La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán
Sura at-Tîn (La Higuera) - Nº 95
La sura fue revelada en La Meca; consta de ocho aleyas.
Contenido y mérito de su lectura
La sura en realidad, gira alrededor de la bella creación del ser humano y de las etapas de su perfección y decadencia.
En su inicio, cita significativos juramentos; luego enumera los factores del triunfo y la salvación del hombre y por último enfatiza sobre la cuestión de la Resurrección y la absoluta soberanía de Dios. Dijo el Profeta (PB) respecto a su mérito: “A quien lo recite, Dios le otorgará dos gracias mientras viva en este mundo; la salud y la certeza (“Iaqîn”: mayor grado de fe). Y al fallecer, por cada persona que recite esta Sura, Dios le computará un día de ayuno según el número de personas que lo hayan leído.”[1]
La aleya que dice: “Hadhal baladil amîn”, señala la ciudad de La Meca ya que allí fue revelada y el vocablo “Hadha”, que significa “ésta”, es fiel prueba de ello.
Nº 95 - Sura at-Tîn (La Higuera)
Bismil lâhi ar rahmâni ar rahîm
1. Uat-tîni uaz-zaitûn
2. Ua tûri sînîn
3. Ua hadhal baladil amîn
4. Laqad jalaqnal insâna fi ahsani taquîm
5. Zumma radadnâhu asfala sâfilîn
6. Il-lal ladhîna amanû ua ‘amilus sâlihâti falahum aÿrun gairu mamnûn
7. Famâ iukadh dhibuka ba‘du bid-dîn
8. Alaisal-lâhu bi ahkamil hâkimîn
En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo
1. ¡por la higuera y el olivo
2. Y el monte sinaí,
3. Y esta metropoli segura,
4. Que creamos al hombre en la más perfecta proporción.
5. Luego, hemos hecho de él el más abyecto,
6. Excepto a los creyentes que practiquen el bien, que tendrán una recompensa inagotable!
7. ¿qué es, pues, lo que a pesar de esto te hará desmentir el día del juicio final?
8. ¿acaso no es dios el más prudente de los jueces?
Hemos creado al hombre en la más perfecta proporción
Ya en el comienzo, encontramos cuatro juramentos que hacen de introducción al anuncio de algo importantísimo.
1. Uat-tîni uaz-zaitûn
1. ¡por la higuera y el olivo
2. Ua tûri sînîn
2. Y el monte sinaí,
3. Ua hadhal baladil amîn
3. Y esta metropoli segura,
“Tîn” significa higo y “Zaitûn”, olivo. ¿Es que acaso la aleya se refiere a estos dos frutos o a algo más profundo?
Los intérpretes exponen diversas hipótesis. Mientras algunos la identifican con los frutos, los cuales poseen características nutritivas y medicinales realmente extraordinarias, otros creen que se refiere a dos montes, uno que está junto a Damasco y el otro junto a “Bait-ul Muqaddas” (Jerusalén, lit. “la Casa Santa”). Esto se debería a la trascendencia de ambos sitios, puesto que fueron escenario del levantamiento de la mayoría de los profetas (P).
Esta interpretación va acorde con el tercer y cuarto juramentos, que hablan precisamente de tierras santas.
Algunos otros, han afirmado que en el Generoso Corán, los dos montes fueron denominados Tîn y Zaitûn debido a que en uno crece la higuera y en el otro el olivo. Otra versión, sostiene que la higuera, indica lo sucedido con Adán (P), puesto que tanto él como su esposa se cubrieron en el Paraíso con las hojas de este árbol y que el olivo señala la época de Noé (P), ya que éste, envió en las últimas etapas del diluvio una paloma a fin de averiguar si estaban próximos a tierra. El ave, regresó con una rama de olivo. De este modo Noé (P) entendió que el diluvio había llegado a su fin, (es por ello que se tomó a la rama del olivo como símbolo de paz y seguridad).
Algunos otros, afirman que la higuera es la Mezquita de Noé (P) en el monte Yudi y el olivo Bait-ul Muqaddas.
