CONCEPCION ISLAMICA DE LA HISTORIA

Y EL GRAN PAPEL DE LOS PROFETAS EN LA CONSTRUCCION HISTORICA

Por: Ayatola Dr. Muhammad Husain Beheshtí y Ayatola Dr. Muhammad Yauád Bahonar

Para familiarizarse con la concepción islámica de los cambios históricos y los factores que los construyen, es necesario tener en consideración los siguientes puntos:

EL CORAN PRESTA ATENCION AL CURSO NORMAL DE LA HISTORIA

Ya hemos aprendido que los cambios en los fenómenos naturales son gobernados por leyes definidas y que son producidos por ciertas causas y factores. En resumen podemos decir que la naturaleza tiene caminos definidos, y que el Islam pone un amplio énfasis en su exis­tencia.

De acuerdo a la visión islámica, en la sociedad también existen le­yes específicas que constituyen los moldes sobre la base de los que to­man lugar los cambios sociales. El surgimiento y decadencia de los pueblos, su fortaleza y debilidad, la llegada al poder de un grupo parti­cular, la sensatez o insensatez de una sociedad, están todos sujetos a las leyes que gobiernan una sociedad y su relación con otras sociedades. De esta manera, los sucesos históricos no son accidentales ni carecen de base. No están sometidos a un destino caprichoso. Todas las cosas en la sociedad como en la naturaleza están sometidas a una ley.

Las leyes y moldes sociales no pasan a existir automáticamente, como resultado de una compulsión innata. En realidad, son todas par­tes del designio creador y de las “prácticas divinas”. He aquí unos pocos ejemplos de las formas a las que se refiere el Corán —lo que nos permite ver el papel que juega en este campo la voluntad del hombre—:

“Antes de vosotros habíamos ya hecho perecer a generaciones que habían sido impías...” (porque sus relaciones sociales estaban basadas en un sistema injusto) (10:13).

“Si los habitantes de las ciudades (civilizaciones) hubieran creído y temido a Dios, habríamos derramado sobre ellos las bendiciones del cielo y de la tierra...” (7: 96).

En la sura “Al-Fatir” (El Originador o Creador, 35), en los versí­culos 43 y siguientes, el Corán habla de quienes, debido a su egoísmo y arrogancia, se oponen a la misión de los profetas y a los esfuerzos de quienes defienden la verdad. Tal gente emplea todo tipo de medios ilegales para expandir su poder y lograr sus fines egoístas. Dice el Co­rán:

“...Pero el tramar la maldad no perjudica sino a sus propios auto­res. ¿Es que esperan una suerte diferente de la que cupo a los antiguos? Pues verás que la práctica (la ley o costumbre) de Dios es irremplaza­ble, y verás que la práctica de Dios es inmutable. Cuando recorren la tierra, ¿no ven cómo terminaron sus antecesores, aún siendo más poderosos?...” (35:43-44)

“Antes de vosotros han ocurrido casos ejemplares. ¡Recorred la tierra y ved como terminaron los desmentidores!” (3:137)

“No os desaniméis ni os aflijáis, ya que seréis vosotros quienes ganen! Si sois creyentes...” (3:139)

“Si sufrís una herida, otros han sufrido una herida semejante. Nosotros hacemos alternar tales percances entre los hombres para que reconozca Dios a quienes creen (verdaderamente) y como testigos de entre vosotros. Dios no ama a los impíos.” (3:140)

Estos versículos considerados juntos, indican que lo que ocasio­na un cambio en la historia de una nación, son las cualidades de per­severancia, sacrificio por una causa justa y abstinencia del egoísmo y las acciones indignas. Esta es una de las normas que siempre han pre­valecido entre las personas.

De la sura “El viaje nocturno” (17), podemos deducir de los ver­sículos 70 al 77 los siguientes principios: Las naciones y las comuni­dades se distinguen una de otra por medio de sus líderes y la orienta­ción que reciben de los mismos. Es necesario la adherencia a los crite­rios ideológicos de alguno.

Si una comunidad, a fin de continuar en el pecado y en sus activi­dades malignas rechaza o entra en contradicción con el quehacer per­severante, desinteresado y sincero de sus líderes justos y los expulsan, no tendrá paz ni facilidad. Por lo tanto el Corán dice:

“Lo mismo que ocurrió con los enviados que mandamos antes de ti (Muhammad), práctica (ley o costumbre) nuestra, que encontrarás inmutable.” (17:77)

El versículo 16 de la misma sura nos dice que cuando un lugar va a sufrir la destrucción, los habitantes que llevaban una vida concus­picente comienzan una actividad cada vez más licenciosa y corruptora. Luego es dada a conocer una orden de Dios respecto a esa gente corrupta y vil, entregada a la acumulación de bienes y a la búsqueda de placeres. El lugar es entonces destruido y su pueblo aniquilado.

En la sura “Al-Fayr” (El alba, 89), dice el Corán:

“¿No has visto cómo ha obrado tu Señor con los aditas, con Iram la de las columnas, sin par en el país, con los tamudeos, que excavaron la roca en el valle, con Faraón el de las estacas, que se habían excedido (todos ellos) en sus comarcas y que las habían corrompido tanto? Tu Señor descargó sobre ellos el azote de un castigo. Tu Señor está al acecho.” (89:6-14)

Estos son solamente unos pocos ejemplos de muchos en los que el Corán se ha referido al curso corriente de la historia.

