El mundo después de la muerte (II)
Por Aiatul·lah Ya'far Subhânî
La intercesión
Se considera la intercesión con la anuencia de Dios una de las creencias islámicas categóricas y necesarias.
La intercesión abarca a aquellos que no cortaron su vínculo con Dios y con la religión de una forma completa, y se convertirán de entre los siervos correctos al abarcarles la misericordia divina por medio de la intercesión de los intercesores, a pesar de haberse visto envueltos en algunos actos de desobediencia y pecados.
La creencia en la intercesión está tomada del Sagrado Corán y la tradición, y a continuación señalaremos algunos de esos textos:
A. La intercesión en el Sagrado Corán:
Las aleyas coránicas nos hablan del principio de la intercesión en el Día de la Resurrección y dejan en claro la existencia de la misma que tendrá lugar con la anuencia de Dios. Dice:
﴿ وَلاَ يَشْفَعُونَ إِلاَّ لِمَن ارْتَضَى ﴾
«Y no intercederán sino aquellos de quienes Él esté complacido».[1]
¿Quiénes serán los intercesores?
De algunas aleyas se desprende que los ángeles serán de entre los intercesores en el Día de la Resurrección, tal como dice:
«Y cuántos ángeles habrá en los cielos cuya intercesión no beneficiará sino después de que Dios se lo permita a quien desee y de quien esté complacido».[2]
Respecto a la aleya que expresa:
﴿ عَسَى أَن يَبْعَثَكَ رَبُّكَ مَقَاماً مَّحمُوداً ﴾
«Puede que tu Señor te haga llegar a un grado elogiado».[3]
Los exegetas sostienen que el “grado elogiado” es ese mismo grado de intercesión que está comprobado que poseerá el Gran Profeta (BP).
B. La Intercesión en las narraciones:
Además del Sagrado Corán, muchas narraciones transmitidas en los libros de hadices nos hablan de la intercesión. A continuación indicaremos algunas de esas narraciones:
1. Dijo el Profeta:
« إنَّما شَفاعَتي لاَهلِ الكَبائِر مِن أُمَّتِي »
“Por cierto que mi intercesión es solo para la gente que ha cometido grandes pecados de entre mi comunidad”.[4]
Lo aparente es que la razón de particularizar la intercesión a los que cometieron grandes pecados y que les abarcará a ellos en especial, es que Dios prometió en el Sagrado Corán que perdonará los pequeños pecados si se abstienen de los grandes[5] por lo que el resto de los pecados, a excepción de los grandes de entre ellos, serán objeto del perdón durante la vida mundanal, y al haber tenido lugar el perdón, entonces ya no queda lugar para la intercesión.
2. Dijo también:
« أُعْطِيْتُ خَمْساً... وأُعطِيتُ الشَفاعَة، فَادّخَرْتُها لاُمَّتي فهيَ لِمَن لا يُشْرك بِاللهِ »
“Me fueron concedidas cinco cosas… y me fue concedida la intercesión, la cual reservo para mi comunidad, y será para quien no haya asociado nada a Dios”.[6]
Quien desee familiarizarse más con otros intercesores en el Día de la Resurrección aparte del Profeta (BP), como los Imames Inmaculados (P) y los sabios piadosos, y conocer más acerca de los que serán objeto de la intercesión, puede referirse a los libros de creencia, kalâm o teología islámica y hadices.
Es necesario saber que la creencia en la intercesión, al igual que la creencia en la aceptación del arrepentimiento sincero, no debe provocar que las personas se envalentonen para cometer pecados, sino que ello debe considerarse como una “ventana de esperanza” que devuelve al ser humano a la vía correcta cuando desea el perdón, y para que no se vuelva de entre los desalentados que no piensan en absoluto en volver al camino recto.
A partir de esto, nos queda en claro que el destacado efecto de la intercesión es el perdón de los pecados de algunos desobedientes y pecadores, y no se restringe sólo a elevar el grado de los creyentes, como sostienen algunas escuelas islámicas (más precisamente los mu‘tazilitas).[7]
La procura de intercesión durante la vida mundanal
La creencia en el principio de la intercesión en el Día de la Resurrección (en el marco de la anuencia divina), tal como dijimos, conforma una de las creencias islámicas categóricas que nadie puede objetar.
Solo resta ver si es que está permitido procurar en esta vida mundanal la intercesión de aquellos que ya sabemos que están autorizados para ser intercesores en el Día de la Resurrección, como es el caso del Profeta (BP).
En otras palabras, ¿es permitido que una persona diga: “¡Oh Mensajero de Dios! ¡Oh poseedor de estima ante Dios! ¡Intercede por mí ante Dios!”?
