La Doctrina del Islam

Por Ayatola Ÿa‘far Sobhani

La Revelación y la Profecía

El vínculo entre el Profeta y el mundo

del Más Allá

En el artículo anterior de­jamos en claro las vías para reconocer al profeta verda­dero y distinguirlo de los que falsamente invocan la profe­cía. Ahora debemos estudiar la vía por medio de la cual los profetas se comunican con el mundo celestial, es decir, la forma en que se produce la “Re­velación”.

La Revelación, la cual es la vía más importante mediante la cual el profeta se comunica con el mundo celestial, no se origina del instinto o del inte­lecto, sino que es un conoci­miento especial que Dios, Glori­ficado Sea, provee a los profetas en particular, para que anuncien los Mensajes di­vinos a la humanidad.

El Sagrado Corán describe la Revelación diciendo:

﴿ نَزَلَ بِهِ الرُّوحُ الاَمِينُ * عَلَى قَلْبِكَ

«Lo hizo descender el Espíritu fiel (Gabriel) * sobre tu cora­zón…».[1]

Esta aleya nos expone que el conocimiento que los profe­tas poseen de los Mensajes di­vinos no es producto de la utili­zación de medios como los sentidos exteriores o algo similar, sino que es el Ángel de la Revelación el que lo hace descender sobre el cora­zón del profeta.

En base a esto, no es posi­ble analizar la realidad de la Revelación con los criterios normales. En realidad, el des­censo de la Revelación es una de las manifestaciones del mundo celestial en el cual se debe tener fe, a pesar de que no tengamos en claro la reali­dad de ese fenómeno; como dice el Sagrado Corán:

﴿ الَّذِينَ ُيؤْمِنُونَ بِالغَيْبِ

«…Aquellos que creen en lo oculto…».[2]

La Revelación no es producto de la genialidad y razonamiento par­ticular de los profetas

Aquellos que quieren com­parar todas las cosas y expli­carlas mediante los criterios mundanos y los medios senso­riales, y que pretenden ver­ter las realidades celestia­les en moldes sensoriales, ex­plican el fenómeno de la Revela­ción de diversas mane­ras, todas ellas falsas según nuestra perspectiva. A conti­nuación evaluaremos esas ex­plicaciones y análisis desde di­ferentes puntos de vista:

1- Hay un grupo que consi­dera a los profetas como talentosos genios de la huma­nidad, y consideran la Revela­ción como resultado de su razo­namiento personal, y pro­ducto de la actividad de sus sentidos internos. Para este grupo, la realidad del “espí­ritu fiel” es el “espíritu” de esos brillantes talentos y sus puras y elevadas almas, y asi­mismo las Escrituras Celestia­les no son más que sus pro­pios pensamientos y nociones elevados.

Este tipo de interpretacio­nes y análisis del fenómeno de la Revelación, no es más que el deslumbre por la mo­derna ciencia experimental la cual solo se basa en los méto­dos sensoriales como medio para explicar las realidades de la existencia. El gran problema de esta hipótesis es su contraposición a lo dicho por los profetas y mensajeros divi­nos. Sobre dicha base, la in­terpretación anterior im­plica atribuir la mentira a los profetas, y eso es algo que no es propio de su elevada posi­ción y digna jerarquía, honesti­dad y virtud que la his­toria acreditada nos trans­mite.

En otras palabras, los re­formadores se dividen en dos tipos: reformadores que atribu­yen sus programas a Dios, y reformadores que los atribuyen a sí mismos y los ex­ponen ante la sociedad como si ello fuera el producto de su propio intelecto y razo­namiento. Puede llegar a ser que ambos tipos sean hones­tos y se caractericen con la ve­racidad y lo bueno. Así, no es posible considerar estos dos tipos de personas reforma­doras como uno solo.

2- Partiendo de la misma motivación mencionada en la hipótesis anterior, hay otro grupo que considera la Revela­ción como producto de la manifestación de estados es­pirituales en el profeta. Se­gún este grupo, a causa de su fe y temor a Dios, y en base a la abundante adoración del pro­feta a Dios, éste alcanza un grado en el cual encuentra en sí mismo una serie de reali­dades elevadas y se ima­gina que le fueron provistas de un mundo oculto, siendo que esas realidades que ha ad­quirido no surgen más que de su interior. Los que sostie­nen esta hipótesis dicen: “Noso­tros no dudamos en ab­soluto de la veracidad de los profetas, sino que creemos que ellos han advertido eleva­das realidades, solo que el punto de discusión es la fuente de esas realidades ele­vadas. De esta manera, los pro­fetas se imaginan que la fuente de esas realidades es el mundo de lo oculto, el cual se encuentra fuera del mundo material, en tanto que la fuente de ello son ellos mis­mos y no otra cosa.”

