Los derechos de la mujer en el Islam

Las diferencias entre el hombre y la mujer

Profesor Ayatollah Murtada Mutahhari

 

  • La idea de la diferencia entre el hombre y la mujer corresponde a la Edad Media.
  • La cuestión de los derechos de la mujer presentados en mutua oposición por Platón y Aristóteles.
  • Determinando la innata diferencia entre el hombre y la mujer la ley de la creación ha hecho su unión más fuerte.
  • El hombre es creado como conquistador del mundo y la mujer como conquistadora del hombre.
  • Los occidentales sufren de una amenaza sobre ellos como resultado de esas cosas con las que sus imitadores (orientales) se han emborrachado recientemente. 

Las diferencias entre el hombre y la mujer (I).

Las diferencias entre el hombre y la mujer ¡qué idea absurda! A pesar de que estamos viviendo en la segunda mitad del siglo XX, todavía hay gente, en muchos lados, que piensa como si estuviésemos viviendo en la Edad Media y mantiene viejas ideas pasadas de moda sobre las diferencias entre el hombre y la mujer, pensando que ambos no son iguales. No hay duda de  que desean deducir, al igual que los hombres de la Edad Media, que la mujer es un sexo inferior, que no es totalmente un ser humano, que es el eslabón entre el animal y el género humano. Piensan que una mujer no tiene capacidad para vivir una vida libre e independiente o no la merece, estando obligada a hacerlo bajo la protección y tutela del hombre.

De cualquier manera, ideas como estas ahora son obsoletas y anticuadas. Ahora se establece que todas esas especulaciones infundadas eran realmente falsas y que en el período de la dominación del hombre sobre la mujer, aquél sostuvo con fuerza estos argumentos mientras que la posición cierta era realmente la inversa. La mujer es en realidad, el sexo superior y el hombre el sexo imperfecto o inferior.

Pero no, en el siglo XX, debido al asombroso progreso de la ciencia, la diferencia entre el hombre y la mujer se ha vuelto más clara y mejor definida. No hay especulación infundada o ficción en esta firme realidad. Hay realidades científicas y experimentales. 

No obstante, estas diferencias no son de ninguna manera pruebas para la cuestión de si entre el hombre y la mujer hay un sexo superior y otro menos elevado, inferior o imperfecto. La ley de la creación trajo estas diferencias a la vida con el objeto de hacer la relación de ambos dentro de la familia más firme y el fundamento de su unidad más seguro. La ley de la creación planteó estas diferencias, así como asignó, por sí misma, los derechos del hombre y la mujer. La ley de la creación ha puesto estas diferencias entre ellos con un propósito, precisamente como el propósito que existe en la diferenciación de las funciones de los distintos órganos dentro de un mismo cuerpo. Si la ley de la creación ha diseñado los órganos, tales como los ojos, los oídos, las piernas, las manos y la espina dorsal de una manera particular, no es porque haya dado preferencia a unos sobre otros discriminando injustamente a favor de alguno o cotejando cruelmente una parte con otra. 

¿Es esta una cuestión de simetría o perfección e imperfección?

Una de las cosas que me sorprenden, es que algunas personas insisten que las diferencias entre el hombre y la mujer en sus estructuras físicas y psicológicas deberían ser presentadas de manera que la mujer resulte imperfecta y el hombre comparativamente perfecto. Esto mostraría que la ley de la creación tuvo algún motivo ulterior para crear en la mujer una existencia imperfecta. La idea que la mujer es un ser imperfecto surge entre la gente de Occidente antes que entre la de Oriente. Los occidentales eran realmente injustos al burlarse de las mujeres y llamarlas imperfectas. Algunas veces aseguraron estar representando a la Iglesia y hacían notar que "una mujer debería avergonzarse de ser mujer". Algunas veces dijeron: "La mujer es un ser de cabellos largos y entendimiento corto"; "la mujer es la última de todas las bestias salvajes que el hombre ha amansado"; "una mujer es el último eslabón entre los animales y el ser humano"; etc.

Más sorprendente que esto es que una parte de la gente occidental de esta época ha invertido completamente su posición y ahora quiere probar por medio de mil y un argumentos diferentes, que el hombre es un ser humano imperfecto, inferior y que la mujer es el sexo perfecto y superior.

Si usted, mi digno lector, ha leído el libro "La Natural Superioridad de las Mujeres" escrito por Asniey Montagu, publicado por entregas en "Zanirus”, habrá visto cuan ardientemente y con qué abundancia de palabras sin sentido, el autor quiso probar que la mujer es más perfecta que el hombre. Ese libro, en los resultados que presenta de los descubrimientos de medicina, psicología o estadística social es muy valioso, pero cuando el escritor procede a hacer "deducciones" y quiere sacar conclusiones apoyando esa teoría que se representa en el título del libro, llega a extremos absurdos.

