La Eternidad del Ser Humano

Preparado por “Centro Islámico de Inglaterra (Londres)”

Traducido del persa por Shaij Feisal Morhell

Introducción

Tratar el tema de la Resurrección del ser humano, en realidad, es una respuesta a una pregunta general y universal. También es la respuesta a una necesidad individual y social, en el sentido que, al demostrar la vida después de la muerte se satisface una de las más importantes necesidades de la humanidad, esto es, el deseo de subsistir (el amor a la inmortalidad y a la eternidad). Más importante que todo, la creencia en la resurrección y la vida eterna dirige, motiva y da propósito a la vida terrenal del ser humano y mantiene los momentos inapreciables de su vida alejados de la banalidad y la falta de propósito. Por otra parte, al debatir el tema de la Resurrección se enfoca una importante cuestión histórica, filosófica, científica y social, puesto que ello es lo que implica esta creencia doctrinal y religiosa que ha sido el objeto de una profunda atención por parte de todas las religiones Divinas, incluido el mismo Islam, y hacia la cual han brindado mucha importancia.

Es tanto así que el Sagrado Corán, siempre que ha mencionado la creencia en la Resurrección y la vida después de la muerte, lo ha hecho a continuación de la creencia en Dios. Es tal la importancia que el Sagrado Corán da a este tema, que los exegetas de este Libro sagrado han manifestado que un tercio del Sagrado Corán, directamente o indirectamente, trata sobre la Resurrección.

Debe entenderse que el concepto de Resurrección es muy amplio y abarca una variedad de temas dentro de sí mismo; sin embargo, desde que el presente ensayo sólo trata la Resurrección de una forma breve, es natural que muchos de los aspectos secundarios, e incluso algunos fundamentales relacionados al tema no estén contemplados totalmente, o bien no se hayan extendido de una manera detallada. A pesar de ello, nosotros hemos tenido presente este hecho y hemos presentado la discusión de modo que el lector se vea innecesitado de tener que familiarizarse con una serie de extensos y detallados estudios. Este estudio en nuestra opinión será especialmente útil para los lectores jóvenes que, por medio de un análisis breve, deseen obtener todo lo que se necesita saber sobre la Resurrección y lograr tener una información adecuada sobre este tema.

Esta obra está conformada por tres partes, a saber: 

Parte 1: La eternidad del ser humano. 

Parte 2: ¿Muerte o un nuevo nacimiento?

Parte 3: Los efectos multilaterales de la creencia en la  Resurrección. 

La primera parte trata críticamente el concepto de Resurrección y sus implicancias. Luego, en un capítulo aparte, procedemos a tratar la posibilidad de la Resurrección y las pruebas que para ello se han presentado. A continuación, discutimos la necesidad de la Resurrección del ser humano después de la muerte. Debido a su importancia, hemos analizado en detalle esta parte, especialmente el tema de la condición inmaterial del Alma. En el último capítulo, hemos discutido la resurrección corporal y así hemos concluido la primera parte.

En la segunda parte, la naturaleza y realidad de la muerte han sido objeto de nuestra atención y análisis. Seguidamente, la visión del Sagrado Corán y las tradiciones islámicas referentes a la muerte ha sido sujetas a análisis. En este capítulo, también se ha enfocado el tema de la filosofía de la muerte. En el capítulo que sigue a esta parte, se han tratado y analizado las causas y factores que llevan a temer a la muerte. En el último capítulo de esta parte, hemos tratado la manera en que este mundo está vinculado al más allá, siendo ello tratado desde la perspectiva Coránica.

En la tercera parte, la parte final del libro, hemos enfocado nuestra discusión en exponer un resumen de los importantes efectos de la creencia en la Resurrección.

Cabe hacer notar que los temas se han discutido en este libro de una manera fluida, accesible y libre de cualquier complejidad y de jergas innecesarias. En otras palabras, si bien el conjunto de los temas se encuentra asociado con temas filosóficos, académicos y místicos, no sólo es comprensible para los entendidos en la materia, sino que al mismo tiempo, también es completamente comprensible para los adolescentes y jóvenes.    

Parte 1. La eternidad del Ser Humano 

Capítulo 1. Los diferentes puntos de vista respecto a significado de la Resurrección 

Antes de que procedamos a tratar las pruebas de la eternidad del ser humano, es necesario que clarifiquemos nuestra propia concepción de “la vida después de la muerte” y “la eternidad del ser humano”. Puesto que hay diferentes concepciones a este respecto, hemos seleccionado y analizado las cuatro más importantes.

