La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán

Sura Ad-Duhâ (La Mañana) - Nº 93

La sura fue revelada en La Meca; consta de once aleyas.

Contenido y mérito de su lectura

Esta sura mequinense, según la referencia de algunos hadices, fue revelada cuando el Profeta (PB) se sentía preocupado, por el largo tiempo que había transcurrido sin haber recibido nuevas revelaciones y cuando la oposición de los enemigos se había incrementado, fue revelada y cual una lluvia de misericordia, se posó en el corazón puro del Profeta, brindándole un nuevo fervor y cortando la lengua de los maledicientes.

El capítulo comienza con dos juramentos y luego albricia al Profeta (PB) que Dios jamás lo ha abandonado y que lo agraciaría hasta que estuviera satisfecho. Al final, le recuerda su pasado, el trato misericordioso y el apoyo que Dios le brindó en los instantes más cruciales de su vida.

Las últimas aleyas le ordenan, (a modo de gratitud a tales mercedes), ser compasivo con los huérfanos y los necesitados y recordar las gracias de Dios hacia él.

A fin de expresar el mérito de su lectura, nos basta con exponer el siguiente hadîz del Profeta (PB): “A quien la recite se le contará entre aquellos de los cuales Dios está complacido y gozará de la intercesión de Muhammad. Además se le computarán diez hasanât (recompensa por cada acto benévolo a un huérfano o indigente). Todo este valor es para quien la recite y la lleve a la práctica.”[1]

Numerosos hadices, afirman que esta sura y la siguiente es una misma y que si alguien quisiera leerla luego del Fâtihah en una oración obligatoria debe leer ambas. Si profundizamos en el contenido de cada una de ellas, podemos deducir que la relación de sus temas es tan grande que con certeza una es la continuación de la otra, a pesar de que se interponga la frase “En el Nombre de Dios, El Compasivo, El Misericordiosísimo”.

La mayoría de los sabios, afirma que en la oración no pueden ser recitadas individualmente (a modo de precaución).

Nº 93 - Sura ad-Duhâ (La Mañana)

Bismil lâhi ar rahmâni ar rahîm

1. Uad duhâ

2. Ual lailil idha saÿâ

3. Ma uad da'aka rabbuka ua mâ qalâ

4. Ua lal ajiratu jairun laka minal ulâ

5. Ua lasaufa iu'tika rabbuka fatardâ

6. Alam iaÿidka iatîman fa auâ

7. Ua uaÿadaka dâl-lan fahadâ

8. Ua uaÿadaka ‘â'ilan fa-agnâ

9. Fa ammal iatîma falâ taqhar

10. Ua ammas sâ'ila falâ tanhar

11. Ua amma bini‘mati rabbika fahad-diz

                       

En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo

1. Por la media mañana

2. Y por la noche cuando se serena

3. Que tu señor no te ha abandonado ni te aborrece

4. Y sin duda que la otra vida será mejor para ti que la presente.

5. Pronto te agraciará tu señor hasta que te satisfagas.

6. ¿por ventura no te halló huérfano y te amparó?

7. ¿y te encontró extraviado y te encaminó,

8. Y te halló necesitado y te enriqueció?

9. En cuanto al huérfano no le maltrates

10. Ni tampoco rechaces al mendigo.

11. Pero divulga pues la merced de tu señor.

Ocasión en la que tuvo lugar su revelación

Respecto a la cuestión de su revelación, han sido transmitidos numerosos hadices, de los cuales el siguiente sería el más acertado; dice Ibn ‘Abbâs: “Habían transcurrido quince días y la revelación no llegaba, decían los inicuos: “El Dios de Muhammad lo ha abandonado y aborrecido, si en verdad fuera su Enviado, el Mensaje debería revelarse sin interrupción alguna”. Aquí fue cuando la sura fue revelada”.

Según una interpretación, cuando la misma se reveló el Profeta (PB) le dijo a Gabriel: “Te retrasaste y yo ansiaba verte.” Y le dijo Gabriel: “Yo lo ansiaba más aún, pero sólo soy un siervo obediente y no desciendo sino con la anuencia de mi Señor”.