Pese al aparente significado del versículo y considerando los juramentos que les suceden, resulta más acertado que se indiquen los dos montes o los dos centros santos.
Dijo el Profeta (BP): “De entre todas las ciudades Dios eligió cuatro, y dijo: ‘Por la higuera y el olivo, y el Monte Sinaí y esta metrópoli segura’ y Dios dijo en cuanto a ellos: El “Tîn” es Medina, el “Zaitûn” es Bait-ul Muqaddas, el Monte Sinaí es la ciudad de Kufa y la Metrópoli segura es la ciudad de La Meca.”[2]
Posiblemente “Tûr Sinîn”, sea el monte Sinaí que está situado en el desierto que lleva el mismo nombre y donde existen fructíferos olivos. El vocablo “Sinâ”, significa monte bendito o bello, monte fructífero, y es aquel al cual se dirigió Moisés para hablar con Dios.
Algunos sabios dicen, en cambio, que es una montaña situada cerca de Kufa y el territorio de Nayaf. Otros sostienen que Sinîn y Sinâ, son sinónimos y significan bendito.
Respecto a “Hadhal baladil amîn”, es decir, la metrópoli segura, indudablemente es la ciudad de La Meca, tierra sagrada que hasta en la era de la gentilidad, era considerada un lugar seguro y allí, nadie tenía derecho a cometer violaciones. Muchos de los delincuentes y los asesinos quedaban a salvo cuando pisaban esa tierra.
En cuanto al Islam, el territorio nombrado es de suma trascendencia; sus animales, sus plantas, sus aves y en particular sus seres humanos, deben gozar allí de una gran seguridad.[3]
Cabe destacar que el Generoso Corán, sólo citó el vocablo “Tîn” una vez, mientras se ha referido al vocablo “Zaitûn” en seis oportunidades explícitamente, y una sola vez ha hecho referencia a él implícitamente, donde dice: “Y os creamos el árbol que brota en el monte Sinaí, que produce el aceite, que también es condimento para las comidas”. (Corán 23:20)
Si afirmáramos que ambos juramentos aluden a los frutos, no dejaría de ser significativo. Respecto al higo, podemos afirmar que posee un gran valor nutritivo, que es un alimento poderoso para todas las edades y absolutamente provechoso.
Dicen los dietistas: El higo, puede utilizarse como azúcar natural para los niños y es un buen nutriente para los deportistas, para los ancianos y los anémicos. Se relata que a Platón le gustaba tanto, que algunos se atrevieron a llamar a este fruto “amigo de los filósofos”. Sócrates, consideró que absorbía lo beneficioso y eliminaba las materias perjudiciales para el organismo. Galeno, había elaborado un régimen especial a base de higos para los deportistas. Los antiguos campeones de Roma y Grecia se alimentaban de higos. Los dietistas, afirman que posee diversas vitaminas y azúcares y que puede utilizarse como la medicina para la mayoría de las enfermedades, especialmente si se lo mezcla con idéntica proporción de miel, ya que es muy beneficioso para curar la úlcera estomacal.
El consumo de higo seco fortalece la memoria; en fin, al poseer sustancias minerales, el higo regula la fuerza corporal y sanguínea, se lo ha presentado como alimento propicio para todas las edades y circunstancias.
Dijo el Imam Ar-Rida (P): “El higo elimina el mal aliento, fortalece las encías y los huesos, hace crecer el cabello y sirve de analgésico. Su existencia descarta los medicamentos. Además es uno de los frutos que más se asemeja a los del Paraíso.”[4] y [5]
Con referencia al olivo, los grandes dietistas que pasaron largos años de su vida analizando las diversas características de los alimentos, otorgan una extraordinaria importancia al olivo y al aceite que de él se extrae, y creen que para estar siempre sano debe aprovecharse este elixir de la vida. El aceite de oliva es amigo íntimo del hígado y elimina enfermedades renales, cálculos y cólicos renales así como también cólicos hepáticos, además, es muy efectivo en casos de constipación. Por algo el Generoso Corán lo denomina “árbol bendito”.
