Historia del Islam en el III año de la hégira - Los peligrosos planes judíos

Un análisis de la vida del Profeta del Islam; Mahoma (Muhammad) (PB)

Por: Aiatollah Yafar Sobhani

EL II Y III AÑO DE LA HEGIRA

LOS PELIGROSOS PLANES JUDIOS

La batalla Uhud se abatió como un huracán en el corazón de la península arábiga. Un huracán que arrancó de cuajo una parte de las profundas raíces de la incredulidad y la idolatría.

En esa batalla habían encontrado la muerte un grupo de los principales jefes de Quraish, otros tantos fueron hechos prisioneros y el resto había escapado humillado. La noticia: de este fracaso de Quraish corrió de boca en boca por toda Arabia. Al huracán siguieron el miedo y el desconcierto. Las tribus idólatras, los ricos judíos de Medina y los judíos de Jaibar y Uadiul Qura, quedaron pasmados del creciente avance y poder del joven gobierno islámico. Veían su propia situación al borde del abismo; nunca creyeron que la fuerza del Islam podía crecer tan rápidamente, y mucho menos que venciera al arraigado poder de Quraish.

Los judíos de la tribu de Banu Qanuqa, que vivían dentro de Medina y tenían mucho poder económico, estaban aún más atemorizados. Su situación era diferente a la de los judíos de Jaibar que vivían fuera de Medina y lejos de la presencia de los musulmanes. Fue por esto que ellos, antes que los demás, desataron una insidiosa guerra propagandística contra el Islam, difundiendo consignas y poesías insultantes, y de hecho traicionando el pacto que habían suscripto en el primer año de la emigración. El Enviado de Dios (B.P.) procuraba resguardar la unión política y el orden general de Medina. Fue así que, para hacer reflexionar a los judíos, les dirigió un encendido sermón con motivo de una gran reunión realizada en el mercado de la tribu mencionada. Dijo: “Mediten en el fracaso de Quraish. Temo que lo que les paso les alcance también a ustedes. Hay entre ustedes muchos sabios, interróguenlos para que testimonien que soy el Enviado de Dios como esta anunciado en vuestra Escritura, la Torá”.

Los impertinentes judíos, no obstante, respondieron al Profeta en fuerte tono: “Piensas que nosotros somos débiles y no conocemos los secretos de las batallas. Ustedes se han enfrentado con quienes no conocían los principios militares y las tácticas bélicas; pero al poder del pueblo de Qanuqa lo conoceréis en la escena de la lucha”.

El fuerte tono de esta respuesta no arredró el ánimo de los musulmanes, pero dejó al descubierto la verdadera posición e intenciones de los judíos. Comprendieron los creyentes que la próxima vez deberían tratarlos de otra manera, de lo contrario su atrevimiento aumentaríadía a día. El Enviado de Dios esperaba una oportunidad para reprenderlos.

LAS LLAMAS DE LA GUERRA SE ENCIENDEN CON UNA CHISPA

A veces pequeños incidentes son el detonante de grandes acontecimientos y cambios sociales. Los musulmanes estaban disgustados por el capricho de los Qanuqa y esperaban una oportunidad para rebelarse contra ellos.

Cierto día una mujer árabe, en el mercado de los Banu Qanuqa, estaba vendiendo unas mercancías junto a una joyería perteneciente a un judío. Ella cuidaba que nadie viera su rostro pero los judíos insistían en que se sacara el velo. El joyero salió de su tienda y, sin que la mujer lo notara, le cosió el borde inferior de su pollera a la cintura. Al erguirse la mujer notó entonces que una parte de su cuerpo quedaba al descubierto. Los jóvenes judíos presentes se burlaron de ella. El pudor y el respeto social, que es importante en toda sociedad sana, era para los árabes un asunto de la mayor importancia. La situación de la pobre mujer irritó a un musulmán que estaba presente quien rápidamente tomó su arma y mató al judío. Tras ello los judíos del mercado, al unísono, se arrojaron sobre el musulmán que había defendido a la mujer y lo ultimaron.