¿Por qué debería considerarse un día que la mujer es tan ingenua y sin valor y luego estar obligados, al día siguiente, a enmendar lo dicho y suprimir todas las deficiencias y defectos de la mujer transfiriéndolas al hombre?, ¿por qué debería ser necesario interpretar las diferencias entre el hombre y la mujer como imperfección en uno y perfección en el otro, viéndonos obligados en un momento a ponemos del lado de uno y en otro momento a apoyar al otro?

Por un lado, el señor Montagu insiste en presentar a la mujer como una especie superior al hombre pero, sin embargo, por otro lado, presenta los atributos del hombre como el resultado de factores históricos y sociales y no el resultado de factores naturales.

En realidad, las diferencias entre el hombre y la mujer son problemas de simetría y no de perfección o imperfección. La intención de la ley de la creación es que estas diferencias fuesen la fuente de una mejor relación entre ellos, que sin duda son creados para vivir juntos. Vivir en solitario es contrario a la ley de la creación. Este punto quedará más claro durante nuestra siguiente discusión en relación con la clarificación de las diferencias. 

La teoría de Platón. 

Esta no es una cuestión presentada recientemente a la discusión. Tiene por lo menos 2400 años de antigüedad porque ya fue descrita de la misma manera en "La República" de Platón.

Platón afirma, en términos nada ambiguos, que la mujer y el hombre poseen capacidades similares y que la mujer puede llevar a cabo todas las obligaciones y responsabilidades con las que carga el hombre, beneficiándose de todos los derechos que goza el mismo.

El origen de todas las ideas que han aparecido por respeto y consideración a la mujer y, lo que es más, otras ideas que la gente en este siglo juzgó excesivas y considera inaceptables, también se encuentran en los pensamientos de Platón. Que estas ideas pertenecieron a un hombre que es llamado el padre de la filosofía puede parecer extraño al lector. En el libro V de su "República" argumentó en favor del control del Estado sobre las mujeres y los hijos en relación con la perfección y bienestar de otras generaciones, de la privación a algunos hombres y mujeres de su derecho a la reproducción y de la asignación del derecho a la misma solamente a quienes tengan cualidades superiores especiales, distinguidas y relevantes. Por otra parte, alentó un orden por medio del cual la educación y preparación de los hijos fuese llevada a cabo fuera del entorno familiar, permitiéndose la reproducción solamente dentro de cierta edad de hombre y mujeres, es decir, aquella en la que fuesen más vitales y vigorosos.

Platón es de la opinión que las mujeres deberían recibir entrenamiento militar exactamente como los hombres y deberían tomar parte en las competiciones atléticas de la misma ma­nera. De todos modos hay dos puntos destacables en lo que dice Platón.   

En primer lugar, admite que la mujer en sus facultades físicas, espirituales y mentales es más débil que el hombre, es decir, admite una diferencia entre el hombre y la mujer en cuanto a cantidad pero no cree en la diferencia de las cualidades de sus talentos. Platón cree que la mujer y el hombre son iguales en sus talentos, aunque por supuesto, la mujer es más débil que el hombre en todo sentido, afirmando a continuación que no se deduce necesariamente que alguno de ellos tenga una capacidad especial para hacer las tareas mejor que el otro.

Platón agradece a Dios haber nacido hombre y no mujer, especialmente porque considera a la mujer más débil que el hombre. Dice; "Agradezco a Dios haber nacido griego y no de otra nacionalidad, que he venido a este mundo como persona libre y no como esclavo y que nací hombre y no mujer".

Lo segundo es que todo lo que Platón dijo respecto del bienestar de los hijos, de su educación, la similitud en la formación del hombre y la mujer y el control del Estado sobre las mujeres y los hijos queda en manos de la clase soberana, es decir, de los filósofos gobernantes a quienes él considera específicamente merecedores del gobierno. Como sabemos, Platón en política está en contra de la democracia y en favor de la aristocracia. Todo lo que Platón dijo concerniente a la clase aristocrática es totalmente distinto de lo que atañe a las clases no aristocráticas. 

Aristóteles contra Platón.

Después de Platón, la otra figura del mundo antiguo cuyos pensamientos y opiniones conocemos es Aristóteles, discípulo de Platón. En su "Política” expresó sus ideas relativas a las diferencias entre hombres y mujeres y se opuso vehemente a su maestro, Platón. Aristóteles cree que la diferencia entre el hombre y la mujer no está solamente en la cantidad de sus capacidades sino también en las cualidades. Dice que la naturaleza de las capacidades de ambos es distinta y que las funciones que impuso la ley de la creación y los derechos que diseñó para ellos, son distintos en muchas cuestiones. De acuerdo a Aristóteles, la excelencia de la moral del hombre y la mujer también son diferentes en mu­chos aspectos. Un cierto comportamiento puede ser considerado una virtud en el hombre y no ser recomendable para la mujer. De la misma manera, una cierta conducta puede ser alabada y excelente para la mujer pero considerada indigna del hombre. La opinión de Aristóteles desplazó el punto de vista de Platón en el mundo antiguo y los pensadores que les siguieron dieron preferencia al criterio del discípulo sobre el del maestro.