EXPLOSION VIOLENTA DE EMOCIONES

Ya hemos aprendido que el ser humano tiene una naturaleza celes­tial como así también terrenal. Tiene muchos tipos de inclinaciones y emociones, y es responsable de guiar y modificar sus deseos. También sabemos con cierta certeza que las pasiones del egoísmo, el auto-en­diosamiento, la codicia por el poder y la vida licenciosa estalla a veces tan violentamente que pueden llevar la ruina a un individuo o a una so­ciedad. El Corán describe a los individuos y grupos que no controlan sus pasiones tan extravagantes, malignas, ruines, pecaminosas y altane­ras, como criaturas diabólicas y agresivas.

En toda la historia, y en todo tipo de condiciones económicas, gente así a trabajado por obtener sus fines egoístas, por expandir su poder y autoridad, y por explotar y someter a otros. Para lograr sus malos objetivos no vacilaron en hacer uso de la fuerza, de medios frau­dulentos, de amenazas, ofertas tentadoras y persecución.

Dividieron al pueblo y lo desbandaron. Crearon las condiciones bajo las que pudieron imponer a las masas tal tipo de ideas y forma de vida, que les facilitara continuar su propia autoridad opresiva.

Mitos, concepciones erróneas, idolatría, costumbres desprecia­bles o viles, y antiguos y nuevos dioses fueron presentados y resucita­dos para detener y confundir el pensamiento sano y la orientación correcta de la gente, preparando de esa manera el camino para la ex­plotación. Así, muchas guerras fueron encendidas por el fuego de la avaricia, la codicia y los intereses egoístas de los tiranos. ¡Cuánta destrucción, miseria, opresión y derramamiento de sangre fueron causados por esa codicia de poder y posición!

El Corán considera las actividades opresoras y tiránicas de tales hombres como la causa de los cambios destructores en la historia.

De la sura “La vaca” (2), versículo 205, podemos deducir que en cualquier lugar en que llegue al poder una persona egoísta, produce perjuicios y amenaza arruinar la producción y cometer genocidios.

En la sura “La mesa servida” (5), versículo 62 y siguientes, el Corán habla de esos que, debido a su orgullo y rechazo de la verdad, están siempre preparados para cometer pecados y transgresiones, para   encender el fuego de la guerra y expandir la corrupción.

En la sura “El relato” (28), los versículos 4 y siguientes dicen:

“Faraón se condujo altivamente en el país y dividió a sus habi­tantes en clanes. Debilitaba a uno de ellos, degollando a sus hijos varones y dejando con vida a sus mujeres. Era de los corruptores.”

En la sura “Los ornamentos de oro” (43), versículo 54, Faraón ha sido descrito así: “Extravió a su pueblo y éste le obedeció: era un pueblo perverso.

En la sura “Las mujeres (4), dice Dios en el versículo 27:

“...mientras que los que siguen las pasiones quieren que os ex­traviéis por completo.”

Estos son algunos ejemplos de los versículos que muestran que hay personas que, debido a que siguen ciegamente sus deseos y no hacen ningún intento por modificarlos y guiados en la dirección co­rrecta, crean mucho perjuicio y engendran sucesos históricos desgra­ciados.

INDAGACION SOBRE LA CONTRADICCION

De acuerdo a la concepción islámica, la contradicción juega un papel importante en la producción de cambios en la historia, pero no es el único factor que los produce. Además, la contradicción no sig­nifica simplemente la contradicción entre las relaciones de produc­ción y los instrumentos de ésta (como pretende el materialismo histó­rico).

Dentro de la propia persona existen dos fuerzas contradictorias. La insinuación del mal y la guía de la razón. En otras palabras, están en conflicto dentro de uno mismo las inclinaciones animales y los instintos más elevados. Junto al aspecto divino del ser humano está Satanás, que es la manifestación de todos los factores descarriados. En la sociedad hay una lucha incesante entre la verdad y la falsedad. Desde el amanecer de la historia, dos hijos de Adán, representando los dos tipos de personas en el devenir humano, han estado comba­tiendo uno contra otro. Uno de ellos lucha por satisfacer sus deseos vanos y alcanzar sus fines egoístas. Debido a su celo y egoísmo, des­truye al otro. Su egoísmo culmina en el primer asesinato y transgresión­ y establece la tradicional hostilidad de los individuos y grupos egoístas codiciosos y pecadores, denominados extravagantes, diabólicos y malignos por el Corán, hacia los reformadores y defensores de la rectitud y la justicia. Este conflicto, de distintas formas, ha con­tinuado a lo largo de toda la historia.

La raíz de este conflicto y lucha que prosigue entre las dos par­tes en los opresores y oprimidos, explotadores y explotados, tiranos y tiranizados, está dentro del propio ser humano. Es la explosión de sus pasiones innatas lo que causa semejantes estragos. Por supues­to las condiciones sociales y de medio ambiente son efectivas para el control o el encendido de dicha explosión.

