La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán

Sura al-Lail (La Noche) - Nº 92

La sura fue revelada en La Meca; consta de veintiún aleyas.

Contenido y mérito de su lectura

Esta Sura mequinense, posee características similares a otras suras reveladas en La Meca. En general, las aleyas son breves, pero su contenido es categórico y en su mayoría se refiere al Día del Juicio Final, a la recompensa y el castigo divinos y a sus respectivos factores. En su inicio y luego de hacer tres juramentos, divide a los hombres en dos grupos: los caritativos timoratos y los avaros negadores del Día del Juicio, definiendo el fin del primer grupo como feliz, pacífico y dichoso, y el del segundo estrecho, desgraciado y desafortunado. En otra aleya de esta, una vez anunciado que Dios, asume la orientación de sus siervos, se advierte sobre el crepitante fuego infernal y por último presenta las características de quienes se queman en él y de quienes estarán a salvo. Dijo el Profeta (PB) respecto al mérito de su recitación: “A quien la recite, Dios lo agraciará hasta que se satisfaga, lo salvará de las dificultades y le facilitará el camino.”[1]

Sura al-Lail (La Noche) - Nº 92

Bismil lâhi ar-rahmâni ar-rahîm

1. Ual laili idhâ iagshâ

2. Uan nahâri idhâ taÿal·lâ

3. Ua mâ jalaqadh dhakara ual unzâ

4. Inna sa'iukum lashat tâ

5. Fa amma man a'tâ uat taqâ

6. Ua saddaqa bil husnâ

7. Fasanuias-siruhu lil iusrâ

8. Ua amma man bajila uastagnâ

9. Ua kadhdhaba bil husnâ

10. Fasanuias-siruhu lil ‘usrâ

11. Ua ma iugni ‘anhu mâluhu idhâ tarad-dâ

12. Inna ‘alainâ lal hudâ

13. Ua innâ lana lal ajirata ual ulâ

14. Fa andhartukum nâran taladz-dzâ

15. Lâ iaslâhâ il-lal ashqâ

16. Al ladhi kadhdhaba ua taual-lâ

17. Ua saiuÿan-nabuhal atqâ

18. Al ladhî iu'tî mâlahu iatazakkâ

19. Ua mâ li ahadin ‘indahu min ni'matin tuÿzâ

20. Il-lab tigâ’a uaÿhi rabbihil a'lâ

21. Ua lasaufa iardâ

En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo

1. ¡por la noche cuando cubre la luz!

2. Por el día cuando resplandece

3. Por quien creó al macho y a la hembra

4. Que vuestros esfuerzos son diferentes

5. Pero a quien hace caridad y es timorato,

6. Y corrobora la bienaventuranza (la buena recompensa divina),

7. Le facilitaremos (el camino del) empíreo fácil.

8. En cambio, a quien mezquine y se crea suficiente

9. Y niegue la bienaventuranza (la buena recompensa divina),

10. Le facilitaremos (el acceso) a la adversidad (el camino del infierno).

11. Y de nada le valdrá su hacienda, cuando caiga en la tumba o fuego infernal.

12. Por cierto que a nosotros nos incumbe el encaminar

13. Así como también es nuestra la vida última y la primera (la del más allá y la de este mundo),

14. Os amonesto pues, con un fuego voraz

15. En el que no entrará sino el más perverso

16. Que desmiente (las aleyas divinas) y desdeña.

17. En cambio, se librara de él, el más timorato

18. Que da su hacienda (en el camino de dios) con el fin de purificarse

19. Y a ninguno hace un favor con el ánimo de ser retribuido

20. Sino con el anhelo de contemplar la faz de su señor, el altisimo;

21. Y pronto será complacido.

Ocasión en la que tuvo lugar la revelación

Los historiadores, han resaltado lo siguiente basado en Ibn ‘Abbâs:

Había un hombre musulmán, que era dueño de unos palmerales. La rama de una sola de sus palmeras, había traspasado una medianera y justamente daba a la casa de un hombre pobre que tenía muchos hijos. Cuando su dueño se trepaba a fin de recoger los dátiles, solían caer unos cuantos en la casa de aquel indigente y los niños que estaban hambrientos los tomaban. De inmediato el hombre bajaba de la palmera y se los arrebataba, y era tal su avaricia y su crueldad, que hasta era capaz de quitárselos de sus bocas.