No discutimos si matar al judío por el insulto a la mujer era o no lógico y justo, pero seguramente el ataque de decenas de personas a un musulmán resultaba denigrante. La divulgación de este suceso hizo desbordar la copa de la paciencia de los musulmanes, quienes se decidieron a terminar con ellos y erradicar el foco de corrupción que enfermaba su ciudad.

Los judíos, dándose cuenta del peligro que corrían, vieron conveniente dejar sus trabajos y refugiarse en sus casas que se encontraban dentro de un fuerte. Se equivocaron al proceder de esta manera pues si se hubieran arrepentido de lo ocurrido y pedido disculpas, seguramente el Profeta, con su natural indulgencia y misericordia, los habría perdonado. El resistir en el fuerte en cambio fue una señal de su enemistad manifiesta. El Enviado de Dios (B.P.) ordenó entonces sitiar el fuerte.

El sitio duró quince días, en los cuales les impidieron obtener provisiones y les prohibieron la comunicación con cualquier persona. Los judíos, incapaces de resistir el sitio, se rindieron y para demostrar su sometimiento abrieron las puertas del fuerte y dijeron que aceptarían cualquier decisión del Enviado de Dios respecto a ellos. La decisión del Profeta era reprender severamente a los rebeldes a la unidad política de Medina.

Pero por la insistencia de Abdullah Ibn Ubai, uno de los hipócritas de la ciudad, Muhammad se retractó Y decidió la evacuación de los judíos de Medina tras dejar sus armas y sus riquezas. La concreción se dejó a cargo de Ibadat Ibn Samit. Los judíos de Banu Qanuqa no tuvieron mas remedio que abandonar la ciudad y dirigirse a Azraat, cerca de Damasco.

Se restauró así la unión política en Medina, tras la expulsión de los judíos, acompañada ahora por la unidad religiosa. Desde ese entonces la totalidad del pueblo de Medina es musulmán.

INFORMES DE NUEVOS COMPLOTS LLEGAN A MEDINA

En pequeños ambientes las noticias se divulgan rápidamente. De ahí que la mayoría de los complots y planes anti-islámicos, desde cualquier parte que se generasen, eran conocidos rápidamente en el centro del Islam, fuera por noticias traídas por transeúntes neutros o por despiertos amigos. En estas cuestiones el Enviado de Dios (B.P.) estaba siempre muy atento, y se procuraba desactivar las intrigas en su mismo origen. Apenas era informado de que algún tribu planeaba reunir armas y soldados para atacar Medina, el Profeta enviaba fuerzas, o él mismo se dirigía al lugar donde se concentraba el enemigo para terminar con sus propósitos. Exponemos a continuación algunos de estos enfrentamientos.

1) Gazuatu-l-Kadar (La incursión del Kadar). La zona central del territorio de la tribu de Banu Salim se llamaba Al-Kadar. Llegaron noticias de que la tribu planeaba conseguir armas para atacar la capital del Islam. El Enviado de Dios (B.P.) dejó en su lugar en Medina a Ibn Ummi Mactum y, junto a un grupo, se dirigió al lugar en que se concentraba la mencionada tribu. El enemigo antes de llegar las fuerzas del Islam se había dispersado por lo que el Profeta retornó a la ciudad sin que mediara ningún enfrentamiento. Para mayor seguridad envió posteriormente un nuevo grupo dirigido por Qalib Abdullah. Este fuerza expedicionaria mantuvo un breve enfrentamiento en los que fueron martirizados tres creyentes y regresó victoriosa.

