La Vida del Imam al-Mahdi (a.s.)
El doceavo Imam inmaculado de Ahlul Bait (a.s.)
Salutación al Imam Husain (a.s.), una mediación hacia su eminencia Imam Mahdi (a.s.)
Al-lamah Baqir Sharif Qurashi
La tragedia de Karbalá fue una calamidad tan terrible que en todo el curso de la historia ningún reformador social tuvo que enfrentar un desastre tal como el que enfrentó el nieto y bien amado del Profeta (a.s.), el Imam Husain (a.s.). Ciertamente este hecho ha afectado el corazón de todos los musulmanes, enfurecido y llenado de pesar para siempre. El Imam Purificado (a.s.) considera que las calamidades que cayeron sobre Su Eminencia jefe de los Mártires es la mayor de las calamidades, y la tragedia de Karbalá ha rodeado la completa existencia de Su Eminencia, el Imam Mahdi (a.s.). Es por ello que Su Eminencia llora y recita la Ziyarat (salutación) con absoluta sinceridad y desde lo más profundo de su corazón. Es la salutación conocida como Ziyarat an- Nahiya. Está llena del dolor y la angustia de Su Eminencia. En ella Su Eminencia describe las variadas dificultades y penosas calamidades que cayeron sobre el Imam Husain (a.s.) y los penosos incidentes que las hijas (descendientes) del Mensajero de Dios (P) tuvieron que soportar. Debemos prestar atención a algunas de las oraciones de esta zirayat que ha llegado a nosotros a través de los honorables representantes del Santo Imam. Su Eminencia saluda a algunos de los profetas de Dios en esta Zirayat y entonces saluda a su antecesor, el Imam Husain (a.s.) como sigue:
La paz sea sobre Husain (a.s.) quien sacrificó hasta su último respiro por Dios a pesar de estar gravemente herido. La paz sea sobre quien obedeció a Dios secreta y abiertamente. La paz sea sobre aquel, por quien Dios ha conferido poderes curativos a la tierra donde se encuentra su sepultura.
Esta parte de la zirayat nos informa acerca de la absoluta certeza del Imam Husain (a.s.) acerca del Todopoderoso y Su obediencia a Sus mandamientos tanto de modo evidente como de modo secreto. La mayor obediencia y sinceridad de Su Eminencia el Señor de los Mártires (a.s.) hacia el Señor Majestuoso, es que él entregó su propia vida con la pura intención de revivir la religión y la Palabra de Dios. Si no hubiese ofrecido tal sacrificio, los estándares del Islam se hubieran replegado y el período de ignorancia hubiera retomado su predominio. Porque los Bani Umayyah habían intentado con todas sus fuerzas destruir la religión y fue el Imam Husain (a.s.) quien hizo evidente e inefectivo el fraude y el engaño sacrificando su vida, lo que conmocionó al mundo del Islam, causó la ira de los musulmanes sirviendo de motivación a los levantamientos contra los gobernantes Umayyas, y lo que finalmente destruyó la corona y el trono de los Bani Umayyah.
Dios Todopoderoso ha agradecido también a su amigo y bien amado, Su Eminencia el Imam Husain (a.s.) por su magnífico sacrificio y en consecuencia preparó una gran recompensa en el otro mundo y aún en este mundo le concedió milagros y distinciones. Uno de estos milagros es el haberle otorgado poderes curativos a la tierra de su tumba y también hizo que su tumba y la de sus descendientes, los Imames Purificados (a.s.) fuera un lugar de aceptación de las súplicas. Algunas de las oraciones de esta zirayat continúan de este modo:
La paz sea sobre el hijo del Sello de los Profetas. La paz sea sobre el hijo del Señor de los Herederos. La paz sea sobre el hijo de Fátima az Zahrá (a.s.). La paz sea sobre el hijo de Jadijat-ul-Kubra.
