LECCIONES SOBRE LAS CIENCIAS CORÁNICAS
La Historia del Corán (I)
La Revelación (Wahî) a los Profetas y sus distintas formas
Por: Husaîn Yavân Ârâsteh
Traducción: Dra. Zohre Rabbani
A) El significado lingüístico:
Ibn Mandzûr en su obra “Lisân Al-‘Arab” dice: “Wahî significa señal, escritura, mensaje, inspiración y palabra oculta, y cualquier cosa que se comunica a otro. La expresión “wahâ ilaîhi wa awhâ” significa: “Le habló de una forma oculta de los demás”.
El conocido lexicólogo del siglo IV, Ibn Fâris dice: “Cualquier asunto que se haga entender a otro, de cualquier forma que sea, es llamado wahî”.
Entonces el vocablo “wahî” abarca las diferentes formas de comunicación, tales como: las señas, la voz, el sueño, la inspiración, los susurros y hacer conocer a través de la escritura. Algunos han mencionado las características de ser “oculta” y “rápida” dentro del significado de “wahî”. Los árabes, a una muerte repentina le llaman “muerte wahî”. Esta característica, que en un principio no existía, posiblemente surgió a través del uso entre los árabes, es decir, utilizando el calificativo “rápido”; en algunos casos se le ha agregado otra característica, es decir: “el ser oculto”, ya que generalmente una indicación rápida es ocultada a una tercera persona.[1]
De todas formas, aunque no se puede negar la utilización de este término para una serie de comunicaciones rápidas y ocultas, tampoco debe aceptarse esta característica en todas las utilizaciones, ya que existen casos, incluso en el uso coránico, en los que no existe ninguna de estas dos características mencionadas (rapidez y ocultación).[2]
B) El significado terminológico de la expresión “wahî”:
La expresión terminológica “wahî” significa un vínculo espiritual que se establece para los Profetas Divinos con el fin de recibir el Mensaje Divino a través de una comunicación con el mundo oculto. El Profeta es un receptor que recibe el Mensaje a través de esta misma comunicación (la revelación) desde el centro que lo emite, y nadie más que él tiene la capacidad y aptitud de tal recepción. En el tercer capítulo desarrollaremos este tema en forma más amplia.
El término wahî en el Generoso Corán ha sido utilizado con relación a los ángeles, demonios, el ser humano, los animales y la tierra[1]:
﴿ إِذْ يُوحِي رَبُّكَ إِلَى الْمَلآئِكَةِ اَنِّي مَعَكُمْ ﴾
Idh iûhî rabbuka ilal malâikati annî ma‘akum…
«Y de cuando tu Señor reveló (iûhî) a los ángeles: “¡Estoy con vosotros…!”».[2]
﴿ وَأَوْحَيْنَآ إِلَى اُمِّ مُوسَى أَنْ أَرْضِعِيهِ ﴾
Wa awhaînâ ilâ ummi Mûsâ an ardi‘îh
«E inspiramos (awhaînâ) a la madre de Moisés: “Amamántale”».[3]
﴿ يَوْمَئِذٍ تُحَدِّثُ أَخْبَارَهَا * بِاَنَّ رَبَّكَ أَوْحَى لَهَا ﴾
Îaûma’idhin tuhaddizu ajbârahâ, bi anna rabbaka awhâ lahâ
«En ese día (la tierra) contará sus noticias según lo que tu Señor le inspire (awhâ)».[4]
﴿ وَكَذَلِكَ جَعَلْنَا لِكُلِّ نَبِيٍّ عَدُوّاً شَيَاطِينَ الإِنْسِ وَالْجِنِّ يُوحِي بَعْضُهُمْ إِلَى بَعْضٍ ﴾
Wa kadhâlika ÿa‘alnâ li kul·li nabiîn ‘adûwan shaîatînal insi wal ÿinni îûhî ba‘duhum ilâ ba‘d
«Por la misma razón, hemos dispuesto para cada profeta adversarios demonios, tanto de entre los humanos como de los genios, que se susurran (îûhî) recíprocamente…».[5]
﴿ وَإِنَّ الشَّيَاطِينَ لَيُوحُونَ إِلَى أَوْلِيَآئِهِمْ لِيُجَادِلُوكُمْ ﴾
Wa inna-sh shaîâtîna laîûhûna ilâ awlîâ’ihim liîuÿâdilûkum
«Y ciertamente que los demonios inspiran (laîûhûna) a sus fautores para contradeciros…».[6]
﴿ فَخَرَجَ عَلَى قَوْمِهِ مِنَ الْمِـحْرَابِ فَاَوْحَى إِلَيْهِمْ أَن سَبِّحُوا بُكْرَةً وَعَشِيّاً ﴾
Fajaraÿa ‘alâ qaûmihî minal mihrâbi fa awhâ ilaîhim an sabbihû bukratan wa ‘ashîîan
«Salió, pues, del santuario y dirigiéndose a su pueblo les indicó (awhâ), (por señas), que glorificasen a Dios, mañana y tarde».[7]
