Cualquier discusión sobre «la autoridad del Waliy Faqīh fuera de las fronteras del país que gobierna» debe, lógicamente, abordarse después de haber discutido ampliamente temas relacionados con el gobierno islámico y la wilāyat al-faqih. La respuesta a esta cuestión depende en gran medida de la resolución de las cuestiones previas, así como de los fundamentos y teorías establecidos en etapas anteriores. Por consiguiente, resulta esencial examinar la temática que ya se ha tratado.
El cambio fue para mí, el comienzo de una felicidad espiritual, y sentí una paz interior y un gran regocijo por la madhhab de la verdad que descubrí, de la que sin lugar a dudas, se puede decir que es el Islam verdadero. Me sentí rebozar de una gran alegría, y orgulloso de mí mismo, por la guía y dirección que Allah me había otorgado. No podía guardar silencio y ocultar lo que estaba sucediendo dentro de mí, y me dije: “Debo divulgar esta verdad a la gente”. «Habla sobre las gracias de tu Señor» (Sagrado Corán; 93:11). Esa es una de las gracias más grandes, si no la más grande de este mundo y de la otra vida. “El que calla la verdad es un demonio silencioso”, y “después de la verdad no hay nada sino extravío”. Lo que me hizo convencerme de que yo debía difundir esta verdad fue la inocencia de la gente Sunni que ama al Mensajero de Allah y a Ahl-ul Bait. Todo lo que se necesitaba hacer era apartar ese velo que fue colocado por la historia sobre sus corazones, para que pudieran seguir la verdad, pues fue lo que me sucedió a mí personalmente...
Nos dirigimos con Abu Shubbar a la casa de Saiid Muhammad Baqir As-Sadr, y en el camino me trató de manera agradable y me habló sobre los famosos ‘Ulama, sobre Taqlid (imitación a un Muytahid, es decir, a un sabio) y sobre otros temas... hasta que llegamos a la casa del Saiid As-Sadr. Ésta estaba repleta de jóvenes alumnos, la mayoría con turbantes. El Saiid se puso de pie y nos saludó; luego le fui presentado. Me dio una calurosa bienvenida y me hizo sentar a su lado. Después comenzó a preguntarme sobre Túnez y Argelia y sobre famosos ‘Ulama como Al-Jidr Husain, At-Tahir ibn ‘Ashur y otros. Disfruté de su plática, y a pesar de su alta posición y del gran respeto que recibía de los que lo rodeaban, me encontré a mí mismo desinhibido con él, como si lo hubiera conocido desde antes.
A través de mi investigación deduje que la desgracia que sobrevino a la comunidad islámica se debió al Iytihad de los Compañeros, el cual contradecía los claros textos. De este modo fueron violadas las ordenanzas de Allah y destruida la Tradición del Profeta. Los sabios y líderes religiosos llegan a hacer analogía del Iytihad que realizaron esos Compañeros y así contradicen a veces los textos proféticos cuando no están de acuerdo con lo que algunos de los Compañeros hicieron. Incluso contradicen los textos coránicos; y no estoy exagerando, pues ya mencioné anteriormente que, a pesar de la existencia del texto del “Taiammum” en el Libro de Allah, como así también en la Tradición confirmada del Mensajero, hicieron su propio Iytihad, y afirmaron que se debía dejar de hacer las oraciones si no había agua. ‘Abdullah ibn ‘Umar justificó esta interpretación de la manera en que ya indicamos en otra parte de esta investigación.
Con su permiso, expondré una breve exhibición de temas, basándome en tres importantes fuentes islámicas que son: El Generoso Coran, los dichos del noble profeta del Islam (P.B.) y las palabras del Imam Ali (P.). Si quisiéramos sintetizar las enseñanzas del Coran en dos términos, serian: 1) EL MONOTEÍSMO (at tauhid) o sea conocimiento de Dios a través del intelecto. 2) LA JUSTICIA, (retribuir el derecho de todos). El monoteísmo significa corregir la relación del hombre con Dios y la justicia significa corregir la relación del hombre con el hombre. Si usted echa un vistazo ya mismo en cualquier conocimiento islámico o mandato islámico (es decir hacia el Islam en sus aspectos teóricos y prácticos) no puede hallar nada fuera de los dos tópicos arriba mencionados...