La respuesta es que este tema es algo en lo que los musulmanes estaban de acuerdo hasta el siglo octavo de la hégira, y sólo comenzaron a negarlo, a mediados de dicho siglo, unas cuantas personas que rechazaron la intercesión de aquellos autorizados para ser intercesores, considerándolo ilícito, siendo que la aleyas coránicas, los hadices del Profeta (BP) acreditados, y la trayectoria continua de los musulmanes desde la época de la profecía, dan testimonio de su condición de lícito. Ello porque la intercesión consiste en que los intercesores supliquen por las personas, y es evidente que pedirle a un creyente simple que suplique por uno es una cuestión lícita e indudablemente considerada buena, qué decir entonces respecto de pedirle tal súplica al Profeta (BP).
Ibn ‘Abbâs narró del Mensajero de Dios (BP) el siguiente hadîz del cual comprendemos que la intercesión del creyente consiste en su súplica para otros. Dijo (BP):
“No hay hombre musulmán que muera y le recen a su cuerpo cuarenta hombres que no asocien nada a Dios, sin que Dios acepte la intercesión de éstos a su favor”.[8]
Es evidente y claro que la intercesión de cuarenta creyentes al realizar la oración del fallecido, no es otra cosa que la súplica de éstos por esa persona fallecida.
Si hojeamos las páginas de la historia islámica encontraremos que los Compañeros procuraban la intercesión del Profeta (BP).
He ahí a Tirmidhî, que narra de Anas Ibn Mâlik que dijo:
“Le pedí al Profeta que intercediera por mí en el Día de la Resurrección y dijo: “Lo haré”.
Dije: ¿A dónde te encontraré?
Dijo: “En el Sirât”.[9]
Considerando que la realidad de procurar la intercesión no es más que pedir que el intercesor haga una súplica, nos es posible señalar ejemplos al respecto en el Sagrado Corán:
1. Los hijos de Ia‘qûb (Jacob -P-) requirieron de su padre que pidiese perdón por ellos. Él se los prometió y cumplió su promesa. Dice el Altísimo:
«Dijeron: “¡Oh padre nuestro! Pide perdón por nuestros pecados. Por cierto que estábamos errados” * Dijo: “Pediré perdón a Mi Señor por vosotros”».[10]
2. Dice el Sagrado Corán:
«… Y si cuando fueron injustos consigo mismos hubieran venido a ti y hubieran pedido perdón de Dios, y el Mensajero hubiera pedido perdón por ellos, hubiesen encontrado que Dios es Remisorio, Misericordioso».[11]
3. Dice en relación a los hipócritas:
«Y cuando se les dice: “Venid para que el Mensajero de Dios pida perdón por vosotros”, menean sus cabezas, y les ves apartarse mientras se muestran soberbios».[12]
Si el hecho de negarse a que el Profeta realizara el pedido de perdón (cuya realidad es igual a la de la intercesión) es una señal de hipocresía, entonces realizar tal pedido y practicarlo indudablemente se considera una señal de la fe.
Desde que nuestro propósito aquí es demostrar lo lícito y legítimo de la intercesión, entonces la condición de fallecido del intercesor no afecta a nuestro propósito. Incluso si se aceptara que estas aleyas sólo se refieren a los intercesores que se encuentran con vida y no a los muertos, ello no perjudicaría el propósito, puesto que si pedir la intercesión de los vivos no es considerado shirk o idolatría, naturalmente pedirla de los muertos de la misma manera tampoco será idolatría, ya que la condición de vivo o muerto del intercesor no es un criterio de monoteísmo e idolatría en absoluto. El único asunto que es necesario y requerido para procurar la intercesión de las almas sagradas es su capacidad de escuchar nuestras palabras, y ello conforma un asunto que demostraremos al tratar el tawassul, donde discutimos allí tal tipo de vinculación.[13]
Aquí es necesario que dirijamos nuestra atención a un punto importante, y es que el pedido de intercesión que los creyentes y gente del tawhîd hacen a los profetas y awliâ’ divinos, se diferencia en forma substancial con el pedido de intercesión que los politeístas hacen a su ídolos.
El primer grupo requiere la intercesión de los “awliâ’ de Dios”, y ello se desprende de dos realidades fundamentales:
1. El grado de intercesión es un grado particular de Dios y derecho puramente Suyo, Glorificado Sea, tal como lo expresa la aleya que dice:
﴿ قُل للهِ الشَّفاعَةُ جَمِيعاً ﴾
«Di: De Dios es toda la intercesión».[14]
O sea que el asunto de la intercesión está todo en manos de Dios, y nadie tiene el derecho de interceder sino con Su anuencia, ya que en ese caso su intercesión no será efectiva.