La opinión del mundo moderno.

Vimos arriba lo relativo al mundo antiguo. Ahora tenemos que ver qué dice el mundo moderno. Este no se fía de simples conjeturas o suposiciones. Por el contrario, confía en la observación y en la experimentación, en las estadísticas y las cifras, en el estudio de las cosas. A la luz de profundas investigaciones médicas, psicológicas y sociales, se han descubierto más y múltiples diferencias entre el hombre y la mujer. No había medios para descubrirlas en el mundo antiguo. Quienes acostumbraban a juzgar entonces a la mujer y al hombre, lo hacían simplemente sobre la base de que uno tenía un cuerpo más grande que el otro, que uno era más rudo y el otro más delicado, que uno era más alto  y el otro más bajo, uno tenía un vozarrón y el otro un hablar suave, uno era más velludo y el otro tenía el cuerpo más terso. A lo más que llegaron fue a tener en cuenta las diferencias en la época de la pubertad y observar las diferencias del intelecto y los sentimientos. El hombre fue considerado símbolo del intelecto y la mujer símbolo de la bondad y de los sentimientos afectuosos.

De cualquier manera, recientemente han sido descubiertos otros tipos de diferencias además de esas y se ha descubierto que el mundo del hombre es diferente al de la mujer en muchos aspectos.

Mencionaremos todas las diferencias entre el hombre y la mujer que seamos capaces de reunir de los escritos de los grandes científicos y luego nos ocuparemos en ver cómo muchas de estas diferencias se basan en la naturaleza y otras tantas son el resultado de factores sociales, históricos y culturales. Cierta cantidad de las mismas pueden ser anotadas después de una pequeña experiencia y observación, siendo algunas tan claras y evidentes que es imposible negarlas.

Diferencias mutuas.

Físicas. El hombre, normalmente, es más grande y la mujer de cuerpo más pequeño. El hombre es más alto y la mujer más baja. El hombre es más rudo y la mujer más delicada. El hombre tiene una voz más fuerte y es más áspero en su tono, mientras que la mujer es de un hablar más suave y su voz más melodiosa. El desarrollo del cuerpo femenino es más rápido que el del hombre, hasta el punto que el feto del primero se desarrolla más de prisa que el del segundo. El desarrollo muscular y fuerza del hombre es mayor que el de la mujer. La resistencia de la mujer a muchas enfermedades es mayor que la del hombre. La mujer alcanza la pubertad a edad más temprana que el hombre y también queda antes incapacitada para la procreación. Una niña comienza a hablar antes que un niño. El cerebro normal del hombre es más grande que el de la mujer, aunque en proporción al tamaño de sus cuerpos el de la mujer es más grande. El pulmón del hombre tiene más capacidad de inhalación que el de la mujer. El latido del corazón de la mujer es más ligero que el del hombre.

Psicológicas. El hombre tiene más preferencia que la mujer por el ejercicio físico, la caza y tareas que signifiquen movimiento. Los sentimientos del hombre son desafiantes y belicosos mientras que los de la mujer son pacíficos y sociables. El hombre es más agresivo y pendenciero y la mujer más tranquila y calmada. La mujer se refrena de tomar medidas drásticas tanto respecto a sí misma como con otros, siendo ésta la razón del menor número de suicidios de mujeres respecto a los de hombres. Dispuesto al suicidio, el hombre lo hará de una manera más rápida en comparación con la mujer. El hombre usará un arma, se ahorcará, se lanzará o saltará desde lo alto de un edificio elevado, mientras que la mujer se inclinará a usar píldoras de dormir, veneno, etc., en crisis de esta naturaleza. Los sentimientos de la mujer se excitan o despiertan más rápido que los del hombre, es decir que la mujer, en cuestiones o temores que la envuelven, reacciona más rápido y con más agudeza en el momento que lo siente, mientras que el hombre es más frío de cabeza. Una mujer está más dispuesta naturalmente a embellecerse, adornarse y cambiar de ropas que el hombre. Los sentimientos de la mujer son más pasajeros que los del hombre. La mujer es más cuidadosa, más religiosa, más comunicativa, tímida y formal que el hombre. Los sentimientos de la mujer son maternales, cosa que resulta claramente visible en su niñez. La mujer está más apegada a la vida familiar y, consecuentemente, le da más importancia y atención al hogar que el hombre. En actividades basadas en el razonamiento y problemas intelectuales obtusos, la mujer no puede igualar al hombre, pero en literatura, pintura y todas las demás materias relacionadas con la estética, no se queda detrás del hombre. El hombre tiene mayor capacidad que la mujer para guardar un secreto y oculta las cuestiones desagradables mejor que la mujer, razón por la que hay más hombres que mujeres víctimas de algunas enfermedades psicológicas. La mujer es de corazón más bondadoso e instantáneamente recurre al llanto y ocasionalmente se desmaya.