Las anteriores palabras demuestran el grandioso y honorable linaje de Su Eminencia, Aba Abdillah al Husain (a.s.). El gran abuelo de Su Eminencia es el Sello y el Jefe de los Profetas. El respetado padre de Su Eminencia es el Señor de los Herederos y la puerta de la ciudad del conocimiento del Mensajero de Dios (a.s.) y el Principe de los creyentes. La madre de Su Eminencia es una parte del cuerpo del Mensajero de Dios y la Señora de las mujeres de los mundos, de la cual Dios se complace a través de su complacencia y cuya Ira se manifiesta a través de su ira y la gran abuela de Su Eminencia es Khadijatul Kubra por cuyo sacrificio y asistencia financiera fue establecida la religión del Islam. Entonces las salutaciones y bendiciones de Dios sean sobre esta gran familia y sus purificadas ramas que han iluminado el mundo a través de sus virtudes. Algunas oraciones de la zirayat a continuación.
La paz sea sobre aquel que está empapado de sangre. La paz sea sobre aquel cuyas tiendas fueron arrasadas. La paz sea sobre la quinta de las personas bajo el manto (Kisa’). La paz sea sobre el más extraordinario.
Esta parte de la ziyarat menciona algunas de las cualidades del padre de los nobles Imames (a.s.), el Imam Husain (a.s.). Su Eminencia fue empapada con su propia sangre en el camino de Dios y sufrió calamidades por el establecimiento de los signos de la religión. También fue una de las cinco santas almas del Manto (Kisa’) a quien Dios Todopoderoso purificó sobremanera. Finalmente fue oprimido y tiranizado, y fue martirizado de la manera más increíble en las arenas de Karbalá. Los ángeles del Señor lamentaron la enormidad de las aflicciones que cayeron sobre él. También Su Eminencia, el Imam Esperado dice en su zirayat:
La paz sea sobre aquellos mártires cuyos cuerpos fueron despedazados. La paz sea sobre las almas de aquellos cuyas pertenencias fueron saqueadas poco después de su asesinato. La paz sea sobre los cuerpos sin sepulcro. La paz sea sobre los cadáveres de quienes enflaquecieron a causa del hambre y la sed.
Estas oraciones demuestran los diferentes tipos de injusticias y torturas que los soldados Umayyas consideraron permisibles hacia él y hacia sus hijos y compañeros. Los Umayyas les cortaron el suministro de agua hasta que sus labios se secaran y cuartearan debido a la sed; su cuerpo purificado fue cortado en pedazos por la espada. Sus cabezas fueron alzadas en las puntas de las lanzas mientras a pesar que él demostró y hacía evidente a la gente el camino de la nobleza. Debido a esto fue martirizado y las mujeres de su casa fueron tomadas cautivas y llevadas de pueblo en pueblo. Su Eminencia, el Imam Esperado, continúa esta zirayat del modo siguiente:
La paz sea sobre la prueba del Señor de los mundos. La paz sea sobre ti y sobre tus purificados ancestros. La paz sea sobre ti y sobre tus martirizados descendientes.
Su Eminencia, el Imam Mahdi (a.s.) presenta su tributo y sus respetos de esa manera a su respetado ancestro y a sus hijos, que fueron masacrados ante sus propios ojos y, los ángeles, que fueron designados para custodiar la tumba del Imam Husain (a.s.).
La paz sea sobre los cuerpos que fueron colgados después de muertos. La paz sea sobre el más cercano de la progenie de Muhammad. La paz sea sobre los cuerpos que fueron abandonados en el desierto. La paz sea sobre los viajeros que fueron conducidos lejos de sus casas. La paz sea sobre aquellos que fueron enterrados sin mortaja.
En estas oraciones, Su Eminencia el Imam Esperado (a.s.) envía su salutación a los cuerpos que los enemigos Umayyas dejaron insepultos en las arenas del desierto. Hasta aquel momento Dios Todopoderoso no había creado una comunidad que hubiese sido desgraciada a tal punto de pelear contra los hijos del Profeta y enterrar a los mártires con las mismas ropas desgarradas por los propios Omeyas. Las siguientes oraciones pertenecen también a la zirayat:
La paz sea sobre aquel que ha sido purificado por Dios Todopoderoso. La paz sea sobre aquel que ha sido elogiado por el Angel Gabriel. La paz sea sobre aquel que fue colocado en la cuna por el Angel Miguel. La paz sea sobre aquel cuyos juramentos fueron rotos. La paz sea sobre aquel cuya dignidad fue rebajada. La paz sea sobre aquel cuya sangre fue derramada injustamente.
