Los aportes del Islam a la humanidad (XIV)

Geografía y viajeros (exploración)

Por el Profesor Abdul Husein Zarrinkub

 

Lo que le dio fruto a esta actividad científica e industrial de los musulmanes y la trasladó del oriente al occidente, fueron las rutas marítimas y terrestres, así como el movimiento de comerciantes, exploradores y peregrinos. De todas formas, las investigaciones de los musulmanes en geografía tienen gran importancia en diversos aspectos. Más que describir los caminos y comentar las ubicaciones y características naturales, los musulmanes mostraron especial interés a la geografía humana. Historias legendarias de los navegadores que ellos relataban, estaban llenas de informaciones útiles acerca de los caminos, estaciones de caravanas, puertas, ritos y tradiciones. Los diarios de viajes, aunque tenían interés al describir las cosas extrañas, mayormente mostraban el espíritu de curiosidad e investigación de los musulmanes. Las obras geográficas de éstos, verdaderamente son muy ricas, diversas, educativas e interesantes, y si se le aprovechan con un espíritu de crítica, se les pueden encontrar llenas de informaciones y documentos útiles.

En geografía, los musulmanes estaban mucho más adelantados que los griegos, tanto en la amplitud de investigaciones como en el fervor y la avidez. En cuanto a la dimensión y exactitud de los resultados en los diferentes temas, la geografía tuvo muchos más avances entre los musulmanes que entre los griegos.[1] En algunas de estas investigaciones, especialmente en los primeros siglos del Islam, parece que se habían beneficiado de la información del sistema sasánida persa. El método de dividir al mundo habitado en siete territorios, la existencia de algunas palabras de origen persa en geografía islámica, etc., confirman estos datos geográficos.[2]

Algunos geógrafos musulmanes tuvieron un interés especial en la observación y experiencia personal. Por lo tanto, la mayoría de sus informaciones procedía de la experiencia y observación, no de las transmisiones de otros libros. Iaqubi,[3] él mismo expresa en su libro Al-Buldan, que viajó mucho, recopilando información de mano de los habitantes de las mismas zonas en cuestión, y la exactitud de esos datos ha sido demostrada por personas confiables y veraces. Lamentablemente no queda copia del libro Al-Qadaia vat-Tayarib, un informe total de los viajes de Abul-Hasan Mas’udi, explorador del mundo con experiencia, geógrafo exacto e historiador, pero se percibe su avidez en los asuntos relacionados con la geografía, así como su exactitud y la amplitud de su visión en sus libros Muruy adh-Dhahab  y At-Tanbih val-Ishraf. Por ejemplo, en la introducción de Muruy adh-Dahab, al respecto, cuando narra lo dicho por Al-Yahiz[4] acerca del punto de origen del río Mehran de Sind —en India—, y rechaza su opinión de que este río es el mismo Nilo con los mismos cocodrilos, dice con un tono atrevido que el libro Amsar de Al-Yahiz carece de solidez, ya que este hombre no navegó mares ni recorrió rutas y como una persona que recoge leña en una noche oscura, sacó sus datos de la información de autores poco confiables.”[5]

Esta confianza en la experiencia personal e inclinación a la exploración, lo que Mas’udi considera como la base de las informaciones geográficas exactas, hizo que los musulmanes en este terreno obtuvieran conocimientos relativamente acertados, y utilizaron estos datos tanto en las actividades comerciales como en el reconocimiento de las vías y rutas para ponerlos al servicio del correo y del sistema abasí, así como para viajes de peregrinación.

La geografía humana es también una materia en la que los eruditos musulmanes han mostrado un especial interés investigativo, y las obras de Al-Mas’udi y Al-Biruni particularmente, dan testimonio de esa enfática curiosidad. De todas formas, las descripciones que los geógrafos musulmanes han dado sobre los países y regiones, no solo abarca los detalles correspondientes al conocimiento terrestre de esa zona o país, sino que incluye informaciones útiles, como las costumbres de la vida de diversas tribus, variedades de empleos, profesiones, industrias, creencias y lenguas. Ellos, no solo a través de la navegación conocieron desde Indochina hasta Corea —e incluso Japón—, sino que también habían expandido su conocimiento por medios de las vías terrestres hasta el Tíbet, Asia Central e incluso China. En realidad, cinco siglos antes de Marco Polo, un viajero musulmán llamado Sulaiman Tayer —Sulaiman el comerciante— visitó a China, y las descripciones de esta visita se encuentran en la narración de Abu Zaid Seirafi.[6] Este informe, aunque no es muy útil en cuanto a geografía, cuenta con el espíritu de curiosidad de los musulmanes y menciona las relaciones entre Irán y China —incluso antes del siglo IX—. Este informe Indica que los chinos habían autentificado la huella dactilar como firma,[7] lo cual muestra que se debe considerar la influencia de China en la civilización del mundo mucho más de lo que nos parece en principio. Al-Yahiz y Zaalibi[8] han mencionado la superioridad de los chinos en la industria y sus exageradas creencias, y parece que los musulmanes aprovecharon también las primeras informaciones de los antiguos persas acerca de este territorio y su pueblo.[9]