2) Gazuatu Sauiq (la incursión de Sauiq). Los ignorantes árabes eran afectos a formular extrañas promesas y juramentos. Por ejemplo Abu Sufián, luego de la batalla de Badr, hizo la promesa de no acercarse a su mujer hasta no vengarse de los musulmanes. Para cumplir con su promesa no tuvo más remedio que planear un reducido ataque. Con 200 personas y con la guía del jefe de los judíos de Banu Nadir, que vivían en las afueras de Medina, asesinó a un musulmán e incendió un gran palmar. Una persona informó inmediatamente lo sucedido en Medina. El Enviado de Dios (B.P.) personalmente salió en persecución de los atacantes pero ya era tarde, pues Abu Sufián y sus huestes se habían escapado. Los musulmanes en el camino encontraron unas bolsas que contenían sauiq (comida hecha de harina y dátiles) pertenecientes al enemigo. Las tomaron para sí y de allí deriva el nombre que recibió históricamente esta incursión.

3) Gazuatu Dhul Amr (La incursión de Dhul Amr). Se supo en Medina que la tribu de Gaftán se había congregado y pensaba atacar Medina. El Enviado de Dios (B.P.) salió entonces al mando de 450 hombres contra el enemigo, el cual, desorientado con la llegada repentina del Profeta (B.P.) se refugió en las montañas. Justo en ese momento comenzó a llover por lo que se mojaron las vestiduras de Muhammad. Se alejó entonces del grupo y sacándose la ropa para colgarla en un árbol (para secarla) se puso a descansar bajo una sombra. El enemigo observaba todos los movimientos del Profeta desde las montañas cercanas. Al ver la oportunidad uno de sus guerreros bajó empuñando su espada y llegó donde el Profeta. Parándose frente a él le espetó con rudeza: “¿Quien te guarda ahora de mi filosa espada?”. “Allah (Dios)”, le respondió con fuerte voz el Profeta. Esta palabra y la seguridad con que fue pronunciada lo impresionaron tanto al agresor que se puso a temblar de miedo y se le cayó la espada. El Profeta presto la tomó y le dijo a su vez: “¿Quién te cuida ahora de mí?” El inicuo comprendió entonces que sus dioses de piedra y madera no lo defenderían y contestó resignado: “Nadie”. Relatan los historiadores que en ese momento el aceptó el Islam, no por miedo, sino por el despertar de su esencia innata que reconoció la verdad en la firme fe del Profeta, y en el poder milagroso que lo asistía. El Enviado de Dios (B.P.) aceptó su conversión y le devolvió la espada. Tras dar unos pasos retirándose, regreso el hombre de Gaftán y le entregó de vuelta al Profeta la espada pidiéndole disculpas y diciéndole: “Tü la mereces más como líder de este grupo”.

CAMBIO EN LA RUTA COMERCIAL DE QURAISH

Las costas del Mar Rojo habían dejado de ser seguras para las caravanas de Quraish por la amenaza que significaba el ejército del Islam. La tribu gobernante de la Meca se reunió entonces para analizar la situación. La opinión general era que sin negocios se irían debilitando económicamente hasta terminar por rendirse a los musulmanes, y que por otro lado no podían seguir mandando sus mercancías por el mismo camino por el peligro que significaba la pérdida por confiscación. Estando en esa discusión alguien sugirió ir a Sham pasando por Iraq. La sugerencia fue bien vista y se aceptó por el voto unánime.

Se preparó una caravana comercial para inaugurar la nueva ruta. Abu Sufián y Safuán Umaiiat personalmente la presidían; un hombre de la tribu de Banu Bakr, de nombre Furaat Haiian los guiaría.

Narra el autor Maqrizí que un hombre de Medina presente en la Meca observó lo que ocurría y al regresar a su ciudad lo comentó con un amigo. Pronto el Enviado de Dios se enteró y mandó un cuerpo expedicionario bajo la comandancia de Zaid Ibn Hariz por el camino que transitaba la caravana. Este grupo impidió la continuación del viaje comercial de los inicuos quraishitas, confiscaron sus mercancías y retornaron a Medina con dos prisioneros.

Extraído del libro La Historia de Mahoma (PB); Vida del Profeta Muhammad (PB) e historia de los orígenes del Islam

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www.islamoriente.com , Fundación Cultural Oriente

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