Se relató que un grupo de judíos visitó al Profeta (PB) y le preguntó por el Bicornio, por los discípulos de la caverna y por la creación del alma. Dijo el Profeta (PB): “Mañana, vuestros interrogantes serán respondidos”, pero no agregó la frase “Inshâ’ Al·lâh” (si Dios quiere), y ese fue el motivo del cese de la revelación.

Y luego, sobrevino la maledicencia de los opositores, entristeciendo todo esto al Enviado de Dios (PB).

Luego la sura fue revelada como un consuelo.

Esta versión resulta remota, puesto que las entrevistas de los judíos con el Profeta, se hicieron generalmente en Medina y no en La Meca.

Otros hadices, señalan la versión de que un grupo musulmán preguntó: “Oh Enviado de Dios (PB), ¿por qué no recibes el Mensaje?”. Respondió: “¿Y cómo pretendéis que lo reciba si vosotros no atendéis vuestra purificación debidamente?[2] (El Profeta aprovechó esta oportunidad para hacerles notar sus faltas e intentar que las corrigieran).

En cuanto al tiempo de duración del cese, existen diferentes versiones: unos dicen que duró 12, otros 15, 19, 25 ó hasta 40 días; otros afirman, que no se prolongó por más de dos ó tres días.

Pronto te agraciará tu Señor hasta que te satisfagas

Al inicio de esta sura, nos encontramos con dos juramentos; en uno se jura por la luz y en otro por la oscuridad.

1. Uad duhâ

1. Por la media mañana

2. Ual lailil idha saÿâ

2. Y por la noche cuando se serena

La palabra Duhâ”, significa iniciación del día, momento en que la luz solar ya lo abarcó todo. Esto es en realidad la plenitud del día, es como la juventud en la vida del ser humano. Este momento, no es tan cálido durante el verano y en el invierno llega para romper la intensidad del frío, es en esta hora, cuando el alma del hombre ya está lista para realizar cualquier actividad.

El vocablo “Saÿâ”, que proviene de la raíz “Saÿw”, significa tranquilidad y quietud, y también se la usa como cubrir u oscurecer, por lo tanto, cuando amortajan a un muerto lo llaman “Masÿâ”, pero aquí tiene su significado original que es tranquilidad y quietud, es así que a las noches en las que no hay viento se las llama “noches tranquilas” y a un mar quieto se le llama “Bahrun sâÿ”.

Específicamente en esta aleya, se la ha utilizado con significado original. Naturalmente la noche, brinda sosiego al espíritu y lo prepara para el trabajo de la mañana y los días que le siguen.

Por este motivo, se la considera una importantísima merced que merece ser objeto de juramento.

Entre ambos juramentos y aquello por lo que se jura, existe una cercana y similar relación. El día es como la revelación al inmaculado corazón del Profeta (PB) y la noche se asemeja al provisional cese del mensaje que también resulta necesario en determinadas ocasiones.

Tras hacer dos juramentos, el Corán menciona la meta de los mismos:

3. Ma uad da'aka rabbuka ua mâ qalâ

3. Que tu señor no te ha abandonado ni te aborrece

La palabra “Uadda'a”, proviene del infinitivo “Taudî‘” y se define como abandonar y despedir; mientras “Qalâ”, significa congoja intensa, enemistad, y de la raíz “Qalû”, significa arrojar. Râgueb (autor del diccionario “Mufrâdat”) cree que todos estos significados, vuelven a uno solo, puesto que a aquel con quien estamos enemistados, es como si el corazón lo arrojara y no lo aceptara. De cualquier modo, esta expresión es un consuelo y una tranquilidad para la persona del Profeta Muhammad (PB), para que supiera que, si en algún momento la revelación se interrumpía, sería por razones que sólo a Dios conciernen y jamás sería una señal de aborrecimiento por Su parte; que él siempre estará bajo los Favores y las especiales atenciones de Dios, y que Él le brinda constantemente su particular protección.

4. Ua lal ajiratu jairun laka minal ulâ

4. Y sin duda que la otra vida será mejor para ti que la presente.

 Permanecerás en este mundo, bajo las mercedes divinas y en el otro mundo, recibirás aún mayores recompensas; serás amado en esta vida y más amado aún en la otra.,

Algunos intérpretes dicen que “Ajirat y Ulâ”, hacen referencia al comienzo y el final de la vida del Profeta (PB).