﴿ وَأَوْحَى رَبُّكَ إِلَى النَّحْلِ ﴾
Wa awhâ rabbuka ila-n nahl
«Y tu Señor inspiró (awhâ) a las abejas…».[8]
En una narración interesante, transmitida del Imâm ‘Alî (P), se han dividido los usos del wahî en el Corán en los siguientes: wahî con el sentido de revelación de la Profecía, wahî con el sentido de inspiración, wahî con el sentido de indicación, con el sentido de disposición, con el sentido de orden o mandato, wahî con el sentido de mentir (con relación a los demonios) y wahî con el sentido de anoticiar, y para cada caso se ha respaldado en aleyas coránicas.[9]
La Revelación (Wahî) a los Profetas y sus Distintas Formas
El propósito de este tema es hablar en cuanto al empleo más generalizado del término “wahî”, es decir, la revelación a los profetas. En el Generoso Corán ha sido mencionado este término y sus derivados cerca de setenta veces en relación con los profetas; mientas que el uso de este término en otros casos es mínimo. Podemos afirmar que actualmente la utilización de este vocablo se limita a los profetas. Por lo tanto, el sabio ‘Al·lâmah Tabâtabâ’î argumenta: “La modalidad islámica exige que nosotros no utilicemos este término más que para los profetas”.[1]
Pero ¿qué significa wahî? Wahî es un fenómeno que no cabe en el marco del intelecto común del ser humano; es un fenómeno misterioso y enigmático. Cuando se habla de la relación o comunicación con otro mundo de forma que un ser humano elegido recibe mensajes ocultos de una forma presencial (no adquirida por los sentidos) y contemplativa, se entrevé que sólo él mismo conoce la realidad y la verdad de la recepción de la revelación, mientras que el resto de la gente puede concebir únicamente un destello de aquella verdad, la cual descubre a través de sus efectos y señales.
He aquí una definición de “wahî”:
“La revelación es un tipo de alocución celestial (inmaterial) que no puede ser concebida a través de los sentidos ni la reflexión intelectual, sino que es otra percepción que a veces se manifiesta en algunas personas por la voluntad Divina, quienes reciben órdenes divinas ocultas –veladas al sentido y al intelecto- a través de la revelación y la enseñanza divina”.[2]
Este fenómeno que está fuera del alcance del intelecto es uno de los más exaltados grados que separan a los Profetas de los demás. El Corán, al mismo tiempo que expresa con énfasis que los profetas también son seres humanos, relata el asombro y la negación de los incrédulos respecto a la revelación y luego afirma que “recibir el wahî” es una peculiaridad de los Enviados de Dios:
﴿ فَقَالَ الْمَلاَ الَّذِينَ كَفَرُوا مِن قَوْمِهِ مَا هَذَآ إِلاَّ بَشَرٌ مِّثْلُكُمْ يُرِيدُ أَن يَتَفَضَّلَ عَلَيْكُمْ وَلَوْ شَآءَ اللَّهُ لأَنزَلَ مَلآَئِكَةً ﴾
Faqâla-l mala’u-l·ladhîna kafarû min qaumihi mâ hadhâ il·la basharun mizkulum iurîdu an iatafaddala ‘alaikum ua lau shâ’al·lahu la anzala malâikatan
«Pero la nobleza incrédula de su pueblo dijo: “Ese no es más que un hombre como vosotros que quiere dominaros. Si Dios hubiera querido habría enviado ángeles por mensajeros”».[3]
Y puesto que aceptar este asunto que está más allá de los alcances del intelecto se les hacía difícil, atribuyeron la locura al Profeta:
﴿ إِنْ هُوَ إلاَّ رَجُلٌ بِهِ جِنَّةٌ فَتَرَبَّصُوا بِهِ حَتَّى حِينٍ ﴾
In hua il·la raÿulun bihi ÿinnatun fatarabbasû bihi hatta hîn
«¡No es más que un hombre afectado de locura! Así que soportadle por un tiempo».[4]
Y le negaron:
﴿ فَقَالُوا أَبَشَرٌ يَهْدُونَنَا فَكَفَرُوا ﴾
Faqâlû a basharun iahdûnanâ fa kafarû
«Dijeron: “¿Acaso un humano ha de encaminarnos?”. Y descreyeron».[5]