Sentimientos recíprocos.

El hombre es esclavo de sus propias pasiones y la mujer es más fiel en su amor con el hombre. Un hombre quiere a una mujer porque la ha elegido o admirado, mientras que la mujer quiere al hombre porque ha percibido su valor previamente, ha reconocido su sinceridad. El hombre quiere posesionarse de la mujer y ejercer su autoridad sobre ella y la mujer quiere conquistar el corazón del hombre y prevalecer sobre él por medio del sentimiento interior del mismo. El hombre quiere dirigir a la mujer por medio del intelecto y la mujer quiere influenciar al hombre por medio de su corazón. El hombre desea abrazar a la mujer y la mujer desea ser abrazada por el hombre. La mujer desea ver valentía y coraje en el hombre y el hombre elegancia y atractivo en la mujer. La mujer considera el apoyo del hombre la cosa más valiosa para ella. La mujer es capaz de controlar más sus inclinaciones sexuales que el hombre. La tendencia sexual del hombre es agresiva y la de la mujer pasiva e incitante.

Las diferencias entre el hombre y la mujer (II).

En el No. 90 de "Zaniruz", fue publicada la opinión de un eminente profesor de psicología, el señor Reek. Durante años ha estado haciendo indagaciones y desarrollando investigaciones sobre las condiciones de la mujer y el hombre, habiendo llegado a ciertas conclusiones concretas. Tomó nota de muchas diferencias entre el hombre y la mujer en un voluminoso libro. Dijo que el mundo de la mujer es totalmente diferente al del hombre. Si una mujer no puede pensar o actuar como un hombre es porque sus mundos son diferentes. Observó que en el Viejo Testamento se menciona que "el hombre y la mujer han sido hechos de la misma carne". Sí, sin duda que ambos fueron hechos de la misma carne, pero tienen cuerpos distintos y, tomados como un todo, son diferentes uno del otro. Por otra parte, los sentimientos de estos dos seres nunca pueden ser iguales y sus reacciones frente a eventos y circunstancias nunca serán las mismas. El hombre y la mujer tienen distintas actitudes de acuerdo y congruentemente con su verdadera disposición sexual, precisamente como dos planetas que giran en órbitas distintas. Pueden comprenderse uno al otro y estar completamente unidos, pero nunca serán uno. Esta es la razón por la que ambos pueden vivir juntos, quererse mutuamente y no cansarse ni aburrirse de sus cualidades y conductas particulares.

El profesor Reek hizo un estudio comparativo de las mentalidades del hombre y de la mujer y señaló algunas diferencias. Entre otras cosas, dijo que es aburrido para el hombre estar siempre en compañía de la mujer que él quiere, mientras que no hay nada más agradable para una mujer que vivir al lado del hombre que quiere. El hombre, en su sentimiento interno desea permanecer siempre en el mismo estado, mientras que la mujer desea tener siempre una nueva realidad, levantándose todos los días de la cama con sentimientos renovados. Las mejores palabras que un hombre puede decir a una mujer son "Mi amor, te quiero". Y las más hermosas palabras que puede decir una mujer a un hom­bre son: "Estoy orgullosa de ti". Si un hombre ha tenido relaciones sexuales con varias mujeres en su vida, resulta atractivo a los ojos de otras mujeres. Pero una mujer que ha tenido relaciones con más de un hombre, es aborrecida por el sexo masculino. Cuando son viejos, los hombres tienen un sentimiento de insatisfacción porque perdieron su principal sostén de vida, es decir, su trabajo. Pero la mujer anciana, por el contrario, se siente satisfecha porque tuvo lo mejor frente a ella, a saber, un hogar y algunos nietos. A los ojos del hombre, una vida de éxitos significa ser considerado públicamente una personalidad respetable, mientras que al parecer de la mujer el éxito significa ganar el corazón del hombre y conservarlo para toda la vida. A un hombre siempre le gusta convertir a su esposa a su nacionalidad y opinión, mientras que para una mujer, después de casarse, cambiar su creencia y nacionalidad a la del hombre que ella quiere es tan fácil como cambiar su apellido. 

La obra maestra de la creación.

Aparte de la controversia en cuanto a si las disparidades entre el hombre y la mujer, necesariamente, producen diferencias en sus derechos y deberes concernientes a las cuestiones familiares, este fenómeno es uno de los más asombrosos de la obra de la creación, es una lección de la unicidad de Dios y Su conocimiento, un signo y una indicación del sabio y eficiente orden del universo y clara evidencia que prueba que el proceso de la creación no se basó en una simple casualidad, que la naturaleza no marcha en su proceso ciegamente, como por la oscuridad. Es una esclarecedora prueba de la realidad de que el fenómeno del universo no se puede explicar sin invocar al principio fundamental de una causa última.

