El combate y el martirio del noble Ali Akbar, hijo del Imam Husain (P), en día de Ashura en Karbalá
Un vistazo a la historia del Islam en el primer siglo
Por el Sheij Huseyn Ansarián
Una de las grandes tragedias que tuvo que soportar la familia del Profeta (s.) en Karbalá fue el martirio del noble Ali Akbar (a.s.).
Abu Mihnaf,[1] Sheyj Al-Mufíd,[2] Abu l-Farach Isfahání,[3] Seyed Ibn Táwuus,[4] Alamah Maylesí,[5] Mázandarání[6] y Sheyj Abbás Qommí, han relatado así la tragedia de su martirio:
“Después de que los seguidores del noble Imam Huseyn ibn Ali (a.s.) hubieron apurado la copa del martirio y le llegase el turno de entrar en combate a la familia del noble Imam, el primero de ellos en acudir al campo de batalla y de ofrecer su vida por la causa del Islam y el Corán fue el noble Ali Akbar (a.s.).[7]
Abu Hamza Az-Zumálí transmitio del noble Imam As-Sádiq (a.s.) una larga recitación de saludo al noble Ali Akbar en su mausoleo, en la cual dice:
«صَلَّیَ اللهُ عَلَيْکَ وعَلیٰ عِتْرَتِکَ وَأَهْلِ بَيْتِکَ»؛
“Las bendiciones de Dios sean contigo y con tu familia y con la gente de tu Casa Profética.”
Que nos indica que el noble Ali Akbar (a.s.) tenía esposa e hijos.
De las recitaciones de saludo y de las palabras del Imam Huseyn (a.s.) y del Imam As-Sádiq (a.s.) se deduce que el noble Ali Akbar (a.s.) poseía la estación espiritual de la grandeza, estación espiritual que no era obligatoria para él, pero que obtuvo y que, desde el punto de vista de su personalidad, era equiparable al nivel obtenido por los enviados divinos.[8]
Marhum Maylesí escribe en su obra Bihár al-Anwár:
“De la manera en que el Señor de los Mártires maldijo a los asesinos de Ali Akbar (a.s.) podemos deducir la inmensidad de la tragedia que su martirio supuso, teniendo en cuenta que ni los profetas de Dios ni los Imames Purificados maldicen con facilidad.
«صٰاحَ الحُسَيْنُ بِعُمَرِ ابْنِ سَعد»؛
Cuando Ali Akbar se dirigía a entrar en combate, Imam Huseyn (a.s.) gritó a Umar ibn Sa’ad:
«مٰالَکَ»
“¡¿Qué vas a hacer?!
«قَطَعَ اللهُ رَحِمَکَ» «وَلا بَارَکَ اللهُ لَکَ فِی أَمْرَکَ»«وَسَلَّطَ عَلَيکَ مَنْ يَذْبَحُکَ بَعْدِي عَلیٰ فِراشِکَ»
«کَما قَطَعْتَ رَحِمی»؛ «وَلَم تَحْفَظْ قَرابَتي مِن رَسولِ الله»
¡Que Dios acabe con tu descendencia y no te otorgue Sus bendiciones en la vida! Y que te someta a una autoridad que, después de mí, termine cortándote el cuello en tu misma cama, igual que tú acabaste con mi descendencia y no respetas nuestra cercanía al Mensajero de Dios.”[9]
El propio Imam Huseyn (a.s.) nos ha aclarado la personalidad del noble Ali Akbar (a.s.) con las palabras que dijo junto a su tienda:
«اللهُمَّ أشْهَد عَلَی هَؤُلاءِ الْقُوْمِ قَد بَرَزَ إلَيهِم غُلامٌ أَشْبَهُ النَّاسَ خَلْقاً وَخُلْقَاً وَمَنطِقَاً بِرَسُولِکَ وَکُنّا إذا اشْتَقْنٰا إلی رُؤْيَةِ نَبيِّکُ نَظَرْنٰا إلیٰ وَجْهِهِ»؛