En respuesta a éstos, el Corán anuncia que los profetas son seres humanos y en este aspecto no hay diferencia entre ellos y los demás. La única diferencia está en la capacidad de recibir el Mensaje por parte de los Enviados de Dios:
﴿ إِنَّمَآ أَنَاْ بَشَرٌ مِثْلُكُمْ يُوحَى إلَيَّ ﴾
Innamâ anâ basharun mizlukum iûhâ ilaiia
«Soy tan solo un humano como vosotros a quien le ha sido revelado…».[6]
En las aleyas cuarta y quinta de la Sûra An-Naÿm, las cuales infunden completa convicción al corazón, se explica la posición de la revelación en la cima de la santificación e inmunidad, de modo que los deseos y las equivocaciones no tienen camino hacia la misma:
﴿ وَمَا يَنطِقُ عَنِ الْهَوَى * إِنْ هُوَ إِلاَّ وَحْيٌ يُوحَى ﴾
Wa mâ iantiqu ‘anil hawâ. In hua il·la wahîun iûhâ
«No habla por capricho. Ello no es sino inspiración que le fue revelada».[7]
Los diferentes tipos de Revelación a los Profetas:
La unión y comunicación oculta entre los profetas y Dios, lo cual denominamos “wahî”, es posible en tres formas:
﴿ وَمَا كَانَ لِبَشَرٍ أَن يُكَلِّمَهُ اللَّهُ إِلاَّ وَحْياً أَوْ مِن وَرَآئِ حِجَابٍ أَوْ يُرْسِلَ رَسُولاً فَيُوحِيَ بإِذْنِهِ مَا يَشَآءُ ﴾
Wa mâ kâna libasharin an iukal·limahul·lahu il·la wahian au min warâ’i hiÿâbin au iursila rasûlan faiûhia bi idhnihi mâ iashâ’u
«A ningún humano le es dado que Dios le hable directamente sino por revelación, o tras un velo, o envíe un mensajero por medio del cual revela, con Su beneplácito, lo que Él quiere…».[8]
En la aleya mencionada son explicadas en tres maneras las diferentes formas en que Dios habla con el ser humano. Una forma es la revelación sin intermediario y directa, y las otras dos, son con intermediación e indirectas ya que la comunicación de Dios está supeditada al hiyâb (velo) o al rasûl (mensajero). La diferencia entre las dos últimas formas es que en una, el “mensajero” (el Ángel) es quien comunica la revelación, y en la otra, un “velo” es un intermediario a través del cual la revelación se concreta.[9] En otras palabras, los tres tipos de revelación son:
- La alocución divina en la que no existe ningún intermediario entre Dios y sus criaturas.
- La alocución divina que se oye a través de un velo, como el árbol de “Tûr” por medio del cuál Moisés (P) oía la Palabra de Dios.
- La Palabra divina que es transmitida a través de un Ángel.[10]
En la Sûra Ash-Shûrâ se ha explicado el modo de la revelación al Profeta (BP):
﴿ وَكَذَلِكَ أَوْحَيْنَآ إِلَيْكَ رُوحاً مِنْ أَمْرِنَا مَا كُنتَ تَدْرِي مَا الْكِتَابُ وَلاَ الإِيمَانُ ﴾
Wa kadhâlika awhainâ rûhan min amrinâ mâ kunta tadrî mâl kitâbu wa lâ-l îmân
«Y así es como te hemos inspirado un Espíritu (Rûh) a partir de Nuestra orden, (antes del cual) no conocías lo que era el Libro ni la fe…».[11]
Por medio de esta aleya queda claro que la revelación del Corán fue realizada a través de una plática divina. El “Rûh” en esta aleya es el mismo “Rûh-ul Amîn” (el Arcángel Gabriel), mencionado en la aleya 194 de la Sûra Ash-Shu‘arâ’ (26) sobre el que dice: «El Espíritu digno de confianza lo ha descendido». Entonces el Corán o parte de él fue revelado a través del Ángel de la Revelación (el tercer tipo de alocución Divina).
El Modo de la Revelación Directa
﴿ إِنَّا سَنُلْقِي عَلَيْكَ قَوْلاً ثَقِيلاً ﴾
Innâ sanulqî ‘alaika qaulân zaqîlân
«Por cierto que vamos a revelarte un Mensaje de peso».[1]
La forma más difícil de revelación ha sido la revelación directa; es decir, cuando el profeta quiere comunicarse con todo su ser y sin ningún intermediario con el Origen de la Creación. No presenta gran problema vislumbrar la condición de dificultoso de este asunto -aún cuando no podamos concebir su realidad- luego de lo descrito por el Corán y los numerosos dichos legados por ambas tendencias islámicas.