Han dicho que la aleya, se refiere a que en el futuro de su vida obtendría más éxito. Un indicio de ello, sería la extensión y propagación del Islam, los reiterados triunfos de los musulmanes sobre los enemigos, el crecimiento del árbol del monoteísmo y la eliminación de los efectos de la incredulidad y la idolatría. No existe ningún obstáculo que impida considerar ambas interpretaciones.

5. Ua lasaufa iu'tika rabbuka fatardâ

5. Pronto te agraciará tu señor hasta que te satisfagas.

Y ésta, es la más elevada gracia y el más alto respeto de Dios hacia éste, su particular siervo.

En este mundo, triunfarás sobre tus enemigos; tu religión será universal y en la otra vida gozarás de las mejores gracias. Sin duda alguna, la complacencia del Profeta (PB), como sello de los profetas (P) y líder de la humanidad no sólo está en su propia salvación; él recién se complacerá, cuando sea aceptada su intercesión por su comunidad. Por este mismo motivo, dicen las transmisiones, que esta aleya es la que brinda mayor esperanza y es un motivo para la admisión de su intercesión.

En un hadîz del Imam Al-Bâqer (P), que por su parte relata de su padre el Imam Zain Al-‘Âbidîn (P), quien a su vez relata de su tío Muhammad ibn Hanafîiah y éste de su padre el Príncipe de los Creyentes ‘Alî (P), se relata que:

Dijo el Enviado de Dios (PB): “Me detendré en Mauqif ul-Shafâ‘at -estancia de la intercesión- e intercederé por los pecadores, hasta que Dios me pregunte: ¿Estás satisfecho Muhammad? y yo le responda: Estoy complacido”. Luego, el Príncipe de los Creyentes (P), se dirigió a un grupo de la gente de Kufa y dijo: “Vosotros creéis que la aleya que brinda más esperanza es la que dice: “Diles: ¡Oh siervos míos, pecadores! no desesperéis de la misericordia de Dios, ciertamente Dios perdonará todos los pecados; porque es Indulgentísimo, Misericordiosísimo?”  (Corán 39:53). Dijeron: “Sí”. Dijo: “Sin embargo los de Ahl-ul Bait, creemos que la que más esperanza nos brinda, es la que hemos mencionado con anterioridad, es decir: “Pronto te agraciará tu Señor hasta que te satisfagas”.[3]

Obviamente la intercesión del Profeta (PB) requiere condiciones. Ni él intercede por cualquier persona, ni cualquier pecador puede conservar la esperanza de ello [4]

Dijo el Imam As-Sâdeq (P): Entró el Profeta (PB) a casa de Fátima (P). Ella vestía un áspero vestido de lana de camello. Con una mano molía el trigo y con la otra sostenía a su hijo mientras lo amamantaba. Los ojos del Profeta (PB) se bañaron en lágrimas. Le aconsejó: “¡Oh hija mía!, tolera la amargura de esta vida por la dulzura de la otra, porque Dios me ha comunicado: “Te agraciaré hasta que te satisfagas”.[5]

La razón del cese de la revelación

Del conjunto de las aleyas arriba mencionadas, se esclarece que todo lo que el Profeta (PB) poseía, venía de parte de Dios y que incluso, no le era posible disponer en cuanto a la revelación del mensaje se refiere. Cuando Dios lo disponía, la revelación podía cesar y cuando lo deseaba podía restablecerla. Probablemente esta interrupción, haya sido una respuesta para aquellos que solicitaban al Enviado de Dios (PB) los milagros que se les antojaban, o le proponían modificar una orden o aleya. El Profeta (PB) siempre respondía que no tenía autoridad alguna para tal fin. Una prueba de ello es la siguiente aleya que dice: “Mas cuando se les recitan nuestras lúcidas aleyas, quienes no esperan nuestra comparecencia dicen: “¡Preséntanos otro Corán que no sea éste o bien modifícalo!” Diles: no me incumbe modificarlo...” (Corán 10:15)

En gratitud ante tantas mercedes

Como ya hemos dicho, la finalidad de esta sura fue consolar al Profeta del Islam (PB) y recordarle los favores con que Dios lo había agraciado. Por tal motivo menciona tres de sus mercedes y luego, le da tres órdenes trascendentes.

6. Alam iaÿidka iatîman fa auâ

6. ¿por ventura no te halló huérfano y te amparó?