2. Los intercesores mediante los cuales la gente del tawhîd o monoteísmo procura su intercesión, son siervos correctos y sinceros de Dios, Glorificado Sea, cuya súplica a Dios es respondida a causa de su nivel ante Él y la cercanía de su Posición respecto a Él, Glorificado Sea.
Con esas dos condiciones, la gente del tawhîd se diferencia en forma fundamental y básica de los politeístas en la cuestión de la intercesión.
Primero: los idólatras no ven ningún tipo de restricción ni condición para que sea efectiva la intercesión, como si Dios hubiera delegado la cuestión de la intercesión a esos ídolos ciegos y mudos, mientras que la gente del tawhîd considera la intercesión toda como un derecho propio de Dios, siguiendo lo señalado en el Sagrado Corán, y restringen la aceptación y efectividad de la intercesión de los intercesores a la anuencia de Dios y Su complacencia.
Segundo: Los idólatras de la época del Mensaje consideraban a sus ídolos y sus diferentes objetos de adoración como entidades regentes y divinidades, y pensaban neciamente que a esos cuerpos inertes y objetos inanimados les correspondía una parte de la regencia sobre el universo y la divinidad, mientras que la gente del tawhîd no ve a los profetas e imames sino como siervos sinceros de Dios, y en sus oraciones y saludos repiten constantemente su condición de “Su siervo y Enviado” y “siervos sinceros de Dios”.
¡Observa esa tremenda diferencia y el gran contraste existente entre las dos visiones y las dos lógicas!
De acuerdo a esto, argumentar mediante las aleyas que niegan y censuran la procura de intercesión que los idólatras hacen de los ídolos para objetar el principio de procura de intercesión en el Islam, conforma una argumentación errónea y rechazada, y eso resulta por hacer analogía de dos asuntos entre los cuales existen diferencias.
Abrir las puertas del arrepentimiento frente a los desobedientes y pecadores, conforma una de las enseñanzas islámicas, e incluso es uno de los asuntos reconocidos por todas las religiones celestiales.
Cuando la persona pecadora se arrepiente de su accionar vergonzoso con un arrepentimiento genuino, y su entorno espiritual se llena de atención hacia Dios y sometimiento a Él, y desde lo más profundo de su corazón resuelve no volver a cometer lo que hizo, Dios, el Misericordioso, acepta su arrepentimiento, con las condiciones mencionadas en los libros de creencia y exégesis coránica. Dice el Sagrado Corán a este respecto:
﴿ وَتُوبُواْ إِلَى اللهِ جَمِيعاً أيّها الْمُؤْمِنُونَ لَعَلَّكُمْ تُفْلِحُونَ ﴾
«…Y volveos arrepentidos todos a Dios ¡oh creyentes! Tal vez así triunféis».[15]
Aquellos que no conocen los efectos formativos positivos del arrepentimiento insisten en que abrir estas dos puertas -la de la intercesión y la del arrepentimiento- frente a los desobedientes y pecadores, los envalentona –en cierta forma- para cometer actos de desobediencia, mientras que no se dan cuenta éstos que la mayoría de la gente se encuentra contaminada por algunos pecados, y pocos son aquellos que no hayan cometido un pecado a lo largo de su vida.
En base a esto, si la puerta del arrepentimiento no se abriera frente a éstos, aquellos que quisieran cambiar su conducta y concluir su vida en la pureza y la lozanía de sus almas dirían: de cualquier forma vamos a encontrarnos con el castigo por nuestros pecados e ingresaremos al Infierno, así que ¿por qué no seguir haciendo caso a nuestros deseos mundanales y satisfacemos nuestras pasiones en lo que nos resta de vida ya que ese es nuestro destino, el cual no cambiará en absoluto ni se puede escapar de ello?
Es así que, al cerrar la puerta del arrepentimiento, habremos abierto otra frente a la gente, que es la puerta de la desesperanza y el desaliento, y habremos preparado el terreno para la perpetración de más actos de desobediencia y la prolongación de acciones vergonzosas y pecados.
Los efectos positivos del principio del arrepentimiento se tornan más claros cuando sabemos que el Islam restringe la aceptación del arrepentimiento a una serie de condiciones en particular, las cuales han sido mencionadas en detalle por los líderes religiosos, investigadores y sabios del Islam.
El Sagrado Corán nos habla del arrepentimiento con completa claridad cuando dice:
«Dios se ha prescripto a Sí mismo la Misericordia, de modo que quien de entre vosotros haga algo malo con ignorancia y se arrepienta después de ello y se enmiende, ciertamente que Él es Perdonador, Misericordioso».[16]
Luego, en los libros de jurisprudencia, exégesis y doctrina fueron mencionadas las personas cuyo arrepentimiento no será aceptado ante Dios, Glorificado Sea.