1. A través de nuestras obras o descendencia, logramos una presencia viva y de esta manera alcanzamos la eternidad. Podemos denominar a esta concepción de la eternidad como “la Eternidad en el Recuerdo”. Artesanos, escritores y artistas dejan en sus obras algo de sí mismos (como sus creencias, esperanzas, preocupaciones y cosmovisiones). Ellos anhelan que lo que han forjado, transcienda y alcance una disposición estable dentro de su sociedad de forma que sus nombres se prolonguen más allá que sus propias vidas. Otros alcanzan la inmortalidad a través del papel que han desempeñado en la historia.

2. La descendencia del ser humano prolonga y extiende su existencia y de esta manera alcanza la inmortalidad. Todos los seres humanos comparten el deseo de la inmortalidad y la subsistencia, y la reproducción es un medio para escapar del sentimiento de desazón producto de vislumbrar la extinción inevitable del ser humano. Es así que nosotros buscamos la prolongación de nuestras vidas en las vidas de nuestros hijos. Muchas personas anhelan tener un hijo varón para que sus nombres familiares se perpetúen. Ellos llaman a sus niños con sus propios nombres o el de sus antepasados y apremian a sus hijos para aceptar sus creencias, ideales y valores, e incluso escoger su profesión.

 3. Después de la muerte, experimentamos una unión con la Verdad Última la cual finalmente es Una. En nuestras vidas mundanas nos olvidamos de nuestra unidad fundamental con una entidad única (Dios), y equivocadamente consideramos que somos distintos a la entidad única. Habrá un día en que comprenderemos que nuestra separación de La Entidad Única no era nada más que una ilusión y mediante nuestra liberación (de las restricciones de esa ilusión) otra vez nos uniremos con Él.

4. Podemos denominar a la cuarta concepción de eternidad como “la Vida Individual después de la Muerte”.  Según este punto de vista, después de la muerte física, o bien las personas continúan viviendo, o bien es después de un período de tiempo que nuevamente empiezan sus vidas.

Cada una de estas cuatro concepciones, sobre todo la tercera y cuarta, pueden tener interpretaciones diferentes, en algunas de las cuales podemos enfocar la discusión de la Resurrección en el sentido que queremos tratar.

En cualquier caso, debe hacerse notar que la primera y segunda concepción no serán objeto de nuestro estudio, puesto que: Primeramente, tanto nuestra concepción como la de todas las otras religiones Divinas no se corresponden con las primeras dos, sino que implican algo más general, sutil, y trascendente.

En segundo lugar: En lo que hace a las dos primeras concepciones, nosotros no di-sentimos con los materialistas y aquellos que niegan la Resurrección, en el sentido que incluso ellos las aceptan.

En tercer lugar: La primera concepción no es global, puesto que no incluye a todas las personas, sino que se restringe a los artesanos, artistas, escritores, etc., siendo que la Resurrección considerada en Islam y las otras religiones Divinas incluye a todas las personas. Por otro lado, la segunda concepción carece de los aspectos morales y espirituales que normalmente se esperan de la creencia en la Resurrección. En otras palabras, la creencia en la Resurrección se considera una fuente de espiritualidad y virtudes, siendo que, la segunda concepción deja en el olvido estos fundamentales resultados.

En cuanto a la tercera con­cepción, aunque en principio no es incompatible con las creencias del Islam y otras reli­giones Divinas respecto a la Resurrección, e incluso puede llegar a aceptarse en ge­neral, sin embargo, no pode­mos circunscribir a la misma la concepción islámica de la Resurrección, sobre todo, cuando consideramos las objeciones que enfrenta. Por ejemplo, según esta con­cepción, el ser humano des­pués de la muerte se une con la Entidad Única, y en ese es­tado no advierte su individua­lidad o incluso su dis­tinción, similar a una gota de agua que se une con el océano. Esta teoría sostiene que una vez que la gota se une con la Entidad entera (el océano), ésta no preserva su identidad. 

Es por eso que en adelante nuestra discusión sobre la Re­surrección será en base a la cuarta concepción, por su­puesto, considerando particula­ridades que señalare­mos durante nuestra exposición.

Capítulo 2. ¿Es la Eternidad del Ser Humano posible? 