“¡Oh Dios! Se testigo de este joven que se dirige a combatir contra esa gente y que es el ser más parecido a Tu Mensajero en su constitución, en su moral y en su manera de hablar. Cada vez que deseábamos volver a ver al Mensajero, le mirábamos a él.”[10]
En la obra Raudat ul-Ahbáb se recoge que cuando el noble Ali Akbar (a.s) vio que su padre había quedado sólo y lejos de su hogar, perdió la paciencia, fue junto a su padre y le pidió permiso para entrar en combate. Las lágrimas del Imam fluyeron como de un manantial. Abrazó a su hijo. Olió su perfume como si fuera una flor y se lamentó. El propio Imam Huseyn (a.s.) le vistió la armadura. Ciñó a su cintura el cinturón de cuero que era un recuerdo de su padre Amir al-Muminín Alí (a.s.) y colocó su silla de montar especial sobre su caballo.[11]
El autor de Dam’at us-Sákibah escribe:
«لَمّا تَوَجَّهَ إلیَ الحَرْبِ إجتَمَعَتِ النِّساءُ حَولَهُ کَالحَلْقَة»؛
“Cuando se dirigía hacia la batalla, las mujeres de la familia le rodearon como las cuentas de un collar y le dijeron:
«إرْحَمْ غُرْبَتَنا»؛ «وَلا تَسْتَعجِلْ إلی الْقِتالِ» «فَإنَّهُ لَيسَ لَنا طَاقَةٌ فِی فِراقِکَ»؛
“¡Ten misericordia de nuestro sufrimiento y no tengas tanta prisa en acudir al combate! ¡No podremos soportar el que nos abandones!”
Las mujeres le quitaron el turbante. Sus hermanas le quitaron las bridas y la montura al caballo
«وَمَنَعَتْهُ مِنَ العَزيمَة»؛
y no le permitían moverse.
«تَغَيَّرَ حَالُ الحُسَينِ بِحَيثُ أشرَفَ عَلَی المُوت»؛ «وَصَاحَ بِنِسائِهِ وَعَيالِهِ دَعْنَهُ»
«فَإنَّهُ مَمْسُوسٌ فِی الله وَمَقْتُولٌ فی سَبيلِ الله»
Aba Abdellah, el Imam Al-Huseyn (a.s.), se sentía morir, pero dijo: “¡Oh mujeres y miembros de mi casa! ¡Dejadle partir! ¡Él va inmerso en la esencia divina y a morir mártir por la causa de Dios!” Y repitió la misma frase que el noble Mensajero de Dios dijo refiriéndose a Amir al-Muminín:
«لا تَسُبُّوا عَليّاً فَاِنَّه مَمْسُوسٌ في ذاتِ الله»؛
“No molestéis a Ali porque él va inmerso en la esencia divina”[12]
Es decir, así como la esencia divina se manifestaba en Ali ibn Abi Tálib (a.s.), la belleza y la majestuosidad divina se manifiestan en Ali Akbar (a.s.). Los atributos divinos se manifestaban en Ali Akbar y la resultante de esa manifestación no era otra que la posición espiritual de la grandeza en él.
El gran doctor de la ley y referente de la comunidad, Sheyj Yafar Shustarí, que Dios esté complacido con él, escribió:
“Imam Huseyn (a.s.), ante la tragedia del noble Ali Akbar, se sintió morir en tres momentos:
El primero cuando vio que Ali Akbar estaba listo para entrar en combate.
El segundo cuando Ali Akbar regresó para pedirle un poco de agua y le dijo:
«يَا أَبَةَ اَلْعَطَشُ قَدْ قَتَلَنِي...»
“¡Oh padre mío! ¡La sed me va a matar!”.
El tercero cuando Ali Akbar cayó del caballo y llamó a su padre.