Estas oraciones demuestran que Su Eminencia está profundamente devastado y triste debido a la calamidad que aconteció a su tatarabuelo, el Imam Husain (a.s.). El también desea haber estado presente en el campo de batalla para sacrificarse y salvar a su ancestro de las tristes tribulaciones y proteger su vida.
Puesto que he sido empujado hacia atrás por el paso del tiempo, he sido impedido de ayudarte y no pude combatir con aquellos que te combatieron. Y puesto que no me fue posible enfrentar a tus enemigos, continuaré llorando día y noche y lloraré por ti lágrimas de sangre.
Su Eminencia, el Imam Esperado, está apesadumbrado e intranquilo debido a su oprimido y tiranizado antepasado. Mucho más, él se lamenta y se queja de lo acontecido a Su Eminencia día y noche, a tal punto que en vez de lágrimas, la sangre brota de sus ojos. Esta condición durará hasta los últimos momentos.
Doy testimonio que ciertamente tú estableciste la oración y pagaste el zakat, aconsejaste el bien y prohibiste el mal. Tú obedeciste a Dios y nunca Lo desobedeciste. Permaneciste en contacto con El, Lo satisficiste, Le temiste, estuviste atento a Él y estuviste satisfecho con Sus deseos y voluntad.
Estas palabras demuestran que las más grandes virtudes y méritos se habían juntado en el nieto y favorito del Mensajero de Dios Todopoderoso, Quien no creó virtud alguna que no fuera poseída por Su Eminencia. El Imam Esperado (a.s.) continúa diciendo:
Tú protegiste la guía y la proveíste. Propagaste la justicia y la equidad y ayudaste a la religión y la hiciste manifiesta, impediste y obstruiste a aquellos que la consideraban pobremente. Extrajiste de los fuertes el derecho para los débiles. Y con respecto a las órdenes, ambos (los débiles y los fuertes) fueron iguales a tus ojos.
Esta parte demuestra la revolución del padre de los nobles Husain ibn Ali (a.s.) en apoyo a la verdad y la justicia, la defensa del Islam, y el establecimiento de las altas cualidades morales y nobles virtudes que ha traído el Islam. Su Eminencia, el Imam Husain (a.s.), ciertamente, anduvo el mismo camino que su abuelo, El Mensajero de Allah, y su respetado padre, Amir al Muminin (a.s.) para buscar la complacencia de Allah, y en tal sentido su camino y su método no fueron diferentes.
Hasta el momento en que los corruptos se atrevieron, fueron descubiertas las máscaras de sus rostros de la injusticia, y convocaron a sus cohortes en ayuda. En ese momento estabas en el santuario de tu abuelo en Medina absolutamente apartado de la gente injusta. Sentado en el nicho del rezo, ocupado en tus oraciones.
Estas palabras contienen la lucha sagrada de Su Eminencia, el Jefe de los mártires, contra los gobernantes Umayyas, quienes habían pisoteado los derechos humanos y difundido la destrucción y el daño sobre la tierra. Su Eminencia no consideraba permisible el silencio, y se levantó para la lucha sagrada y la guerra. Denunció a quienes le negaban con todo su ser, a través de su corazón, su lengua y sus acciones, y continuamente invitó a la gente a acercarse al Señor de los mundos con sabiduría y buena exhortación. Consideremos otra parte de esta zirayat:
Y cuando tus enemigos te vieron resuelto y sin temor, comenzaron a complotar y a tenderte trampas y comenzaron a pelear contigo de modo malicioso. El maldito Umar ibn Sa’ad ordenó a su ejército cortarle el suministro de agua.