Esta hipótesis, no es total­mente nueva, sino que en rea­lidad es un renovado plan­teamiento de una de las hipóte­sis sobre la Revelación que eran planteadas en la época pre-islámica, sólo que presentada en un nuevo ro­paje.

Lo que esta hipótesis con­cluye es que la Revelación no es sino producto de la imagina­ción y reflexión de los profetas y su profundización en sus propias almas, y a causa de meditar mucho en Dios, adorarle y pensar en la reforma de su comunidad y allegados, ellos han materiali­zado esas realidades delante de sus ojos, y supusie­ron que eso les fue in­culcado de un mundo oculto.[3]

De alguna forma, ésta es la misma conjetura sobre la Revelación de los árabes pre-islámicos de la época de la ignorancia, quienes decían:

﴿ بَلْ قَالُوا أَضْغَاثُ أَحْلاَمٍ

«…Pero dijeron: “Es una confu­sión de sueños”».[4]

 El Sagrado Corán refuta esa hipótesis con vehemencia, y pone énfasis en el hecho de que el Profeta (BP) es veraz en su invocación y su visión del Ángel de la Revelación, y que no se equivocan ni su cora­zón ni su vista; dice:

﴿ مَا كَذَبَ الْفُؤَادُ مَا رَأَى

«El corazón no ha desmentido lo que ha visto».[5]

﴿ مَا زَاغَ الْبَصَرُ وَمَا طَغَى

«No se ha desviado su vista ni se ha extralimitado».[6]

Esto quiere decir que el Pro­feta (BP) vio realmente al Ángel de la Revelación, tanto con el ojo externo como con el ojo del corazón, tanto en forma manifiesta como en forma interior.

La condición inmaculada de los Profetas

Los niveles de impecabilidad de los profetas

 La impecabilidad significa la condición de inmaculado, poseyendo esto niveles en la profecía, a saber:

  1. La impecabilidad en lo re­ferente a recibir la Revela­ción y anunciarla.
  2. La impecabilidad respecto a la desobediencia y el pecado.
  3. La impecabilidad respecto de cualquier error en los asuntos individuales y so­ciales.

La impecabilidad de los pro­fetas en el primer nivel es objeto de concordancia para to­dos, ya que la posibilidad de error y confusión en este ni­vel influye en la credibili­dad de la gente, y provoca que no confíen en sus anun­cios y palabras, por lo que finalmente se anula el propó­sito de la profecía.

Además de esto, el Sa­grado Corán dice claramente que Dios dispone al profeta bajo Su completa protección y lo mantiene indemne para que anuncie la Revelación di­vina de una forma correcta; es así que dice:

﴿ عَالِمُ الْغَيْبِ فَلاَ يُظْهِرُ عَلَى غَيْبِهِ أَحَداً * إِلاَّ مَنِ ارْتَضَى مِن رَّسُولٍ فَإِنَّهُ يَسْلُكُ مِن بَيْنِ يَدَيْهِ وَمِنْ خَلْفِهِ رَصَداً * لِيَعْلَمَ أَن قَدْ أَبْلَغُوا رِسَالاَتِ رَبِّهِمْ وَأَحَاطَ بِمَا لَدَيْهِمْ وَأَحْصَى كُلَّ شَيْءٍ عَدَداً

«Es el Conocedor de lo oculto, no manifiesta Su secreto a nadie * más que a aquel de quien se com­place como profeta, que cier­tamente que le dispone una vigi­lancia (de ángeles) por de­lante y por detrás * para saber si han anunciado los Mensajes de su Señor. Él abarca todo lo que les concierne, y ha compu­tado el número de todas las co­sas».[7]

En esta aleya el Sagrado Co­rán menciona dos tipos de protección para mantener in­demne la Revelación:

  1. Los ángeles que circun­dan al profeta desde todo ángulo y aspecto.
  2. Dios Mismo, Quien con­trola a los ángeles y al pro­feta.