Para llegar a su propia meta y preservar su naturaleza, el gigantesco aparato de la creación ha traído a la existencia el gran proyecto de la reproducción. De su propio taller, hembras y machos de la misma especie son continuamente traídos a la vida. Desde entonces, con objeto de mantener y prolongar la existencia de las generaciones subsiguientes, se requiere la cooperación de los dos sexos, especialmente en la especie humana, y para  persuadir a ambos sexos a ayudarse mutuamente en este trabajo, fue dispuesta su unión y unidad.

Ello ha sido dispuesto de tal manera, que la imposición personal y la búsqueda del interés propio, natural en todo ser viviente, se transforma en servicio, cooperación,  indulgencia y abnegación. Los dos sexos son hechos con el deseo de vivir juntos y, para hacer el plan totalmente práctico, se establecen notables diferencias físicas y mentales entre ellos para que sus cuerpos y almas puedan unirse mejor. Estas diferencias son la fuente de la mutua atracción y están diseñadas para que el compañero y la compañera se sientan mutuamente enamorados. Si la mujer hubiese tenido el cuerpo, espíritu, maneras y comportamientos del hombre, le habría sido imposible atraer al hombre y que éste ansiara la unión con ella. Igualmente, si el hombre tuviese todos los atributos mentales y físicos de la mujer, hubiera sido imposible para ésta considerarlo el héroe de su vida y pensar que su arte más elevado es perseguir y conquistar su corazón. El hombre nace para conquistar el mundo y la mujer para conquistar al hombre.

La ley de la creación ha constituido y construido al hombre y a la mujer de acuerdo con ese proyecto, siendo inherente a ellos buscarse mutuamente pero no de la manera que son atraídos por otras cosas. El interés que el ser humano tiene en otras cosas es de tipo personal, para sí mismo, las ve como un medio en función de él y su confort.  

Pero la unión del esposo y de la esposa es de tal tipo que cada uno de ellos desea el bienestar y confort del otro y es feliz siendo paciente y abnegado por amor hacia el otro.

Una unión más fuerte que la pasión.

Resulta extraño que algunas personas no puedan distinguir entre "pasión" y "afecto". Piensan que el único factor que puede unir a una pareja es el deseo y la pasión, el provecho, el beneficio, el mismo tipo de interés que una persona tiene en los alimentos, bebidas, ropas y vehículos. No saben que, además del egoísmo y el deseo de explotación, hay otros intereses que son innatos y naturales. Los mismos no tienen sus raíces en el interés personal. La fuente de tales logros es exactamente la contraria a la que creen. Estas relaciones tienen su fuente en la abnegación, la paciencia y la preferencia de la incomodidad de uno para asegurar la comodidad del otro. Estas son las relaciones que revelan la humanidad de los seres humanos. En realidad, algunos de estos sentimientos se observan incluso en los animales en lo que respecta a la pareja y su descendencia.

Aquellas personas creen que el hombre siempre ha mirado a la mujer como un joven occidental mira a una prostituta, creyendo que únicamente la pasión podría unirlos. En realidad, la unión que constituye la base de la unión del esposo y la esposa es más grande que la pasión. Es lo mismo que menciona el Santo Corán con el nombre de "mawaddan" (cariño) y "rahmah" (piedad). "Y entre sus signos está el haberos creado esposas nacidas entre vosotros, para que os sirvan de quietud, y el haber suscitado ante vosotros el afecto y la bondad. Ciertamente, hay en ellos signos para gente que reflexiona". [Corán 30:21]. 

Resulta falaz explicar la historia de las relaciones del hombre y la mujer pensando solamente en el beneficio y la explotación y, como antes dijimos, basando esto en la lucha por la supervivencia. Ya nos hemos referido a la cantidad de cosas sin sentido escritas al respecto.

Cuando leo algunos escritos y aclaraciones de esta gente sobre la historia de las relaciones entre el hombre y la mujer, encuentro que el único principio que emplean es el de la contraposición. Suponen que el hombre y la mujer son de dos clases diferentes de trato social y que siempre han estado en conflicto y guerra mutua. Verdaderamente, todo esto es asombroso para mí y deploro su falta de juicio y razón. Si pueden explicar la historia de las relaciones de los padres con los hijos en términos de beneficio y explotación, también pueden interpretar la historia de las esposas y los esposos a la luz de este punto de vista. Es cierto que el hombre es más fuerte que la mujer, pero la ley de la creación ha constituido también al hombre con un instinto para que no pudiera perpetrar con su mujer las atrocidades que infringiría a sus esclavos, siervos, subordinados e incluso vecinos, así como para que no pudiera practicar ese tipo de crueldades con sus propios hijos.