Aquellos que niegan la eternidad del ser humano sostienen que la concreción de tal asunto es radicalmente imposible. Ellos explican la imposibilidad de tal asunto mediante dos objeciones:   

 1) Ellos sostienen que Dios no tiene el Poder para resucitar al ser humano después de la muerte, o concederle una nueva vida una vez muerto.

 2) Su segunda objeción es que es imposible recomponer cuerpos que se han deteriorado y se han vuelto polvo, y en semejante estado ellos no pueden volver atrás a la forma de un ser humano. Para ello han citado consideraciones de los filósofos sobre las condiciones que deben satisfacerse para que alguna cosa pueda existir. Los filósofos (islámicos o no) sostienen que para que cualquier cosa pueda existir deben cumplirse dos condiciones, a saber:

1. El poder y la voluntad del  ejecutor. 

2. Capacidad de recepción en el receptor. 

Para abreviar, si por ejemplo, el poder o la voluntad del ejecutor existieran, pero al receptor le faltara la capacidad de recepción del asunto en cuestión, éste puede contarse como imposible.

Aquí también, algunos son de la creencia que el Poder de Dios es infinito, pero recomponer los cuerpos deteriorados conforma en sí un acto imposible.

El Sagrado Corán, en respuesta a la primera objeción procede a explicar el Poder Infinito de Dios, y compara la Resurrección del hombre después de la muerte con la gran creación de los Cielos y la Tierra y nos recuerda que, Aquel Mismo que ha creado este universo entero posee el Poder para dar vida a los muertos.

أَوَلَيْسَ الَّذِي خَلَقَ السَّمَاوَاتِ وَالْأَرْضَ بِقَادِرٍ عَلَى أَنْ يَخْلُقَ مِثْلَهُمْ بَلَى وَهُوَ الْخَلاَّقُ الْعَلِيمُ

«¿Acaso Quien creó los Cielos  y la Tierra no es capaz de crear (de nuevo) lo que es igual a ellos?  ¡Claro que sí! Él es el Creador, el Sapientísimo.»[1]

Es evidente que la creación de los cielos y la tierra es más colosal que la creación del hombre. Entonces, desde que Dios es lo bastante Poderoso como para crear la Existencia entera, ¿no será Él lo bastante Poderoso como para crear de nuevo al ser humano, que es a su vez una parte de toda la Existencia?

El Sagrado Corán en respuesta a la segunda objeción también alude a la primera creación del hombre y dice:

فَسَيَقُولُونَ مَنْ يُعِيدُنَا قُلْ الَّذِي فَطَرَكُمْ أَوَّلَ مَرَّةٍ

«Y ellos dirán: “¿Quién nos devolverá (a la vida)?”. Di: “Quien os creó la primera vez”.»[2]

En otra aleya declara:

وَضَرَبَ لَنَا مَثَلًا وَنَسِيَ خَلْقَهُ قَالَ مَنْ يُحْيِ الْعِظَامَ وَهِيَ رَمِيمٌ * قُلْ يُحْيِيهَا الَّذِي أَنشَأَهَا أَوَّلَ مَرَّةٍ وَهُوَ بِكُلِّ خَلْقٍ عَلِيمٌ

«Nos propone un ejemplo y se olvida de su propia creación. Dice: “¿Quién dará vida a los huesos estando ellos podridos? Di: “Les dará vida Quien los originó la primera vez, y Él es Conocedor de toda creación”.»[3]

La aleya anterior alude al argumento filosófico que sos­tiene que si dos o más cosas son similares, en lo que hace a su contingencia (o posibili­dad de existir) o a la carencia de la misma, tendrán la misma posibilidad de existir o no-existir; es decir, si uno es posible (para existir) el otro también será posible (para existir), y vise-versa, si uno es imposible (para existir), el otro también será imposible (para existir).

Así, Dios, que creó al hom­bre la primera vez, también es Poderoso para crearlo una vez más, e incluso la segunda creación no solo será posible, sino que en apariencia será más fácil de realizar (por su­puesto, asumiendo que los tér­minos “difícil” y “fácil” pu­dieran caber en la Presencia Santa de Dios), puesto que en la primera creación no estaba el factor de la experiencia, ni había un modelo, mientras que en la re-creación, se en­cuentran tanto la experiencia como el modelo.[4]

En cualquier caso, desde la perspectiva del ser humano, es más simple la re-creación que la primera creación, si bien con respecto a Dios, las dos son similares e igual­mente fáciles.