El ser humano obtendrá el merecido por sus acciones
El sano intelecto y la transmisión acreditada testimonian que toda persona verá el merecido por sus propias acciones, si fueron buenas verá lo bueno, y si fueron malas verá lo malo.
Dice el Sagrado Corán a este respecto:
﴿ فَمَن يَعْمَلْ مِثْقَال ذَرَّةٍ خيْراً يَرَهُ ﴾
«Quien haga el peso de un átomo de bien lo verá».[17]
También dice:
﴿ وأنَّ سَعْيَهُ سَوفَ يُرى * ثُمَّ يُجزاهُ الجزاءَ الاَوفى ﴾
«En cuanto a su esfuerzo, lo verá * Luego será retribuido con la más completa recompensa».[18]
De las aleyas anteriores se desprende que las acciones execrables del ser humano no anularán las acciones correctas, pero al mismo tiempo debemos saber que aquellos que cometen algunos pecados en particular como la incredulidad o la idolatría, o marchan por el sendero de la apostasía respecto de la religión, serán afligidos por el habt (malogro), esto es, que sus buenas acciones serán malogradas y anuladas, y en el Más allá encontrarán un castigo eterno, tal como lo expresa el Sagrado Corán:
«En cuanto a quien reniegue de entre vosotros de su religión y muera siendo incrédulo, serán malogradas sus (buenas) acciones en la vida mundanal y en el Más Allá, y esos serán los compañeros del Fuego donde morarán eternamente».[19]
Considerando lo que dijimos, cada persona creyente verá la retribución de sus buenas o malas acciones en el Más Allá, a menos que reniegue de la religión o se vuelva incrédulo o idólatra, puesto que ello aniquilará sus buenas acciones tal como es señalado por el Libro Sagrado y las tradiciones.
Por último, es necesario recordar el siguiente punto y es que: Dios, Glorificado y Exaltado Sea, si bien ha prometido a los creyentes la recompensa por sus buenas acciones y en contraposición amenazó respecto a las malas acciones, el wa‘d (o promesa de recompensa) se diferencia del wa‘îd (promesa de castigo) tanto en la lógica como en la práctica, puesto que actuar en base a la promesa de recompensa conforma un principio lógico y no cumplir con ello conforma un acto censurable, al conllevar un menoscabo al derecho de otros, a pesar de ser un derecho que el mismo que hizo la promesa se impuso a sí mismo. Eso es a diferencia de la promesa de castigo o wa‘îd, el cual es un derecho del que prometió, y a él le incumbe tomar su derecho o renunciar al mismo, y es por eso que no hay inconveniente en que algunas buenas acciones cubran la ignominia de las malas acciones, y ello es lo que se da en llamar takfîr (expiación).
El Sagrado Corán ha sido explícito en que algunas acciones buenas son expiatorias de algunas malas acciones. Una de esas acciones es que la persona se abstenga de los grandes pecados (Al-Kabâ’ir).[20]
«Si os abstenéis de los grandes pecados de entre lo que se os ha prohibido, os expiaremos vuestras malas acciones (menores) y os haremos ingresar en un distinguido sitial».[21]
Asimismo sucede con otras acciones como el arrepentimiento[22], la limosna en secreto[23] y otros asuntos que tienen efectos similares.
La eternidad en el Fuego es particular de los incrédulos
Permanecer por la eternidad en el castigo del Infierno es particular de los incrédulos (kuffâr). En cuanto a los creyentes desobedientes cuyos espíritus fueron iluminados por la luz del tawhîd, no tendrán cerrada la vía del perdón y la salida del Fuego. Dice el Altísimo:
«Por cierto que Dios no perdona que se le asocie algo, y perdona lo que esté por debajo de ello a quien quiere. En cuanto a quien asocie algo a Dios, en verdad que habrá perpetrado un gran pecado».[24]
La aleya mencionada, que informa claramente sobre la posibilidad del perdón de todos los pecados (a excepción del shirk o idolatría), sin lugar a dudas se refiere a aquellos que murieron sin haberse arrepentido, puesto que si la persona se arrepiente de todos los pecados y actos de desobediencia (incluso la idolatría) es objeto del perdón y la indulgencia.
Desde que esta aleya ha hecho diferencia entre el idólatra y el que no lo es, debemos decir que: la misma se refiere a la posibilidad de que ocurra el perdón sin que haya tenido lugar el arrepentimiento durante la vida mundanal.