 “Estabas en el vientre de tu madre, cuando tu padre Abdul·lâh falleció y entonces hice que crecieras en los brazos de tu abuelo ‘Abdul Muttalib. Tenías seis años cuando tu madre falleció, no obstante aumenté el amor y el cariño hacia ti en el corazón de tu abuelo. Cuando éste murió, tú sólo contabas con ocho años de edad. Puse a Abu Tâlib a tu servicio, para que te cuidara y te protegiera como si fueras su propio ser.

Sí, tú eras huérfano y Yo te amparé”.

Algunos, han interpretado la aleya de diferentes maneras y la misma no concuerda con su apariencia. Han dicho: Aquí “Iatîm”, significa aquel cuya nobleza y mérito no tienen igual, así como a una joya inigualable se le llama “durr iatîm”; entonces el sentido de la aleya sería: Dios te halló inigualable en nobleza y virtudes y por ello te eligió y otorgó la profecía.

Otra versión señala que el sentido sería: ¡Oh Profeta (PB)!, fuiste huérfano, pero finalmente te convertiste en refugio de huérfanos y guía de los hombres.

No cabe lugar a dudas que la primera versión es la más acertada y la más concordante con lo aparente de la aleya.

7. Ua uaÿadaka dâl-lan fahadâ

7. ¿y te encontró extraviado y te encaminó,

 “Sí, tu jamás fuiste conciente de la profecía y el Mensaje. Yo arrojé esa luz en tu corazón y es a través de ella que orientas a los humanos”.

Dice a ese respecto el Sagrado Corán: “Así es como te revelamos Nuestro Mensaje antes del cual, no sabías lo que era el Libro, ni la Fe, pero hicimos de él una guía, mediante la cual iluminamos a quien nos place de nuestros siervos. Por cierto que tú encaminarás a los hombres a una vía recta.” (Corán 42:52)

Es obvio que la profecía fue una merced con la que Dios agració al Profeta (PB). Fue Dios quien tomó su mano y lo encaminó hacia esa jerarquía.

“Nosotros te relataremos ¡oh Mensajero! la más hermosa de las historias al revelarte esta sura coránica, si bien antes de ella eras de los desatentos”. (Corán 12:3)

Naturalmente el Profeta (PB), jamás hubiese alcanzado la profecía si la orientación divina y los auxilios celestiales no tomaban su mano.

El vocablo dâl·l”, aquí no significa negar la fe y el monoteísmo, la pureza y la devoción, sino, “no conocer los secretos de la profecía y las leyes islámicas”, acorde con lo que han afirmado la mayoría de los intérpretes.

El Profeta (PB) fue concientizado por Dios de todas las realidades luego de nombrarlo Profeta (PB) y así fue orientado.[6]

Dice la aleya 282 de la Sura al-Baqara, cuando menciona el motivo del número de testigos en la cuestión de la documentación de los préstamos: “...an tadil·la ihdâhumâ fatudhakkira ihdâhumal ujrâ”. “Llamad a dos testigos, de entre vuestros hombres, o en su defecto, a un hombre y dos mujeres, de las que prefiráis de los testigos, a fin de que si una de ellas olvidara, la otra se lo recuerde”.

Como podemos observar en esta aleya, el vocablo “Tadil·la” sólo significa olvidar.

He aquí otras versiones:

Significa: tú eras desconocido y Dios te otorgó tantas de Sus inigualables mercedes, que fuiste renombrado en todas partes.

Te extraviaste (físicamente), algunas veces durante tu infancia, (una vez en los valles de La Meca ,cuando te encontrabas bajo la tutela de ‘Abdul Muttalib, otra vez cuando tu nodriza te llevaba a La Meca una vez culminado el término de tu lactancia y la tercera vez cuando viajabas en una caravana hacia Sham junto a tu tío Abû Tâlib) y Dios siempre te orientó y te devolvió a los cariñosos brazos de tu abuelo y tu tío.

En conclusión, agregamos que el vocablo dâl·l” posee dos significados:

a) alguien o algo extraviado o perdido.

b) extraviarse del camino de la Verdad.

Ejemplo del punto (a): “Alhikmatu dâl·latul mu'min”[7], que significa “la sabiduría algo perdido del creyente para el creyente” (ya que siempre está en su búsqueda).