Para demostrar que Dios es capaz de resucitar al hom­bre, el Sagrado Corán se re­fiere a la vivificación de la tie­rra y el crecimiento de las plantas, y considera la Resu­rrección de los humanos como similar a la vivificación de la tierra que tiene lugar todos los años en la primavera. ¿Acaso el hombre no observa cómo es que las hojas de los ár­boles caen todos los otoños y entonces se pudren y vuel­ven a la tierra, pero en la próxima primavera, las nue­vas hojas y capullos visten las plantas, y la tierra se vuelve fresca y verde? A pesar de todo esto, cuando se expone su propia Resurrección y rena­cimiento, él considera que esto es imposible y ex­traño, e insiste en negarlo.

El Sagrado Corán dice: 

وَاللَّهُ الَّذِي أَرْسَلَ الرِّيَاحَ فَتُثِيرُ سَحَابًا فَسُقْنَاهُ إِلَى بَلَدٍ مَيِّتٍ فَأَحْيَيْنَا بِهِ الْأَرْضَ بَعْدَ مَوْتِهَا كَذَلِكَ النُّشُورُ

«Y Dios es Quien envía los vien­tos que levantan una nube; enton­ces Nosotros lo conducimos a un territorio muerto y me­diante ello le damos vida a la tie­rra después de muerta. Asi­mismo es la Resurrección.»[5]

Por consiguiente el mismo Dios que todos los años trae a la vida y renueva la tierra muerta, tendrá el poder para crear al hombre de nuevo, des­pués de la muerte. Por­que, haciendo crecer nueva­mente las plantas todos los años, Dios en realidad, con­vierte la tierra muerta en cé­lulas vivientes, a través del crecimiento renovado de plan­tas y árboles.  Además de esto, si enfocamos nuestra atención en el comienzo de la creación de la vida en la Tie­rra, concluiremos que, al prin­cipio, nada existía en la misma y que luego del surgi­miento de la vida aparecieron las plantas por primera vez en la superficie terrestre. Este maravilloso y asombroso fenómeno continúa siendo un misterio para los estudiosos. Sin embargo, es claro que la vida vegetal ha surgido de esta misma tierra muerta.

La Creación del Embrión

Otro ejemplo que se cita en el Sagrado Corán con el propó­sito de atraer nuestra atención y demostrar el Poder Ilimitado de Dios, es la crea­ción del embrión. Declara que aquellos que están en duda y se encuentran vacilantes res­pecto a la posibilidad de la Re­surrección, deben reflexio­nar en cómo Nosotros los hemos creado de un gota de semen. Entonces, Nosotros convertimos este esperma-gota en un 'alaqah' (el grumo de sangre). Después de eso le hicimos crecer en el útero y fi­nalmente le dimos la forma de un humano completo. Noso­tros los trajimos al mundo por medio de sus ma­dres.    

أَلَمْ يَكُ نُطْفَةً مِنْ مَنِيٍّ يُمْنَى * ثُمَّ كَانَ عَلَقَةً فَخَلَقَ فَسَوَّى * فَجَعَلَ مِنْهُ الزَّوْجَيْنِ الذَّكَرَ وَالْأُنثَى * أَلَيْسَ ذَلِكَ بِقَادِرٍ عَلَى أَنْ يُحْيِيَ الْمَوْتَ

«¿Acaso no era más que una gota de esperma emitido? Luego fue un crúor de sangre, entonces Él lo creó y formó. Entonces hizo de él la pareja, el varón y la hembra. ¿Acaso no puede Él traer lo muerto a la vida?»[6]

La aleya anterior y otras que tratan sobre el Más Allá, consideran la vuelta a la vida después de la muerte como un fenómeno natural y similar a la creación del embrión y el nacimiento de un niño, o como el brote y crecimiento de las plantas; en consecuencia, considera la Resurrección como cualquier otro acto divino, al contrario de aquellos que niegan la Resurrección y la ven como un fenómeno extraño e imposible, y no piensan que en la Naturaleza pueda encontrarse algo similar.

En resumen, es posible decir que fundamentalmente debemos equilibrar nuestra perspectiva sobre la Resurrección y observar a la misma a través de la mira de las aleyas del Sagrado Corán. En tal caso, no sólo no consideraremos que la Resurrección es imposible, sino que comprenderemos que es algo necesario e  inevitable, lo cual trataremos en la sección siguiente.