Es evidente que tal persona, si es que fue idólatra no será perdonada por Dios, pero si no lo fue, es posible que tenga la esperanza del perdón de Dios y anhele Su Indulgencia, pero por supuesto, no de una forma categórica y segura, sino que el perdón y la indulgencia se dirigirán hacia quien recaiga sobre él la Voluntad Divina.
Esto es así desde que se ha restringido con la expresión «a quien quiere», lo cual hace que los desobedientes y pecadores se mantengan en un estado entre el temor y la esperanza, y ello les incentiva a evitar el riesgo mediante el arrepentimiento antes de morir.
Es por eso que la promesa mencionada impulsa a la persona a la vía recta de la formación, alejándole del estado de desesperanza y envalentonamiento a cometer pecados.
El Paraíso y el Infierno ya están creados
Nosotros creemos que el Paraíso y el Infierno ya están creados ahora mismo.
Dijo el Sheij Al-Mufîd: El Paraíso y el Fuego en este mismo momento están creados, y ello es lo que nos ha llegado en las narraciones, y existe consenso al respecto entre la gente de la religión y los expertos en la tradición.[25]
Las aleyas coránicas testimonian la existencia actual del Paraíso y del Fuego al decir:
﴿ وَلَقدْ رَءَاهُ نَزْلَةً أُخْرى * عِندَ سِدْرَةِ المنُتَهى * عِندَها جَنَّةُ المأْوى ﴾
«Y en verdad que lo ha visto en otra ocasión * en el loto de la linde * donde se encuentra el Paraíso de la morada».[26]
En otra parte manifiesta que el Paraíso se encuentra preparado para los creyentes y el Fuego para los incrédulos. Dice:
«Que ha sido dispuesto para los timoratos».[27]
Y dice respecto al Fuego:
﴿ وَاتَّقُوا النَّارَ الَّتي أُعِدَّتْ لِلْكافِرِينَ ﴾
«Y temed al Fuego que ha sido dispuesto para los incrédulos».[28]
A pesar de ello, no conocemos el lugar del Paraíso y del Fuego en forma precisa y certera, si bien se desprende de algunas aleyas que el Paraíso se encuentra en la parte más elevada, como dice el Altísimo:
﴿ وَفي السَّماءِ رِزْقُكُم وَمَا تُوعَدُونَ ﴾
«Y en el cielo tenéis tanto vuestro sustento como aquello que se os promete».[29]
Extraído de La Doctrina del Islam Shî‘ah, A la Luz de las enseñanzas de Ahl-ul Bait, Editorial Elhame Shargh
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[1] Al-Anbiîâ’; 21: 28.
[2] An-Naÿm; 53: 26.
[3] Al-Isrâ’; 17: 79.
[4] Man lâ Iahduruh Al-Faqîh, del Sheij As-Sadûq, t. 3, p.376.
[5] Ver: An-Nisâ’; 4: 31.
[6] Al-Jisâl, del Sheij As-Sadûq, Cap. “Al-Jamsah”; Sahîh Al-Bujârî, t.1, p.42; Musnad Ahmad, t.1, p.301.
[7] Awâ’il Al-Maqalât, del Sheij Al-Mufîd, p.54.
[8] Sahîh Muslim, t.3, p.54, cap. “Aquel a quien le rezan cuarenta son dispuestos intercesores a su favor”. Hadîz Nº 1577 (numeración al-‘alamîiah).
[9] Sahîh At-Tirmidhî, t.4, p.42, cap. “Lo que se transmitió respecto al Sirât”. Hadîz Nº 2357 (numeración al-‘alamîiah).
[10] Iûsuf; 12: 97-98.
[11] An-Nisâ’; 4: 64.
[12] Al-Munâfiqûn; 63: 5.
[13] Ver los artículos 126 y 127.
[14] Az-Zumar; 39: 44.
[15] An-Nûr; 24: 31.
[16] Al-An‘âm; 6: 54.
[17] Az-Zalzalah; 99: 7.
[18] An-Naÿm; 53: 40-41.
[19] Al-Baqarah; 2: 217.
[20] Kashf Al-Murâd, p.413, maqsad 6, cuestión 7.
[21] An-Nisâ’; 4: 31.
[22] Ver: At-Tahrîm; 66: 8.
[23] Ver: Al-Baqarah; 2: 271.
[24] An-Nisâ’; 4: 48.
[25] Awâ’il Al-Maqalât, p.141.
[26] An-Naÿm; 53: 13-15.
[27] Âal ‘Imrân; 3: 133.
[28] Âal ‘Imrân; 3: 131.
[29] Adh-Dhâriîât; 51: 22.