La noble Sakina al-Kubra (a.s.) dijo:
«لَمّا سَمِعَ أبي صَوْتُ وَلَدِهِ نَظَرْتُ إلَيهِ»؛ «فرأيتُهُ قد أشْرَفَ عَلَی الْمَوتِ»؛ «وَعَيْنٰاهُ تَدُورانِ کَالمُحْتَضَر»؛
«وَجَعَل يَنظُرُ الأطرافَ الخِيمَة» «وَصَاحَ مِن وَسَطِ الخِيمَة»؛ «وَلَدي قَتَلَ الله قَوْماً قَتَلوُک»؛
“Cuando mi padre escuchó la voz de su hijo llamándole miré a mi padre y le vi al borde de la muerte por la angustia que sentía. Sus ojos parecían los de un ser moribundo. Miraba a los lados de las tiendas desconcertado y parecía que su alma iba a escaparse de su cuerpo. En medio de las tiendas grito: ¡Hijo mío! ¡Qué Dios mate a las gentes que te han matado![13]”
Sheyj Al-Mufíd, que Dios esté satisfecho de él, dijo:
«يٰا حَبِيبَ قَلْبِي، وَيٰا ثَمَرَةَ فُؤادِي، لَيْتَنِي کُنْتُ قَبْلَ هَذٰا عَمْيٰاءِ»؛
“Cuando Aba Abdellah (a.s.) gritó de esa manera, la noble Zaynab al-Kubrá (a.s.) emitió un lamento: “¡Oh amado de mi corazón! ¡Oh fruto de mi alma! ¡Ojalá hubiera quedado ciega antes de ver esto!”
Todas las mujeres comenzaron a emitir lamentos en alta voz. Imam Huseyn (a.s.) dijo:
“¡Tranquilizaos! ¡Todavía tendréis mucho que llorar!”[14]
Así pues, el noble Ali Akbar fue a la batalla y después de combatir un tiempo regresó hacia las tiendas con numerosas heridas. La sangre se escapaba de su bendito cuerpo. Por esa razón y debido al duro combate que había librado y al mucho calor, padecía una sed abrasadora. Dirigiéndose a su noble padre, dijo:
«ألْعَطَشُ قَد قَتَلَني وَثِقْلُ الحَديدِ أَهَدَني فَهَل إلی شَرْبَةٍ مِن الماءِ سَبيلٌ أتَقَوَّی بِهٰا عَلیَ الأَعْدٰاءِ»؛
“La sed me está matando y las pesadas armas del enemigo me han herido ¿Habrá alguna manera de que pueda beber un sorbo de agua que me de fuerzas ante mis enemigos?”
Quizás quería decir: “¡Oh padre! Esos miserables no han podido tirarme del caballo pero la sed y la gravedad de las heridas me están derrotando y si pudiera beber un poco podría recuperar mis fuerzas.”
Esta petición no era algo fuera de lugar, pues se basaba en un comportamiento anterior similar, cuando su padre, por el amor que sentía por él, había respondido a su petición realizando un milagro.
Marhúm Seyed Háshim Bahrání, con su cadena de transmisión, recogió de Abdellah ibn Muhammad lo siguiente:
“Vi cuando Ali ibn Al-Huseyn (a.s.) le pidió a su padre uvas fuera de la temporada de las uvas y su padre, Huseyn ibn Ali (a.s.) golpeó con la palma de su mano una columna de la mezquita y de ella brotaron uvas y plátanos, mientras Imam Huseyn (a.s.) decía:
«مٰا عِنْدَاللهِ لِأوْلِيائِهِ أَکْبَر»؛
“Lo que hay junto a Dios para Sus amigos es más...”[15]
Se ha recogido que, cuando el Imam escuchó la petición de su hijo, lloró y dijo:
«فَبَکَیَ الحُسَينُ»؛
«وَقٰالَ يا بُنَیَّ، يَعُزُّ، يَعُزُّ عَلی مَحَمَّدٍ وَعَلی عَلي ابنِ أبي طَالِب وَعَلَيَّ أن تَدْعُوهُم فَلا يُجيبُوکَ وَتَستَغيثَ بِهِمْ فَلٰا يُغِيثُوک»؛
“¡Oh hijito! ¡Qué duro es para Muhammad, para Ali ibn Abi Tálib y para mí, que nos pidas y no poder responderte! ¡Que reclames nuestra ayuda y no poder ayudarte! ¡Oh hijo mío! Trae acá tu lengua.”
