La Paz Sea Con Ibrahim (II)
(Anecdotario de la Vida del Mártir Ibrahim Hadí)
¿Por qué Ibrahim Hadí?
Era el verano de 1386,[1] me encontraba haciendo la oración del ocaso y la noche en la Mezquita Amin al-Doleh, en Teherán. ¡Todo me parecía fascinante! El resto de personas orantes eran sabios musulmanes y creyentes distinguidos; yo estaba en el extremo derecho de la segunda fila.
Después de la oración del ocaso, cuando miré en derredor noté con mucha sorpresa que el lugar donde orábamos estaba rodeado de agua.
Parecía una mezquita dentro de una isla en alta mar, el guía de la oración era un anciano con turbante blanco cuyo rostro brillaba; este se dirigió hacia la multitud y empezó a hablar.
Le pregunté a otro anciano que estaba a la par mía:
— ¿Conoce a este religioso?
— ¡Sí! — respondió; añadiendo: — Es el sheij Muhammad Husein Zahed, el profesor del clérigo hach Haqshenás y del clérigo hach Muytahidí.
Yo que había oído hablar mucho sobre la grandeza espiritual y nobleza del sheij Husein Zahed, escuchaba atentamente su sermón.
Reinaba un silencio asombroso, todos miraban y escuchaban al sheij, quien entre otros temas se refirió al misticismo y la moral, diciendo: «¡Amigos! ¡Compañeros! La gente dice que nosotros [los religiosos] somos grandes místicos y maestros de moral, pero quiero deciros que los grandes representantes del misticismo y la moral práctica son estos jóvenes.
Después mostró una fotografía grande; me levanté un poco para verla bien. Se trataba de la foto de un hombre de barba larga que vestía una camisa color marrón.
Me fijé bien en el hombre de la fotografía, lo conocía perfectamente porque había visto varias veces su rostro, ¡no dudaba que era Ibrahim Hadí!
Las palabras del sheij Husein Zahed me parecían increíbles, ¿por qué hablaba así? Él, que era un profesor de mística y moral —y muchos sabios habían sido sus alumnos— estaba diciendo que el mártir Ibrahim era un verdadero maestro de moral práctica.
En el mismo momento me dije: «¡Pero el sheij Husein Zahed murió hace unos años…!»
Y desperté abruptamente.
Eran las tres de la madrugada del 20 de mordād de 1386, que coincidía con el 27 de rayab del calendario islámico; es decir, el día en que Muhammad (PB) fue designado por Dios como Su Profeta.
Este sueño fue tan real que me hizo trepidar. Tomé un papel y escribí rápidamente todo lo que había visto y escuchado.
No pude dormir más, así que repasé en mi mente todo lo que había escuchado acerca de Ibrahim.
***
No olvido la última noche del mes de ramadán del año 1373, estaba en la Mezquita de los Mártires; acompañaba a algunos veteranos de guerra. Fuimos juntos a la casa del mártir Ibrahim Hadí.
Había una ceremonia por el fallecimiento de la madre del mártir. Su casa estaba ubicada justo atrás de la mezquita, en la calle Shahid Movafeq.
El hach Husein Allahkaram comenzó a hablar sobre el mártir Hadí.
Los relatos eran fascinadores, hasta ese momento no había escuchado a nadie hablar sobre él de esa manera, por lo tanto esa noche fui bendecido por Dios, pues no viví la guerra y cuando Ibrahim fue martirizado yo tenía apenas siete años, pero Dios quiso que estuviese presente en aquella reunión para conocer a uno de Sus siervos sinceros.
Estas palabras sonaron en mi mente durante muchos años. ¡No creía que un combatiente hubiese sido protagonista de tantos hechos y proezas memorables y al mismo tiempo fuese desconocido!
Sí, lo más extraño de este mártir era que él mismo le había pedido a Dios ser un soldado desconocido, y que después de tantos años su cuerpo no había sido encontrado; y que el común de la gente tampoco supiese mucho de él.
¡Pero ahora en todas las escuelas, yo les cuento a los chicos sobre él!