Cierto día, el padre indigente se quejó de ello ante el Profeta (PB) y éste le dijo: “Vete tranquilo que yo solucionaré tu problema”, entonces, el Profeta se dirigió a lo del dueño de las palmeras y le preguntó: “¿Me darías este árbol cuyas ramas traspasan la medianera de la casa del indigente para que a cambio te sea otorgada una palmera en el Paraíso?”. Le respondió: “Soy propietario de numerosas palmeras pero sus frutos no se igualan a los de ésta, es decir, (no estoy dispuesto a efectuar semejante trueque).”

Más tarde, uno de los fieles del Enviado de Dios (PB), que había oído la conversación, preguntó: “¿Me darías lo mismo que ofreciste a aquel hombre si yo comprara la palmera y la regalara al necesitado?”. “Sí”, fue la respuesta del Profeta.

Entonces el fiel se presentó ante el avaro. Este último le dijo: “¿acaso sabías que Muhammad (PB) estaba dispuesto a darme una palmera en el Paraíso y no acepté?”, en realidad le dije que me agradaba mucho comer de esta datilera y que a pesar de poseer muchas, ninguna da tan buen fruto como ésta.” El interesado preguntó: “¿estás decidido a venderla o no?”. “No, no la venderé, a menos que me den lo que no creo nadie pueda ofrecerme.” “¿Qué pides a cambio?”. “Cuarenta palmeras”, dijo. Muy asombrado el fiel exclamó: “¡Qué precio tan elevado por una palmera inclinada! ¡Cuarenta palmeras!”.

Y luego de un instante de silencio, resolvió: “Bien, te daré las cuarenta palmeras.” Dijo el avaro vendedor: “Si es que dices la verdad preséntame algunos testigos.”

Casualmente, pasaban por allí algunos hombres a los cuales llamó y puso como testigos. Más tarde visitó al Profeta y aseguró: “¡Oh Enviado de Dios!, la datilera ya es mía y te la obsequio.” El Enviado de Dios (PB) visitó a aquella familia indigente y les comunicó que la palmera les pertenecía.”

     Éste, fue el motivo por el cual la Sura Al-Lail fue revelada.

Algunos hadices afirman que aquel comprador generoso se llamaba Abû Ad-Dahdâh.[2]

Interpretación

La devoción y su relación con los auxilios divinos

Nuevamente en la sura, nos encontramos con tres juramentos que incluyen a la creación y Su creador y que nos llevan a la meditación. Dice la aleya:

1. Ual laili idhâ iagshâ

1. ¡por la noche cuando cubre la luz!

La palabra “Iagshâ”, significa cubrir o extender un velo; probablemente, se deba a que la oscuridad de la noche, es como una cortina que cae sobre la mitad del planeta Tierra y lo cubre, u otra posibilidad sería, que cubre la faz del sol cuando llega la noche. De cualquier modo, la aleya indica la importancia de la noche y su efectivo rol en la vida de los seres humanos, ya sea porque regula la temperatura, porque brinda paz y sosiego a todos los seres vivientes o simplemente, porque encierra en sí misma la adoración de los devotos.

2. Uan nahâri idhâ taÿal·lâ[3]

2. Por el día cuando resplandece

Esto, sucede en el momento en el cual el alba, descorre la cortina de la noche despidiendo a la oscuridad y efectuando su dominio sobre la bóveda celeste y dominando todas las cosas con su luz; luz que es secreto de la marcha de la vida y que es factor del desarrollo de los seres vivientes.

El Generoso Corán, ha dado énfasis a la cuestión de la luz y las tinieblas, puesto que son dos grandes y persistentes gracias y signos Suyos.

Y el último juramento dice:

3. Ua mâ jalaqadh dhakara ual unzâ

3. Por quien creó al macho y a la hembra

La existencia de ambos géneros, los cambios sucedidos desde la fecundación hasta el nacimiento, cada uno de sus caracteres y los innumerables secretos existentes en el tema de la sexualidad, son signos y maravillas de este gran orbe y mediante ellos, podemos cerciorarnos de la grandeza de su Creador.