No niego las crueldades de los hombres con las mujeres, pero rechazo aceptar la interpretación presentada respecto a estas crueldades. A lo largo de la historia, los hombres han infringido muchas y grandes crueldades a las mujeres, pero sus motivaciones fueron las mismas que llevaron a ser crueles con sus hijos,  a pesar del gran interés por ellos, su futuro y bienestar. Fueron  las mismas cosas, por supuesto, que les impulsaron también a ellos a ser crueles, siendo los motivos centrales la ignorancia, el fanatismo y el tradicionalismo, pero no el deseo de explotación. Si tengo tiempo, oportunamente haré una exposición detallada de la historia de las relaciones entre el hombre y la mujer.

Recíprocas diferencias en los sentimientos mutuos de hombres y mujeres.

El hombre y la mujer no difieren solamente en sus perspectivas respecto a las cuestiones de la vida familiar. La misma manera de conectarse uno con el otro es diferente. Para ser más claro, la naturaleza de la conexión del hombre con la mujer no es la misma que la de la mujer con el hombre. A pesar del hecho que la atracción es mutua, a diferencia de los cuerpos inanimados, el cuerpo más pequeño atrae al más grande. La creación ha dise­ñado al hombre como símbolo del inquisidor, amante y conquistador y a la mujer como símbolo de lo querido y atrayente.

Los sentimientos del hombre se caracterizan por el ruego y la petición y los de la mujer por el recato y la formalidad. Los sentimientos del hombre lo llevan a cortejar y buscar a la mujer y los de ésta a ser buscada y cortejada. Recientemente apareció en un periódico de aquí la foto de una joven rusa que se suicidó. Dejó escrito lo que había pasado: "Hasta ahora, ningún hombre me ha besado y la vida es insoportable para mí". Esta fue la causa de un gran fracaso para la joven, es decir, que no fue querida ni besada por ningún hombre. Pero, ¿qué muchacho estaría desengañado de la vida si una chica no le besó o si él no besó a una chica?

En su detallado y amplio examen, Will Durant dice que si el criterio de la preferencia por una joven o la importancia de la misma, fuesen sus logros intelectuales o eruditos y no el encanto natural y el talento subliminar, las jóvenes con menos logros académicos no tendrían mucho éxito para encontrar maridos. Lo cierto es, de todos modos, que el 60 por ciento de las mujeres universitarias son solteras. Durant dice que Sonia Kovalesky, una científica distinguida se quejaba que nadie se quería casar con ella: "¿Por qué alguien no puede quererme? Yo podría darle más que la mayoría de las mujeres, pero sin embargo la mujer más insignificante es querida y yo no". ("Los Placeres de la Filosofía", 5 pág. 136). 

Por favor, advertir que la naturaleza de los sentimientos de desengaño de esta señorita es diferente de lo que sería el desengaño de un hombre. Ella dice: ¿Por qué nadie me quiere? En la tarea de encontrar una esposa, el hombre se siente derrotado cuando es incapaz de tener la mujer que quiere, o si la tiene y es incapaz de mantenerla bajo su dominio. Todas estas cosas están respaldadas por una filosofía: un vínculo muy fuerte y profundo de atracción y unidad. Y ¿por qué esta atracción?, ¿no es para que el hombre y la mujer puedan tener más placeres en la vida? No, no precisamente para eso, más bien es el fundamento de la sociedad humana y la estructura educativa de la generación futura lo que se ataca sobre esta base.

El punto de vista de una psicóloga.

En el No 101 de "Zaniruz" fue citada la opinión de una psicóloga, Cleo Dalson. Esta señorita dice que como psicóloga está vivamente interesada en el estudio de la mentalidad del hombre. Nos cuenta que en un pasado reciente fue comisionada para investigar sobre los factores psicológicos del hombre y la mujer y llegó a las siguientes conclusiones:

  1. A todas las mujeres les gusta trabajar bajo las órdenes de otro. En otras palabras, prefieren trabajar como subordinadas bajo la supervisión de un superior.
  2. Todas las mujeres quieren experimentar lo que su existencia produce, como una cuestión necesaria.

Después, esta señorita nos da su propia opinión. Nos dice que cree que estos deseos de la mujer tienen sus raíces en el hecho que ella está bajo el dominio de sus sentimientos mientras que el hombre sigue a la razón. Ha sido observado muy a menudo, prosigue la psicóloga, que las mujeres no sólo son iguales a los hombres en inteligencia, sino que muchas veces son superiores a ellos. El único punto débil de la mujer está en la intensidad de sus sentimientos. El hombre siempre piensa de manera más práctica, llega a mejores conclusiones, es mejor organizador y mejor instructor. Así, la superioridad mental del hombre sobre la mujer, razona ella, es algo planeado por la naturaleza. De todos modos, por mucho que las mujeres pueden luchar contra este hecho cierto, resultará infructuoso. Debido a que son más impresionables que los hombres deberían aceptar la realidad de que necesitan la supervisión de éstos en sus vidas. El propósito más importante de la mujer en la vida es la seguridad y cuando la logra deja de ser activa. Una mujer tiene miedo de enfrentarse al peligro que envuelve el logro de su propósito. Solamente necesita ayuda frente al sentimiento de temor, para disiparlo. Las tareas que exigen un esfuerzo continuo, cansan y aburren a las mujeres.