Si en la aleya en cuestión, la palabra dâl·l” aludiera perderse o extraviarse físicamente, no surgiría ningún inconveniente, y si significara extraviarse del camino recto, aludiría no haber tenido a su alcance la profecía y el Mensaje antes de ser designado por Dios, o en otras palabras, que el Profeta (PB) no tenía nada y todo lo que tenía lo recibía de parte de Dios. Entonces en ambos casos el sentido de la aleya sería correcto.

8. Ua uaÿadaka ‘â'ilan fa-agnâ[8]

8. Y te halló necesitado y te enriqueció?

 “Dios hizo que atrajeras a Jadiya, aquella sincera y fiel mujer, para que pusiera bajo tu disposición y al servicio de tus grandes objetivos su abundante riqueza. Tras la aparición del Islam, Dios te otorgó numerosos trofeos hasta no sufrir ya ninguna necesidad”.

Dijo el Imam Ar-Ridâ (P): “¿Acaso no te halló “iatîm”, es decir, inigualable entre las criaturas y luego puso las multitudes bajo tu protección? Te encontró desconocido en tu pueblo y entre quienes no sabían de tu grandeza y los orientó hacia ti. Te hizo líder de las comunidades en cuanto a ciencia y sabiduría y a través de ti enriqueció a los hombres.”[9]

Naturalmente este hadîz, nos lleva a lo más profundo de las aleyas, mientras lo colocado en el inicio entre comillas es sólo la apariencia de las mismas. Nadie debería creer que la mención de semejantes temas, en la apariencia de las aleyas, disminuye su exaltado título o que es una descripción negativa de parte de Dios, sino que, verdaderamente expresan los favores y el respeto que Dios brindó al gran Profeta (PB). Cuando el amado le habla a su enamorado de sus favores hacia él, lo hace para demostrarle su amor y su cariño y su particular atención. Por ello, las expresiones del amado reviven el espíritu y llenan el corazón de paz y sosiego.

Como conclusión de las aleyas anteriores, Dios da tres órdenes al Profeta (PB), las que con certeza también incluyen a todos los hombres.

9. Fa ammal iatîma falâ taqhar

9. En cuanto al huérfano no le maltrates

El vocablo “Taqhar”, proviene de la raíz “Qahr” y significa -como dice Râgueb en su libro Mufradât- dominio despreciativo, menospreciativo, aunque también se usan por separado; como dominar o menospreciar.

Lo más acertado aquí, es el término “menospreciar”.

Esto nos demuestra, que es más importante consolar, acariciar y llenar el vacío afectivo de los huérfanos, que la cuestión de la caridad y su alimentación. Dijo el Enviado de Dios (PB): “Aquel que acaricia la cabeza de un huérfano, tendrá la cantidad de luces el Día del Juicio Final acorde con el número de cabellos del huérfano".[10]

Es como si Dios quisiera decirle al Profeta (PB): Tú también has sido huérfano, tú también sufriste el dolor de la orfandad, ahora pues protege tú a los huérfanos de todo corazón y complace sus sedientas almas con tu amor y tu cariño.

10. Ua ammas sâ'ila falâ tanhar

10. Ni tampoco rechaces al mendigo.

El vocablo “Tanhar”, de la raíz “Nahr”, significa rechazar o maltratar. Es posible que sea sinónimo de “Nahr” cuando significa río, puesto que el río repulsa sus aguas con gran fuerza.

En cuanto al significado de “Sâ’il”, existen varias interpretaciones, a saber:

1) Se refiere a aquellos que hacen preguntas sobre temas científicos, ideológicos y religiosos. Esto sería una derivación de lo que se dice de las aleyas anteriores: Dios te halló extraviado y te orientó. Entonces, agradeciendo esta orientación divina, procura tú también orientar a los buscadores del conocimiento y no rechaces a ningún buscador de la orientación, no los apartes de tu lado.

2) Se refiere a los indigentes y si te buscan debes ayudarlos del modo que te sea posible: no debes rechazarlos ni decepcionarlos.

3) Se refiere a ambas versiones anteriores.