«هٰاتِ لِسانَکَ» «وَارْجَعْ إلی قِتَالِ عَدُوِّکَ»؛
«إنّي أرْجُو أنَّکَ لا تَمْسِي حَتّی يُسْقِيَکَ جَدُّک بِکَأسِهِ الأَوْفیٰ شَرْبَةً لا تَظَمأُ بَعْدَها أَبَداً»؛
El Imam tomó la lengua de su hijo con su boca y succionó de ella, luego le entregó su anillo y le dijo: “Ponlo en tu boca y regresa a combatir contra tus enemigos. Espero que, antes de que llegue la noche, tu abuelo el Mensajero de Dios llene tu boca con el líquido de su copa rebosante tras lo cual no volverás nunca más a padecer sed.”
Y Ali Akbar regresó a la batalla.[16]
En la obra Al-‘Awálim,[17] en la Historia de Tabarí,[18] y en Al-Irshad, se recoge:
“Murrah ibn Munqid dijo: “Que los pecados de los árabes caigan sobre mí si no le mato.”
Cargó contra él y le golpeó con su espada en medio de la cabeza. Su cabeza se abrió y la sangre manó de ella cayendo sobre su rostro. [19]
Y se ha relatado que el noble Ali Akbar, a causa de las graves y múltiples heridas producidas por las espadas y flechas, se abrazó a su caballo, pero la sangre que manaba de su cabeza caía sobre los ojos de éste y le cegaba, de manera que, desorientado, le fue llevando hacia las filas de sus enemigos, quienes, queriendo resarcirse de las pérdidas que el noble Ali Akbar les había ocasionado, como dice el autor del Maqátil:
«فَقَطَعُوهُ بِسيُوفِهِم إرباً إرْباً»؛
le golpearon con sus espadas haciéndole pedazos.
Al caer de su silla de montar y comprender que estaba muriendo, grito:
«يا أبَتاه، هذا جَدّي رَسولُ الله قَد سَقاني بِکَأسِهِ الأوفیٰ شَربَةً لا أظمأ بَعدَها أبداً»؛
“¡Oh padre mío! Mi abuelo, el Mensajero de Allah ha venido a darme de beber de su copa rebosante tras lo cual no volveré nunca a padecer sed.”
«العَجَل العَجَل»؛
«فَإنَّ لَکَ کَأساً مَذخورَةً حَتّی تَشرِبَهُ السّاعَة»؛
Y repitió: “¡Deprisa! ¡Deprisa! También para ti hay preparada una copa rebosante para que bebas de ella pronto.”[20]
Seyed Ibn Táwuus, la misericordia de Dios sea con él, escribió:
«ووَضَعَ خَدَّهُ عَلی خَدِّهِ، وَقال: قَتَلَ اللهُ قَوْمَاً قَتَلوک، مٰا أَجْراهُم عَلی اللهِ وَعَلیٰ إنٰتَهاک حُرْمَةِ الرسُولِ(ص) عَلی الدُّنْيٰا بَعْدَک العَفَا»؛
“Imam Huseyn (a.s.) se sentó junto al cuerpo de Ali Akbar y puso su cabeza junto a la de él diciendo: “¡Que Dios mate a las gentes que te mataron! ¡Qué atrevimiento frente a Dios y qué falta de respeto ante la santidad del Mensajero de Dios! ¡Después de tu pérdida el mundo no vale nada!”[21]
Alamah Maylesí dijo:
«کَأَنّي أنظُرُ إلی إمرَأةٍ خَرَجَتْ مُسرِعَةً کَأَنَّهَا الشَّمسُ الطالِعَة»
«يا حَبيباه، يا ثَمَرةَ فؤاداه، يا نورَ عَيناهُ»
“Vi como una mujer luminosa como un sol resplandeciente salía apresuradamente de su tienda e iba gritando. Se lamentaba amargamente y decía: “¡Oh querido mío! ¡Oh fruto del alma mía! ¡Oh luz de mis ojos!”