La causa de esta completa vigilancia es materializar el propósito de la profecía, que es hacer llegar la Revelación a la humanidad.

La impecabilidad de los profetas res­pecto de cualquier desobediencia o pecado

Los Profetas y Mensajeros de Dios son completamente inmaculados del pecado y los errores, en lo referente a las normas de la shari‘ah. Funda­mentalmente el propó­sito del envío de los profetas se materializa si éstos gozan de tal impecabilidad, puesto que si no observan las nor­mas divinas que les fue enco­mendado anunciar a la gente, no habría confianza en sus pa­labras, y de esa manera no se concretaría el objetivo de su envío.

El Muhaqqiq At-Tûsî se­ñala este argumento en resu­midas palabras de la si­guiente manera: “Es impres­cindible la impecabilidad en el profeta para que se logre la confianza y se alcance el obje­tivo”.[8]

La impecabilidad de los pro­fetas respecto de la desobe­diencia es un asunto en­fatizado por el Sagrado Co­rán en diferentes aleyas, algu­nas de las cuales citamos a conti­nuación:

1- El Sagrado Corán consi­dera a los profetas como perso­nas guiadas y elegidas por parte de Dios, Glorificado Sea:

﴿ وَاجْتَبَيْنَاهُمْ وَهَدَيْنَاهُمْ إِلَى صِرَاطٍ مُسْتَقِيمٍ

«... Y les elegimos y les guiamos hacia el sendero recto...».[9]

2- El Sagrado Corán nos re­cuerda que aquel a quien Dios guía, no podrá ser des­viado por nadie. Dice:

﴿ وَمَن يَهْدِ اللَّهُ فَمَا لَهُ مِن مُضِلٍّ

«Aquel a quien Dios guía no ten­drá quién le desvíe».[10]

3- Considera la desobedien­cia como extravío:

﴿ وَلَقَدْ أَضَلَّ مِنكُمْ جِبِلاًّ كَثِيراً

«Ha extraviado de entre vosotros a muchos grupos».[11]

De estas aleyas inferimos que los profetas son inmacula­dos respecto de cual­quier tipo de extravío, e in­demnes de cual­quier forma de desobedien­cia.

El argumento lógico que ex­pusimos anteriormente so­bre la impecabilidad de los pro­fetas, indica también su im­pecabilidad antes de su en­vío como tales, puesto que el ser humano que ha pasado parte de su vida en medio del pecado y la desobediencia, si luego enarbola la bandera de la guía y la orientación, no le será posible lograr la con­fianza de las personas, a dife­rencia de aquel cuya vida ha transcurrido sin haber sido sal­picada por desliz alguno, ya que éste puede fácilmente atraer la confianza de la gente. Además, en tal caso los denigradores del Mensaje di­vino podrían fácilmente desau­torizar al profeta me­diante el hecho de hacer hinca­pié en su pasado y de esa manera mancillar su per­sona y su Mensaje.

Aquel que, a causa de haber podido tener una vida pura y recta en medio de una atmósfera corrupta, es lla­mado “Muhammad El Fiel”, es la única persona que, me­diante su elevada y pura per­sonalidad, puede apartar los velos de la maliciosa propa­ganda hostil, desbaratar las pretensiones de sus enemigos y opositores al Mensaje di­vino, e iluminar paulatinamente la oscura atmósfera de la ignorancia pre-islámica me­diante su sorprendente re­sistencia.

Además, es evidente que una persona que ha sido inmaculada desde el co­mienzo de su vida, es mejor que otra en quien se ha mani­festado el atributo de inmacu­lada solo a partir del momento en que fue designada profeta; asimismo, es induda­ble que su papel orientador es mucho más fuerte, y la sapien­cia divina implica ele­gir al mejor individuo y al más perfecto.

Los profetas son inmaculados de cualquier equivocación

Los profetas, además de su condición de inmaculados del pecado, son asimismo inmacu­lados en los siguientes asuntos:

1- Al juzgar en los pleitos y al solucionar las diferencias. Si bien el profeta es comisio­nado para juzgar de acuerdo a las evidencias presentadas por el demandante, o en base al juramento de negación del acusado, en el caso que la evi­dencia esté errada o se haya mentido en el juramento, a él no le es velada la verdad, a pe­sar de que no le es dictami­nado juzgar en base a ella a causa de los beneficios socia­les de actuar en conformidad a los criterios y regulaciones estipuladas divinamente.