De Igual forma acerca de Asia Central y sus pueblos, los musulmanes obtuvieron informaciones exactas, las cuales eran incomparables en la relación con las de los griegos. El libro que escribió Al-Biruni sobre India —Tahqiq Ma lil-Hind—, en realidad no es geografía ni historia, sino un tesoro que abarca todas las informaciones referidas a este territorio, basadas en la investigación científica, el cual se puede ser considerado un modelo y una obra maestra en la investigación musulmana acerca de la geografía humana y el folclore, sin ningún interés particular.

Una prueba más de la curiosidad musulmana es la realización de exploraciones para determinar la ubicación de la cueva de los Siete Durmientes de Éfeso —Ashab Kahf en árabe y persa—, así como la ubicación del valle de Gog y Magog.[10] Según lo conocido, Waziq, el califa abasí, expidió una delegación liderada por el famoso astrónomo y matemático Muhammad Ibn Musa Al-Jarazmi —Al-Juarismi de los latinos—, hacia Roma con el propósito de investigar acerca del lugar y calidad de los cuerpos de los Compañeros de la Cueva, viendo la cueva y los cuerpos en una colina cerca de Éfeso —en la actual Turquía— y de regreso le dio su informe al califa. La historia de esta expedición científica está narrada en el libro de Ibn Jordadbeh,[11] y los historiadores europeos también han aprobado su verdad.[12]

El viaje de la exploración de Salam Taryiman —Salam el Intérprete—, también fue por orden del califa. Según el Corán (16: 95-98), al abrirse el camino de Gog y Magog —Iayuy y Mayuy en árabe— es un signo de la proximidad de la Promesa Divina. La localización de Gog y Magog fue materia de polémica. Según los estudios de hoy día, Iayuy y Mayuy eran los nombres árabes de dos tribus que se encontraban situadas aproximadamente en Armenia y el actual Cáucaso, las cuales amenazaban constantemente a los territorios de Siria y Palestina[13] y la muralla que Dhul-Qarnain construyó frente a ellos debía limitar esas fronteras, mostrando la gran amenaza que representaba a las poblaciones árabes y judías. Por eso, Salam el Intérprete se dirigió a Armenia, el Cáucaso y el Mar Caspio para la investigación sobre el lugar de la muralla —no a China, donde posteriormente se equivocarían comparándola con la Gran Muralla china—. Por otro lado, el argumento de Maqdisi que consideraba que todos los mares del mundo se resumían en dos, Nahr ar-Rum y Bahr as-Sin —el mar de Roma y el mar de China— fue criticado fuertemente por los eruditos,[14] pero el deseo de comprender todos los elementos geográficos referenciados en el Corán, como territorios, mares y montañas fue un móvil más que suficiente para ocuparse de la geografía.

La búsqueda de cosas maravillosas en otros territorios, con elementos interesantes y a veces fantásticos, tanto para los musulmanes como para los europeos, colmó los libros de viajes y a veces los libros de geografía, que narraba tales viajes con exageraciones y cuentos increíbles. Particularmente los cuentos que los navegantes hacían sobre China, India y otros territorios lejanos, se recibían con buen interés por parte del pueblo en general. Pero fueron las informaciones fidedignas que se relataban en los libros de geografía y en los informes de los navegantes las que lograron expandirse con mayor amplitud en relación con los descubrimientos geográficos de la Antigua Grecia. En el cuento de Magrurin Los engreídos”, unos valientes navegantes árabes marroquíes, quienes se dice navegaron varios meses buscando el Mar Negro— se puede percibir el mismo entusiasmo y fervor por la exploración que inspiró muchos siglos después —incluso tras varios siglos de que Al-Idrisi[15] relatara este cuento en su libro Nuzhat al-Mushtaq— a navegantes como Cristóbal Colón, Américo Vespucio, Fernando de Magallanes y otros. ¿Podrían haber sido los musulmanes, como se entiende de este informe de Al-Idrisi, quienes encontraron en el sur de océano Atlántico a los habitantes de los pueblos de la América prehispánica? De todas formas, este relato muestra el espíritu explorador y la valentía de los navegantes musulmanes, así como sus peripecias en las exploraciones marítimas y terrestres.