El significado de estas palabras es que los mercenarios Umayyas vieron a Su Eminencia, Aba Abdillah al Husain (a.s.) levantar su cabeza al cielo en contra de la política y los métodos de los Umayyas que se oponían a las prácticas del Profeta y se disociaban del Libro de Allah. Cuando el Imam les denunció y enfrentó con todo su poder sin atemorizarse ante su dominio, entonces se le enfrentaron con todo su poderío. Hasta el punto en que cortaron el suministro de agua de Karbalá hasta que las mujeres y los hijos del Santo Imam casi mueren. Combatieron al Imam (a.s.) y lo hicieron blanco de sus flechas. No tomaron en consideración la santidad del Mensajero de Allah respecto al Imam Husain (a.s.). Sin embargo, Su Eminencia, al enfrentar tales aflicciones y dificultades mantuvo tal paciencia y contención que hasta los ángeles del cielo se asombraron. Esta es otra parte de la zirayat:
Entonces los enemigos te rodearon por todas partes y comenzaron a provocarte una herida tras otra y te fatigaron. No quedaba nadie que te ayudase a ti, a tus mujeres y a tus hijos. Y tú continuabas aun rechazando a la multitud de atacantes con paciencia y persistencia para que se alejaran de tus mujeres e hijos.
Estas palabras senalan que en sus últimos momentos, los tipos de calamidades y aflicciones que soportó el nieto del Mensajero fueron tales que ningún otro ser vivo podría soportar. Ciertamente, todos los problemas del mundo, uno tras otro se juntaron contra el amado hijo del Profeta y el heredero de los méritos del Mensajero de Dios.
Por una parte, la terrible calamidad de que los seguidores de Ahlul Bait y sus hijos fueron lacerados como carne de animales sacrificados, y por otra parte, los tristes lamentos de los niños debido a la intensidad de su sed. Los quejidos y el llanto de las mujeres y las niñas de la familia de la revelación debido a la severidad del desastre de ser testigos de cómo sus amados yacían muertos sobre la tierra, empapados en sangre, muchos de ellos en la flor de la juventud. Especialmente fueron ellas quienes contemplaron al oprimido Imam, jefe de los jóvenes del Paraíso. El estaba a punto de enfrentar las pruebas mientras los criminales Omeyas competían entre sí para asesinar al Imam Husain (a.s.) y lo atacaban con todas las armas disponibles, hasta que su cuerpo completo fue cubierto de lanzas y flechas.
¡Sí! Las hijas del Mensajero fueron testigos de esta terrible escena y sus corazones estallaron de pena, estaban horrorizadas y no sabían las calamidades que enfrentarían después de la muerte del Imam (a.s.). Su condición fue tan severa y dura como todas las aflicciones del Imam Husain (a.s.). Ciertamente, todas las calamidades habían rodeado al ser del jefe de los Mártires. Cuando Su Eminencia fue martirizado en el campo de batalla y su cabeza izada en la punta de una lanza para ser presentada a Ibn Maryana, los lamentos de las hijas del Mensajero deAllah se elevaron en protesta y los opresores azotaron las cabezas y los rostros de mujeres y niños. Del mismo modo, Ibn Maryana y sus mercenarios incendiaron sus tiendas y les golpearon con látigos. Entonces sus manos y cuellos fueron encadenados con pesadas cadenas de hierro y los hicieron montar sobre camellos. Para finalmente ser llevadas y presentadas a sus jefes Ibn Maryana y Yazid ibn Muawiyah. Ante tales calamidades solo nos queda decir: “Ciertamente somos de Allah y ciertamente hacia El es el retorno”.
La maldición caiga sobre aquellos transgresores desobedientes que al asesinarte fue como matar al Islam e invalidasen las oraciones y el ayuno. Y rompiesen la práctica (Profética) y las leyes (Islámicas). Y demoliesen las reglas de la fe. Y quemasen los versos del Corán y se sumiesen en la rebelión y la transgresión.
Y Aquí concluímos con este breve análisis de algunas partes de la Ziyarat Nahiyya, aunque el Allamah Maylisi también menciona una oración y una súplica que deben ser recitadas después de esta zirayat junto a la tumba del Santo Imam (a.s.).
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