2- Al determinar las instancias de las normas religiosas, como por ejemplo en el caso de un líquido que no se sabe si es un embriagante o no.

3- En las cuestiones cotidia­nas de la vida.

La necesidad de que los pro­fetas sean inmaculados en relación a los asuntos mencio­nados, surge del hecho que equivocarse en estos ámbitos implica el error en el ámbito de las normas religiosas, y por consiguiente, el error en es­tos asuntos va en detri­mento de la confianza de la gente en la persona del profeta, y al final ello menoscaba el propósito del envío de los profetas, si bien la exigencia de la infalibilidad en los dos primeros asuntos es más ob­via que en el último.

Los profetas están exentos de las enfermedades que provocan aver­sión

Entre los niveles de la condi­ción de inmaculados de los profetas está el hecho de que ellos no sean objeto de asuntos que provoquen la aver­sión de la gente y que les aleje de los mismos. Todos sa­bemos que algunas enfermeda­des corporales, o al­gunos estados anímicos indi­can una naturaleza despre­ciable y una vil persona­lidad, lo cual acarrea la aversión y el alejamiento de las personas.

Es por eso que los profetas deben encontrarse libres de ese tipo de defectos corpora­les y psíquicos, puesto que la aversión de la gente se contra­pone con el propósito del en­vío de los profetas, que es anunciar por su interme­dio los Mensajes divinos.

Así también recordamos que aquí “juicio del intelecto” tiene el sentido de descubrir una realidad, y que en este caso es que, considerando la sapiencia de Dios, Él debe ele­gir para la profecía a quien se encuentre exento de este tipo de defectos.[12]

Un es­tudio sobre las aleyas que indica­rían la ausencia de Infalibi­lidad

Nos hemos familiarizado con el categórico juicio del intelecto y el claro dictamen del Sagrado Corán respecto a la infalibilidad de los profetas, solo que a este respecto exis­ten algunas aleyas que en apa­riencia indicarían que al­gunos profetas cometieron pe­cado y desobediencia, como por ejemplo las relacionadas al profeta Adán (P) y otros. ¿Qué se puede decir sobre esto?

Primeramente debemos de­cir que, por supuesto, desde que no hay contradic­ción en ab­soluto en el Sa­grado Corán, debemos inferir el real signifi­cado de las ale­yas en base a los indicios existentes en las mismas. Es por eso que en es­tas cuestio­nes, el aspecto lin­güístico su­perficial no puede constituir el criterio para emi­tir un jui­cio apresurado. Afor­tunada­mente, los grandes teó­logos y exegetas coránicos de la shî‘ah han procedido a expli­car estas aleyas, e incluso al­gunos de ellos han escrito li­bros que tratan este tema en forma independiente. Desde que la explicación de estas ale­yas implica que sean trata­das una por una, ello es­capa a este ensayo, por lo que delega­mos a los lectores refe­rirse a los libros mencionados al pié de la página.[13]

La fuente y causa de la Infalibili­dad

Es posible resumir la fuente de la Infalibilidad en dos puntos:

1- Desde que los profetas go­zan de un amplio conoci­miento sobre Dios, Glorifi­cado Sea, nunca cambiarían Su beneplácito por otra cosa. En otras palabras, la pro­funda percepción que poseen de la grandeza de Dios y de los atributos de perfección divi­nos, les impide sentirse atraídos hacia otra cosa fuera de la Verdad Absoluta, y de pensar en otra cosa fuera de Él. Este nivel de conoci­miento es ese mismo seña­lado por Amîr Al-Mu’minîn ‘Alî (P) al decir:

« ما رَأَيتُ شَيئاً إلاّ وَرَأَيْتُ اللهَ قبْلَهُ، وبَعْدَهُ ومَعَهُ »

“No he visto nada sin haber visto a Dios an­tes que ello, después de ello y junto con ello”.[14]

A este res­pecto dijo el Imam As-Sâdiq (P):

« وَلكنِّي أعْبُدُهُ حُبّاً لَهُ فتلكَ عِبادةُ الكِرامِ »

“... en cambio yo le adoro por amor a Él, y esa es la adora­ción de los dignos”.[15]

