La diplomacia de la Revolución Islámica; El legado de Ruhollah Jomeini

Roberto Chambi Calle[1]

Los albores de la Revolución Islámica de Irán antes del 11 de febrero de 1979, ya eran permeados entre todos sus partidarios mediante mensajes y discursos espirituales, este movimiento fue pacífico desde sus inicios; pues en ningún momento se levantaron armas, todo lo contrario el régimen monárquico fue quien en varias escaladas asesinó a los revolucionarios, encarcelándolos  o desterrándolos al exilio, siendo este último uno de los instrumentos del Sha de Irán Reza Pahlavi para soslayar a Ruhollah Jomeini , primero a Turquía, Irak y finalmente Francia.

Desde aquel barrio en el limbo de Paris (en Neauphle-le-Chateau) un “anciano” desde sus discursos espirituales y su ejemplo de ética y moral doblegaba a un régimen monárquico imperial de más 2500 años: sus mensajes; cartas y cintas de audio (casetes) alimentaban el espíritu de los hombres y mujeres para que su nación sea liberada del yugo de un rey opresor y servil al imperialismo.

La diplomacia islámica desde el exilio no solo alimentaba la revolución en sí, sino que mostraba al mundo la forma de cómo debía conducirse un país; pues los instrumentos internacionales para el relacionamiento de los sujetos internacionales (Individuos, Organizaciones Internacionales y Estados) tenían un nuevo modelo liderado por un clérigo que dejaba de lado los principios occidentales enraizados en manuales ortodoxos de las Relaciones Internacionales y el Derecho Internacional; así como constreñía la polarización, pues Jomeini decía: “Ni este ni oeste, Solo la República Islámica” tachando a EEUU como “El gran Satán”.

Esta nueva forma de entablar relaciones con los actores internacionales tiene sus fundamentos en los principios coránicos, los dichos del Profeta Muhammad y su familia (Ahlul Bait).

El 16 de enero 1979, Reza Pahlavi huye de Irán, el pueblo bajo la egida del Imam, con su lucha y resistencia tumbó al dictador, el 1 de febrero de ese mismo año volvía después de un exilio de 14 años, anunciando ese día mismo que se consolidará la República Islámica bajo el liderazgo de la Wilayat Al Faqih.

Fundada la República Islámica, emergía la nueva diplomacia lejos de aquella sumisa y servicial al imperio, pues cuando este clérigo recibía a presidentes y primeros ministros, no lo hacía en salones decorados con diamantes y joyas; sino en su humilde casa donde no había los lujos que el otrora “rey” tenía. Cuando era la hora del rezo los invitados por más importantes que fuesen tenían que esperar hasta que el Imam termine sus oraciones, pues cinco veces al día rezaba y pedía la guía de Dios no pudiendo interrumpirlo nadie.

La política exterior islámica, parte de varios  principios siendo uno de los fundamentales la negación de todo intervencionismo y colonialismo; pues “se basa en la negación de toda dominación o sometimiento[2]”, en ese sentido su compromiso parte de estos axiomas, lo cual hace entendible cuando hace una firme defensa y denuncia en favor de las causas de los musulmanes y no musulmanes, siendo un ejemplo palmario la defensa de la causa Palestina, la ayuda a Siria; así como a Irak cuando estos fueron y son  atacados e intervenidos por EE.UU, la OTAN y los falsos musulmanes como Daesh o Al Qaeda.

Este compromiso de ayuda al oprimido sea musulmán o no, tiene etapas y mecanismos desde la denuncia hasta la defensa sagrada (Yihad menor).

La diplomacia islámica cuando firma y negocia tratados internacionales debe abstenerse de aquellos “que entrañe la dominación extranjera sobre los recursos naturales y económicos, la cultura, el ejército u otros dominios”[3], con lo cual queda establecido que cualquier persona natural o colectiva (jurídica) no puede tener posesión alguna dentro del territorio islámico, en tal sentido el estado es dueño casi absoluto de sus bienes y recursos.

La política exterior islámica “considera su fin principal la felicidad del hombre en todo el conjunto de la comunidad humana. Reconoce que la independencia, la libertad y un gobierno justo y verdadero es un derecho de todos los pueblos. En consecuencia, a la par que se abstiene plenamente de interferir en los asuntos internos de otros pueblos, respalda la justa lucha de los desheredados frente a los arrogantes en cualquier parte del mundo”[4].

Por otro lado, la exportación de la revolución islámica a partir de la moral, la ética y los valores espirituales de fraternidad no significa imponer el pensamiento islámico, sino exponerlo para que sea aceptado o respetado. Este aspecto ha sido mal interpretado por muchos actores internacionales, lo cual hizo que Irán sea considerado por las potencias como un estado que está “dentro del eje del mal” junto a otros países, como Venezuela, Siria o Corea del Norte.

Hoy que el mundo vive en una multipolaridad se hace necesario estudiar y analizar la diplomacia islámica, nacida en la cuna de la Revolución liderada por Jomeini; pues muchos estados van dejando los principios internacionales o en su defecto va acomodando sus procedimientos a sus intereses propios para invadir, intervenir y derrocar a las democracias de los países que no están dentro de su “guión de diplomacia”; pues aun jugando con sus reglas ellos las incumplen, tales como el acuerdo 5 más 1; Plan Conjunto de Acción Comprehensiva (JCPOA, por sus siglas en inglés) que Irán firmó el 14 de julio de 2015, del cual EE.UU de manera injustificada y arrogante se retiró, o el incumplimiento del régimen israelí de las tantas resoluciones del Consejo de Seguridad, La Corte Internacional de Justicia y la ONU respecto a los derechos de Palestina.

Frente a estos incumplimientos a la ley internacional, así como su arrogancia y burla a comunidad internacional, la diplomacia islámica no puede quedar callada, por este hecho cuando el actual Líder de la República Islámica de Irán manifiesta su oposición es tachado de “contrario a la paz mundial”; pero la pregunta es, ¿Aquellos que incumplen la normativa internacional atacando, colonizando, y bombardeando países son los verdaderos representantes de la paz en el mundo? ¡Claro que no!, pues sus actos son cínicos proclives a favorecer grupos y logias de poder internacionales en desmedro de los “condenados de la tierra”.

Por estas razones es que la política exterior islámica es contestaria desde los contextos de su realidad; no intervenir, no oprimir, ni ser oprimido; pues decía Ruhollah Al Musavi Jomeini “La nuestra es la lucha de los pueblos descalzos contra el libertinaje y la prodigalidad de los desmesurados, la lucha de los valores ideológicos y revolucionarios contra el sucio mundo del poder, el dinero y la codicia”.

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[1] Cientista Jurídico, Teólogo, Analista en Relaciones Internacionales, miembro del Comité para el Estudio y la Difusión del Derecho en América Latina y la Asociación de la Comunidad Islámica Ahlul Bait de Bolivia

[2] Constitución de la República Islámica de Irán, principio 152.

[3] Ibidem 153.

[4] Ibidem 154

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