Las más antiguas informaciones sobre Rusia fueron dadas por Ibn Fadlan, quien por la orden de Al-Muqtadir, califa abasí, viajó al palacio del rey de Bulgaria, y cuyo informe está relatado en el libro Mu’yam al-Buldan de Yaqut al-Hamawi.[16] Al-Mohlabi en el año 375 hégira lunar —985 de la era cristiana— escribió un libro para el califa fatimí, Al-Aziz Billah, dando una descripción exacta acerca de Sudán, de la cual no se tenía antecedentes hasta esa época; incluso, fue hacia el año 1010 cuando un navegante musulmán desde un barco indio divisó el litoral de Sudáfrica.[17] A través del mar de Sind de la India, una parte de las costas de China hasta Corea fue explorada por navegantes musulmanes, muchos siglos antes que los europeos conocieran Japón. Mahmud Kashgari nombra este territorio desconocido en su tiempo con el nombre de Djabarka, y Rashid ad-Din Fadl Allah como Tchimengou. Los dos términos se asemejan a  Tchibengou, el cual es el mismo nombre que Marco Polo menciona, a saber Zipangu, aproximandose a su actual pronunciación francesa e inglesa.

Gracias a las informaciones de los indios,  algunos geógrafos musulmanes muchos siglos antes del descubrimiento del continente americano, entendieron que también debía existir un continente habitado al otro lado del hemisferio, y fue esta misma teoría la que llevó a Cristóbal Colón a descubrir este nuevo continente. No sabemos correctamente —antes del inicio de sus descubrimientos geográficos— hasta qué punto los europeos habrían tenido información de este tesoro en el contexto de las investigaciones geográficas de los musulmanes, pero al menos no debió ser totalmente desconocido para los europeos el libro de Idrisi —erudito musulmán andalusí—, quien recopiló una colección de geografía y mapamundis de los libros anteriores, y lo tituló Nuzhat al-Mushtaq o Royería, el cual fue regalado al rey de Sicilia, Roger II.[18] Aunque el resumen de este libro fue publicado solo en 1619 en Roma, nos imaginamos que su contexto había sido probablemente conocido y aprovechado en ocasiones por los eruditos cristianos del siglo XII —de Sicilia, Italia y otros reinos cercanos—. Así como el libro Taqwim al-Buldan de Abul-Fida,[19] el cual fue utilizado en Europa, incluso hasta la primera mitad del siglo XVII. Según algunos investigadores, Europa no contaba con un libro que se comparará con el de Abul-Fida en toda la Edad Media.[20] También, Nuzhat al-Mushtaq de Idrisi, que se recopiló antes, tuvo una considerable influencia en Europa. Los mapas de Idrisi en este libro, eran un ejemplo de la perfección cartográfica. Un poco después de este periodo, aunque el fervor y el entusiasmo del periodo de Estajri y Maqdisi había desaparecido, se redactaron libros de viajes de Ibn Yubair y Ibn Batuta.[21] Además, un gran éxito de los musulmanes fue escribir la inmensa enciclopedia geográfica de Abul-Fida titulado Mu’yam al-Buldan, la cual en cuanto a geografía y ubicación de los imperios del mundo tiene tanta grandeza que quizá solo merece ser comparada con el Tarij —Historia— de Ibn Azir[22] y Al-Hawi de Zakariya ar-Razi —Rhazes de los europeos. La base de esta familiarización con reinos y rutas, indudablemente tuvo una relación directa con las actividades comerciales de los musulmanes. Durante unos siglos, antes de las Cruzadas, el mar Mediterráneo era campo exclusivo de navíos musulmanes, así como el Mar Rojo, el Mar Índico y el Golfo Pérsico, que en este periodo fueron testigos de actividades comerciales del mundo del Islam. Se exhibían los productos agrónomos e industriales en occidente y oriente, y su resultado fue el avance de ambos mundos en estos campos. Algunos cítricos y frutas fueron trasladados por los musulmanes a España a través de Siria y Palestina; y también el método de cultivo de la caña de azúcar, que los musulmanes aprendieron de los indios, a su vez lo enseñaron a los cruzados. Según lo conocido, los musulmanes fueron los primeros en cultivar algodón en Europa. Además, los textiles de los musulmanes se vendían mucho en los bazares europeos. Las palabras —por ejemplo— Muslin (موصلی), Damask (دمشقی), Tapis (عتابی),… son recuerdos de esta actividad comercial, como también las palabras Tarifa (تعرفه), Bazar (بازار), Magazin (مخزن), Douane (دیوان), Checque (الصک), Caravan (کاروان) que todavía son usados en estos países. Un comercio tan activo exigía un conocimiento exacto de las vías, rutas y de la familiarización con culturas y naciones diversas, también requería del vasto saber de la geografía y de su historia.