Sin embargo, el resultado de esta contradicción y conflicto, ya sea dentro de un individuo o entre distintas clases sociales, no resulta siempre en la destrucción de una parte. En muchos casos el resultado es la modificación, la orientación e incluso armonización de las dos fuerzas opuestas.

Por ejemplo, si hay un conflicto entre la razón y la pasión, su resultado no será la extinción de la última. Similarmente, si hay un con­flicto entre un deseo material y las más altas tendencias humanas, su resultado no debe (ni puede) ser el exterminio de los deseos natura­les y materiales al grado de que el ser humano no deba esforzarse ya para nada en la obtención de alimento, ropa y pareja para el ma­trimonio. El objeto de este conflicto es la autoformación: que todos los deseos deben ser controlados y disciplinados, y todos los instin­tos ejercidos con moderación y sin excesos.

También en la sociedad a menudo los conflictos apuntan a guiar y preparar a las personas de manera pacífica por medio de la exhorta­ción a lo bueno y a rehuír lo malo, en vistas a mejorar el medio am­biente social y reformar al vil y al delincuente. Aunque a veces apunta también a exterminar al opresor, como en el caso del castigo por ho­micidio y en el caso de la guerra por la Causa de Dios (Yihád). Por lo tanto, no debe ser descuidado ni subestimado el papel de los facto­res inferidos.         .

LA NECESIDAD DE AUMENTAR LAS FUERZAS POSITIVAS DE LA CONTRADICCION Y LA RESISTENCIA A LA CORRUPCION

En todos los conflictos, la parte que es más fuerte obtiene ma­yores exitos. En consecuencia, si los tiranos y opresores son más fuertes, prevalecerá la opresión y la corrupción, el pueblo será perseguido y privado de sus derechos.

Pero una vez que la parte de la rectitud y la justicia se convierte en la más fuerte, la justicia social pasa a ser dominante y los opresores son sacados de la escena. Naturalmente, se requiere del esfuerzo persis­tente y de un duro trabajo para fortalecer la parte sana y virtuosa.

“Entre las generaciones que os precedieron, ¿por qué no hubo gentes virtuosas y sensatas que se opusieran a la corrupción en la tierra, salvo unos pocos que nosotros salvamos...?” (11:116)

“Si Dios no hubiera rechazado a unos hombres valiéndose de otros, la tierra se habría corrompido…” (2:250)

Decenas de versículos que enfatizan la necesidad de combatir a los malvados, agresores, tiranos y egoístas, y que prometen el éxito a quienes trabajan con ahínco en pos de ello, resistiendo con perseve­rancia y vigor a los que promueven el mal, testimonian el título de este parágrafo.

Por lo tanto la simple intensificación de la contradicción y el au­mento de las causas de los conflictos, no pueden traer el cambio re­querido más rápidamente. Solamente la concientización y correcta guía del oprimido, el fortalecimiento del sector que busca la justicia y promueve las tendencias y sentimientos positivos, puede ayudar al triunfo de la verdad.

Forma parte de ello: a) El conocimiento del curso de la historia; b) la identificación de las oportunidades y c) el saber sacar ventajas de esas oportunidades.

Es evidente que una persona, sea cual sea el nivel de su conciencia social y capacidad de liderazgo, no puede hacer la historia. Para ser ca­paz de decidir una acción provechosa, oportuna y satisfactoria, son ne­cesarios un profundo conocimiento del curso de la historia, compren­sión de las estructuras de distintas sociedades, una correcta interpreta­ción de los sucesos del pasado, familiarización con lo sucedido en la historia de los pueblos y claro entendimiento de las costumbres, tradi­ciones, inclinaciones y genio de una sociedad.

Además del conocimiento, también es necesario para superar a las fuerzas de la opresión tener la capacidad de dar forma, guiar y organizar el pensamiento popular.

Resulta asimismo esencial poseer una firme convicción, un obje­tivo definido y la capacidad necesaria de resistencia y perseverancia. Estas exigencias son las que hacen que veamos que la historia ha pro­ducido un número muy limitado de individuos y grupos que pudieran tomar sobre sí esta misión social y, por medio de sus ideas creadoras y formadoras, su intrepidez, tolerancia y extraordinaria capacidad de liderazgo, irrumpieran en el orden existente para cambiar la menta­lidad de las personas y producir grandes modificaciones en la historia de una nación. Sin lugar a dudas, la historia humana es la historia de las grandes y sobresalientes personas que han jugado un papel decisivo.

EL GRAN PAPEL DE LOS PROFETAS EN LA CONSTRUCCION HISTORICA

Un estudio del movimiento de los profetas muestra que han sido la fuente más grande de la evolución intelectual y práctica de la socie­dad. Son ellos quienes predicaron la justicia, el humanismo, la filan­tropía, la fraternidad, la igualdad, el servicio a la humanidad, el amor, la libertad del ser humano, la paz, la pureza, la piedad y otras virtudes sociales y humanas.

Además, son ellos quienes más que cualquier otro pusieron al descubierto a los opresores, tiranos, hipócritas y egoístas, enseñando al pueblo a resistirlos valientemente, sacrificándose con ese propósito.

