimiento de culpabilidad dándole a entender que puede salvarse casándose con auténticos musulmanes”. “Algunas de estas mujeres son originarias de países europeos e ignoran todo de lo que supone esta modalidad de unión”.
De Túnez vienen la mayor cantidad de mujeres manipuladas que son acogidas en campamentos los yihadistas wahabís y llegan a casarse y mantener relaciones con hasta seis hombres al día, aspecto este que denuncia su verdadera naturaleza de este tipo de práctica.
En un campamento cerca de Idlib, en el noroeste de Siria, se concentran hasta mil mujeres. “El número de mujeres que se han sido arrastradas a esa manipulación, entre ellas las tunecinas, asegura Alaya Allani, profesor de la Universidad de Manouba en Túnez.
El ministro de Interior de Tunez, Lofti Ben Jeddou, no se atrevio a dar cifras esta semana, pero si dijo que las tunecinas en Siria solían volver a casa cuando se quedaban embarazadas tras mantener relaciones con decenas de hombres. Las autoridades tunecinas reconocen que la yihad sexual, como le llaman en occidente, era una realidad en su propio país, en la sierra de Chaambi donde desde principios de año están atrincherados unos milicianos salafitas huidos de Malí que el Ejército no logra desalojar. Nuredin al Khadimi, el ministro de Asuntos Religiosos y teólogo del islam, pidió a sus compatriotas que rechazasen esas fatuas. El director de la Seguridad Pública de Túnez, Mustafa Ben Amor, anunció el 28 de agosto que se había desmantelado una red que enviaba a chicas a Chaambi . Tres mujeres fueron detenidas, pero el juez instructor las puso en libertad hasta que esté concluida la investigación.
Esta es una práctica gris, es alejada completamente a la gran condición y papel que el Islam brinda a mujer.