Los aportes del Islam a la humanidad (XVII)
Creencias y escuelas religiosas
Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub
Traducido por Zohre Rabbani
En el periodo del califato de Ma’mun, los musulmanes se dedicaron a la ciencia de las creencias y las escuelas religiosas con el mismo fervor que a la geometría y a la lógica. El propio califa escuchaba los razonamientos de los dos partes de la discusión interreligiosa con la paciencia e intelectualidad alejando a los dos bandos del insulto y el abuso.[1] A pesar de todo, el califa no podía mostrar con los zindiqes, la misma tolerancia y actos magnánimos que tenía referente a la Gente del Libro. Aunque los zindiqes, como los zoroastrianos, creían en los dos orígenes, bueno y malo de la creación —Dualismo—, pero la negación de las leyes —sharias—, el menosprecio hacia los profetas, la revelación y la corrupción moral entre ellos, causaba el odio e intolerabilidad de los musulmanes hacia estos. Además, el título “zindiq” no especificaba solo a los dualistas maniqueos, sino a los dahriyas —negadores de una existencia más allá de este mundo material—, ibahiyas —amorales—, shakkakes —escépticos—, y algunos filósofos, e incluso algunos sufíes también —por lo menos posteriormente— se denominaron con el mismo título. Antes de Ma’mun, en el periodo del califato Mahdi abasí, los zindiqes fueron perseguidos como una secta peligrosa. Ma’mun tampoco fue tolerante con ellos.
En realidad estos zindiqes —tanto maniqueos como los demás— eran considerados el enemigo común de toda la Gente de Libro. Por eso el autor zoroastriano del libro “Shikand-gumanic Vichar”, como el sabio judío Musa Ibn Maimun —Moshé ben Maimón o Rabí Moisés el Egipcio de los europeos— trataron de rechazar sus credos y opiniones. Los zindiqes como los hindúes brahmanes negaron la profecía divina y dijeron que en la vida no hay necesidad del envío de los profetas.[2] Argumentaban que lo que traen los profetas, o armoniza con el intelecto o no. Si está de acuerdo con el intelecto, qué necesidad había de ellos, cuando todas las personas lo perciben con sus propios intelectos, y si es lo contrario, entonces no es permisible aceptarlos.
Los teólogos musulmanes discutían mucho con ellos, por ejemplo argumentaban: ¿Por qué no es correcto que los profetas traigan abundantes temas que el intelecto de las personas en general no llegarán a conocer?, pues poseen una sabiduría oculta a la cual solo se tiene acceso si se goza de un elevado intelecto. [3]
También los zindiqes mayormente, se aprovechaban del “mal” existente en la creación con el fin de negar la existencia del creador, Su administración y sabiduría en el universo. En este asunto para la discusión y argumentación contra los zindiqes y negadores de Dios como el origen de todo y el Retorno hacia Él, existen puntos interesantes en los dichos de los imames inmaculados —la Gente de la Casa del Profeta del Islam— y los teólogos musulmanes, los cuales muestran la visión filosófica entre estos. Hay respuestas categóricas y alegóricas según el pensamiento del Imam Sadiq (P) en el libro Tawhid Mufaddal, por ejemplo, donde dice: “El estado de estas personas es como un grupo de ciegos que ingresan a una casa ordenada donde cada cosa está en su lugar, se mueven de un lado de la casa al otro y cuando tropiezan con los muebles que cada uno tiene en su propio espacio y para su propio beneficio, se enfadan con el dueño de la casa, acusándolo de haber acumulado cosas inútiles en ella. Estas personas que niegan la sabiduría que hay en la creación y no logran diferenciar entre lo benigno y maligno existente, son como este grupo de ciegos.”[4]
En otra ocasión el Imam Sadiq (P) dijo a Ibn Abi al-Awya —un famoso zindiq—, quien negaba la resurrección: “Si el fin de este mundo fuera como tú dices, entonces nosotros también estaremos a salvo como tú, y si no fuera como tú dices, así nosotros seremos salvados pero tú serás aniquilado.”[5] Este pensamiento sabio es una forma antigua del dicho famoso de Pascal, el filósofo y matemático francés, que los sabios de Europa lo han denominado Apuesta de Pascal —Pari de Pascal— y que fue enunciado unos siglos antes entre los musulmanes.[6]
La familiarización de los musulmanes con algunas tesis de filósofos griegos, agregando la reflexión en las opiniones de los brahmanes hindúes y maniqueos, formó una especie de ateísmo, parecido a lo que posteriormente en Europa se le conocería bajo el título del Nihilismo, el cual niega tanto el origen y el retorno así como a la Profecía y la Ley. Algunos ejemplos de ellos son Muhammad Ibn Zakariya ar-Razi —Rhazes de los europeos—, Ibn ar-Rawandi y Abul ‘Ala Al-Ma’arri.
Muhammad Ibn Zakariya ar-Razi (fallecido en 925), creía en los cincos “pre-eternos” o qudama jamsa —Dios, el alma, la materia, el tiempo y el espacio—, y como se muestra en el libro A’lam an-Nubuwwah de Abu Hatam Razi que fue escrito con el fin de rechazar sus opiniones, negaba a todos los profetas y percibía una contradicción e irracionabilidad en sus dichos. Además, consideraba la abundancia de los “males” existentes en el universo como un pretexto para la negación de la Gracia Divina y Sabiduría Suprema. Cuando estudiamos el dicho del sabio judío, Musa Ibn Maimun, donde en su refutación dice: “Este ignorante solo ve la existencia en su propia persona y cuando sucede algo en contra de su deseo asegura que la existencia es maligno totalmente. Pero si percibiera bien la existencia y entendiera que su porción de existencia es poca, se manifestaría la verdad para él.”[7] Observamos una vez más que los zindiqes eran enemigos comunes para todas las religiones, y tanto musulmanes como cristianos y judíos se esforzaron por luchar en su contra. Estas discusiones que ya mucho tiempo antes se plantearon en territorio del Islam, unos siglos después fueron materia de discusión para el sabio alemán G. W. Leibniz para rechazar la opinión de Pierre Bayle, el filósofo francés.