Un movimiento precipitado.

El movimiento que fue iniciado en Europa para restaurar  los derechos suprimidos de la mujer, tuvo lugar de manera desorganizada y con muchos apuros porque fue iniciado muy tarde. Los sentimientos no dejaron que se expresara la razón y que ésta fuera tomada como guía. Y así fue cómo todas las cosas, buenas y malas, fueron arrastradas por la misma ola. Este movimiento ayudó a la mujer a salir de muchas situaciones desgraciadas, dándole bastantes derechos y abriéndole puertas que estaban cerradas para ella. Pero, a cambio, le trajo otro montón de desgracias y miserias a ella y a la sociedad en general. No cabe duda que si esta cuestión no hubiese sido llevada tan apresuradamente, la restauración de los derechos de la mujer hubiese seguido un curso mucho mejor. En ese caso, el lamento de la gente sensata contra la desagradable presente situación e incluso contra el futuro horrible que se presenta, no habría llegado al cielo.

Como quiera que sea, todavía hay esperanzas que puedan prevalecer el saber y la razón y que el movimiento feminista escuche sus consejos en vez de ser dirigido como antes por sentimientos. El hecho que distinguidos pensadores europeos hayan dado sus claras opiniones al respecto, es, por sí mismo, un signo esperanzador en este sentido. Se puede ver que en lo que concierne a la relación del hombre y la mujer, los occidentales están hastiados y cansados de sus propios comportamientos, con lo que los seguidores de Occidente se han intoxicado recientemente.

La opinión de Will Durant. 

En la cuarta parte de su libro "Los Placeres de la Filosofía", Durant ha hecho un análisis muy detallado y comprensible del problema del sexo y la familia. Haremos una selección reducida de ciertas partes de ese libro para nuestros lectores, de manera que puedan tener una idea de cómo piensan los estudiosos occidentales y abstenerse de verter juicios apresurados. Bajo el título "El Amor" escribe Durant: "Es en la pubertad que el amor canta su primer canción nítida. Literalmente la pubertad significa la edad del vello, el crecer de la vellosidad en el hombre, particularmente en el pecho, de lo que está entusiastamente orgulloso, y en el rostro y barbilla, que rasura con la paciencia de Sísifo. La calidad y abundancia de su vello parece surgir y decaer (al igual que otras cosas) con el ciclo de la capacidad reproductiva, siendo mejor en el apogeo de su vitalidad. Este súbito follaje, junto con la gravedad de la voz, está dentro de los "caracteres sexuales secundarios" que vienen al mundo con la pubertad. Por otra parte, la naturaleza de la floreciente muchacha alcanza los delicados contornos que atraerá la vista, la pelvis dilatada que facilitará la maternidad y los pechos henchidos con los que alimentará al hijo".

¿Qué motivan estas características secundarias? Nadie lo sabe, pero el profesor Starling se inclina por la teoría de que cuando llega la pubertad las células reproductivas comienzan a generar no solamente el óvulo y el esperma, sino ciertas "hormonas" que pasan a la sangre y producen una transformación física y psíquica. Ahora, el cuerpo no solamente está dotado con nuevas capacidades. La mente y el carácter son afectados de mil maneras. "En la vida hay", dijo Romain Rolland, "cierta edad durante la que tiene lugar un trabajo silencioso de cambio en el hombre (o la mujer). Este es el más importante de todos. Nuevos sentimientos inundan el cuerpo y el alma. Curiosamente, impulsa el pensamiento hacia adelante, atrevidamente, a la vez que moderadamente lo refrena, lo contiene", (pág. 107-108).  

Dice Musset: "todos los hombres son mentirosos, traidores, charlatanes, hipócritas, arrogantes. Todas las mujeres son artificiales, vanas pérfidas, pero hay en el mundo una cosa santa y sublime y ello es la unión de estos dos seres imperfectos". (p.ll0).  

"En el adulto, el ritual del galanteo es promovido codiciosamente por el varón y la seducción se refugia en la mujer.  Hay excepciones, normalmente el varón cumple el papel positivo y agresivo porque por naturaleza es luchador y más saqueador. Para él, la mujer es una presa que debe conquistar y poseer.  Todo galanteo es combate y todo apareamiento es dominio". (pág. 111).       

