La cultura abigarrada y la comunicación intercultural desde la concepción islámica
Sdenka Saavedra Alfaro*
No podemos hablar de una imposición cultural al momento de tratar el tema de la difusión del islam en Latinoamérica y en cualquier otra parte del mundo, porque hay que señalar que una cosa es transmitir el verdadero islam, esta forma de vida, que contempla toda una cosmovisión multidisciplinaria, que incluye a la política, la economía, la ciencia como tal entre otras muchas más disciplinas; y otra cosa es la cultura propiamente dicha.
Y lo que el presente ensayo plantea, es la interacción cultural propiamente dicha; es decir la comunicación intercultural que tiene entre sus objetivos el respeto de las costumbres y tradiciones culturales propias de una país; en este caso la cultura originaria y milenaria de América Latina, específicamente Bolivia.
Alsina [1] habla de la cultura, como una construcción del ser humano, que pertenece a una determinada sociedad que la internaliza para sentirse parte de ella. Pero el desarrollo de esta cultura está ligada a la comunicación que le da existencia y permanencia; es decir que la cultura se edifica en la interacción de los individuos; pero nunca en un sentido a cavado.
Al mismo tiempo plantea que dentro de una misma sociedad pueden existir distintas culturas, que responden a sus características específicas (pensar, sentir, actuar), diferencias que en ocasiones pueden provocar la discriminación.
Sin embargo, deja de manifiesto que si aceptamos que no hay jerarquías, podemos comprender correctamente a las culturas interpretándolas de acuerdo a sus propios criterios. Y esto es vital para la convivencia entre sociedades donde no exista una ley islámica por ejemplo, estamos hablando de una interacción mutua, no de un imperialismo cultural con la idea de propagar una ideología en este caso la islámica e imponerla; más al contrario el objetivo es la inclusión del otro, como un elemento que no sólo construye la identidad, sino que la respeta.
Es en este sentido que definimos a la identidad cultural como un conjunto de valores, orgullos, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia que hacen parte a la diversidad al interior de las mismas en respuestas a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro la cultura dominante[2].
Por ende proponemos el término de Interculturalidad para establecer no una imposición al momento de transmitir y difundir el verdadero islam, que es la misión del buen musulmán.
“La Umma (comunidad de creyentes del islam que comprende a todos aquellos que profesan la religión islámica, independiente de su nacionalidad, origen, sexo o condición social), [3]en su totalidad debe poner su esfuerzo para la difusión de esta forma de vida, y para ser una comunidad que invite hacia el bien, que ordene lo bueno, prohíba lo malo y lleve el mensaje a toda la humanidad”. Corán: 3:104.
Y para esto entender la Interculturalidad como un proceso de comunicación e interacción entre personas y grupos, donde no se permite que un grupo cultural esté por encima del otro, favoreciendo en todo momento la integración y las convivencias entre culturas[4].
En las relaciones interculturales se establece una relación basada en el respeto a la diversidad, el respeto a la identidad propia, el respeto a la cultura y el enriquecimiento mutuo; además la generación de contextos de horizontalidad para la comunicación, el diálogo, la escucha mutua, el acceso equitativo y oportuno a la información pertinente, la búsqueda de la concertación y la sinergia, entendida como el trabajo en conjunto y no por separado.
Vale decir que esta interacción entre culturas es pluricultural; es decir se ha ido formando, y se sigue formando, a partir de los contactos entre distintas comunidades de vida que aportan sus modos de pensar, sentir y actuar; pero que no la imponen.
Para Austin Millán[5]la interculturalidad se refiere a la interacción comunicativa que se produce entre dos o grupos humanos de diferente cultura. Si a uno o varios grupos de interacción mutua se les va a llamar etnias, sociedades, culturas o comunidades, es más bien materia de preferencias de escuelas de ciencias sociales, y en ningún caso se trata de diferencias epistemológicas, porque como dijimos toda cultura es pluricultural.
Si entendemos a la interculturalidad como la relación entre culturas, es en este punto que juega un papel principal la comunicación y para el desarrollo real de la misma, también se propone una competencia lingüística en la que se comparte o no la misma lengua, también deben tenerse en cuenta todos aquellos elementos no verbales (espacio, contacto físico; etc…); lo que es de gran importancia para el interlocutor y requisito imprescindible para pensar la cultura del otro y la propia, en este sentido estamos hablando de una relación de empatía, para que no exista el choque cultural, ni lo que señalábamos la imposición de la misma.
Para ello partir de que la palabra “Comunicación” etimológicamente proviene del Latín “Communicare”, que se traduce como. “Poner en común, compartir algo”. Y de ahí que es un proceso mediante el cual transmitimos y recibimos datos, ideas, opiniones y actitudes para la comprensión y la acción; de ahí que la comunicación es un elemento básico, generador de la sociabilidad, porque es a través de ella que el hombre se nutre y preserva su carácter como ser eminente de convivencia, además de promover la solidaridad social y el espíritu cooperativo entre los grupos[6].
Ahora bien, lo que se plantea es una comunicación intercultural; es decir en primer lugar un diálogo intercultural para conocer a los otros. Este diálogo debe ser crítico; pero también autocrítico como apunta Weber[7], la interculturalidad bien entendida empieza por uno mismo.
En segundo lugar, debemos eliminar los estereotipos negativos que cada cultura produce de las otras culturas, aprendiendo de ellas no querer sustituirlas, ni tampoco imponer otras costumbres, tradiciones culturales ajenas; sino respetarlas. De esto último tenemos ejemplos que a lo largo de la historia, los pueblos han deshumanizado a los otros pueblos, imponiendo su cultura como el genocidio de la conquista[8], porque han querido representarlos como sus enemigos y este proceso ha permitido la creación del otro inhumano.