El principal rasgo de sus programas fue luchar contra el sometimiento y la humillación y esforzarse por la libertad y la emancipación. Esto se refleja en los siguientes versículos:

“Mandamos a cada comunidad un enviado (proclamando): ‘¡Ser­vid (adorad) a Dios y evitad los falsos dioses!’...” (16:36)

“Hemos enviado a nuestros mensajeros con las evidencias; les acom­pañamos con el Libro y la balanza para que los hombres observen la justicia, e hicimos descender el hierro, que encierra gran poder para la guerra y beneficios para el hombre y para que Dios se cerciore de quién lo secunda íntimamente a El y a Sus Mensajeros; porque Dios es Fortísimo, Poderoso.” (57:25)

El Profeta Abraham (p.)

Desde el comienzo de la historia registrada Abraham ha sido re­conocido como el campeón del monoteísmo, anti idólatra y destructor de mitos. El es quien enseñó a sacrificar la propia vida, la propie­dad y la vida de los hijos en función de la causa que uno sostiene con fe y amor. Fue él quien luchó contra los elementos de corrupción, trasgresión y egoísmo representados por Nimrod. Fue arrojado al fuego por continuar su lucha contra los ídolos y falsos dioses. Dio un ejemplo de resistencia y auto sacrificio, y reasumió su lucha tan pronto como atravesó dicha prueba.

Puso los fundamentos del más antiguo centro del monoteísmo, es decir, la Ka‘ba[1]. Fue el inspirador de todas las grandes religiones semíticas que creen en un Único Dios y que iluminaron una vasta región del mundo.

El Profeta Moisés (P.)

Los esfuerzos de Moisés por la emancipación de su pueblo, su firme lucha contra el sometimiento y la humillación, y su intrépida postura frente a quienes poseían bienes y poder y personificaban la opresión y la codicia de la autoridad, coronaron la historia de las luchas populares y los movimientos humanos con el éxito.

“¡Id a Faraón! Se muestra rebelde.” (20:43)

“Id, pues, a él y decidle: ‘Somos (nos: Moisés y Aarón) los envia­dos de tu Señor: ¡Deja marchar con nosotros a los Hijos de Israel y no les atormentes! ’...” (20:47)

“Luego enviamos a Moisés y a su hermano Aarón con nuestros signos y con una autoridad manifiesta, a Faraón y a sus dignatarios, que se ensoberbecieron. Eran gente altiva. Dijeron: ‘¿Vamos a creer a dos hombres como nosotros, mientras su pueblo nos sirve de esclavos?’:” (23:46-47)

Para contrarrestar las demandas de Moisés, Faraón y sus ayudantes recurrieron a la calumnia, la intimidación y el lavado de cerebro.

“Sólo una minoría de su pueblo creyó en Moisés, porque tenían miedo de que Faraón y sus dignatarios les oprimiesen...” (10:83)

“Cuando les trajo la verdad de nosotros, dijeron: ‘¡Matad a los hijos varones de los que creen como él, y dejad con vida a sus mujeres!’, Pero la artimaña de los incrédulos falló. Faraón dijo: ‘¡Dejadme que mate a Moisés y que invoque él a su Señor! ¡Temo que cambie vuestra religión, o que haga aparecer la corrupción en el país.’ Moisés dijo: ‘Me refugio en mi Señor y Señor vuestro contra todo soberbio que no cree en el día de la cuenta’:” (40:25-27)

“Faraón hizo pregonar a su pueblo diciendo: ‘¡Pueblo mío! No es mío el dominio de Egipto, con estos ríos que fluyen a mis pies? ¿Es que no veis? ¿No soy yo mejor que éste (Moisés) que es un vil y que apenas sabe expresarse? ¿Por qué no se le han puesto braza­letes de oro...? ¿Por qué no ha venido acompañado de ángeles...?’.” (43:51-53)

“Dijo (Faraón): ‘Si tomas por Dios a otro diferente que mí, he de enviarte a la cárcel’ (26:28). Pero Moisés permaneció firme. No re­nunció a su lucha y dijo a sus acompañantes: “Implorad la ayuda de Dios y tened paciencia. La tierra es de Dios y se la da en herencia a quien El quiere de Sus siervos. El (buen) fin es para los piadosos.” (7:128)

Moisés animó a su pueblo y le dio buenas nuevas diciendo: “Pue­de que vuestro Señor destruya a vuestro enemigo y os haga sucederle en la tierra para ver como actuáis.” (7:129)

Como sabemos, finalmente Moisés resultó exitoso en el rescate de su pueblo. El enemigo, a pesar de toda su fortaleza y grandeza fue aniquilado. Así se abrió un nuevo capítulo de la historia que puso en movimiento toda una serie de transformaciones.

El Profeta Jesús (P.)