Dijeron: “Es la noble Zaynab, la hija de Amir al-Muminín (a.s.)”
«فَأخَذَ بِيَدِها» «فَرَدَّها إَی الفُسْطٰاطِ»
Llegó junto al noble Ali Akbar (a.s.) y se arrojó sobre su cuerpo. Fue la primera en legar a él, antes que el mismo Imam que, al llegar junto a ella, la cogió de la mano y la llevó de vuelta a su tienda y volviéndose hacia los jóvenes de Banu Háshim dijo:
«أقبَلَ بِفِتْيٰانِهِ وَقالَ إحْملُوا أخَاکُم»؛ «فَحَمَلوهُ مِن مَصْرَعِهِ»؛
“Traedme ese cuerpo amado del polvo en el que está tendido.”
Fueron a por él, le transportaron a la tienda que estaba cerca del ejército y allí le tendieron.[22]
En algunas obras acreditadas se recogió del Sheyj Al-Mufíd, quien a su vez lo remite a Yábir ibn Abdellah Ansárí quien dijo:
“Cuando el Imam Huseyn fue hacia la tienda de las mujeres, después del martirio del noble Ali Akbar, salió la noble Sakina (a.s.) y dijo:
«يٰا أباً مٰالِي أَراکَ تَنعَیٰ نَفْسُک وَتُدِيرُ طَرْفُک، أَينَ أخي»؛
“¡Oh padre! ¿Qué veo en ti que traes en el rostro noticias de muerte y vuelves tu rostro a un lado y a otro desolado? ¿Dónde está mi hermano Ali?”
Imam Huseyn (a.s.) se echó a llorar y dijo:
“¡Oh amada de mi corazón! ¡Le han matado!”
La noble Sakina gritó:
«وَا أخْاه، وَا عَليّاه»
“¡Ay de mi hermano! ¡Ay Ali!” y quiso correr desde su tienda hacia el campo de batalla.
Imam Huseyn (a.s.) dijo: “¡Oh querida mía! ¡Ten temor de Dios! ¡Ten paciencia!”
Ella dijo: “Cómo puede tener paciencia alguien a quien han matado su hermano y ve a su padre sólo y abandonado.”[23]
Imam As-Sádiq (a.s.) recitaba en su propia casa la ceremonia de luto por en noble Ali Akbar (a.s.) y le saludaba de esta manera:
“¡Doy la vida de mi padre y de mi madre por ti! ¡Oh a quien separaron la cabeza del cuerpo! ¡Oh mártir inocente! ¡Doy la vida de mi padre y de mi madre por ti que, cuando caíste del caballo, el noble Profeta (s.) vino a recoger tu sangre derramada! ¡Doy la vida de mi padre y de mi madre por ti que fuiste a la batalla ante los ojos de tu padre Imam Huseyn (a.s.) quien proclamó tu derecho y quien, ante tu muerte, lloró con el corazón abrasado de dolor y no paró de llorar por ti hasta la tarde en que murió con tu nombre ¡Ali! ¡Ali! en sus labios.”[24]
Después del martirio del noble Ali Akbar escribieron:
«رَفَعَ الحُسينُ صُوتَهُ بالبُکاءِ»؛ «لَم يُسمَعْ إلی ذلِکَ الزَّمانِ صَوتُهُ بِالبُکاء»؛
“Huseyn (a.s.) gritó de tal forma, inundado por el llanto por la muerte de Ali Akbar, que jamás se había escuchado llorar de una manera tan desgarradora hasta entonces.”[25]
Extraído del libro La epopeya de Ashura, un vistazo a la épica del Señor de los Mártires; Imam Huseyn (P); Editorial Elhame Shargh, 2014
Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.