"El superior recato de la mujer sirve, obviamente, al propósito de la reproducción. Su tímido aislamiento es una ayuda para  la selección sexual. La capacita para elegir con el mayor discernimiento al enamorado que será el privilegiado padre de sus hijos. El interés de la descendencia y del grupo social habla por medio de ella, así como los intereses individuales encuentran su expresión estridente en el hombre. La mujer es más inteligente que el hombre enamorado porque, normalmente, su deseo es menos intenso y no obscurece su juicio". (pág. 117).

"Darwin consideró a las hembras de la mayoría de las especies como comparativamente indiferentes al amor. Lombroso, Kisch, Krafft-Ebing, nos harán pensar que no es tanto el goce físico lo que busca la mujer, como una admiración indiscriminada  y una profusa atención de lo que quiere y, en muchos casos, le satisface el puro placer de saberse deseada”. "El amor en la mujer”, dice Lombroso, "no es nada más que una característica secundaria de la maternidad, en lo fundamental de su naturaleza. Y todos los sentimientos de afecto que llevan a la mujer hacia el hombre, no surgen de los impulsos sexuales sino de los instintos adquiridos por adaptación de subordinación y auto sometimiento". (pág. 117-118).

En el capítulo titulado "Los Hombres y las Mujeres", escribe Durant: "La función de la mujer es servir a la especie y la del hombre servir a la mujer y a los hijos. Pueden tener también otras funciones pero se subordinan sensatamente a estas. Es en este propósito fundamental y semiconsciente que la naturaleza ha puesto nuestra felicidad y sentido. La naturaleza de la mujer es más bien de buscar refugio que pelea. Y en algunas especies se ve a la hembra completamente desposeída del instinto belicoso. Cuando pelea es directamente por ella o sus hijos". (pág. 119).

"Es más paciente que el hombre y aunque él tiene más coraje en las cosas importantes y en las crisis de la vida, ella es ilimitada en la diaria y perenne fortaleza para enfrentar las más pequeñas e infinitas irritaciones de la existencia. Pero la mujer es sufridamente belicosa. Se representa un soldado y goza del dominio del hombre autoritario. Hay algún extraño elemento masoquista en sus emociones en presencia de la energía y la fuerza, incluso cuando ella misma resulta víctima". (pág. 119-120).       

"Ocasionalmente este antiguo goce de la virilidad anula su más reciente sentido económico y se casará con un tonto si él es valiente. Se somete alegremente al hombre que puede dominarla. Si parece menos sumisa en nuestros días es porque el hombre tiene una personalidad menos fuerte que antes..."

"Los intereses de la mujer giran en torno a la familia y normalmente su medio ambiente es el hogar. Es tan penetrante como la naturaleza y tan estrecha como cuatro paredes. El instinto la adapta a lo tradicional y lo quiere como el experto que aprecia la esfera social de acción que revela sus cualidades. Es menos experimentada en gustos y costumbres (salvo ciertas excepciones en la gran capital). Si recurre al "amor libre" no es porque encuentre libertad en él, sino por la desesperanza de lograr un casamiento normal con un hombre responsable. ¡Cuán alegremente acercaría al hombre hacia ella y lo llevaría al seno de un hogar! Incluso si en los años más juveniles se emocionaba con las palabras que simbolizaban reformas políticas y divulgaba su claro afecto por toda la humanidad se aleja de ello cuando encuentra un compañero honesto. Inmediatamente lo aparta a él y se aparta ella de esa devoción universal y se la da a su compañero junto con una intensa y expresa lealtad a la familia”. "Daría el mundo por ti" dice el joven en el éxtasis del galanteo. Y cuando se casa, lo hace".

"Esto también es cierto. La mujer sabe, sin necesidad de pensarlo, que las únicas reformas cabales comienzan en el hogar. Sirve como agente para la descendencia cuando transforma el idealismo delirante o extraviado en devoción a sus hijos. A la naturaleza le importa poco las leyes y los estados, su pasión es por la familia y los hijos, y pudiendo preservarlos es indiferente a gobiernos y dinastías, riéndose de quienes se ocupan en transformar las constituciones. Si la naturaleza parece fracasar ahora en esta tarea de proteger la familia y los niños es porque la mujer entre tanto ha olvidado a la naturaleza. Pero la naturaleza no quedará frustrada por mucho tiempo. En cualquier momento puede recurrir a cientos de expedientes que tiene en reserva. Hay otras descendencias y otra gente en mayor número que nosotros, a través de quienes puede mantener su continuidad decidida, sin hacer diferencias". (pág. 120-124-125).

Esto ha sido una apretada selección de los puntos de vista de distinguidos pensadores acerca de la diferencia entre hombres y mujeres.

Yo había propuesto examinar, bajo el título "El Secreto de las Diferencias", hasta dónde los factores sociales e históricos han sido los causantes de estas diferencias. De cualquier manera, desistí de la idea de un debate comprensivo de esta cuestión así como de la ampliación de la materia. Espero que este tema quede completamente claro en el curso de los próximos capítulos.

Extraído del libro los derechos de la mujer en el Islam; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

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