La Transformación de la Energía 

Las personas en el pasado pensaban que la energía se agotaba y se destruía después del uso. Por ejemplo, pensaban que la energía solar después de irradiarse hacia la Tierra y los otros planetas se destruía; pero hoy la ciencia ha demostrado que esa energía no se destruye sino que se transforma y se manifiesta en otras formas diferentes de energía. En otras palabras, la energía continúa existiendo en nuevas condiciones y en un nuevo ambiente. 

El Sagrado Corán, también ha utilizado este tema para demostrar la posibilidad de la Resurrección, diciendo:  

وَضَرَبَ لَنَا مَثَلاً وَنَسِيَ خَلْقَهُ قَالَ مَن يُحْيِ الْعِظَامَ وَهِيَ رَمِيمٌ * قُلْ يُحْيِيهَا الَّذِي أَنشَاَهآ أَوَّلَ مَرَّةٍ وَهُوَ بِكُلِّ خَلْقٍ عَلِيمٌ * الَّذِي جَعَلَ لَكُم مِنَ الشَّجَرِ الأَخْضَرِ نَاراً فَإِذَآ أَنتُم مِنْهُ تُوقِدُونَ

«Y nos propone una parábola y se olvida de su propia creación. Dice: “¿Quién dará vida a los huesos encontrándose éstos desintegrados?”.  Di:”Les dará vida Quién los originó por vez primera; Él es el Conocedor de toda la Creación. Él es Quién os ha dispuesto el fuego del árbol verde, y he ahí que vosotros con él encendéis (el fuego)”.»[7]

La interpretación más apropiada para las aleyas anteriores según algunos de los exegetas del Corán, y que ha sido confirmada por los recientes avances y descubrimientos científicos, es que las plantas y los árboles, a lo largo de sus vidas absorben regularmente luz y calor del sol, y además de ello, también absorben agua y otras substancias necesarias de la tierra por medio de sus raíces, y por la combinación de éstos, generan la celulosa que forma el cuerpo y la madera de los árboles.

Es así que las plantas, para absorber las substancias vitales de la tierra, deben utilizar el calor y luz del sol como una energía activa. Es debido a la utilización de esta luz y calor que los árboles día a día crecen y se desarrollan, y acumulan una gran cantidad de energía solar dentro de sí transformándola en madera. En el proceso de quemar un pedazo de madera, se libera la energía solar contenida en el árbol volviendo a la forma de luz y calor. Según las aleyas del Sagrado Corán, la Resurrección del ser humano no es diferente a esto, y es por eso mismo que, estas aleyas hacen referencia a la primera creación de lhombre, y luego de ello a la Resurrección y a otra realidad similar que es la transformación de la energía.

Otro punto interesante que se encuentra en la aleya es que, normalmente nosotros consideramos que la madera seca es más conveniente para ser quemada, siendo que en la aleya se hace referencia a un árbol verde. Quizás, la razón esté en que el verdor de los árboles y sus hojas es condición para la absorción del calor y la luz del sol. En palabras más claras, es el árbol vivo y verde el que puede transformar la energía del sol en madera y acumularla en su interior, siendo que el árbol seco no posee semejante capacidad. De esta manera, vemos que la aleya dice: “Ese Dios que ha dispuesto el fuego (para quemar) a partir del árbol verde, tiene el Poder para resucitar al ser humano después de la muerte.”[8]

En resumen, una de las cosas a las que el Sagrado Corán ha hecho referencia para establecer la posibilidad o la necesidad de la Resurrección de los humanos, es el retorno de la energía o la transformación de la misma bajo condiciones diferentes.

Los Motivos para negar la Resurrección

Hemos observado que los negadores de la Resurrección no tienen ninguna prueba filosófica, datos experimentales o incluso un argumento convincente en apoyo de lo que sostienen. Sus argumentos siempre se centran alrededor de lo increíble de dar vida a los huesos deteriorados y desintegrados, y sólo se restringen a ello. Debido a esto, el Sagrado Corán no procede a contestar sus dudas y objeciones, puesto que, fundamentalmente, estas personas no sostienen ningún argumento científico para sus pretensiones, al contrario, en la sura Al-Qiâmah, luego de referir las palabras de aquellos que niegan la Resurrección, procede a indicar sus motivos para negarla, que consisten en: la promiscuidad, el libertinaje y en pocas palabras, escapar de la carga del compromiso y la responsabilidad, desde que la aceptación de  la Resurrección implica comprometerse y aceptar responsabilidades, cosa que algunas personas no aprueban y en cambio son de la creencia que uno debe dedicarse a buscar el placer y los beneficios materiales de este mundo tanto como sea posible. Ésta es la razón principal para rechazar la Resurrección y la creencia en Dios.