Por último se cita el objetivo de los juramentos:

4. Inna sa'iukum lashat tâ

4. Que vuestros esfuerzos son diferentes

El rumbo de los esfuerzos y los resultados, también son diferentes. Ellos, nos indican que nadie permanecerá inmóvil, que naturalmente cada uno se esforzará y la capacidad otorgada por Dios, considerada un capital del ser, se consumirá en algún camino.

¡Observen en qué rumbo y hacia qué objetivo, se encaminarán vuestros esfuerzos y cuáles serán por ende sus resultados!. ¡Estén atentos y no vendan todos los capitales y capacidades a un precio insignificante, no los malogren en vano!

El vocablo “Shattâ, plural de “Shatî”, viene de la raíz “Shatt” y significa multitud que se dispersa. Aquí, señalaría la diferencia entre los esfuerzos de los hombres en tres aspectos: el cualitativo, el de su objetivo y el de su resultado y consecuencia.

A continuación, el Corán divide a los hombres en dos grupos y enumera sus cualidades:

5. Fa amma man a'tâ uat taqâ

5. Pero a quien hace caridad y es timorato,

6. Ua saddaqa bil husnâ

6. Y corrobora la bienaventuranza (la buena recompensa divina),

7. Fasanuias-siruhu lil iusrâ

7. Le facilitaremos (el camino del) empíreo fácil.

La palabra “A'tâ, significa caridad hecha por la causa de Dios y ayuda a los necesitados. El énfasis sobre la Taquâ (ser timorato, devoto), hecho luego de la caridad, supuestamente indique la necesidad de una sincera y pura intención en el momento de realizar la caridad, la obtención de bienes en caminos lícitos, su utilización para obras lícitas y el abstenerse de echar en cara el favor que se hace, recordarlo y perturbar de este modo al favorecido.

La virtud del Taquâ, encierra todas estas condiciones. Algunos otros intérpretes, han dicho que “A'tâ” indica las obediencias referentes a la disposición de los bienes, e it-taqâ, al resto de las adoraciones (como el ayuno, la oración, etc.), la concreción de las obligaciones y el abandono de lo ílicito. No obstante la primera interpretación, concuerda más con el sentido de la aleya y con la ocasión de su revelación.

Creer en el Husnâ” -femenino de “Ahsan” que significa lo más bello-, indica tener fe en las bellas recompensas divinas. Es un ejemplo a lo referido al comienzo de esta sura, cuando Abû Ad-Dahh donó sus bienes esperanzado en la recompensa divina.

Dice la aleya 95 de la Sura An-Nisâ': Ua kul·lan ua adal·lahul husnâ - “Aun cuando prometió a ambos la bienaventuranza (buena recompensa)”. Aquí también el vocablo “husnâ”, significa “buena recompensa”.

Otros han dicho que el vocablo se refiere a “Sharîat-ul husnâ”, es decir, la más bella religión, que es el credo islámico, y algunos la han interpretado con la frase “Lâ ilâha il·lah Al·lâh” o los dos testimonios de fe.

Considerando el contexto de las aleyas, la ocasión en que fueron reveladas y la mención de Husnâ” en varias partes del Corán significando bienaventuranza, la primera parece ser la más aceptada.

 La frase “Fasanuiassiruhu lil iusrâ”, probablemente indique el éxito, el auxilio divino y la facilidad de la obediencia a Él; tal vez, también signifique apertura del camino que conduce al Paraíso y recepción de los ángeles a través de salutaciones y bienvenidas, es posible que encierre todas estas interpretaciones.

Naturalmente a quienes transitan el camino de la caridad y la devoción y están esperanzados en las grandes recompensas divinas, les resultarán livianas las dificultades en esta vida y tanto en ella como en la otra gozarán de un gran sosiego.

Cambiando el curso del tema, es posible que en un primer momento, la caridad sea difícil de practicar, pero a medida que se repita, le resultará tan fácil al hombre que se convertirá para él en un placer.

¡Y cuán numerosos son los caritativos que se contentan al ver huéspedes alrededor de su mesa y se afligen cuando no tienen oportunidad de dar! Este, es un ejemplo de cómo se facilitan las dificultades.

Lógicamente tener fe en el Día del Juicio Final y las grandes recompensas divinas, también son factores que facilitan todo tipo de problemas. Estas personas no sólo otorgan sinceramente sus bienes, sino que dan sus vidas por la causa de Dios; anhelan el martirio, participan en el campo de batalla y les resulta placentero.