Dijo el Mensajero de Allah (BP): “¡Oh gente! Dejo entre vosotros algo a lo que si os aferráis, jamás os extraviaréis. Ello es: el Libro de Allah (el Corán) y la Descendencia de la Gente de mi Casa (Ahl-ul Bait)”. También dijo (BP): “Pronto vendrá hacia mí el Enviado de mi Señor (Isra’il, el Ángel de la Muerte), y yo aceptaré Su invitación. Ciertamente que dejo entre vosotros dos joyas preciosas: La primera de ellas es el Libro de Allah, en el cual encontraréis guía y luz, y la segunda es Ahl-ul Bait (la Gente de mi Casa). Os prevengo, por Allah, que no olvidéis a Ahl-ul Bait... Os prevengo, por Allah, que no olvidéis a Ahl-ul Bait”. (1) Si examinamos con cuidado este noble hadiz, el cual ha sido referido en los Sihah de los Sunnis, encontraremos que solamente los Shi‘as siguieron las dos joyas preciosas: “Al Libro de Allah y a la Pura Descendencia del Profeta (BP)”, mientras que los Sunnis siguieron al dicho de ‘Umar: “Nos es suficiente el Libro de Allah”. Si por lo menos hubieran seguido el Libro de Allah sin interpretarlo según sus propios caprichos... 1. Sahih Muslim, Capítulo sobre “Las Virtudes de Ali”, Vol. 5, p. 122. Sahih At-Tirmidhi, Vol. 5, p. 328. Mustadrak Al-Hakim, Vol. 3, p. 148. Musnad Al-Imam Ahmad ibn Hanbal, Vol. 3, p. 17.
Una noche mi amigo me dijo que el próximo día iríamos, si Allah así lo quería, a Nayaf. Le pregunté: “¿Qué es Nayaf?”. Dijo: “Es una ciudad de conocimiento; además, en ella se encuentra la tumba de Ali ibn Abi Talib”. Yo me sorprendí, puesto que, ¿cómo es que es conocida la tumba del Imam Ali?, pues todos nuestros Shaij dicen que no se sabe dónde se encuentra la tumba de nuestro maestro Ali. Tomamos un ómnibus hacia Kufa y allí nos detuvimos para visitar la Mezquita de Kufa, que es uno de los monumentos islámicos más famosos. Mi amigo me mostró todos los lugares históricos, me llevó al Santuario de Muslim ibn ‘Aqil y de Hani ibn Urwa, y me contó brevemente cómo fueron martirizados. Me llevó al mihrab (nicho en dirección a la qiblah), donde el Imam Ali fue martirizado; luego visitamos la casa donde el Imam vivía con sus dos hijos, nuestros maestros Al-Hasan y Al-Husain. En la casa todavía estaba el aljibe del cual ellos bebían y realizaban con su agua la ablución...
Dios Altísimo afirma en el Noble Corán que: “En la Torah y en los Salmos (de David), escribimos que los virtuosos heredarán la Tierra”. En otro versículo se narra algo semejante de boca del profeta Moisés, la paz sea con él. Sin dudas un día esta promesa divina se cumplirá. En otra parte, luego de referirse a la historia del Faraón que oprimía al pueblo, afirma: “Y queremos agraciar a quienes fueron oprimidos en la tierra y designamos Imames (guías, líderes de parte de Dios) y los hacemos herederos (de la tierra)”. Este versículo, si bien se refiere en primera instancia a los Hijos de Israel y a su libertad de las garras del Faraón y el acceso de ellos al poder, también la expresión árabe ua nuridu, “y queremos”, alude a una voluntad permanente (pues está en tiempo presente, no en pasado como suele traducirse al español en forma errónea en las traducciones vigentes del sagrado Corán. NT). Por ello, en muchas narraciones se alude con este versículo a la venida del Imam al Mahdi, que Dios apresure su honorable venida.
Como hemos señalado, la diferencia entre shi’itas y sunnitas en relación con el tema del Imamato, abarca tres temas: el primero es que el Imam debe ser designado por parte de Dios, el segundo es que debe poseer el hábito de la infalibilidad y el tercero es que debe poseer el conocimiento dado por Dios. En la lección treinta y siete demostramos estos tres temas con un argumento racional y en la lección treinta y ocho hicimos referencia a algunas de las tradiciones transmitidas a modo de prueba (por transmisión de la tradición) acerca de la designación divina de los Puros Imames, la paz sea con ellos. En esta lección nos ocuparemos de ver los temas de la infalibilidad y el conocimiento divino de ellos.
En la lección anterior explicamos que la culminación de la profecía sin la designación del Imam infalible se oponía a la sabiduría divina y la perfección de la religión universal e imperecedera del Islam depende de que luego del noble profeta (BPD) se designe un sucesor adecuado para él, de modo que salvo el rango de la profecía y la recepción del mensaje posea todos los rangos y jerarquías divinas que él ostenta. Este asunto se desprende de los versículos del generoso Corán y de abundantes narraciones proféticas que tanto shi’as como sunnas han transmitido en relación con la exégesis de esos versículos. Por ejemplo, en el tercer versículo del capítulo quinto (La Mesa Servida), el Sagrado Corán afirma: “Hoy os he completado vuestra religión, he consumado mis bendiciones sobre vosotros y me complace el Islam como vuestra religión”.