Por cerca de dos mil años Jesús ha sido reconocido en la historia como un salvador y mensajero de la paz y la justicia. El permaneció puro en medio del egoísmo de los traficantes de la guerra, de los acu­muladores de riquezas y sembradores de rivalidad y derramamiento de sangre. En esa época, el auto engrandecimiento y los comportamien­tos fraudulentos estaban a la orden del día. Los rabinos, que se supo­nían líderes religiosos y detentadores de los mandatos divinos, estaban envueltos en conflictos vanos y cometían crímenes atroces, como el asesinato de los profetas, la falsificación de la Escritura (revelada) y to­do tipo de engaños, usurra e hipocresía. En tales circunstancias Jesús se mantuvo firme y luchó contra todos los males de su época. Refor­mo y reintrodujo la ley mosaica que había sido distorsionada y mal Interpretada, y predicó la corrección, la pureza, el humanitarismo, el amor y el servicio a la humanidad. Llevó una vida de gran simplici­dad y continuó su misión de manera verdaderamente celosa, incluso con riesgo de su vida.

En el curso de la historia sus enseñanzas promovieron un gran movimiento de nuevas ideas en la conducta moral y en los sentimien­tos hacia el prójimo en un gran sector del mundo. Sus enseñanzas fueron la fuente de muchos movimientos y revoluciones de la época.

La historia del cristianismo y de la iglesia está llena de muchos movimientos y sucesos, tanto positivos como negativos. Obviamente, todo lo bueno y positivo fue el resultado de seguir las enseñanzas de Jesús, y todo lo malo y negativo el resultado del mal uso y la mala interpretación de esas enseñanzas y del desvío de su misión.

Finalmente vino el momento del más grande y más fructífero movimiento divino, es decir, el mensaje del Islam. Proponemos detenernos en ello al terminar esta discusión.

LA REVELACION FUE LA FUERZA MOTRIZ DE LOS MOVIMIENTOS PROFETICOS

No hay duda de que todos los Profetas comenzaron su misión en el momento más oportuno, cuando la injusticia, las concepciones erróneas, la discriminación indebida, las disensiones y el rechazo de las obligaciones estaban muy extendidos y la situación demandaba el ini­cio de un movimiento reformista para disipar la oscuridad e iluminar la atmósfera con la luz de la virtud y la verdad. Pero en todos los casos la real campaña por cambiar las condiciones sociales e intelectuales, comenzaron solamente por mandato de la Revelación divina.

Es cierto que Moisés se sentían extremadamente perturbado y trastornado por la humillación y esclavitud de su pueblo. Era con­ciente que el poder y la riqueza estaban concentrados en las manos de un sector, mientras que los demás sufrían la pobreza, la servidum­bre, el dolor y la tortura. Pero aún no tenía ningún plan para acción alguna, o para llevar a cabo alguna reforma. Incluso cuando mató a una persona del campo enemigo, escapó de la ciudad con gran aturdi­miento, sintiendo que su vida estaba en peligro.

Pero años más tarde cuando fue designado para la profecía y la Revelación divina y se le pidió que pase a la acción, volvió a la misma ciudad, fue directamente al Faraón, el poderoso enemigo suyo y de su pueblo, y le pidió que liberase a los hijos de Israel y dejase de tortu­rarlos. Solamente entonces las cosas comenzaron a moverse.

Hasta los 40 años el Profeta del Islam vivió en medio de un pue­blo ignorante cuya forma de vida era injusta e impropia de hombres. Su mente clara y pura percibió la perversión moral y social y se sintió angustiado. En cuanto a sí mismo, nunca transigió con el medio am­biente corrupto y en todo momento se esforzó incluso por evitar la agresión y arreglar las diferencias.[2]

Pero él no dio pasos en la prédica de la reforma social o para lan­zar una campaña con ese propósito. El comienzo de la empresa ocurrió recién cuando recibió su primer revelación en una cueva del monte Hira. Ese fue el suceso que anunció el Movimiento Islámico.

Se puede decir por lo tanto de que la Revelación es el pilar prin­cipal y la piedra fundacional de la misión de los profetas. Pero, ¿qué es la Revelación y qué efectos produce?

LA REVELACION

La Revelación es una suerte de conocimiento sublime de las reali­dades del mundo, de sus valores y de los elevados objetivos de la vida humana. Este conocimiento no tiene nada de ambiguo, es directo y claro. Es un don divino derramado sobre un hombre puro y santo. La Revelación no es un tipo de conciencia o percepción común obtenida a través de los sentidos, la observación o la experimentación.

Ni es un tipo de claridad mental basada en conocimientos o datos previamente adquiridos, manifestándose consecuentemente con el es­fuerzo creativo de la mente humana. También es distinta de la intui­ción y de la iluminación mística. Es un conocimiento puro y conclu­yente, una cognición trascendental y un don divino extraordinario.

ALGUNOS EFECTOS DE LA REVELACION

a) Despertar o movimiento interno:

La Revelación crea una excitación en el alma del profeta que conmueve toda su existencia. Despierta sus facultades y fuerzas dormidas y las dirige hacia el cumplimiento de su misión. En su contacto con la fuente eterna de la Revelación, se ve infundida con un nuevo espíritu y ardor.

b) Claro discernimiento:

Como resultado de la Revelación la mente del profeta está capa­citada con un discernimiento claro y una amplitud de juicio tal como si hubiera estado conectado con una fuente del conocimiento pura y caudalosa. Su mente está llena de ideas puras y efectivas.