Con respecto a esto, el Sagrado Corán dice:

أَيَحْسَبُ الإِنسَانُ أَلَّن نَجْمَعَ عِظَامَهُ  * بَلَى قَادِرِينَ عَلَى أَن نُّسَوِّيَ بَنَانَهُ  * بَلْ يُرِيدُ الإِنسَانُ لِيَفْجُرَ أَمَامَهُ

«¿Supone el hombre que no reuniremos sus huesos? ¡Claro que sí! Nosotros tenemos el poder de reconfigurar las yemas de sus dedos. Pero, el hombre desea corromper su devenir.»[9]

Los idólatras y los que niegan la Resurrección han expuesto otros argumentos en apoyo de su postura que no son nada más que palabrerías sin sentido. Estos argumentos no contienen ninguna demostración racional, filosófica, lógica o científica. ¡Ellos dicen que la creencia en la Resurrección es sólo una fábula heredada de los antiguos! En otras palabras, por el solo hecho de que la creencia en Dios y en la Resurrección, que son comunes a todas las religiones divinas, han estado presentes entre las personas religiosas desde tiempos inmemoriales y se han considerado de entre los principios de la religión, los idólatras y los que niegan la Resurrección, en lugar de presentar evidencias que demuestren la inexactitud de estas creencias, simplemente afirman que éstas no son sino mitos y leyendas del pasado.

El Sagrado Corán expone su argumento como sigue:

وَقَالَ الَّذِينَ كَفَرُوا أَءِذَا كُنَّا تُرَاباً وءَابَآؤُنَآ أَءِنَّا لَمُـخْرَجُونَ * لَقَدْ وُعِدْنَا هَذَا نَحْنُ وءَابَآؤُنَا مِن قَبْلُ إِنْ هَذَآ إِلآَّ أَسَاطِيرُ الاَوَّلِينَ

«Y aquellos que descreen dicen: “¿Acaso cuando nos hayamos vuelto polvo así como nuestros padres, seremos extraídos (de la tierra)? Por cierto que ya se nos había antes prometido esto, a nosotros y a nuestros padres. Esto no es más que fábulas de los antiguos”.»[10]

Cualquier persona sensata se percata de que tal palabrería ociosa no merece ninguna respuesta o contestación, porque la antigüedad histórica de una idea no significa su desacierto, y una persona justa debe aceptar o debe rechazar una materia en base a la prueba y evidencia y no en base a si la materia en cuestión es anticuada o nueva. Es por esta razón que el Sagrado Corán no se ocupa en responder estas afirmaciones, sino que mas bien argumenta la posibilidad y la necesidad de la Resurrección. Estos razonamientos son tan fuertes y elucidadores que cualquier persona que reflexione lo suficiente en ellos, no sólo verá adecuadamente demostrada la creencia en la Resurrección, sino que incluso se le aclararán el resto de las dudas y dilemas.

Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.

www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente


[1] Sûra Iâ-Sîn; 36: 81.

[2] Sûra Al-Isrâ; 17: 51.

[3] Sûra Iâ-Sîn; 36: 78-79.

[4] Es claro que estas palabras o vocablos presentan un signifi­cado desde nuestra perspectiva, la de las criaturas y seres humanos limitados, pero en re­lación a Dios, el Infinito, carecen de sentido. El Imam Alî (P), refi­riéndose al hecho de que Dios no necesitó de razonamiento y ex­periencia para originar la crea­ción, dice lo siguiente: “Dios originó la creación, y la co­menzó sin necesidad de ra­zonamiento y análisis, y sin haberse valido de experien­cia alguna”. (Nahy Al-Balâgah, disertación Nº 1).

[5] Sûra Fâtir; 35: 9.

[6] Sûra Al-Qiâmah; 75: 37-40.

[7] Sûra Iâ-Sîn; 36: 78-80.

[8] Tomado de Peiâm-e-Qur’ân (El Mensaje del Corán), t.5, p.194.

[9] Sûra Al-Qiâmah; 75: 3-5.

[10] Sûra An-Naml; 27: 67-68.

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