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[1] Abu Mihnaf, Waqi’at ul-Taf, p. 241-243.
[2] Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 106.
[3] Abu al-Farach Isfahání, Maqátil at-Talibiín, p. 115.
[4] Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-tufúf, p. 115.
[5] Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 43, cap. 37.
[6] Mázandarání, Ma’álí as-Sibtayn, t. I, p. 409-417, sesiones 14 y 15.
[7] Sheyj Abbás Qommí, Muntahá al-Ámál, t. I, p. 272.
[8] La posición espiritual de la grandeza es una de las moradas espirituales más elevadas y no es un estadio espiritual que cualquiera pueda alcanzar. Supone la purificación de cualquier deficiencia, defecto, impureza o pecado y la protección ante todo ello. Entre los seres humanos, solamente los profetas y los Imames Purificados están libres de cometer pecados o errores, ya que, al ser los difusores y protectores de los mandatos y leyes divinas, si no fueran así, sus palabras y actos carecerían de credibilidad absoluta y las gentes podrían cuestionar la veracidad de la revelación divina y de los mandatos de Dios que ellos transmiten.
[9] Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 43, cap. 37.
[10] Abu l-Farach Isfahání, Maqtal at-talibiín, p. 77; Seyed ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-tufúf, p. 166; Seyed Mohsen Amín, Lawáich Al-Ashyán, p. 129-130; Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 43, cap. 37.
[11] Cfr. Mulá Habíb ul-lah Káshání, Tadkirat ush-Shuhadá’, p. 197, conforme a lo relatado por el autor de Rauda tul-Ahbáb.
[12] Bahbahání, Dam’at us-Sákibah, t. IV, p. 331-332.
[13] Alamah Tustarí, Mayális al-Mawá’id wa al-Buká’, p. 123-131, sesión 9.
[14] Qandúsí, Yanábí’u al-mawadda, t. III, p. 78; Zanyání, Wasílat ud-Dárayn, p. 291.
[15] Seyed Háshim Bahrání, Madinat ul-Ma’á yiz, t. III, p. 452, hadíz 1, 24/97.
[16] Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 42, cap. 37; Abdellah Bahrání, ‘Awálim al-‘Ulúm, p. 286.
[17] Abdellah Bahrání, ‘Awálim al-‘Ulúm, p. 286.
[18] Tabarí, Táríj, t. II, p. 340.
[19] Sheyj Al-Mufíd, Kitáb al-Irshád, t. II, p. 106.
[20] Abu l-Farach Isfahání, Maqátil at-Talibiín, p. 76-77; Muhammad ibn Abi Tálib Musawí, Tasliyah al-Mayális, t. II, p. 312; Ibn Numán Hillí, Muzír al-Ahzán, p. 68-69; Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 44, cap. 37; Abdellah Bahrání, ‘Awálim al-‘Ulúm, p. 287; Seyed Mohsen Amín, Lawá’ich al-Ashyán, p. 130-131; Zanyání, Wasílat ud-Dárain, p. 290.
[21] Seyed Ibn Táwuus, Malhúf ‘ala qatli at-Tufúf, p. 167.
[22] Maylesí, Bihár al-Anwár, t. XLV, p. 44, cap. 37.
[23] Mahích al-Ahzán, p. 216; Mázandarání, Ma’álí as-Sibtayn, t. I, p. 409-412, transmitido por el Sheyj Al-Mufíd.
[24] Ibn Qúlaweyh Qomí, Kámil Az-Ziyárát, p. 339, cap. 79, sección 18 de la recitación.
[25] Qomí, Nafs al-Mahmúm, p. 142; Táríj Raudat us-Safá, t. III, p. 2.255.