Es muy rico en vitaminas, posee fósforo, azufre, calcio, hierro, potasio y manganeso. El dolor reumático disminuye con la colocación de pomadas que se preparan con aceite de oliva y ajo.[6] Las piedras en la bolsa biliar desaparecen por medio de tomar aceite de oliva. Dijo el Príncipe de los Creyentes (P): “Jamás se empobrecerá la casa en la que haya vinagre y aceite de oliva, ¡y ese fue el alimento de los profetas (P)!”.[7]
Dijo el Imam Ar-Ridâ (P): “¡Qué buen alimento es el aceite de oliva!, brinda buen aliento, elimina la flema y da frescura y tersura al cutis. Fortalece el sistema nervioso, calma el dolor, cura la anemia y sofoca el fuego de la ira.”[8]
Y culminamos esta temática con el siguiente dicho del Profeta (PB): “Consuman aceite de oliva y úsenlo como unción para el cuerpo puesto que proviene de un árbol bendito”.[9]
4. Laqad jalaqnal insâna fi ahsani taquîm
4. Que creamos al hombre en la más perfecta proporción.
La palabra “Taquîm”, significa realizar algo adecuada, moderada y correctamente. Su amplio significado, señala que Dios ha creado al ser humano, en todos los aspectos, en la más perfecta proporción -ya sea desde el punto de vista físico como intelectual y espiritual-. Ha puesto en su ser todas las capacidades y lo ha preparado para alcanzar una gran exaltación. Ha hecho caber en él, pese a su pequeño cuerpo, al gran universo y le ha concedido tantas cualidades que dice la siguiente aleya: “Ua laqad karramna banî âdam” - “Hemos honrado a los hijos de Adán.” (Corán 17:70)
Y dijo el Altísimo luego de terminar Su creación:
“Fatabârakal·lâhu ahsanul jâliqîn”- “Bendito sea Dios, Creador por excelencia.” (Corán 23:14)
Pero pese a ello, si el mismo ser humano se desvía del sendero de la verdad, llega a precipitarse de tal manera hasta convertirse en “Asfalus-sâfilîn” (el más abyecto, el más bajo de los bajos). Pero dice la aleya siguiente:
5. Zumma radadnâhu asfala sâfilîn
5. Luego, hemos hecho de él el más abyecto,
Se dice que siempre junto a las enormes montañas, existen profundos precipicios, también en este caso, junto al arco elevatorio de la perfección del hombre, existe un arco que lo desciende horrorosamente. ¿Y por qué no habría de ser así, siendo que es un ser lleno de capacidades?
Si las utiliza en el camino recto y para mejorar, lo elevan a la mayor cima de honor y si las utiliza en el camino de la corrupción, provoca el mayor extravío, y es natural que alcance la abyección.
6. Il-lal ladhîna amanû ua ‘amilus sâlihâti falahum aÿrun gairu mamnûn
6. Excepto a los creyentes que practiquen el bien, que tendrán una recompensa inagotable!
La palabra “Mamnûn”, que proviene de la raíz “Mann”, en este caso significa corte o algo incompleto. Entonces “Gair-u mamnûn” (negación del mamnûn), señala una recompensa infinita carente de interrupción, defecto o imperfección. Algunos han interpretado la frase “Luego, hemos hecho de él el más abyecto” como debilidad, incapacidad y falta de fuerza intelectual durante la vejez. No obstante, esta versión no concuerda con lo que expresa la aleya que le sigue y que hemos expuesto recientemente. Por ello y considerando las aleyas en su conjunto, nuestra versión sería la más acertada.
La aleya siguiente habla al hombre ingrato y desatento de los signos de la resurrección:
7. Famâ iukadh dhibuka ba‘du bid-dîn
7. ¿qué es, pues, lo que a pesar de esto te hará desmentir el día del juicio final?