En tercer lugar, se trata de iniciar la negociación intercultural, a partir de una posición de igualdad. Porque nuestra idea al momento de la difusión del islam, no es la implantación, la orden, el mandato de una cultura; ya que el islam verdadero lucha contra todo tipo de tiranía, de injusticia, nuestra visión y misión no es la imposición; sino más bien todo lo contrario.
Y apostamos por una comunicación intercultural donde podamos entender a la comunicación no sólo como un simple intercambio de información, porque ella implica también ser capaces de compartir emociones; es decir ser capaz de crear una relación de empatía; entendiéndola esta como la capacidad de sentir la emoción que otra persona experimenta. Tener la amabilidad de empatizar es imprescindible en muchas relaciones interpersonales; por ejemplo si en el seno de una familia sus miembros no tienen empatía entre sí, es muy probable que las relaciones familiares se deterioren más fácilmente. La empatía también es necesaria para la comprensión mejor “de ellos”, pues no se trata simplemente de sentir lo que él o ella siente; sino que a través de las emociones aumentar nuestra comprensión.
Y desde ese punto de vista definimos a la empatía como una herramienta vital de la comunicación, ya que es la habilidad para estar consciente de reconocer, comprender y apreciar los sentimientos de los demás; es decir ponerse en los zapatos de la otra persona, porque para comunicar con eficacia un mensaje, en este caso el islam, debemos comprender que todos somos diferentes y que venimos de distintas cosmovisiones culturales propias, originarias con sus propias costumbres, tradiciones; etc...Y también que todos somos diferentes en cuanto a nuestro modo de percibir el mundo y utilizar esa comprensión como guía, como nuestra comunicación con los demás como lo manifiesta Pasquali[9].
Ahora bien, el encuentro de las culturas como lo señala Weber[10]no es forzosamente intercultural .Un fenómeno cultural no se debe a que las culturas se encuentran, puede haber simplemente agresión o eliminación de uno por el otro. El encuentro de las culturas se convierte en un fenómeno cultural, si de alguna manera, existe aceptación entre estas.
Tal es el caso por ejemplo de la República Islámica de Irán, un país islámico, donde se han quedado arraigadas ciertas tradiciones y costumbres culturales como es el caso de Nowruz (Persa نوروز) (Nouru), que significa el New Day. Es el nombre Iraní de Año Nuevo, en el calendario solar de la Héguira. Nowruz hace referencia también como el año nuevo persa. Nowruz marca el primer día de la primavera y el comienzo del año en el calendario persa[11].
El Nowruz se originó en la zona geográfica denominada Gran Persia (Actual Irán, Afganistán Occidental, Tayikistán y Uzbekistán). La cultura distinta sobre la base de las actividades de lengua, comida, mística y de ocio se desarrolló entre las muchas personas y grupos étnicos que vivían en esta área que se conoce como Pérsico.
Nowruz es en parte enraizado en la tradición religiosa del zoroastrismo, que entre otras ideas fue la primera religión monoteísta, que hace hincapié en los conceptos generales como el trabajo correspondiente del bien y del mal en el mundo, y la conexión de los seres humanos con la naturaleza. Prácticas zoroastrianas fueron dominantes durante gran parte de la historia de la Antigua Persia (Centrado en lo que es ahora Irán). Desde la época aqueménida, el año oficial se ha iniciado con el nuevo día, cuando el sol sale del zodiaco de piscis y entra en el signo zodiacal de aries, lo que significa el equinoccio de primavera.
Boyce y Grenet [12]explican que el esplendor de las fiestas Babilónicas en esta temporada llevó a los persas a desarrollar su propia fiesta de la primavera en una nueva fiesta estableciendo el año, con el nombre de Navasanda “Año Nuevo”, nombre atribuida a la época Aqueménida (555-330 A.C).
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Fundación Cultural Oriente
*Escritora, Periodista, Profesora e Investigadora Boliviana, miembro de la Asociación de Investigadores en Comunicación y Educación para el Desarrollo La Paz-Bolivia, Directora General de la Asociación de Mujeres Musulmanas de Bolivia.
[1] Alsina Rodrigo, Miquel; Profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Universidad Autónoma de Barcelona-España (UAB).
[2] Berger, P.L y Luckman, T, “La Construcción Social de la Realidad”. Ed. Amorrotu, Buenos Aires-Argentina, 2000, Pág. 240.
[4] Ídem 1.
[5] Austin Millán, Tomás R. Sociólogo Y Antropólogo Social, Magister en Ciencias de la Comunicación, 2000.
[6] “Manual de Comunicación para Investigadores” FUAM (Fundación dela Universidad Autónoma de Madrid), 2009.
[7] Weber, E. “La Interculturalitat, comenca per un Mateix”; DCIDOB, 1996, 56:20:22.
[8] Galeano Eduardo, “12 de Octubre, Nada que Festejar” (9/10/02). Sitio web Rebelion
[9] Pasquali Greco Antonio, Escritor, Profesor, Comunicólogo, considerado como uno de los introductores en América Latina del pensamiento de la Comunicación que subyace en las fuentes teóricas de la Escuela de Fráncfort.
[10] Weber Edgard, “Líneas Transversales de los Debates (Identidad, Cultura, Religión, Islamismo, Modernidad, Mundialización, Interculturalidad y Negociación)”; en CIDOS No. 36 Mayo 2002; p.XII.
[11] Khayyam o Jayam Omar, “Nowruznama” (Libro del Año Nuevo), Poeta persa y Matemático, Astrónomo.
[12] Boyce María, Frantz Grenet, Leiden: Brill, “Una Historia del Zoroastrismo: Vol.3, el Zoroastrismo bajo la regla de Macedonia y Romana (Handbuch Der Orienlistik. Series), 1991.