El vocablo “Iusrâ”, de la raíz “Iusr”, significa originalmente, preparar la montura y las riendas del caballo para partir, pero ha sido utilizada para señalar cualquier acto sencillo y fácil.[4]

8. Ua amma man bajila uastagnâ

8. En cambio, a quien mezquine y se crea suficiente

9. Ua kadhdhaba bil husnâ

9. Y niegue la bienaventuranza (la buena recompensa divina),

10. Fasanuias-siruhu lil ‘usrâ

10. Le facilitaremos (el acceso) a la adversidad (el camino del infierno).

“Bujl” (el infinitivo de “Bajila” es el antónimo de “I'tâ” que ha sido mencionado en el primer grupo (los felices y generosos bienaventurados).

El sentido de “Uastagna” (y busca ser autosuficiente, desea enriquecerse), puede ser un pretexto de su avaricia y un medio de su enriquecimiento, o puede señalar que el hombre considera que prescinde de las recompensas divinas, opuestamente al primer grupo, cuyos ojos aguardan el favor divino y pasan su vida en obediencia a Dios.

Una tercera interpretación, dice que el avaro considera innecesario obedecer a Dios, causa por la que se corrompe incesantemente. De las tres interpretaciones, la primera nos resulta más acertada, aunque no descartamos la posibilidad de que la aleya encierre a las tres.

Negar la bella recompensa, es rechazar las recompensas del Día del Juicio Final o desmentir el bello credo del Profeta (PB).

La frase “Fasanuiassiruhu lil ‘usrâ” - “le facilitaremos (el acceso) a la adversidad”, es lo opuesto a “Fasanuiassiruhu lil iusrâ”, así, Dios brinda su auxilio al primer grupo, facilitándole el camino de la obediencia y la caridad, no obstante el segundo grupo no obtendrá éxito, el tránsito del camino recto les resultará dificultoso en este mundo y en el otro; también se verán enfrentados a la dificultad. Básicamente, la realización de acciones benevolentes y en particular la caridad hecha por la causa de Dios, es para los incrédulos avaros una ardua y compleja tarea, mientras que para el primer grupo, resulta agradable y exaltador del espíritu.[5]

He aquí una advertencia para los insensibles mezquinos:

11. Ua ma iugni ‘anhu mâluhu idhâ tarad-dâ

11. Y de nada le valdrá su hacienda, cuando caiga en la tumba o fuego infernal.

Es decir que no puede llevarse de este mundo los bienes que obtenga y aunque se los llevara, no lo salvarían del fuego infernal.

La palabra “Mâ”, posiblemente tenga dos finalidades: negar o interrogar; si significa “no”, quiere decir que el avaro no llevará consigo sus bienes, y si significa “¿de qué?” quiere decir: ¿de qué les servirá llevar sus bienes?

El vocablo “Taraddâ”, de las raíces “Ridâ’at” y “Radâ” significa perecer, también ha sido utilizado como precipitarse y luego morir. Algunos consideran que su verdadero significado, es caer desde un lugar elevado y como caer de un lugar así acarrea la muerte, luego apareció el significado de perecer.

La aleya en cuestión, significaría caer en la tumba o el infierno o ser severamente castigado. En conclusión estas aleyas coránicas se ocupan de dos grupos; el grupo creyente timorato y caritativo y el grupo incrédulo, desobediente y mezquino.

De ambos, tenemos ejemplos en el punto anterior, (sobre Abû Ad-Dahh e Ibn Sâlef). Aprovechando la ayuda divina, el primer grupo se encamina hacia el empíreo y sus mercedes, mientras el segundo, se enfrenta durante su vida a diversas problemáticas, colecta grandes riquezas y se va sin llevar consigo, nada más que penas, tristezas y el castigo de Dios.

12. Inna ‘alainâ lal hudâ

12. Por cierto que a nosotros nos incumbe el encaminar

La caridad y el alejamiento del fuego infernal

Luego de dividir a los hombres en dos grupos, Dios se ocupa de comunicarnos que su intención es orientar y no forzar y/o obligar, que la decisión incumbe a cada una de sus criaturas, que transitar por el buen camino, beneficia al hombre mismo y que Dios no tiene ninguna necesidad de ello. Dice: “Por cierto que a Nosotros nos incumbe el encaminar.”, ya sea el encaminamiento, o la orientación a través del “Takwîn” (o de la naturaleza innata y la razón), o a través de “Tashrî‘” (orientación a través del Corán y el Hadîz).