2- El hecho de que los profe­tas estén completamente informados de los resultados y frutos de la obediencia a Dios, y de las funestas conse­cuen­cias de la desobediencia, es causa de que se encuen­tren in­demnes de contrariar la or­den divina. Si bien la infalibili­dad absoluta es priva­tiva de un grupo en parti­cular de personas bende­cidas por Dios, es posible que algunos creyen­tes piadosos se vean exentos de cometer des­obediencia en gran parte de sus actos, de ma­nera que el in­dividuo teme­roso de Dios, por ejemplo, no proceda a per­petrar suicidio o a matar a un inocente[16]. In­cluso algunas personas comu­nes están in­demnes de la perpetración de algunas fal­tas, a modo de ejemplo, nin­guna persona en su sano juicio procede a tocar un cable pe­lado de electrici­dad por el cual está circu­lando la co­rriente eléctrica. Es evidente que la indemnidad en casos como éste, surge del conoci­miento categórico del resul­tado de cometer ese error. Si un conocimiento tal fuera alcanzado por la persona en lo concerniente a las peli­grosas consecuencias de los pecados, eso con seguridad oca­sionaría que la persona es­tuviera in­demne de perpe­trar pecados.

No hay incompatibilidad entre la Infa­libilidad y la libre elección

Considerando la fuente de la Infalibilidad, recordamos que ésta no es incompatible con la libre elección y volun­tad del inmaculado, sino que la persona inmaculada, con el conocimiento completo que po­see de Dios y de los efectos de la obediencia y la desobe­diencia, le es posible cometer desobediencia, a pesar de no utilizar nunca ese poder; es si­milar al caso de un padre tierno que tiene la capacidad de matar a su propio hijo, pero que jamás llega a hacer eso.

Un ejemplo más claro es el hecho de que de Dios no surge ninguna acción improce­dente, y si bien tiene el poder absoluto para introdu­cir a los bienhechores y obedientes en el infierno, o para introducir a los desobedien­tes en el paraíso, Su Justicia y Prudencia le impi­den realizar ello.

Con esta explicación queda en claro que dejar de lado la desobediencia y aferrarse a la obediencia a Dios y a Su adora­ción, conforman dos grandes orgullos para los profe­tas, puesto que ellos, a pe­sar de tener el poder para no actuar en base a la obedien­cia y para perpetrar ac­tos de desobediencia, no lo hacen por propia voluntad y al­bedrío.

La condición de inmaculado no necesariamente implica ser pro­feta

Al tiempo que nosotros creemos en la condición de inmaculados de todos los profe­tas divinos, no sostenemos que necesariamente una per­sona infalible deba ser pro­feta, ya que es posible que una persona sea inmaculada pero no sea profeta. He ahí que el Sagrado Corán dice lo siguiente respecto a María (P):

﴿ يَا مَرْيَمُ إِنَّ اللّهَ اصْطَفَاكِ وَطَهَّرَكِ وَاصْطَفَاكِ عَلَى نِسَآءِ الْعَالَمِينَ

«¡Oh María! Por cierto que Dios te ha elegido y purificado, y te ha elegido por sobre las mujeres del Universo».[17]

Desde que el Sagrado Co­rán utiliza la expresión “ele­gido”, queda en claro que ella era inmaculada, puesto que el mismo término es utilizado respecto a los profetas:

﴿ إِنَّ اللّهَ اصْطَفَى ءَادَمَ وَنُوحاً وءَالَ إِبْرَاهِيمَ وءَالَ عِمْرَانَ عَلَى الْعَالَمِينَ

«Por cierto que Dios eligió a Adán, Noé, a la familia de Abra­ham, y a la familia de ‘Imrân por sobre los seres del uni­verso».[18]

Además, en la aleya mencio­nada se habla sobre la purificación de María (P), y ello se refiere a la purifica­ción respecto a cualquier tipo de impureza y desobediencia, y no solamente se propone refu­tar aquello con lo que la acusaron los judíos a causa del nacimiento de Jesús (P), puesto que la exoneración de María respecto de tal pecado fue demostrada en los prime­ros días del nacimiento de Je­sús (P), al hablar el niño en la cuna, por lo que no habría nue­vamente necesidad de ello.

Por otra parte, el contexto de la aleya de la purificación de María (P), indica que se re­fiere a la época en que María se encontraba recluida en el templo, cuando todavía no te­nía a Jesús en sus entrañas, por lo que todavía no había surgido acusación que hubiera que refutar mediante el atributo de “purifica­ción”.