Cabe destacar, que algunos intérpretes, a fin de afirmar sus ideas, afirman que aquí el “Sâ’il” solo significa “quien te pregunta sobre ciencia”, ya que esta expresión jamás fue usada por el Corán aludiendo a quienes tienen necesidades materiales,[11] mientras que se sabe que el Corán, emplea este vocablo con este sentido en reiteradas oportunidades, como la aleya 19 de la Sura Adh-Dhâriât (Los Diseminadores): “Y destinaban parte de su hacienda para el mendigo y el infortunado” - Ua fi amualihim haqqun lis-sâ’ili ual mahrûm.

También evidencian su utilización la aleya 25 de la Sura al-Ma‘âriÿ  (hombre) y la aleya 177 de la Sura al-Baqarah (la vaca).

11. Ua amma bini‘mati rabbika fahad-diz

11. Pero divulga pues la merced de tu señor.

Muchas veces, la divulgación y el recuerdo de una merced se hacen por medio de la lengua y de expresiones que demuestran gratitud. Otras veces, se hacen por medio de la práctica, utilizando la merced obtenida en el camino de Dios, una caridad que haga comprender que Dios le ha brindado numerosas gracias. Y justamente ésta es la costumbre de los caritativos puesto que cuando reciben una merced la divulgan y agradecen a Dios y la llevan a la práctica como confirmación de sus palabras. Por el contrario, los avaros que viven lamentándose y que ocultarían las mercedes aunque se les diera el mundo, muestran rostro de pobreza, sus palabras van seguidas de suspiros y lamentos y su práctica exhibe su falsa pobreza.

Dice el Profeta (PB): “Cuando Dios otorga una merced a su siervo, desea ver reflejados en él los efectos de esa merced.”[12]

Entonces el sentido de la aleya sería: Ya que eras pobre y Él te enriqueció, divulga los efectos de Su merced como muestra de tu gratitud y confirma tu agradecimiento a través de las palabras y los hechos.

Algunos intérpretes, han dicho que aquí “Ni'mah” significa merced espiritual como por ejemplo la profecía y el Corán, que el Enviado de Dios (PB) tenía la responsabilidad de transmitir. A esta transmisión estaría referido el vocablo “fahaddiz”. También cabe la posibilidad que abarque tanto las mercedes materiales como las espirituales.

Afirmando esta posibilidad ha dicho el Imam As-Sâdeq (P): “El significado de la aleya es: Divulga todo lo que Dios te ha otorgado, que te ha privilegiado y sustentado, que te ha tratado bondadosamente y te ha orientado.”[13] Dijo el Profeta (PB): “A quien reciba una gracia y no se refleje en él su efecto, se lo considerará enemigo de Dios y de sus mercedes”.[14]

Aquí concluimos el tema con un hadîz del Príncipe de los Creyentes (P):

“Por cierto que Dios es bello, ama la belleza y le agrada ver los efectos de las gracias en sus siervos”.[15]

Conclusiones:

1. Un líder nacido entre aflicciones y tribulaciones

Cuando Dios expone sus mercedes dadas al Profeta (PB), considera su huérfana infancia y las difíciles condiciones materiales en las que vivió. Refleja que lo acompañó el dolor y la tribulación y por cierto, debía ser así. Un líder divino y humano, debe percibir las controversias de la vida, debe sentir íntimamente las aflicciones y los sinsabores a fin de hacer un análisis correcto de las clases inferiores de la sociedad y de concientizarse del estado de aquellos que viven inmersos en el dolor y la tristeza. Debió haber perdido a su padre antes de nacer, para saber del dolor de los niños huérfanos, debió haber sufrido hambre durante el día e irse a dormir por las noches sin haber comido, a fin de percibir desde muy dentro la pena de los hambrientos.

Es por ello, que cada vez que el Profeta (PB) veía a un niño huérfano lloraba, lo alzaba y acariciaba y luego lo sentaba en su regazo. Él, debía entender la indigencia cultural en la sociedad, para recibir con los brazos abiertos a quienes lo visitaban deseosos de sabiduría. Y no sólo el Profeta del Islam (PB), sino que todos los profetas (P) se criaron entre sufrimientos y privaciones y también padecieron esta pena, todos los líderes veraces y victoriosos. Debió ser así. ¿Cómo es posible que los que se crían en el confort y los vicios, los que crecen con todo lo que desean a su disposición, comprendan la pena de los necesitados? ¿Cómo pueden imaginar lo que ocurre en la casa de los huérfanos y los pobres? ¿Podrán acaso acudir en su ayuda?