13. Ua innâ lana lal ajirata ual ulâ[6]

13. Así como también es nuestra la vida última y la primera (la del más allá y la de este mundo),

Esto nos indica que a Dios, no lo beneficia nuestra obediencia, ni le perjudica nuestro desacato; según esta interpretación, el término de “Hidâiah” (orientación), aquí significa “Irâ’at-ut tarîq”: indicar el camino.

Además, existe la posibilidad de que ambas aleyas, constituyan un estímulo para los creyentes generosos y les comuniquen que Dios, los orientará y les facilitará el camino y que es poderoso para hacerlo, puesto que son Suyas la otra vida y la presente.

Es obvio que la vida de este mundo es previa a la otra, pero dado a la importancia de la segunda y puesto que es el objetivo de esta vida, la última ha sido antepuesta.

14. Fa andhartukum nâran taladz-dzâ

14. Os amonesto pues, con un fuego voraz

Y la palabra “Taladzdzâ”, de la raíz “Ladzâ” significa; llamarada, y a veces se la ha usado para referirse al mismo Infierno.[7]

Luego de esto, el Corán señala a las personas que entrarán en él, cuando dice:

15. Lâ iaslâhâ il-lal ashqâ

15. En el que no entrará sino el más perverso

Y la siguiente aleya dice quién es el más perverso.

16. Al ladhî kadhdhaba ua taual-lâ

16. Que desmiente (las aleyas divinas) y desdeña.

Entonces, los criterios de la felicidad y el infortunio son la fe y la incredulidad, con las consecuencias prácticas que cada uno posee.

Realmente quien se enceguece frente a los numerosos signos de orientación y a las posibilidades para tener fe y ser devoto es claro ejemplo del más perverso de los hombres.

En la expresión “Al ladhî kadhdhaba ua taual-lâ” probablemente desmentir, indique incredulidad, y desdeñar se refiera al abandono de las acciones benevolentes, así como también es probable, que ambos se refieran a la incredulidad; de ese modo, en primer lugar, desmentiría al Profeta de Dios (PB) y en segundo lo despreciaría y alejaría de él para siempre. Muchos intérpretes del Corán se han hecho un interrogante y se han ocupado de hallar su respuesta. El interrogante es el siguiente: ¿las mencionadas aleyas indican realmente, que el fuego infernal está destinado sólo a los incrédulos y esto, por ende, contradice al resto de las aleyas coránicas y al conjunto de hadices y transmisiones que afirman que los creyentes, pecadores también, entrarán en el infierno?

Un sector desviado, cree que teniendo fe, ningún pecado perjudica al hombre y ellos arguyen fundamentándose en las aleyas mencionadas (este grupo es denominado Murÿi‘ah).

En respuesta a esta creencia debemos considerar dos puntos: Primeramente en esta aleya, entrar en el fuego, significa hacerlo eternamente y sabemos que esto es específico para los incrédulos; asimismo, podemos dilucidarlo con la existencia de algunas aleyas que afirman que los que creen también entrarán en él.

El otro punto, es que las aleyas que les siguen, aseguran que sólo se alejará del fuego infernal quien sea timorato. El conjunto de las aleyas, sólo indica el estado en que entrarán el incrédulo avaro y el creyente caritativo; el primero irá al Infierno y el segundo al Jardín.

Podemos notar claramente que no se menciona aquí un tercer grupo, es decir, el de los creyentes pecadores.

17. Ua saiuÿan-nabuhal atqâ

17. En cambio, se librara de él, el más timorato

18. Al ladhî iu'tî mâlahu iatazakkâ

18. Que da su hacienda (en el camino de dios) con el fin de purificarse

La expresión “Iatazakkâ” – “Hacer crecer, purificar”, indica en realidad una intención pura, sincera y la aproximación a Dios, ya sea para indicar crecimiento espiritual o purificación de los bienes, dado que la raíz “Tazkiah” encierra ambos significados. Dice la aleya 103 de la Sura at-Taubah: “Recibe (¡oh Mensajero!) una caridad que les purifique y los santifique, y ruega por ellos, porque tu plegaria será su consuelo”.