El Corán describe la Revelación con luz, discernimiento, ilustra­ción, sabiduría, remedio, misericordia, prueba y fuente de vida y co­nocimiento. Obviamente, esta luz y discernimiento estará iluminando el corazón del propio profeta sobre quien desciende la Revelación.

Como las ideas de los profetas son inspiradas por la Revelación divina, no están contaminadas por mitos o concepciones erróneas ni por sus propios intereses egoístas o antojos personales. Como dice el Corán:

“No habla por propio impulso (el Profeta). (Lo que él dice) es solamente una revelación que se le dio a conocer.” (53:3-4)

Debido a su claro discernimiento y pureza de pensamiento, el profeta logra la infalibilidad. Sus ideas en la tarea de la misión son inmunes a todo tipo de error o desliz.

c) Orientación provechosa del pensamiento de la gente:

La Revelación guía a la gente mostrándole el camino correcto. Hace florecer completamente los talentos innato y desarrolla sus más elevados sentimientos e inclinaciones humanas. Da un enfoque prove­choso a su manera de pensar y, a la luz del nuevo esclarecimiento, la conduce a todo lo que es bueno y agradable.

El Imam ‘Alí, enfatizando la necesidad de los Profetas y después de intervenir respecto a las concepciones erróneas, las falsas creencias, las prácticas equivocadas y otras trampas en las que puede desenvol­verse una sociedad, en su primer sermón en el “Nahy-ul-Balaga”, explica el propósito para el que surgen estos enviados divinos: “Dios envió Sus profetas al pueblo. El envió Sus profetas uno tras otro, para que la gente pudiera cumplir con la composición de su naturaleza (es decir para que la luz de su innata disposición para la adoración de Dios y el seguimiento de la Verdad no se extinga). El envió a los profe­tas para recordar a la gente Sus favores para con ella, y comunicarle la Verdad de modo que no pudiera excusarse en nada.”

“El envió los profetas a la gente para animar y despertar los teso­ros de sus almas e informarle de sus potencialidades provechosas y abundantes.”

d) Fundamento del Mensaje:

Finalmente, la Revelación es la sustentadora del gran mensaje de los profetas respecto a la producción de un cambio en la sociedad. En realidad la Revelación tiene una misión social, es decir, la recons­trucción de la sociedad, el establecimiento de un sistema justo y la reorganización de una nación.

Los mensajes divinos reconocidos históricamente han jugado un trascendental papel en este campo. Ahora estudiemos el mensaje uni­versal del Islam, el cual es el más importante de dichos mensajes.

EL MOVIMIENTO ISLAMICO: UNA MANIFESTACION DE LAS NORMAS DE LA HISTORIA

Nos proponemos realizar este estudio en varias etapas:

El dominio de la injusticia no puede permanecer indefinidamente.

Ya sabemos que una de las más importantes leyes de la historia es que cuando la injusticia y la corrupción se vuelven generalizadas en cierto medio, se está próximo a una revolución. El colapso de los elementos que sostiene una discriminación y tiranía indebida es ine­vitable.[3]

Teniendo presente esta firme norma de la historia, encontramos que en el siglo VI de la era cristiana, Arabia, los imperios romano y persa y todos los otros países conocidos de esos días, estaban prepa­rados para una explosión. En esa época no solamente en Arabia existía discriminación, creencia en mitos, idolatría, disputas tribales, pobreza, tiranía y muchas otras iniquidades y vicios, sino que incluso los gran­des, poderosos (aunque decadentes) países llamados “civilizados”, eran víctimas de muchas concepciones erróneas, falsas creencias, con­flictos de los gobernantes entre sí, leyes crueles, profundas diferencias de clases, masacres, guerras salvajes, prejuicios indebidos, costumbres bárbaras y ataques contra el conocimiento. La atmósfera era sofocante. Las masas gemían bajo pesadas cargas económicas mientras algunos individuos y grupos privilegiados vivían lujosamente. Había miles de otros males. El Corán ha descrito esta condición como error mani­fiesto (ver sura Al-Yumu‘ -La asamblea del día viernes,62- versículo 2).

El Imam ‘Alí describió la situación mundial prevaleciente en esos días como sigue: “Dios envió al Profeta del Islam cuando no había habido profeta alguno durante mucho tiempo. La gente estaba en un profundo letargo. Había una completa confusión por todas partes. Las guerras estaban extendidas. Las hojas del árbol de la vida se habían vuelto amarillas y no había esperanza de que produjera frutos. Las aguas se secaron. La luz de la verdadera religión se había extingui­do. La miseria había extendido su fea cara alcanzando a todo el género humano. El resultado de esta desgraciada situación no podía ser sino el caos y el desorden. El temor había dominado los corazones de la gente y ésta no podía encontrar refugio sino en la espada sedienta de sangre.” (Del “Nahy-ul-Balaga”)

Esta situación mundial presagiaba un gran evento que pudiera vencer a los sistemas anticuados y crueles.

Esclarecimiento de la gente.

La injusticia no podía finalizar sin la intervención de factores hu­manos y de un movimiento ideológico. Era necesario que la gente ad­quiriese un mayor conocimiento y que hubiera una escuela que ilumi­nara sus pensamientos y expusiera un programa completa para ella de manera que fuesen avivadas sus fuerzas dormidas.

