Enseñanza de la Doctrina Islámica
El Imamato y el significado del Imam
Por Aiatollah M. T. Misbah
El noble profeta del Islam (BPD), luego de su emigración a Medina y de recibir él y los musulmanes que emigraron de Meca (los Emigrados), el auxilio sin reservas de la gente de esa ciudad que les valió el orgulloso apodo de Ansâr, los Auxiliadores, constituyó una sociedad islámica y se dedicó al gobierno de sus asuntos. La mezquita del profeta, además de ser el centro de la adoración comunitaria, la difusión del mensaje divino y la educación y la enseñanza de la gente, fue también el refugio de los emigrados y los desposeídos y el lugar donde se atendía a sus necesidades económicas.
También fue el lugar donde se juzgaba, se impartía justicia entre partes litigantes y se tomaban decisiones militares y el envío de fuerzas a los frentes de batalla y el resto de los asuntos de gobierno. En otras palabras, el gobierno de los asuntos mundanos y espirituales de la gente era llevado a cabo por el noble profeta (BPD) y los musulmanes se veían en la obligación de obedecer sus órdenes puesto que Dios Altísimo, además de exhortar a la obediencia incondicional con respecto a las órdenes del profeta[1], específicamente en los asuntos políticos, judiciales y militares, dio órdenes enfáticas para la subordinación con respecto a Su Mensajero (BPD)[2].
Dicho de otra manera, el noble profeta (BPD), además de poseer el rango de profeta y ostentar el mensaje y el rango de la educación y la enseñanza de las normas islámicas, poseía también el rango de parte de Dios de Gobernante y máxima autoridad de la sociedad Islámica con los rangos subordinados de juez, comandante militar y otros que de él se derivaban. Así como la religión del Islam, además de las obligaciones de adoración y morales, posee normas políticas, económicas, jurídicas, etc., así también el profeta del Islam, además de las obligaciones de la difusión, la enseñanza, la educación, poseía de parte de Dios, las obligaciones ejecutivas de las leyes y normas divinas y poseía todos los rangos de gobierno.
Es evidente que una religión que proclama el gobierno de todas las sociedades humanas hasta el fin del mundo no puede permanecer indiferente con respecto a este tipo de asuntos y la sociedad que se forma en base a esta religión no puede carecer de estos cargos políticos y gubernamentales. Todas estas jerarquías y obligaciones se enmarcan en el rango general del Imamato (liderazgo de parte de Dios de todos los asuntos materiales y espirituales del individuo y de la sociedad. NT.)
Pero el tema es que después de la muerte del noble profeta (BPD), ¿quién debe ocupar esta jerarquía? ¿Y quién confiere tal autoridad?
¿Acaso de la misma manera que Dios confirió esta jerarquía al profeta Muhammad (BPD), se las confirió a otras personas? ¿Acaso el ocupar este rango solo es posible mediante la designación divina y solo con ella adquiere legalidad? ¿O esta designación de parte de Dios, únicamente correspondió al noble profeta y luego de su fallecimiento era la gente la que debía elegir para sí un Imam y erigirlo como su autoridad? ¿En verdad la gente posee semejante derecho o no?
Este es el mismo punto fundamental que diferencia a la Shi’a con la Sunna. O sea, por un lado los shi’as creen que el Imamato es una jerarquía divina que debe ser otorgada por parte de Dios a quienes realmente gozan de las capacidades necesarias y Dios realizó esto mediante el noble profeta (BPD) y estableció al Príncipe de los Creyentes, ‘Ali ibn Abi Tâlib, la paz sea con él, como su inmediato sucesor y luego designó a once de sus descendientes, uno después del otro, para ocupar el rango del Imamato. Por otra parte, los sunnitas creen que el Imamato divino - tal como ocurrió con la profecía y el mansaje - culminó con la muerte del noble profeta (BPD) y a partir de allí, la designación del Imam fue delegada a la gente. Incluso algunos de las grandes personalidades sunnitas explicaron que si alguien accede al poder mediante la fuerza de las armas, luego de que asuma el mando, es obligación obedecerle[3]. Es claro hasta qué punto una opinión de esta naturaleza le abre el camino a los opresores, los arrogantes y embaucadores y cómo provoca la división y la decadencia de los musulmanes.
En realidad, los sunnitas al aceptar la legalidad del Imamato sin la designación divina, pusieron la primera base para la separación de la religión de la política y de acuerdo a los shi’as, este asunto fue el punto más grande de desvío del recto camino del Islam verdadero y la adoración a Dios Altísimo en todas las dimensiones y asuntos de la vida y a su vez, base de otros miles de desvíos que desde la muerte del noble profeta (BPD) tuvieron lugar entre los musulmanes.