La construcción de tu ser y la creación del inmenso universo, demuestran que la vida transitoria de este mundo no puede ser el objetivo final de su creación y la del gran orbe. Todo esto, es la introducción de un mundo más amplio y más perfecto y según la expresión del Corán “Nash’at-ul ulâ”, que significa primera creación, y que sería la vida previa a la muerte, da noticias de “Nash’atul ujrâ” -que significa última creación y sería la vida después de la muerte-. ¿Por qué el hombre no medita?
Como dice en la aleya 62 de la Sura 56: Ua laqad ‘alimtumun-nash’atal ûla falaulâ tadhakkarûn - “Y desde que conocéis la primera creación, ¿por qué, pues, no reflexionáis?”.[10]
Como podemos observar, constantemente cada año en primavera, el mundo vegetal corporiza ante los ojos de los hombres la escena de la muerte y la resurrección. Además, las continuas etapas de la vida embrionaria son en sí una resurrección. ¿Cómo entonces el ser humano se atreve a desmentir el Juicio Final?
Está claro que la aleya se refiere a la especie humana. Existe una versión que dice, que probablemente el interlocutor, sea la persona del Profeta Muhammad (PB) y el significado sea: ¿Quién podría desmentirte, existiendo tantas pruebas de la resurrección? Pero esta es una idea remota.
Del desarrollo de las aleyas, descubrimos que aquí Dîn no se define como credo o religión, sino como día del Juicio y la aleya siguiente es fiel testigo de este sentido.
8. Alaisal-lâhu bi ahkamil hâkimîn
8. ¿acaso no es dios el más prudente de los jueces?
Si afirmáramos que aquí “Dîn”, significa religión y no Juicio Final no concordaría y el significado sería: ¿Acaso no son los mandatos divinos los más sabios y firmes? o, ¿acaso no está la creación del hombre entremezclada con sabiduría, ciencia y dirección?
Pero no cabe duda que es la primera interpretación, la más adecuada. Según un hadîz, cuando el noble Profeta (PB) recitaba la Sura at-Tîn, decía al mencionar la última aleya: “Balâ ua anâ ‘alâ dhâlika minash-shâhidîn”. “Sí, (Dios es el más Prudente de los jueces) y yo soy testigo de ello.”[11]
¡Oh Dios nuestro! nosotros también damos testimonio que Tu eres el más prudente de los jueces.
¡Oh nuestro creador! nos has creado en la más perfecta proporción, ¡haznos exitosos para que nuestras acciones y nuestra moral también sean en la más perfecta proporción!
¡Oh Señor nuestro! transitar el camino de la fe y hacer actos benevolentes no sería posible sin Tu favor. ¡No nos excluyas pues de Tus favores en este sendero!
¡Así sea, oh Señor de los universos!
Fin de la Sura at-Tîn
Fuente: La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán- tomo 27; Editorial Elhame Shargh
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[1] Maÿma‘ ul-Baiân, t. 10, p. 510.
[2] Tafsír Nûr az-Zaqalain, t. 5, p. 606, hadîz 4.
[3] El vocablo “Amîn” aquí es posible que tenga significado de sujeto (fa’el) y signifique: “poseedor de seguridad”, o que tenga el significado de objeto directo (maf’ul) y signifique: “la tierra en la que la gente está segura”.
[4] Al-Kâfî, t. 6, p. 358. El sabio Maÿlesî, en Bihâr al-Anwâr, t. 66, p.184 ha transmitido numerosos hadices en cuanto a las características del higo.
[5] La primera universidad y el último profeta, t. 9, p. 90 y siguientes.
[6] La primera universidad y el último profeta, t. 9, p. 130 y siguientes.
[7] Bihâr al-Anwâr, t. 66, p. 180, hadîz 6.
[8] Bihâr al-Anwâr, t. 66, p. 182, hadîz 22.
[9] Ibíd., p. 182.
[10] En el tomo 23 de este tafsir, p. 239 de la versión en persa, se han desarrollado siete argumentos en cuanto a resurrección basándose en la sura 56.
[11] Maÿma‘ ul-Baiân, t. 10, p. 512. Ver también: Tafsîr Rûh al-Baiân; Qurtubî; y Fî Dzilâl al-Qur’ân, bajo la interpretación de esta aleya.