“Porque tu Señor no va a destruir injustamente ciudades sin haber apercibido antes a sus habitantes (de los errores en que estaban).” (6: 131)

“Nunca destruimos ciudad cuya suerte no estuviera decidida.” (15:4).

“No hemos destruido nunca una ciudad sin haberle enviado antes advertidores.” (26:208)

Como sabemos, normalmente luego de la venida de los profetas hay un esclarecimiento intelectual y humano.

“Si les hubiéramos hecho perecer antes (de la venida del Profeta) con un castigo, habrían dicho: ‘¡Señor! ¿Por qué no nos has manda­do un enviado? Habríamos seguido Tus signos antes de ser humillados y confundidos?’.” (20: 134)

Por esta razón Dios hizo surgir a Muhammad, el Profeta del Islam como una necesidad mundial e histórica.

Arabia proporcionaba una atmósfera favorable.

Si la corrupción, la injusticia y la creencia en mitos demandaba tal movimiento, Arabia naturalmente proveía una atmósfera más favo­rable para ese propósito, porque ella gozaba de menos progreso cultural e intelectual y menos cualidades humanas que sus vecinos y estaba su­mergida en un pantano más profundo. El Comandante de los creyentes, el Imam ‘Alí, dijo: “Dios envió a Muhammad (la Bendición y la Paz sean con él y su descendencia) para advertir a la gente del mundo contra las formas y costumbres que habían adoptado. El eligió a Muhammad como depositario de Sus órdenes celestiales. En ese momento ustedes los árabes profesaban la peor religión y vivían en el peor país. Ustedes dormían en medio de duras piedras y masticaban víboras. Bebían aguas turbias. No comían alimentos saludables. Derramaban la sangre de los demás. Cortaban las relaciones con sus parientes y combatían contra ellos. Ídolos eran erigidos entre vosotros y vuestros pecados os tenían atados de pies y manos. ” (“Nahy-ul-Balaga”, dicho 26).

Tales eran las circunstancias cuando esta tierra inhóspita y esta sociedad degradada fue elegida para ser la cuna del Islam.

Los pioneros – Los compañeros elegidos

Este movimiento popular divino podía tener éxito en el aplasta­miento del sistema corrupto y el desarrollo histórico, solamente si los pioneros estaban capacitados en base a su ideología y si luego, mediante el esclarecimiento general de las masas se les daba a éstas un adiestra­miento revolucionario y se las preparaba para proceder al efecto.

El santo Profeta inmediatamente después de haber sido suscitado para la profecía, comenzó a predicar el Islam a los individuos elegidos y empezó a alentarlos y a educados. Al principio la prédica era secreta y en privado. La gente fue seleccionada individualmente. Las enseñanzas eran básicas: se debía adorar solamente un Dios y debía renunciar a todo tipo de politeísmo. Era necesario el total sometimiento a lo que era revelado. Todos los seres humanos eran siervos de Dios y era necesario que se auto purificaran, se acostumbraran a las buenas obras y que resistieran al mal.

“¡Por la tarde! Sin duda que el hombre está en la perdición, salvo los que creen y obran el bien, recomendándose mutuamente en la Ver­dad y recomendándose mutuamente en la paciencia y perseverancia.” (103:1-3)

Sólo unos pocos pero elegidos aceptaron totalmente de corazón los principios de esta nueva escuela, volviéndose firmes en su fe.

Con la creencia en un Dios, el rechazo de todas las falsas deidades, la formación del carácter, la piedad, el conocimiento, la amplitud de visión y el sometimiento a la verdad, se fueron preparando gradualmen­te las condiciones para una prédica pública. Al finalizar este periodo fueron dirigidos persistentes y poderosos ataques contra el sistema im­perante. La idolatría, la principal causa de los pensamientos equivoca­dos y el arma principal del aristocrático auto engrandecimiento, fue condenada. Comenzó un nuevo movimiento. Una buena cantidad de gente de entre los esclavos, los sin privilegios, los desamparados y oprimidos junto con unos pocos de las clases aristocráticas, se unie­ron al nuevo movimiento. Pero simultáneamente la resistencia del enemigo, sus amenazas, torturas, asedio y difamación, alcanzaron su pico.

Los versículos divinos fueron revelados en la forma de ardientes máximas. También contenían el criterio constructivo de la fe. Los re­cién nacidos (en la fe) continuaron avanzando firme y resueltamente en su camino para construir la historia futura.