Por ello, es necesario que la persona musulmana investigue y revise este asunto con completa seriedad y lejos de todo fanatismo y mera imitación[4], para poder discernir la escuela verdadera y apoyarla con todas sus fuerzas.
Por supuesto que hay que tener en cuenta lo más conveniente en el mundo islámico y abstenerse de preparar el terreno para que los enemigos del Islam se beneficien del las diferencias y evitar que los partidarios de las diversas escuelas se peleen entre sí. No provocar rupturas en las filas de los musulmanes y su coordinación y unión frente a los incrédulos (que agreden al Islam NT), cuyo daño alcanzaría a todos los musulmanes sin otro efecto más que la debilidad de la sociedad islámica. Pero por otra parte, no debe el cuidado de la unidad y la armonía entre los musulmanes impedir que se investigue y se lleven a cabo serios esfuerzos por conocer la escuela islámica verdadera y crear una atmósfera adecuada para conocer el tema del Imamato puesto que la correcta solución de este tema tiene un gran efecto en el destino de los musulmanes y su destino mundanal y extra mundano.
El Imamato en idioma árabe significa jefe, adelantado, líder y todo aquel que ocupe un lugar de liderazgo se denomina Imam, sea en el camino verdadero o en el falso. En el noble Corán se emplea el término Aimmatul-kufr, líderes de la incredulidad[5] para designar a los jefes de las filas de los incrédulos y también a quien reza adelante en la oración comunitaria se lo denomina Imam.
Pero en la terminología teológica se denomina la presidencia total o que abarca todos los asuntos religiosos y mundanos de la sociedad Islámica. La mención del término mundano es para enfatizar la vastedad del término Imamato, sino el vocablo de los asuntos mundanos de la sociedad islámica está contenido en el vocablo din o religión islámica y es parte de él.
Desde el punto de vista shi’a, una autoridad así, recién será legal cuando provenga de Dios Altísimo y quien detente una autoridad tal (directamente, no en representación), debe ser infalible de todo error, en la explicación de las leyes y las ciencias islámicas y también debe estar exento de realizar pecados. En realidad, el Imam infalible posee todos los rangos del noble profeta (BPD), salvo la profecía y el mensaje, pero su palabra con respecto a la explicación de las realidades, las leyes y los conocimientos islámicos son una prueba (huyyah) y sus órdenes en los diversos asuntos de gobierno deben ser obligatoriamente obedecidos.
De este modo, las diferencias entre los shi’as y los sunnitas en el asunto del Imamato, se manifiestan en tres temas:
Primero, que el Imam debe ser designado por Dios. Segundo, que el Imam debe poseer un conocimiento otorgado por Dios y ser infalible con respecto a los errores. En tercer lugar, ser infalible con respecto a los pecados.
Por supuesto que ser infalible no es sinónimo de ser Imam, porque de acuerdo a la shi’a, Fátima Zahrá, la paz sea con ella, la hija del noble profeta del Islam, la bendición y la paz de Dios sean con él y con su Purificada Descendencia, era infalible pero no tenía el cargo de Imamato, y del mismo modo la Virgen María, la paz sea con ella, también era infalible. Quizás entre los santos allegados a Dios (Aulia) hubiera otros que alcanzaron este grado de infalibles aunque nosotros no lo sepamos. El conocimiento de una persona infalible no es posible a menos que sea presentado como tal por Dios.
Fuente: Enseñanza de La Doctrina Islámica, Editorial Elhame Shargh
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[1] Sagrado Corán: cap. 3:32, 132; cap. 4:12,14,69,80; cap. 5: 92; cap. 8: 1,20,46; cap. 9: 71; cap. 24: 51,54,56; cap. 33: 66,71; cap. 49: 14; cap.48: 16,17; cap. 47: 32; cap. 58: 12; cap. 60: 12; cap. 64: 12; cap. 72: 23.
[2] Idem: cap. 3: 152; cap. 4: 42, 59, 65, 105; cap. 5: 48; cap. 23: 64; 33: 6,36; cap. 58: 8,9; cap. 59: 7.
[3] Ahkam Sultaniah de Abu Ia’li.
[4] Las investigaciones realizadas por sabios en este tema han sido recopiladas en miles de libros en diferentes idiomas y con diversos métodos dejando el camino de la investigación completamente abierto para los buscadores de la verdad. Como ejemplo podemos citar los siguientes libros: ‘Abaqatul anuar; Al Gadir; Dalailus-Sidq; Gaiatul Maram e Izbatul Huda.
[5] Sagrado Corán: cap. 9:12.