La grandeza y majestuosidad de la “revelación directa” se nos esclarece cuando sabemos que el Profeta del Islam gozaba de un espíritu poderoso y extraordinario, y básicamente, llegar a este grado de cercanía y amor hacia el Altísimo requiere de una capacidad elevada, y no todos pueden hallarse en el ámbito de la luz de la revelación. Sin embargo, la gravedad corporal que experimentaba al realizarse la revelación era tal, que inclusive el Profeta (BP) la soportaba con dificultad.
He aquí un ejemplo de las narraciones registradas a este respecto:
1. Amîn-ul Islâm Tabarsî en la interpretación de la aleya quinta de la Sûra Al-Muzzammil relata que Hâriz Ibn Hishâm preguntó al Profeta (BP): “¿Cuál es la forma en que recibes la revelación?”. Respondió:
أحيانا يأتيني مثل صلصلة الجرس و هو أشده علي فيفصم عني فقد وعيت ما قال و أحيانا يتمثل لي الملك رجلا فيكلمني فأعي ما يقول
“A veces escucho un sonido como el sonido de una campana y éste es el estado más intenso de la revelación para mí, que me agota y debilita. Aunque a la vez memorizo todo lo que me es revelado; y a veces un Ángel en forma de hombre se me aparece y me habla, y memorizo todo lo que me dice”.[2]
2. ‘Abdul·lah Ibn ‘Umar dice: Pregunté al Profeta (BP) la sensación que experimentaba en el momento de la revelación. Me contestó:
“Oigo unas campanas. En ese momento me quedo completamente en silencio. No se me revela algo sin que tenga la sensación de que me arrancan el alma de mi cuerpo”.[3]
3. El Shaîj As-Sadûq en su obra “At-Taûhîd” transmite de Zurârah que dijo al Imâm As-Sâdiq (P):
جعلت فداك الغشية التي تصيب رسول الله(ص) اذا نزل عليه الوحي؟ فقال: ذلك اذا لم يكن بينه و بين الله احد. ذاك اذا تجلى الله له
“¡Ofrezco mi vida por ti! ¿Qué era ese desvanecimiento que padecía el Profeta (BP) en algunas ocasiones cuando descendía sobre él la revelación?”. Entonces (el Imâm) manifestó: “Esto sucedía cuando no había intermediario alguno entre él y Dios. Cuando Dios se manifestaba ante él” [4]
4. Fue relatado de ‘Aîsha que un día en el que hacía mucho frío le fue hecha una revelación al Profeta (BP); después de terminada ésta, el sudor corrió por su frente.[5]
Este tipo de revelación directa, que resultaba muy pesada para el Profeta (BP), ha sido descrita como “burahâ’ul wahî” que significa: la fiebre intensa de la revelación.
Al final de este capítulo transmitimos de la obra “La Historia del Corán” -escrita por el Dr. Mahmûd Râmîâr- algunos de los estados manifestados en el Profeta (BP) en el momento de la revelación directa en base a las narraciones:
- Escuchar el sonido de una campana o el sonido del choque de dos metales, o el sonido de una abeja.
- Inflamación y un estado de ardor e intensa fiebre que se reflejaba en su rostro, y para aliviarlo, lo lavaban con agua fría y lo cubrían de inmediato.
- Se elevaba su temperatura de tal manera que incluso en un día de baja temperatura, se veía deslizarse el sudor por su cuerpo.
- A veces el color de su rostro cambiaba a un color rojo o morado.
- Se desvanecía.
- Tenía que soportar un intenso sufrimiento.
- En otras ocasiones su peso se incrementaba en tal forma que al animal que lo transportaba le resultaba difícil avanzar.
- A veces le aquejaba dolor de cabeza.[6]
El Modo de la Revelación Indirecta
﴿ وَإِنَّهُ لَتَنزِيلُ رَبِّ الْعَالَمِينَ * نَزَلَ بِهِ الرُّوحُ الاَمِينُ * عَلَى قَلْبِكَ لِتَكُونَ مِنَ الْمُنذِرِينَ ﴾
Wa innahu latanzîlu rabbi-l âlamîn. Nazala bihi-r rûhu-l amîn. ‘Alâ qalbika litakûna minal mundhirîn
«Ciertamente que él (el Corán) es una revelación del Creador del Universo; el Espíritu fiel (el arcángel Gabriel), lo hizo descender, y lo depositó en tu corazón, para que seas uno de los amonestadores».[1]
El Gran Profeta (BP) recibía la revelación con todo su espíritu y ser, y sus ojos y oídos exteriores no intervenían en ello, de lo contrario la gente también hubiera podido oír y ver lo mismo que el Profeta (BP).