Dijo el Imam As-Sâdeq (P): “Dios jamás designó un profeta como tal, sin antes hacerlo pastor de ovejas a fin de que le sirviera de lección para el pastoreo de los humanos.” [16] Esto significa que debieron padecer el dolor de los pobres y experimentar la paciencia frente a seres de escaso entendimiento. En las montañas y los desiertos y en el regazo de la naturaleza, debieron aprender grandes lecciones de monoteísmo y conocimiento.

Dice otro hadîz: Moisés (P), hijo de ‘Imrân preguntó a Dios: “¿Por qué motivo he alcanzado este rango?”. Le fue anunciado: “¿Por ventura recuerdas el día que un pequeño cordero se apartó de tu rebaño, lo buscaste, lo tomaste y le dijiste: “¿Por qué te cansaste en vano?” y luego lo colocaste sobre tus hombros y lo regresaste junto al rebaño? Es por ello que te elegí como líder de mis criaturas”; (naturalmente que esta tolerancia y extraordinaria paciencia tuya frente a un animal, demuestra la fortaleza de tu espíritu y te hace merecedor de esta gran jerarquía).

2. Acariciar a los huérfanos

Es inevitable, en cualquier sociedad, la existencia de huérfanos que pierden a sus progenitores durante la infancia. Es un deber que estos niños sean protegidos en todos los aspectos. Ellos carecen de afecto y si esta carencia no se satisface, terminan por convertirse en niños enfermos y mucho peor aún; en crueles y peligrosos delincuentes.

En muchos casos, los huérfanos poseen bienes y éstos deben ser custodiados con toda fidelidad hasta que alcancen la mayoría de edad. En muchos casos estos niños, carecen de recursos materiales, no obstante ello también deben ser protegidos. Cada cual debería ocupar el lugar del padre y la madre, para sacar el pesar del alma del huérfano y eliminar de su rostro los efectos de la soledad. El Generoso Corán y los hadices islámicos, han hecho hincapié tanto en las cuestiones morales como en las sociales y las humanitarias.

Dijo el Profeta (PB): Cuando un huérfano llora, se estremece el Trono de Dios y dice Él a los ángeles: “¡Oh ángeles míos! ¿Quién se atreve a provocar el llanto de un niño cuyo padre ha sido sepultado?”, y responden los ángeles: “¡Oh Señor nuestro, Tú lo sabes mejor que nosotros”. Promete Dios entonces: “¡Oh ángeles míos! os tomo como fieles testigos de que complaceré el Día del Juicio Final a todo aquel que calme y alegre el corazón del huérfano.”[17]

Dijo además el Profeta (PB): “Las lágrimas del huérfano caen en las manos del Misericordioso”.[18]

He aquí el tercer hadîz al respecto: “Yo (el Profeta) y quien asuma la tutela de un huérfano, somos como estos dos en el Paraíso (señalando en ese momento sus dedos índice y medio unidos), si es que es timorato.”[19]

La importancia de este tema es tal, que en su famoso testamento el Príncipe de los Creyentes (P), equipara la atención a los huérfanos, a poner atención al Corán y a la oración: “Al·lâh Al·lâh fil aitâm fa la tagbû afuâhahum ua la iadî‘û bi hadratikum.”

“¡Por Dios, por Dios! atended a los huérfanos, no los satisfagáis unos días y los dejéis hambrientos otros, no permitáis, mientras tengan vida, que se extravíen y permanezcan en la miseria.”[20]

Ha relatado un seguidor del Profeta (PB): “Estábamos junto al Profeta (PB) cuando un niño se aproximó y dijo: “Soy huérfano y tengo una hermana y una madre. Por favor, susténtanos con lo que Dios te sustenta para que te brinde tanto hasta que te satisfagas.” Le dijo el Profeta (PB): “¡Qué bello es lo que dijiste, niño!”. Luego volvió su rostro hacia Bilal y le sugirió: “Ve y trae parte de lo que tenemos.” Bilal volvió con veintiún dátiles. Dijo el Profeta (PB): “Siete son para ti, siete para tu hermana y siete para tu madre.”

Uno de los fieles llamado Ma'âdh Ibn Yabal que allí se encontraba se puso de pie, acarició al niño y le dijo: “Ojalá Dios compensara tu orfandad y te convirtiera en un buen sucesor de tu padre (el niño era hijo de un emigrante).”