***
Todavía falta mucho para la llamada a la oración del alba, hay tiempo suficiente y no tengo sueño; me gustaría saber por qué el sheij Muhammad Husein Zahed presentó a Ibrahim como un «modelo de moral práctica».
Aquel día por la mañana fuimos a visitar la tumba del sheij Husein Zahed en el cementerio de Ray, en Teherán. Al ver su retrato me percaté de que era la misma persona que había visto en mi sueño.
No tenía dudas de que los místicos no debían buscarse en las montañas ni vivían como ermitaños en lugares remotos, pues ellos están entre nosotros y son parte de nuestra gente.
Ese mismo día fui a visitar a uno de los amigos del mártir Hadí y le pedí la dirección y los números telefónicos de otros amigos de este mártir.
Había decidido que debía conocer completamente a Ibrahim y le pedí a Dios que me otorgase el éxito en esta empresa.
Quizás esta es una misión que Dios Todopoderoso ha puesto sobre nuestros hombros para dar a conocer a Sus siervos sinceros.
Ibrahim nació el 1 de ordibehesht de 1336, en el barrio Shahid Ayatolá Sa'idí de Teherán, en las inmediaciones de la plaza Jorasán.
Era el cuarto hijo de la familia, por eso su padre, Mashhadí Muhammad Husein, le tenía un cariño especial.
Él —por su parte— también conocía muy bien el estatus de su padre y lo respetaba como era debido. Un padre que siendo tendero, lo había educado de la mejor manera posible.
Siendo todavía un adolescente, Ibrahim tuvo que probar el amargo sabor de la orfandad, y desde entonces le tocó vivir como los grandes hombres.
Estudió la primaria en la Escuela Taleqaní, y la secundaria en las escuelas Abu Rayhán y Karim Jan Zand.
En el año 1355 obtuvo su diploma de bachiller en letras y desde los últimos años del bachillerato empezó a dedicarse a la lectura de libros no incluidos en su programa de estudios.
Su participación en la Hey'at de Jóvenes de la Unidad Islámica, cuyos miembros realizaban estudios islámicos bajo la tutela del gran maestro Muhammad Taqí Ya’farí, fue muy influyente en el desarrollo de su personalidad.
En la época de la victoria de la Revolución Islámica de Irán dio muestras de gran valentía.
Estudiaba y trabajaba al mismo tiempo, primero en el bazar de Teherán, después de la victoria de la Revolución en la Organización de Educación Física, y posteriormente fue trasladado al área de educación.
En aquel tiempo, Ibrahim empezó a desempeñarse como un maestro devoto de los hijos de estas tierras.
¡Era todo un deportista! Comenzó practicando deporte antiguo… ¡En el voleibol y la lucha, era único! Nunca se dio por vencido: Se mantuvo valerosamente de pie en todas las áreas.
Su inmenso coraje se pudo apreciar desde las cumbres de Bazi Deraz y Guilan-e Gharb hasta los abrasadores valles del sur de Irán.
Sus épicas proezas en estas zonas aún viven en las mentes de sus viejos compañeros de guerra.
En la Operación Valfayr Moqaddamatí resistió cinco días en los canales de Fakkeh junto con los chicos de los batallones Kumayl y Hanzaleh, y no se rindió.
Finalmente, el 22 de bahmán de 1361, después de haber mandado hacia atrás a los chicos sobrevivientes, se quedó solo con Dios. Y nunca nadie lo volvió a ver.
Siempre le pedía a Dios ser un desconocido, porque el anonimato es una de las características de los devotos amados por Dios.
Dios —por Su parte— respondió su ruego. Hace años que Ibrahim se quedó en Fakkeh, en el anonimato y siendo un soldado desconocido para convertirse en un sol que alumbra a los buscadores de luz.
Extraído del libro La Paz Sea Con Ibrahim; Editorial Elhame Shargh
Todos derechos reservados. Se permite copiar citando la referencia.
www.islamoriente.com Fundación Cultural Oriente
[1] Nota del editor: Todas las fechas corresponden al calendario de la hégira solar, excepto el de las conmemoraciones religiosas para el cual se ha utilizado el calendario islámico, apareciendo en el glosario los meses citados.