Y aquí se enfatiza sobre la sinceridad de la intención de quienes hacen caridad:

19. Ua mâ li ahadin ‘indahu min ni'matin tuÿzâ

19. Y a ninguno hace un favor con el ánimo de ser retribuido

20. Il-lab tigâ’a uaÿhi rabbihil a'lâ

20. Sino con el anhelo de contemplar la faz de su señor, el altisimo;

La mayoría de las caridades, son a veces la respuesta a un favor hecho por el receptor anteriormente. Naturalmente ser agradecido y responder a los favores, es una buena obra, pero no se equipara a las sinceras caridades de los timoratos. Las mencionadas aleyas, esclarecen que la caridad de los devotos no se debe a la ostentación, ni en respuesta a un favor, sino que su único estímulo, es la obtención de la satisfacción divina, la cual brinda a sus caridades un extraordinario valor. La expresión “Uaÿh” aquí significa “Esencia”, satisfacción de su Pura Esencia.

“Rabbihil a'lâ”, indica que este tipo de caridad se efectúa con un completo conocimiento, y quien lo hace reconoce el señorío de Dios y es consciente de Su grado y superioridad. También esta excepción, rechaza todas las intenciones desviadas, como por ejemplo, hacer caridad para obtener prestigio en la sociedad y llamar la atención de la gente; puesto que el contenido de la aleya, sólo abarca aquellas caridades efectuadas para obtener la complacencia divina.[8]

21. Ua lasaufa iardâ

21. Y pronto será complacido.

Sí, en la misma medida en que el hombre procura obtener la complacencia divina, Dios lo satisfará. Le dará una absoluta e incondicional satisfacción, amplia e ilimitada, una complacencia, que abarca a todas las mercedes, algo imposible de imaginar: ¿y qué merced puede ser más elevada y mejor que ésta?

Sí, Dios es Supremo y su recompensa también lo es.

Algunos intérpretes, han dado la probabilidad de que el sujeto tácito en el verbo “Iardâ” (o sea, el pronombre “él”), se refiere a Dios Mismo, es decir, que la aleya diría: “Pronto Dios se complacerá de ellos.” Es una grandiosa e inigualable merced que el Dios Altísimo  se satisfaga de sus siervos, es una complacencia absoluta e incondicional. Naturalmente con la satisfacción de Dios, está la satisfacción del creyente timorato; ambas van de la mano, así como vemos en la aleya 8 de la Sura al-Baîinah (La Evidencia): “Cuya recompensa está en su Señor: Jardines del Edén bajos los cuales corren los ríos, donde morarán eternamente. Dios se complacerá en ellos y ellos se complacerán en Él. Esto será para quien tema a su Señor”.

Y dice la aleya 28 de la Sura al-Faÿr (La Aurora): “Retorna a tu Señor satisfecho y complacido”.

     No obstante, la primera interpretación es más adecuada.

El mérito de la caridad en el sendero de Dios

La caridad hecha por la causa de Dios y la ayuda material a quienes necesitan, particularmente a quienes callan su indigencia, es uno de los asuntos sobre los que enfatiza el Corán y que considera una de las señales de la fe, por supuesto, cuando esa caridad va acompañada de una intención sincera. Los dichos islámicos recomiendan reiteradamente la caridad, hasta el punto de considerarla la mejor de las obras cuando solo se trate de complacer a Dios.

Seguidamente completamos el tema con bellos dichos:

1- Dijo el Imam Al-Bâqer (P): “La más amada de las acciones por Dios es alegrar y hacer feliz a un creyente; saciarlo si está hambriento o saldar las deudas que tuviera.”[9]

2- Dijo el Profeta Muhammad (PB): “De entre los indicios de la fe, tres son los que los distinguen: Ser de noble carácter, alimentar al necesitado y sacrificar un animal por la causa de Dios (y darlo en caridad).”[10]

3- Del Imam As-Sâdeq (P): “No veo nada comparable al valor de la visita a un creyente a excepción de alimentarlo, y ciertamente quien alimenta a un creyente recibirá, de parte de Dios, alimentos del Paraíso.”[11]

4- Del Enviado de Dios (PB): En cierta oportunidad un hombre tomó las riendas de la camella del Profeta y preguntó: “¡Oh Enviado de Dios! ¿Cuál es la obra más meritoria?”. Le respondió: “Alimentar al necesitado y embellecer la palabra.”[12]

Otro dicho del Profeta (PB): “A quien hospeda a una familia musulmana durante un día y una noche, Dios le perdona todos sus pecados”.[13]

¡Oh Dios nuestro! otórganos el éxito para que podamos encaminarnos hacia esta gran obra.