Preguntó el Profeta (PB) a Ma'âdh: “¿Cuál fue la intención de tu actitud?”. Respondió: “Brindarle cariño y afecto.” Dijo Muhammad (PB): “Quienquiera de vosotros, que asuma la protección de un huérfano, cumpla y lo acaricie, sepa que Dios escribirá por cada uno de sus cabellos una recompensa y borrará un pecado. Cada cabello del niño que roce su mano, lo elevará un grado más.”[21]

Naturalmente en las grandes sociedades como las de hoy día, los musulmanes no deben limitarse a esfuerzos individuales en ese terreno, sino que deben concentrar sus fuerzas y poner a los huérfanos, bajo disciplinados programas económicos, culturales y educativos a fin de hacer de ellos individuos capaces y sobresalientes. Este asunto trascendental, necesita obviamente de la colaboración de todos.

3. El recuerdo de las mercedes

Si la orden citada se cumple con el fin de expresar el agradecimiento a Dios y sin la intención de jactarse, además de perfeccionar al hombre en cuanto a la adoración a Dios se refiere y de poseer efectos sociales positivos, provoca un efecto de calma y paz en el espíritu de quien lo lleva a cabo.

Recordar las mercedes de Dios, hace sentir menos sus carencias y logra aminorar las quejas ante las enfermedades, puesto que debe agradecer la salud del resto de sus órganos y no debe lamentarse por la pérdida de algo y recordar el resto de las cosas que posee. A este tipo de personas no les agobia la desesperanza, la desilusión y el desconcierto cuando tiene problemas y le azotan los tormentos de la vida. Tienen el alma sosegada y el corazón certero. Poseen una fortaleza extraordinaria para luchar contra las dificultades.

¡Oh Dios nuestro! Tus mercedes superan nuestro poder para divulgarlas, no nos prives de ellas y aumenta Tu favor hacia nosotros.

¡Oh nuestro creador! en este mundo Tu bondad nos colma; aguardamos que así sea también en el otro.

¡Oh Señor nuestro! Otórganos éxito para que siempre seamos el apoyo de los necesitados y los custodios del derecho de los huérfanos.

¡Así sea, oh Señor de los universos!

Fin de la Sura ad-Duhâ

Fuente: La Interpretación Ejemplar del Sagrado Corán- tomo 27; Editorial Elhame Shargh

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[1] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 503.

[2] Cfr.: Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 504.

[3] Tafsîr Abûl Futûh Ar-Râzî, t. 12, p. 110.

[4] Para más información del tema referirse al tomo I, después de la aleya 48 de la Sura La Vaca.

[5] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 505.

[6] N. del T.: Así como el vocablo “desatento” en la aleya anterior significa ignorar las realidades que luego conoció).

[7]Biharil Anuar, T 1, p. 148

[8] “‘Â’il” originalmente significa “una persona con numerosos hijos aunque fuese rico”; no obstante también se ha empleado para los pobres, y la aleya en cuestión hace referencia al segundo significado. Deducimos de lo dicho por Râguib en cuanto a este término, que si “‘Âl” proviene de la raíz “‘Aiala” significa pobre, y si proviene de la raíz “‘Auala” significa hombre con numerosos hijos (pero es posible que los dos significados vayan juntos).

[9] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 506.

[10] Ibid.

[11] Tafsîr ‘Abdûh, capítulo 30 del Corán, p. 113.

[12] Nahÿ ul-Fasâhah, hadîz 683.

[13] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 507.

[14] Tafsîr Qurtubî, t. 10, p. 7192, encontramos un significado semejante en el libro Al-Kâfî, t. 6, Kitâb az-Zî wat Taÿammul, hadîz 2.

[15] Furû‘ al- Kâfî, t. 6, p. 438.

[16] Bihâr ul-Anwâr, t. 11, hadîz 7, p. 64.

[17] Maÿma‘ ul-Baiân, t. 10, p. 506.

[18] Tafsîr Fajr Ar-Râzî, t. 31, p. 219.

[19] Tafsîr Nûr az-Zaqalain, t. 5, hadîz 23, p. 597.

[20] Nahÿ al-Balâgah, Carta Nº 47.

[21] Maÿma‘ al-Baiân, t. 10, p. 506.

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