Fuente: La Doctrina del Islam Shî‘ah A la Luz de las enseñanzas de Ahl-ul Bait; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1] Ash-Shu‘arâ; 26: 193-194.

[2] Al-Baqarah; 2: 3.

[3] Al-Wahîî Al-Muhammadî (“La Revelación Muhammadiana” ), por el Seîied Muhammad Rashîd Ridâ, p.66.

[4] Al-Anbiîâ’; 21: 5.

[5] An-Naÿm; 53: 11.

[6] An-Naÿm; 53: 11 y 17.

[7] Al-Ÿinn; 72: 26-28.

[8] Kashf Al-Murâd fi Sharh Taÿrîd Al-I‘tiqâd, p. 217.

[9] Al-An‘âm; 6: 87.

[10] Az-Zumar; 39: 37.

[11] Iâ Sîn; 36: 62.

[12] El juicio del intelecto en este caso es categórico, es por eso que algunas narraciones que se refieren al Profeta Job (Aîiûb) -con él sea la paz- y al hecho de que él fue aquejado con enfermedades que provocan aversión, además de contradecir el juicio categórico del intelecto, también contradicen a otras narraciones a este respecto provenientes de los Imames de Ahl-ul Bait (P). El Imam As-Sâdiq (P) narró:

« إنَّ أيوب مع جميع ما ابتُلي به لم تنتنْ له رائحةٌ، ولا قَبُحَتْ له صورةٌ، ولا خرجَتْ منه مَدّةٌ من دَمٍ، ولا قيحٍ، ولا استَقْذرَهُ أحَدٌ رآه، ولا استوحش منه أحدٌ شاهدَه ولادوّد شيءٌ من جَسَدهِ، وهكذا يصنعُ الله عزّ وجلّ بجميع من يبتليه من أنبيائه، وأوليائه المكرَّمين عليه، وإنما اجتنَبَهُ الناسُ لِفَقره، وضَعْفِهِ في ظاهِرِ أمرهِ، لجَهْلهم بما لَهُ عند ربّه تعالى ذكْرُهُ، من التأييد والفَرَج »

“Por cierto que Aîiûb (P), a pesar de todo aquello con lo que fue afligido, no provocaba hedor, ni se afeó su imagen, ni afloró pus ni sangre de su cuerpo, ni se sentía repelido nadie que le observaba, ni nadie que le veía se espantaba de él, ni se agusanó ninguna parte de su cuerpo. Es así como Dios, Imponente y Majestuoso, procede con todo aquel que prueba con la aflicción de entre Sus profetas y distinguidos santos; y si la gente se alejó de él fue por su pobreza, por su manifiesto estado de debilidad, y por ignorar su posición y situación de complacencia ante Dios, Elevada sea Su mención” (Al-Jisâl, t.1, Los siete capítulos, hadîz 107). Así, las narraciones que contrarían esta cuestión, no tienen base y son rechazadas.

[13] Tanzîh Al-Anbîiâ’ del Seîied Al-Murtadâ. ‘Ismat Al-Anbîiâ’ de Al-Fajr Ar-Râzî. Mafâhîm Al-Qur’ân del Sheij Ÿa‘far Subhânî, cap.: La Infalibilidad de los Profetas.

[14] Bihâr Al-Anwâr, t.70, p.22.

[15] Ibíd; t.70, p.18, hadîz 9.

[16] Dijo el Imam ‘Alî Ibn Abî Tâlib (P) en referencia a este grupo:

« هُم والجَنّةُ كَمَنْ قَدْ رآها فَهُمْ فيها مُنَعَّمون، وَهُمْ والنّارُ كَمَنْ قد رَآها فَهُمْ فيها مُعَذَّبُون »

“Ellos son, respecto al Paraíso, como quien realmente lo está viendo y se encuentra gozando en el mismo; y son, respecto al Fuego, como quien realmente lo está viendo y se encuentra en el mismo siendo castigado”. (Nahÿ Al-Balâgah, disertación Nº 193, la cual fue pronunciada a pedido de su compañero Hamâm).

[17] Âal ‘Imrân; 3: 42.

[18] Âal ‘Imrân; 3: 33.

Article_image
Article_rate
Average: 1 (1 vote)