Sabemos a través de las narraciones y dichos que el descenso indirecto de la revelación no le resultaba difícil al Profeta. En algunas ocasiones lo visitaba el Arcángel Gabriel en forma de un ser humano. En un dicho de Imâm As-Sâdiq (P) está registrado: “Cuando el Arcángel Gabriel visitaba al Mensajero del Islam se sentaba frente a él humildemente y jamás entraba a verlo sin antes pedir permiso”.[2]
Esta narración muestra la grandeza y superioridad del Enviado de Dios (BP) ante el Arcángel Gabriel, a quien el Sagrado Corán menciona como “Shadîd Al-Quwâ” (fortísimo, de gran poder). Entonces, la recepción de la revelación a través de Gabriel no fue un asunto difícil. Han dicho que Gabriel se le aparecía al Profeta (BP) con un rostro similar al de Dihîah Ibn Jalîfah Kalbî; ya que él era la persona más bella en Medina.[3]
Si bien el Arcángel Gabriel era el portador fiel de la Palabra Divina, las aleyas coránicas eran reveladas con un protocolo particular y en forma completamente custodiada por un grupo de ángeles:
﴿ كَلآَّ إِنَّهَا تَذْكِرَةٌ * فَمَن شَآءَ ذَكَرَهُ * فِي صُحُفٍ مُكَرَّمَةٍ * مَرْفُوعَةٍ مُطَهَّرَةٍ * بِأَيْدِي سَفَرَةٍ * كِرَامٍ بَرَرَةٍ ﴾
Kal·lâ innahâ tadhkiratun. Faman shâ’a dhakarah. Fî suhufin mukarrmah. Marfû‘atin mutahharah. Bi aidî safarah. Kirâmin bararah
«¡Quiá! Por cierto que él (Corán) es un mensaje instructivo. Quien quiera, pues, que lo recuerde. Está registrado en Libros Honorables, Sublimes, Inmaculados, por manos de escribas Honorables y Piadosos».[4]
Fuente: “Lecciones sobre Las Ciencias Coránicas”; Ediciones: Elhame Shargh, 2004
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[1] Sûra Ash-Shu‘arâ’, 26:192-194.
[2] Bihâr Al-Anwâr, t.18, p.256; Al-Mizân, t.18, p.79.
[3] At-Tamhîd fi ‘Ulûm Al-Qurân, t.1, p0.36.
[4] Sûra ‘Abasa, 80:11-16.
[1] Sûra Al-Muzzammil, 73:5
[2] Maÿma‘ Al-Baîân, t.1, p.570; Bihâr Al-Anwâr, t.18, p.260; Sahîh Al-Bujârî, t.1, p.58.
[3] Al-Itqân, t.1, p.141.
[4] Bihâr Al-Anwâr, t.18, p.256; Al-Mîzân, t.18, p.79.
[5] Bihâr Al-Anwâr, t.18, p.261; Al-Mizân, t.18, p.79.
[6] Tâ’rîj Al-Qur’ân, p.108-109.
[1] Al-Mîzân, t.12, p.292.
[2] El Corán en el Islam, p. 125.
[3] Sûra Al-Mû’minûn, 23:24.
[4] Ídem, aleya 25.
[5] Sûra At-Tagâbun, 64:6.
[6] Sûra Al-Kahf, 18:110 y Fussilat, 41:6.
[7] Sûra An-Naÿm, 53:3-4.
[8] Sûra Ash-Shûrâ, 42:51.
[9] Al-Mîzân, t.18, p.73.
[10] El Corán en el Islam, p.150.
[11] Sûra Ash-Shûrâ, 42:52.
[1] Este término y sus derivados son utilizados con más frecuencia cuando se refiere a la revelación hecha a los Profetas. En el capítulo siguiente analizaremos este tema por separado.
[2] Sûra Al-Anfâl, 8:12.
[3] Sûra Qasas, 28:7.
[4] Sûra Zalzalah, 99: 4 y 5.
[5] Sûra Al-An‘âm, 6:112.
[6] Ídem, aleya 121.
[7] Sûra Marîam, 19:11.
[8] Sûra An-Nahl, 16:68.
[9] Bihâr Al-Anwâr, t.18, p.254 y 255.
[1] At-Tamhîd, t.1, p.3.
[2] Ver: Sûra Marîam 19:11.