El rol de la emigración

Desde el punto de vista islámico, la emigración es uno de los elementos constructores de la historia. Se refleja en los siguientes versículos:

“Los ángeles dirán a los que llamen (a la hora de la muerte) y que han sido injustos consigo mismos: ‘¿Cuál era vuestra situación?’ Dirán: ‘Eramos débiles en la tierra’. Dirán (los ángeles): ‘¿Es que la tierra de Dios no era lo suficientemente vasta para que pudierais emigrar­?’ Esos tales tendrán el Ardentísimo como morada. ¡Qué mal fin! Quedan exceptuados los débiles —hombres, mujeres y niños— que no disponen de posibilidades (para emigrar) y no son dirigidos por el camino. A éstos puede que Dios les perdone. Dios es Perdonador, indulgente. Quien emigre por Dios, encontrará en la tierra muchos refugios y espacios. La recompensa de aquel a quien sorprenda la muerte, después de dejar su hogar para emigrar a Dios y a Su enviado, incumbe a Dios. Dios es Indulgente, Misericordioso.” (4:97-100)

Si el sofocante medio ambiente de un lugar no resulta dispuesto para aceptar la verdad, si la presión es tan alta que todos los valores humanos y morales han sido ahogados y si no hay ninguna posibilidad de influir en ese ambiente y reformar la sociedad, uno debe hallar un lugar más conveniente, donde la fe, la independencia y la verdad pue­dan florecer y desarrollarse. De acuerdo al Islam, es la emigración, en su sentido más amplio, la que ayuda a resolver los problemas y abre nuevos caminos. El Islam prescribe la emigración de ambientes sofocantes y oscuros para descubrir tierras preparadas para aceptar la ver­dad, desde las escabrosas montañas a lugares populosos, prescribe la emigración para estudiar la naturaleza y la historia del hombre, y tam­bién la emigración desde el egoísmo hacia Dios, desde el estrecho egoísmo y auto engrandecimiento a la atmósfera más abierta del honor y humanidad. Cuando el Profeta del Islam encontró que sus compañe­ros estaban bajo presión, ordenó, en primer lugar a un número limitado de ellos, que emigraran a Etiopía. Finalmente, por medio de los con­tactos con la gente de Medina y bajo un firme compromiso de los mismos, preparó reservadamente la atmósfera de esa ciudad a su favor y se preparó para emigrar a ella. Todas las cosas buenas o agradables de la vida diaria y las relaciones familiares fueron sacrificadas por la causa de la fe, por la promoción del objetivo y por la continuación de la lucha. Con la emigración del santo Profeta y sus leales compañeros, comenzó una nueva época en la historia de los musulmanes. Y noso­tros sabemos cuán efectivo fue en la expansión del movimiento islámico este gran paso de la emigración a Medina.

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[1]  Según la tradición islámica, la Ka'ba, que está en el centro de la Mezquita Sagrada de la Meca, fue construida por Adán, el primer hombre. Luego la des­truyó el diluvio y, en época de Abraham, éste la reconstruyó junto con si hijo Ismael, de quien desciende el Profeta Muhammad. Se trata de una construcción en forma cúbica que no posee nada en su interior; es como el eje del mundo y su centro para los musulmanes que hacia ella se dirigen para orar, de la misma forma en que el corazón es el centro del hombre. No obstante no se piensa en absoluto que ella sea el lugar de la divinidad. Su acción es la de unificar a toda la comunidad islámica universal alrededor de un único centro. En época del Profeta Muhammad su culto puro se había degradado y estaba llena de ídolos (360 según algunas tradiciones). El Profeta, con él sean la Bendición y la Paz, cuando tomó la Meca, la limpió de todos los ídolos y así permanece desde entonces. (Nota del Editor)

[2] Su Participación en el pacto conocido como “Hilf Al-Fuzul” y la historia de la colocación de la Piedra Negra en su lugar, son casos como ejemplos. Esta última anécdota fue así: los nobles de la ciudad hicieron arreglos y reparaciones en la estructura del templo de la Ka'ba, y retiraron para ello la Piedra Negra que se ubica en uno de sus ángulos para contar las circunvalaciones rituales al san­tuario. Una vez terminadas las reparaciones se debía colocar la piedra en su lugar, y todos los clanes de la ciudad pretendían para sí ese privilegio. Estaban por llegar a las armas cuando alguien propuso que juzgara en ese asunto el primero que ingresara en el recinto del templo. El primero que lo hizo fue el que luego sería el Profeta Muhammad, quien ya entonces era muy estimado en su comunidad por su nobleza, fidelidad y buen juicio. Todos estuvieron de acuerdo entonces en que él obrara de juez en este diferendo. El Profeta propuso que se extendiera un paño de tela y que representantes de cada uno de los clan es tomaran extre­mo de  ella; Muhammad entonces tomó la piedra y la puso en el paño y todos la llevaron hasta el. lugar donde se colocaría. Esta historia muestra el buen juicio y espíritu equitativo del que luego sería designado Mensajero de Dios. (Nota del Editor)

[3] “Entonces su Señor les inspiró diciendo: 'Hemos de hacer perecer a los im­píos'.” (14:13). “Nunca hemos destruido ciudades a menos que sus habitantes fueran impíos.” (28:59). y muchos otros versículos del Corán como ser 22:25, .13,3:117,50:59,11:117,6:47, que comunican el mismo sentido.

[4] “Pero la mayoría de la gente no tiene conocimiento” (45 :26), y muchos otros versículos.” la mayoría no sigue más que conjeturas”, (10:36). “No, la mayo­ría de ellos no comprende”, (29:63). “pero la mayoría siente aversión a la verdad”, (23:70). “Pero la mayoría del pueblo no cree” (13:1).

[5] “...la espuma se pierde; en cambio, queda en la tierra lo útil para los hom­bres...” (13:17).

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