Ibn ar-Rawandi (fallecido hacia 911) también, según lo conocido, profesaba la pre-eternidad de la materia y no consideraba al universo como resultado de una creación. Además, en sus tesis ha negado tanto a la Profecía como el Retorno y el Día de la Resurrección. También halló un pretexto en las adversidades y males para negar la Sabiduría y Gracia Divina. Dijo en su libro At-Tadil wat-Taywiz: “Quien hace sufrir a sus siervos con la enfermedad e indigencia, y luego los somete al tormento eterno, no es sapiente ni clemente y no conoce el límite y la medida del pecado y el castigo.” En esta expresión de Ibn ar-Rawandi se puede encontrar la misma famosa protesta de la doctrina del Dualismo, e incluso se ve en Dinkart, el cual muestra que los zindiqas —en su concepto filosófico— no distaban de las opiniones de los dualistas —maniqueos e incluso mayus—. Del esfuerzo valioso que ha realizado Abul-Husain Jaiiat en su libro Kitab al-Intisar, escrito con el fin de refutar las creencias de Ibn ar-Rawandi, se ve como los mutazila sintieron un peligro en sus opiniones. Abu Ali Yibaei, Zubairi y Abu Hashim también expresaron un rechazo a sus ideas, y su pensamiento zindiqa demuestra la penetración de la ideología mani’a —escepticismo— y la-adria —agnosticismo— de los filósofos griegos, como Pirrón de Elea, en la mentalidad de los musulmanes.
Una prueba más de la penetración de esta duda y pesimismo en la mentalidad de algunos musulmanes, es el contenido de dos libros de Abul ‘Ala Al-Ma’arri, Luzumiyat y Risalatul-Gufran, los cuales están llenos de dichos de zindiqes, que mayormente están narrados en el libro Mu’yam al-Udaba del erudito Yaqut al-Hamawi.[8] En estos dichos, Abul ‘Ala ataca a todos los creyentes y a todas las religiones e incluso, algunas veces rechaza y niega a los profetas (P). Por todo esto que se halla en sus libros no es extraño que este poeta ciego sea blanco del odio y de las maldiciones por parte de muchos musulmanes.
Se debe aclarar que entre los musulmanes en general, aquellos que creían en su religión con entera certeza, consideraban cualquier duda o ambigüedad como una desviación, y por eso en todos los estratos de la sociedad (médicos, eruditos, sufíes predicadores y literatos) se encontraban personas acusadas de ser ateos o zindiq. Como por ejemplo, entre los teólogos y literatos tenemos a Abu Haiian Tawhidi quien fue acusado de ocultar su incredulidad, así como entre los sufíes algunos como Abu Hafs Haddad y Husain Ibn Mansur Hal-lay.[9] Abu Hafs Haddad, sabio jurisprudente y memorizador de todo el Corán, pero debido a su familiarización con los libros filosóficos de Avicena se le trató como a Ibn ar-Rawandi. Algunas palabras de Ibn Mashshat en Bagdad poseían tanta doctrina zindiqa que causaron sedición.[10]
En realidad, cuando se puso fin al movimiento del maniqueísmo y brahmanismo por las represiones de los califas Mahdi, Mansur y Ma’mun abasí, la filosofía tomó el lugar de la difusión de la zindiqa e incredulidad entre los musulmanes. Por eso, un gran sector no veía bien las creencias de los filósofos, y a veces les llamaban “la secta desviada”. Y así en algunos casos, el hecho que se le diera el cargo de gran visir a Avicena para tenerlo bajo control y que al sheij Shahabud-Din Suhrawardi se le acusara de incredulidad entre algunos jurisprudentes —faqihes—, demuestra que algunos musulmanes los consideraban como responsables de introducir creencias falsas y ambigüedades en la mentalidad de los fieles.
Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad; Editorial Elhame Shargh
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[1] Ibn Teifur, Kitab Bagdad, 22-23
[2] Al-Biruni, Al-Hind, 2 Pág. 51
[3] Allama Hilli, J. H., Kashf al-Murad, Pág. 217
[4] Maylesi. Bihar al-Anwar 2, Pág. 19
[5] Maylesi. Bihar al-Anwar 2, Pág. 11
[6] Esta argumentación se encuentra también en Nahy al-Balaga, Ihia ul-‘Ulum y el libro Mizan de Al-Ghazali. Compárese con: M. Asin Palacios, Los Precedentos Musulmanes de Pari de Pascal, Santander 1920, 5
[7] Dilalatul Mutahayierin, Paris, 3, 18
[8] Yaqut al-Hamawi, Mu’yam al-Udaba, Vol. 1, 94-189
[9] Husain Ibn Mansur, más conocido como Al-Hallaŷ o Al-Hallaj, el "cardador". Nacido en Irán en el año 857 dC. y muerto en Bagdad, en 922. Se considera un "místico universal", "maestro sufí" y "poeta místico islámico". Dijo "Yo soy la Verdad". Es por este motivo que es arrestado bajo la acusación de haber atentado contra la autoridad del califa. Condenado a muerte, es ejecutado en la horca, crucificado, mutilado y quemado. (N. del T.)
[10] Mir-atuz-Zaman, Vol. 1 Pág. 266 y 344