 Fuente: Los Aportes del Islam a la humanidad; Editorial Elhame Shargh

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www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente


[1] Barthold V. V., La découverte de l’Asie, 77

[2] M. Ahmed, El (2), Vol. II, 590

[3] Ahmad ibn Abi Iaqub ibn Yafar ibn Wahab ibn Wadhih Iaqubi, un gran historiador y geógrafo musulmán shia, fallecido hacia 891 (278 hégira lunar). (N. del T.)

[4] Abu Uthman Amr ibn Bahr al-Kinani al-Fuqaimi al-Basri, más conocido como al-Yahiz (hacia 781 – 869) fue un famoso autor de obras de literatura árabe, biología, zoología, historia, entre otros. (N. del T.)

[5] Mas’udi A. , Muruy adh-Dhahab, ed. árabe, 1-59

[6] Seifi, Y. Dr. , Viajes de Sulaiman Seirafi de Golfo Pérsico a China, ed. Inglés.

[7] Sarton, Introduction, I-571

[8] Abu Mansur Abdul-Malik Muhammad Ibn Ismail Zaalibi Nishaburi, (961–1038), historiador, filólogo, poeta y escritor musulmán Iraní. (N. del T.)

[9] Barthold V. V., La découverte de l’Asie, 75

[10] Represa o Barrera de Gog y Magog -Iayuy y Mayuy en árabe-, que su historia se ha narrado por el Corán (16: 93-98) y (21: 96), y también por la Biblia, es una gran barrera construida de hierro con el fin de impedir las invasiones de los dos pueblos barbaros llamados Gog y Magog a otros pueblos civilizados. Lo construyeron por la orden y ayuda de Dhul-Qarnain (Bicorne en español, significa dos cuernos), una personalidad monoteísta del Corán y de la Biblia. Algunos de los interpretadores del Sagrado Corán dicen que la personalidad de él, coindice con el Ciro II el Grande, hacia (600/575 – 530 a. C.), fundador del Imperio persa aqueménida. (N. del T.)

[11] Abul-Qasim Ubaidullah Ibn Abdullah Ibn Jordadbeh o Khordadbeh (820 - 912), fue un geógrafo musulmán iraní, cuya obra famosa es Al-Masalik wal-Mamalik (El Libro de Rutas y Reinos), el libro más antiguo conservado en árabe de la geografía administrativa. (N. del T.)

[12] Rambaud, L’empire Grec, Paris 1870, 435

[13] Barthold V. V., La découverte de l’Asie, 75, y también se compara con Obras Elegidas (en la lengua rusa) por N. Mar.

[14] Ahsan at-Taqasim, ed. árabe, 16-19. Se compare con: Adam Mez, Islamic Civilization in the Fourth Century of the Hegira, Vol. 2, Pág. 6-7

[15] Abu Abdullah Muhammad Al-Idrisi (1100 - hacia 1166), geógrafo, cartógrafo y explorador musulmán de España. Confeccionó su libro y un mapamundi y los regaló a Roger II de Sicilia. (N. del T.)

[16] Abu Abdullah Yaqut ibn Abdullah ar-Rumi al-Hamawi, más conocido por Yaqut (1179 - 1229). Fue un gran geógrafo y biógrafo musulmán. (N. del T.)

[17] Adam Mez, Islamic Civilization in the Fourth Century of the Hegira, Vol. 2, Pág. 10

[18] Kramer, J. H. , Geography and Commerce in Legacy of Islam - 90

[19] Abu al-Fida Imad ad-Din Ismail (1273 – 1331), fue un historiador, geógrafo, y sultán local. (N. del T.)

[20] Carra de Vaux, Pensurs, II- 13

[21] Shamsud-Din Abu Abdullah Muhammad, más conocido como Ibn Battuta, hacia (1304 – 1368), fue un viajero y explorador musulmán, de la época de la dinastía Meriní. (N. del T.)

[22] Izzud-Din Ali ibn Muhammad Al-Yazari, más conocido como Ibn Azir o Ibn Athir, fue un gran y famoso historiador, narrador y literato musulmán (1160-1232). Su gran libro Al-Kamil fi at-Tarij –El Perfecto en la Historia- o más conocido como Tarij de Ibn Azir –Historia de Ibn Azir, contiene los sucesos importantes de la historia del mundo desde sus principios hasta el año 1229 DC. (N. del T.)

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