¡Oh nuestro Creador! aumenta la sinceridad de la intención en cada uno de nuestros actos.

¡Oh Señor nuestro! te rogamos que nos incluyas en Tu merced y Tu misericordia y que el resultado final sea Tu complacencia y la nuestra.

Fin de la Sura al-Lail

Fuente: La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán- tomo 27; Editorial Elhame Shargh

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

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[1] Maÿma‘ al-Biân, t. 10. p. 499.

[2] Maÿma‘ al-Biân, t. 10, p. 501.

[3] Cabe destacar que en esta sura el vocablo “iagshâ” es usado en su conjugación presente, pero “taÿal·lâ” es un verbo pasado. Algunos han justificado esto diciendo que ello se debe a que en aquella época, que era el comienzo de la convocatoria del Profeta (BP), las tinieblas de la ignorancia lo habían abarcado todo. No obstante en este caso, jurar por tal tiniebla no parece algo tan interesante. Sería mejor decir que: este verbo en pasado, debido a que está luego de idhâ(cuando) condicional, tiene el significado de verbo presente; o decir: originalmente este verbo fue tataÿal·lâ, y luego fue suprimida una ta’, pero en este caso el verbo sería femenino y nahar no puede ser su sujeto, por lo que deberíamos decir que el sujeto es shams (sol) que está tácito, o sea: Edha tatayallash-shamsu fiha.

[4] Tafsîr al-Kash·shâf, t. 4, p. 762.

[5] "iusra" y "'usra" ambos son adjetivos femeninos (su masculino es: "aisar" y "a'sar") y el uso de estos dos adjetivos femeninos porque su sustantivo es femenino "a'mal". En realidad sería, "sanuiassiruhul a'amala iusra" o "li a'male 'usra". O se debe al conjunto de todos los sucesos cotidianos. Y si su sustantivo fuese singular irían los vocablos"tariqah" o "jullah".

[6] “Lâm” (ل), en “Lal ajirah”, y asimismo en “Lal hudâ”, aparentemente es un “lâm” de énfasis que viene antes del sujeto de “inna” (انّ), aún cuando generalmente viene antes del predicado. Según algunos libros de gramática esto se debe a que, cuando el predicado de Inna se adelanta al sujeto, el “lam” acompaña al sujeto.

[7] “Taladzdzâ”, originalmente era “Tataladzdzâ”, y una de las dos “ta” se suprimió para facilitar la pronunciación.

[8] La excepción en la frase: “Il-labtigâ’a uaÿhi rabbihil a'lâ”, es una excepción munqati‘(cortada), pero la aleya anterior encierra tácitamente que es de la siguiente manera: "Ua malen ahaden 'indahu min ni'mati tuyza fa la iunfiqun malahu li ni'matin il.la btiga-a uayhi rabbihil a'la". "Y a ninguno hace un favor con el ánimo de ser retribuido, (entonces no hace caridad con sus bienes por recibir una gracia) sino con el anhelo de contemplar la faz de su Señor, el Altísimo."

 Existe también la posibilidad de que sea una excepción mutassil (unida), considerando una oración tácita: "la iunfiqu li ni'mati 'indahu ua la ligairi dhalik illa btiga-a uayhi rabbihil a'ala". Esto es: "No hace caridad con sus bienes por recibir una gracia por parte de Dios ni por otra cosa". Presten atención.

[9] Bihâr al-Anwâr, t. 74, hadîz 35, p. 365.

[10] Ibíd., hadîz 39.

[11] Ídem, p. 378, hadiz 9. Usûl al-Kâfî, t. 2, capítulo: “Alimentar al Creyente”, p. 203.

[12] Bihâr al-Anwâr, t. 74, p. 388, hadîz 113.

[13] Bihâr al-Anwâr, t. 74, p. 389, hadîz 2.

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